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Tiempo y Espacio

versión impresa ISSN 1315-9496

Tiempo y Espacio v.20 n.54 Caracas dic. 2010

 

Mariano Picón Salas: La semblanza de un intelectual universal

Froilán José Ramos Rodríguez

Universidad Simón Bolívar-núcleo Litoral froilanr@usb.ve

Resumen

El presente estudio se propone analizar la vida y obra de Mariano Picón-Salas (19011964), así como valorar su legado cultural. Picón-Salas es uno de los intelectuales más universales, que ha ofrendado Venezuela a la Humanidad, su pensamiento es amplio y profundo sobre diversos temas, en especial le preocuparon: la historia, la educación y la cultura, expresada de forma magistral a través del ensayo, el cual hizo su excelencia, cuyos frutos quedaron plasmados a numerosos libros. Asimismo, el merideño ejercicio diversas facetas y labores durante varias etapas de su existencia, marcada por la idas y venidas de la turbulenta primeras cinco décadas del siglo XX, tanto en su tierra natal como en otras latitudes, América y Europa, siendo escritor, historiador, profesor universitario, periodista, embajador, fundador de instituciones académicas y culturales que continúan laborando como: el Instituto Pedagógico Nacional (1936, UPEL), la Revista Nacional de Cultural (1938), la Facultad de Filosofía y Letras de la UCV (1946), el Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (1963), entre otros. En síntesis, Picón-Salas fue un ejemplo de perseverancia personal ante la "errancia" de su tiempo, de lucha democrática, y compromiso social por bienestar humano.

Palabras clave: Picón-Salas, Intelectual, Universal.

Mariano Picón Salas. The portrait of an universal intellectual

Abstract

This study will analyze the life and work of Mariano Picón-Salas (1901-1964), and assess their cultural heritage. Picón-Salas is one of the most universal intellectual; Venezuela has offered up to humanity, his thinking is wide and deep on various issues, particularly concerned about: the history, education and culture, expressed in a masterful way through trial, which made his lordship, whose results were reflected in numerous books. Also, the Meridian exercise different facets and works during various stages of its existence, marked by the comings and goings of the turbulent first five decades of the twentieth century, both in his homeland and in other latitudes, the Americas and Europe, as a writer, historian university professor, journalist, ambassador and founder of academic and cultural institutions continue working as: the National Pedagogical Institute (1936, UPEL), the National Cultural Review (1938), the Faculty of Philosophy and Letters of the UCV (1946) The National Institute of Culture and Fine Arts (1963), among others. In short, Picón-Salas was an example of personal perseverance to the "errancia" of his time, of democratic struggle and social commitment to human welfare.

Key Words: Picón-Salas, Universal, Intellectual.

Recibido: 06/05/2010 Aprobado: 15/07/2010

A los jóvenes de Venezuela, en memoria de una juventud laboriosa, seria para cumplir su tarea, contraída y honesta en el servicio común como fue la irreparable juventud de Alberto Adriani.

Mariano Picón-Salas (Para un Retrato de Alberto Adriani, 1936)

Introito

Pocos hombres han alcanzado una sensibilidad humana, en comprensión de su semejante, de su cultura, de sus angustias, de sus retos, tan universal como Mariano Picón-Salas. Porque al preocuparse por el hispanoamericano, se preocupa por todos los habitantes del planeta, su americanismo es la búsqueda de lo universal, de lo humano; de lo íntimo y cercano, dentro de lo externo y común a todos, es en otras palabras, la búsqueda del saber sin enajenaciones, del nirvana intelectual.

Asimismo, al examinar la vida del caballero andino, salta a la luz, un intenso trajinar por diversos caminos, lugares y continentes; una copiosa obra escrita, de alta calidad en profundidad y temas; un largo transcurrir de labores de servicio, escritor, periodista, diplomático, y tal vez, una de las más gratificantes para él, junto a la de ensayista, la de edificador de empresas intelectuales: instituciones académicas, educativas, culturales, revistas, todas marcadas por la "errancia", esa vía truncada que hace fortalecer el espíritu para continuar esculpiendo el pensamiento, madurando las ideas y sobreponiendo el alma. Un humanista por antonomasia, un merideño que no le pertenece a su terruño, porque ya pertenece a la humanidad entera, así era don Mariano.

