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Utopìa y Praxis Latinoamericana

versión impresa ISSN 1315-5216

Utopìa y Praxis Latinoamericana v.13 n.41 Maracaibo jun. 2008

 

Postergación de la maternidad de mujeres profesionales jóvenes en dos metrópolis latinoamericanas

Postponing Motherhood by Professional Young Women in Two Latin-American Metropolis

Maira MONTILVA

Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela

RESUMEN

En el presente trabajo se exploran las razones de la postergación de la maternidad en mujeres profesionales jóvenes y se relaciona este hecho con cambios de trayectoria en sus biografías, especialmente con aquellos sociológicamente asociados con la individualización, a través de un análisis cualitativo sobre este grupo de población en Caracas y de Santiago de Chile.

Palabras clave: Postergación de la maternidad, individualización, América Latina, women.

ABSTRACT

In this paper, reasons of postponing motherhood by professional young women are explored and related with changes of course in their biographies, especially with those sociologically associated with individualization, by means a qualitative research on this demographic group in Caracas (Venezuela) and Santiago (Chile).

Key words: Postponing motherhood, individualization, Latin American, women.

Recibido: 11-12-2007  ·  Aceptado: 27-03-2008

INTRODUCCIÓN

Los cambios de las trayectorias de las biografías femeninas asociadas a la segunda transición demográfica han llevado a la investigación sociológica a preguntarse sobre los motivos por los que las personas deciden tener hijos, cuántos tener y en qué momento1. Se ha hecho necesario indagar los cambios sobre el significado de los hijos en la vida de los hombres y mujeres contemporáneos, cuando el estado normal de las mujeres es el control de su fecundidad2 y la trayectoria escuela-matrimonio-hijos dejó de ser el curso de vida normal para las mujeres.

Desde la década de los noventa, el nuevo significado de los hijos ha irrumpido como punto de interés de los más conocidos teóricos y ensayistas sociológicos contemporáneos, junto a las investigaciones que vinculan la sociología de la familia con la microeconomía y demografía. Son ejemplos de ello Anthony Giddens3 con su conceptualización y caracterización de las relaciones íntimas contemporáneas, y Ulrick y Elizabeth Beck4 en sus análisis sobre los procesos de individualización contemporáneos.

El interés teórico de los cambios sobre el significado de los hijos, su llegada y la compatibilización trabajo-familia, ha estado acompañado por un interés cualitativo sobre el tema, especialmente en relación con la nueva identidad e individualización de las mujeres5. Asumiendo que entre los jóvenes con más educación de los países latinoamericanos que han alcanzado un mayor desarrollo social durante los noventa (caso de Chile) se estarían difundiendo patrones de conducta sexual, nupcial y reproductiva ampliamente extendidos en los países desarrollados6, y ante la evidencia de que las mujeres más educadas de todos los países latinoamericanos presentan un patrón de reproducción menor al resto de la población, en este trabajo se exploran las razones para la postergación de la maternidad que dan las profesionales de dos capitales latinoamericanas: Caracas y Santiago de Chile7.

Para las mujeres latinoamericanas se ha incrementado la variedad de opciones para ser personas en la sociedad. Ser individuos es una obligación que requiere de orientación para establecer la diferencia entre lo actual y lo potencial. Ellas están forzadas a elegir o escoger entre más opciones de metas y roles, que rompen con lo que se había considerado innato, tradicional o correspondiente a las mujeres. En pro de su desarrollo como individuos, pueden y deben suspender hitos, como la maternidad y el matrimonio.

Para Ulrick Beck y Elizabeth Beck Gernsheim8, la individualización significa que los seres humanos son liberados de los roles de género tradicionales, y deben construirse una existencia propia a través del mercado laboral, y de la formación y de la movilidad educativas, en detrimento de las relaciones familiares, amorosas y familiares.

A diferencia de las generaciones pasadas, lo que se busca en la vida, ya no se concentra en matrimonio, pareja e hijos. Una de las consecuencias de este hecho es la pérdida del carácter imperativo de estos hitos y la indefinición del momento de tales acontecimientos. Cuando la maternidad ha dejado de ser un hito indiscutible de la biografía e identidad de la mujer, se convierte en un acto de creciente responsabilidad, que pasa por preguntas tales como: “¿Estaré preparada?”, “¿Será el momento indicado?”.

