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Tiempo y Espacio

versión impresa ISSN 1315-9496

Tiempo y Espacio v.20 n.53 Caracas jun. 2010

 

EL REY PORTUGUES EN BRASIL Y EL SURGIMIENTO DEL PAIS DEL FUTURO

Alejandro Mendible Zurita

Universidad Central de Venezuela Venezuela amendible@cantv.net

RESUMEN

El traslado del rey portugués al Brasil, huyendo al acoso de Napoleón en Europa, resultó determinante para la aparición del sentimiento de nacionalidad en éste país sudamericano, vinculado a la posesión territorial del Imperio. La permanencia de Joao VI en Río de Janeiro por trece años, permitió el fortalecimiento del estado colonial que actuó como el marco de referencia legal para mantener la unidad territorial de casi la mitad del espacio sudamericano. Estos logros resultaron condicionantes para la formación del Brasil como un país del futuro.

PALABRAS CLAVE: Brasil – Joao VI – nacionalidad – Imperio – Río de Janeiro

THE KING IN PORTUGUESE BRAZIL AND THE EMERGENCE THE COUNTRY'S FUTURE

ABSTRACT The transfer of the Portuguese king to Brazil, fleeing harassment of Napoleon in Europe, was decisive for the emergence of the feeling of nationality in this South American country, linked to the territorial possession of the Empire. The permanence of Joao VI in Rio de Janeiro for thirteen years, allowed the strengthening of the colonial state acted as the legal frame of reference to maintain the territorial unity of almost half the South American area. These achievements were conditions for the formation of Brazil as a country of the future.

KEY WORDS: Brazil - Joao VI - nationality - Empire - Rio de Janeiro

Recibido 03/03/2009 Aprobado 27/05/2009

Introducción

El 8 de marzo del 2008 se cumplieron 200 años de la llegada de la familia real portuguesa al puerto de Río de Janeiro huyendo del acoso de las fuerzas napoleónicas en Europa, acontecimiento que constituye el inicio del Brasil moderno. El hecho es un caso histórico único en el Nuevo Mundo, por cuanto ningún otro pueblo americano vivió tan de cerca la presencia de un rey europeo, como el brasileño. Esta situación contribuyó de manera determinante para la preservación de un Brasil territorialmente unificado, situación que le permite en el presente ocupar un espacio igual a la mitad de todo el Continente.1 El singular hecho se presenta como la convergencia de la problemática del Estado monárquico portugués, aquejado por la guerra napoleónica europea, y el proceso evolutivo sudamericano. Esta implantación determinó un cambio trascendental del sentido histórico de la colonia impulsando un nuevo rumbo evolutivo. El cambio de rumbo inició el impulso hacia la formación de un Brasil moderno, que en el presente se percibe como esencial para su liderazgo entre las republicas sudamericanas.2

El Brasil actual es el gran núcleo coordinador de la articulación geo-económica de la unificación suramericana y el conductor de las posibilidades históricas para que el resto del Continente pueda alcanzar una inserción ventajosa en el proceso de globalización. A principios del siglo XIX, el traslado de la corona portuguesa cambió los roles entre el centro colonial y la periferia sudamericana, pasando la metrópoli a convertirse prácticamente en una colonia del Brasil, que se había transformado en la sede del imperio. La permanencia en Brasil del Rey Joao VI por trece años, contribuyó a la instauración e implantación de un estado colonial lejos de Europa lo cual fue algo atípico para la época. Según el historiador Oliveira Lima, la corte política que rodeaba al monarca en Brasil era cualitativamente muy superior a la que tenía previamente en Portugal. (Oliveira Lima, 1996) El nuevo estado actuó como el centro de conciliación de la preservación del territorio colonial, creando el inicio de un sentimiento de nacionalidad relacionado con el espacio ocupado por el Imperio. Dicho sentimiento de nacionalidad se fortalece después del 7 de septiembre de 1822, cuando se alcanza la independencia.3

El proceso formativo del poder en Brasil es diferente al del resto de América Latina, por cuanto no fue la nación la que creó el Estado, sino al revés el estado dirige la formación del pensamiento nacional, proceso que se inicia durante el “periodo Joaninho” (Faoro, 1996). Dos siglos después, la mudanza de la familia real cobra importancia como el comienzo de un proceso en Sur América, el cual tiene hoy un original contenido socio cultural, tendiente a convertirse en un nuevo polo civilizatorio occidental del nuevo mundo, independiente del formado en Norte América.