Primera juventud, Mérida – Caracas 1901-1923

La Venezuela de principios del siglo XX, no distaba mucho de la que había dejado la Guerra de Independencia, hacía más de siete décadas atrás. Las innumerables guerras civiles, insurrecciones, alzamientos, golpes de Estados, luchas caudillesca regionales, entre otros, habían sumado una realidad poco alentadora para la nueva centuria. Asimismo, un grupo de andinos tachirenses habían tomado el poder, a través de la revolución Restauradora (mayo-octubre de 1899), encabezada por Cipriano Castro (1857-1924) y Juan Vicente Gómez (1859-1935). Hasta ese entonces, la región de Los Andes se había logrado mantener al margen de los constantes choques fratricidas, con sus consecuentes desmanes, debido en parte a sus condiciones geográficas; que la habían aislado del resto del país, y por otro lado; al comercio del más importante rubro de exportación, el café.

Santiago de los Caballeros de Mérida, era una ciudad que cultivaba un espíritu universal, académico y estudiantil, propiciado por la Universidad de Los Andes, aquella institución fundada por Juan Ramos de Lora, que había fungido de refugio a las luces de la sabiduría y el conocimiento, lo cual contrastaba con la Venezuela rural y pueblerina, que había estado azotada por la agitada y, muchas veces, violenta vida política. En pequeña comarca andina, nacerá un 26 de enero de 1901, Mariano Federico Picón Salas, hijo de Pío Nono Picón Ruiz y Delia Salas Uzcategui de Picón.

La infancia de Mariano será solitaria, tranquila y rica en lecturas. Su madre muere en 1912, dejándolo huérfano a temprana edad, cuenta con escasos amigos, pasa largo tiempo en la biblioteca de su abuelo materno, don Federico Salas Roo, al cobijo de sus numerosos libros, pasan los días del niño. En 1913, inicia sus estudios secundarios, en el Liceo Mérida, donde comparte sus lecturas e intereses con Antonio Spinetti Dini (1900-1941), posteriormente se traslada a Valera, para proseguir sus estudio en el Colegio Santo Tomás de Aquino, en cual une esfuerzos intelectuales con a Mario Briceño-Iragorry (1897 – 1958).

Hacia 1916, conoce a un joven rubio de palabra reflexiva y profunda, su conversación honda, amplia, de lengua sencilla, hace a Mariano sentir admiración por quien sería su más cercano amigo por años, hasta su prematura muerte, su nombre Alberto Adriani (1898-1936), juntos llevaría a cabo largas tertulias, de temas variados, son un par de adolescentes cuyas mentes tratan asuntos nacionales con la seriedad de adultos.

Culminados sus estudios secundarios, el joven Picón comienza sus estudios de derecho en la Universidad de Los Andes, en su ciudad natal en 1917. En esta institución consagrada a la sabiduría, fundada por Juan Ramos de Lora, encuentra un espacio idóneo para su curiosidad intelectual, más tendiente al conocimiento universal que a los códigos y leyes romanas; publica su primera obra Las nuevas corrientes del Arte (1917), y con el apoyo del rector, Dr. Diego Carbonell, funda junto con Mario Briceño-Iragorry, Antonio Spinetti y Enrique Celis, la revista Arístides Rojas (1918), publicación dedicada a la cultura venezolana.

Luego prosigue la carrera de leyes en la Universidad Central de Venezuela, en Caracas, donde para mantenerse económicamente trabaja en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Entre 1919 y 1922, el novel andino vive en la capital, en una modesta casa en Caño Amarillo, que comparte y amuebla humildemente con su fraternal amigo, Alberto Adriani. Ambos jóvenes, se consumen horas y días enteros, en lecturas y debates sobre la situación venezolana, así como en la elaboración de un proyecto de nación. Desde temprana edad, asumen la decisión de sus vidas no podrán estar jamás separadas del destino de reconstrucción de la Venezuela que sueñan.

