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Tiempo y Espacio
versión impresa ISSN 1315-9496
Tiempo y Espacio v.20 n.54 Caracas dic. 2010
Orígenes de la urbanización El Paraíso 1891-1895
María T. Leal R.
Universidad Pedagógica Experimental Libertador.
lealmaria1981@gmail.comRESUMEN
La historia de la urbanización El Paraíso, es una investigación que reconstruye los distintos momentos históricos en la evolución del primer emplazamiento urbanístico de la ciudad de Caracas, en el marco de los preceptos teóricos-metodológicos de lahistoria local, tomando como referencia el período 1891-1895. Éste, que constituye el propósito fundamental de la investigación, se abordará desde dos ejes, a saber: la primera, revisar las transformaciones dadas en lo temporo-espacial, bajo la perspectiva de la interconexión regional, nacional y mundial; segundo, identificar a través de cartogramas el crecimiento de la Urbanización El Paraíso. Las fuentes previstas para el trabajo investigativo, constan de fuentes primarias como documentos y legislaciones de carácter oficial, pasando por fuentes secundarias como la revisión bibliográfica, así como técnicas entre las que cuentan la entrevista con algunos habitantes de esta comunidad capitalina.
Palabras clave:
Caracas, El Paraíso, historia local, urbanización, fundación.Origin of urbanization Paradise 1891-1895
ABSTRACT
The history of urbanization Paradise, is an investigation that reconstructs the different historical moments in the evolution of the first urban location in the city of Caracas, in the context of theoretical and methodological precepts of local history, with reference to the period 1891 -1895. This, which is the fundamental purpose of the investigation, will be addressed from two axes, namely: first, review the transformations given in the temporo-spatial, from the perspective of regional networking, national and global, and second, identified through of growth cartograms Urbanización El Paraíso. The anticipated sources for investigative work, consisting of primary sources as documents and laws of official capacity, through secondary sources such as literature review and techniques among those that have the interview with some people in this community capital.
Keywords: Caracas, El Paraíso, local history, urbanization, foundation.
Recibido: 10/02/2010 Aprobado: 08/07/2010
Introducción
La Caracas del siglo XIX, en pleno proceso de expansión, mantiene sus nexos con el viejo esquema colonial español. La parroquia, las formas de organización civil, la religión, el apego a las reglas del idioma, el añejado problema de la civilización, ese es el legado de la España imperial, orden que a su vez deriva del complejo pensamiento de Occidente.
Atrás quedaron los días de disputa sobre las tierras y el régimen de propiedad que sobre éstas debía establecerse. La situación del indígena al respecto, se resuelve prematuramente ante el inminente exterminio de los grupos que habitaban en la región a manos de las nuevas fuerzas ocupantes. Durante los siglos XVII y XVIII desaparecen setenta pueblos de indios en la Provincia de Caracas, y con ellos sus tierras.
En la Colonia la ciudad coexiste como unidad engranada a las encomiendas y los repartimientos. Al tiempo que se erige la ciudad se constituyen encomiendas y se reparten las tierras (Blanco Muñoz, 1980, pp.66-67). El sistema impulsado para el desarrollo económico de las regiones conquistadas, a través de las concesiones de tierra dadas por la Real Corona, prestaron las bases para la conformación de una serie de relaciones comerciales que van de la mano con el crecimiento progresivo de la población y la exteriorización de sus necesidades.
La ciudad de Caracas, como otras tantas capitales latinoamericanas, nace como expresión directa de los intereses de la clase dominante. Señala Gil Fortoul (1942) que, una vez sometida la tribu o tribus que poblaban el territorio elegido para la
fundación del poblado, se realizaban los acostumbrados rituales de fundación, la designación de los sitios correspondientes a la Plaza, el Ayuntamiento y la Iglesia que marcan el centro de la ciudad, para demarcar a continuación el espacio donde habrían de albergarse los colonos que con el tiempo constituirían los llamados pueblos de españoles. Y formando parte de los actos de fundación, se repartía la tierra y los indios que la habitaban entre los colonos. Mediante la utilización de las instituciones del repartimiento y la encomienda respectivamente se daba comienzo a la vida de una ciudad (p.118).En el plan urbanístico colonial, no se esconde la relación que existe entre el aparato político y la estructura económica. Es decir, Caracas colonial es la ciudad de blancos, asiento de los conquistadores desde donde se expande el proceso colonizador hacia el sur de la provincia prácticamente en lo que se conoce como los llanos centrales.