LA HUIDA ESTRATREGICA EN 1808

El traslado al Brasil de la corte, obedecía a una estrategia para burlar los planes de Napoleón Bonaparte de dominar Europa, y de hecho Joao VI fue el único monarca europeo que pudo escapar, y que con el tiempo, fue determinante para el inicio del Brasil moderno. En 1800, el Brasil se había convertido en la posesión colonial más lucrativa del imperio portugués, a ésta situación se le sumaba su ubicación estratégica frente al Atlántico Sur, que le permitía controlar las importantes rutas comerciales hacia el África. Esta consideración influye de manera significativa en la toma de decisión del Rey, quien a principios del mes de noviembre de 1807 se encontraba atrapado entre la influencia económica de Inglaterra y los pactos de alianza con Francia. La alternativa consistía entre sufrir las consecuencias del despecho británico o aceptar impotente el intervencionismo francés. Para ese momento, los ingleses le mantenían informado del avance amenazador de la división militar comandada por el general francés Jean Andoche Junot, cuyo objetivo consistía en la toma del puerto de Lisboa, para solicitar luego la abdicación del rey, y dividir el país nombrando nuevas autoridades impuestas por Napoleón. Ante la crítica situación, y buscando escapar a todas las humillaciones sufridas por sus parientes castellanos, Joao toma la decisión de trasladarse al Brasil con diez mil miembros de la nobleza al Brasil. El traslado de la corte se realiza en una escuadra de ocho naves, cuatro fragatas, tres gabarras, cantidad de ‘charuas’ (remolques) y otras naves mercantes en las que llevan cuadros, libros, las joyas del imperio y otros bienes del reino. Cuando las tropas francesas llegan al puerto de Lisboa sólo alcanzan a ver lejos en el horizonte la flota portuguesa acompañada por barcos de guerra ingleses.

El 23 de enero de 1808 atracaron en la ciudad de Bahía, los buques que traían a bordo la familia real, cuatro días después de desembarcar, exactamente el 27 de enero, los comerciantes se dirigieron al capitán general conde de Ponte para que por su mediación se elevara un memorial al Príncipe solicitando la apertura de los puertos brasileños al comercio internacional, demanda que fue concedida mediante una Carta Regia, evento que es destacado por la bibliografía como la independencia económica del Brasil, por cuanto en la practica acababa con el pacto colonial.4 La independencia política se produciría años después, en 1822. La transformación del territorio Brasileño como primera fuente de ingresos del Imperio, se inicia a partir del descubrimiento de las fabulosas Minas Gerais en el año de 1674, por los intrépidos bandeirantes, quienes representaban el agresivo movimiento expansionista de la colonización portuguesa en Sur América.5 El descubrimiento, primero de diamantes en las márgenes del río das Vejas, y después de importantes vetas de oro, despertó en todo el imperio portugués un gran interés por la colonia. La orientación de la corona se inclinaba hacia Brasil y aumenta en la medida que las remesas de capital provenientes de las colonias de Asia y África, disminuían. Así, el boom del oro determinó el cambio del sentido de explotación y organización de la colonia, impulsando una nueva orientación hacia el sur. El poder se alejó de la cuenca Amazónica, para acercarse a la cuenca del Río de la Plata. De esa manera, la primera capital instalada en Bahía, centro de referencia del ciclo de la explotación del azúcar, se traslada para la ciudad de Oro Preto, y desde allí, buscando un nuevo puerto de salida en Atlántico para la exportación de la ingente riqueza del oro, se inicia la utilización de Río de Janeiro, que en 1763 se designa como la capital del Virreinato (Vianna, 1965). En 1808, cuando llega el Rey, la ciudad tenía una exigua población, y su importancia se derivaba de ser un puerto de cabotaje con las áreas cercanas al Río de la Plata y, además, un centro negrero para trasladar piezas de esclavos a Minas Gerais.

