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Gaceta Laboral
versión impresa ISSN 1315-8597
Gaceta Laboral v.15 n.1 Maracaibo abr. 2009
La industria maquiladora y la migración interna en México
Susann Vallentin Hjorth Boisen
Doctora en antropología adscrita al Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. E-mail: tsiib@yahoo.com
Resumen
El objetivo de este atículo es analizar la relación entre el desarrollo de la Industria Maquiladora de Exportación (IME), la generación del flujo migratorio del sur de Veracruz hacia Ciudad Juárez iniciado en 1995, algunas de las características y dinámicas particulares de dicho flujo migratorio, y su relación con los mercados laborales locales. La metodología utilizada, fue un amplio trabajo de investigación de campo llevado a cabo en dos temporadas, en el año 2000 y entre los años 2002 y 2006, principalmente con técnicas de entrevistas semiestructuradas a profundidad y de observación participante. Los resultados apuntaron hacia un estrecho vínculo entre el desarrollo de la IME y la evolución del flujo migratorio, en una interacción importante con las redes sociales y las estrategias migratorias familiares. Las conclusiones señalan la existencia de una vinculación entre el proceso de reterritorialización productiva y el desplazamiento de la fuerza de trabajo migratoria hacia la zona maquiladora del norte del país, generando vínculos importantes entre los mercados laborales de la zona maquiladora de la frontera norte de México y los mercados laborales locales en el sur de Veracruz.
Palabras clave: Industria maquiladora, migración interna, fuerza de trabajo migratoria, México, mercado laboral.
The Assembly Plant Industry and Internal Migration in Mexico
Abstract
The objective of this article is to analyze the relationship between the development of the assembly plant export industry [Industria Maquiladora de Exportación (IME)], the generation of migratory flow from the southern Veracruz toward the City of Juarez, beginning in 1995, and some of the characteristics and specific dynamics of this labor migration and its relationship to local labor markets. The methodology was extended fieldwork during two periods: the year 2000 and between 2002 and 2006. The techniques used were primarily semi-structured, in-depth interviews and participant observation. Results point toward a close link between the development of the assembly plant industry and the evolution of migratory flow, in a significant interaction with social networks and family migratory strategies. Conclusions are that a close connection exists between the process of productive relocation and displacement of the labor force toward the assembly plant area in northern Mexico, generating important bonds between local labor markets in the assembly plant zone on the northern Mexican frontier and local labor markets in the south of Veracruz.
Key words: Assembly plant industry, internal migration, migratory labor force, Veracruz, Mexico, globalization, labor market.
Recibido: 19-05-2008 Aceptado: 24-06-2008
1. Introducción y ubicación geográfica
Durante la última década, la población de los estados del sureste de México se ha incorporado de manera creciente tanto a los flujos migratorios internos como a los flujos internacionales. Uno de los nuevos destinos principales de la migración interna es la Industria Maquiladora de Exportación (IME) situada en la frontera norte de la república. La IME ubicada en dicha frontera ha incorporado un elevado número de operadores provenientes de los estados del sur de México, como Veracruz y Tabasco, así como de otros estados del sureste del país, que antes no formaban parte del panorama laboral y cultural de las ciudades fronterizas.
Los flujos migratorios a Ciudad Juárez, que se iniciaron a mediados de la década de los noventa, tomaron un mayor impulso después del año de 1998. Entre 1998 y 2002 suscitaron fuertes debates públicos en esta ciudad fronteriza acerca del impacto social y demográfico de la migración. La discusión enfrentó a los intereses de la administración municipal por un lado, y por el otro, los intereses de la industria. Mientras que la industria maquiladora favorecía activamente la llegada de la fuerza de trabajo migratoria para sostener el elevado ritmo de crecimiento, las autoridades municipales de la ciudad temieron una excesiva presión sobre la infraestructura urbana como resultado del incremento en la migración. Por otra parte, ya en el año del 2000, el impacto demográfico de la migración hacia la frontera norte sobre los pueblos de origen en el sur de Veracruz había adquirido tal magnitud, que la prensa nacional comenzó a documentar el fenómeno (Ballinas, 2000).
A raíz del incremento de esta nueva migración veracruzana, el impacto social en los lugares de origen, así como la necesidad de comprender el fenómeno y sus implicaciones, llevó a varios académicos a interesarse en el tema (por ejemplo, Limas, 2001; Pérez, 2001; Vallentin, 2001, 2007). En la actualidad, la migración a la frontera norte se ha convertido en una característica permanente de muchos pueblos y ciudades en el sur de Veracruz. Dicho flujo migratorio se ha tornado un componente fijo en la configuración socioeconómica y laboral de estos pueblos, en donde la migración se ha vuelto una creciente opción de vida para la población, especialmente para los jóvenes.
Los datos presentados aquí son el resultado de un trabajo de investigación de campo sobre la migración dirigida desde el pueblo de Oteapan, ubicado en el sur de Veracruz, a la Industria Maquiladora de Exportación (IME) en Ciudad Juárez, Chihuahua, situada al lado mexicano de la frontera México-Estados Unidos. El trabajo etnográfico de investigación de campo se llevó a cabo en dos temporadas: entre los años 2000 y 2001, entre el 2002 y 2006, así como en revisitas en el año 2008. El estudio fue multifocal y se centró en los diferentes espacios de la migración; el espacio de origen, el lugar de destino, así como en el espacio de tránsito. La investigación de campo priviligió las técnicas cualitativas como las entrevistas semiestructuradas a profundidad, la observación y la observación participante.
Los resultados que se analizan aquí forman parte de un trabajo de investigación más amplio, orientado a estudiar la relación entre las dinámicas internas del flujo migratorio y los contextos externos en el cual se desarrolla dicho flujo. El objetivo particular de este atículo es analizar la relación entre el desarrollo de la IME, algunas de las características y dinamicas de esta migración, así como su relación con los mercados laborales locales. Con ello no se pretende que las causas de la migración se encuentran exclusivamente en las características de los mercados laborales, dado que la migración debe considerarse siempre un fenómeno complejo y multifacético. Más bien, esta exposición se centra en la forma que el proceso de globalización y de reterritorialización productiva transforma la relación entre los espacios distantes, y como, en este caso, dicha relación genera flujos migratorios y reconfigura las características socioeconómicas y laborales de las localidades.
