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Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales
versión impresa ISSN 20030507
Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales v.11 n.3 Caracas sep. 2005
Cooperativismo y generación
de empleo en la ArgentinaCristina Simonea
aOficina de Proyectos Argentina, Alianza Cooperativa Internacional
Resumen
Este artículo examina el impacto de las políticas neoliberales introducidas en Argentina durante los años 90, desde la perspectiva de un movimiento cooperativista que con antelación se había enraizado fuertemente en las áreas de actividad agropecuaria, servicios públicos, financiera y crediticia, trabajo, consumo, seguro, salud y vivienda, entre otros sectores. La autora indica cómo el debilitamiento de la producción doméstica, sobre todo de las pequeñas y medianas empresas, inevitablemente debilitó un movimiento cooperativista íntimamente vinculado a estos sectores. Asimismo, señala cómo el abandono de la paridad con el dólar norteamericano en 2002 abrió la perspectiva de un modelo de acumulación más sentado en los productores locales, con la oportunidad de una recuperación del movimiento cooperativista, junto con una disminución de los alarmantes niveles de desempleo.
Palabras clave: Argentina, movimiento cooperativista, desempleo, neoliberalismo, devaluación, modelo de acumulación.
Cooperativism and the Creation of Employment in Argentina
Summary
This article examines the impact of neoliberal policies in Argentina during the nineties, from the point of view of a cooperative movement that had beforehand made important advances in the fields of agricultural production, public services, finance and credit, work, consumption, security, health and housing, etc. The author indicates how the weakening of domestic production and, above all, of the small and medium-size firms, inevitably had an adverse effect on the cooperative movement with which it was closely related. At the same time, she indicates how the abandonment of parity with the US dollar in 2002 opened out the prospect of a new accumulation model responding more closely to the needs of domestic producers, promising new opportunities for the cooperative movement and a disminution of the alarming unemployment rates.
Key Words: Argentina, Cooperative Movement, Unemployment, Neoliberalism, Devaluation, Accumulation Model.
Recibido: 30-06-2005 Aceptado: 15-07-2005
LOS 90: DE EJEMPLO A IMITAR A EJEMPLO DE PAÍS INVIABLE
Hace ya décadas que la República Argentina carece de un proyecto de país que integre socialmente a sus habitantes en un marco de equidad y desarrollo sostenible. ¿Podríamos afirmar que a partir de 2002 el país está revirtiendo este proceso? La década de los 90 se caracterizó, entre otros elementos generales, por un fuerte proceso de concentración económica. Esta característica sobresaliente adosada a la apertura externa, los intensos procesos de desregulación económica y la generalizada política de privatización de los servicios públicos modificaron profundamente el aparato productivo argentino.
La desindustrialización, la ruptura del complejo científico-tecnológico, el incremento exponencial de las tasas de desocupación y subocupación jalonaron el esquema de ruptura del "contrato social" que, con avances y retrocesos, había permitido construir un país que por varias décadas había sido ejemplo por su cohesión social interna.
El fuerte endeudamiento externo e interno no es más que la contracara financiera de este esquema desintegrador. Hacia fines de 2001 la República Argentina se encontraba colapsada. Las instituciones y la clase dirigente profundamente desacreditadas vaticinaban un futuro incierto y un vacío de legalidad que más hacía pensar en la disolución nacional que en la continuidad democrática. Hoy estas palabras suenan "apocalípticas", pero éste era el verdadero clima que el pueblo argentino vivió por aquellos días. De hecho, cinco presidentes de la nación en sólo trece días son muestra palpable de lo dicho.
En la actualidad la Argentina está encarando un proyecto de país sostenible. Para ello, en primer término debió recuperar su casi perdida, o al menos aletargada y desdibujada identidad nacional, producto del modelo no sólo económico sino cultural de los 90. La tasa de 8,7% de crecimiento en 2003 y 9% en 2004 son índices muy alentadores, pero mucho falta aún por hacer. Y este hacer sólo concibe un camino posible: un nuevo modelo de desarrollo nacional.