Hasta ese momento, la evolución económica de la colonia había seguido una serie de ciclos de explotación. De manera inconexa, el Brasil colonial se constituyó en proveedor de diversos artículos para el comercio europeo, pero los procesos productivos se mantenían desvinculados y siempre volcados hacia el exterior. La llegada del Rey significó el acopio del poder que se hallaba disperso, en la persona del monarca, y dio inició a una verdadera unidad nacional. Antes de 1808, cada ciclo se caracterizó por la presencia de un producto dominante en el comercio, el cual ocupaba y organizaba un espacio determinado. En secuencia, primero fue el palo brasil, localizado para su trueque en factorías establecidas a largo de la costa, después en el nordeste, el ciclo del azúcar, y siguió el oro, en Minas Gerais (Furtado, 1963). Como se dijo anteriormente, a principios de siglo XIX, Brasil se encontraba organizado políticamente como un Virreinato y Río se había convertido en la nueva capital del gobierno colonial, que se encontraba a cargo del Conde de Arcos. Con la llegada del Rey todo cambió en la colonia.

EL REINADO DE JOAO VI EN BRASIL, LA FORMACION DEL BRASIL MODERNO

Don Joao VI llega al Brasil actuando como Príncipe regente en sustitución de su madre doña Maria, quien se encontraba apartada del cargo al ser considerada desquiciada mentalmente, y permanece en suelo sudamericano hasta 1821. Don Joao no había nacido para ser rey, por cuanto el legítimo sucesor, José, su hermano mayor, muere en 1788, y solo después, en 1792, se convierte en gobernante por el impedimento de su madre para reinar. Sus biógrafos lo presentan como un personaje retraído, más dado a escuchar y conciliar que a imponer su criterio. Se dice que era descuidado con su persona, y daba muestras de desaseo al llevar comida en sus bolsillos.

La presencia real establece un temprano fortalecimiento del Estado luso-brasileño, que permite el perfeccionamiento del aparato administrativo del reino. El objetivo de Don Joao, una vez establecido en Brasil, fue el de crear un nuevo imperio, probablemente independiente del reino de Portugal, en caso de no poder lograrse la expulsión de los franceses de allí. Sin embargo, a partir de la expulsión de los franceses en 1814, y la derrota final de Napoleón en 1815, la situación cambia, colocando a Don Joao y a toda su corte en el difícil dilema de quedarse en Brasil, lo cual prácticamente determinaba la caída del régimen monárquico en Portugal, o de regresar a Europa dando origen a una situación que llevaría a la colonia directo a la independencia. Por esta razón, Don Joao decide crear en el Congreso de Viena, en 1815, el reino unido de Brasil, Portugal y Algarbe, siendo la capital brasileña de Río de Janeiro la sede del gobierno monárquico, una circunstancia a la que los portugueses no se opusieron al principio, debido a las reformas que realizó el gobierno en Brasil en materia económica, cultural e incluso militar antes de la caída de Napoleón. De ese modo, al quedar Brasil al mismo nivel que Portugal, Joao VI, tal vez habría dado inicio a una nueva etapa de su reinado, que era el principio de una política expansionista, a costa de los territorios de las recientemente independizadas republicas hispanoamericanas.

Esta situación relegaba a Portugal a un plano secundario, razón que a largo plazo llevó a los portugueses a rebelarse, agitados por su nacionalismo, y a demandar el regreso del monarca a su patria, frustrando de este modo lo que pudo haber sido la creación de un nuevo imperio unido a Portugal.

En el período, la ciudad de Río de Janeiro se transforma en una atractiva capital imperial. Su ubicación fue descubierta el 20 de enero de 1503, cuando el navegante portugués Gaspar de Lemos llegó a la bahía de Guanabara, y la confundió con la desembocadura de un río al cual llamó Río de Janeiro, que significa “río de enero”. Posteriormente, en 1555, el oficial naval francés, Nicolas de Villagigon, llegó al lugar con una flota de dos buques y 600 soldados y colonos para fundar el primer asentamiento europeo permanente en la zona, la colonia la llamó “Francia Antártica” y la pobló con hugonotes franceses y calvinistas suizos. Un poco más tarde, los portugueses pudieron reconquistar el lugar contando con la ayuda de los indios nativos. A partir de entonces, la ciudad fue construyendo su hegemonía económica hasta convertirse en la capital del virreinato del Brasil. En 1808, con la apertura del puerto al comercio libre, se produce la reorganización de un mercado liderado por una elite de familias luso – brasileras, generador de riqueza y flujo comercial (Motta, 2006).

