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Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales
versión impresa ISSN 20030507
Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales v.12 n.3 Caracas dic. 2006
¿Estudios sobre diversidad sexual, estudios sobre minorías sexuales?
Gisela Kozak Rovero11Caracas, 1963. Licenciada en Letras (Universidad Central de Venezuela); Magíster en Literatura Latinoamericana (Universidad Simón Bolívar). Doctora en Letras (Universidad Simón Bolívar). Profesora Asociada en la Escuela de Letras (UCV) y en la Maestría en Estudios Literarios (UCV). Investigadora y narradora. Líneas de investigación: literatura, políticas culturales y globalización; novela venezolana; lesbianismo, cultura y literatura. Libros: Rebelión en el Caribe Hispánico. Urbes e historias más allá de boom y la postmodernidad (ensayo) (1993); La catástrofe imaginaria (ensayo) (1998); Pecados de la capital y otras historias (cuentos) (2005). Ha publicado artículos en diversas revistas nacionales e internacionales (Hispamérica; revista Iberoamericana; Iberoamericana. América Latina, España, Portugal; revista de crítica literaria Latinoamericana; Estudios) y textos narrativos y ensayísticos en revistas, periódicos y en antologías. Ha recibido diversos reconocimientos por su obra narrativa y ensayística (Bienal Armas Alfonso de Narrativa, Programa de Promoción al Investigador, menciones de honor diversos concurso de ensayo). Publicará próximamente una novela y tiene otra inédita. kozakg@movistar.net.ve
Resumen
Como consecuencia, en primer lugar, de la importancia de la sexualidad en los roles públicos y privados de los sujetos y, en segundo lugar, del predominio en las últimas décadas de una perspectiva multi y transdisciplinaria en los estudios sobre la sociedad y la cultura, han surgido áreas académicas que atraviesan las tradicionalmente llamadas Ciencias Sociales y Humanidades como son los estudios sobre diversidad sexual o los estudios sobre minorías sexuales. Tales estudios están todavía en etapa de formación y expansión, muy influidos por el desarrollo del feminismo y por el peso del mundo académico anglosajón, y han empezado a introducirse en América Latina y a aclimatarse en nuestras sociedades tomando en consideración tanto las características particulares de éstas, generalmente marcadas por conflictos y desigualdades graves, como las distintas perspectivas políticas y teóricas que existen sobre tan polémico tema. Se propone entonces que las minorías sexuales por razones políticas, éticas y pragmáticas deben deslindar sus áreas de estudio dentro del amplio espectro de la diversidad sexual con el fin de obtener voz y visibilidad.
Palabras clave: Sexualidad, minorías sexuales, transdisciplinariedad, América Latina, activismo.
Studying Sexual Diversity or Sexual Minorities?
Abstract
During recent years, the study of sexual diversity and sexual minorities has emerged as an academic concern which embraces both the Social Sciences and the Humanities as traditionally defined. This is partly a result of the importance of sexuality in both the public and private roles of subjects; in part it reflects the growing importance of multi- and trans-disciplinary approaches to the study of culture and society. These studies are still embryonic and are clearly influenced by feminism and by the terms of the debate in the Anglo-Saxon world. Nevertheless, they are beginning to develop in Latin America and to take into account the particular problems and perspectives of the continent. The author argues that, for political, ethical and purely pragmatic reasons, the sexual minorities should delimit their study areas within the wider range of issues covered by a preoccupation for sexual diversity and do so in order to gain voice and visibility.
Key Words: Sexuality, Sexual Minorities, Transdisciplinarity, Latin America, Activism.