La primera sección del artículo expone brevemente el desarrollo socioeconómico en el sur de Veracruz. El segundo apartado analiza diferentes aspectos de la organización social y económica de las unidades domésticas en el lugar de origen, así como sus formas de inserción en el contexto socioeconómico y laboral local. La tercera sección describe algunos momentos cruciales del desarrollo de la industria maquiladora en la ciudad fronteriza de Ciudad Juárez. La cuarta sección analiza la organización social y las formas de inserción social y laboral de las unidades domésticas de los migrantes en la frontera. Finalmente, el quinto apartado recoge algunas reflexiones y conclusiones finales acerca del proceso de globalización y reterritorialización productiva en relación al desarrollo del proceso migratorio estudiado.
El pueblo de Oteapan, donde se desarrolla este estudio, es una comunidad de origen nahua1, que en el año de 2005 contaba con una población 12.759 habitantes (INEGI, 2008). El pueblo de Oteapan está ubicado en la entrada a la sierra de Soteapan, aproximadamente treinta kilómetros al sur de la costa del Golfo de México. Culturalmente, Oteapan forma parte del área de la Sierra de Soteapan, que constituye una zona de asentamiento de comunidades indígenas nahuas y popolucas, a diferencia de las amplias zonas de las llanuras de Coatzacoalcos y Acayucan que en la actualidad son predominantemente mestizas. La ubicación de Oteapan en la entrada de dicha Sierra, ha favorecido no solamente una estrecha articulación económica de sus pobladores con los centros urbanos e industriales de la región, sino también su más pronta aculturación y pérdida de la lengua autóctona. Aún así, a pesar de las importantes transformaciones en el empleo que ha experimentado el municipio durante el último medio siglo, a la vez, la organización de la vida social y familiar reproduce importantes elementos tradicionales.
2. La economía regional y local del istmo veracruzano
Desde inicios de la colonia, con el decrecimiento de la población indígena, se implementó la ganadería extensiva en la zona de las llanuras del sur de Veracruz y en partes de la sierra de Soteapan. Aparte de la ganadería, en la zona se explotaba el hule y se producía cacao, plátano, caña de azúcar y café. A finales del siglo XIX, la idea de establecer una conexión interoceánica en la zona, hizo que se planteara la construcción de un ferrocarril, obra que concluyó en 1894. Este proyecto condujo a una amplia concentración y especulación en tierras que afectó principalmente a las tierras indígenas situadas en la zona distribuida a lo largo de las vías del tren, proceso que se intensificó al encontrarse petróleo en la zona (Velásquez, 2006: 73). Éstas fueron las causas inmediatas de las importantes luchas agrarias en la zona a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
En 1908, en Minatitlán comenzó a funcionar la primera compañía petrolera El Águila, de capital inglés (Velásquez, 2003). En 1938 el entonces Presidente de la República Lázaro Cárdenas nacionalizó la explotación petrolera, lo cual permitió un desarrollo más amplio de dicha industria. En consecuencia, a partir de la década de los sesenta, el fomento de la producción petrolera hizo que México pasara de ser un importador a ser un exportador de crudo, y se iniciaron las actividades de la industria petroquímica nacional. En la zona del sur de Veracruz, en 1968 comenzó a operar el enorme complejo petroquímico Pajaritos (INEGI, 1990). Posteriormente, en 1972, se inauguró el complejo petroquímico de Cosoleacaque, seguido por los complejos de la Cangrejera y Salina Cruz en 1980 (INEGI, 1990).
El petróleo fue el factor que permitió crecer a las ciudades de Minatitlán y Coatzacoalcos como centros industriales regionales. Por esta circunstancia, estos centros urbanos del sur de Veracruz comenzaron a atraer fuerza de trabajo de diferentes lugares, conviertiéndose en polos de atracción de migración a nivel nacional, situación que se mantuvo así hasta finales de los años 80 e inicios de los años 90.
En Oteapan, al igual que las otras comunidades nahuas y popolucas situadas en esta zona, la economía familiar tradicional se había basado principalmente en la agricultura de subsistencia, complementada con actividades comerciales con los pueblos vecinos y con los centros urbanos de la zona. El comercio de productos locales estuvo, al menos a principios del Siglo XX, vinculado a la producción agrícola y artesanal local. De esta manera, el comercio no era en un principio una ocupación de tiempo completo, sino que jugaba un papel complementario en la economía familiar.
A partir de la década de los años sesenta, con el crecimiento de los centros urbanos y de la industria petroquímica, comenzó a cambiar la dinámica ocupacional de Oteapan y de algunos otros pueblos, hacia una mayor vinculación e inserción en el mercado laboral regional. Este cambio estuvo estrechamente vinculado al crecimiento del sector de la industria, de la construcción y del comercio, asociado al auge petrolero y al crecimiento urbano. Se desarrolló de esta forma una marcada tendencia hacia el abandono progresivo de la agricultura, acompañado por una creciente urbanización del tipo de empleo en la comunidad.
Posteriormente, entre los años 1988 y 1993, sobrevino una importante reestructuración de la empresa paraestatal Petróleos Mexicanos (PEMEX) que condujo al despido de la mitad de los empleados de dicha empresa, por lo que alrededor de 120 mil personas perdieron su trabajo (Estrada, 1996: 61). Los despidos de PEMEX afectaron severamente la economía de los hogares en los pequeños pueblos que se habían vuelto crecientemente dependientes de los ingresos petroleros. A ello se tiene que añadir el cierre simultáneo, en 1993, del paraestatal Azufrero Panamericano, ubicado en el vecino pueblo de Jáltipan, donde también trabajaba mucha gente de Oteapan.
A esta situación adversa sobrevino, en diciembre de 1994, la crisis económica nacional, caracterizada por una súbita salida de capital, así como por una acelerada inflación del peso mexicano que redujo su valor adquisitivo. Esta circunstancia agravó aún más la situación económica de las familias que habían sido golpeadas previamente por los despidos de la paraestatal, sin posibilidad de encontrar alternativas en un mercado laboral local, que se encontraba severamente contraído. Esta situación se expresaba en 1995 en una tasa de desempleo de 9.8% en la ciudad de Coatzacoalcos, el más alto del país (INEGI, 2005).