Una vez que las mujeres dejaron de tener su lugar exclusivo en el hogar, no sólo es lógico que haya disminuido el número de hijos, sino entra en duda el carácter indiscutible de su arribo, el tiempo o momentos exactos de su llegada y lo que se quiere satisfacer con su llegada. Hoy por hoy la maternidad se sustenta más en la necesidad y deseos de proveer afectos antes que de recibirlos. Va quedando atrás el objetivo de ver en los hijos un seguro económico y afectivo para la vejez. Se trata de formar individuos, autónomos, auténticos, antes que seres sometidos a la jerarquía familiar9. Ahora, los padres dan a los hijos sin esperar retribuciones futuras: “dar sin recibir es mejor percibido que recibir sin dar por los padres frente a los hijos”…Ya no está claro que se cumpla el modelo del don y el contradon de Marcel Mauss10

Por otra parte, los cambios que han experimentado la familia y las relaciones de pareja también han afectando las decisiones sobre la maternidad. Una vez que la familia y las parejas se sustentan más en satisfacciones psicológicas que en institucionales, los hijos dejan de estar en el centro de la familia. Se busca más bien una vida de pareja donde no se pierda la magia, el enamoramiento, lo cual es independiente de los hijos. Atrás quedó la necesidad de ingresar y de mantener un matrimonio por los hijos.

Asumiendo los planteamientos teóricos señalados, en el presente trabajo se rastrea las razones de la postergación de la maternidad de las profesionales a través de sus pretensiones sobre vida laboral, de pareja y autorrealización en general. Se busca verificar si las modificaciones sobre el momento y exigencia de ingreso a la maternidad se relacionan con los cambios de las expectativas que la sociedad tiene sobre las mujeres, específicamente aquellos cambios que hacen énfasis en el desarrollo de su individualidad, más allá de la simple adscripción de su sexo o género11.

ANÁLISIS Y RESULTADOS

El procesamiento de los resultados muestra que las profesionales de ambas capitales tienen una construcción de su individualidad e identidad que se diferencia de lo realizado por las generaciones anteriores, la cual está favoreciendo la postergación de la maternidad. El mundo doméstico y maternal dejó de ser el ámbito de desarrollo primordial de las mujeres. Las pocas que opinan que una mujer sólo se realiza plenamente cuando es madre, hacen la diferencia entre lo que ellas creen y lo que cada quien realiza, admitiendo respeto y consideración por las mujeres que creen lo contrario.

Las mujeres entrevistadas por lo general consideran que no todas están preparadas para la gran responsabilidad que significa la maternidad. La mayoría admite que los hijos siguen marcando el antes y después de la vida de una mujer, pero ser madres es una de las tantas áreas que hay que lograr. Tener niños dejó de ser un hito o pasaje instintivo de la vida natural, para transformarse en una decisión que requiere de dos realizaciones previas: primero, haberse desarrollado en el plano profesional y segundo, haber disfrutado y madurado emocionalmente. Se trata de lograr conocerse a si mismas y al mundo en todos los planos. 

Por lo general el número de hijos deseados es dos, lo que no sólo coincide con lo que reflejan las estadísticas, sino es coherente con un contexto de realizaciones más allá de la maternidad y con el incremento del requerimiento de especialización que viene experimentando la crianza de los hijos. Las pocas mujeres que desean una mayor cantidad de hijos no dejan de verlo como un proyecto de muy largo plazo.

Yo quiero tener hartos hijos, yo quiero tener una familia conservadora… A lo mejor suena contradictorio con lo que he dicho de realizarme y disfrutar de la vida… pero no, porque eso es antes de tenerlos… Yo quiero tener muchos hijos. Yo tengo dos hermanas mayores, ellas tienen cinco hijos y yo quiero algo así… Pero yo no veo eso como plan inmediato… de hecho no creo, ni quiero casarme antes de los treinta, lo dudo12.