En este breve artículo intento presentar algunas reflexiones que hacen al marco conceptual para la generación de empleo basadas en la crucial diferencia del modelo de la Argentina del Plan de Convertibilidad1 y el de la Argentina ex post al Plan de Convertibilidad2.
Ruptura de un paradigma
La descripción sobre el rol de este tipo de empresas en la nueva realidad económica argentina está indisolublemente ligada al proceso de "ruptura del paradigma de la década de los 90 que se dio expresamente con la devaluación de fines de 2001". La devaluación no implicó, para el caso argentino, solamente la modificación del "set" de precios relativos, sino que sustantivamente objetivó la modificación del patrón de acumulación de capital al interior de la economía. Claramente durante los años 90 el sesgo que imperó (y esto desde la Oficina de Proyectos Argentina de la Alianza Cooperativa Internacional que tengo el honor de dirigir, lo veníamos denunciando desde 1993, 1994) fue un eje de acumulación rentístico-especulativa. Este eje se justifica desde una pretendida racionalidad económica que indica que los proyectos de inversión se deben evaluar desde lo que técnicamente se denomina "fronteras de inversión y producción"; esto es, se asignan recursos líquidos a un proyecto determinado, luego de la evaluación de su rentabilidad a escala global.
Esta pretendida racionalidad económica, que como marco teórico permea muchas de las discusiones que se libraron al interior del movimiento cooperativo3, evitó explayarse sobre tópicos sustantivos, como, por ejemplo, que necesariamente debería estar acompañada de una libre movilidad de los factores productivos a escala mundial, incluido el factor trabajo, con lo cual nos terminaríamos encontrando con un salario homogéneo, por igual actividad en cada rincón del planeta y que, a su vez también, lleva implícita una tendencia intrínseca a igualar las tasas de ganancias del conjunto de los emprendimientos, también a escala mundial.
Pero todos sabemos que: 1) los salarios no son iguales y las tasas de ganancias tampoco lo son; 2) el argumento del diferencial de productividad sistémica entre países no es lo que explica estas diferencias, sino que, demás está decirlo, se trata de 3) la armonía de un conjunto de políticas, tanto públicas como privadas que, articuladas, definen un ordenamiento nacional más potente de un país y/o región con respecto a otro/a.
La propia racionalidad del modelo es concentradora y centralizadora ya que, en la búsqueda de las condiciones objetivas de un país vis-à-vis otro país, se generan los procesos de apertura del mercado de capitales con su consecuente flujo y reflujo, y los subsecuentes retrasos en los tipos de cambio, perdiendo competitividad económica; y en los reflujos los consabidos overshooting cambiarios que desequilibran el conjunto de los precios del aparato productivo.
Asimismo, ello es acompañado por la disrupción de los esquemas regulatorios y la modificación de las ventajas que podrían haber conseguido los sectores populares donde naturalmente se ubican los trabajadores y el movimiento cooperativo organizado. El capital líquido como ordenador del proceso productivo implica necesariamente definir la tasa de interés como el gran organizador de la producción. El acceso o no al crédito, y a qué tasa, define inexorablemente "los ganadores y perdedores del modelo". Va de suyo que el acceso a una tasa de interés que no vulnere el proceso de acumulación de capital del sector real de la economía es condición indispensable para la supervivencia de las empresas en el mercado.
Por ello lo que fundamentalmente cambió con la devaluación en la Argentina fue "el patrón de acumulación del capital". El default puso a la economía a trabajar con un esquema ahorro-inversión doméstico valorando sustantivamente los elementos endógenos que hacen al desarrollo de los países.
Para ubicarnos en términos históricos recientes, podríamos pensar la economía Argentina hoy como una semejante a la que emerge luego de la profunda crisis sistémica de los años 30. Para dar una idea de lo colosal de la destrucción del aparato productivo, podemos pensar el caso emblemático de los bancos cooperativos. En el sistema financiero argentino, a fines de los 70 (1979) había ochenta y cinco bancos cooperativos; entre 1988 y 1994, esa cifra descendió a cincuenta instituciones, hoy tan sólo sobreviven dos.