La permanencia del Rey resultó altamente beneficiosa para el crecimiento de la ciudad. Durante su permanencia Don Joao forma la Escuela Naval y el comando de la Marina; la Academia Militar; las Aduanas; el Banco del Brasil; la Biblioteca Nacional; la Guardia real de la Marina y los fusileros navales; el Ministerio de Hacienda, la Escuela de Medicina; la Escuela de Ciencia, de Arte y Oficios; la Imprenta que permitió la creación del primer periódico “Gaceta de Río de Janeiro”; el Museo Nacional; el Regimiento de caballería; el Jardín Botánico y el Ministerio de Relaciones Exteriores, hoy Itamaraty. Incluso, en el período se intenta por primera vez establecer una fábrica siderúrgica para iniciar el periodo de industrialización. La toma de decisiones del rey portugués se encontraba condicionada a la creciente dependencia económica de Inglaterra. Esta situación se venía estableciendo desde la firma del Tratado de Methuen, en 1703, mediante el cual Portugal le concede ventajas absolutas a Inglaterra, fijando los derechos a ser cobrados en las aduanas a los productos procedentes de ese país. Mientras, Inglaterra se limitaba a conceder derechos atribuidos de nación favorecida a los productos portugueses, pero conservando entera libertad para regular sus tarifas. En lo concreto, el intercambio se reflejó en el vino exportado por Portugal y los textiles de Inglaterra, determinando el estancamiento del primero por no renovación tecnológica, en contraparte, el segundo se fue innovando con la industrialización. De ésta manera la economía portuguesa fue siendo subyugada por la inglesa. Esta desfavorable dependencia es estudiada por historiadores económicos, quienes demuestran como el ‘boom’ del oro de Minas Gerais en Brasil terminó por favorecer el desarrollo industrial de Inglaterra (Saraiva, 1989).

Así, la libertad de comercio en Brasil favorecía los intereses expansionistas ingleses en América del Sur, y el golpeado imperio portugués actuaba en función de las aspiraciones del inglés. En este contexto, los intereses ingleses influyeron de manera importante en la toma de decisiones de la política internacional de la corona portuguesa. Considerando que el reino portugués se muda en medio de la guerra europea generada por Napoleón, se mantiene el conflicto contra Francia en Sur América. Inglaterra tolera y estimula la invasión de Cayena, con el aporte de una cañonera que se une a la guarnición de unos quinientos soldados portugueses y la toman sin mayor resistencia el 12 de enero de 1809. La intervención altera a favor de Portugal, los límites establecidos en 1713 por el Tratado de Utrecht y extiende la influencia del reino hasta las costas del mar caribe. Esta situación ocurrida sin mayor impedimento al norte del imperio, era muy diferente a las dificultades que se le presentarían en el sur, adonde se orientaba la codicia expansionista de la corona portuguesa, hacia los territorios de la Cisplatina en la ribera norte del Río de la Plata. Este territorio era de jurisdicción española y políticamente se encontraba bajo el Virreinato del Río de la Plata creado en 1776, gobernado desde el puerto de Buenos Aires. Sin embargo, el territorio desde la época de Felipe II, se fue formando como un área de transacción del comercio ilegal entre la colonia portuguesa y la española que tenía como objetivo establecer una vía de penetración desde el Atlántico hasta el Virreinato del Perú, donde se encontraban las ricas minas de plata del Potosí. En la parte española, se hallaba vigente un antagonismo entre el puerto de Montevideo y el de Buenos Aires por el ingreso de la mercancía colonial, en especial la carga de los negros esclavos. El área, por razones obvias, era apetecida por Inglaterra, quien en 1809 manifestó sus ambiciones al tomar el puerto de Buenos Aires. Desde la sede del reino, en Río de Janeiro, se evaluaban las posibilidades para iniciar una política imperialista sobre los territorios de la cuenca del Río de la Plata, empresa que se desarrolló en medio de las peleas de la familia real, por las grandes desavenencias existentes entre el rey Joao VI y su esposa la española Carlota Joaquina.

