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Revista de la Sociedad Venezolana de Microbiología

versión impresa ISSN 1315-2556

Rev. Soc. Ven. Microbiol. v.24 n.1-2 Caracas ene. 2004

 

Genios de la Microbiología

Emil Adolf von Behring  Axel Rodolfo Santiago

Emil Adolf von Behring nació el 15 de marzo de 1854 en la ciudad alemana de Hansdorf. Fue  el mayor de trece hermanos de una familia muy pobre. Su padre, director de escuela, quería que su hijo estudiara Teología, pero no lo consiguió, ya que un médico de la Armada, amigo de la familia, logró cambiar sus expectativas: ingresó, en 1874, en la Escuela de Medicina de la Armada Alemana, en Berlín. Este hecho aseguró económicamente sus estudios; sin embargo, contrajo la obligación de permanecer en el servicio militar durante varios años después de finalizar sus estudios en 1878 y una vez obtenido su doctorado en Cirugía Militar, dos años más tarde. Durante el tiempo de sus estudios se comienza a perfilar la personalidad de Behring; fue muy trabajador y metódico, rasgos que lo caracterizarían por siempre. Una vez terminados sus estudios, ingresa al ejército prusiano, en donde ejerció como médico y como oficial.

La disciplina militar también fortalece su fuerte carácter, el cual mantiene por el resto de su vida, además de lograr hacer mucho más eficiente su trabajo como médico. Durante su estadía en el ejercito, fue enviado a Wohlau, Sajonia, Alemania, y luego a Posen, en Polonia. Aunque con múltiples obligaciones, encontró tiempo para estudiar las enfermedades sépticas en el Departamento de Química del Centro Experimental de Posen. Sus superiores, viendo la habilidad de Emil para conducir sus experimentos, además del manejo riguroso de sus pacientes, y preocupados por la salud de los militares, especialmente en lo que concernía a la prevención y combate de las epidemias, lo envían al Instituto de Farmacología de Bonn, con el farmacólogo C. Binz, para que perfeccionara sus conocimientos en los métodos experimentales. 

En 1884, a la edad de 35 años y después de renunciar al ejército, comienza a trabajar como ayudante en el Instituto de Higiene de Berlín, que por aquel tiempo dirigía Robert Koch. Permaneció en el instituto hasta 1889, y continúa con Koch, cuando se traslada al Instituto de Enfermedades Infecciosas, en donde se convierte en Profesor, cuatro años más tarde. Durante su estadía en el Instituto, no sólo estuvo con Koch, sino que mantuvo estrecho contacto científico con Paul Ehrlich, con quien trabajó a partir de 1890, y con todo el equipo de investigadores del instituto.

Las investigaciones más importantes de Behring estuvieron relacionadas con los trabajos que en ese entonces realizaban Pasteur, Ehrlich, Löefler, Roux y Yersin, quienes, igualmente, establecieron los fundamentos de nuestros conocimientos sobre la inmunología de las enfermedades bacterianas. Entre los años 1888 y 1890, Roux y Yersin, trabajando en el Instituto Pasteur de París, mostraron que los filtrados de cultivos de difteria contenían una sustancia, que llamaron toxina, que producía, cuando era inoculada en los animales, toda la sintomatología de la enfermedad. Fue en 1890 que Brieger y Fraenkel prepararon, a partir de cultivos de difteria, una sustancia, la toxoalbúmina, que, inyectada a dosis apropiadas a los cobayos, los inmunizaba contra la difteria. 

Entre los años 1889 y 1894, Behring centró sus investigaciones en la difteria. Pensaba en cómo conseguiría inmunizar los animales contra esta infección bacteriana. Siguiendo las experiencias con el yodoformo y otros antisépticos, trató de demostrar su efectividad contra la difteria. Nuevamente sus esfuerzos fracasaron. Continuando con sus experiencias, trató los cultivos de difteria con tricloruro de yodo, inoculando posteriormente a los cobayos con estos cultivos tratados. Observó que algunos de ellos sobrevivían y quedaban inmunes a la enfermedad. Realizó una serie de investigaciones para demostrar la inmunidad de los animales. No sólo lo hizo, sino que logró transferir esta inmunidad a otros animales, inoculando el suero de uno ya inmune al otro infectado. Encontró que, si bien el suero de estos animales no mataba al bacilo, su acción neutralizaba la toxina que ellos producían; es lo que hoy conocemos como antisuero, y que él llamó antitoxina. Comenzó en ese momento la era de la seroterapia.