Para estas profesionales la maternidad es uno de las tantas áreas que puede desarrollar una mujer. Ser o no ser madres no las hace ni más, ni menos mujeres. Una vez que el desarrollo de la individualidad de una mujer dejó de estar exclusivamente sustentado en el ámbito afectivo y doméstico, pasaron a integrar su identidad áreas que antes se consideraban exclusivamente masculinas: la carrera laboral, el disfrute de sí misma, el conocimiento del mundo (viajes, estudios).

Sin embargo, aunque la individualidad de estas jóvenes se separa de lo natural y tradicionalmente adscrito a las mujeres, hay confusión y conflicto sobre la compatibilización trabajo-maternidad al pensar o proyectar la crianza de los hijos. No hay certezas sobre cuál sea el camino, lo único cierto es que la guía no se encuentra en una oposición a la identidad femenina sino más bien en la búsqueda de un nuevo equilibrio.

Hoy en día es súper-confuso dar respuestas certeras. Están las experiencias de nuestros abuelos y las de mis padres. Sé que esos no son los caminos que yo pueda seguir. En mis abuelos era la sumisión de la mujer. La generación de mi mamá fue la primera que se profesionalizó, pero con costos para los hijos y la separación. Pero tampoco tengo la experiencia para decir qué es lo que yo quiero hacer en mi vida y con mi futura familia. Yo no creo que tenga el camino seguro. Hoy no hay respuestas certeras13.

La pérdida de la seguridad del camino para lograr la identidad, la amplitud de las esferas de la que depende la individualidad y los sistemas en los que se ha de participar, contribuyen a que la maternidad se postergue. A diferencia de antes, se busca trabajo permanente, autorrealizativo, de prestigio y económicamente remunerado, y esto requiere de tiempo.

La independencia económica es considerada base indiscutible de la autonomía y de la autorrealización que aprendieron a valorar desde muy pequeñas, en la mayoría de los casos en oposición directa de lo vivido por sus madres.

Desde los 11 yo dije nunca voy a ser una mantenida… Eso de pedirle [al hombre] plata para comprarte una cartera… Lo que hace la diferencia es la independencia económica. Eso te da mucha más libertad para pensar mucho más cosas, porque puedes inscribirte en cursos de perfeccionamiento, puedes meterte en cursos de espiritualidad, puedes desarrollarte tú y, en último término, gastarte la plata en carteras y no tener que decirle a nadie. La estabilidad económica es la base, y eso yo lo quiero tener14.

Y así como el trabajo remunerado representa la base de toda la autorrealización, es impensable dejarlo por la maternidad, para depender económicamente de la pareja, como hicieron sus madres.

Mi mamá estudió enfermería [pero] me tuvo a mí y dejó de trabajar. Nunca más trabajó, siempre fue dependiente, hasta que se separó y ahora recibe una mesada. Eso lo encuentro patético15.

En síntesis, la maternidad dejó de ser la meta exclusiva de la vida de las jóvenes profesionales. La llegada y el momento del advenimiento de los hijos dejaron de tener las indiscutibles certezas de la época de sus madres. En un intento por sintetizar las principales razones que estarían explicando la postergación de la maternidad de estas jóvenes, enumeraremos los siguientes:

1. DE LA LLEGADA INCUESTIONABLE Y DEL TIEMPO EXACTO PARA LA VENIDA DE HIJOS, A LAS PRINCIPALES RAZONES PARA SU RETRASO 

Según ya se afirmó, la casi totalidad de las profesionales de ambas capitales creen que tener hijos marca un antes y un después en la vida de una mujer, pero tenerlos es una elección y no una necesidad u obligación. De ahí que crean que hay que estar seguras y preparadas. Los hijos no sólo implican reajustes de las jornadas laborales, sino una atención y responsabilidad que no todas están en capacidad de lograr. Incluso hay profesionales que creen que no van a tener hijos porque no se sienten seguras de estar preparadas para la entrega que ello implica. Sin embargo, no saben si mantendrán esta decisión y sobre todo si no se arrepentirán de esta negación, y se lo plantean. No descartan que su elección les pueda traer insatisfacción o frustración, si más adelante deciden tener hijos y resulta demasiado tarde. Todo ello se hace posible debido a la masificación de la tecnología anticonceptiva, que hace que del estado normal de las mujeres la infertilidad.

