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Espacio Abierto. Cuaderno Venezolano de Sociología

versión impresa ISSN 1315-0006versión On-line ISSN 2477-9601

ESPACIO ABIERTO vol.33 no.2 Maracaibo jun. 2024  Epub 22-Ago-2024

https://doi.org/10.5281/10.5281/zenodo.11208236 

Semestre

Neurociencia y ciencias sociales. Emociones, redes sociales, comunicación y poder

Neuroscience and social sciences. Emotions, social media, communication and power

Julio Mejía Navarrete1 
http://orcid.org/0000-0002-4170-5643

1Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima, Perú. E-mail: jmejian@unmsm.edu.pe


Resumen

El estudio aborda la influencia de la neurociencia en las ciencias sociales a partir del examen de los aportes fundantes de Antonio Damasio y Manuel Castells. En particular, se destaca el papel central de las emociones en la toma de decisiones, la conducta social y el poder, contribuyendo con categorías medulares que posibilitan desarrollar el conocimiento contemporáneo. Se trata de una perspectiva teórica que marca la mudanza significativa de las problemáticas y paradigmas del conocimiento de la sociedad del siglo XXI

Palabras clave: neurociencia; emociones; sociedad red; comunicación y poder

Abstract

The study addresses the influence of neuroscience in the social sciences by examining the founding contributions of Antonio Damasio and Manuel Castells. In particular, the central role of emotions in decision-making, social behavior and power are highlighted, contributing with core categories that enables developing contemporary knowledge. These are theoretical perspectives that mark the significant change in problems and knowledge paradigms of the 21st century society.

Keywords: neuroscience; emotions; network society; communication and power

Introducción

Los desarrollos de las investigaciones sociales en los últimos años vienen destacado el papel de las emociones en la conducta social (Nussbaum 2014; Robles y Córdoba 2019; Ariza, 2020; Illouz 2023), aperturando un campo central para la comprensión de la sociedad del siglo XXI.

El trabajo presenta un estudio preliminar de la influencia de las emociones en las ciencias sociales a partir del examen de las propuestas fundantes de Antonio Damasio y Manuel Castells. En particular, se subraya las implicancias de la neurociencia en la constitución de un conjunto de categorías que vienen aportando a la construcción del conocimiento societal.

La perspectiva neurocientífica de Damasio desde El error de Descartes (2018a [1994]) gira en la crítica radical al dualismo de pensamiento y cuerpo, anteponiendo la unidad cuerpo-emoción-mente que posibilita comprender el proceso de toma de decisiones y los resortes de la conducta social. El horizonte del pensamiento cartesiano considera las emociones como irracionales/ciegas que empujan el actuar de manera intempestiva con consecuencias indeseadas. Damasio expone que las emociones poseen intencionalidad; es decir, capacidad de identificar, referirse a entidades que tienen un contenido real, no son ciegas, tienen un significado y conocimiento, poseen una “visión” que revelan aspectos centrales del mundo y de lo humano. Se ha modificado totalmente la forma de pensar acerca del comportamiento del ser humano subrayando las emociones como uno de sus componentes principales.

Los planteamientos de Damasio interesan porque aperturan los conocimientos de la neurociencia al estudio de la vida social, formulaciones teóricas recogidos por Manuel Castells en su libro Comunicación y poder que le permite desarrollar “un nuevo enfoque para comprender el poder en la sociedad red” (2009:25), basado en las interrelaciones de las redes sociales, la comunicación, las emociones y la mente en la sociedad contemporánea. Asimismo, como lo reconoce Castells su libro es el “más fundado de lo que he escrito y he analizado, es mi libro favorito, me costó ocho años, la trilogía es más espectacular porque pone todo, pero todo junto, pero ‘Comunicación y poder’ trata de llegar al fondo” (Castells 2013:9). Estamos frente a una gran obra clásica de las ciencias sociales contemporáneas.

Cuerpo, emociones y mente

Antonio Damasio parte de un cuestionamiento profundo a la visión moderna del yo pienso, luego existo, la aseveración más famosa de la filosofía contemporánea, señalando que “éste es el error de Descartes: la separación abismal entre el cuerpo y la mente” (2018a:334) y, más bien, propone la unidad, la idea de “la mente completamente integrada en el cuerpo que yo concibo” (2018a:337). Un punto fundamental de esta integración es la relación entre las emociones, los sentimientos y la consciencia como parte de la vida; en especial de la humana, que discurre desde las pautas básicas innatas para la supervivencia, las emociones y los sentimientos, hasta las formas más complejas y conscientes.

En los seres vivos se distingue dos dinámicas interrelacionadas, la primera que va de las emociones a los sentimientos y la segunda que transcurre de los sentimientos a la consciencia. El momento primigenio en los organismos vivos significó que “la evolución dio primero las emociones y después los sentimientos” (Damasio 2018b:40). Las emociones son sensaciones de las acciones innatas de regulación vital del cuerpo de los seres vivos con el medio ambiente para resolver problemas básicos de la vida, evitar peligros y encontrar oportunidades de sobrevivencia, operan a través de dispositivos automáticos de homeostasis que posibilitan “encontrar fuentes de energía; mantener un equilibrio químico del interior compatible con el proceso vital; conservar la estructura del organismo mediante la reparación del desgaste natural, y detener los agentes externos de enfermedad y daño físico” (2018b:40).