Alberto y Mariano mantendrán una vigorosa correspondencia a lo largo de sus vidas juveniles, escribiéndose siempre, sin importar las distancias. Sus reflexiones, cargadas de hondas meditaciones sobre aspectos económicos, políticos, sociales, educativos, culturales de la Venezuela marcada por férreo control del régimen de Juan Vicente Gómez, demuestran una madures precoz en muchachos que no pasan de veintidós años, y ya advierten que su responsabilidad de rehacer la patria, formándose para ello sólidamente, tanto en el exterior como de manera autodidacta.

Santiago de León de Caracas le permitió al joven Picón-Salas conocer de cerca la estructura administrativa del poder público, allí entabla amistad con intelectuales brillantes que ejercen importantes funciones en el gobierno, como Lisandro Alvarado (1858-1931), Esteban Gil Borges (1879-1942), su jefe en la cancillería, y también personalidades del ambiente litería como Jacinto Fombona Pachano y Andrés Eloy Blanco. Su tiempo lo comparte, entre el trabajo de oficina, estudios en la UCV y escribir, logra publicar su obra Buscando el camino (1920). Sin embargo, se decepciona de los hilos del régimen de Gómez, se da cuenta que la abogacía no le satisface, sumado al deterioro financiero de su familia, decide volver a Mérida. En los andes merideños, trabaja en las labores agrícolas con su padres, las condiciones no son favorables y toman la determinación de emigrar.

Segunda juventud, Chile, 1923-1936

Trece años pasará el novel merideño en tierras australes, desde junio de 1923 hasta febrero de 1936. Los motivos de su partida a Chile, son dos determinantes; por un lado el empobrecimiento del patrimonio familiar, que obliga su padre, don Pío Nono, a emigrar junto con sus hijos, y por el otro, las limitadas oportunidades de desarrollo personal y profesional que se presentan en la nación, debido a la implacable dictadura de Juan Vicente Gómez, que ya lleva mas de una década en el poder (a partir 1908). Son estas razones las que imponen la marcha hacia el sur del continente.

Chile, a comienzos del siglo XX, era un caso particular dentro del escenario latinoamericano. El país había experimentado un largo periodo de estabilidad política, económica y social; con una democracia representativa, conservadora, con respeto a las leyes y al parlamentarismo, que se había mantenido aislada de las cruentas guerras civiles que descollaron buena parte de la centuria XIX, en Venezuela y el resto de América Latina. Sumado a lo anterior, el nivel cultural y educativo de Chile era uno de los más elevados del continente, lo cual le permitía mantener una formación universal con visión cosmopolita. Además, representaba un destino financieramente, barato y accesible a las estrechas posibilidades de la familia Picón.

Los años chilenos de la segunda juventud de Picón-Salas serán esenciales para su formación profesional como humanista universal. Su vocación por la escritura y por la comprensión del hombre, alcanzaran en Chile, un punto de apoyo, auspicio y fecundidad de su pensamiento crítico y productividad intelectual en obras escritas. Al igual que Andrés Bello (1781-1865), erudito venezolano del siglo XIX, el merideño germinará en suelo sureño como un avezado estudiante y connotado profesor universitario.

No obstante, el comienzo fue modesto, puesto que la estrechez económica familiar, llevo a Picón-Salas a desempeñar varios empleos, como vendedor de vinos y de artículos de oficina, periodista ocasional de La Estrella de Valparaíso, hasta conseguir trabajo como funcionario en la Biblioteca Nacional. Paralelo, a este último, inicias sus estudios de Historia en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile en 1924. Durante sus años de estudiante, se destaca como un aventajado pensador, frecuenta círculos académicos, tertulias literarias; en las que conoce a Pablo Neruda (1904-1973), además de reuniones políticas.

