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Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales

versión impresa ISSN 20030507

Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales v.13 n.2 Caracas ago. 2007

 

Presentación

Socialismo del siglo XXI. Al debate.

Miguel Ángel Contreras

Desde 2005, en el contexto del V Foro Social Mundial de Porto Alegre, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, ha propuesto al país el socialismo del siglo XXI como nominación para caracterizar el proceso de profundización democrática que debe acometer la sociedad en su segundo mandato presidencial (2007-2013). Esta idea-fuerza vendría a resignificar la "democracia participativa y protagónica" que como idea rectora ha orientado el proceso sociopolítico de reconstrucción institucional en su primer período constitucional de 1999 a 2006. Pero ¿qué significa socialismo del siglo XXI? ¿En qué se diferencia, o cómo se vincula con la democracia participativa o protagónica? ¿En qué debería diferenciarse del socialismo del siglo XX? ¿Cuáles son sus bases teórico-ideológicas? ¿Cómo se plantea construir un modelo organizativo y productivo alternativo? ¿Quiénes serán sus protagonistas sociales y políticos? ¿Cuáles son sus instituciones fundamentales? Estas son algunas de las muchas interrogantes que se realizan intelectuales, activistas, representantes de partidos políticos, comunidades organizadas, movimientos sociales y populares, universidades, entre otros, acerca del contenido utópico de esta nominación.

Los espacios iniciales de deliberación de la idea de socialismo del siglo XXI se han centrado en la internet, la prensa escrita, la televisión, y, sobre todo, en una diversidad de foros universitarios y comunitarios. Sin embargo, y aún cuando la idea de socialismo del siglo XXI forma parte del discurso cotidiano, existen más incógnitas que certidumbres, más improvisaciones que certezas. El número central de la Revista de Economía y Ciencias Sociales, dedicado al debate sobre el socialismo del siglo XXI, contiene un conjunto variado de trabajos que esperan contribuir con la necesaria pluralización de espacios, en un debate que anima a buena parte del país. En palabras de Immanuel Wallerstein, tenemos que evaluar críticamente las alternativas históricas que tenemos ante nosotros como un ejercicio simultáneo en los ámbitos de la ciencia, la política y la moralidad. La encrucijada histórica nos obliga a distinguir entre patrones normales y patrones transformativos, ésa es una de las tareas esenciales del conocimiento y los saberes en este comienzo de siglo, en el contexto de las grandes transformaciones societales que vivimos. Los trabajos que a continuación se presentan forman parte de este esfuerzo intelectual.

El artículo de Javier Biardeau se propone realizar una cartografía del debate, preliminar, descriptiva y esquemática a las tesis centrales de la nominación socialismo del siglo XXI, en el contexto de las transformaciones de la denominada "Revolución Bolivariana", impulsada por las fuerzas sociales y políticas que apoyan el gobierno del presidente Hugo Chávez Frías en Venezuela. Para él, la fijación del significado del socialismo está sometida a procesos de lucha y articulación hegemónica. En donde no parecen existir criterios uniformes entre los discursos políticos de Chávez y los diversos planteamientos teórico-críticos sobre el "Socialismo del siglo XXI". Enfatizando, sobre todo, la tensión entre quienes proponen las nuevas "reglas de juego" frente a aquellos que plantean el proceso político como una invención permanente del "juego de reglas". Allí, para el autor, se establece la tensión entre lo deseable, lo posible y lo viable. Pero, además, explora algunas de las tesis del politólogo mexicano-alemán Heinz Dieterich y del intelectual chileno Tomas Moulian, para contrastar sus puntos de vista e identificar los ejes de este debate. Tanto Moulian como Dieterich colocan la democracia participativa, lo que Buzgalin ha denominado la democracia de base y Lebowitz la democracia protagónica, como el punto nodal del nuevo socialismo. De este modo, se prefigura una interpretación del nuevo socialismo como una revolución democrática permanente

El trabajo de Olga Dragnic analiza las funciones que los medios de comunicación social deberían cumplir en una sociedad socialista. Para la autora, en una sociedad socialista y democrática no está excluida la participación de las minorías. Esa minoría tiene derecho a emitir sus opiniones y a participar en el juego de las luchas ideológicas y políticas. En todo caso, la sociedad socialista se concibe no sólo democrática sino también participativa, con un agregado especial: deben conformarse instancias que permitan realizar una contraloría social a todos los niveles. En este sentido, se debe conformar un grupo de medios independientes con perfiles similares a los de servicio público, con autonomía editorial y estructura democrática en cuanto a la toma de decisiones, con la participación de periodistas y trabajadores en general, como también de usuarios, para que coadyuven al fortalecimiento de la sociedad socialista y democrática. Agregando, como horizonte central, la idea de que una sociedad deliberativa debe ser una sociedad informada. Por ello, es básico el acceso pluralista a la propiedad y la gestión de los medios de comunicación, para personas, partidos y organizaciones sociales.

