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Cuadernos del Cendes
versión impresa ISSN 1012-2508versión On-line ISSN 2443-468X
CDC v.25 n.67 Caracas abr. 2008
A Julián Ferris
Doctor Honoris Causa
de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela*Gregorio Darwich Osorio**
* La investidura se llevó a efecto en el Auditorio «Carlos Raúl Villanueva» de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo el 21 de febrero de 2008. En el mismo acto se confirió esa distinción a los arquitectos Enrique Hernández y José Miguel Galia.
** Profesor-investigador del Centro de Estudios del Desarrollo,Cendes, Universidad Central de Venezuela.
Dice José Joaquín Brunner1 que en la tradición latinoamericana, con su fe en lo real-maravilloso, pareciera como si las instituciones surgieran mágicamente gestadas por patriarcas, dictadores y caudillos, en medio de hazañas heroicas y vigilias con terremotos y tormentas. Desde esa creencia, una institución es una mina, al decir de Brunner, descubierta por la casualidad de un día de suerte.
La reconstrucción de la memoria colectiva en el campo de las ciencias sociales ha ido descubriendo historias alejadas de los hechos gloriosos y las gestas extraordinarias de hombres providenciales: revelando que las instituciones se forjan con los sueños inesperados de quienes tienen la certeza de que los nuevos horizontes se edifican en el trabajo concienzudo y paciente con ideas, acciones y decisiones estratégicas y programáticas.
A partir de 1936, en medio del proceso de modernización de la universidad y de anclaje de centros de investigación académica, toda una generación de investigadores, expertos extranjeros, profesores universitarios y funcionarios del Estado con un particular sentido de misión participaron en la reorganización de la universidad y la investigación científica. Gente normal, no eran personajes providenciales venidos de gestas imaginadas en el universo de lo real-maravilloso. Quizá lo que de heroico tenían era el compromiso de hacer avanzar la improbabilidad de institucionalizar la educación superior y la investigación académica.
El arquitecto Julián Ferris formó parte de esa generación. Alternó su tarea de proyectista arquitectónico con el oficio de constructor institucional. En la efervescencia del país lleno de esperanza, luego del derrumbe del Gobierno militar, el profesor Ferris emergió como figura innegable de la fundación del Cendes: el instituto de investigación y postgrado más vanguardista e influyente de las ciencias sociales venezolanas de mitad del siglo pasado.
Su arribo al decanato de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, inicialmente como decano interino en 1958 y en junio de 1959 como decano electo, trajo aires de renovación. Para los estudiantes, anota Oscar Tenreiro,
2 constituía una figura novedosa. En el clima de ruptura con las prácticas de la dictadura, Ferris encarnó, comenta Tenreiro, «una nueva actitud» que los estudiantes asociaron con la llegada de personajes e ideas que legitimaban las ilusiones de construir un «futuro promisorio», lo que en el crucial año de 1958 se pensaba como «inevitable» bajo los efectos de la puesta en marcha del régimen democrático.Tenreiro lo rememora como un «decano lúcido». Promovió la reforma docente con la conformación de un nuevo plan de estudios que reafirmaba la misión de formar arquitectos con sólidos conocimientos. Expandió el cuerpo profesoral, incorporó a artistas plásticos e invitó a profesores de la arquitectura internacional y profesionales locales para vincular la Facultad con las diversas corrientes técnicas, artísticas y sociales de la modernidad.
Si el devenir de las instituciones se vincula con circunstancias históricas, también, en tanto son una construcción social, se articula con las personas. La historia del Cendes se une con el momento en que, a finales de 1959, Ferris como decano de la Facultad de Arquitectura, Luis Lander, director del Banco Obrero, y Eduardo Neira, asesor de planificación del Banco, comenzaron a dar forma al proyecto de formación de planificadores en la universidad. Ferris, en ese grupo que actuó como promotor germinal, se hizo cargo de las gestiones ante las autoridades universitarias.
Aunque la atmósfera planificadora que envolvía a sectores políticos y profesionales del país auguraba un viento a favor de ese programa académico, que además contaba con el crucial apoyo del rector Francisco De Venanzi, Ferris tuvo que superar dificultades. El rector De Venanzi señalaría: «La concepción del Cendes era muy novedosa, no sólo en nuestro país sino también en el ámbito internacional. Muchas personas, aun dotadas de alta ilustración, contemplaron la idea de crear al Cendes como algo etéreo, inconsistente, casi con seguridad una pérdida de recursos y de tiempo».
3La fundación de un centro de investigación con el perfil académico del Cendes, que integraba los conocimientos económicos, sociológicos, antropológicos, culturales, psicológicos, políticos y de salud y seguridad social para comprender los fenómenos del cambio social y del desarrollo, supuso cruzar fronteras disciplinarias de las Facultades, lo que era una cuestión nada secundaria.
Dicho sea de paso, se planteó no adscribir el Cendes a alguna Facultad sino al rectorado. Un propósito, según recuerda De Venanzi, que era percibido como «una verdadera anomalía dentro del marco de la estructura universitaria tradicional».
4 Y, además, la interdisciplinariedad, razón de ser del programa intelectual del Cendes, era difícil de entender, pues la formación de postgrado se concebía casi exclusivamente como continuidad de una carrera universitaria particular.Era el Cendes un proyecto académico de suyo original que franqueaba las barreras disciplinarias de las Facultades: era algo similar a inventar, en palabras del poeta Jorge Luis Borges, un plan de un coraje borracho.
Ferris logró el apoyo de sectores de la universidad y es historia contada que el Consejo Universitario, en sesión del 7 de junio de 1960, aprobó el informe final de la creación del Cendes.
5En la nota que Jorge Ahumada, primer director del Cendes, le escribió para obsequiarle su libro En vez de la miseria, en marzo de 1961, se lee: «a Julián Ferris, padre del Cendes, con el cordial afecto de Jorge Ahumada».
6 Una dedicatoria honorífica que honra su invalorable compromiso con la fundación del Cendes. De nuevo según Borges, «cualquier adjetivo, aunque sea pleonástico o mentiroso, ejerce una facultad: la de obligar a la atención del lector a detenerse en el sustantivo a que se refiere, virtud que se acuerda bien con las descripciones no con la narraciones».7Celebramos el Doctorado Honoris Causa otorgado por la Universidad a Julián Ferris.
Notas
1 «La educación superior y la formación profesional en América Latina», documento de trabajo nº 380, Programa Flacso-Chile, 1988.
2 Tal Cual, 17-4-2008.
3 El Nacional, 18-6-1986.
4 Ibíd.
5 Véase, Gregorio Darwich Osorio, Pensamientos plurales. Orígenes de los estudios del desarrollo en Venezuela, Caracas, Cendes, 2005.
6 Ibíd.
7 J.L. Borges, «La adjetivación», en El tamaño de mi esperanza, España, Alianza Editores, 2000.