El vacío de poder creado en España por la abdicación del rey a favor de los intereses de Napoleón Bonaparte, sirvió de detonante para una fuerte manifestación de nacionalismo en España, y en Hispanoamérica favoreció el surgimiento de las “fuerzas profundas” que pugnaban por abrirse paso hacia la ruptura del pacto colonial. Esta situación insurreccional se manifestaba de manera importante en los territorios coloniales españoles, y uno de los centros revolucionarios era el cabildo de Buenos Aires, que en mayo de 1810 declara la independencia. Ante esta realidad, la corona portuguesa se decidió a intervenir en la Banda Oriental, propósito para el cual no contaba con el apoyo inglés. Lo cual no fue impedimento para actuar, porque surgieron como justificación los derechos de la princesa española Carlota Joaquina, esposa del rey Joao VI, quien había nacido en Madrid en 1775, hija del rey Carlos IV y hermana de Fernando VI.7 Doña Carlota Joaquina aspiraba a la regencia de España como fuente de poder para los dominios ultramarinos y se convirtió en una pesadilla para las colonias españolas. En su condición de esposa del rey de Portugal y desde su cómoda residencia en Río de Janeiro, pretendió ser reconocida reina de España por las colonias y tras el levantamiento español, dirigió cartas y manifiestos a las autoridades políticas y religiosas

Por su parte, el Rey, paralela a la intervención armada, también consideró la posibilidad de lidiar con el movimiento de independencia de las colonias españolas, el cual cobró fuerza después de 1815, cuando se produjo la derrota de Napoleón. Pero para el momento había surgido una nueva confabulación de los reinados conservadores de Rusia, Polonia y Austria quienes formaban una Santa Alianza tendiente a ejercer una tutela monárquica tiránica en el nuevo orden mundial que se buscaba establecer. La alianza, pretendía retrotraer los movimientos de independencia en América del Sur para reponerlos como áreas coloniales, y con respecto a Brasil, donde el inmenso territorio permanecía compacto y tranquilo bajo el dominio real, se pretendía presionar el regreso del monarca a Portugal. La situación internacional planteada preocupó a algunas personalidades importantes del movimiento de independencia sudamericano. Es el caso de Simón Bolívar, quien escribe varias cartas manifestando su desconfianza contra Don Joao VI (Santos Lima, s/f).8 En 1817 surgieron especulaciones, cuando el Rey español Fernando VII envió la expedición del General Pablo Morillo y se especuló que la misma se dirigía hacia Buenos Aires y sería asistida y complementada con soldados portugueses suministrados por Joao VI en Brasil.9 Sin embargo, las conjeturas se disiparon al dirigirse la acción punitiva primero a la toma de la Isla de Margarita, en Venezuela, y después al sofocamiento de la insurrección existente en el Virreinato de la Nueva Granada. La situación interna del reino experimentó un grave incidente desestabilizador en 1817, cuando se produjo una insurrección de carácter republicano en la región de Pernambuco, en el Nordeste. Fueron varias las razones que motivaron la insurrección, y entre sus antecedentes se señala la invasión holandesa realizada entre 1628 y 1654. Durante este periodo se destaca el gobierno de Johann Mauritius Van Nassau, cuya gestión se caracterizó por la tolerancia, el estimulo a la urbanización, y el crecimiento de la economía del azúcar. La intervención terminó con una insurrección de los colonos portugueses, quienes apoyados por los indígenas lograron una victoria decisiva en la batalla de Guararape. A partir de entonces, los pernambucanos se consideraron diferentes a los colonos de otras regiones por haber conquistado cierta autonomía. Este sentimiento se acrecentó cuando el rey decidió aumentar los impuestos para sostener su plan imperialista en la región Cisplatina, lo cual trajo como consecuencia la restricción de la paga de los soldados, circunstancia que fue aprovechada por un grupo de conspiradores para instigar una revolución. Entre los dirigentes se hallaban un comerciante, Domingo José Martins, un magistrado, Antonio Carlos de Abreu, y un ex sacerdote, el Padre Roma (Tavares, 1884). Este último era el padre del cadete Abreu e Lima, quien después de fracasar la revolución y ser ajusticiado su progenitor, logra huir y llegar a Venezuela para incorporarse al movimiento independentista donde alcanzó el grado de general y edecán del Libertador Simón Bolívar (Chacon, 2008).