A raíz de esta situación adversa, a principios de 1995, unos pocos hombres salieron de Oteapan rumbo a la frontera norte alentados por las noticias que ahí había abundante trabajo. Con ello comenzó la migración a Ciudad Juárez. Las condiciones precarias de vida en el pueblo se mantuvieron durante los siguientes años, con el 85% de la población económicamente activa de Oteapan recibiendo menos de 2 salarios mínimos (INEGI, 2008).
3. Organización y economía de la unidad doméstica en Oteapan
La organización doméstica y residencial de los pueblos tradicionales de la zona tiene importancia para sus formas de articularse al mercado laboral local. Dentro de las características de la organización social de la unidad doméstica en Oteapan, hay que mencionar que, al casarse, la joven pareja vive por un período en la casa de los padres del novio. Luego de un tiempo, los padres del novio les dan un solar dentro de su propio terreno para la construcción de su casa. Aunque formalmente con ello la pareja asume una residencia neolocal2, en realidad existe una amplia interacción entre los miembros de las familias nucleares de los hermanos casados y los suegros, también en los aspectos económicos.
Las familias nucleares de los hijos adultos casados constituyen unidades domésticas independientes. Aunque en la vida cotidiana las unidades domésticas de los hermanos casados y la de los padres no comparten gastos de comida, en términos funcionales y en su interacción cotidiana, conforman entre todos, un conjunto residencial de tipo virilocal, donde se reproducen densas redes sociales de interacción y de ayuda mutua. Esta organización social de la residencia estructura una serie de derechos y obligaciones específicos que rige la vida cotidiana de las familias que lo componen. El conjunto residencial funciona así en buena medida como una unidad frente al entorno, además de constituir una referencia primaria en las interacciones sociales del individuo con la comunidad en general.
Todo lo anterior implica que las redes sociales que se reproducen dentro del conjunto residencial virilocal cuentan con una muy alta densidad, que es típica de las comunidades tradicionales. Ello, porque existe una estrecha coincidencia entre las relaciones de parentesco, las amistades cercanas de los individuos y la localización espacial y territorial de dichas redes sociales. Las redes que así se centran en el espacio del conjunto residencial pueden llamarse redes sociales primarias, a diferencia de las extensas y también muy importantes redes sociales y de parentesco que atraviesan el pueblo en general. Estas redes primarias, así como las redes extensas son fundamentales para la reproducción y para la supervivencia económica de las familias en el pueblo. A su vez, al trasladarse éstas a la frontera, imprimen una dinámica específica a las formas de inserción y de interacción de las familias de migrantes en Ciudad Juárez, así como con el entorno de destino.
En Oteapan, la unidad doméstica y el conjunto residencial suelen contar con variadas fuentes de consumo y de ingreso. Generalmente, el hombre sigue siendo el principal -muchas veces el único- generador de ingresos en la familia, al tener un trabajo formal fuera del entorno familiar. Aunque los últimos años se ha experimentado una creciente participación económica formal de la mujer, en parte como producto de la crisis económica de 1994-1995, la familia nuclear suele contar principalmente con los ingresos del hombre, ya sea de un trabajo asalariado, del comercio o del campo.
Sin embargo, si se toma en cuenta las fuentes de consumo de la unidad doméstica, la realidad se torna más compleja, dado que la unidad doméstica cuenta con una variedad de fuentes de insumos para el consumo familiar, producto del trabajo de todos los miembros de la familia, ya sean productos de la huerta familiar, de la cría de aves u otros animales domésticos, del cultivo de algún terreno ejidal, de una eventual pesca o caza, de la elaboración de algún producto o de algún tipo de venta.
En la actualidad, la mayoría de los hombres se emplean en el comercio, en la construcción, como cargadores, taxistas, cobradores, mozos o jornaleros. Dichos trabajos se caracterizan por ser muy inestables, tener una baja remuneración, y no contar con ningún tipo de prestaciones laborales, económicas o sociales.
Por otro lado, las mujeres que por algún motivo trabajan fuera del hogar, se emplean en el comercio, en la venta de masa de maíz para tortillas o de tortillas hechas a mano, así como cocineras o lavanderas. Las mujeres, que son las únicas proveedoras de ingresos para su familia (en el 2000, el 20.9% de las familias de Oteapan contaba con jefatura femenina, INEGI, 2006), se dedican principalmente al comercio en los centros urbanos. El Esquema 1 ubica las diferentes fuentes de ingreso y consumo de las unidades domésticas en Oteapan, así como sus formas de vinculación con su entorno y con el mercado laboral local:
Como se observa en el Esquema 1, para la unidad doméstica en Oteapan, así como en muchos otros pueblos tradicionales en el Sur de Veracruz, el salario o los ingresos provenientes de algún empleo o por medio del comercio es complementado con otras y variadas fuentes de consumo a las que tiene acceso la unidad doméstica. Ello significa, que aunque ésta se encuentra estrechamente vinculada a la economía y al mercado laboral local, su funcionamiento no depende enteramente del salario, sino que recurre a una variedad de estrategias para resolver sus carencias. Estas fuentes de consumo no-asalariadas, hace que la unidad doméstica en Oteapan tenga costos menores de reproducción que los hogares de tipo urbano u obrero, que dependen enteramente de un ingreso salarial. Ésta es una característica que parece ser típica de las condiciones de reproducción de la fuerza de trabajo periférica semirural en el sureste de México. Sin embargo, ni estos recursos tradicionales pudieron resolver la crisis generada para la economía familiar por el efecto combinado de la reestructuración de PEMEX y la crisis de diciembre de 1994.
4.Desarrollo regional y evolución del mercado laboral en la frontera
Aunque todo México sufrió las duras consecuencias de la crisis económica de diciembre del 1994, el impacto que ésta tuvo sobre las diferentes áreas dentro del país fue muy diferente. Ello es el resultado de las diferencias históricamente creadas en la configuración local del espacio, que hace que éste interactúe y evolucione de modo distinto ante las coyunturas socioeconómicas nacionales y globales. Ciudad Juárez, ubicado en medio del desierto, al lado mexicano de la frontera internacional con los Estados Unidos, experimentó un desarrollo histórico y económico muy distinto al sur de Veracruz. El desarrollo socioeconómico de Ciudad Juárez siempre estuvo en estrecha relación con su ubicación geográfica en la frontera norte, como punto de cruce histórico hacia los Estados Unidos. Por aquí pasa también el ferrocarril que conecta la ciudad con El Paso, Texas, así como con el centro y sur de la república mexicana.