Damasio distinge las interacciones que traza el cuerpo del ser vivo con el mundo externo a través de “la emoción: desde la regulación homeostática simple a las emociones propiamente dichas” (2018b:50) para conservar la vida frente a los peligros y proyectarla al futuro, que evolucionará a formas neuronales del sistema nervioso y al cerebro humano. Las emociones son procesos complejos que no solo apuntan mecanismos corporales de acciones y reacciones directas, también desarrollan una visión e imágenes del propio cuerpo y del medio ambiente que lo rodea, es decir “las acciones [del cuerpo, expresiones faciales, posturas hasta los cambios en las vísceras y el medio interno] se complementan con un programa cognitivo que incluye ciertas ideas y modos de cognición” (Damasio 2018d:175). La inteligencia primigenia emerge de la naturaleza del organismo vivo y tiene que ver con sus posibilidades de supervivencia.

De esa forma, la teoría de Damasio en el proceso de la vida distingue, interrelacionadas, tres tipos de emociones. Primero, las emociones de fondo son los estados corporales homeostáticos y “ajustes metabólicos asociados” innatos de sobrevivencia del organismo que establece relaciones corporal-químicas con el entorno, mediante el mecanismo hormonal y el sistema inmunitario, y “no son especialmente visibles” (Damasio 2018b:55); manifiestan las situaciones en que se encuentra el cuerpo, el “‘estado de ánimo’, bueno, malo o intermedio” (2018b:56) y suponen el pistoletazo de partida para desencadenar las otras emociones primarias y sociales. Segundo, las emociones primarias son inherentes y básicas del cuerpo, cuya “lista suele contener miedo, ira, asco, sorpresa, frustración, tristeza y felicidad” (2018b:56), permitiendo fácilmente su identificación en las especies superiores y humanas; constituye el componente básico del proceso complejo de las emociones para responder de manera preorganizada frente a los estímulos del medio exterior. Tercero, las emociones secundarias o sociales, que se desencadenan en las colectividades y grupos, “incluyen a la simpatía, la turbación, la vergüenza, la culpabilidad, el orgullo, los celos y la envidia, la gratitud, la admiración, la indignación y el desdén” (2018b:56); emociones adquiridas en las relaciones sociales, colaborativas y comunicativas de los seres, no son adscritas al cuerpo como las primarias; sin embargo, son condicionadas y propiciadas “bajo la influencia de disposiciones que son innatas” (Damasio 2018a:197).

Por otro lado, el movimiento de las emociones confluye en la gestación de los sentimientos en los seres provistos de pensamiento, en sus relaciones con el medio. Los sentimientos son acontecimientos del pensamiento que produce imágenes e ideas sobre las emociones corpóreas, las “emociones se representan en el teatro del cuerpo. Los sentimientos se representan en el teatro de la mente” (Damasio 2018b:38).

Los sentimientos son resultado de las experiencias mentales sobre los estados del cuerpo en relación con el contexto exterior, son imágenes del pensamiento para conducir la existencia frente a los peligros y encontrar caminos posibles de desarrollo, “probablemente surgieron como un subproducto de la implicación del cerebro en la gestión de la vida” (Damasio 2018b:196). Conjunto de imágenes, percepciones, mapas e informaciones que produce el pensamiento para permitir decidir y manejar la vida en el medio que lo rodea, dado que “los sentimientos sean acontecimientos mentales es relevante por la siguiente razón: nos ayudan a resolver problemas no rutinarios que implican creatividad, juicio y toma de decisiones que requiere la presentación y manipulación de enormes cantidades de conocimiento” (2018b:197). Aunque cabe precisar que los sentimientos son percepciones “híbridas, pues se sienten cómodos tanto en el cuerpo como en el cerebro” (Damasio 2021:13), son sensaciones heterogéneas de cuerpo-cerebro porque se encuentran irradiadas por el sistema nervioso del organismo y, al mismo momento, son fundamentalmente dimensiones del intelecto por su capacidad de elaborar mapas mentales.

Los sentimientos entendidos como la experiencia subjetiva de las emociones que expresan dos características interrelacionadas sobre el movimiento del cuerpo y la mente: “implica la percepción de un determinado estado corporal [o parte del cuerpo] y de un determinado estado mental acompañante: los cambios en el modo de pensar” (Damasio 2018b:103-105). Los sentimientos son mapas mentales del estado corporal durante el proceso emocional y, a la vez, producen imágenes del propio estilo de pensar que acompañan a dicha situación en el movimiento del cuerpo.

