Saber
versión impresa ISSN 1315-0162
Saber vol.25 no.2 Cumaná jun. 2013
Luisa Benicia Perales Becerra
Universidad de Oriente, Núcleo de Anzoátegui, Unidad de Estudios Básicos, Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales, Barcelona, Venezuela. E-mail: ruiperluisa@hotmail.com .
RESUMEN
El tránsito de epocas que impone a la sociedad contemporánea la crisis del conocimiento y sus modos de producción, el auge tecnológico y el agotamiento del hombre como figura antropocéntrica, implican replantear “la enseñanza como ciencia y arte” desde otros horizontes, dimensionados en un mundo donde proliferan múltiples formas de saber – aprender –enseñar y que ameritan otras miradas del proceso educativo. La creciente tecnología en estos nuevos tiempos ha entronizado la expresión de nuevos saberes dispuestos en operaciones hipertextuales virtuales y en redes, que propician otra didáctica, lógica, otra epistemología y otra dialéctica en el campo educativo. Desde estas realidades complejas, se propone otra mirada de la pedagogía, mediada por el lenguaje y la subjetividad en las relaciones del espacio virtual, orientada por una reflexión teórica y epistémica expresada en los referentes teóricos de la complejidad y la transdisciplina que permiten nuevas claves de inteligibilidad para la construcción del conocimiento.
Palabras clave: Lenguaje, subjetividad, pedagogía, espacio virtual.
The traffic of epochs that imposes to the contemporary society the crisis of the knowledge and its modes of production, the technological boom and the depletion of the man as anthropocentric figure, implies rethinking the “science and art of teaching” from other horizons designed in a world where there proliferate multiple ways of being able to know- learn – teach-and that they deserve other viewpoints of the educational process. The growing technology in these new times has enthroned the expression of new knowledge arranged in hypertextual virtual operations and in networks, which propitiate another teaching methodology, logic, another epistemology and another dialectic in the educational field. From these complex realities, a different look of the pedagogy is proposed, mediated by the language and subjectivity in the relations within the virtual space, guided by a theoretical and epistemic reflection, expressed in the theoretical references of complexity and transdisciplinarity that allow new keys of intelligibility for the construction of knowledge.
Key words: Language, subjectivity, pedagogy, virtual space.
Recibido: septiembre 2012. Aprobado: abril 2013. Versión final: mayo 2013
INTRODUCCIÓN
La educación del siglo XXI impone retos impostergables caracterizados por la transición, la pluralidad y el auge tecnoglobalizado que demanda la sociedad de este milenio. Estos retos implican, la búsqueda de nuevos intelectuales que tengan como norte una visión nueva de concebir los procesos educativos desde otro horizonte, que amerite otra forma de replantear el “arte de enseñar,” basado en una nueva concepción teórica-epistémica de la formación del docente, orientada en la búsqueda de un nuevo saber dimensionado en un mundo donde proliferan múltiples formas de Saber-Aprender-Educar. Se trata de noveles saberes dispuestos en operaciones hipertextuales y en redes que dan origen a otra lógica, filosofía y dialéctica en el campo educativo conocido como: La Nueva Cultura.
Desde este horizonte, el proceso educativo de estos tiempos, debe propiciar discursos pedagógicos orientados a la búsqueda de saberes que den cabida a un clima de entendimiento, que faciliten por un lado, el reconocimiento del derecho a la diferencia, en el sentido de que todos pueden constituirse en interlocutores necesarios para la construcción de nuevos conocimientos. Y, por el otro, propiciar la comprensión cultural más amplia, es decir, el entendimiento mutuo entre los participantes en proceso de formación, sus historias y condicionamientos familiares, tradiciones, identidades, costumbres y cosmovisiones, capacidades, ritmos de aprendizaje, condicionamientos sociales y expectativas de vidas.
Desde esta mirada, el arte de pensar de cómo enseñar, de cómo aprender en este milenio, nos invita a reflexionar desde otros contextos complejos la labor educativa, que faciliten la construcción de nuevos enfoques y metodologías pedagógicas que propicien la comprensión de la realidad educativa desde otros contextos culturales, como el contexto de la realidad virtual cuyo paradigma tecnológico nos ocupa.