Pero la selección de una alternativa de sentido no excluye que se intente retomar la contraria, y esto solo puede ser imposibilitado por el tiempo16. En este caso, por el paso del periodo de fertilidad o concepción, por la llegada del reloj biológico.

A veces me imagino que no me voy a atrever a tener hijos, pero no sé si será por una decisión propia. Más que haber asumido que no quiero tener hijos me da miedo no haber asumido los caminos de la vida. Temo por ejemplo quedar embarazada y no saber cómo tomar eso. [Es posible que no tenga hijos] porque los caminos de la vida son variados y no porque yo quiera. Yo trato de controlar mi maternidad, pero si me llegara un “condoro” (error) (y abortara) no sabría si me arrepentiría de no haberlo tenido. Porque no sé si somos tan libres, porque tener constantes proyectos es una forma de esclavizarse, aunque es la única forma de llegar a ser quien se quiere ser17.

Lo señalado hasta aquí nos permite afirmar que las nuevas pretensiones sobre las condiciones necesarias para la transición a la maternidad, especialmente la necesidad de haberse producido previamente el autoconocimiento de sí mismas, muestran que la postergación de la maternidad es un caso muy claro de suspensión de hitos que se consideraban prioritarios en la vida de una mujer, a fin de poder cumplir el resto de metas y roles que se espera de ellas en la actualidad. La maternidad se ha convertido en una de las metas o roles que se puede o no desarrollar, ha perdido el carácter indispensable en la vida de una mujer y lo exclusivo que la sociedad esperaba de ellas.

Yo siento que tener hijos se ha convertido en una más en la lista de cosas que hay que hacer18.

Tener hijos, sobre todo en qué momentos tenerlos, es visto como una opción que es necesario tomar siempre y cuando ya se esté preparada para ello. Se cree que primero es necesario el auto-descubrimiento, el auto-desarrollo, la ubicación en el mundo, el logro de la identidad y un lugar.

Se trata de haberse encontrado primero a sí mismas en todos los planos y por eso la maternidad se ve más como un proyecto de mediano y largo plazo, cuya planificación depende de cada quien. [Los hijos] son importantes pero hay que estar muy seguro para ser madre, y yo actualmente no me siento en capacidad para dar. [Será] como en cinco años más, ahora no19.

Sobre todo se requiere de planificación y en equilibrio o acuerdo con la pareja:

Naturalmente los hijos son revelantes [pero] no [los] he tenido todavía. Con mi pareja no nos hemos puesto todavía de acuerdo [en eso]. El quiere, pero [yo] no todavía. Además yo quiero hacer un MBA20.

La maternidad está convertida en un proyecto o idea que se toma o se deja, porque ya no es lo más básico de la identidad de las mujeres y porque se hace necesario estar en armonía consigo mismas y este es un proceso de idas y venidas.

Nosotras ya no somos para preñar, ya tenemos otra visión. Yo hace seis meses iba a tener hijos, pero ya no, y lo postergo porque ya no es una necesidad. Suena egoísta pero cómo voy a poder traer un hijo si todavía no logro comprarme el mundo yo. Hay que estar contenta para traer a alguien [al mundo], si no, es una rueda que no tiene fin. Gracias a Dios yo no tengo esa presión social: “de 29 y cómo no estái casada”21.

La posibilidad de posponer la maternidad porque no se está segura de estar preparada es acompañada de la idea de no descartar una adopción como alternativa. Se presenta la interrogante de si es necesario tener niños cuando ya hay tantos en el mundo. Lo cual más que solidaridad parece responder a un abanico más amplio en las opciones y alternativas equivalentes frente a la maternidad. Ellas enfrentan una amplitud de horizontes de sentido, ya que tienen la posibilidad de seleccionar entre alternativas comparables o equivalentes.