El cabildo institución conformado por los vecinos de Caracas, todos blancos y de alcurnia, reparten los solares para las habitaciones y haciendas. El cabildo integrado por los encomenderos encargados de velar por la hispanización del indio, organiza el espacio en función de las actividades económicas y por supuesto, segregar a los indígenas del espacio caraqueño. Durante la república, permanecen algunas instituciones como el cabildo que por cierto fue agente del proceso de emancipación y que todavía tiene un papel preponderante como organismo de gobierno de ciudad.
Durante el siglo XIX, comenta Ceballos García (1999), el poder político venezolano abre el territorio al comercio internacional capitalista, a través de casas comerciales extranjeras, pero en lo interno se conservan relaciones de producción precapitalistas, semifeudales y hasta esclavistas. Los cambios socioeconómicos, generados por el proceso independentista, parecen reducidos a la intensidad con que es utilizada, en adelante, la mano de obra esclava que tiende a decaer, a favor de otras relaciones precapitalistas de corte semifeudal que parcialmente están presentes desde la Colonia y dieron origen al medianero, aparcero o peón. La generalización de estas relaciones de producción aseguró a los grandes propietarios de tierras una mano de obra servil y barata que les facilitó ampliar los cultivos y extender la superficie de sus fundos con la incorporación de los baldíos (p.54).
Ciertamente, la explotación de la tierra cristaliza manifestaciones económicas de orden precapitalista de la sociedad venezolana, pues cuenta con los elementos necesarios para el sostenimiento de la producción, bajo un sistema político colmado de terratenientes, un cuerpo jurídico que le ampara y una mano de obra campesina emanada de los viejos y más deprimidos factores sociales del orden colonial.
Más adelante, en el siglo XX, la ciudad de Caracas, ratifica su condición de centro de las relaciones comerciales, residenciales y administrativas de las clases dominantes, mientras se relega a las zonas rurales, la producción que ha de sustentar la economía nacional. Entendemos que la explotación petrolera produce no sólo transformaciones en la economía venezolana, es en esencia, la actividad que enlaza a Venezuela con el capitalismo internacional.
Empero, la estructura agrícola sustentada en la comercialización de café fundamentalmente se desarrolla en el marco de un cúmulo de intereses de grupos. Hablamos de los comerciantes, hacendados, distribuidores de mercancía, de los gobernantes de turno, parte y garantes de las relaciones de producción. En el extremo opuesto, está el otro tanto de la población, la mano de obra, aquella pieza clave en la producción. En el conjunto, la actividad económica sometida al latifundio refleja la concepción que lo acerca a una primigenia forma de relaciones capitalistas en nuestro país. No sólo por el producto explotado en sí mismo, más bien por las redes comerciales articuladas a la producción y por las relaciones socio-económicas y espaciales que de éstas se derivan.
El proceso al que hemos hecho mención se va a tratar en cuatro momentos a mencionar: El Paraíso en los días de hacienda. Período: 1830-1891; El Paraíso: de trapiche a urbanización. El espacio de la oferta y la demanda. Período: 1895-1898; el terremoto del 29 de octubre de 1900. Segunda expansión de la urbanización El Paraíso. Período: 1900-1904; y El Paraíso del siglo XX. Tercer momento de expansión, período: 1908-1930.
El Paraíso en los días de hacienda, la crisis de la caña de azúcar y la "Ciudad Nueva". Período: 1830-1891
En tiempos en que la intrusión de capital propicia transformaciones de importancia, el trapiche pervive por corto tiempo en los intereses de los habitantes de la zona. A propósito de las unidades de explotación en la estructura de la agroexportación, la hacienda, integrada por cultivos de plantación y de conuco, era el complejo básico de la agricultura. Esta actividad, no solamente era responsable de la oferta de buena parte de los renglones alimenticios, sino que mantenía una oferta de fuerza de trabajo indispensable para la producción agro-exportadora (CENDES, 2002, p.151).
La inauguración del ferrocarril de La Guaira en 1883 generó expectativas en el desarrollo económico, contribuyendo al surgimiento de una nueva dinámica en las relaciones comerciales de la región, al tiempo en que se convirtió en el vehículo de sustento de la economía de puerto en la Venezuela agro-exportadora.
La conformación de nuevas vías de transporte comercial propiciará cambios en la dinámica gestada a partir del trapiche; complejo desde cuyas instalaciones pueden elaborarse papelón y ron, fundamentalmente. "La hacienda-trapiche, tuvo su origen en el período colonial y prosiguió, casi sin alteraciones, en las primeras décadas de vida republicana" (Banko, s.f, p.3).