(Im)precisiones terminológicas
Los estudios sobre diversidad sexual y sobre minorías sexuales, terrenos vinculados pero con espacios de ejercicio político y reivindicativo específicos, se han desarrollado fundamentalmente en el mundo anglosajón y en Europa continental en las últimas tres décadas. Aunque les estoy colocando denominaciones que prácticamente los consagran como áreas de estudio de carácter estable, debo aclarar que en modo alguno es así. Los estudios sobre diversidad sexual estarían definidos por el reconocimiento de la extraordinaria importancia que en la contemporaneidad ha tenido el ejercicio de la sexualidad como un modo de ser y estar en el mundo. Se trata entonces de reconocer que tan relevante aspecto de la vida humana se expresa en conductas variables en las que la biología, el género, la cultura se combinan de modos diversos y no definitivos. La pareja heterosexual como centro del mundo se desplaza para dar cabida a la homosexualidad, masculina o femenina, y la transexualidad, la bisexualidad y la transgeneridad. Los estudios sobre diversidad sexual deberían entenderse entonces como un área transversal que analizaría desde el ejercicio de la sexualidad y de los roles de género el devenir histórico, cultural, social y político de diversas comunidades humanas.
Los estudios de minorías sexuales podrían verse como un área dentro de los estudios sobre diversidad sexual. No obstante su carácter reivindicativo política, social y culturalmente hablando los distancia de la heterosexualidad por el hecho de que ésta como norma ha copado todas las áreas del saber humano. Es preciso entonces que estas minorías reivindiquen un espacio dentro de los estudios académicos y para ello deben estratégicamente diferenciarse del estudio de la heterosexualidad. Además, el hecho concreto es que en la práctica no suelen predominar las grandes visiones de conjunto sino que se hacen estudios sobre heterosexuales, homosexuales, sobre lesbianas, sobre transexuales, sobre transgéneros y, en menor medida, sobre bisexuales.
¿Las universidades latinoamericanas salen del clóset?
El impacto de estos estudios en América Latina es reciente y su evolución está todavía por verse. No es, por supuesto, casualidad que sea así, pues en nuestro continente la urgencia desgraciadamente se lleva por delante a lo importante. Frente a sociedades con crisis económicas y políticas crónicas, por no decir permanentes, la supervivencia a corto plazo y los problemas de gobernabilidad absorben las energías sociales y políticas, que deberían invertirse en ese trabajo lento, cotidiano, a mediano y largo plazo, que es el enfrentar con éxito las desigualdades, las discriminaciones, los conflictos y las necesidades de participación de los ciudadanos. Asediados por lo inmediato, pensamos que nuestras sociedades pueden dividirse simplemente por sectores socioeconómicos o, incluso, por simpatías políticas; olvidamos muchas veces que esas sociedades están constituidas por grupos muy diversos entre sí, cuyas diferencias atienden al género, la educación, los patrones de consumo, la cultura, la etnia, la religión, los comportamientos y actitudes frente al Estado y las relaciones intersubjetivas, la pertenencia nacional o regional, las tradiciones y los valores socialmente establecidos acerca del rol que cada ciudadano debe ocupar. La orientación sexual juega un papel en este sentido, puesto que los Estados protegen las uniones heterosexuales como base de la familia, y los roles que se juegan dentro de ésta y dentro de la sociedad en general son vistos prácticamente como una emanación de dicha orientación.
La tendencia a obviar la enorme complejidad de nuestras sociedades ha limitado seriamente las posibilidades de movilización y representatividad de los movimientos en defensa de los derechos de las personas discriminadas por su orientación sexual. Además, y al igual que los grupos feministas, han tenido que enfrentar los recios prejuicios propios de las sociedades patriarcales, que convierten el ejercicio de la sexualidad en un dilema religioso, familiar, político, psicológico, psiquiátrico y en la explicación última, como diría Michel Foucault, de nuestra actitud y comportamiento personal ante el mundo.