En definitiva, la diferencia entre las emociones y los sentimientos se refieren a la naturaleza de las imágenes que ambas construyen en el proceso de la vida, “las sensaciones sentidas son imágenes de acciones más que acciones [del cuerpo ...]. En cambio, [los sentimientos] son principalmente percepciones de lo que nuestro cuerpo hace mientras se manifiesta la emoción, junto con las percepciones del estado de nuestra mente durante ese mismo período de tiempo” (Damasio 2018d:175-176). Las emociones son imágenes referidas a las acciones espontáneas del cuerpo, mientras que los sentimientos son imágenes sobre las sensaciones de las emociones. En el proceso de la evolución de la vida los organismos simples, sin “proceso mental”, únicamente experimentan emociones y los organismos complejos “con proceso mental” de un cerebro desarrollan sentimientos.

En los sentimientos se distinguen tres tipos. Primero, los “sentimientos de emociones universales básicas” (Damasio 2018a:213) son respuestas provocadas por los impulsos emocionales primarios de las alteraciones del estado corporal frente al medio ambiente: felicidad, tristeza, ira, miedo y asco que “en gran parte están preorganizados” (2018a:212) y corresponden a sentirnos felices, tristes, airados, temerosos o asqueados. Segundo, los “sentimientos de emociones universales sutiles” representan las variaciones moduladas de acuerdo a la experiencia de los sentimientos anteriores, se relaciona con las modificaciones leves del estado emocional del cuerpo, la felicidad puede modificarse levemente en euforia y éxtasis, la tristeza en melancolía y nostalgia, el miedo en pánico y timidez; asimismo, tenemos las sutilezas de remordimiento, vergüenza, alegría por la desgracia ajena, vindicación (2018a:213). Tercero, los “sentimientos de fondo” expresan el momento previo a la evolución de las dos formas anteriores y corresponden a las disposiciones homeostáticas innatas y espontáneas del cuerpo, pueden ser primarias como hambre, sed, dolor y placer y, por lo general, no nos damos cuenta de ello o lo percibimos de manera sutil, por ejemplo, frente a un ataque al corazón, los estímulos neuronales o a la carencia de un brazo; también, los “sentimientos de fondo” se refieren “al estado corporal predominante entre emociones” (2018a:214), son sentimientos intermedios en los cuales todavía no se encuentra uno de ellos definido; por ejemplo, ni es tristeza ni es felicidad.

Consciencia y cultura

Los organismos vivos de modo genérico en sus relaciones con el medio evolucionan de forma compleja de las emociones a los sentimientos y, particularmente, en lo humano se integra los procesos que conllevan de los sentimientos a la consciencia y de la consciencia a la gestación de la cultura, Damasio señala que “los distintos niveles de procesamiento -mente, mente consciente y mente consciente capaz de producir cultura- surgieron por orden” en los seres vivos (2018d:280).

De esa forma, la consciencia es un estado mental que corresponde a los seres humanos con la capacidad de definir el yo, en palabras de Damasio “es el proceso por el que una mente se ve imbuida por una referencia que llamamos yo, y se dice que sabe de su propia existencia y de la existencia de objetos a su alrededor” (Damasio 2018b:202). Es decir, la mente crea imágenes e ideas sobre la propia existencia “de un sí mismo” (Damasio 2018d:277) y desarrolla percepciones del entorno que lo rodea.

El desarrollo de la consciencia humana supone tres momentos en la construcción del yo. El “primer estadio: el proto sí mismo” (Damasio 2018d:278) son imágenes y descripciones duraderas del organismo humano que produce sentimientos básicos de las sensaciones espontáneas del cuerpo vivo. El “segundo estadio: el sí mismo central” (2018d:278) son las imágenes del proto sí mismo modificadas por la relación entre el organismo con los objetos que lo rodea. Y el “tercer estadio: el sí mismo autobiográfico” (2018d:278), expresa imágenes de la historia personal pasada y de las posibilidades futuras del yo. Todas estas etapas se constituyen en forma heterogénea, en dinámicas relativamente diferenciadas y, a la vez, integradas en una unidad. La conciencia humana conlleva la gestación de los sentimientos y la generación de la consciencia del yo, sobre estos cimientos se generan históricamente la cultura de la sociedad.

La cultura se produce cuando la consciencia en las relaciones del ser humano con el contexto desarrolla la capacidad de reflexionar que lo lleva a preguntarse acerca de las adversidades, buscando conocerlas y tratando de resolverlas en el planteo de alternativas sobre el progreso de la vida. En ese sentido, la cultura humana es “aquello que distingue con mayor claridad la mente humana de la mente de otras especies vivas. Al interrogarse y tratar de comprender y resolver problemas, el ser humano habría podido desarrollar soluciones interesantes para los dilemas de su vida y dotarse de los medios necesarios para promover su prosperidad” (Damasio 2018:21) en las condiciones de vida desde hace aproximadamente 50000 años de existencia del Homo sapiens.