Pero Behring no estuvo solo cuando realizó estos trabajos; estuvo acompañado por un investigador de origen japonés, Shibasaburo Kitasato (1852-1931), quien fue enviado a Berlín para trabajar en el Instituto de Robert Koch. Allí se le encomendó que estudiara la etiología del tétanos, tema en el que habían estado trabajando con anterioridad George Gaffky (1850-1918) y Friedrich Löffler (1853-1915). Pronto obtuvo resultados: consiguió un cultivo puro, capaz de reproducir el tétanos por inoculación en animales. Colaborando con Behring, inyectaron sucesivamente dosis no letales de toxina tetánica, cada vez mayores, en ratones y cobayos. Obtuvieron un suero libre de células, capaz de neutralizar la toxina tetánica. Ambos calificaron esta sustancia como antitoxina, y publicaron sus hallazgos el 4 de diciembre de 1890 en el Deutsche Medizinische Wochenschrift. Sin embargo, una semana más tarde, Behring publicó solo sus trabajos sobre difteria, donde incluyó el nombre de antitoxina. 

La Ciencia es en ocasiones injusta; aunque sin los trabajos de Kitasato nunca se habría encontrado un suero inmune, Behring fue galardonado posteriormente con el premio Nóbel, en 1901 (primer premio Nóbel para Fisiología y Medicina), por sus trabajos sobre terapia contra la difteria.

El próximo paso de Behring fue el uso de la antitoxina en humanos. En 1891, al inmunizar conejos y corderos, preparó suficiente cantidad de suero para comenzar sus experimentos. Su experiencia con humanos la realizó en un hospital en Berlín, donde inyectó la antitoxina a un niño enfermo, obteniendo una exitosa recuperación. Posteriormente, luego de establecer la dosis apropiada, el suero fue utilizado por otros médicos. Behring comercializó la antitoxina en 1892; el éxito obtenido le dio fama y dinero, permitiéndole fundar su propia empresa farmacéutica.

En 1894, renunció a su cargo en el Instituto Robert Koch, al ser  nombrado profesor en el Instituto de Higiene en Halle y, un año después, director del Instituto de Higiene de Marburg. Durante años, Behring trabajó arduamente, día y noche. En 1896 se casó con la hija del director del Hospital de la Caridad de Berlín; ella contaba entonces con 18 años.

En 1901 incluyó entre sus experiencias de estudio la tuberculosis; sin embargo, contrajo la infección cuando contaba 50 años. Donó el dinero ganado por el premio Nóbel y mucho de lo que consiguió por la comercialización de la antitoxina diftérica al Instituto. No pudo superar la tuberculosis y murió en 1917, a la edad de 63 años, en Marburg.

Muchas distinciones fueron otorgadas a Behring. A partir de 1893 se le concedió el título de Profesor y, dos años más tarde, se convirtió en “Geheimer Medizinalrat” y oficial de la Legión de Honor francesa. Numerosas sociedades científicas de Italia, Turquía y Francia lo incluyeron entra sus miembros. En 1901 se le otorgó el Premio Nóbel y un título de nobleza. En 1903, fue elegido como miembro del Consejo Privado con el título de “Excellence”. Así mismo, le fueron otorgadas numerosas condecoraciones de Hungría y Rusia, así como órdenes y medallas en Alemania, Turquía y Rumania, y la Ciudadanía de Honor de la ciudad de Marburg.

La contribución científica de Behring fue sin duda ganar la batalla contra la difteria. Con la aplicación de la antitoxina por él conseguida se logró reducir la tasa de mortalidad a un 25 por ciento. Sus trabajos sentaron las bases de la Inmunología y establecieron una nueva frontera al desarrollo de las infecciones bacterianas.

Su dedicación a la ciencia merece nuestro respeto: fue un pionero de la Microbiología, y su trabajo debe ser imitado.