Vistas las limitaciones históricas y políticas brevemente perfiladas, es entendible que las universidades latinoamericanas hayan tardado en abrirse a los estudios sobre diversidad sexual. Y es que las universidades responden a su tiempo hasta cuando se adelantan a ese tiempo. La larga tradición de estudios sobre la nación y la identidad nacional, sobre las diferencias sociales, las raíces culturales, llevó a la reivindicación, por lo menos en el campo del saber y del discurso político, de los indígenas, los afrodescendientes, los sectores populares. Después se abrirían paso, con dificultad pero con éxito, los estudios de la mujer. La mujer, el indígena, el mestizo, el afrodescendiente han tenido su hora académica, entre otras razones porque la primera entró masivamente a enseñar y a estudiar en ellas, y los segundos porque han sido parte esencial de los discursos políticos de cualquier signo. Pero, además, todos estos sectores pueden convertirse en banderas dentro de la lucha por el poder: Las mujeres son la mitad de la población, los pobres la mayoría y los negros y los indígenas las víctimas históricas de la discriminación. ¿Y los homosexuales y lesbianas, los transexuales, bisexuales y transgéneros? Otra historia sería si éstos pudiesen haber sido vistos como emblema de la nacionalidad o de la redención política de los desposeídos.
Pero, sin duda, las universidades han sido también las más preocupadas en cuanto a entender y profundizar el ejercicio de la democracia como pluralidad e inclusividad, y a renovar el saber en relación con los individuos y la sociedad. La tendencia de los grandes centros urbanos es a relajar las instancias de control sobre la vida privada para hacer énfasis en el comportamiento público: La insistencia en los derechos humanos responde precisamente a esta necesidad de entender al individuo en tanto ciudadano más allá de la diversidad de las conductas y hábitos. Las universidades han dado cuenta de este fenómeno y se abren poco a poco a los estudios sobre minorías sexuales, en el entendido de que la lucha contra la discriminación es requisito esencial de la convivencia en sociedades donde se relajan los lazos tradicionales y es preciso atender a problemas muy complejos de identidad y organización social y política. En este sentido, las universidades latinoamericanas están saliendo del clóset.
Perspectiva multidisciplinaria
Los estudios de las minorías sexuales al igual que los estudios de la mujer tienen un carácter multidisciplinario: La interrogante sobre las minorías sexuales homosexuales, lesbianas, transexuales, bisexuales, trangéneros puede hacerse y se ha hecho desde la economía y la política, el psicoanálisis y la crítica literaria, la sociología y la antropología, la medicina y el derecho. En mi caso particular soy escritora y crítica literaria me corresponde analizar las representaciones, las visiones, las perspectivas sobre el mundo que adelantan los textos literarios desde sus procesos particulares de codificación estética y lingüística. Todos los temas posibles de la vida humana son abordables desde la literatura, y, desde luego, las minorías sexuales es uno de ellos. Pero, además, la orientación del saber actual es abiertamente multi y transdisciplinaria: Las fronteras entre los intereses, objetos de estudio y las teorías de cada disciplina sociología, antropología, psicología, crítica de la cultura, historia, filosofía, etc. son cada vez menos rígidas. Tendemos a ver los problemas desde una perspectiva multifocal, no ateniéndonos a un solo punto de vista. Al igual que los estudios de la mujer, estos estudios tienen un carácter transversal: Podemos plantearnos un problema histórico, un asunto político o jurídico, un análisis de los medios de comunicación, o las características específicas de una literatura, tomando en cuenta la variable de las minorías sexuales.
Por supuesto, existe una visión política explícita, entendiendo aquí por política un ejercicio tendente a transformar la sociedad y la vida cotidiana. Se trata de entender la discriminación y el silenciamiento como formas perversas con las que los poderes políticos, religiosos, intelectuales y sociales tienden a ocultar las diferencias entre los individuos y justificar el rechazo familiar, el exilio laboral, la represión y las prohibiciones. Los estudios de minorías sexuales examinan entonces las representaciones y expresiones, y también la significativa ausencia, de las minorías sexuales en los medios de comunicación, la literatura, el arte, el cine, el discurso político, la historia, las leyes y, en fin, en cualquier manifestación de la vida social. Con este fin utilizan las herramientas propias de cada disciplina historia, crítica literaria, sociología, análisis político, o simplemente toman de cada disciplina lo que les interesa, y ofrecen un discurso que a pesar de las limitaciones de público de los estudios rigurosamente académicos cumple la función que se asigna al saber universitario: Propiciar los cambios no sólo a corto sino también a mediano y largo plazo.