Por otra parte, el alcance o necesidad de cumplir ciertas metas y logros profesionales antes de tener hijos, quedó expresado en algunos casos donde se afirma que las metas y tiempos fijados para tener los hijos no se han podido cumplir porque las metas de autorrealización y perfeccionamiento educativo y laboral, ameritan continuar con la suspensión de la maternidad.

Los hijos son súper importantes en la vida de una mujer y de los hombres. También yo creo que hay una necesidad natural de proteger a alguien, pero me pasa que cuando planifico mi vida profesional, no me queda espacio para la planificación de un hijo. Me ha resultado súper conflictivo [decidir eso]. De hecho mi pololo [pareja] me está presionando súper fuerte, pero si yo tengo un hijo ahora puedo perder mis oportunidades [profesionales]. Me dan ganas pero ya tengo como cinco años posponiéndolo. Yo pensaba que a los 31 años podría, pero llegué [a esa edad] y aunque me derrito cada vez que mi hermana tiene uno [yo no me decido]. Ahora estoy terminado este postgrado y siento que después de esto voy a entrar a este círculo22.

La postergación, suspensión y negación del tiempo y la importancia de los hijos o de la maternidad están estrictamente relacionadas con una representación del trabajo como autorrealización que se diferencia radicalmente de lo que presentaban sus madres. Se observa el tránsito del trabajo como segundo ingreso al empleo remunerado y de realizaciones plenas; de la dedicación exclusiva al mundo doméstico y dependencia del ingreso masculino, a una mayor dedicación al mundo laboral y autonomía económica. En palabras de las entrevistadas:

Mi mamá estudió enfermería. Me tuvo a mí y dejó de trabajar, nunca más trabajó, siempre fue dependiente hasta que se separó y ahora recibe una mesada. Eso lo encuentro patético. Desde los 11 yo dije “nunca seré una mantenida”. La estabilidad económica es la base, y eso yo no me lo transo por un hombre. Ahora no me cabe duda de que no transo en eso, ahora que estoy en la cima de la ola, de mi realización23.

Mi mamá era maestra y eso era una prolongación de su maternidad…Ella alimentaba al que no tenía… Ella prácticamente se debatía entre sobreprotegerlos a ellos o a nosotros. Yo no voy a tener ese problema porque mi trabajo no será nunca una prolongación de mi maternidad.24 

2. DE LA NECESIDAD DE TENER HIJOS PARA SER ACOMPAÑADAS  Y CUIDADAS EN LA VEJEZ, A LA NECESIDAD DE TRAER HIJOS   INDEPENDIENTES, AUTÉNTICOS PARA LA VIDA 

En consonancia con la pérdida de la dedicación exclusiva al hogar y con la construcción de una individualidad o identidad más autónoma que sus madres, los motivos para tener hijos también se transforman o desdibujan. La idea de tener hijos para que sean el seguro contra el desamparo económico de la vejez se difumina, en tanto que se confía y se pretende que la seguridad económica y la soledad de la vejez, es asunto que sólo a ellas les compete. De hecho, se considera esta actitud del pasado muy egoísta y se toma distancia respecto a las tradicionales motivaciones de los hijos como compañía a futuro.

Yo considero que es muy egoísta tener un hijo para que sea mi lazarillo. Los hijos se van, no son para una25.

A diferencia de las mujeres de antaño, ellas prevén que incluso si no llegan a tener hijos o marido, contarán con la solvencia económica que les permitirá pagar los cuidados especializados que requiere la vejez: asilos de ancianos. Afirman, que en el caso que no lleguen a formar su familia, tendrán las mínimas inversiones y/o ahorros que les permitirán tener una vejez cómoda. Destaca la distancia respecto al antiguo estigma de terminar la vida en un ancianato, y la búsqueda de la protección y compañía en la vejez que generaciones anteriores depositaban en sobrinos.

Yo no voy a pretender que nadie cargue conmigo… Yo tengo sobrinos, pero yo… me busco un buen ancianato26.

Yo he querido y cuidado mucho a mis sobrinos… pero mi vejez no me la imagino siendo carga de nadie… Yo lo he pensado y digo: aquí está mi departamento… con el alquiler se paga mi ancianato27.