La cultura es un producto de las imágenes mentales del “sentimiento consciente” y la “inteligencia creativa” (Damasio 2018c:234). Las imágenes mentales como representaciones sensoriales del mundo exterior e interior que posibilitan desarrollar procesos de la memoria, el lenguaje y el razonamiento “en cooperación con otros para conseguir un objetivo común” (2018c:233). Los sentimientos conscientes establecen la capacidad de pertenencia subjetiva que permiten un “primer diagnóstico sobre si una situación humana resulta problemática o no” (2018c:199), en términos de sentimientos positivos y negativos para los sujetos. La inteligencia creativa que posibilita “enfrentarse a los problemas planteados por la existencia” social (2018c:28) para desarrollar estrategias y disposiciones conductuales que aseguren superar las limitaciones, el mantenimiento de la vida y su proyección futura.

De esa forma, la cultura humana son resultado de las “invenciones intelectuales que dieron lugar” a la moral y la justicia, formas de organización y gobierno, expresiones artísticas, religiosas y científicas (2018c:38) en la vida social.

Emociones y toma de decisiones

En la gestión de la vida humana en el mundo exterior el mecanismo de la toma de decisiones es fundamental para desarrollar las disposiciones conductuales que afirman la permanencia y proyección futura de la existencia social.

La toma de decisiones como parte de la cultura destaca el papel principal de las emociones y sentimientos. Damasio no niega el lugar de la razón en el proceso de las decisiones, simplemente subraya “que determinados aspectos del proceso de la emoción y del sentimiento son indispensables para la racionalidad” (2018a:23).

La toma de decisiones es el proceso mediante la cual los sujetos establecen una alternativa que repercute en las acciones futuras personales y la existencia social. Se distinguen dos rutas con posibilidades de combinaciones. La “ruta B” (Damasio 2018b:167), corresponde al momento que las emociones y sentimientos actúan directamente sobre la toma de decisiones. Se subrayan tres posibles mecanismos “que pueden estar interrelacionados”; primero, cuando las emociones operan en forma inmediata, sea manifiesta o encubierta, en la toma de decisiones; segundo, se “promueve la activación de experiencias emocionales previas”, del pasado, en situaciones comparables a las decisiones presentes (2018b:167); y tercero, cuando “una corazonada impele a una respuesta inmediata” en las decisiones tomadas (2018b:167). Y la “ruta A” (Damasio 2018b:167) es la forma racional de la toma de decisiones, aquí las emociones y sentimientos actúan de forma indirecta sobre las acciones acordadas. Las emociones enmarcan el espacio de las posibilidades donde la lógica de la razón puedan actuar e indicar la elección a seguir con una señal positiva o negativa en la alternativa establecida. En esta dinámica, el “razonamiento es decidir, y que la esencia de decidir es seleccionar una opción de respuesta” (Damasio 2018a:233) que implica un proceso de juzgar las posibilidades y para dirimir hay que razonar. Esta ruta se basa cuando la mente “acumula experiencia personal, se forman categorías diversas de [una] situación social” a decidir (Damasio 2018b:162), donde las emociones y sentimientos influyen en la distinción del conocimiento acumulado referido a experiencias de los: “1. Los datos del problema presentado. 2. La opción elegida para resolverlo. 3. El resultado real de la solución. 4. El resultado de la solución en términos de emociones y sentimientos” (Damasio 2018b:162).

En ese proceso, Damasio expone la categoría del “marcador somático” como “la señal emocional […]. De forma patente o encubierta” (2018b:165) que conduce a la elección de la toma de decisiones. En el caso de la “ruta B” la decisión es producto directo de las emociones, el marcador somático aparece cuando el “mecanismo encubierto sería el origen de lo que llamamos intuición” (Damasio 2018a:261). En la situación de la “ruta A” del “nivel consciente” se elige apelando indirectamente a la señal emocional, que “marca opciones y resultados con una señal positiva o negativa que reduce el espacio de toma de decisiones y aumenta la probabilidad de que la oración se acomode a la experiencia pretérita” (Damasio 2018b:165); el razonamiento permite elegir, aunque sobre el espacio de posibilidades que crea el marcador somático. El marcador somático posibilita romper con el dualismo mente-cuerpo al establecer que las emociones y sentimientos desempeñan un papel central en la toma de decisiones sobre el futuro incierto y permite organizar las acciones sociales.

El movimiento de la vida ha ido de la regulación homeostática, las emociones propiamente dichas, los sentimientos, la mente consciente, a la toma de decisiones para buscar desarrollar las probabilidades existenciales de lo humano.

Sociedad red y comunicación

La teoría de Castells establece que el mundo global se caracteriza por la organización compleja de las redes sociales las cuales cobran importancia por la significación de las comunicaciones. Precisamente, la “sociedad red es aquella cuya estructura social está compuesta de redes activadas por tecnologías digitales de la comunicación y la información basadas en la microelectrónica” (Castells 2009:50-51), proceso exponenciado por la pandemia COVID-19. Las redes son globales porque su capacidad de configuración no posee límites y se reproducen ilimitadamente en multiplicidades de relaciones societales. La sociedad red es una organización virtual basada en los soportes tecnológicos de internet, un espacio de flujos en tiempo real, la vida social ocurre al instante, donde la distancia del tiempo y el espacio se relativizan. La experiencia humana actual puede seguir ocurriendo en los espacios de lugares, pero los núcleos centrales decisivos están marcados por las redes digitales.