En 1941 los algodoneros y productores de azúcar de Arizona, Nuevo México y Texas solicitaron el ingreso de fuerza de trabajo mexicana debido a que el ejército norteamericano estaba absorbiendo grandes cantidades de mano de obra en vísperas de la segunda guerra mundial. El ataque de Japón a Pearl Harbor inició la participación bélica de los Estados Unidos en la guerra, lo cual agravó la situación (Machuca, 1990:135). De ahí surgió, en 1942, el Acuerdo Internacional sobre Trabajadores Migratorios (Alarco, 2006:56), o acuerdo Bracero, que fue un acuerdo migratorio bilateral entre México y Estados Unidos para permitir la entrada de trabajadores temporales mexicanos a los campos de cultivo en el sur de los Estados Unidos.
Bajo el Programa Bracero, Ciudad Juárez se convirtió en un importante punto de cruce de los migrantes (González de la Vara, 2002:162). Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, el retorno y la reincorporación de las tropas estadounidenses a la vida productiva norteamericana disminuyó la necesidad de trabajadores agrícolas mexicanos, por lo que, paultinamente, las presiones de los Estados Unidos hicieron disminir los contingentes de braceros, hasta que finalmente el Programa finalizó en 1964 (Machuca, 1990: 140; Alarco, 2006: 56). Al terminar dicho programa, muchos migrantes se quedaron en la frontera norte de México, lo cual condujo a un alarmante incremento en el desempleo en varias ciudades fronterizas, como por ejemplo en Ciudad Juárez.
Ante esta situación, se creó en México el Programa Nacional Fronterizo (PNF) en 1961, cuyo objetivo era la rehabilitación de los servicios urbanos en la frontera norte. Lo siguió casi inmediatamente el Programa de Industrialización Fronteriza (PIF) en 1965 (Carrillo, 2000; Contreras, 2000; Morales, 1999), que sentó las bases para el desarrollo de la Industria Maquiladora de Exportación (IME) en esta zona, al dar concesiones a inversionistas para instalar fábricas en las ciudades fronterizas.
El PIF tenía como objetivo desarrollar industrialmente la región norte de la República. Así mismo, debió enfrentar la grave situación de desempleo generada en la frontera. El régimen que se estableció en la frontera fue un acuerdo tipo Shelter, que entonces constituyó una excepción en las políticas económicas nacionales, que en ese momento se orientaban hacia la protección del mercado interno. Este acuerdo favoreció a las empresas estadounidenses que deseaban instalar fragmentos productivos intensivos en mano de obra en el lado mexicano de la frontera. Ello dio lugar, entre otras cosas, a la instalación de plantas gemelas a ambos lados de la frontera. Luego, en 1971 se creó el marco legal de Fomento a la Industria Maquiladora. A su vez, se reafirmó la prioridad estratégica dada a la maquiladora para el desarrollo de las ciudades fronterizas.
En 1983 se dictó el Decreto para el Fomento y Operación de la Industria Maquiladora de Exportación, el cual fue modificado posterioremente, en los años 1989, 1996 y 1998. En 1994, con la entrada en vigor de los acuerdos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), se crearon las bases para una mayor integración productiva de las maquiladoras, a la vez que previó la desaparición del trato diferencial a mediano plazo (Alarco, 2006: 57). Así mismo, se sentaron importantes bases para el crecimiento de la presencia de la IME en México, al ampliar el marco legal e institucional, así como al permitir la exportación hacia los demás integrantes del TLCAN bajo el cumplimiento de determinadas reglas de origen.
Históricamente, en las primeras décadas de la instalación de la IME en Ciudad Juárez predominaba la industria textil que ocupaba principalmente fuerza de trabajo femenina. Posteriormente, dicha industria se desplazó hacia otras áreas más periféricas como el sur de México y otros países, a la vez que se fueron instalando empresas electrónicas y de mayor tecnificación en la ciudad. Actualmente, la IME de Ciudad Juárez ha experimentado una especialización productiva en los sectores de ensamble electrónico y de autopartes, lo cual ha implicado un proceso simultáneo de masculinización de la fuerza laboral (Bendesky et al., 2004; de la Garza, 2007).
El crecimiento vertiginoso de la modalidad de la industria maquiladora a nivel internacional -y en específico en la frontera norte de México- es la consecuencia de varios factores relacionados. La presencia de la IME es el resultado de un proceso de reterritorialización productiva global que favorece la instalación de segmentos de las cadenas internacionales de producción en espacios que arrojan ciertas ventajas comparativas. Dichas ventajas comparativas pueden ser: los bajos salarios relativos, la disponibilidad de mano de obra de determinadas características e instrucción, una infraestructura adecuada, una favorable ubicación geoeconómica, la proximidad de los mercados de consumo y de los proveedores (Fouquet et al., 2007: 69), la disponibilidad de recursos (Gutiérrez, 2006: 46), así como los efectos de la aglomeración.
La intensificación de la competencia en los mercados internacionales es un factor que impulsa la búsqueda y explotación de las diferencias locales en la configuración socioeconómica, cultural, geográfica y laboral del espacio, con el fin de ganar ventajas estratégicas. En su mayoría, estos factores de localización se transforman y varían en el tiempo de acuerdo con las variaciones en las ventajas comparativas (Pozas, 2006: 77), a lo que se añade la alta volatilidad del capital industrial global, así como la evolución de las estrategias corporativas transnacionales. Por este motivo, podemos considerar que los procesos globales de acumulación se han tornado progresivamente más sensibles a las pequeñas variaciones en la configuración local del espacio, por lo que el proceso de globalización económica implica nuevas formas más directas de articulación global-local.