A partir de lo que ellas mismas han sentido y vivido en la trayectoria del rol de hijas, consideran que los hijos se tienen sólo por motivos afectivos: para amarlos y vivir la maternidad, no para que mitiguen la soledad, para que sean una compañía, un soporte afectivo y económico a futuro.

Mi mamá tiene muchos hijos, pero cada quien tiene su vida. Yo soy soltera y no vivo con ella. Yo creo que es así, y por eso yo pienso guardar mucho dinero para tener una buena vejez28.

Pero la diferencia respecto a generaciones anteriores y los cambios en los fines y significados de los hijos en sus vidas van más allá de la compañía y cuidados que se preveía para la vejez; se trata del deseo y convencimiento de que lo importante es formar hombres y mujeres autónomos, independientes y, sobre todo, auténticos. En la crianza de los hijos se prioriza el fomento y el derecho a la autenticidad individual y la calidad psicológica de las relaciones intergeneracionales, antes que tener seres obedientes, sometidos a la jerarquía familiar y social que señala Sigly29.

Yo priorizaría el respeto mutuo, antes o más que las órdenes. Más que reglas, yo priorizaría criterios, o valores. Al momento de criarlo yo trataría de respetarlo a él ¡Hay madres que empiezan a criarlos como ellas quieren y creen! Yo quiero, y espero, escucharlo mucho a él, y no [hacerle hacer] lo que yo quiero sin darme cuenta que esa persona también vive. Espero estar abierta para escucharlo y darle lo que él necesita y no lo que yo creo o lo que quiero que él crea. Nada de esto niega que yo lo formaré con límites claros… y que sea una persona trabajadora, pero en base a la libertad y el respeto30.

Estas mujeres parecen formar parte de una generación que han logrado una mayor autonomía e individualización de su núcleo familiar; lo que valoran y esperan aplicar en su relación con sus futuros hijos.

Yo… en la crianza de mis hijos no priorizaría los valores que he recibido de mi familia sino la libertad de decir lo que quieres ser y la certeza de que tienes el apoyo de tu familia31.

3. DE LA PAREJA O MATRIMONIO CENTRADA EN LOS HIJOS A LA VIDA DE PAREJA CENTRADA EN SÍ MISMA

En las profesionales caraqueñas y santiaguinas se evidencia que la postergación de la maternidad guarda relación con el nuevo significado y lugar que los hijos tienen en el matrimonio o en la relación de pareja en general. Los teóricos afirman que hoy más que nunca las mujeres buscan la realización efectiva del amor que siempre demandaron las mujeres. A diferencia de las generaciones pasadas, hoy las mujeres se niegan a tener una relación de pareja donde no sean comprendidas y a recibir menos afecto del que dan.

La idea del hijo aparece separada de la relación de pareja, límite que aparece más claro que en la época de sus padres, sobre todo para sus madres. Esto coincide con el lugar e importancia que asigna Giddens a los hijos en el desarrollo de las nuevas parejas: perdieron importancia los lazos con los niños, la pareja se convirtió en el centro de la familia: “hoy la pareja está en el núcleo de la familia”32.

Ellas se distancian de la subestimación de la vida de pareja y de la sublimación del amor por los hijos que caracterizó a sus madres.

Para las mujeres de antes tenía que ser muy fuerte, tremendo, el no poder recibir un afecto más concreto de su pareja. No tenían un intercambio directo con su pareja y creo que por eso se lo daban a los hijos. …33

Ellos [mis padres] no salen mucho en pareja, no tienen tan metido salir al cine, a restaurantes. Si van allí, van separados, durante la semana. Viajan juntos pero no solos, todo está muy enfocado a los hijos. No hay ninguna [muestra de afecto entre mis padres], son poco cariñosos en forma pública. Yo trataría de no descuidarla [a mi pareja] por preocuparme de los hijos.34

Si la vida afectiva no se centra y colma sólo en los hijos, el lograr encontrar una pareja y /o disfrutarla está claramente relacionado con las mayores posibilidades de suspensión de la maternidad. Ante todo se quiere encontrar a la pareja y disfrutar de esta.

