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Cuadernos del Cendes
versión impresa ISSN 1012-2508
CDC vol.29 no.81 Caracas dic. 2012
Postmetrópolis. Estudios críticos sobre las ciudades y las regiones
Edward Soja
Madrid, Traficantes de Sueños, 2008
Miguel Ángel Contreras Natera*
* Profesor del Departamento de Teoría Social, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela.
El libro de Edward Soja Postmetrópolis. Estudios críticos sobre las ciudades y las regiones representa una ampliación del pensamiento crítico sobre las ciudades y las regiones y simultáneamente un intento de explorar lo nuevo y diferente en la ciudad contemporánea. Cada uno de los capítulos refleja el interés y el énfasis interdisciplinario, recientemente intensificado, en todos los aspectos de aquello que puede ser descrito como la espacialidad de la vida humana. Para el autor, estamos comenzando a tomar conciencia de nosotros mismos en cuanto seres intrínsecamente espaciales, continuamente comprometidos en la actividad colectiva de producir espacios y lugares, territorios y regiones, ambientes y hábitats, quizás como nunca antes había sucedido. Si bien el énfasis en la espacialidad humana puede parecer obvio, hasta hace relativamente poco tiempo esta había sido muy poco estudiada por la gran mayoría de los académicos. Algo similar puede decirse sobre las demás escalas del análisis espacial, desde nuestra comprensión del cuerpo y de la psicología individual, o la formación de comunidades e identidades culturales, hasta el análisis del Estado nación y su política o la dinámica de la economía mundial.
Desde inicios de la década de los noventa comenzó un giro espacial interdisciplinario que redefinió los estudios sobre la ciudad y las regiones. Las crisis generadas por la reestructuración espacial del capital, y el inicio de luchas colectivas significativas que intentaron obtener mayor control de los nuevos procesos de urbanización y dirigir la atención hacia situaciones de mayor justicia espacial y democracia regional, han colaborado en la dirección de este giro espacial. En todo caso, asistimos a una renovada conciencia acerca de la simultaneidad y la compleja interrelación de las dimensiones social, histórica y espacial de nuestras vidas, su inseparabilidad y su interdependencia con frecuencia problemática. Partiendo de esta perspectiva reequilibrada, el autor nos propone un redescubrimiento de la geohistoria del espacio urbano. El uso de los términos geohistoria y espacio urbano refleja de manera inmediata el fundamento preferente de una perspectiva espacial crítica. El espacio urbano hace referencia a la ciudad en cuanto fenómeno histórico, social, cultural y espacial con fines interpretativos y explicativos. Parafraseando a Foucault, los académicos han comprendido tradicionalmente el espacio de forma opuesta al tiempo; en casi todos estos enfoques el espacio urbano es típicamente considerado como fijo, inmóvil, muerto, social y políticamente inútil, poco más que un decorado para los procesos sociales e históricos dinámicos, que no son por sí mismos inherentemente urbanos. En esta dirección el texto se encuentra modelado por un delicado acto de (re)compensación que intenta terminar con el privilegio del tiempo sobre el espacio, evitando subordinar el tiempo y la historia a una determinación espacial absoluta.
En una mirada comprehensiva que contempla los aportes teóricos de autores tan emblemáticos como Fernand Braudel, de la Escuela de los Annales, Henri Lefebvre, Ernst Mandel, Nicos Poulantzas, Anthony Giddens, David Harvey, Manuel Castells y Fredric Jameson, el autor se propone reespacializar la narrativa histórica sobre la ciudad y las regiones para inscribirla en la perspectiva braudeliana de la larga duración. Una narración explícitamente espacializada del amplio campo de investigación que concierne a los estudios críticos de las ciudades y las regiones, en cuanto componentes vitales de nuestro mundo de vida. En la primera parte el autor analiza y distingue tres grandes procesos sociohistóricos caracterizados como revoluciones urbanas que transformaron radicalmente los usos del espacio de las sociedades humanas. El primero, y tal vez más controvertido, dado que desafía una gran cantidad de supuestos (eurocéntricos) muy arraigados sobre el temprano desarrollo histórico de las sociedades humanas, hace retroceder el menos diez milenios los comienzos de la urbanización y el urbanismo como modo de vida, y por lo tanto de lo que tradicionalmente hemos denominado civilización.