Entre radicales y moderados, otro camino
Sin duda, la manera de plantearse los estudios de minorías sexuales variará de acuerdo con las influencias teóricas, el tipo de disciplina, los intereses políticos y el trabajo personal de los investigadores. Existen desde los estudiosos que se dedican exclusivamente a ellos hasta los que los incluyen como una perspectiva a considerar en el estudio de la cultura, como es mi caso. Pero, desde luego, el espectro es mucho más complejo, y tal complejidad ha aumentado con la aparición de la teoría Queer. Sumariamente, las tendencias podrían resumirse del siguiente modo:
La perspectiva más radical, que considera que la orientación sexual implica una identidad definida y definitiva a partir de la cual se genera un estilo de vida, una manera de ver el mundo, una manera de relacionarse con los demás sectores sociales, de crear arte y literatura, imágenes en los medios de comunicación, modas y patrones de consumo y formas específicas de afectividad. Es éste el sentido de los primeros trabajos de Daniel Balderston, José Quiroga, Alejandro Varderi, Silvia Molloy, Paul Julian Smith, Elena Martínez, Agnes Lugo-Ortiz, quienes hacen una relectura de la literatura y la cultura latinoamericana desde este ángulo. Todos ellos residen en Estados Unidos, pero algunos españoles como Mercedes Bengoechea comparten esta visión.
Una perspectiva que asume la orientación sexual como un aspecto más de los que conforman la identidad de los sujetos: La nacionalidad, la etnia, la cultura, el género, la clase social, entre otros posibles. Esta perspectiva rige en América Latina pues las condiciones propias de nuestras naciones exigen matices distintos a los ofrecidos por las visiones anglosajonas. Finalmente, la orientación sexual como elemento central de la vida es una imposición del patriarcado y su visión heteronormativa. La vida es mucho más, y en eso comparto plenamente la posición del escritor argentino Manuel Puig en "El error gay": El ejercicio de la sexualidad no puede convertirse en una definición de lo que somos. Como venezolana en el momento histórico que me ha tocado vivir mi idea de la identificación y la identidad personal excede cualquier restricción de esta naturaleza.
Una tercera que postula la necesidad de la integración de las minorías sexuales desde el punto de vista político, jurídico, económico y social. Un ejemplo: Si se exige para un trabajo ser casado y varón, no debería haber ningún problema en que el varón en cuestión fuese casado con un hombre o una mujer. Las organizaciones no gubernamentales venezolanas se identificarían con esta posición, entre ellas Lambda de Venezuela, Divas de Venezuela, Unión Afirmativa, Reflejos de Venezuela.
Por supuesto, entre estas posiciones caben matices, pero quisiera destacar la entrada de la teoría Queer, a la que se han afiliado últimamente los críticos radicados en Estados Unidos que mencioné antes. No puede considerarse una tendencia más de los estudios de minorías sexuales sino una problematización de los mismos. Tanto los estudios de minorías sexuales como la teoría Queer, cuya mayor y más conocida representante es Judit Butler, están en deuda con el posestructuralismo francés especialmente con Michel Foucault, pero también con la concepción del sujeto formulada por Jacques Lacan y con los caminos abiertos por los estudios de la mujer, en sus diversas tendencias, particularmente con la idea de que el género es una construcción cultural y no una simple consecuencia de nacer varón o hembra. Pero, más allá de estas fuentes comunes, la diferencia entre los estudios de minorías sexuales y la teoría Queer es palpable: Para ésta, la identidad del sujeto es cambiante, compleja, múltiple. La heterosexualidad y la homosexualidad, entre otras variaciones sexuales, no son condiciones establecidas a partir de las cuales constituimos una identidad definitiva. La audacia de la teoría Queer reside en saltar los límites impuestos por la heteronormatividad, pues en lugar de dividirnos tranquilamente entre "homo" y "hetero", con derechos civiles debidamente repartidos entre todos, sugiere una posibilidad futura de verdadera liberación: No ser ni una cosa ni la otra, sino todas y mucho más. El grupo venezolano Contranatura, conformado esencialmente por profesores(as) universitarios, podría colocarse en esta tendencia.
