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Cuadernos del Cendes
versión impresa ISSN 1012-2508versión On-line ISSN 2443-468X
CDC v.24 n.66 Caracas dic. 2007
Prospectiva y planificación estratégica en ciencia y tecnología en Argentina
MANUEL MARÍ* ALICIA RECALDE** JORGE FONTANALS***
* Consultor, Dirección de Planes y Programas, Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (SECyT), Buenos Aires, Argentina.
** Directora de Planes y Programas, Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (SECyT), Buenos Aires, Argentina.
*** Director Nacional de Planificación y Evaluación, Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (SECyT), Buenos Aires, Argentina.
La prospectiva como instrumento de planificación estratégica, tanto de empresas como de organismos de gobierno, ha sido uno de los aportes fundamentales de la escuela de Michel Godet. Los ejercicios de prospectiva tecnológica (technology foresight, ahora denominados future-oriented technology analysis) que han hecho furor en los últimos quince años en países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y desde ahí se han irradiado a otras muchas naciones, tienen como uno de sus objetivos principales la definición de prioridades y políticas en ciencia y tecnología. Uno de los logros más reconocidos de estos ejercicios, el de vincular a expertos de la industria y de la academia a través de la discusión del futuro de las tecnologías, es a su vez uno de los objetivos principales de las políticas de ciencia y tecnología en todo el mundo.
El presente trabajo pretende mostrar la forma como se han integrado prospectiva tecnológica y planificación estratégica en la preparación del recientemente publicado «Plan Estratégico Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Bicentenario (2006-2010)» de Argentina.
Argentina ha sido pionera en América Latina en el desarrollo de estudios prospectivos, a partir del famoso proyecto «Modelo Mundial Latinoamericano» o Modelo Bariloche (1969-70), una respuesta al Informe del Club de Roma «Los límites al crecimiento». Sin embargo, su director, Amílcar Herrera, debió emigrar poco después, y a partir de entonces son esporádicas las ocasiones en que se han desarrollado estudios de prospectiva (global o tecnológica) en el país.
En las más de dos décadas subsiguientes, investigadores argentinos han acompañado ejercicios internacionales tales como el Proyecto de Prospectiva Tecnológica en América Latina (PTAL), dirigido por el mismo Amílcar Herrera, el Proyecto de Transferencia de Tecnología de la OEA,1 que tenía importantes componentes de prospectiva asociados al objetivo de crear una «inteligencia tecnológica competitiva», y otros, pero siempre sobre la base de esfuerzos individuales y por instituciones académicas, no por instituciones ni organismos de gobierno, que pudieran estar interesados en aplicar el análisis del largo plazo a la planificación.
Se puede atribuir esta situación a varios factores: uno de ellos han sido las persistentes crisis económicas y el deterioro que ha venido sufriendo el país en los últimos cincuenta años. Estas crisis han estado además acompañadas por intentos de superación fallidos, caracterizados por los economistas del establishment y de los organismos internacionales como políticas del stop and go, que han acostumbrado a los políticos e intelectuales argentinos a un peligroso cortoplacismo.
Un ejemplo de las dificultades de la prospectiva en Argentina: en 1998 la revista The Economist encargó a los mejores centros económicos del país una previsión de las tendencias macroeconómicas hasta 2010; esta proyección fue utilizada en el año 2000 por la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (SECyT) en su intento de iniciar un programa de prospectiva, a través del Observatorio de Prospectiva Tecnológica (OPTE). Las cuatro proyecciones económicas predijeron la persistencia sin problemas hasta 2012 del régimen de convertibilidad (y de paridad cambiaria, entonces vigente, de 1 dólar = 1 peso) y un crecimiento moderado de la economía, entre el 2,5 por ciento y el 4 por ciento. Estas predicciones fueron hechas justamente en el año en que comenzó la peor crisis económica de la historia argentina, que culminó en el fracaso y abandono de la convertibilidad.
