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Cuadernos del Cendes

versión impresa ISSN 1012-2508versión On-line ISSN 2443-468X

CDC v.27 n.75 Caracas dic. 2010

 

La nación en tiempo heterogéneo y otros estudios subalternos

Partha Chatterjee *

Argentina, Siglo XXI Editores, 2008

Beate Jungemann**

* Profesor en la Universidad de Calcuta (ex Director del Centro de Estudios de Ciencias Sociales) y profesor en la Columbia University, así como miembro fundador del grupo de estudios subalternos en la India.

** Profesora-investigadora del Área de Desarrollo Urbano Regional del Centro de Estudios del Desarrollo, Cendes, UCV. Miembro del Comité Editor de la Revista Cuadernos del Cendes.

La crisis de los sistemas democráticos liberales, el cuestionamiento del concepto de sociedad civil, el reconocimiento de la existencia de otras modernidades, la discusión sobre nación, nacionalismo, soberanía popular y comunidad, son temas de actualidad e importancia académica y política en el ámbito latinoamericano. Y es que marcan afortunadamente la búsqueda de otras formas de participación y de sistemas democráticos más auténticos.

Las ideas centrales del libro de Partha Chatterjee aquí reseñado son reflexiones críticas sobre conceptos básicos de la ciencia política estadounidense y europea dominante, convertidos en parámetros de evaluación y medición de cualquier desarrollo nacional en nombre de la propagación universal y única de la democracia liberal.

Se trata de un libro que es una compilación de conferencias de Chatterjee que fueron seleccionadas y traducidas para el público latinoamericano por iniciativa de un grupo de académicos peruanos con la motivación de divulgar principalmente tres ideas básicas que discute el autor: la formación de las naciones y de los nacionalismos en el mundo contemporáneo; la crítica al concepto de sociedad civil (y su reemplazo por el de la sociedad política); y la conformación de un nuevo sistema globalizado de dominación y las posibilidades de los subalternos para actuar en sus intereses ante este nuevo contexto mundial (pp. 9-10). De acuerdo con los editores, el eje transversal de los textos es el tema de la modernidad en las sociedades no occidentales y en la India.

El libro contiene once ensayos agrupados de la siguiente manera: el primer capítulo presenta un artículo de apertura; el segundo está compuesto por tres textos seleccionados para tratar los temas nación y nacionalismo; el tercero está dividido en tres ensayos bajo el título modernidad, sociedad, política y democracia. Por último, los cuatro restantes textos conforman el epílogo.

En el ensayo Quinientos años de amor y miedo, seleccionado como texto de apertura, el autor parte de una posición crítica frente al sistema político liberal de la democracia occidental y al «arte de la gubernamentabilidad» (p. 37) que fueron introducidos en las naciones poscoloniales en su fin último como instrumento del circuito costo-beneficio a favor del poder del Estado.

Esta doctrina instrumentalista erosionó, según Chatterjee, los fundamentos morales de la política moderna desde la Revolución Francesa (ideas de democracia participativa y de soberanía popular activa). Hoy nos encontramos frente a formas organizativas de reivindicaciones democráticas mucho mas complejas que requieren nuevas conceptualizaciones teóricas capaces de interpretar, en el contexto de la crisis del proyecto de modernidad europea basado sobre la idea de una identidad nacional y el orden capitalista liberal, las formas de política popular emergentes orientadas hacia la construcción de nuevos modelos de orden social, económico y político fundamentados en experiencias ensayadas durante una larga data (pp. 53 y 88).

En el enfoque teórico de Chetterjee, la heterogeneidad, la fragmentación, el desencuentro, son conceptos básicos. En los textos agrupados en el segundo capítulo del libro: Nación y nacionalismo, el autor cuestiona la concepción lineal de la vida moderna en una dimensión espacio-tiempo, en tanto tiempo homogéneo vacío, criticando la idea de Benedict Anderson sobre la formación de las naciones a través del desarrollo de la imprenta que permitió a los sujetos vivir en el tiempo homogéneo dentro de una comunidad imaginada. La nación, para Chatterjee, nunca habitó en ese tiempo vacío y homogéneo que él define como «tiempo utópico del capitalismo», confrontándolo con la dimensión del «espacio real de la vida moderna en un tiempo denso y heterogéneo», haciendo referencia al concepto de heterotopía de Foucault (p. 62). Para Chatterjee no hay una convivencia o coexistencia de un tiempo moderno y un tiempo premoderno (lo que significaría para él ratificar el utopismo de la modernidad), sino realidades muy heterogéneas y fragmentadas que «son los nuevos productos del encuentro con la propia modernidad» (p. 63).