El texto escrito por Carlos Gutiérrez, Rodrigo Navarrete y Marianela Tovar asume el debate planteado como una reflexión necesaria y urgente. Entendiendo la inestabilidad y complejidad de las combinaciones entre socialismo del siglo XXI y diversidad sexual. Para ello, los autores proponen dos condiciones esenciales: a) evitar la tendencia a percibir las sexualidades diversas como otredades amenazantes; y b) soslayar los lugares comunes sobre el debate del socialismo real. En todo caso, el debate entre socialismo del siglo XXI y diversidad sexual se plantea como una reconstrucción histórica alrededor de dos ejes reflexivos. El primero se refiere a la necesidad de reconocer el carácter histórico y cultural sobre la discusión entre sexualidad y género. En segundo lugar, se analizan críticamente las discontinuidades de la praxis de la diversidad sexual en los Estados socialistas del siglo XX. Posteriormente, los y las autores enfatizan el despertar de manifestaciones sobre diversidad sexual en el contexto de la emergencia de la V República. Por último, sobre la interpelación socialista del presidente Hugo Chávez Frías se exploran las potencialidades y desafíos de un debate todavía en ciernes.

El artículo de Esteban Emilio Mosonyi se propone enfrentar las dificultades del tema del socialismo del siglo XXI, considerando tanto el fracaso de los socialismos reales en su diversidad de experiencias y teorizaciones como la escasa receptividad de las experiencias africanas e indoamericanas en esta materia. Para él, la idea de socialismo indígena se plantea en el contexto de la profunda crisis social y cultural del capitalismo. De cualquier manera, es necesario confrontar las idealizaciones y lugares comunes asociados al indígena, como trabajo comunal, solidaridad interfamiliar, respeto de la naturaleza y cierta espiritualidad. El autor insiste en las potencialidades que pueden brindar centenares de pueblos cuyas alternativas múltiples hasta ahora se han ignorado. El contexto del debate planteado por el autor es una entrevista realizada al presidente de Bolivia y líder indígena Evo Morales. En la entrevista, Evo Morales señala el consenso de las decisiones en el marco de extensas discusiones como mecanismo político fundamental, la idea de que el movimiento indígena no es vengativo ni rencoroso, y, sobre todo, la hermosa proposición de la cultura de la vida. De allí, la necesidad de conjurar las fórmulas socializantes eurocéntricas para la reapropiación del presente de los centenares de pueblos indígenas.

El trabajo de Jessie Blanco analiza las interlocuciones entre feminismo y marxismo. Para la autora, la necesidad de diferenciar el socialismo del siglo XXI de los socialismos reales, puede ser útil, pero en el campo del feminismo reabre los debates entre el marxismo y el feminismo revolucionario. En todo caso, la autora en su propedéutica enfatiza la diversidad de marxismos y feminismos, y, por consiguiente la pluralidad de formas de militancia y alternativas frente a las relaciones de poder de ambas corrientes de pensamiento. Aclarando que las corrientes feministas que han dialogado con el marxismo han sido las llamadas radicales. Entre las que se cuentan: a) la socialista; b) el de la diferencia; y c) el feminismo neomarxista y posmarxista. Este debate ha tenido como nudos críticos los aspectos siguientes: género y clase, capitalismo y patriarcado, el sujeto de la revolución, entre otros. Otra, en cuanto a los aportes que dejaron como legado histórico las socialistas –sin que necesariamente se identificaran como feministas– se convirtieron en referentes históricos para el feminismo anticapitalista. Y una tercera vía, con la descripción y visibilización de los avances históricos de la revolución rusa con relación a la agenda de lucha de las mujeres, pese a su posterior retroceso con el régimen estalinista y la imposición del sistema capitalista. La autora concluye que el socialismo feminista no se puede encarnar sin sujetas que orienten y protagonicen esta posibilidad histórica.