La hacienda, debemos señalar, representa la concentración de tierras cultivables. La apropiación de tierras ejidales, de tierras de propiedad de las órdenes religiosas y de tierras de comunidades indígenas, fueron disueltas a partir de la implementación de las leyes republicanas dictadas en el período de la Gran Colombia (Ríos y Carvallo, 2000; p.60), que de acuerdo a las características del suelo, podían ser clasificados como de regadío. Es posible que tales hayan sido las disposiciones impuestas a la hacienda Paraíso, cuya explotación fue destinada al cultivo de la caña de azúcar, rubro que no necesita grandes extensiones de terreno. Las dimensiones de la hacienda Paraíso en tierras planas eran un poco más de treinta y nueve hectáreas y los terrenos de ladera superaban las cuatro hectáreas, sin incluir los espacios correspondientes al sequero.
La obtención de agua para el riego de los cultivos se hace a través de acequias, especie de canal por donde corre el agua hacia el área de siembra. Explica Abache de Vera (1995): "los primeros vecinos del sector El Paraíso no tenían más agua que la proveniente de cristalinas acequias de la hacienda Echezuria, así como de las acequias de las haciendas Ibarra y Espino" (p.14). Ello denota como la hacienda, es asiento y en parte sustento de una nueva generación social y económica que despertará a finales del siglo XIX e inicios del XX.
En el camino que avanza en el valle de Antímano hallaremos haciendas de caña de azúcar fundamentalmente. Para el siglo XIX la hacienda Paraíso no presentaría problemas de mayor índole para el riego de los cultivos, por la cercanía con el vasto río Guaire. Además contaba con la presencia de una acequia. La primera referencia que se tiene de este tipo de ingeniería agrícola ocurre en la vecina hacienda La Vega.
En 1568 el Cabildo de Caracas autoriza a Garcí González de Silva el Pacificador, para construir una acequia, mediante el desvío de las aguas del río Guaire. Esta se convertiría en la primera concesión que se hizo, coincidiendo con la fecha de la recién fundada ciudad de Santiago de León en 1567. Años más tarde, en 1605, Francisco Castillo de igual manera solicita permiso para construir una acequia en el Guaire, para después establecer un ingenio de azúcar (Villalba, 2007; p.126). El orden de levantamiento de las acequias como sistemas de riego de la sociedad colonial, es propicio para el sostenimiento de la producción de cereal, legumbres, hortalizas, de trigo en menor proporción y de caña de azúcar fundamentalmente.
La caña de azúcar reviste especial importancia en la producción agrícola interna no solo de El Paraíso, sino de todo el valle de Caracas. Sin embargo, tal y como sostiene López Maya (1986): "su confrontación con las plantas antillanas de elevada producción a bajos costos explica el que la caña de azúcar nunca haya representado un renglón importante de exportación" (p.23). La preeminencia comercial la obtuvo el café, cultivo que en el fértil valle caraqueño ocupó las laderas, por supuesto; algunas condiciones privaron para el desarrollo de este rubro agrícola, entre ellas, su practicidad y disposición para el cultivo.
El predominio de la hacienda como forma económica de la Venezuela agro, no obstante, prontamente entrará en conflicto con las nuevas demandas sociales y económicas del siglo XX. López Maya (1986) señala, que este paisaje de hacienda, tal y como se halla interrelacionado con el desarrollo de la vida urbana, era a su vez un freno a la extensión de Caracas en algunos de sus límites inmediatos. Cerca de la ciudad se encontraban haciendas de primera importancia, cuyos altos rendimientos no permitieron su transformación en paisajes de suburbios sino en el siglo XX, cuando la economía agro-exportadora dio paso a la economía petrolera. El paisaje de suburbio se dará en el siglo XIX en los límites de estas haciendas, cerca de los caminos y en zonas dedicadas a cultivos menores (pp.23-25).
En tanto, acota la autora, algunas haciendas hacia el sur y suroeste de Caracas se prestan como espacios de resistencia para el crecimiento de la ciudad, entre éstas resalta haciendas como la de Catia o las de Paraíso, Montalbán y La Vega con sus ingenios, la hacienda de Valle Abajo, propiedad de Guillermo Espina y la hacienda el Convento en lo que hoy llamamos Los Chaguaramos. Esta ubicación de los paisajes agrícolas abarca una buena extensión del valle de Caracas y nos permite, a su vez, visualizar espacios que, como las márgenes de los ríos, quedan generalmente utilizados en funciones para la comunidad o son aprovechados como zonas de explotación de hortalizas y legumbres para abastecimiento de la zona.