La naturaleza del poder en la sociedad red pasa por la redefinición del papel de la comunicación. La comunicación en la sociedad red desarrolla tres modalidades: la “comunicación interpersonal es interactiva […]. La comunicación de masas tradicional es unidireccional (el mensaje se envía de uno a muchos, en libros, periódicos, películas, radio y televisión) [… y la] nueva forma histórica de comunicación la llamo autocomunicación de masas”

(Castells 2009:88). Formas que se complementan entre ellas bajo la hegemonía de la autocomunicación de masas.

La autocomunicación de masas es la nueva forma histórica que asocia, combina e integra hipertextos, contenidos y formas digitales, implica la expansión de una audiencia globalizada, sobre el desarrollo de una infraestructura basada en las nuevas tecnologías de información; es autocomunicación porque tiene “la capacidad de enviar mensajes de muchos a muchos” y, a la vez, “uno mismo genera el mensaje, define los posibles receptores y selecciona los mensajes concretos o contenidos de la web y las redes de comunicación” (Castells 2009:88).

La autocomunicación de masas conlleva la posibilidad contradictoria de “la autonomía de los sujetos comunicantes respecto a las empresas de comunicación” (Castells 2009:25) y, esencialmente, significa que el mecanismo de comunicación puede quedar expuesto a los “controladores programadores invisibles globales” (Castells 2009:144-146) de las redes sociales, los cuales son las instituciones del Estado mediante sus “políticas reguladoras” (Castells 2009:144), las corporaciones digitales que bloquean y cierran cuentas en las diversas “plataformas de las redes” (Mejía 2021:112), los robots informáticos que ocupan las redes transmitiendo y modificando los contenidos con “mensajes agresivos y antidemocráticos” (Castells 2020) y la mayor amenaza se orienta a la comercialización de la información y vigilancia tecnológica de las redes y conductas sociales (Zuboff 2019).

La autocomunicación de masas expresa las relaciones de poder-contrapoder, de pugna y conflicto en la sociedad red. Es decir, la comunicación denota relaciones jerarquizadas del poder, en tanto la hegemonía del control del poder permite la posibilidad de influir, bloquear, anular, cerrar y amenazar directamente, pero también hay la oportunidad de oponer el discurso hegemónico por los sujetos desde niveles horizontales de “la cultura de la autonomía” que se construyen en las redes sociales (Castells 2012:218). En consecuencia, en la sociedad “el sistema de comunicación digital global, si bien refleja las relaciones de poder, no se basa puramente en la difusión jerarquizada de una cultura dominante” (Castells 2009:189).

La comunicación e información que circula en las redes se transforma en los núcleos fundamentales de la formación de la opinión pública, por la transcendencia de los medios digitales que irradian y repercuten mensajes en todas las dimensiones de la vida social. La comunicación digital es la que permite organizar sustancialmente el espacio de la opinión pública mediante la difusión de contenidos, información e imágenes referidas a las normas, valores y creencias sobre los que se estructura la vida social. Principios y contenidos de la sociedad que se determinan y deciden cada vez más en el campo de la opinión pública, definida principlamente por los procesos de la comunicación tecnológica. La comunicación en la sociedad red es el campo del “ejercicio del poder a través de la construcción de la opinión pública” (Castells 2008:13) y se socializa en “la capacidad para influir en la opinión de las personas” (Castells 2008:16). No quiere decir que los sujetos y grupos sociales sigan mecánicamente a la opinión pública predominante en las redes, también desarrollan una autonomía relativa, aunque pueden ser influidos por las principales tendencias en pugna que copan los discursos del espacio de los flujos.

De esa forma, la comunicación digital proporciona el marco de los discursos centrales de la opinión pública y los intereses políticos, su influencia depende de lo que circula y propaga para la reproducción de significados, contenidos y valores sobre aspectos fundamentales de la vida social, representa “el espacio donde se crea el poder. Los medios de comunicación constituyen el espacio en el que se decide las relaciones de poder entre los actores políticos y sociales” (Castells 2009:262).

Emociones, mente y comunicación

La neurociencia define a los humanos como seres fundamentalmente emocionales. Los hallazgos de que las emociones construyen cardinalmente el pensamiento y el comportamiento social se afirman en los avances de la neurociencia y, de modo específico, la investigación de Castells se apoya principalmente en los aportes de Damasio.

El pensar y la conducta humana se realizan básicamente como un proceso emocional, es decir, “de forma simultánea, las emociones despiertan el razonamiento, enmarcan la comprensión y movilizan la acción bajo los marcos mentales transmitidos por el mensaje construido” (Castells 2009:210). En esa dirección, Castells identifica las emociones básicas y sentimientos que orientan el comportamiento social: miedo, asco, sorpresa, tristeza, alegría e ira; de las cuales se subrayan el miedo, la rabia y la esperanza como los fundamentos de la organización de la sociedad y las formas más importantes en la toma de decisiones y, en particular, de la conducta política.