En este orden de ideas, en la sociedad contemporánea, las tecnologías de la información y comunicación TICs, han adquirido una centralidad no solo a nivel macrosocietal, sino que transcienden la vida cotidiana de los sujetos. En este sentido, Thompson (1998) nos dice que esta sociedad está caracterizada por: “nuevas formas de acción e interacción en lo societal, nuevos tipos de relaciones sociales y nuevas maneras de relacionarse con los otros y con uno mismo” (p. 56). La emergente sociedad tecnológica ha instrumentalizado el paso del Homo sapiens al Homo digitalis.
La crisis de paradigmas que caracteriza el momento actual de la humanidad, supone un cuestionamiento de las lógicas que han estado sobre la base de una racionalidad científica, fundada por estas mismas leyes, que han hecho posible moldear, controlar y homogenizar a los sujetos involucrados en el proceso educativo. Al imponer esquemas de pensamientos y soluciones desligados del carácter histórico-cultural del ser humano y de toda implicación ético-política, al aplicar dispositivos disciplinarios, que funcionan eliminando inquietudes y particularidades en cada disciplina, estableciendo códigos de órdenes que coartan la libertad de expresión y autonomía de los docentes y propiciando modelos de formación acorde con las prescripciones normativas externas, nos encontramos con un pensamiento moderno que colapsó y que en los actuales momentos busca redimensionarse a través de nuevos agenciamientos educativos.
Esta crisis de pensamiento, se deriva como acostumbra a señalar la crítica, por la asimilación de un paradigma epistemológico racionalista propio de la modernidad occidental, que se inaugura desde el siglo XVIII, alterando la episteme clásica, trastocando no sólo los saberes empíricos, la gramática general, historia natural configurados de esta episteme, sino y principalmente el modo mismo de atribuir/construir el orden de las empiricidades. Racionalidad ésta, que implicó una disociación: por una parte, los signos o marca de una identidad y de la diferencia como principio de ordenamiento, y por la otra, los dominios empíricos: el lenguaje, las órdenes naturales, los individuos, la necesidades, estableciendo así, “un modo de ser” para todos estos dominios, así como, “un suelo común” el de “la representación” cuya única función, no era la de revelar el ordenamiento del mundo sino, darle un orden según el orden del pensamiento.
Toda esta taxonomía generó un discurso representativo, que permitió conocer las cosas por el sistema de sus identidades, que se despliega en el espacio abierto al interior de sí, cuando ésta se representa a sí misma. En este sentido, Foucault (1978) expresa que:
La época que vivimos se puede caracterizar por la implosión de múltiples saberes en donde se constata la inviabilidad de un modelo educativo que no se corresponde con las nuevas expectativas de los actores sociales que emergen en escena, con las nuevas exigencias de una mundialización que opera como proceso expansivo arrollador con relación en las prácticas educativas tradicionales. Se inaugura nuevos modos de simbolización y ritualización de lazo social que cada día se hallan más entrelazados por las redes comunicacionales y por los flujos informacionales que dan origen a “otra” cultura que des-localizan los saberes y deslegitiman sus modernas fronteras entre razón e imaginación, saber e información, ciencia y arte que constituyen la marejada de la postmodernidad. Un cambio de época que según Lyotard (1986), está caracterizada por: “nuevas formas de sentir y a nuevas figuras de sociabilidad” (p. 17).
Con la postmodernidad se inaugura otra forma de enseñar a través de las redes electrónicas que amerita re-pensar el acto pedagógico. No para buscar fórmulas o recetas sino para develar miradas, rescatar el silencio, hurgar en nuestro ser imaginario, para construir un horizonte discursivo que permita reflexionar la mirada “otra” de la pedagogía desde: el lenguaje, la subjetividad y la virtualidad.