Por otra parte, el valle de Antímano reviste de importancia en la dinámica comercial a finales del siglo XIX, entre Caracas y algunos centros poblados del interior del país. El lugar desde la hacienda La Vega ofrecía un panorama estrictamente rural, pasando por el centro poblado Antímano, de influyente connotación comercial, hasta el camino que conduce al poblado de Las Adjuntas. Desde el sitio se apertura una vía de comunicación con los valles de Aragua, a los cuales se tenía acceso una vez superada la franja montañosa. Esta importante conexión, aunque ciertamente la más tortuosa, facilita el intercambio comercial, no sólo con el espacio aragüeño, también con los llanos centrales, al tanto que se convierte en un punto de enlace a través del paso de Las Trincheras con Puerto Cabello, principal punto de distribución de insumos del centro del país después del puerto de La Guaira. Esto eleva la importancia, de la hacienda Paraíso, y de todas aquellas posesiones que como ésta, se hallaban dispuestas entre el espacio entre la ciudad de Caracas y Antímano.
Tal y como se hizo mención en líneas anteriores, los orígenes de la urbanización El Paraíso se remontan a la hacienda Paraíso, la cual resultó de la fusión de varios lotes de terrenos que adquiriere el Sr. Juan Vicente Echezuria a partir del año 1830. Al menos así lo manifiestan las herederas de la propiedad en documento protocolizado de 1881, numero 1.940. Sin embargo; la investigadora revisó el Índice de Tierras desde 1830 hasta 1875 que reposa en el Archivo General de la Nación y no se halló documento de compra-venta con el nombre de Juan Vicente Echezuría realizando compra de tierras, ya sea éste directamente o autorizando a un tercero a realizar esta operación.
Con el apellido Echezuria, aparecen muchas familias en la ciudad de Caracas durante el siglo XIX, entre las cuales se halló compradores de haciendas hacia el Este de la ciudad.
La propiedad, prestó sus espacios para el cultivo de la caña de azúcar, gracias a su magnífica ubicación en las cercanías del río Guaire, lo cual propiciaba ventajosas condiciones en los suelos y otras propias del clima, idóneas para el desarrollo de esta actividad económica. Es así como en la hacienda que lleva por nombre Paraíso, encuentra sus inicios la urbanización y la parroquia que conservó el mismo nombre.
En 1881 la hacienda Paraíso era una importante unidad de producción dedicada al cultivo de la caña de azúcar, resultado del esfuerzo que había hecho Juan Vicente Echezuria desde 1830 al juntar pequeñas posesiones de tierra compradas en la zona y cuyos linderos generales eran:
Al Norte, el río Guaire y posesiones de José María Garvan; de las herederas de Fructuosa Bello de Ruiz y de las de Raimundo Trino, al Sur, la fila de Carángano, que parte términos con el Rincón del Valle al Este, subiendo del Guaire hacia el cerro están las estancias de María Ignacia Vargas, de Altagracia viuda de Echezuria y de Vicente Velutini; y al Oeste, las posesiones del mismo José María Garvan y herederos de Fructuosa Bello de Ruiz y además la de Francisco Rada (fl.311).
Posteriormente, la propiedad fue heredada por sus hijas: Francisca, Isabel, Agueda y Encarnación Echezuria, quienes deciden vender a su hermano político el Señor Carlos F. Díaz el 19 de noviembre de 1881, todos los derechos sobre la posesión de la tierra, del trapiche y en general de los bienes inmuebles que ésta comprendía. Esta información consta en el Protocolo I de la sección de Tierras del Archivo General de la Nación Francisco de Miranda (1881), bajo el número de registro 1.940:
Ysabel, Francisca, Agueda y Encarnacion Echezuria, todas mayores de edad, solteras aquí domiciliadas, declaramos que vendemos sin reservas ni condiciones algunas a nuestro hermano político Sr. Carlos Díaz, comerciante de este propio vecindario, todos los derechos y acciones que a las cuatros vendedoras nos corresponden en la posesión de tierras con trapiche y hacienda de caña de azúcar nombrada "Paraíso" incluyendo todo cuanto contiene, o sea edificios, oficinas, máquinas, enseres y útiles, plantaciones y una acequia exclusiva para moler y regar (fl.310).
Vale recalcar que el cultivo predominante en la hacienda Paraíso, es la caña de azúcar, tal cual como se describe en la documentación, donde también se declara específicamente la calidad o los diferentes tipos de tierra en toda la propiedad:
La tierra plana de riego de dicha hacienda "Paraíso" son treinta y nueve hectáreas y tres mil doscientos ochenta y cinco, diez milésimas y las laderas, también de riego son cuatro hectáreas y tres mil ochocientos sesenta y ocho diez milésimas ( ) la tierra alta del sequero que entra también en esta venta, no está medida. Dicha finca no tiene censo ni gravamen alguno (fl.311).
La venta de la hacienda Paraíso, refleja dificultades económicas de las hermanas Echezuria. Si consideramos las prácticas y rol social de la época, es posible que las señoras de la familia en cuestión, hayan atravesado problemas en la administración tanto de la propiedad y el cultivo, a la muerte del Señor Juan Vicente Echezuria, con lo cual resuelven vender la casa de hacienda y la siembra. Ello se deduce en primer lugar por las condiciones para la venta dispuestas por las Echezuria.