A fines de 2003, al comenzar el ejercicio de planificación estratégica que vamos a reseñar en este trabajo y que se inició con algunos escenarios de contexto, tuvimos otro ejemplo: la SECyT encomendó a un economista de prestigio de la Cepal que desarrollara escenarios macroeconómicos para el período 2003-2008. Planteó dos escenarios: uno de crecimiento moderado (3 por ciento) y otro de crecimiento acelerado (4-4,5 por ciento). A través de un modelo macroeconómico, se predijo como inviable el de crecimiento acelerado, por restricciones externas, y se recomendó como factible el de crecimiento moderado, el que por otro lado, se dijo, no podría disminuir el desempleo, en aquel momento superior al 20 por ciento de la población económicamente activa (PEA). La realidad del proceso de reactivación contradijo una vez más las expectativas: la economía creció al 9 por ciento en aquel año y en los tres siguientes y se prevé para 2007 un crecimiento apenas inferior. Esto ha ocurrido con expansión del comercio exterior (ciertamente ayudado por la coyuntura internacional) y superávit de las cuentas fiscales, mientras que el desempleo descendió a la mitad (del 20 por ciento al 10 por ciento aproximadamente).
A fines de 1999, en el marco de la iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi), «Proyecto Latinoamericano de Prospectiva Tecnológica», y apoyada por dicho organismo, en la SECyT se creó un Observatorio de Prospectiva Tecnológica (OPTE), pero sus esfuerzos sucumbieron en medio de la crisis económica, política e institucional de 2001-2002. Con todo, sirvieron para vincular a la SECyT con la creciente actividad en prospectiva tecnológica que se empezaba a observar en los organismos de política de la región. Fue así como Argentina formó parte, desde su inicio en 2003-2004, de la Red Iberoamericana de Prospectiva (RIAP) del Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (Cyted). En esos años los equipos de la Dirección de Planes y Programas se formaron en los diferentes métodos y técnicas de la prospectiva, e iniciaron un estudio (inconcluso, por la crisis y el cambio de Gobierno) sobre el futuro de la relación entre tecnología, educación y empleo.
En el momento actual no es aventurado decir que se asiste a un renacer de los estudios de prospectiva en Argentina.2 Este interés se puede apreciar en varias iniciativas y en la existencia de un grupo de prospectivistas en diversas instituciones públicas y de la academia, que forman la base de futuros esfuerzos más comprensivos.
La prospectiva tecnológica en la SECyT a partir de 2003
Integración de planificación estratégica y prospectiva: el ejercicio «2020: Escenarios y Estrategias en CTI»
Al comenzar la gestión actual en la SECyT, en mayo de 2003, la Argentina recién estaba emergiendo de la crisis. Las elecciones presidenciales de ese año debieron ser adelantadas; la economía había empezado a reactivarse apenas tres trimestres antes, después de haber retrocedido casi un 25 por ciento en los cuatro años anteriores, pocos podían predecir las tasas «chinas» de crecimiento que vendrían entre 2003 y 2007; la dispersión política que habían mostrado las elecciones de marzo de 2003 no permitía plantear escenarios de futuro muy confiables.
Aun en ese contexto, la gestión que se hizo cargo de la SECyT en ese año apuntó enseguida a la necesidad urgente de plantear escenarios para el largo plazo, y a partir de ello formular un plan estratégico. Esto se hizo en una forma original, de manera que se ha conseguido integrar y alternar en forma iterativa planificación y prospectiva.
Todo el proceso de planificación estratégica se inició con algunos estudios previos (las «Bases para un Plan Estratégico»); entre ellos cabe destacar, como se mencionó antes, la discusión de algunos escenarios de contexto para el mediano plazo (2015), en áreas de particular importancia para el desarrollo de la ciencia y la tecnología: escenarios mundiales, demográficos, macroeconómicos, de empleo, medioambientales. Los escenarios fueron preparados por expertos y discutidos por los miembros de la Comisión Permanente del Plan, entre los que se contaban directivos de los institutos tecnológicos estatales, empresarios y representantes de organismos de gobierno. Para preparar estos trabajos se contó con el apoyo metodológico del Instituto de Estudios Prospectivos de la Unión Europea (IPTS).3 A partir de los escenarios de contexto se planteó uno de desarrollo deseado, llamado de «desarrollo sustentable», y se propusieron en grandes rasgos los desafíos y objetivos de la política científica y tecnológica argentina, en el ámbito global y en el de los principales sectores productivos y sociales del país.Esta visión de futuro dio lugar a la preparación del Plan Estratégico de Ciencia, Tecnología e Innovación «Bicentenario» (2006-2010), así denominado para conmemorar el bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810 (fecha en la que se inició el proceso de autonomía que llevó posteriormente a la independencia argentina). El Plan fue aprobado en diciembre de 2006 por el Gabinete Científico- Tecnológico (de nivel ministerial, dirigido por el Jefe de Gabinete de Ministros del Gobierno nacional), donde produjo gran repercusión por ser el primer Plan Estratégico con visión de futuro dentro del sector público.