Naturalmente, en este proceso seguramente se presentaron problemas de management, pero fundamentalmente lo que hubo es que los socios/clientes a los cuales atendían los bancos cooperativos por el proceso descrito dejaron de ser empresas rentables y permanentes. Esto a su vez explica la furiosa espiralización de la tasa de desocupación y subocupación que en el momento cumbre alcanzó a más de 50% de la población en condiciones de trabajar.
La Argentina de hoy
Quizás por fuerza de las circunstancias, hoy asistimos en la Argentina, a un importante proceso de creación de empresas pequeñas y medianas y a un mejoramiento más que interesante de los indicadores al interior de las empresas, empujados fundamentalmente por el incentivo a la exportación y por el proceso de sustitución de importaciones que vuelven a hacer rentable la generación de bienes y servicios en el mercado local. Concomitantemente es interesante recalcar que al crecimiento del empleo en 2003 que alcanzó 5,8%, se observa un nuevo crecimiento en 2004 superando al anterior y que alcanza 6,8%. El liderazgo como sector en materia de este crecimiento corresponde al empleo industrial lo que implica un empleo formal, con mejor salario y mayor protección social, requisito imprescindible para que en la Argentina se vaya incrementando el trabajo formal, registrado, o sea el trabajo decente que nuestros trabajadores merecen.
En este marco, el cooperativismo continúa siendo un movimiento fundamental en lo económico y social dada su inserción en el aparato productivo con una facturación anual total que supera los 15.000 millones de pesos en áreas de actividad agropecuaria, servicios públicos, financiera y crediticia, trabajo, consumo, seguro, salud y vivienda, entre otros sectores4, proveyendo de trabajo a grandes sectores de la población (véase Anexos I y II).
En esta dirección es meritorio también mencionar que, tras la preponderante "política de supervivencia" implementada por este sector en los años 90, adviene en la Argentina producto de la ruptura del plan de convertibilidad un nuevo rumbo de política económica que coadyuva a un horizonte para las pequeñas y medianas empresas en cuyo marco sus proyectos y emprendimientos vuelven a ser viables5.
A modo de algunos ejemplos podemos citar, en primer lugar, los recientes convenios de cooperación interinstitucional a cargo del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social Inaes- (órgano contralor de las cooperativas y mutuales), a través de los cuales el Gobierno nacional promueve el fortalecimiento, desarrollo y promoción de las entidades cooperativas, mutuales y entidades solidarias, adjudicando a tal efecto partidas presupuestarias a las entidades representativas de los correspondientes sectores con el fin de financiar proyectos productivos y requerimientos de capacitación, a la vez que brindar asesoría técnica y legal6.
Y en segundo lugar es dable destacar el llamamiento de la Secretaría de Comunicaciones de la Nación en el marco de la política de "reconstrucción del complejo nacional de las telecomunicaciones" para la conformación de una nueva empresa de capitales nacionales para el servicio de telefonía fija y móvil convocando para este proyecto a:
1.- las cooperativas; 2.- las empresas nacionales que produzcan en el mercado local; 3.- las pequeñas y medianas empresas a las que se les ofrece una opción de reordenamiento en el mercado, a partir de este nuevo contexto, con el actual escenario de tarifas. El interés nacional es un aspecto central en el diseño de nuestras políticas y por lo tanto de especial interés para nuestro gobierno (...) la convocatoria se funda en la férrea decisión de avanzar con jugadores locales, con visión nacional, vocación y voluntad que quieran ocupar una franja del mercado y se planteen su expansión en el futuro cercano7.
En este sendero consideramos que las cooperativas, si logran seguir aprovechando las nuevas condiciones a la vez que haciendo más eficientes a sus cuadros de gestión, podrán ir recuperando el espacio que otrora supieron tener.