La negociación celebrada con el Señor Díaz se produce en los siguientes términos: se establece el valor total en Bs. 270 mil, de los cuales Bs.113 mil 526, 16 céntimos fueron empleados por el comprador para cubrir créditos de las hermanas Echezuria. El día de la ejecución del acto de venta ante la oficina del registrador, se hizo entrega en efectivo de Bs.30 mil 473,84 céntimos. La cantidad restante, es decir, la cifra de Bs.116 mil quedaban en poder de Carlos F. Díaz, quien debía cancelarlo previo aviso de las vendedoras en un lapso de seis meses. De esta última suma restante, derivará mensualmente intereses de Bs. 800. Estas condiciones nos permiten darnos cuenta de las gestiones que realizaron las hermanas con el objeto de tener liquidez.
El mantenimiento de unidades de producción como la hacienda de caña, durante el siglo XIX, requería de una gran inversión económica. El empleo de trapiches, pailas, enseres y herramientas de trabajo, bueyes, mulas, el trabajo de los jornaleros, así como las exigencias propias de los avances e innovaciones técnicas de la época, implicaba la inversión de capitales monetarios que muy escasamente poseían los propietarios de haciendas (Banko, s.f., p.6).
La crisis de la caña de azúcar, puede apreciarse en las oscilaciones de costos de las exportaciones en este rubro agrícola en los últimos años del siglo XIX. Después de un significativo repunte en los costos para el año 1872, de 2.371.575 kilogramos (Kgs), empieza una etapa difícil tanto en los niveles de producción como en su valor. Para 1895, la producción llega a su registro más bajo, a unos 1.842 Kgs a 417 pesos, contrariamente para este año, los valores en las exportaciones de café incrementan a mas de 85 millones de pesos, efecto que le sigue el cacao a valores superiores a los 10 millones, según datos recopilados por Landaeta (1897) y expuestos por Rodríguez (1986, pp.52-53).
En este sentido, el contexto que envolvió la venta de la hacienda Paraíso, se caracterizó por una marcada caída en la producción de la caña de azúcar. De allí, que la negociación de esta propiedad muestra en todo momento los intereses de las hermanas Echezuria y sus derechos sobre la misma hasta el día de su liquidación total. Así se expresa en el documento referido líneas pasadas de 1881:
Señor Carlos F. Díaz acepto lo expuesto y me obligo a su cumplimiento; y a la seguridad de sus obligaciones contribuyo hipoteca especial sobre toda la posesión de tierras, edificios, máquinas y cuanto así pueda ser accesorio del "Paraíso"( )bien entendido, que las acreedoras pueden, caso necesario, dirijir sus procedimientos ejecutivos sobre el todo o la parte que escojan de los terrenos de la finca, ó, de cuanto en ella exista a su elección, todo rematable hasta por la mitad de su valor, y no podré vender, hipotecar ni gravar de ningún modo dicha finca, mientras no esté yo solvente con las vendedoras (fl.312).
Más conveniente no pudo resultar esta operación para la familia Echezuria. Entre las últimas disposiciones que refleja el acta de venta, se advierte sobre la integridad del Paraíso, como posesión heredada por las cuatro hermanas Echezuria; la celebración de los obligaciones crediticias contraídas por la familia, seguramente para el mantenimiento de la propiedad y en última instancia, el compromiso adquirido por el comprador para la entrega de comisiones, si fuese el caso, por preventas del Paraíso y alquiler de la casa que habitan las Echezuria en Caracas, contigua a la Iglesia de San Juan. Así como la entrega de cualquier otra suma de que pudiera resultar acuerdos por esta negociación.
No obstante, pocos años transcurrirían para que Ysabel, una de las hermanas Echezuria, asumiera sus derechos sobre parte de la propiedad. Esta operación se corrobora en el mismo Protocolo I del Archivo General de la Nación Francisco de Miranda del año 1881, en un par de notas del registrador que refiere par de hipotecas sobre la parte que le corresponde de la hacienda. La primera negociación después del contrato firmado con Carlos F. Díaz, consta en acta con fecha del 22 de mayo de 1885, por escritura firmada bajo el número 134 del protocolo II, a favor de la Señorita Filomena Breca.
La segunda negociación, se celebra prontamente, el 22 de junio de 1885, en escritura registrada bajo el número 158 del Protocolo II, consta que la señora Ysabel Echezuria hipoteca a favor de la Señorita Belen Eandens. Finalmente, el señor Carlos F. Díaz, cubre la deuda correspondiente con la familia Echezuria, obteniendo el señorío sobre la tierra, la casa de hacienda y todos los accesorios pertenecientes a Paraíso, tal y como se especifican en el acta 1.940 del año 1881, citada con anterioridad.