Por ahora no tengo ninguna gana de tener guagua [bebé]... Yo siento que es mucho más importante tener una pareja, compartir mucho, viajar y, si me dan muchas ganas, después tener hijos, pero estando segura de que ésta es la pareja con la que quiero quedarme35.

CONCLUSIONES

La expansión y desarrollo de la tecnología reproductiva de las últimas tres décadas, y la conducción de la individualidad femenina mas allá del mundo domestico, está favoreciendo la postergación de la maternidad. Cuando ser esposas y madres ha dejado de ser lo exclusivo y fundamental que la sociedad espera de las mujeres, la maternidad deviene en un acto que requiere de una mayor preparación y planificación, pasando esta decisión a depender más del desarrollo individual de las mujeres.

En comparación con las generaciones anteriores, en las jóvenes se observan claras diferencias y una mayor contingencia sobre la decisión y el o los momentos adecuados para tener hijos. La maternidad ha pasado a ser un acto de la biografía que requiere de una mayor reflexión y preparación, lo que favorece su postergación.

La maternidad es una selección que se suspende, niega y/o retoma por el desarrollo de una individualidad o de un “yo”, que toma distancia del carácter indiscutible e impostergable que tenía la maternidad en generaciones anteriores. La postergación de la maternidad está relacionada con el desarrollo de una biografía a través del mercado laboral y académico. La decisión de ser madre se independiza de lo tradicionalmente adscrito a las mujeres. A diferencia de generaciones pasadas, se requiere conocerse y desarrollarse a si mismas de forma integral antes de tener hijos.

Por otra parte, se evidenció que los deseos y decisiones sobre la maternidad se desprenden o independizan de las necesidades de la futura vejez y de las relaciones de pareja. No se pretende tener hijos para asegurar una vejez tranquila, ni se cree que los hijos sean el centro de las demandas y satisfacciones afectivas, en tanto se pretende una vida de pareja íntimamente más satisfactoria que la desarrollada por sus padres.

Bibliografias

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2. APONTE SÁNCHEZ, E (2006). “Mitos misóginos y difusión de las ciencias”. Argos. nº. 42-43. Universidad Simón Bolívar, Caracas, pp. 7-15.        [ Links ]

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5. PERNOUD, R (1987). La mujer en tiempo de las catedrales. Granica, Buenos Aires, pp. 21-27.        [ Links ]

Notas

1  MacINNES, J (2003). La sociología de la familia y la fecundidad: Algunas contribuciones clásicas y su relevancia contemporánea. En http://www.ced.uab.es/publicacions/PapersPDF/Text226.pdf.Extraídoel 21/04/05.

2  PIAZZA, M (2003). Le Trentenni. Fra Maternita e Lavoro Alla Ricerca Di una Nuova Identita. Saggi, Mondadori, Milan.

3  GIDDENS, A (1998). La Transformación de la intimidad, Sexualidad, Amor y erotismo en las sociedades modernas. Cátedra, Grupo Anaya, Madrid.

4  BECK, U & BECK, E (2001). El normal caos del amor. Paidós, Barcelona, España.

5  ALBERTI et al (2000). Las mujeres jóvenes en España. Colección Estudios Sociales. nº. 4. “La Caixa”.

6  En relación a esta afirmación es necesario no olvidar la esquizofrenia académica a la cual estamos sometidas las mujeres, obligadas a estudiar los textos y repetir las teorías que el poder masculino establece.

7  FOX KELLER, E (1989). Op. cit

8  MACKINNON, CA (1995). Hacia una teoría feminista del Estado. Colecc. Feminismos. Trad. Eugenia Martín. Ediciones Cátedra, Madrid, p. 191.

9  DEL VALLE, T (1991). “Género y sexualidad. Aproximación antropológica”. In: Del Valle, T & C. Sanz Rueda, C (Eds.). Género y Sexualidad. Universidad a Distancia-Fundación Universidad Empresa, Madrid, pp. 13-111.

10  BURIN, M (1987). Estudios sobre la subjetividad femenina. Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, p. 23.