El Plan tiene dos características. Una es que define una meta de inversión en ciencia y tecnología para el 2010 del 1 por ciento del PBI (la meta tantas veces propuesta y siempre pospuesta, como ha ocurrido en otros muchos países de la región). Esta meta es ahora ley, debido a la sanción reciente de la Ley de Financiamiento Educativo, que incluye al sector ciencia y tecnología y que asegura el cumplimiento por parte del sector público.
Otra característica novedosa es que las prioridades de investigación están orientadas, además de a áreas temáticas y tecnológicas, a lo que en el Plan se denomina «Áreas-Problema-Oportunidad»,4 nueve en un comienzo. Dentro de estas áreas han sido definidas líneas específicas de investigación prioritarias, a través de convenios con las Secretarías de Estado responsables de los respectivos sectores productivos y sociales. Es decir, responden a la demanda social, canalizada a través de la acción de gobierno, más que a la mera oferta académica.
Este Plan Bicentenario 2006-2010 no se considera como un documento acabado, sino como una etapa en un proceso. Una vez concretada su aprobación se planteó la problemática siguiente: las prioridades del Plan responden efectivamente a una demanda social y productiva, pero esta es la demanda actual tal como queda definida por sus actores políticos. Sin embargo, los resultados del Plan como investigaciones, desarrollos tecnológicos y formación de recursos humanos recién podrán producir impacto una década después (lo que ocurre normalmente con las políticas de ciencia y tecnología). Y para entonces las demandas económico-sociales serán otras.
De aquí surgió la necesidad, con la consecuente iniciativa para la futura actualización del Plan,5 de realizar un ejercicio sistemático de prospectiva tecnológica de mayor envergadura que aquellos ejercicios iniciales de escenarios mencionados anteriormente. Como horizonte temporal del ejercicio se ha definido el año 2020, lo que ha dado lugar a su título: «2020: Escenarios y Estrategias en CTI». El título, por otro lado, ilustra bien a las claras la integración que se trata de conseguir entre los dos aspectos de las políticas de las que se quiere dotar al sector: una visión de futuro y la planificación estratégica.
Como se mencionó antes, los ejercicios de prospectiva que se han iniciado en muchos países no tienen una relación tan directa con la planificación. Los clásicos Delphi del Japón están hechos por el Ministerio de Industria y Comercio Internacional (MITI, por su denominación en inglés) en forma autónoma, y son luego tanto las empresas como los organismos de gobierno y el mismo MITI quienes los usarán en sus ejercicios de planificación. Otros ejercicios, por más que sean conducidos o encargados por los organismos centrales de ciencia y tecnología, no están directamente vinculados a la planificación. Inclusive son organizados en estructuras diferentes de aquellas responsables de elaborar los planes. Pareciera, por otro lado, que siendo la tarea de escrutar el futuro distinta de la de planificarlo, convendría tener separados a los grupos que hacen una cosa y otra. Y efectivamente, hay un riesgo de contaminar el análisis de escenarios futuros, que debería tratar de ser lo más objetivo posible, con los deseos del planificador. Muchos ejercicios parecen imbuidos de un exceso de normatividad y de ideología. Es lo que ocurrió con el Modelo Bariloche y el Proyecto PTAL y es un problema que en un sentido u otro se puede deslizar en cualquier ejercicio.
Evidentemente, en el caso argentino se trata de evitar también este riesgo. Pero, dadas las dificultades para emprender estudios de prospectiva en nuestro país y la escasa atracción de científicos y políticos para mirar al largo plazo, la mejor manera de justificar un ejercicio de prospectiva fue vincularlo con una clara finalidad de política.
Véase en el gráfico siguiente la concatenación de las iniciativas de planificación estratégica y de prospectiva en la SECyT en los últimos años.
Presentación del ejercicio
Como se dijo anteriormente, las áreas en las que se ha iniciado el ejercicio son algunas de las «áreas-problema-oportunidad» definidas por el Plan. A dichos ejercicios sectoriales se ha añadido un ejercicio previo de escenarios mundiales, globales y regionales, como un marco general para la determinación de aquellos:
a) Escenarios globales macroeconómicos y geopolíticos, en los que deberá insertarse la Argentina hasta 2020.6 Se han desarrollado los siguientes escenarios: mundiales; de Asia, con especial énfasis en China e India; europeos y, para terminar, hemisféricos, latinoamericanos y del Mercado Común del Sur (Mercosur).