La relocalización de partes importantes de la industria automotriz de los Estados Unidos es un ejemplo de dichos procesos de reterritorialización productiva. Para enfrentar los altos salarios y hacer más competitiva su planta productiva, las corporaciones de la industria automotriz, como General Motors y Ford por ejemplo, decidieron desplazar segmentos de la producción hacia México (Carrillo et. al., 1999), con el fin de bajar los costos de producción, y así hacer más competitiva a la industria dentro del propio mercado norteamericano, así como en el mercado mundial. Estas estrategias resultan vitales para las corporaciones transnacionales en un contexto de incremento en la productividad y de competencia internacional.
En el caso de Ciudad Juárez, los factores de localización industrial se centran principalmente en la favorable ubicación geoeconómica de la ciudad. Ciudad Juárez ofrece una ventaja derivada de la proximidad geográfica del mercado norteamericano (Díaz, 2005: 162), cuenta con parques industriales, y ha desarrollado una amplia infraestructura para dicha industria. A la vez, cuenta con importantes vías de comunicación. También juegan un papel importante los criterios de localización de las propias empresas y sus estrategias corporativas, así como la proximidad de plantas proveedoras y el efecto local de aglomeración (De León, 2008: 87), que es notorio en las grandes ciudades maquiladoras de la frontera norte de México.
También existen una serie de factores de localización que han sido generados por la propia economía mexicana. Como consecuencia de la crisis económica de diciembre de 1994, la pronta y vertiginosa devaluación de la moneda nacional bajó el costo relativo del salario en México (Alba, 1998; Riviere d´ Arc, 2000), lo que convirtió la fuerza de trabajo mexicana en una de las más baratas del mundo. A su vez, las políticas económicas de recuperación implementadas después de la crisis generaron un ambiente propicio para el sector exportador. A diferencia de las políticas económicas del sexenio presidencial anterior, que se habían centrado en la atracción de capital financiero, a partir de 1995, las políticas económicas se centraron en el sector externo (De León, 2008: 83) y en la atracción de Inversión Extranjera Directa (IED), canalizada en alto grado hacia el rubro manufacturero, en especial hacia la IME.
En este contexto macroeconómico, a diferencia de lo que sucedió en el sur de Veracruz, en la frontera norte, la devaluación de la moneda nacional a partir de la crisis no afectó negativamente al dinamismo de la economía regional. Al contrario, el conjunto de transformaciones generadas a partir de 1995 favorecieron específicamente el crecimiento de la IME en la zona. Este crecimiento se mantuvo estable de 1994 al 2001, lo cual generó un mercado laboral muy dinámico, que a la larga, resultó demasiado estrecho para las necesidades de crecimiento de la industria.
Esta situación crónica de falta de fuerza de trabajo, tendía a agudizarse más cada vez que bajaban los inventarios o a fin de año. Otro agravante para la industria fue la tasa de rotación que se mantuvo en niveles muy elevados en la IME (Ampudia, 2000: 229; Carrillo, 2001:17, 49; Contreras, 2000: 42, 89, 90, 135; De la Garza, 2002: 119) hasta el año 2001. El incremento del volumen de empleados en la IME se observa en la Gráfica 1.
La Gráfica 1, que está basada en las cifras de la Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI, 2008), muestra el desarrollo del empleo en la IME desde 1995 a enero del 2007. Posteriormente, de acuerdo a lo previsto en el TLCAN, se generaron cambios en el marco legal de la IME, de tal manera que actualmente está incorporado como parte de la industria manufacturera nacional (en consecuencia, no existen datos posteriores de los niveles de empleo en dicha industria). La Gráfica 1 muestra las diferentes coyunturas económicas de la IME que se observan en los niveles de ocupación. Estas coyunturas se han reflejado directamente en las políticas de contratación de fuerza de trabajo migrantoria por parte de la industria maquiladora a lo largo del tiempo. Esta contínua expansión de la IME convirtió pronto a las ciudades industriales fronterizas en los más importantes centros de atracción de población a nivel nacional(Escobar, 2001: 22).
5. El desarrollo del flujo migratorio y la organización doméstica de los migrantes
Los primeros migrantes de Oteapan que salieron con rumbo a Ciudad Juárez en el año 1995 eran hombres solos. A pesar de las dificultades, estos pocos migrantes lograron insertarse en la IME y comenzaron pronto a mandar dinero a sus familiares en el pueblo. A través de las remesas, de las visitas y de la información que llegaba del norte, poco a poco se difundió en el pueblo la idea de que en la frontera había abundante trabajo y buenos ingresos.
Después de un tiempo de radicar en Ciudad Juárez, los migrantes comenzaron a traer sus esposas y familias nucleares. Luego trajeron a parientes consanguíneos y afines de primer grado colateral y descendente3. De este modo, poco a poco, se fueron trasladando las densas redes sociales del pueblo a la frontera, donde se reprodujeron y extendieron en función de la migración. Actualmente, dichas redes sociales, basadas en el parentesco y en la vecindad, se reproducen tanto en el lugar de origen, como en el lugar de destino, así como entre estos dos espacios.
En Ciudad Juárez, a dos mil quinientos kilómetros de distancia de su lugar natal, los migrantes veracruzanos viven en un número limitado de colonias en la zona surponiente de la ciudad, en las cercanías de los parques industriales. En sus formas de inserción en esta ciudad fronteriza, la gente de Oteapan reproduce importantes elementos del conjunto residencial tradicional. Aquí, lo más común es que una familia nuclear rente una casa conjuntamente con las familias nucleares de los hermanos, y a veces las de las hermanas. El resultado final es una unidad residencial donde conviven bajo un mismo techo las unidades domésticas de los hermanos adultos casados, bajo una lógica de organización muy parecida a la que rige el conjunto residencial en Oteapan.
Esta forma de organización residencial conlleva varias ventajas para los migrantes. Al convivir en una sola casa grande, se genera una baja relativa en los gastos fijos de cada familia nuclear. Así mismo, en el espacio del conjunto residencial se reproducen las densas redes sociales primarias de interacción y de asistencia mutua que existen en el pueblo, lo que permite que la familia migrante resista de una manera más fácil los permanentes reacomodos de turnos y de planta que es la norma para los trabajadores de la IME. Esta organización de la residencia provee así a la familia con una gran flexibilidad en cuanto a horarios y condiciones laborales, porque las familias se ayudan mutuamente para darle solución a dichos reacomodos.