Joao VI le gustaba y pretendía quedarse en Brasil, y de manera realista consideró que el movimiento de independencia hispanoamericano no era un motivo de hostilidad contra Brasil. Esta apreciación se fue fortaleciendo y maduró la idea de convertirlos en aliados natos para fortalecer el sentimiento americano en Sur América. En 1820, cuando el Rey formó su último ministerio antes de regresar a Portugal, designa como encargado de Asuntos Extranjeros al progresista pensador portugués Silvestre Pinheiro Ferreira, quien encara la situación de relaciones con los países vecinos. Su primera gestión se orienta hacia Buenos Aires a donde envía una misión especial para realizar las primeras gestiones en el establecimiento de las relaciones diplomáticas. Estas importantes negociaciones, continúan después de 1822, alcanzada la independencia del Brasil. El primer Canciller nombrado por el Emperador Pedro I, José Bonifacio de Andrade -un personaje de gran importancia en el proceso de Independenciaacuerda el establecimiento de las relaciones con la Argentina, el cual se hace extensivo al resto de países sudamericanos. Bonifacio, con gran visión de estadista, llega a pensar en la formación de una alianza americana (“Liga Americana”) integrada por los Estados Unidos, del Reino o Estado independiente de México, del Brasil, del Reino americano Meridional y de otros Estados soberanos (Cervo, 2002).

El reino del Brasil; y particularmente la ciudad de Río de Janeiro, fue el marco en el cual descolló el linaje real de la familia de los Braganzas. En 1814, cuando la reina Maria muere, su hijo Don Joao VI, quien gobernaba como regente, es coronado con todo el boato real en Brasil. Como se ha mencionado anteriormente, en 1815, el rey aprovecha las deliberaciones del Congreso de Viena para elevar a Brasil al rango de reino asociado con Portugal y Algarbe, con la intención de poder quedarse en Brasil, pero con su acción determina la afirmación solemne de la integridad territorial del Brasil. En 1816, se produce con gran pompa real el matrimonio de Don Pedro, el hijo mayor de los reyes Joao y Carlota, con la princesa Carolina Joseia Leopoldina, hija del Emperador Federico de Austria (Moritz Schwarcz, 2006).

Evidentemente, estos eventos destacan como conmemorativos de la corte, pero lo más importante fue el día a día, durante los trece años de permanencia del rey en Brasil, estableciendo una praxis política entre el poder real europeo y un pueblo americano que aprende a lidiar y sacar ventajas de dicha relación. Indiscutiblemente, el principal logro fue la creación de la nacionalidad brasileña, un primer paso hacia el Brasil moderno, proceso que fue interrumpido por la revolución ocurrida en la ciudad de Oporto en Portugal en 1820.

La ruptura se establece cuando dentro del seno del imperio portugués se produce un desencuentro entre el poder real y la manifestación de la nacionalidad brasileña en cierne, que manifiesta su intención de defender las reivindicaciones alcanzadas. En la ciudad de Oporto los complotados integrados por jueces, bachilleres, comerciantes y comandantes militares se organizan alrededor de un proyecto liberal, el cual ya se venía expresando en la Península Ibérica. En España, surgió con fuerza en la elaboración de la constitución de 1812. En Portugal, la tendencia asume el nombre de “Vintismo”, indicando la voluntad de presionar e intervenir decididamente en las relaciones políticas de la metrópoli y la colonia. Para fortalecer su posición, los conspiradores retoman el mito de la fundación de la monarquía portuguesa al mencionar que el rey Don Alfonso Henriques al ser escogido por Dios, gobernaría sobre el Consejo de las Cortes de Lamego en Portugal. En este contexto, el viaje de regreso real resalta en Brasil el aspecto teórico entre el antagonismo creado por la conciencia de lo americano y su diferencia con lo europeo. En lo concreto el conflicto de poder se manifiesta en el seno del reino, entre las facciones portuguesa y la brasilera.