A la par que se desarrollan las iniciativas de transporte a todo lo largo y ancho de la ciudad capital y de Venezuela, la hacienda Paraíso, procuraba dificultades económicas, para quienes en su corto tiempo se convirtieron en sus propietarios. El 6 de octubre de 1888, las señoritas Luisa Barrios e Isabel Díaz, hijas y heredas del señor Carlos Díaz venden al señor José María Reyes, toda la posesión bienes y tierras de la hacienda Paraíso. Este procedimiento consta en acta número 49 del Protocolo I de tierras, Tomo 2, folio 99 que reposan en el Archivo General de la Nación "Francisco de Miranda". Las razones que condujeron a la venta, parecen del mismo modo, asociadas a los elevados costos que implicaba el mantenimiento tanto de las instalaciones de la hacienda como del área de cultivo.
Transcurrirían apenas dos años para que el señor Reyes, nuevo propietario de la hacienda atravesara por las mismas dificultades económicas, lo que induce prontamente a la venta de la finca en 1890. En este año, la ampliación de los trabajos de la empresa Tranvía de Caracas hacia el suroeste de la capital se inicia a partir de la compra de la hacienda Paraíso, que, además de interconectar centros poblados a lo largo del eje descrito por el valle de Antímano, es expresión directa de la inversión en un móvil que procurará a mediano plazo la disposición de nuevas estructuras y formas económicas, y en esa medida, la rentabilidad en la explotación de los espacios aledaños al tranvía.
Las negociaciones de compra-venta de la hacienda Paraíso, se hallan en el Protocolo I principal, Tomo I (1890) de los registros que reposan en el Archivo General de la Nación. En el mismo, bajo el número de acta 214, se suscriben los acuerdos establecidos entre el señor José María Reyes y la empresa Tranvía de Caracas:
José María Reyes agricultor domiciliado en esta ciudad declaro: que vendo a la Compañía Anónima Tranvía de Caracas, la posesión de tierras de tierras con hacienda de caña dulce y trapiche dicha posesión y hacienda nombrada El Paraíso está situada hacia el sur oeste de Caracas, en la parroquia San Juan y comprende casa de habitación, oficinas y edificios, máquinas, enseres y útiles, plantaciones de caña, una acequia exclusiva para regar y moler y un derecho en otra llamada de la comunidad (fl. 270).
Lo anterior justifica la operación emprendida el 26 de mayo de 1890, en la cual el señor José María Reyes vende al señor Julio Toro, representante de la Compañía Tranvía de Caracas, todo el espacio de la hacienda Paraíso. Pero véase en este fragmento varios aspectos de importancia sobre las bondades económicas que brindaba la hacienda en venta.
En el documento protocolizado del año 1890, se aprecia el cambio de uso de un espacio, apto para la explotación agrícola, en un procedimiento donde es claro obviamente, la necesidad del señor Reyes en vender la finca y la importante y no menos necesaria adquisición que está por llevar a cabo Tranvía de Caracas. La presencia de zona de cultivo, el sequero y la ventajosa cercanía con la ciudad capital, comprendía en el conjunto factores favorables para el trabajo de la tierra, así como las extensiones de la hacienda y la presencia de importantes fuentes de agua con fines agrícolas:
Por esta hacienda pasan las acequias de los señores Guillermo Espino, Vicente Ibarra y Emilio Conde que atraviesan la posesión de Poniente a Naciente, y la de la Comunidad que marca en parte el lindero del norte. En esta ultima acequia, El paraíso tiene un derecho de uso, por el cual paga pensión semestral de veinte bolívares (fls. 270-271).
Pero otras son las necesidades que espera cubrir las formas económicas de la época, conjuntamente con el gobierno municipal, empleando los espacios y elementos que constituyen la hacienda, a propósito del desarrollo de una línea de tranvía con su respectiva zona de urbanización.
La construcción del tranvía surge producto de la necesidad de conexión, entre el centro de la ciudad de Caracas con los centros poblados del sur. A unos pocos kilómetros de El Paraíso se hallaba un pueblo que llevó por nombre el de un bravo cacique que habitaba la región: Antímano, donde se produjo un gran desarrollo en tiempos de Antonio Guzmán Blanco, quien al regresar de Europa, quiso convertir a Caracas en un pequeño París y de Antímano en un minúsculo Versalles. Hasta este último lugar, lindero inmediato de El Paraíso, solo podían llegar las personas que pudieran pagar el pasaje por ferrocarril y disponer de un coche Victoria tirado por ágiles y briosos caballos (Abache de Vera, 1995; p.40).