El autor estima que en las sociedades poscoloniales el nacionalismo se construyó de un modo muy distinto al nacionalismo occidental. Argumenta que el Estado basado en un modelo constituido por conceptos universales de ciudadanía, sociedad civil, democracia, etc. comenzó a desarrollarse en las sociedades poscoloniales sin tener referentes autóctonos, implicando un desencuentro entre la sociedad y el Estado, vigente hasta hoy en día. Pero el proceso histórico no ha llevado a una simple realidad de confrontación entre dos espacios diferenciados (el ámbito de la política de la «elite» y el ámbito de la política de los «subalternos », p. 103), sino a la emergencia de otros espacios de dominio político donde existe la necesidad de negociar acuerdos. «La tarea consiste en rastrear, en sus historicidades mutuamente condicionadas, las formas específicas que surgieron, por un lado, en el espacio definido por el proyecto hegemónico de la modernidad nacionalista, y, por el otro lado, en las innumerables resistencias fragmentadas hacia ese proyecto normalizador» (p. 104).

En la tercera parte del libro: Modernidad, sociedad, política y democracia, Chatterjee define el concepto de la sociedad política a partir de su crítica al concepto de la sociedad civil, el cual según su opinión ha fracasado como modelo homogeneizador de la población fundamentado en la aseveración de que la ley es igual para todos. Según el autor, «existe un quiebre entre el muy poderoso imaginario político de la soberanía popular […] corporeizado a través del entramado legal vinculado a la noción de la ciudadanía igualitaria […] [que] derivó en la construcción homogénea de la nación y la realidad […] de la gubernamentalidad » (p. 191) basada en políticas públicas focalizadas hacia diferentes grupos poblacionales que contribuyeron a la heterogeneidad social. Para Chatterjee en los países poscoloniales siempre ha dominado la noción de poblaciones y no de ciudadanos, y el ideal moderno de la relación entre el Estado y la sociedad (civil) no se ha podido realizar ni siquiera en los países occidentales modernos.

La sociedad política tiene según el autor las siguientes características: a) está constituida por grupos poblacionales organizados en asociaciones locales; b) representa a pobladores cuyas estrategias de sobrevivencia muchas veces transgreden la legalidad; c) estos pobladores no son reconocidos por las instituciones públicas como parte de la sociedad civil pero, estando «incluidos dentro de la jurisdicción del Estado, son supervisados y controlados por las agencias gubernamentales» (p.1 95), lo que lleva a un vínculo político con el Estado que requiere renovar constantemente su legitimidad como proveedor de bienestar frente a la mayoría que expresa sus demandas movilizándose políticamente; d) la relación entre las agencias gubernamentales (obligadas a buscar soluciones a la pobreza) y las asociaciones que representan la sociedad política (consciente de su actuación dentro o al borde de la ilegalidad) está caracterizada por la práctica de negociación de reivindicaciones sociales parciales.

Chatterjee explica el concepto de sociedad política a partir de experiencias de movilizaciones exitosas de pobres, marginados y excluidos para asegurar los beneficios de los programas gubernamentales que, dentro del dogma de la democracia liberal, por lo general están dirigidos a la sociedad civil a través de las ONG. Estas posibilidades de negociación llevan a la construcción de identidades políticas de los sectores subalternos de las sociedades poscoloniales e implican una mayor incidencia (el autor no habla de participación) de ellos en la definición de la forma en que son gobernados. Con este planteamiento, sustituye la idea de la universalidad política de los derechos por la de heterogeneidad de los derechos sociales, mediante demandas concretas y particulares de colectivos cada vez mas centrados en torno a los lugares; hay que advertir que se trata de una propuesta que corre el peligro de que se perpetúen mayores desigualdades dependiendo de las relaciones de poder.