El periodo joaninho, por su incidencia en la formación del Brasil moderno ha sido estudiado por importantes historiadores de ese país. Las fuentes para su estudio son variadas y se encuentran agrupadas en diferentes partes, tanto en Brasil como en Portugal. En Río de Janeiro, el Rey construyó una hermosa biblioteca a la que le dono 64.000 libros y la cual todavía existe funcionando como una sede de la Biblioteca Nacional, localizada en la plaza de Cinelandia, en el centro de la ciudad. En ésta biblioteca se encuentra un valioso material para el estudio del período.10 También, se puede hallar abundante material en el Archivo Nacional de Brasil localizado en la capital, Brasilia. En Portugal, el acopio documental de mayor significación se localiza en la Torre de Tombo, nombre de los archivos históricos de éste país, equiparables al Archivo de Indias, en Sevilla, España. También se puede acceder, por la red, al ‘Centro de Documentacao D. Joao VI’ en la ciudad de Nova Friburgo en el Estado de Río de Janeiro, Brasil.

En cuanto a los muchos libros que se han escrito resaltamos el trabajo del diplomático e historiador brasileño Oliveira Lima autor del libro considerado como uno de las obras más importante de historia del Brasil, prácticamente un clásico.11 El mismo aparece con el titulo D. Joao VI no Brasil en el cual, se califica a Joao VI como “el fundador de la nacionalidad brasileña”. Por cuanto, Don Joao VI vino a crear y realmente fundó en América, un imperio de donde surgieron los fundamentos de la nacionalidad de una inmensa colonia que hasta ese momento era amorfa, y cuando dejo al Brasil se encontraba en mejores condiciones de como la encontró. Oliveira Lima escribe su formidable libro de investigación histórica en 1907, cuando se cumplían los primeros cien años del traslado del rey. En esta referencia, nos parece oportuno acotar que el texto parcialmente fue escrito en Caracas, Venezuela, en 1905, durante el tiempo en que el personaje fue Embajador de su país en Venezuela, en tiempos de Cipriano Castro (Mendible, 2008).12 Para ese momento el personaje podía ser considerado como el intelectual brasileño de mayor conocimiento sobre América Latina, y en esta condición el Canciller Río Branco le pidió como un favor personal de amigo el que aceptara la representación en Caracas, estimando la difícil situación que vivía el país bajo la presidencia de Cipriano Castro y de sus repercusiones sobre el resto del Continente. Posteriormente, no fueron muy frecuentes los trabajos sobre el importante evento histórico, hasta un siglo después, cuando se cumplen los doscientos años del evento, cuando se publican nuevos trabajos, como el libro del periodista brasileño Laurentino Gomes bajo el titulo: 1808 como uma rainha louca, um príncipe medroso e uma corte corrupta enganaram Napoleón e mudaram a Historia de Portugal e do Brasil, y el del historiador australiano Patrick Wilcken titulado: Imperio a deriva a corte portuguesa no Río de Janeiro 1801–1821.

Durante el año 2008, se produjeron varias manifestaciones conmemorativas, entre ellas una exposición itinerante enviada, en el mes de noviembre del 2008, por el gobierno portugués a Río de Janeiro,13 compuesta de libros, documentación variada, grabados y otros materiales sobre el histórico viaje. Entre los libros, se incorporan valiosos textos pertenecientes a la biblioteca del Gabinete Portugués de Río de Janeiro tales como el de Joaquim Machado de Castro: Descricao analytica de execu da estatua ecuestre erigida em Lisboa à gloria do Señor Rei Fidelissimo D. José I. (Lisboa, Imprensa Regna, 1810); José da Silva Lisboa, vizconde Cairo: Estudos do bem – comum e economía política. (Río de Janeiro, Impressa Regia, 1819); Luiz Goncalves Santos: Memorias para Server a historia do reino de Brazil. (Lisboa, Impressa Regia, 1816); y el libro de Francisco Felir Carneiro Soto Mayor: Reducto genealógico. (Lisboa, S.a. 25). Igualmente, a lo largo del año 2008, en Brasil se pronunciaron las academias de historia, las universidades y los diferentes medios de comunicación,14 recordando el evento.