LENGUAJE-SUBJETIVIDAD-VIRTUALIDAD
El desarrollo tecnológico, ha permitido la evolución de un orden de interacción y de convivencia planetaria denominado por muchos autores como: el hipermundo, Galindo (2003), la galaxia internet, Castell (2001), el ciberespacio, Nora (1997), entre otras denominaciones. Con ellas ha nacido una nueva forma de construcción de vida social, concretizados y materializados en textos; en este nuevo espacio de interacción social, aparece un nuevo tipo de comunicación: la cyber discursividad que implica otra gramática de sentido mediada por el espacio virtual, es decir, otra forma de expresarse, escribir, leer y de interactuar.
Estamos inmersos en una sociedad icónico-oral, la cultura de la imagen invade todos los espacios de la vida cotidiana. En esta sociedad, el icono se puso en movimiento, el sonido alcanza otras emisiones, y ambos tienen otra secuencia y otra lógica que nos conducen a nuevas formas de entender, comprender e interpretar la enseñanza misma.
En este nuevo clima cultural, la imagen se constituye como lenguaje que fusiona pensamiento, imaginación y sentido. Este lenguaje supone significados aparentes del objeto, abre ambigüedades ocultas más allá de la simple analogía. La imagen e información tecnologizada conforman una cultura distinta a la fijada por los textos escolares y de la pedagogía que los consideró como instrumentos esenciales.
Nuevas formas de poder cruzan el ámbito educativo, conceptos como: ciudad, trabajo, familia, vida, lectura, escritura, espacio, tiempo, cuerpo, escuela, lo público lo privado están completamente re-significados, conformando nuevas subjetividades y nuevas formas de estar en el mundo. La escuela debe abrirse a las nuevas realidades que demanda la sociedad actual, lo que implica transitar de un modelo de comunicación centrado en la linealidad y la secuencia encadenada en grados, edades y paquetes de conocimientos a un modelo descentrado y plural.
Los nuevos retos que se le plantean a la escuela deben responder a un replanteamiento de múltiples discursos pedagógicos. Sabemos, que la nueva sociedad digital está caracterizada según Martín Barbero (1997) por vivir en un ecosistema comunicativo constituido por un entorno de informaciones y de saberes múltiples que no se corresponden con “el ecosistema educativo actual difuso y descentrado” (p. 16). De allí, la emergencia de otra cultura educativa vale decir: otras formas de ver, percibir, sentir la realidad. Por lo que nos advierte este autor:
Asistimos a un proceso sui generis de globalización, que afecta a todos los ámbitos de la vida cotidiana. Son cambios que no dejan de producir asombro frente a los nuevos escenarios de vida que nos toca vivir. Con la globalización, estas tecnologías han logrado romper con el espacio geográfico para la definición de la cultura, relativizando nociones como lo próximo y lo lejano. Ante esta nueva realidad cultural las formas tradicionales de generar, recibir o transmitir conocimientos palidecen antes los avances incontenibles de la cultura massmediatizada.
Estos avances científicos y tecnológicos que se están gestando en la nueva sociedad contemporánea nos invitan a reflexionar sobre el modo cómo se construye y se piensa la subjetividad en estos tiempos. Se trata de una nueva episteme con una matriz cultural planetaria en la que se impone el entrecruzamiento de formas culturales, mezcla de estilos, nuevos valores y relatividad de los mismos.
A nivel educativo las prácticas que tienen lugar en el espacio de la institución escolar, van asumiendo expresiones de obsolescencia por la irrupción de estas tecnologías que manejan la imagen, como lo expresa Martín Barbero (1987), con la cultura de la Tecnofascinación y cuyo público más inmediato son los jóvenes, quienes tienen en la actualidad nuevas formas de lectura y escritura; pues existen nuevos formatos que dan cuenta de una nueva forma no lineal para atraer y atrapar la mirada del público juvenil.
La globalización de las comunicaciones trae al tapate los desafíos a la cultura letrada del libro, vale decir: celulares, computadoras, cónsolas de videojuegos, reproductores de MP3 e internet. Son prótesis culturales que forman parte de la vida cotidiana de una gran masa de niños y jóvenes. Estos dispositivos electrónicos crean conflictos en el espacio escolar al enfrentarse a las prácticas cotidianas y analógicas impartidas por el docente, que sino está equiparado a esta visión virtual, corre el riesgo de quedar a la zaga ante un estudiante que conoce perfectamente estos medios. Lo que conduce muchas veces por parte del docente a ver la computadora como un “rival”.