Por todo lo expuesto, me atrevería a sostener que "lo peor" entendiendo como tal a los más altos índices de desocupación, subocupación, desinversión, desindustrialización, etc., entiéndase bien, "lo peor" ya ha quedado atrás.
Y si de algo sirve esta breve reflexión no es para tener una visión de la Argentina, sino, y fundamentalmente, para estar alertas, porque pareciera que no alcanza con el padecimiento de nuestros pueblos para demostrar lo incorrecto de algunos "pretendidos modelos de desarrollo", sino que con asombro se percibe que todavía están vigentes y asimismo con estupor se observa que "siguen siendo recomendados como esquemas posibles". Cuidado con caer en la tentación y en el canto de sirena de estos nuevos vendedores de felicidad eterna.
A mi entender, lo único que genera felicidad y grandeza a los pueblos fue, es y seguirá siendo aquello que el movimiento cooperativo tiene para ofrecer, que no es otra cosa que, "trabajo y capital al servicio de la producción y la distribución de la riqueza".
Si al final de esta década, podemos observar que el movimiento cooperativo ha incrementado su participación en el PBI nacional y/o regional, estaremos seguros de que avanzamos por el buen camino porque no sólo tendremos una sociedad que produce sino, y fundamentalmente, una sociedad más justa.
De acuerdo con la información estadística disponible, la situación actual del cooperativismo argentino exhibe la existencia de más de 5.000 cooperativas activas que agrupan aproximadamente a más de 13.000.000 de asociados, lo cual representa 36% de la población argentina, que es de 36.260.130 millones de habitantes según el Censo Nacional de Población de 2001. El panorama del sector refleja las siguientes características cuantitativas:
Estado actual en cifras
Fuentes: Informes de Cooperar y Coninagro para el Congreso Argentino de la Cooperación 2004 y http://inaes.gov.ar/estadística. Datos estimados al 31-12-2003.
ANEXOS y/o PIES DE PÁGINA
1 Paridad del peso argentino con el dólar estadounidense: 1 peso = un dólar.2 Es dable destacar que las cooperativas (asociación autónoma de personas unidas voluntariamente para satisfacer sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes mediante una empresa de propiedad conjunta y controlada democráticamente) y el universo de pequeñas y medianas empresas (Pymes) deben hacer parte del núcleo duro del nuevo modelo de desarrollo.
3 Movimiento internacional que a través de sus órganos de representación con-federaciones y/o federaciones se rigen por un esquema de principios y valores de la cooperación: "Las cooperativas están basadas en los valores de ayuda mutua, responsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad. Siguiendo la tradición de sus fundadores sus miembros creen en los valores éticos de honestidad, transparencia, responsabilidad social y preocupación por los demás. Los siete principios rectores mediante los cuales las cooperativas ponen en práctica sus valores son: asociación voluntaria y abierta; control democrático de los miembros; participación económica de los miembros; autonomía e independencia; educación, formación e información; cooperación entre cooperativas e interés por la comunidad" (Declaración de la ACI sobre la Identidad Cooperativa, Manchester, Reino Unido, 1995).
4 Congreso Argentino de la Cooperación: De cara al nuevo milenio, por el desarrollo nacional con inclusión social, noviembre de 2004.
5 "La generación de empleo. (...) Nuestro gobierno ha tomado este aspecto como uno de los pilares para la transformación del modelo heredado. Este cambio implica una profunda modificación en la concepción política a partir de la cual construimos la Nación, por lo tanto, a grandes rasgos, podemos definir nuestra gestión como de: producción y empleo" (Secretaría de Comunicaciones de la Nación, Propuesta de Conectividad para Telefonía Fija y Prestación de Telefonía Celular, Acta No 1, noviembre de 2004).
6 Resolución Nº 1776, Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social, Ministerio de Desarrollo Social, Buenos Aires, 20 de diciembre de 2004.
7 Propuesta de Conectividad para Telefonía Fija y Prestación de Telefonía Celular, Acta Nº 1, Secretaría de Comunicaciones de la Nación, Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, noviembre de 2004.