Además, esta forma de organización permite enfrentar con mayor facilidad coyunturas de eventual desocupación, así como las tareas cotidianas como, por ejemplo, el cuidado de los niños. De esta manera, podemos considerar a las redes sociales y al patrón de residencia que se desarrollan en Ciudad Juárez como un recurso fundamental de supervivencia para los migrantes. Por todo lo anterior, es posible decir, que la familia migrante es altamente flexible en sus relaciones laborales. Así mismo, se puede observar que el costo económico y social de esa flexibilidad es trasladado hacia el espacio doméstico.
A diferencia de lo que pasa en Oteapan (Esquema 1), en Ciudad Juárez la unidad doméstica migrante depende exclusivamente de los ingresos del trabajo asalariado en la IME. En las maquiladoras, el hombre suele trabajar un sólo turno con tiempo extra (horario extra) o trabajar doble turno en diferentes maquiladoras, mientras que la mujer suele trabajar un sólo turno o un turno con tiempo extra. Muchas veces, los migrantes trabajan los turnos llamados dos o tres (tarde y noche) que son los más difíciles de cubrir con fuerza de trabajo local. Las fuentes de ingreso, así como las formas de articulación productiva de la unidad doméstica migrante se ven en el Esquema 2.
El Esquema 2 muestra algunos de los componentes fundamentales de la reproducción de la fuerza de trabajo en el lugar de origen y de destino. Muestra, así mismo, cómo la unidad doméstica en el lugar de destino depende de modo unilateral del trabajo de la IME, a diferencia del lugar de origen donde su inserción económica en el contexto local está mucho más diversificada.
La forma de organizar la residencia, así como la existencia de las amplias y densas redes sociales proveen importantes recursos de apoyo para los nuevos migrantes que llegan a la frontera. Muchas veces, los familiares que viven en Ciudad Juárez pagan el pasaje del nuevo miembro de la familia que va a migrar. Cuando arriba a la frontera, ellos lo esperan en el lugar de llegada del autobús, lo llevan a la casa donde le brindan un lugar donde dormir, comida y orientación práctica. Así mismo, a la más breve oportunidad lo llevan a contratar a una maquiladora donde ya trabajan uno o varios miembros del conjunto residencial. Como resultado, la fuerza de trabajo de Oteapan, así como de otros pueblos del istmo, tiende a concentrarse inicialmente en determinadas maquiladoras. Además, durante el período que dura hasta que el nuevo migrante obtenga su primer salario, su familia le da comida y le ayuda en todo lo práctico.
De esta manera, las redes sociales y la organización residencial se convierten en un recurso fundamental para la migración, así como para la inserción social y laboral en la frontera norte. De este modo, dichas redes bajan los costos económicos, sociales, psicológicos y emocionales asociados a la migración. El resultado es que, al incrementarse la cantidad de migrantes en la frontera, las redes sociales se fortalecen y se extienden aún más, lo que genera una baja progresiva en dichos costos.
De esta manera, se muestra cómo el patrón de residencia, así como la reproducción de las redes sociales que caracteriza a la migración veracruzana, conforman estructuras sociales que facilitan a los migrantes insertarse laboralmente en la frontera. Al mismo tiempo, la organización residencial (que implica una localización espacial de las redes sociales) brinda un espacio primario de interacción social y de desenvolvimiento cotidiano para los migrantes, dado que los migrantes tienden a realizar la mayoría de sus actividades recreativas en el marco de dichas redes o dentro del conjunto residencial, con excepción de las actividades laborales y escolares. En resumen, podemos decir, que las redes sociales primarias y extensas, así como el patrón de residencia, funcionan como espacios mediadores entre el migrante y la sociedad receptora.
Hay diferencias en las formas de interacción de los migrantes con el entrono del lugar de destino. Mientras que los solteros se mezclan un poco más con gente de su propia edad provenientes de diferentes partes de la república, así como con los juarenses, la gente en edad adulta que tiene familia, en particular la mujer, centra sus actividades cotidianas en el conjunto residencial. De acuerdo a los patrones de conducta tradicionales del sur de Veracruz, en especial la mujer sale relativamente poco de la casa. A ello contribuyen los altos niveles de inseguridad que se vive en Ciudad Juárez, que contrastan con la vida relativamente pacífica y calmada que caracteriza al pueblo en el lugar de origen. Las celebraciones y eventos sociales y religiosos de los migrantes se llevan a cabo en el marco de las redes extensas, así como en los espacios primarios de interacción que son los conjuntos residenciales. Ésta es una característica de la manera que los migrantes de Oteapan se relacionan con el entorno del lugar de destino. Refleja un modo particular de interactuar con la sociedad receptora a partir de las redes sociales.
Otro aspecto importante de la migración de Oteapan es el permanente flujo de visitas, remesas, productos, regalos, servicios e información que se transmiten entre el lugar de origen y de destino y viceversa. Las remesas que fluyen del norte al sur contribuyen al presupuesto familiar de padres, hermanos o hijos en el pueblo, mientras que los productos alimentarios que fluyen del sur al norte aportan una serie de insumos tradicionales a la dieta de los migrantes en la frontera.
Entre el lugar de origen y de destino fluye una amplia corriente de visitas. Dichas visitas suelen cumplir funciones tradicionales específicas que corresponden a los integrantes del conjunto residencial tradicional. Por ejemplo, en casos de embarazo o enfermedad, la suegra o las cuñadas se trasladan frecuentemente a la frontera para cumplir las funciones de cuidado y de atención que tradicionalmente cumplirían dentro del espacio del conjunto residencial virilocal en el lugar de origen. Por este motivo, las suegras -mujeres de edad avanzada que gozan de una gran autoridad dentro del conjunto residencial tradicional- han desarrollado una gran movilidad geográfica en el marco de la migración. De esta manera, el flujo de visitas cumple un papel fundamental en la reproducción de la familia migrante, al resolver momentos críticos a través del cumplimiento de un conjunto de derechos y deberes tradicionales contenidos dentro de las redes sociales primarias.
También fluyen importantes corrientes de información por vía telefónica entre la frontera y el pueblo. La información circula dentro de las redes sociales en el lugar de origen y en el lugar de destino y entre estos dos espacios, de tal manera que la información sobre grandes y pequeños acontecimientos se socializa y se difunde rápidamente entre la comunidad, sobre todo cuando trata de acontecimientos que atañen a todo el pueblo o que son de dominio público.