Esta situación según algunos autores, Esnaola (2006), nos refiere que incluso son los niños y jóvenes el campo de mira hacia donde se dirige el marketing y va más allá al interrogarse sobre la pertinencia de los contenidos que se enseñan en la escuela, cuando los estudiantes pueden acceder a estos mismos contenidos por otras vías, vale decir, los espacios como los cybers, donde los estudiantes acuden para el despliegue de subjetividades. A tal efecto, argumenta Esnaola (2006) que la escuela es un campo propicio para: “re-pensar los usos cotidianos de estas herramientas culturales y para formar a los usuarios desde la complejidad, abriendo un ámbito de reflexión y de libertad que impliquen a todos los actores institucionales involucrados en el hecho educativo”(p. 44).
En este orden de ideas, vemos cómo las tecnologías de la información de alguna manera ponen en tela de juicio las bases iluministas y enciclopedistas de los contenidos curriculares. Ello se debe en parte al nuevo estatuto cognitivo y estético que adquiere la imagen en el mundo virtual. Podríamos pensar que es muy amplio el espectro de las categorías que se re-significan en el ciberespacio y que van con-formando una nueva visión del sujeto que aprende.
Desde luego, nuevas subjetividades, nuevas gramáticas y lenguajes se están construyendo en estos espacios virtuales que apuntan a un nuevo sujeto de conocimiento, a una ruptura de la hegemonía de la palabra impresa cuyo centro es el libro, a una nueva forma de educarse según las pautas de las relaciones generacionales. Viene a colación, una afirmación de Ferrarotti (1990), a propósito de su opinión de la existencia del libro:
Y es que el mundo de los jóvenes en la actualidad, está siendo atravesado y reconfigurado por esas redes audiovisuales en el espacio comunicativo; tenemos a un joven que utiliza prótesis tecnológicas que dan cuenta del trazado de un cuerpo que se con-forma virtualmente, donde muchas veces las informaciones le llegan sin necesidad de desplazarse físicamente, es decir, que sus estilos y prácticas están mediatizados por sus conexiones al mundo de la tecnología lo que Martin Barbero (2010), denomina la dotación por parte de los jóvenes de una plasticidad neuronal, caracterizada:
…por una enorme facilidad para los idiomas de la tecnología, y una empatía que se evidencia en la enorme capacidad de absorción de información vía televisión o videojuegos computarizados, junto a la facilidad para entrar y manejarse en la complejidad de las redes facilitada por la conversación vía chat (p. 43).
De alguna manera, las prácticas pedagógicas se tornan recelosas al tomar poco en cuenta la constitución de las subjetividades de los jóvenes que tienen otras formas de mirar, actuar y sentir. Quizás veamos con reticencia esa experiencia cultural nueva que está permeada por el ciberespacio y que nos lleva a desembocar en una nueva sensibilidad colectiva, lo que Martin Barbero (2010) denomina un sensorium nuevo, que “replantea el actual estatuto cognitivo de la imagen” (p. 51). En ese mismo orden de ideas, Morduchowicz (2010) coincide con Martin Barbero al afirmar que, “Los niños y los jóvenes de hoy se mueven en un universo de dinamismo, de fragmentación, de inmediatez, un mundo mosaico, de continua estimulación y simultáneo” (p. 60). Visto así, la escuela, por tanto, no puede considerarse como el único centro donde se realiza la enseñanza; ésta dejó de ser su lugar privilegiado. Por tal motivo, este nuevo clima tecnológico que comienza a surgir, tiene que estar caracterizado por las transformaciones que nos exigen estos tiempos, es decir, afrontar otras formas de vida, construir nuevas subjetividades y mezclarse con otras formas de relacionarse con el mundo. Ello lleva por tanto, a repensar la educación y sus circunstancias. A propósito de lo anterior expuesto, no es difícil conseguir escritos críticos e interrogaciones acerca del fin de la escuela como núcleo tradicional de la formación, pues en esta época, somos testigos de las expresiones emergentes en los espacios educativos que surgen con la sociedad multimedia (Internet, redes sociales y otros). Esta situación atenta, o en todo caso, sacude las tradicionales formas de proceder en la escuela y de asistir a ella, regularmente para aprender. Estas expresiones virtuales han provocado cambios profundos en las formas tradicionales de organización de la comunicación. En este sentido, Habermas (2009) opina que:
Las distancias espaciotemporales ya no se “superan”: desaparecen sin dejar huellas en la presencia ubicua de realidades virtuales. La comunicación digital supera finalmente a todos los otros medios en alcance y capacidad. Cada vez más individuos pueden obtener más rápido cantidades diversas de información, procesarlas e intercambiarlas simultáneamente a través de grandes distancias. Todavía no podemos apreciar las consecuencias intelectuales de internet, que se opone de modo más decisivo a las costumbres de nuestra vida diaria que un nuevo aparato electrodoméstico (p. 40).