Para Soja, tanto Jericó como Catal Huyuk representan lugares representativos de la primera revolución urbana; allí comenzaron los primeros asentamientos urbanos preagrícolas de cazadores, recolectores y comerciantes. Posteriormente, como consecuencia del estímulo de la aglomeración urbana o sinecismo, el impulso al desarrollo que se deriva de hábitats densamente poblados y sus interacciones recíprocas, las primeras ciudades incubaron el desarrollo de la agricultura a gran escala y organizaron la cría de animales, invirtiendo lo que había sido concebido convencionalmente como una secuencia histórica en la cual la así denominada Revolución Agrícola precedía al desarrollo de las primeras ciudades verdaderas. De modo tópico, el concepto de sinecismo tiene una importancia fundamental para el autor por cuanto puede ser utilizado para ayudar a comprender los orígenes del espacio urbano y la evolución de la forma urbana. Pero, también, toda la trayectoria neohistórica del urbanismo y del desarrollo urbano en todas las sociedades humanas, desde el pasado hasta el presente. El sinecismo, en cuanto fuerza activa y motriz de la geohistoria, supone la formación de una red regional de asentamientos nucleados y anidados de modo jerárquico, capaces de generar innovación, crecimiento y desarrollo social (así como también individual) desde el interior de su dominio territorial definido.
La segunda revolución urbana se sumó a la primera. Y desde hace siete mil años comenzó a modificar sus principales espacios geográficos, desplazándose de la región de las tierras alfas del suroeste de Asia a las planicies aluviales de los ríos Tigris y Éufrates. Extendiendo el complejo de la producción social y la escala de la organización social centrada en la ciudad, más allá de la simple sociedad agraria, hacia nuevas formas de control y regulación social y espacial territorialmente definidas, basadas en la realeza, el poder militar, la burocracia, las clases, la propiedad, la esclavitud, el patriarcado y el imperialismo. La tercera y última revolución urbana es analizada por el autor a través del discurso acerca de la modernidad y de la emergencia de la metrópolis industrial moderna. Se desarrolla desde la década de los cincuenta del siglo XIX hasta mediados de los cincuenta del siglo XX, por medio de las escuelas representativas que emergen en los ricos laboratorios sociales y espaciales de las ciudades de Manchester y Chicago. Dos textos representativos y arquetípicos de la tercera revolución urbana son los libros La cuestión urbana de Manuel Castells y Urbanismo y desigualdad social de David Harvey, ambos autores forman parte de la caja de herramientas de Edward Soja, en el sentido de Michel Foucault. Para el autor, la posmetrópolis puede ser considerada como una variación particular de las cuestiones vinculadas a la reestructuración espacial generada por las crisis del capital y al desarrollo geohistóricamente desigual, que han estado modelando y remodelando los espacios urbanos desde los orígenes del capitalismo industrial y urbano.
En la segunda parte, el autor distingue seis discursos sobre la ciudad moderna. Cada una de las representaciones académicas describe alternativamente la posmetrópolis: la primera caracterización es la metrópolis industrial posfordista. Aquí coinciden el discurso sobre la reestructuración de la economía geopolítica de la urbanización y el surgimiento de la metrópolis industrial posfordista espacializada de forma flexible. El segundo discurso se refiere a una región urbana globalizada o cosmópolis. En este caso el énfasis explicativo se dirige hacia la globalización del capital, el trabajo y la cultura, y la concurrente formación de una nueva jerarquía de ciudades globales o mundiales. Aquí la posmetrópolis es considerada como una nueva cosmópolis que genera los espacios urbanos más heterogéneos que jamás hayan existido en términos económicos, políticos y culturales. En tercer lugar, la representación de la exópolis postsuburbana o megaciudad. Aquí se analiza específicamente la reestructuración de la forma espacial urbana, la descentralización y recentralización del espacio urbano que, de forma simultánea, está transformando la metrópolis moderna desde adentro hacia fuera y desde afuera hacia dentro, desafiando las definiciones convencionales de lo urbano, lo exourbano, lo no urbano y lo rural. La posmetrópolis es representada y reestructurada regionalmente como una exópolis, una nueva forma urbana que desafía las bases de los estudios urbanos contemporáneos