Todos estos flujos han generado una importante infraestructura migratoria en el lugar de origen y de destino, a la vez que han creado una serie de prácticas sociales y empresariales alrededor de dichos flujos, como, por ejemplo, el establecimiento de líneas de transporte directo. Los flujos transregionales generan articulaciones directas entre el pueblo y la frontera, a la vez que permiten la reproducción de las densas redes sociales a través del espacio. Tanto la infraestructura migratoria, como las articulaciones generadas a partir de ella, así como los flujos transregionales de personas, productos, dinero e información inciden sobre la percepción de la migración en el lugar de origen, lo que las convierte en una fuente para la incorporación de nuevos migrantes. Combinado con el funcionamiento de las redes sociales, que permiten una baja en los costos de la migración, estas estructuras migratorias desarrollan una relación de reforzamiento positivo, haciendo más factible la salida de nuevos migrantes del lugar de origen, siempre y cuando se mantengan las asimetrías socioeconómicas regionales analizadas al inicio.
La inserción de los veracruzanos en la IME resultó tan provechosa para la industria maquiladora, que entre 1998 y principios del 2001, momento de un crecimiento importante de la IME, la industria comenzó a reclutar mano de obra directamente en el istmo veracruzano. En este sentido hay que señalar que es necesario entender la incorporación del operador veracruzano, en general, y de Oteapan en particular, no solamente como un resultado de la migración generada a partir de las desigualdades regionales y a partir de la propia dinámica de las redes sociales, sino como un resultado combinado de la acción de las redes sociales y prácticas migratorias transregionales conjuntamente con las políticas activas de reclutamiento de fuerza de trabajo de parte de la IME en el sur de Veracruz.
Muchas maquiladoras tenían la costumbre de traer operadores directamente desde el sur de Veracruz, por lo menos, entre los años 1998 y principios del 2001. Algunas maquiladoras usaban este recurso, sobre todo, en los meses de octubre a diciembre, cuando se incrementa la producción. En 1998 ya era conocida por la industria la alta disponibilidad de mano de obra en el istmo veracruzano debido al desempleo en la zona de Coatzacoalcos-Minatitlán-Acayucan. La búsqueda activa de fuerza de trabajo en el sur de Veracruz incluía comúnmente anuncios en la radio, así como el uso de voceros locales, de volantes, y de anuncios en los periódicos. Las maquiladoras contrataban a la gente en el sur de Veracruz y la llevaban a la frontera en autobuses. Esta práctica fue muy extendida en los años de crecimiento ininterrumpido de la industria maquiladora. Todo indica, que éste fue un factor que impulsó vigorosamente la migración en las comunidades de orígen, así como un factor iniciador de la migración en algunos pueblos del sureste del país que no tenían una tradición migratoria previa.
Sin embargo, la industria no se limitaba únicamente al reclutamiento de fuerza de trabajo en la zona de origen de los migrantes. También en la propia frontera norte se llevaba a cabo una búsqueda activa, así como una intensa competencia inter-maquila por los trabajadores veracruzanos. Una práctica muy común, sobre todo durante el período de auge industrial, fue la de contratar a los veracruzanos recién llegados a la ciudad antes que buscaran trabajo en cualquier otra maquiladora. La IME mandaba sus carros de personal a los puntos de llegada de los nuevos migrantes, donde repartían volantes y convencían a los recién llegados a acompañarlos a conocer la maquiladora, donde se les servía un desayuno y se les contrataba de inmediato. Otro mecanismo, que se sigue utilizando muy ampliamente en la actualidad, es el de usar las redes sociales de los propios trabajadores veracruzanos, ofreciendo un bono de recompensa a los operadores por llevar a una nueva persona a laborar en la misma maquiladora. Si el nuevo trabajador permanece un período determinado trabajando en la maquiladora, se paga otro bono de recompensa a la persona que lo trajo.
Las estrategias activas de búsqueda y de reclutamiento de trabajadores de parte de la industria tuvieron un impacto directo sobre el flujo migratorio. Estas prácticas también han tenido consecuencias para las formas que la IME se articula con los mercados laborales locales en el sur de Veracruz. En general, dichas prácticas de gestión de personal vinieron a reforzar notablemente el flujo migratorio inicial que ya existía desde Oteapan y desde otros pueblos del sur de Veracruz. De esta manera, de modo indirecto, durante este período la IME de la frontera norte estableció encadenamientos para el suministro de mano de obra con el mercado laboral en el istmo, con el fin de asegurar el abastecimiento oportuno de fuerza de trabajo para su proceso de expansión.
En el año 2001, el mercado interno norteamericano, que es el principal destinatario de la producción de la IME en Ciudad Juárez, entró en recesión (Alarco, 2006: 78; De la Garza, 2007: 130, 137). En consecuencia, entre los meses de enero y diciembre del 2001, se despidieron en Ciudad Juárez 74.561 trabajadores de la IME (INEGI, 2002), lo que equivale a más de la cuarta parte de la fuerza laboral de la industria maquiladora en esta ciudad. En general, al término de unos meses, la industria maquiladora en México despidió entre 17.7% y 22% de su fuerza laboral, y el número de plantas decreció en un 20% (Contreras, et al., 2006: 58; De la Garza, 2007: 130; Díaz, 2005: 153). La contracción de la IME en la frontera norte de México estaba, a la vez, asociada a la sobrevaluación del peso mexicano, así como a la relocalización de algunas plantas en Centroamérica y en China.
Durante esta contracción económica, que duró hasta diciembre del 2003, el conjunto residencial de los migrantes de Oteapan tuvo que absorber los costos de los casos de liquidación y de los períodos eventuales de desempleo y de búsqueda de trabajo. Ello no ocurrió sin problemas, dado que cada familia nuclear dentro del conjunto residencial es económicamente independiente. Sin embargo, las estrechas redes sociales permitieron solventar los gastos fijos, así como proporcionar las condiciones necesarias para soportar estos períodos de mayor restricción económica.
La investigación de campo revela que, aunque los migrantes de Oteapan no experimentaron períodos prolongados de desocupación, disminuyó notablemente el volumen de la migración del pueblo a la frontera. Este fenómeno estaba relacionado con la disminución de los ingresos obtenidos a través del trabajo de tipo tiempo extra en la IME, que afectó negativamente la economía familiar de los veracruzanos en la frontera.