Al hablar de las tecnologías de la comunicación e información TICs, es necesario considerar las identidades juveniles porque son el grupo protagonista donde estas nuevas subjetividades se construyen. Son ellos quienes experimentan esa nueva sensibilidad en estos tiempos postmodernos y que está aderezada con una cultura colectiva diversa mediada por la música, la radio, la televisión, los videos juegos, los sitios de internet y por toda una disposición de productos culturales y virtuales dirigidos específicamente a ellos. A decir de Morduchowicz (2010) “nunca antes la cultura juvenil escapó tanto al control de los padres” (p. 68). Si tomamos en cuenta que desde la más tierna infancia los niños son atravesados por un universo mediático que conforman sus subjetividades, universos simbólicos y representaciones sociales, se podría hablar de que estos medios audiovisuales y las respectivas tecnologías han creado nuevas formas de socialización en los jóvenes, desplazando muchas veces la compañía de los padres o de los amigos para conectarse y socializarse en las comunidades virtuales. Por tal motivo, algunos autores cuando hablan de la generación joven la refieren como la generación multimedia, que Morduchowiez (2010) la refiere “no sólo es tal por la variedad de medios por su disposición, sino por utilizarlos en forma simultánea” (p. 71). En el ámbito de la formación de los docentes, esta situación también debe resignificarse, porque el impacto de las formas virtuales y la presencia avasallante de todo lo que significa la comunicación y la formación en las redes, nos llevan a desplegar nuevas claves y dispositivos cognitivos; lo que provoca la creación de diversas formas de subjetividad, intersubjetividad y de enunciabilidad. Ante toda esta avalancha de resemantización de categorías que están siendo atravesadas por la virtualidad, encontramos autores con expresiones de incertidumbre donde se conjuga esa nueva forma de poder de las tecnologías. Por su parte, Téllez (2000) apoyándose en Foucault, nos habla de las tecnologías como un dispositivo de poder y formas de producción de subjetividad, “cuando las sociedades disciplinarias dan paso, no a la llamada sociedad de la información sino a las sociedades de control” (p. 194). Es decir, que se trata del despliegue de los procesos y prácticas de la videocultura donde circulan saberes y conocimientos aunados a la percepción e interpretación del sujeto y del mundo. Para esta autora:
Cuando el horizonte simbólico de los espacios públicos modernos es continuamente desplazado por el consumo de imágenes que se mueven desde todas partes hacia todas partes, éstas se tornan claves en cuanto fuerza cuya ubicua y reproductiva presencia desorganiza y reorganiza percepciones, saberes, interpretaciones, sensibilidades, gustos, actitudes, comportamientos. Y, a la vez, como dimensión implicada en las nuevas formas de ejercicio de poder, en la disolución de fronteras nítidas establecidas entre lo real y lo interpretado, en la erosión de la realidad y de la verdad como principios evidentes (pp. 198-199).