El cuarto discurso presenta una ciudad fractal de intensificadas desigualdades y polarización social. El foco de atención se concentra en el mosaico social reestructurado de la posmetrópolis y el surgimiento de nuevas formas de metropolaridad, injusticia y marginación étnica y racial, en medio de una riqueza extraordinaria. Aquí la posmetrópolis se transforma en una ciudad fractal, fragmentada y polarizada, pero también en la escena de nuevas hibridaciones creativas y de políticas culturales dirigidas no sólo a la reducción de las desigualdades, sino también a la preservación de la diferencia y a la promoción de identidades transversales y flexibles. En quinto lugar tenemos el archipiélago carcelario de ciudades fortificadas. El archipiélago de las ciudades carcelarias, espacios que se asemejan a fortalezas y que cuentan con unas sofisticadas tecnologías de vigilancia y detención que responden a una ecología del miedo, en un proceso de substitución de la polis por la policía. Por último, la colección de simcities hiperreales, donde la vida diaria se juega de forma creciente como si fuera un juego de ordenador. Allí la posmetrópolis es considerada como una aglomeración de ciudades simuladas simcities, en la que el imaginario urbano está siendo reestructurado en el ciberespacio electrónico, así como en otras manifestaciones más materiales de este, incrementado lo que puede ser denominado hiperrealidad de la vida cotidiana. En esta implosión de la simulación, la vida urbana es interpretada, cada vez en mayor medida, como si fuera un juego de ordenador, desdibujando más aún los límites entre el mundo de lo real y el mundo de lo imaginario. Los estudios culturales críticos y los estudios económico-políticos radicales sobre la ciudad conforman un telón de fondo deliberado a lo largo del análisis de los seis discursos acerca de la posmetrópolis. Los pueblos y las ciudades son transformados, en sí mismos y de forma creciente, en puntos de intersección, estaciones y cruces dentro de una red metropolitana intensiva cuyos ritmos económicos y culturales, junto con su flexible sentido del centro, ya no se derivan necesariamente de Europa o Norteamérica.
La tercera parte del libro de Edward Soja está orientada a repensar la ciudad de Los Ángeles como centro representativo de los estudios urbanos. La fecha de inscripción de la reflexión se centra en el significado profundo de 1992 para la ciudad. Principalmente, atendiendo a la intensidad de los procesos de reestructuración urbanos que transformaron radicalmente el paisaje de la misma. En la conurbación de Los Ángeles, la caída del Muro de Berlín, el principio del fin de la Guerra Fría y la desintegración del modelo soviético contribuyeron a configurar una de las recesiones más dramáticas de la ciudad. Desde esta fecha en adelante, todos los sectores económicos decayeron a lo largo de los siguientes cinco años, según fuentes del autor. El humor de la población, a lo largo de todas las fronteras de clase, étnicas y de género se volvió particularmente tenso, llenándose de miedos y frustraciones. Esta tensión se agravó, especialmente en Los Ángeles negro, con acontecimientos como el apaleamiento de Rodney King. A pesar de la existencia de un Los Ángeles plural. En todo caso, cualquier referencia a Los Ángeles contenida en este libro sirve, por lo tanto, a un doble propósito. Es al mismo tiempo una ilustración de los efectos del contexto específico de la transición posmetropolitana en una región urbana y una invitación al análisis comparado en todos los demás espacios habitados, dondequiera que estén situados, y se cierra con un mundo que se asemeja mucho a una ciudad-mundo la primera en la historia de la humanidad, en el cual los modos de vida urbanos se extienden a cada rincón del globo. Pero incluso estas cualidades excepcionales pueden ser usadas para contribuir a una compresión más general y global de la vida urbana contemporánea y del impacto de la transición posmetropolitana todavía en curso. Sobre todo por cuanto los nuevos procesos de reestructuración espacial asumen una diversidad de formas y expresiones cuando se localizan y sitúan en contextos geográficos particulares.