Con la reactivación de la IME y del mercado laboral de la frontera a partir del 2004 (ver Gráfica 1), se incrementó de nuevo ligeramente el flujo migratorio del sur de Veracruz, aunque no recuperó totalmente los elevados niveles anteriores al 2001. En el 2006, las nuevas inversiones económicas del gobierno mexicano en PEMEX en la región del sur de Veracruz hicieron crecer la demanda local de fuerza de trabajo. Con ello, la migración a Ciudad Juárez disminuyó notablemente, aunque el migrante veracruzano sigue siendo un componente significativo de los mercados laborales de la frontera norte del país.
En la actualidad, la crisis económica global ha generado una importante contracción en el mercado laboral de la IME situado en la frontera norte de México, dada su alta dependencia hacia el mercado interno norteamericano. Las consecuencias a corto plazo serán una disminución en los volúmenes de la migración, aunque es de esperar que la persistencia en el largo plazo de las asimetrías regionales, así como el funcionamiento de las redes sociales asegurará una continuidad de dicho flujo migratorio.
Conclusiones
A principios y mediados de los años noventa, la combinación de la contracción económica en el sur de Veracruz, junto con el sostenido desarrollo de la IME en la frontera norte generó un contexto macroestructural de asimetría regional relativa que sentó las bases para el desarrollo inicial del flujo migratorio de Oteapan a Ciudad Juárez. La posición particularmente favorable de Ciudad Juárez como nodo productivo internacional, hace que, en épocas de auge, tiende a contar con un mercado laboral muy dinámico, que, cuando se dan las condiciones regionales para ello, ejerce una atracción sobre la fuerza de trabajo hasta en áreas muy distantes, como el caso del sur de Veracruz.
Este desarrollo asimétrico dentro del país se relaciona con el proceso de reterritorialización productiva global, así como con la reorientación de las políticas económicas nacionales desde un modelo basado en el mercado interno y en la explotación petrolera, hacia un modelo cuyo eje central es el sector externo, orientado hacia el mercado internacional y hacia la exportación a los mercados del TLCAN.
Existe una clara relación entre el desarrollo de la IME, sus necesidades específicas de determinado tipo de trabajadores, y el desarrollo y propagación del flujo migratorio del sur de Veracruz a la frontera norte. Esta migración ha sido fomentada por una parte por el desarrollo propio de redes migratorias, y por otra parte, y de manera muy importante, por los mecanismos de búsqueda activa de esta fuerza de trabajo migratoria de parte de la propia industria en la misma frontera y en los pueblos del sur de Veracruz. De esta manera, se establecieron encadenamientos que garantizaban a la industria maquiladora un suministro oportuno de trabajadores para sus coyunturas de expansión, al mismo tiempo que estos trabajadores son fácilmente desechados en momentos de contracción económica de la IME.
El proceso de reterritorialización industrial global se expresa en la instalación de segmentos de las cadenas internacionales de producción en determinados espacios periféricos y semiperiféricos aprovechando sus ventajas comparativas. La presencia de la IME en los espacios periféricos no sólo afecta a la región inmediata donde se instala dicha industria, transformando el mercado laboral local y generando presión sobre los recursos locales. También ejerce efectos importantes sobre áreas muy lejanas, atrayendo población a estos centros productivos desde miles de kilómetros de distancia, afectando así la composición demográfica, la estructura social y los mercados laborales en espacios muy distantes. Éste es uno de los modos en que el proceso de globalización afecta a las localidades periféricas. A la vez, y de manera creciente, la migración laboral se ha convertido en una de las formas en que las comunidades y los pueblos locales se articulan a las dinámicas económicas globales.
A partir de mediados del 2006, las nuevas inversiones de capital generadas por parte del estado mexicano en la industria petroquímica en la zona de Minatitlán han generado nuevas fuentes de trabajo en el sur de Veracruz. Los empleos que tiene la gente de los pueblos en el sur de Veracruz son en la ampliación de las instalaciones de los complejos petroquímicos, por lo que su duración es de corto a mediano plazo. Es probable que mientras duren dichos empleos, la migración se mantenga en niveles muy bajos. A ello tenemos que añadir la actual contracción de la Industria Maquiladora de Exportación en la frontera norte de México, registrada desde finales del año 2008, lo cual, en el corto plazo, contribuye a la generación de bajas tasas de migración.
El futuro de la migración del sur de Veracruz a mediano plazo dependerá entonces del desenvolvimiento de los mercados laborales locales en el sureste del país, así como de las coyunturas económicas de la IME y del mercado laboral en la frontera norte. Estos dos mercados locales de trabajo se encuentran estrechamente vinculados, por un lado, a las políticas económicas nacionales, y por el otro, se articulan en un alto grado a las coyunturas y a las transformaciones económicas globales. Por otra parte, el futuro de la migración interna depende de la capacidad que tengan las unidades domésticas en el sur de Veracruz, y en general en el sureste del país, para generar estrategias viables para la supervivencia económica de las familias en estos contextos en constante evolución.
Las nuevas formas de articulación de las unidades domésticas del sur de Veracruz con los procesos de producción internacionales, si bien dependen de los cambiantes factores de localización, no parecen ser muy reversibles, aunque en un futuro sus formas y su direccionalidad geográfica pueden transformarse. Un panorama posible, ante una eventual falta de crecimiento de la zona maquiladora a mediano plazo, podría ser la transformación de los flujos migratorios internos en flujos migratorios internacionales.
Notas
1 En Oteapan se habla el nahua del este, al igual que en el vecino pueblo de Zaragoza. Los nahuas de la zona provienen de la migración del altiplano central a partir del año 800 d.c. (Munich, 1983: 22), los nahuas se insertaron en el sur de Veracruz entre los pueblos zoque-popolucas, en un área con fuerte influencia cultural olmeca.
2 Residencia que no es ni en casa de los padres del novio ni de la novia.
3 Hermanos, hermanas, primos (as), cuñados (as), sobrinos (as). En este caso, con especial énfasis en los hermanos y primos paralelos patrilineales (hijos de hermanos varones), debido al patrón de residencia en Oteapan.
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