Castells siguiendo las ideas de la neurociencia señala que las emociones pueden actuar en forma directa en la elección de las decisiones y, también, accionan de forma indirecta en los momentos racionales de la elección, mediante el marcador somático que delimita las opciones, haciendo posible la alternativa definida, en forma textual la “racionalidad por sí sola no determina la toma de decisiones; es un proceso de la información a un segundo nivel que depende de las emociones activadas” (2009:205). La acción social se produce a través del proceso de decisiones donde las emociones y los sentimientos desempeñan un papel fundamental.

Sin embargo, la articulación de las emociones ocurre entre las personas por medio del proceso de comunicación. Acción social y política se construyen a partir de la comunicación porque los discursos y mensajes difundidos pueden alcanzar a la totalidad de la sociedad. La comunicación es central en la organización de la vida social, sin ella no hay posibilidad de sociedad, permite establecer los vínculos entre las personas y abre la posibilidad de ir más allá de la simple individualidad. La comunicación permite la estructuración de redes de redes. Es un proceso de interrelación de las redes neuronales vinculados con los otros cerebros humanos y, a la vez, implica la articulación de las redes sociales con las redes mentales mediante el tejido de las redes de comunicación.

La comunicación posibilita la interdependencia de redes de las mentes humanas, redes sociales y redes de poder en la sociedad. La teoría de Damasio facilita comprender la organización del poder en la sociedad red, como un proceso que se define en la mente de las personas con imágenes, ideas, materiales e informaciones que circulan en el espacio comunicacional que se interconectan con las redes neuronales. En este proceso un elemento central son las metáforas, formas de pensamiento que representan la manera como se vinculan las redes de comunicación con las mentes de las personas. En efecto, los discursos comunicacionales se constituyen en metáforas que dan cuenta de los contenidos, valores e ideas y constituyen los modos de llegar a las redes neuronales de los cerebros que, a su vez, se estructura en imágenes, informaciones y mapas basados en metáforas, Castells indica que la “mayoría de las comunicaciones se construyen en torno a metáforas porque es la forma de acceder al cerebro: activar redes cerebrales adecuadas que se estimularán en el proceso de comunicación” (Castells 2009:198).

Entonces, el discurso social y político definido en metáforas activa los pensamientos que, de igual forma, se organizan en metáforas con contenidos e informaciones, sobre la base de las emociones y sentimientos que posibilitan la estructuración de la toma de decisiones y la acción de los sujetos en la sociedad.

Poder en la sociedad red

El estudio del poder en las redes sociales es el objeto central del libro Comunicación y poder, representa un aporte fundamental para entender la sociedad moderna del siglo XXI. El poder político es el fundamento de la sociedad, define su organización y dinamicidad.

El ejercicio de poder es la capacidad, no es un atributo adscrito a un sujeto(s), de influienciar en la conducta de los demás en forma desigual en la sociedad red, Castells lo define como “la capacidad relacional que permite a un actor social influir de forma jerárquica en las decisiones de otros actores sociales de modo que se favorezca la voluntad, los intereses y los valores del actor que tiene poder” (2009:33). El poder destaca su naturaleza constitutiva de la sociedad y la facultad de imponer de forma asimétrica a los demás en la trama de las redes digitales; los sujetos que controlan las relaciones de poder tienen la capacidad principal de estructurar las instituciones, normas y valores de la vida social según sus intereses.

En este sentido, según Castells el poder es esencialmente persuasión política que conlleva una relación de comunicación de los sujetos que influencian y los sujetos influenciados mediante el proceso del control de la mente, antes que la imposición coercitiva, de violencia o amenaza de la fuerza. En la sociedad red el poder se centra en la “capacidad para modelar las mentes construyendo significados a través de la creación de imágenes” (Castells 2009:261); más bien, el contenido de la coerción política niega la naturaleza de la relación social como codeterminación subjetiva entre los actores, “ya que lleva la obliteración del actor social dominado, de forma que la relación desaparece con la extinción de una de sus condiciones” (Castells 2009:34), únicamente emerge el papel del personaje que impone el poder, se corta la interacción comunicacional y emerge la pura violencia. Aspecto central en el desarrollo de las ciencias sociales, no solo porque objeta la cohersión y violencia como relación, sino apertura la posibilidad de comprender la vida social en términos de aceptación y convencimiento de los sujetos implicados en la comunicación.

El poder como persuasión política supone tres mecanismos de actuación “el consentimiento o al menos para instalar miedo y resignación respecto al orden existente es fundamental para imponer las reglas que gobiernan” (Castells 2009:24). Primero, el poder del consentimiento en las redes de comunicación se reproduce a partir de la difusión de los mensajes de significados que pueden llevar al convencimiento de las personas y actuar en función de los intereses hegemónicos; segundo, el poder del temor frente a los poderosos que conlleva la obediencia y sumisión de la población; y tercero, el poder de la resignación de la población de no poder hacer nada ante el sistema de dominación.