Como primera consideración en su compra, puede hallarse la presión comercial que ejercen otras empresas de tranvía en la ciudad de Caracas, la cercanía de la hacienda con el centro de la ciudad, la proximidad con la estación de ferrocarril El Rincón del Valle, la necesidad de interconexión con el "enclave" económico de Antímano y por supuesto la extensión de la hacienda. El costo de la propiedad se incrementa con respecto a la última negociación de la cual fue objeto la hacienda, en unos 60 mil bolívares, esta cotización refleja la rentabilidad que ha adquirido los espacios de la propiedad, a consideración de las ventajas descritas con anterioridad:
El precio convenido con la Compañía compradora son trescientos veinte mil bolívares que he recibido en este acto de dicha Compañía, la cual queda en posesión de la finca que le dejo vendida, respondiéndole yo de evicción y saneamiento. Se hace constar que la Compañía está en posesión habiendo recibido la finca desde el veinte y ocho de abril próximo pasado, con conocimiento de sus existencias (fl. 271).
En esta misma negociación, bajo el mismo número de acta 214, el señor Julio Toro, representante de Tranvía de Caracas vende la hacienda Paraíso en su totalidad, con pacto de retracto al señor Pedro Salas por el transcurso de un año. En otras palabras Tranvía de Caracas pasa de ser comprador de la finca a ocupar la figura de arrendatario de la misma, con las obligaciones económicas que esto lleva consigo. Las razones que pueden explicar este tipo de procedimiento se encuentran en una posible crisis económica que atravesaba la empresa. Donde es claro que Tranvía de Caracas, desea obtener la finca por las ventajas que aglutina en la cristalización de proyectos de transporte, solo que no dispone del capital para desarrollarlos. Sin embargo; considera conveniente asegurar el señorío de la hacienda en este pacto:
Yo Julio Toro, Gerente de la Compañía Anónima Tranvía de Caracas, especialmente autorizado por la Asamblea General de sus accionistas aclaro que vendo con pacto de retracto la propia hacienda y posesión de El Paraíso o Trapiche de Echezuria al señor Pedro Salas, propietario de este domicilio, por el precio de doscientos mil bolívares que de él he recibido en efectivo acuñado corriente; reservando a la compañía que se presentó el derecho e imponiéndole la obligación de rescatar la expresada finca devolviéndole al mencionado precio al vencimiento de un año a contar del veinte y ocho de abril próximo pasado o dentro de otros dos años subsiguientes en prórroga (fls. 271272)
En esa negociación, Tranvía de Caracas asume condición de tenedora de la finca en calidad de arrendamiento, en acuerdo suscrito con el señor Pedro Salas. La pensión de arrendamiento le lleva a Tranvía de Caracas a cancelar Bs. 3 mil 750 trimestralmente, haciéndose al mismo tiempo responsable de su evicción y saneamiento. La empresa de tranvías recupera la hacienda en 1891, año en el que emprende un nuevo ciclo de negociaciones, esta vez con el sindicato El Paraíso, a fin de dar sentido a un nuevo proyecto urbanístico, paralelo a la disposición de la modalidad de transporte en la zona. Este trámite se lleva a cabo, una vez que la empresa recupera los espacios de la hacienda. Así aparece en los libros de registro del Archivo General de la Nación, en acta número 195 del Protocolo de Tierras I, Tomo 2 del año 1891:
Pedro Salas, propietario, vecino de esta capital, mayor de edad, declaro que recibiendo como recibo en este acto, en dinero a mi participación a presencia del señor Registrador, del señor Félix Rivas, en carácter de Gerente de la Compañía Anónima Tranvías de Caracas, domiciliada en esta ciudad, la suma de doscientos mil bolívares para el efecto rescatar la posesión y hacienda de caña dulce nombrada El Paraíso declaro verificado el rescate de la finca y devuelto a la Compañía Anónima Tranvías de Caracas, el dominio, señorío, posesión y cuantos derechos me habrá transmitir sin reserva alguna. También declaro que tengo recibida hasta hoy las posesiones de arrendamiento en que dejé a finca, a los mismos rescatantes (fl. 253).
En contrato establecido en 1891 entre la administración del presidente Raimundo Andueza Palacios y la empresa Tranvía de Caracas, en manos de Félix Rivas, se ofrece la prestación del servicio de trasporte, que articularía el centro de la ciudad capital con el centro poblado de Antímano. Entre las condiciones fijadas en la celebración del contrato, consta el levantamiento de una urbanización en los espacios de la hacienda Paraíso, con el nombre de "Ciudad Nueva", la cual contaría con los servicios de luz eléctrica, agua, cloacas y de corte recreativos como las plazas. Esta primera intención de urbanizar sobre los espacios de la vieja hacienda, se inician el 24 de agosto de 1891.