b) Escenarios agroalimentarios.7 Este ejercicio está utilizando una metodología de paneles y consultas por correo electrónico. Sus campos de estudio son familias de tecnologías (biotecnología, recursos naturales, agroindustria, producción primaria y biocombustibles), estudios prospectivos de las cadenas agroalimentarias más relevantes para el país y, finalmente, las que se han llamado «incertidumbres» (drivers o factores de cambio): China/India (sobre todo la primera como fuente de demanda para exportaciones argentinas); los países de la ex URSS como competidores de Argentina en commodities; biocombustibles (como posible factor de cambio de la especialización productiva argentina); la política agraria europea, y el papel de Mercosur como posible importador de alimentos procesados. Previamente a estos trabajos se hizo una recopilación de la información existente en organismos internacionales (USDA, FAO, OCDE, Ifpri) acerca de las tendencias en el comercio internacional de alimentos. Estas tendencias se contrastarán (en forma cualitativa) con los resultados que arrojen las consultas sobre tecnologías, sectores y factores de incertidumbre.
c) Escenarios de la tecnología industrial. En este sector se ha combinado un análisis exploratorio transversal de trece tecnologías genéricas de interés para toda la industria, con un estudio más profundizado de los sectores químico y petroquímico (petroquímica, química fina y farmacia). Los estudios sobre tecnologías se han agrupado en tecnologías de la información y comunicaciones para la industria, tecnologías de materiales (incluyendo la nanotecnología), y tecnologías de gestión (en gran parte determinadas por las tecnologías de la información). El estudio sobre el sector químico y petroquímico
8 organizó una consulta Delphi, cuyos resultados deberían estar concluidos a mitad de 2007.d) Escenarios de la educación superior. Esta área es también de gran interés, tanto por la actual crisis de la educación universitaria en Argentina como porque la reactivación económica actualmente en curso está demandando, por parte del sector productivo, profesiones que la universidad no puede proveer en cantidad y calidad suficiente. El estudio se está iniciando, con acuerdo de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación.
Producción de indicadores relacionales
Paralelamente estamos llevando a cabo un proyecto de «Producción de indicadores y relevamiento de fuentes de información», cuyo objetivo es monitorear el Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación (SCTeI) y su relación con otros aspectos socioeconómicos. Para ello hemos partido de un análisis completo de fuentes de información disponible (organismos oficiales, empresas privadas, públicas o mixtas, universidades, centros e institutos tecnológicos), clasificados por disciplina científica y sector productivo en el que desempeñan sus actividades, a efectos de poder integrarlas en un Banco de Indicadores, cuyo desarrollo informático se iniciará este año.
Los aspectos salientes de este proyecto, que lo vinculan con el ejercicio de prospectiva, residen en estas características:
disponibilidad de información detallada, actualizada y dinámica de las instituciones que realizan actividades de CTI en diversos países;
capacidad de integrar diferentes tipos de datos, de fuentes disímiles, en un sistema de indicadores integrado;
posibilidad de ser consultado de manera rápida y eficiente, cruzando información de distintos tipos y procedencias.
A modo de ejemplo, en materia de recursos del SCTeI, el Banco permitirá contar con información sobre aspectos tales como la movilidad internacional de científicos, ingenieros, etc. y cómo se financian, contratan y/o transfieren tareas de investigación, desarrollo o servicios entre universidades o laboratorios y empresas. Respecto de los resultados del sistema, permitirá elaborar indicadores de actividad tecnológica, patentamiento y vinculación ciencia-tecnología por país, a fin de observar su posicionamiento en cuanto a líneas de investigación y estrategias de mercado.
Conclusiones a partir de la experiencia: ¿cómo se dio la integración entre planificación y prospectiva y cómo se evitó el peligro de contaminar el análisis con la ideología o con la normatividad?
En primer lugar, pensamos que la experiencia de este proyecto de prospectiva muestra que se pueden integrar planificación estratégica y prospectiva sin caer en los peligros antes mencionados: por un lado, el de hacer prospectiva con un sesgo voluntarista hacia escenarios normativos y, por el contrario, el de hacer una prospectiva académica sin vinculación ni resultados con políticas y planes.