Sin embargo, el poder se encuentra condicionado por la estructura de dominación de la sociedad moderna que expresa fundamentalmente relaciones jerárquicas entre grupos sociales desiguales, que enmarcan las relaciones de influencia y el logro de la imposición de las decisiones, “las estructuras sociales se basan en relaciones de poder que están integradas en las instituciones y organizaciones” (Castells 2009:37). El poder es un dispositivo supeditado a la estructura de dominación que se manifiesta en los organismos del Estado y “se desarrolla fundamentalmente en los medios de comunicación” (Castells 2009:262) por quienes controlan los discursos. Asimismo, el poder y “las decisiones políticas se hacen tomando en cuenta no solo el contenido de estas, sino también (o principalmente en muchos casos) su impacto mediático” (Castells 2023:185), que demarca el éxito de los sujetos políticos. El poder como persuasión se establece en las mentes, organiza las categorías culturales, formas de pensamiento y las decisiones de las personas en correspondencia a los mensajes de los actores que disponen de la hegemonía en la sociedad.

En ese sentido, la comunicación es el campo del poder político, de la construcción de imágenes materiales e informaciones que discurren en las redes sociales, estructuran los atributos, contenidos, significados para influir en la opinión de las personas. El canal más importante entre la estructura de dominación política y los ciudadanos son las redes de comunicación, los “medios de comunicación constituyen el espacio en el que se deciden las relaciones de poder entre los actores políticos y sociales rivales” (Castells 2009:262). En la sociedad red el poder se transforma básicamente en una política de comunicación mediatizada.

La política mediática en las redes de comunicación de la sociedad del siglo XXI se orienta en dos procesos centrales, la política de la personalidad y la política del escándalo. La “personalización de la política” (Castells 2009:313), corresponde a la idea que la construcción de los mensajes dominantes en las redes favorece la experiencia de un líder principal, cuyos contenidos se basan en la confianza de un dirigente que inspira aceptación en la sociedad. La construcción mediática del líder se hace en función de la imagen de credibilidad y confianza difundida por los medios sociales. Asimismo, este proceso es resultado de la crisis y “el declive de la influencia directa de los partidos políticos” (2009:313-314) que generan un vacío institucional en la sociedad que demanda la emergencia de una personalidad específica “en la que pueda confiar y con la capacidad para dirigir a mi país” (2009:315).

La “política del escándalo” (Castells 2009:320), implica que el poder se fundamente en la desconfianza pública, la demolición de la fiabilidad y liquidación del actor político central, deviniendo en la estrategia decisiva de las redes de comunicación y “deduce que la difamación es el arma más potente de la política mediática” (2009:317), al cuestionar la integridad de la vida privada y pública mediante estereotipos negativos o denunciando las actividades ilegales como la corrupción. La política del escándalo genera una crisis de legitimidad política, haciendo que gran parte de la ciudadanía no se sienta representado por los políticos de sus respectivos países.

En suma, la comunicación constituye el espacio en la que se expresa el poder en la sociedad red, la política se construye en torno a informaciones y significados orientados por la personalización del poder y la política del escándalo.

Contrapoder

El poder es una relación de influencia mutua entre los que lo ejercen y los antagónicos, “las relaciones de poder son tan sólo una de las dimensiones en la que opera el poder y el contrapoder” (Castells 2009:43). En la sociedad red el poder y el contrapoder se desarrollan en las disputas por el dominio de las mentes de las personas y se despliegan en el control de la reproducción de códigos culturales, valores, intereses sociales y políticos que se difunden en el sistema de comunicación.

A todo poder hegemónico en la sociedad red le corresponde una reacción de contrapoder, expresado principalmente de tres formas: los movimientos sociales, las prácticas insurgentes y la individuación autónoma de los sujetos.

Los movimientos sociales son reacciones colectivas espontáneas por la lucha de la sobrevivencia y su proyección en el futuro ante las amenazas principalmente de la extrema desigualdad, la destrucción de la naturaleza, la profunda desconfianza frente a las instituciones políticas, la pérdida de legitimidad de los gobernantes y, al mismo tiempo, expresan la pretensión de una sociedad organizada en función del bienestar y la justicia. Los movimientos sociales “aspiran al cambio cultural” (Castells 2009:394), no son instancias principalmente políticas, trazan la emergencia de nuevos de valores e ideas fundadas en la igualdad y protección de la vida natural que se propagan en los mensajes e imágenes de las redes de comunicación para influir decididamente en las mentalidades de las personas. Los movimientos sociales son, en gran medida, reacciones emocionales que se desencadenan por el miedo y la ira ante situaciones extremas de injusticia que conllevan la rabia y la indignación de sectores importantes de la población, las cuales se buscan superar mediante la acción colectiva autónoma que produce entusiasmo y esperanza en la movilización deliberada por el cambio cultural. Castells señala que los “movimientos sociales se forman comunicando mensajes de rabia y esperanza” (2009:395). Los movimientos sociales al difundir en las redes marcos culturales, valores, intereses e ideas de igualdad social, libertad y defensa de la vida que bosquejan consecuencias futuras para la transformación de la estructuración de las entidades políticas de la sociedad.