El texto de Dick Parker se plantea debatir sobre la noción de desarrollo endógeno como elemento fundamental del proceso venezolano en su construcción del socialismo del siglo XXI. Para él, la política de desarrollo endógeno y los conceptos que la soportan –a pesar de los préstamos conceptuales- no responden a modelos previamente elaborados. Por el contrario, en las vicisitudes conceptuales de los primeros responsables de la política se pueden encontrar una diversidad de fuentes, pero sobre todo un liderazgo incuestionable del presidente Chávez, no sólo político sino también intelectual. Entendiendo la idea de desarrollo endógeno a la venezolana como un camino más que como un modelo alternativo. El debate sobre el desarrollo endógeno se plantea en un contexto profundamente favorable para la búsqueda de una alternativa al neoliberalismo. Posterior a la coyuntura que enfrentaba el gobierno, una vez derrotado el paro empresarial y la casta gerencial de Pdvsa, el Estado contaba con los recursos necesarios para tomar iniciativas audaces respecto a la deuda social. En todo caso, desde la perspectiva analizada por el autor, la noción de desarrollo endógeno basada en una economía popular se encuentra en ciernes. De lo que se trata entonces es de asumir las dudas, procesarlas y encontrar las maneras de resolver los problemas.

El artículo de Magdalena López se propone elaborar un balance del escenario cultural de la revolución cubana. Para ello, la autora cuestiona las narrativas totalizadoras de los discursos hegemónicos, tanto los oficiales como los de la disidencia. Insistiendo en los complejos e intensos procesos de negociación y de intercambio político, económico y cultural que construyen el entramado de las políticas culturales y sus principales actores internos y externos, entendiendo que dicho entramado ha ocupado un espacio de primer orden en la construcción y sostenimiento de lo que se pensaba sería una sociedad utópica habitada por "el hombre nuevo" que visionaba Ernesto "Che" Guevara. Algunos de los factores que contribuyeron al brusco cierre del ambiente cultural en Cuba estuvieron determinados, en gran medida, por las dinámicas propias de la Guerra Fría y la polarización que ésta produjo a escala mundial. La idea de aquél entonces era construir héroes literarios capaces de representar el modelo del ideal revolucionario. En todo caso, en la década de los 80 se fue gestando una nueva generación de artistas e intelectuales nacida bajo la revolución que florecería finalmente en la década de los 90. Con el derrumbe del bloque socialista parecieron sucumbir también las restrictivas posturas dogmáticas que habían limitado las áreas económicas y culturales. El gobierno cubano se vio obligado a liberalizar varias de sus normativas, lo cual favoreció al sector cultural. La crisis de los 90 posibilitó, así, un riquísimo florecimiento cultural, intrínsecamente ligado al autocuestionamiento y la deconstrucción de la épica revolucionaria.

El trabajo de Miguel Ángel Contreras se plantea una aproximación al debate sobre el socialismo del siglo XXI desde una perspectiva cultural. Partiendo de la dialéctica entre la globalización neoliberal –y su resquebrajamiento– y el amanecer de la participación social y política en América Latina, el texto se propone analizar las líneas de fuga, los aprendizajes políticos y las movilizaciones sociales como efectuaciones de estas contradicciones irresolutas. Para el autor, es necesario comprender el programa neoliberal –en tanto construcción histórica- como una geocultura tendente a presionar a todos los Estados a emprender un conjunto de reformas económicas y políticas para su modernización. De cualquier manera, el accionar de los movimientos sociales y populares en la región puede entenderse como una respuesta política a la utopía teleo-escatológica neoliberal. En tal sentido, se exploran nuevas fuentes teóricas y prácticas vinculadas a la eclosión de fuerzas sociales y políticas en la región. Por último, se contextualiza el impulso del debate sobre el socialismo del siglo XXI en las declaraciones realizadas por el presidente Hugo Chávez Frías en el V Foro Social Mundial de Porto Alegre.

Esta pluralidad de miradas se propone contribuir con un debate todavía en ciernes en el país. Pero, también, advertir sobre la necesaria democratización de una cita que nos convoca a tod@s. La complejidad de los procesos sociales y políticos desestabiliza significados políticos, desnaturaliza nociones de la democracia liberal y reabre la posibilidad de pensar el futuro. Sirvan, entonces, los trabajos reunidos en este número como una invitación a la reflexividad de un tema intenso y necesario. El debate sobre el socialismo del siglo XXI.