La experiencia argentina nos mostraba que, aun cuando en el discurso público se hablara de planificación estratégica y de la necesidad de superar el cortoplacismo, una cosa es el discurso y otra la práctica. De hecho, cuando el Plan Bicentenario fue presentado al Gabinete de Ciencia y Tecnología, los Ministros saludaron la iniciativa de la SECyT como el primer Plan Estratégico abarcativo del sector público. Muchas instituciones del sistema científico tecnológico han hecho en estos años planes estratégicos: Conicet, INTA, INTI, Conae, etc. Se han lanzado también iniciativas como los Foros de Competitividad desde la Secretaría de Industria, así como planes en el marco de iniciativas legislativas para áreas tecnológicas como software y servicios informáticos, TICs y biotecnología. Pero por ahora sólo ha habido atisbos de planes estratégicos desde los organismos del Gobierno nacional.
Por otro lado, el tema de la necesidad de mirar hacia el futuro y superar el cortoplacismo, si bien está en cualquier diagnóstico acerca de la situación del país y del sector público, aún no ha generado políticas proactivas que permitan lograr la mirada hacia el futuro. El interés por la prospectiva, como se dijo más arriba, dejando aparte los ejercicios específicos que se hacen en algunas empresas (y que por su naturaleza no son conocidos fuera de ellas), parece haberse concentrado en la academia. Ha habido una proliferación de cursos y programas de estudio en los que se han formado un número de expertos en prospectiva en el país.
Sin duda hay temor de hacer estudios superficiales o de caer en la crítica de la futurología como algo cercano a la ciencia ficción. Se habla con frecuencia de la necesidad de la prospectiva. Sin embargo, varias veces hemos podido observar en nuestro ejercicio una tendencia muy cauta de los expertos, cuando se les convoca para dar su opinión sobre lo que pasará en el 2020, a concentrar su atención en el diagnóstico de los problemas actuales o en la propuesta de medidas de política: «lo que habría que hacer». Sin duda, los expertos tienen en su pensamiento lo que puede pasar en el futuro, se tienen presentes las tendencias recientes, están al corriente de la literatura mundial sobre las tecnologías del futuro, sobre todo en las que cada uno está especializado. Se diría que piensan que les basta al respecto su conocimiento tácito proveniente de su familiaridad con la literatura especializada en sus temas y de sus contactos con colegas de todo el mundo. En esta resistencia a emprender trabajos serios y sistemáticos en prospectiva tiene también probablemente que ver el carácter monográfico y poco profundo de mucha producción local sobre ciencia y tecnología, como sobre otros muchos aspectos de la vida nacional.
Hay también un temor justificado al fracaso en pronósticos, como lo muestran los ejemplos que se citaron al principio. Tal vez en el fondo se identifica prospectiva con pronóstico, lo que está en las antípodas de la prospectiva como la entendemos desde hace décadas.
Por todos estos motivos, el ejercicio de SECyT ha buscado en este primer momento una modalidad en que se integraran planificación estratégica y prospectiva, tratando de evitar algunos escollos mencionados más arriba, como contaminar el análisis con ideología o con normatividad o, por otro lado, convertir los paneles de discusión de escenarios en tormentas de ideas sobre los problemas del país y lo que habría que hacer para solucionarlos.
En este punto queremos aportar alguna experiencia en cuanto a la integración de la prospectiva en los planes. Por lo pronto, los temas no fueron elegidos mirando en primer término a las tecnologías, sino a las áreas problema que habían sido elegidas para orientar el Plan: las Áreas-Problema-Oportunidad. Es así como se empezó por tres de estas áreas: agroalimentos, industria y educación superior, y se está analizando la posibilidad de empezar ejercicios en medio ambiente y sus implicancias sectoriales.
Por otro lado, la selección de los Coordinadores estuvo dirigida a expertos de instituciones académicas o consultores que han tenido frecuente actuación en la definición de políticas en sus áreas de competencia y también en las de ciencia y tecnología, dirigiendo y formando parte de comisiones asesoras en los trabajos de planificación de SECyT. Este criterio prevaleció sobre el académico, aunque sin ignorar los aportes en este campo. Por otro lado, tal vez a consecuencia de lo anterior, los métodos utilizados han sido bastante heterodoxos siempre respetando el método básico de la prospectiva, la búsqueda de definición de escenarios por medio de la consulta a expertos:
En cambio, para el ejercicio en el sector de la industria química se está lanzando un Delphi, según la práctica de gran número de trabajos prospectivos en todo el mundo.
Por su parte, en el ejercicio en el sector agroalimentos se ha utilizado una combinación de paneles de expertos y documentos encargados a expertos y posteriormente confrontados con otros expertos.