11  GIBERTI, E (1981). Maternidad e ideología obstétrica.  Temario Psicopatológico. Centro de Estudios de la Mujer, Madrid, p. 21.

12  BERNIS, C. & CÁMARA, C (1982). La mujer y la medicina. Liberación y Utopía. Akal, Madrid.

13  Dichas concepciones perviven incluso en nuestras etnias venezolanas. En la etnia Wayuu, las mujeres menstruantes primerizas son sometidas al “blanqueo” o aislamiento para la recuperación de su pureza.

14  BERNIS, C. & CÁMARA, C (1982). Op. cit.

15  BORCHART DE MORENO, C (1991). “La imbecilidad y el corraje”. Revista Complutense de Historia de América. nº. 17. Editorial Complutense, Madrid, p. 167.

16  DANFORTH, D (Dir.) (1986). Tratado de obstetricia y ginecología. Emalsa Interamericana, Madrid, p. 18.

17  Para ilustrar este punto recomiendo el libro de Juan Estéban-Altirrabia (1987). De ginecólogo a mujer. Thema, Barcelona.

18  Recomiendo sobre este punto el excelente artículo de Mari Luz ESTEBAN (1994). “Evolución histórica de los discursos médico-científico y religioso sobre la mujer, la reproducción y la sexualidad”. Estudios Humanísticos, nº. 16. Universidad de León, León.

19  Moreau de la SARTHE publica una Historia Natural de la Mujer, Pierre ROUSSEL (1775) escribe Sistema de la Mujer; Virey versa Sobre la Mujer y la historia natural del género humano, HOLLICK (1849) escribirá sobre Las enfermedades de las mujeres.

20  FRAISE, G (1991). La musa de la razón. Cátedra, Madrid, pp. 85-114.

21  Enfermedad femenina a la que Sigmund Freud dedicó incluso un libro, producto de sus investigaciones.

22  Lo que permitió en un futuro abrir la posibilidad del padecimiento de la histeria en ambos sexos.

23  PERROT, M (1996). “La mujer en el discurso europeo del siglo XIX”, In: Mujeres y hombres en la formación del Pensamiento Occidental. Vol II. Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, p. 118.

24  ROUSSEAU, JJ (1998). Emilio, o De la educación. Mauro Armiño (Trad.), Alianza Editorial, Madrid.

25  ESTEBAN, ML (1994). Op. cit., p. 283.

26  Curiosamente, en el mes de octubre de 1999, el Código Ético Médico español dejó de condenar el aborto, manteniendo la objeción de conciencia por parte del(a) profesional de la medicina, y tal cambio –en relación código ético de 1990- se debe a la necesidad de ponerse a tono con la legislación española que establece que ningún médico será sancionado por practicar abortos en los supuestos legales.

27  Recomiendo para ampliar esta afirmación el excelente material de Jane HURST (1992): La Historia de las Ideas sobre el Aborto en la Iglesia Católica, lo que no fue contado. Católicas por el derecho a decidir, Uruguay.

28  PERNOUD, R (1987). La mujer en tiempo de las catedrales. Granica, Buenos Aires, pp. 21-27.

29  BATTISTELLI, L (1984). La mentira ante los tribunales. Rolando Enrique Oviedo (Trad.), Temis, Bogotá, p. 64. 

30  Como ocurría en Birmania en el año 1954.

31  BATTISTELLI, L (1984). Op. cit., p. 66.

32  Recomiendo para ampliar este punto mi artículo APONTE SÄNCHEZ, E (2004). “Mujeres y control social”. Capítulo Criminológico. Revista de las disciplinas de control social. Vol. 32, nº. 3. Instituto de Criminología, Universidad del Zulia, Maracaibo, pp. 343-356.

33  Con el voto salvado de las magistrados Luisa Estela Morales y Carmen Zuleta de Merchán.

34  Sancionada por la Asamblea Nacional en la sesión de fecha 27 de noviembre de 2006. 

35  APONTE SÁNCHEZ, E (2006). “Mitos misóginos y difusión de las ciencias”. Argos. nº. 42-43. Universidad Simón Bolívar, Caracas, pp. 7-15.