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Cuadernos del Cendes

versión impresa ISSN 1012-2508

CDC vol.30 no.83 Caracas ago. 2013

 

One Economics, Many Recipes

Rodrik Dani

Princeton University Press, 2007

por Rafael Mac-Quhae*

* Departamento de Estudios Políticos, Universidad Metropolitana, Caracas, Venezuela. Correo-e: rmacquhae@unimet.edu.ve

El libro se estructura en tres partes. La primera discute los problemas generales del crecimiento económico, la segunda trata las instituciones y la parte final abarca lo que se refiere a la globalización.

El crecimiento

La reflexión se centra en la siguiente pregunta: ¿por qué algunos países crecen más rápido que otros? Rodrik comienza revisando la trayectoria del ingreso per capita (PIB por habitante) en los últimos 50 años. En los países no desarrollados este indicador aumentó a una tasa interanual promedio del 2.1 por ciento entre 1960 y 2004. Durante ese período los países desarrollados crecieron a una tasa del 2.5 por ciento, de lo que resulta que muy pocos países no desarrollados cerraron la brecha existente entre ellos y las naciones avanzadas. Se centra, entonces, en estudiar estos casos exitosos y concluye que lo fueron por las mejoras en productividad, como en los siguientes países: China, Corea del Sur, Tailandia, Malasia, Chile.

Luego pasa a estudiar las estrategias exitosas de crecimiento. Vale su definición de este término: «Son las políticas económicas y los arreglos institucionales orientados a alcanzar la convergencia económica con el nivel de vida prevaleciente en los países avanzados» (p 15). Al analizar las estrategias, el autor resalta dos aspectos: el primero refiere a que los principios económicos de la teoría neoclásica pueden ser expresados por diferentes «paquetes de políticas públicas», por lo que es pertinente diferenciar la forma de la función de las instituciones. El segundo aspecto llama la atención sobre la diferencia entre el impulso inicial para el crecimiento y la capacidad de sostenerlo en el tiempo, lo que se constata al revisar la cantidad de episodios de crecimiento a nivel mundial y la menor cantidad de casos en los que ese crecimiento se sostuvo en el largo plazo (más de 5 años).

A partir de tales premisas compara los casos exitosos con los que no lo fueron, basándose en lo cual establece una ruta para recorrer la distancia entre los principios económicos y las estructuras institucionales amigables con el crecimiento económico. Su conclusión es que «una talla no calza todos los tamaños» y plantea revisar las políticas de crecimiento partiendo de los casos exitosos. Su principal conclusión es que los países que se apartaron de la agenda política recomendada por los economistas académicos obtuvieron mejores resultados que aquellos que la adoptaron con estoica disciplina.

Una estrategia exitosa debe comenzar por un diagnostico del país. El objetivo de ese estudio es determinar las barreras «ideosincráticas» que limitan el crecimiento, para concentrar los escasos recursos políticos y económicos del país en la remoción de dichas barreras. La estrategia de crecimiento deberá comprender dos agendas políticas, una de corto plazo dirigida a «encender» el crecimiento, y otra de largo plazo con el objetivo de mantenerlo en el tiempo. Es en la segunda donde caben las reformas institucionales.

Las instituciones

La segunda parte del libro trata las instituciones. Comienza planteando que el paso inicial hacia el crecimiento es aumentar la productividad de los factores productivos, proceso que requiere de mercados que funcionen correctamente. Contrario a la visión convencional sobre la política industrial, Rodrik la define como un proceso de colaboración estratégica entre el sector público y el privado.

El funcionamiento de los mercados es indispensable para el crecimiento, por ello la política industrial debe combinarse con un conjunto de instituciones que aseguren la prosperidad económica en el largo plazo, lo que a su vez dependerá del tipo de instituciones que existen en la sociedad. En la elaboración de las políticas y el diseño de las instituciones son importantes los principios económicos y el conocimiento local, es decir ideosincrático, que abarca los aspectos culturales y sociales, al lado de los políticos y económicos.

Los tipos de institución que el autor enumera son los siguientes: derechos de propiedad bien definidos, instituciones regulatorias, instituciones para la estabilidad macroeconómica, instituciones de seguridad social e instituciones para el manejo de los conflicto (diversidad de intereses). Este breviario describe las instituciones sobre la base de sus funciones y no de su forma organizacional.

Para que la sociedad construya instituciones amigables con el crecimiento económico debe considerar lo siguiente: las instituciones son un instrumento (de la sociedad), no un modelo teórico. La calidad institucional es un concepto nebuloso (nebulous). Las funciones que las instituciones cumplen en el crecimiento económico no están restringidas a una forma institucional única y para acelerar el crecimiento no hace falta una gran reforma institucional.

La globalización

El dilema central de la economía mundial es la tensión entre la naturaleza global de muchos mercados de bienes y de capital y la naturaleza nacional de la mayoría de las instituciones que los gobiernan. El dilema que presenta el autor no es un callejón sin salida. Rodrik compara la actual situación con el desafío que enfrentaron los diseñadores del sistema de Breton Woods. Después de la Segunda Guerra Mundial era evidente la necesidad de diseñar instituciones para «la gobernanza de la economía global». Hoy el reto es diseñarlas para avanzar hacia la integración global (de los mercados) y fortalecer la democracia en los Estados nacionales y más allá.

Los mercados globales son el espacio donde ocurre el comercio internacional. Al revisar la experiencia de la Organización Mundial del Comercio, el autor argumenta que si el objetivo principal hubiese sido capacitar a los países para salir de la pobreza y no incrementar el volumen de comercio, la organización y sus políticas lucirían diferentes. En materia de economía internacional, el desafío es reducir progresivamente la compleja red de barreras, legales o políticas, al comercio, para facilitar el acceso de los países no desarrollados a los mercados internacionales, permitiendo que se implementen políticas económicas compatibles con las necesidades propias del desarrollo de cada país. Es de interés reseñar que, en opinión del autor, China «virtualmente violó todas las normas» (p. 239) con las que los campeones de la globalización quieren que se juegue: no liberalizó su política comercial, tuvo varias monedas hasta 1994, no tiene unos derechos de propiedad bien definidos ni abrió sus mercados financieros, y nadie puede dudar de su éxito. China no es un caso especial, Corea y Taiwán hacen uso extensivo de las cuotas de importación. La recomendación es que los países desarrollados dejen de vestir la globalización con sus intereses particulares y, recordando su propia historia, dejen espacio para que los países no desarrollados puedan insertarse en los mercados internacionales con sus propias estrategias de crecimiento.