Para gran parte del mundo, la máxima de la ciudad-frontera, de que toda ciudad estadounidense crece a imagen de Los Ángeles, se ha convertido en una premonición amenazadora más que en una promesa esperanzadora. De modo tópico, el autor interpreta el levantamiento de Los Ángeles como un espectáculo urbano claramente global que coincide con la caída del Muro de Berlín, con los sucesos en la plaza de Tiananmen en 1989, y se vincula con la actual confusión financiera mundial. Para él, es una crisis general de la posmodernidad, el posfordismo, la globalización, el neoliberalismo y específicamente de las formas urbanas posmetropolitanas. Presentando y representando a la primera ciudad mundial que explota por una globalización demasiado excesiva. Según Soja, lo que hoy se está viendo en Los Ángeles y en otros lugares es el desmoronamiento del mito de la globalización inexorable en cuanto panacea para todos los males del mundo. En otras palabras, la posmetrópolis madura ha alcanzado un estado en el que parece explotar bajo el peso de su novedad. Esas mismas prácticas innovadoras y esas especialidades urbanas reestructuradas que se demostraron totalmente exitosas a la hora de restaurar un crecimiento económico fuerte y de controlar de forma efectiva las tensiones sociales tras los años sesenta muestran ahora signos de una inquietante disfuncionalidad. Los paisajes industriales del posfordismo, flexiblemente espacializados y desigualmente desarrollados; las heterogéneas globalizaciones del capital, el trabajo y la cultura en una cosmópolis policromática; la elástica y reelaborada tela urbana de la exópolis recentrada y hecha ciudad-frontera; las enormes metropolaridades y las mezcladas fronteras de clase de la des-ordenada ciudad fractal; la fortaleza protectora y las tierras fuertemente vigiladas del archipiélago carcelario cada vez más cercano y vigilado; y el anestesiado imaginario urbano de las hiperrealidades manipuladas, encantadoras e hipócritas, de la Simcity; todas ellas han pasado de ser soluciones, a ser de hecho parte del problema.
Otras realidades irrumpen con fuerza en los imaginarios urbanos de las posmetrópolis. La visibilidad creciente de la población de los sin techo ha convertido a los comprensivos angelinos en antagonistas frenéticos a los proyectos sociales en sus barrios, avivando aún más la ecología del miedo. Desde 1992, se ha formado un nuevo tipo de ciudad exterior paramilitar en la posmetrópolis de Los Ángeles. Se extiende desde las bunquerizadas villas urbanas del condado de Ventura (Simi Valley, Camarillo, Thousand Oaks) a lo largo del auge de puestos fronterizos del desierto alto al norte del condado de Los Ángeles (Castaic, Lancaster, Palmdale, Santa Clarita) hasta el desierto bajo fronterizo con la región urbanizada, donde el cercano Bosque Nacional de Los Ángeles es usado para maniobras tácticas y para elaborar espacios de defensas por grupos como la secreta USA Enforcement Agency. Estimulados por paranoias aún más intensas, los terremotos, las inundaciones y los fuegos que siguieron a los sucesos de 1992, privatopía y los desarrollos de interés común han adquirido significados más siniestros. La revisión del poder en la Simcity tomó también una imaginería más sutil y subversiva dentro de una población afroamericana muy desenvuelta frente a los medios de comunicación. Una corriente de reacción política, mucho más pequeña pero mucho más violenta, ha surgido del nativismo blanco, nuevamente envalentonado y enfadado. Avivado por la fácil disponibilidad de pistolas y otras armas de destrucción, esta franja reaccionaria cada vez más activa culpa de los disturbios y del malestar urbano, así como de casi todos los problemas de EE. UU., a los inmigrantes y a los afroamericanos y secundariamente a lo que se percibe como un excesivo mimo de estos por parte del gobierno y los sectores empresariales.
Se ha desarrollado un nuevo discurso crítico sobre las ciudades y las regiones informado en términos teóricos por las epistemologías estructuralistas, el feminismo posmoderno, la teoría queer, los análisis posmarxistas, las críticas poscoloniales y otras críticas antirracistas. Este discurso, todavía en desarrollo, ha desencadenado nuevos modos de pensar las especificidades particulares y espaciales que se pueden generalizar de Los Ángeles y de otras ciudades-región globalizadas. Ha producido la irrupción de algo mucho más significativo, el surgimiento de una práctica activa y situada de una política cultural que está dirigida conscientemente por nociones de responsabilidad de la ciudadanía. El principal objetivo de dichos ejercicios mantiene su enfoque en una creciente conciencia de las nociones de interrelación del regionalismo democrático y de la justicia espacial. Esto significa, por encima de todo, una obligación de lidiar directamente con la conclusión más problemática y retadora que se deriva de todos los discursos sobre la posmetrópolis: que los nuevos procesos de urbanización han producido la magnificación de las desigualdades económicas (raciales, de género, étnicas), con consecuencias destructivas tanto en los entornos urbanos como en los naturales.