Las “políticas insurgentes” (Castells 2009:394) condicionadas por la personalización de la política y la crisis de legitimidad sistémica posibilitan el desarrollo de un actor carismático, con formas originales de discurso y una inédita estrategia política que despierta sueños de esperanza, “una combinación de carisma, un nuevo tipo de discurso político y una innovadora estrategia electoral” (2009:475). Castells recurre a la personalidad de Barack H. Obama, un estudiante destacado de Harvard, forjado en los movimientos sociales de la “tradición de la teología de la liberación negra” (2009:489) y de las organizaciones comunitarias contra las injusticias y el racismo, propuso el desarrollo de una nueva estrategia autónoma basada en la movilización de los jóvenes en las redes sociales, permitiendo por primera vez en la historia que un negro llegara a la presidencia de los Estados Unidos.

En relación con los movimientos sociales, las redes sociales gestan procesos de autonomía de individuación que constituyen la “capacidad de un actor para convertirse en sujeto definiendo su acción alrededor de proyectos construidos al margen de las instituciones de la sociedad” (Castells 2012:220), impulsado rápidamente por la penetración del teléfono móvil y las nuevas tecnologías informáticas en la juventud que facilitan la expansión de la “conectividad ubicua y redes autogestionadas” (Castells et al. 2007:378). La tendencia del comunalismo en las redes de comunicación globales involucra la participación de un sector fundamental de la población, se estima alrededor de “entre el 10 y el 20 % de la población” con capacidad de autonomía e independencia (Castells 2014:137), pero por su capacidad de liderazgo y de movilización tienen una influencia central en la sociedad global.

La construcción de la autonomía individual en la sociedad red se expresa en diversos niveles de la sociedad red, desde el empleo, los medios, el consumo, el mercado, la educación, el gobierno y la política, Castells señala lo siguiente: “el trabajo (el espíritu emprendedor), los medios (audiencias activas), internet (el usuario creativo), el mercado (el consumidor informado y proactivo), la enseñanza (los alumnos como seres informados con pensamiento crítico, lo que hace posible las nuevas pedagogías de e-learning y m-learning), la sanidad (el sistema de gestión sanitario centrado en el paciente), el gobierno electrónico (el ciudadano informado y participativo), los movimientos sociales (el cambio cultural surgido desde la base de la sociedad, como el feminismo o el ecologismo) y la política (el ciudadano independiente capaz de participar en redes políticas autogeneradas)” (2014:137).

La acción de contrapoder en la sociedad red conlleva la construcción de significados, principios y acciones de los movimientos sociales, nuevos liderazgos y sujetos en espacios autónomos que permiten el desarrollo de valores de democracia, libertad, igualdad social y la defensa de la naturaleza en las redes de comunicación.

A modo de conclusión

La teoría de Antonio Damasio destaca la actuación de las emociones en las ciencias sociales. La neurociencia enfatiza la crítica del dualismo cartesiano de pensamiento y cuerpo para desarrollar la unidad cuerpo-emoción-mente que faculta la comprensión del proceso de toma de decisiones y la conducta social.

La evolución de la vida, en términos generales, discurre desde las pautas básicas de las emociones a los sentimientos y, específicamente, en lo humano se añaden los procesos que conllevan de los sentimientos a la conciencia y de la conciencia a la producción de la cultura.

En ese sentido, el movimiento complejo de la vida se desplaza de la regulación homeostática, las emociones propiamente dichas, los sentimientos, a la mente consciente, la toma de decisiones y las conductas sociales para buscar desarrollar la pervivencia y las posibilidades existenciales de lo humano.

Manuel Castells plantea una original investigación del poder político en la sociedad red global a partir de los avances de la neurociencia, en particular de los estudios de Damasio, que le permite relacionar las redes sociales, las comunicaciones, las emociones, la mente y el poder.

La comunicación digital desarrolla el ámbito donde se difunde el discurso social y político de los principios y valores a través del cual se construyen las relaciones de poder entre los diferentes actores de la sociedad, mediante la cual se activan los pensamientos con contenidos e informaciones, sobre la base de las emociones y sentimientos que posibilitan la estructuración de las decisiones y la acción social.

En esa dirección, la comunicación constituye el espacio en la que se expresa el poder y contrapoder en la sociedad red. La política dominante se construye en torno a contenidos y significados orientados principalmente por la personalización del poder y la política del escándalo, mientras que el contrapoder conlleva la construcción de principios y prácticas de los movimientos sociales, políticas insugentes y sujetos autónomos que permiten la emergencia de valores de democracia, libertad, igualdad social y la defensa de la naturaleza.

Las investigaciones abordadas por Damasio y Castells desarrollan los logros más relevantes de la teoría neurocientífica y se fundan en la rigurosidad de la diversidad de fuentes que marcan la mudanza significativa de las problemáticas y paradigmas del conocimiento de la vida social del siglo XXI.

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Recibido: 14 de Diciembre de 2023; Aprobado: 23 de Marzo de 2024; Publicado: 21 de Mayo de 2024

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