No obstante, las limitaciones de la teoría Queer en el campo político son evidentes: Para transformar una situación de discriminación y exclusión es indispensable el establecimiento de una identidad a la cual se defiende. La situación venezolana, para ejemplificar, exige el asumir identidades concretas homosexual, lesbianas, transexual, transgénero en vistas a lograr reivindicaciones en el terreno de los derechos humanos, civiles y laborales. Es un primer paso que no podemos obviar inclusive los que pensamos que la obligación de definirse por la orientación sexual es una imposición que restringe las libertades individuales: Aunque no queramos identificarnos, la sociedad heteronormativa sí lo hará.
En la práctica: Estudios sobre homosexuales, lesbianas, trans
En la práctica académica concreta, los estudios se realizan a partir de minorías específicas. Mi experiencia personal indica que, si las lesbianas no hacemos nuestros propios análisis, nadie los hará por nosotras. El patriarcado funciona también entre los grupos de defensa de los derechos de las minorías sexuales y así como la palabra homosexualidad muchas veces es entendida sólo en el sentido de relaciones eróticas y amorosas entre hombres, haciéndose invisible la condición de la lesbiana, en el ejercicio de la práctica política y académica la lesbiana puede relegarse a una segunda fila y ser simplemente una letra más en cualquier consigna de defensa de las minorías sexuales. Es imprescindible recordar las muy reales diferencias que implican los roles de género, el hecho del rol materno de las mujeres que les impone responsabilidades que el hombre no tiene, la incapacidad de entender una relación sexual o amorosa sin la existencia del falo, la misoginia manifiesta de la sociedad patriarcal. La mujer lesbiana tiene, pues, que hacer visible(s) su(s) situación(es) tanto académica como políticamente. Para cumplir con este fin, los estudios sobre lesbianas tienen que tener necesariamente un carácter feminista pues la mujer lesbiana sufre una doble discriminación dentro de la sociedad. Y a este carácter feminista hay que agregarle el instrumental sociopolítico y cultural adecuado por la simple razón de que, aunque por razones de lucha reivindicativa se hable genéricamente de "mujeres lesbianas", la pluralidad de situaciones sociales, educativas, económicas y políticas dentro de las mujeres definidas como tales crean matices imposibles de obviar.
Los estudios sobre lesbianas en Venezuela están en una etapa ni siquiera incipiente: Poquísimos trabajos amparados inevitablemente en los aportes del feminismo de otras latitudes que se ha planteado el tema, el caso de Teresa de Lauretis o de Judit Butler. En Venezuela los pocos trabajos sobre lesbianismo se inclinan más que por la discusión académica por la política, lo cual es hasta razonable en el contexto venezolano. La página web de Amazonas de Venezuela es un ejemplo en este sentido. No obstante, es de esperarse que en los próximos años estos estudios tengan un desarrollo propio tomando en cuenta la mayor visibilidad de los movimientos por la reivindicación de las minorías sexuales en los últimos años.
Bibliografía
1. Bengoechea, Mercedes (1997): "Gramática lésbica: lenguaje, sexualidad y el cuerpo a cuerpo con la madre" en Xosé M. Buxán, Conciencia de un singular deseo, Barcelona, Alertes. [ Links ]
2. Butler, Judit (2001): El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad, México, Paidós, Universidad Autónoma de México. [ Links ]
3. De Lauretis, Teresa (1995): "La práctica del amor: deseo perverso y sexualidad lesbiana", Debate feminista, pp. 34-45. [ Links ]
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