De acuerdo con lo expuesto, muchos son los cambios asociados a estas nuevas tecnologías, pues todas estas categorías entran a resignificarse y a redefinir prácticas y experiencias en la comunicación y en toda la sociedad misma. Esta visión un tanto negativa nos presenta a las nuevas tecnologías como una expresión de poder-control con una sobreabundancia de información que atraviesa no sólo los cuerpos sino las formas de sentir, ver, imaginar, pensar, desear. Desde el punto de vista educativo (como ya lo hemos señalados en páginas anteriores), otras formas de escribir, de leer, de estar y de sentir permean el imaginario de los jóvenes, quienes construyen y esbozan rasgos de una sensibilidad que está escasamente casada con la tiza y el pizarrón. Sobre este particular, Téllez (2000) enfatiza que el debate no debe circunscribirse a las ventajas o desventajas del uso de las tecnologías; tampoco, al propósito de contrarrestar los efectos negativos de la videocultura, menos aún a la confrontación entre los massmedia y la escuela, o por la defensa sacralizada del libro o la voz autorizada del docente, sino “mostrar cómo operan las formas de control inherentes a los dispositivos, telemáticos o no, productores de subjetividad, dentro y fuera del tejido escolar, y ejercer formas de resistencias” (p. 209).
Dadas las características de esta sociedad cada vez más globalizada e influenciada por las manifestaciones de los mass media, es de esperarse que los nuevos espacios educativos lleven consigo un cambio significativo en la forma de pensar y realizar actividades para cambiar radicalmente las maneras de razonar heredadas del pasado.
CONCLUSIONES
Podemos inferir entonces que el hombre ha estado siempre en la búsqueda constante de crear y mejorar su entorno y propiciar las vías que lo conduzcan a interrelacionarse con el otro. Por ello ha hecho uso de muchos mecanismos: gestuales, orales, escritos, virtuales. En los actuales momentos los procesos comunicacionales van aparejados por los fenómenos de la globalización en sus aspectos sociales y culturales, enfatizando así los avances tecnológicos propios de esta sociedad actual y compleja. En tal sentido, la idea fundamental debería tratar de establecer sinergias más que separación o confrontación entre técnica y humanismo, partiendo siempre de que las prácticas educativas conllevan necesariamente a la constitución de subjetividades e identidades en la comunicación en esta era de la información y el conocimiento.
Cabe resaltar que los espacios virtuales pueden incorporar estrategias que permitan humanizar a través de las discursividades de la red lo que podemos denominar aprender a convivir virtualmente. Los educadores de este nuevo siglo, deben incentivar el descubrimiento y desarrollo de las potencialidades de sus estudiantes, estar preparado para facilitar el aprehender los nuevos saberes contextualizados en el ámbito de las nuevas tecnologías. Porque si bien es cierto que en el contexto virtual las reflexiones van dirigidas a las personas que aprenden, el docente no puede quedarse a la zaga de los cambios que se están suscitando en la actualidad. En este orden de ideas resulta significativa la afirmación de Follari (1996), a propósito de sus planteamientos acerca del ocaso de la escuela como centro de la práctica educativa:
No ponerse a la altura de los tiempos, no mostrar alta capacidad de adecuación, ir siempre “detrás” de lo establecido en tiempos en que la velocidad de la innovación crece en progresión geométrica, está desvinculando lo escolar de los procesos fundamentales de la sociedad. Está dejando lo educativo en el desván de lo obsoleto poniendo la institución escolar por fuera de los procesos socialmente definitorios (p. 9).
Podríamos decir que el aparataje tecnológico actual, sopesa las nuevas sensibilidades desde otros horizontes epistemológicos conformando espacios de subjetividad con miras de operar cambios en la con-formación del hombre del nuevo milenio, en el entendido de que la sustitución de los procesos tradicionales en la formación den cabidas a nuevos agenciamientos educativos estableciendo sinergias entre la técnica y lo humano. Los nuevos retos que se le plantean a la escuela deben responder a un replanteamiento de múltiples discursos pedagógicos, en el sentido de propiciar espacios de libertad que posibilite jugar con las ideas haciendo de nuestras vidas un texto creativo y poético. La apertura al uso creativo de los medios audiovisuales y las tecnologías informáticas no deben ser visto sólo como recursos didácticos para el aprendizaje o como dispositivos de estrategias de aprendizaje sino que implica un cambio de lugares y de miradas que transforma la naturaleza del saber y su circulación que exige nuevas imágenes, símbolos, conceptos, sensibilidades y relaciones en su forma más variadas.
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