En conclusión durante el periodo joaninho se establecen los fundamentos sobre los cuales se va a erigir el desarrollo independiente del Brasil. Esta proyección parte de la identificación de la población brasileña con el territorio ocupado por la corona portuguesa en América del Sur, considerando ésta asociación como la base de su nacionalidad. En estas condiciones, a partir de 1822, el país independiente evolucionó para superar las diferentes dificultades que se presentaban, siempre con el convencimiento de mantener la unidad nacional. Esta disposición nacional motivó al escritor austriaco Stefan Zweig a escribir un sugestivo libro en 1942, con el título de Brasil el país del futuro (Zweig, 1957), destacando la inteligente estrategia de ese país para alcanzar un desarrollo armónico en un mundo altamente competitivo.

En los inicios del siglo XXI, la humanidad vive un nuevo tiempo histórico, dominado por un proceso de globalización, donde las grandes regiones socio-culturales se organizan para preservar su identidad. Este es el caso de Sur América, que en el pasado funcionó mayormente como una unidad de referencia geográfica y sólo en la actualidad intenta alcanzar una unidad civilizatoria de referencia en el nuevo orden internacional. La unidad actual engloba todo el continente por lo cual parafraseando a Zweig, podríamos decir que vivimos en el continente del futuro.

NOTAS

1 Brasil ocupa el 47% de todo el continente sudamericano.

2 Brasil jugó un papel de primer orden en la formación de la Comunidad de Naciones Sudamericanas creada en el Cuzco, Perú, en diciembre de 2004, en la actualidad: UNASUR. También, desarrolló un rol de coordinación para la constitución del Consejo de Defensa Sudamericano realizado en la reunión de presidentes sudamericanos, en Bahía, en diciembre de 2008.

3 ‘El Grito de Ipiranga’, dado por Don Pedro I en Ipiranga, lugar cercano a la ciudad de Sao Paulo, como un gesto personal de rechazo a la orden de las Cortes de Portugal de regresar a Lisboa. El hecho es conocido como “Eo fico” (yo me quedo)

4 El decreto liberaba las aduanas brasileñas para recibir productos de cualquier país que mantuviera relaciones de paz con Portugal, mediante el pago de un impuesto de 24% sobre el valor de la mercancía. Las exportaciones de los productos coloniales también quedaron liberados. En la práctica la medida benefició ampliamente a Inglaterra. 5 La ‘bandeira’ fue organizada y dirigida por el portugués Fernao Dias Pais quien había ganado mucho dinero cazando indios en el interior del Continente para después venderlos como esclavos en las haciendas de producción de azúcar de la costa. La ‘bandeira’ salió de la ciudad de Sao Paulo con destino a las tierras que después serían llamadas Minas Gerais.

6 Las referencias sobre el monarca son muchas, pero en éste trabajo recomendamos ver: Jorge Pedreira e Fernando Dores Costa, D. Joao VI um principe entre dois continentes.

7 La infanta se casó con Joao de Portugal cuando tenía diez años de edad y su matrimonio fue infeliz y tormentoso, por cuanto ella complotó en varias oportunidades contra su marido y según algunos biógrafos pudo estar involucrada en su envenenamiento en 1823. Según algunas fuentes tenias rasgos hombrunos, un carácter fuerte y pecó de adulterio

8 El Libertador escribe desde Lima, el 23 de enero de 1825, señalando: “Por desgracia, el Brasil linda con todos nuestros estados: por consiguiente, tiene facilidades muchas para hacernos la guerra, con suceso, como lo quiere la Santa Alianza”.

9 Según las conjeturas la expedición haría una parada para su abastecimiento, en Río de Janeiro, y en ese puerto sería reforzada con la incorporación de 6 mil soldados portugueses.

10 Se puede tener acceso por la red y revisar la base de datos bibliográfica, además de una biblioteca virtual dotada de valioso material.

11 El juicio es de Gilberto Freyre.

12 Un ejemplar de la primera edición del libro se encuentra en la Biblioteca Nacional de Venezuela en el Foro Libertador de Caracas.

13 Para darle realce la exposición fue acompañada por el Primer Ministro portugués, Anibal Cavaco Silva y una importante comitiva integrante por intelectuales e historiadores portugueses

14 Entre los medios impresos, merecen destacarse las ediciones especiales elaboradas durante el mes de marzo de 2008 por la revista Veja, y los periódicos O Estado de Sao Paulo, y O Globo de Río de Janeiro.

 

Referencias

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