No obstante, la propuesta no deja ser interesante sobre todo si se considera que la crisis del capitalismo tiene como consecuencia movimientos en distintas partes del mundo, especialmente en los países poscoloniales, que representan una revalorización de la comunidad, cuya destrucción ha sido fundamental para el sistema capitalista en su alcance territorial global y en su concepción universal.

Según Chatterjee, la aparente oposición entre sociedad civil y Estado aparece porque, «los conceptos de individualidad y Estado-nación se encuentran insertos en una gran narrativa: la narrativa del capitalismo. Esta busca suprimir la narrativa de comunidad y produce en su desarrollo tanto el individuo normalizado como los regímenes modernos del poder disciplinario» (p. 171). Concluye el autor que la verdadera confrontación de intereses se encuentra entre el Estado capitalista y las comunidades locales (pp. 14 y 174). En la conformación de los Estado-nación capitalistas, la comunidad se entiende como un residuo, como un remanente, siendo los excluidos del modelo nacional capitalista que forman comunidades o «se involucran en ellas, a partir de la constatación de un poder que los margina» (p.15). Para Charles Taylor es la sociedad civil autónoma la que debe acoger a todos aquellos grupos excluidos y la que se imagina la nación de formas distintas, conformando los fragmentos que han producido los Estado nacionales capitalistas. Para Chatterjee, por el contrario, es «la historia de la comunidad la que ofrece la posibilidad de imaginar y articular una alternativa política frente al Estado y las fuerzas del capitalismo» (p. 15), lo que implica abandonar la categoría de la sociedad civil.

Consecuentemente, en los textos que componen el epílogo se opone una visión optimista sobre una resistencia global articulada de la sociedad civil contra el «Imperio» de la globalización neoliberal. Esta ha llevado a nuevas centralidades de poder económico (ciudades globales etc.) que tienen efectos sobre la soberanía de los Estados nacionales, que ya no son el único garante de los derechos humanos. El autor se declara en desacuerdo tanto con la idea de Hardt y Negri sobre la constitución de una ciudadanía universal que demanda la universalización de los derechos humanos, como con la posición de los liberales europeos sobre la política internacional de defensa de derechos humanos (ejercida por los Estados Unidos como policía mundial para asegurar la Gran Paz aplicando políticas antiterroristas con consecuencias impredecibles a nivel global).

Chatterjee visualiza otro camino para lograr una vida mejor para la población pobre, excluida y marginada, sin tener ninguna certeza sobre su ocurrencia: por un lado, propone políticas antiimperialistas de carácter flexible, mixtas y variables por parte de movimientos de resistencia locales. Por el otro lado ve una esperanza para una crisis terminal del dominio del poder imperial, representado por los Estados Unidos, causado por una creciente falta de legitimidad moral de ese dominio. Los vastos sectores sociales en el mundo que están perdiendo el control sobre su hábitat y sus formas de vida están en constante aumento. La fuerza de impulsos democratizadores para lograr nuevas formas y prácticas democráticas a nivel global vendrá, según Chatterjee, desde la sociedad política, organizada en comunidades fundadas en solidaridades morales (entre otras) y capaces de negociar constantemente por su bienestar social en su hábitat, suponiendo un cambio en las estructuras y estrategias de políticas públicas.

Se trata de un libro interesante sobre distintas dimensiones del funcionamiento de la sociedad democrática, especialmente la de la India, escrito desde una perspectiva poscolonial y con un enfoque interdisciplinario, introduciendo conceptos que le permiten al autor un análisis más adecuado de otras modernidades. No olvida que las consecuencias de la globalización neoliberal y las nuevas centralidades del poder constituyen perspectivas que no son muy alentadoras para cambios estructurales que lleven al bienestar de los sectores pobres, que según Chatterjee se construyen desde la sociedad política a nivel de comunidad, luchando cotidianamente y negociando estratégicamente con los partidos políticos y las autoridades gubernamentales por el reconocimiento de derechos legales y derechos adquiridos. De esta manera «se pueden producir, a largo plazo, redefiniciones sustanciales de la propiedad y de la ley en el ámbito del Estado moderno realmente existente» (p. 154).