Bajo la tutela de Andueza Palacios, Ciudad Nueva se logró cristalizar en una mínima parte: la Avenida principal inaugurada en septiembre de ese mismo año. La arteria vial se iniciaba en el Puente El Paraíso y remataba frente a la casa de la hacienda. Las obras se detienen a causa de la Revolución Legalista, dejando paralizados los trabajos de urbanización por espacio de 4 años.
Un factor que llama poderosamente la atención, es la presencia de lagunas en los espacios que se corresponden a la desaparecida hacienda. En conversaciones con algunos vecinos del sector se conoció de la existencia de una laguna en el lugar y media docena de manantiales en las adyacencias de la falda de la serranía montañosa. La identificación de estas fuentes de agua es de suma importancia, pues constituye parte de los elementos propios del paisaje natural que fueron separados a los efectos de urbanizar.
Un par de los vecinos consultados, sostuvieron la presencia de dos lagunas en el área. La primera se hallaría sobre los espacios de las plazas Madariaga y La República, esta llevaría por nombre Laguna El Paraíso. Una segunda formación de este tipo, pero de menor tamaño se encontraba detrás de la casa de la hacienda, ubicada justamente en el sector Monte Elena y el conjunto residencial popularmente conocido como Los Marrones, la cual llevaría por nombre Laguna de Los Patos, próxima a esta segunda laguna se hallaban los manantiales. Empero, al comparar esta información con el Plano de Caracas, elaborado por la Compaigne Generale Des Eaux de Caracas (1894), que traducido al español refiere a la Compañía general de las Aguas de Caracas, es apreciable solo un cuerpo de agua, identificada en fuentes fotográficas como Laguna El Paraíso, ubicada en las proximidades del puente del mismo nombre.
Junto a la presencia de la Laguna El Paraíso, continúa el aprovechamiento de la acequia Echezuria y el majestuoso Guaire, que favoreció hasta bien entrado el siglo XX, la actividad agrícola. Un problema del momento, lo constituyeron las permanentes crecidas del río Guaire, causando todo tipo de pérdidas materiales, entre las que cuentan la caída del Puente El Paraíso en 1892 y de Puente Hierro en 1897. Los estragos propios en la tranquila población caraqueña. Núñez (1948), resalta detalles sobre la caída del Puente El Paraíso:
El ingeniero Orsi de Montbello se encarga de montar el nuevo, el cual no era otro sino el que se hallaba en el kilómetro 14 del ferrocarril central. Por la montura de este puente Montbello tuvo algunas diferencias con el gobierno nacional y al fin lo entregó con algunos desperfectos a Fiscal de Hacienda Guillermo Lebrún. El 12 de abril de 1946, se abre al tráfico el puente actual. Desaparecen las vigas de acero que afeaban aquel sitio. En 1894 se piensa también en canalizar el Guaire, todavía bordados de esbeltos álamos, vástagos o retoños de los sembrados en tiempos de la fundación (p.20).
Las crecidas de este río capitalino condujeron a la aplicación de medidas gubernamentales, entre las que cuenta como ya se dijo, su canalización. El diario El Reporter, refiere la importancia de la obra:
Hemos tenido el gusto de ver los trabajos que se están haciendo en la parte sur de esta ciudad; y podemos asegurar a nuestros lectores que la obra corresponde en mucho al objeto que se propuso al Ejecutivo cuando le decretó. Los trabajos que se hacen son sólidos y adelantan, visiblemente, por lo que felicitamos al señor Orsi de Monbello, encargado de dicha obra (1893, julio 15).
Transitando por las últimas décadas del siglo XIX, la ciudad se halla en un proceso de expansión y modernización, orientado por las políticas urbanísticas iniciadas durante las dos últimas administraciones de Antonio Guzmán Blanco. Hacia la conversión de la ciudad de Caracas, el año de 1890, representa en un período clave en la transformación de la hacienda Paraíso, en uno de los destinos residenciales de mayor rentabilidad de la ciudad capital.
La intención del poder público nacional, en el marco del auge que genera el ferrocarril en Venezuela, consistía en procurar la construcción sobre los espacios de Paraíso, de un tranvía, alrededor del cual, lograrían apostarse las familias y/o particulares que mantuviesen las condiciones económicas para comprar los terrenos adyacentes al paso de esta modalidad de transporte. La promesa de desplazamientos más cómodos y rápidos dentro y fuera del contexto capitalino, provocaba gran admiración e interés entre los citadinos.
Referencias
DOCUMENTALES
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BIBLIOGRÁFICAS
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