En todos los casos se ha hecho uso extensivo de los estudios de prospectiva efectuados en países desarrollados, como por ejemplo Japón y varios de Europa, así como los del Centro Europeo de Prospectiva y el Instituto de Estudios Prospectivos Tecnológicos (IPTS por su denominación en inglés).9 En efecto, en cuanto a los desarrollos futuros de la tecnología en el ámbito mundial, es poco lo que la consulta a expertos locales puede añadir en comparación con las consultas hechas en estudios emprendidos en el mundo desarrollado. A su vez, a través de la consulta a expertos nacionales hemos procurado mantener un equilibrio entre lo que puede ocurrir hacia 2020 en desarrollo de tecnologías e innovaciones en el contexto mundial, las amenazas y oportunidades que implican para nuestro desarrollo, y aquellas innovaciones que van a hacerse efectivas y/o a incorporarse en el país.
Existe el riesgo de contaminar la prospectiva con el voluntarismo político. Para evitarlo, en el ejercicio se ha tratado de diferenciar el momento político del del análisis prospectivo, lo cual no ha resultado fácil, por la tendencia natural ya comentada de los expertos consultados, sobre todo a cuanto a paneles. Esto nos llevó a ser insistentes en que no se trataba de hacer un diagnóstico de los problemas de la ciencia, la tecnología y la innovación argentinas.
Para ello, una vez planteado el diagnóstico descriptivo de la base del sistema en la actualidad, comienzo obligado de la construcción de escenarios, fuimos insistentes en no estancarse en el diagnóstico ni en la propuesta de medidas de política, sino avanzar hacia la configuración de escenarios para la ciencia, la tecnología y la innovación. Creemos que esto se ha logrado.
Las autoridades de ciencia, tecnología e innovación productiva han participado del ejercicio prospectivo, alentando la máxima rigurosidad en el análisis y cuidando de no influir en las conclusiones de los expertos acerca de lo que enfrentaremos hacia 2020.
Ha quedado claro a través de todos los trabajos del ejercicio que el momento político comenzará de nuevo cuando se presenten los resultados del mismo. En base a las conclusiones acerca de los escenarios posibles en ese futuro, e incorporando las recomendaciones de los expertos acerca de estrategias posibles para afrontar esos escenarios, las autoridades podrán delinear las estrategias más adecuadas para nuestro Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación.
Buenos Aires 2007
Notas:
1 Dirigido por el Ing. Carlos Martínez Vidal a partir de una iniciativa y de las ideas de la Comisión de Energía Atómica Argentina, en la que trabajó junto con Jorge Sábato.
2 Ver el capítulo correspondiente a Argentina en el libro a ser publicado próximamente por la RIAP sobre prospectiva en América Latina.
3 Para ello, la SECyT firmó un convenio con ITPS, por el que su Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Onctip) comenzó a formar parte como miembro asociado de la Red Europea de Estudios Prospectivos (ESTO), y durante el período de la duración de esta.
4 Estas áreas (APO) conforman el nuevo programa de la SECyT «Programa Transversal Integrador del Sistema Nacional de Innovación» (Protis), cuyo objetivo es canalizar los recursos crecientes de los años próximos para CTI hacia proyectos en red entre los diversos actores del sistema, orientados a la solución de problemas o al aprovechamiento de oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías. Las áreas son: marginalidad, discriminación y derechos humanos; competitividad de la industria y modernización de sus métodos de producción; competitividad y diversificación sustentable de los recursos naturales renovables y protección del medio ambiente; infraestructura y servicios de transporte; infraestructura energética; uso racional de la energía; prevención y atención de la salud; políticas y gestión del Estado; y política y gestión educativa.
5 Se prevé extenderlo con horizonte en la conmemoración del bicentenario de la Independencia (1816).
6 Este ejercicio está dirigido por el Dr. Carlos Moneta, quien fue Secretario Ejecutivo del Sistema Económico Latinoamericano ( SELA), experto en relaciones internacionales y asesor de la Cancillería argentina.
7 Este ejercicio está dirigido por el Dr. Martín Piñeiro, ex Director del Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas (IICA), y miembro del Consultative Group on International Agricultural Research (Cgiar), que analiza continuamente las tendencias mundiales en investigación y tecnología agrícolas.
8 Este estudio es coordinado por el Dr. Enrique Vallés, ex director del prestigioso centro PLaPIQui de Bahía Blanca.
9 Estudios comparativos del IPTS informan de más de doscientos ejercicios de prospectiva tecnológica, realizados en los últimos años en todo el mundo por instituciones gubernamentales o cuasi gubernamentales.