Para 1927, Picón-Salas obtiene el titulo de Profesor de Historia, y en 1928, el de doctor en Filosofía y Letras, por la Universidad de Chile. Durante este periodo, desarrolla una intensa y extensa vida académica en tierra austral, labora como profesor del Instituto Pedagógico, a la vez que dirige la cátedra de Historia del Arte en la Facultad de Filosofía de la máxima Casa de Estudios chilena. Además, escribe y publica ocho libros, colabora con las revistas Athenea (1924), Letras (1928), Revista Chilena (1929), funda y codirige la Revista Índice (1930-1932).

Asimismo, Chile le ofrece al joven venezolano no solo la posibilidad de desarrollo profesional, sino también personal. En 1924, conoce a Isabel Cento Manso, estudiante, al igual que él, en el Instituto Pedagógico, con ella se casaría en 1928, y tendría su única hija, Delia Isabel, en 1937.

Con las presidencias, del general Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931) y Carlos Dávila (1931), se inicia en Chile una serie de reformas políticas y sociales, que también alcanzan a la primera casa de estudio superior del país, reorganizándose la universidad en estos dinámicos años; en 1932, se designa una triunvirato de profesores para actuar como rectores de la institución, conformado por Mariano Picón-Salas, Pedro León Loyola y Pedro Godoy. Picón-Salas era el más joven de todos, contaba con 30 años, y se convierte en el segundo venezolano en ocupar tan ennoblecido cargo. Sin embargo, la misma turbulencia de los acontecimientos nacionales, le persuaden a desincorporarse de esa función, y continuar con sus actividades intelectuales.

De su estancia chilena, nacieron ocho obras importantes: Mundo Imaginario (1927), Hispanoamérica. Posición Crítica. Literatura y actitud americana: sentido americano del disparate y sitio de una generación (1931), Odisea de Tierra Firme (1931), Imágenes de Chile (coautor Guillermo Feliú Cruz, 1933), Registro de Huéspedes (1934), Problemas y Métodos de la Historia del Arte. Dos conferencias didácticas (1934), Intuición de Chile y otros ensayos en busca de una consciencia histórica (1935), Pablo Neruda (1935).

La Venezuela nueva y la "Errancia", 1936-1949

La muerte de Juan Vicente Gómez, en diciembre de 1935, luego de largos veinte y siete años de dictadura, abrirá las puertas de la nación a la llegada de sus hijos expatriados, las ideas de reconstruir una Venezuela más democrática y desarrollada, es a partir de 1936, que se inicia un periodo de transición, entre las formas de gobierno y control gomecista, a las incipientes formas de planes de Estado, organización de partidos políticos, mayores libertades ciudadanas de participación en prensa y política. De esto diría Picón-Salas (1983, p. 17):

Podemos decir que con el final de la dictadura gomecista, comienza el siglo XX en Venezuela. Comienza con treinta y cinco años de retardo. [ …] Los desterrados, principalmente los jóvenes que regresan a la muerte del tirano, traen de su expedición por el mundo un mensaje de celeridad. Era necesario darle cuerda al reloj detenido; enseñarle a las gentes que con cierta estupefacción se aglomeraron a oír en las plazas públicas y en las asambleas a los nacientes partidos, la hora que marcaba la Historia. Con todos los defectos, abundancia y explicable impaciencia de los recién venidos, se escribe en los periódicos de 1936 el balance patético de nuestras angustias y necesidades.

Tal como lo expresa Picón-Salas, la Venezuela a la que vuelta, es una nación centralizada, solvente fiscalmente, libre de los antiguos caudillos, sin confrontaciones armadas como en el siglo pasado, pero, con muchas cosas por hacer: una población atacada por las epidemias, empobrecida en los campos, analfabeta en su mayoría, carente de conocimiento sobre democracia y libertades públicas, y acostumbrada a los gobiernos autoritarios de los jefes de turno. En esa realidad, el caballero andino volcar toda su atención, para él, se debía educar, sanear y poblar el país: en cada pueblo un escuela, en cada ciudad importante liceos, y en cada capital universidades.

El merideño retorna a la nación en febrero de 1936, en los meses sucesivos se incorpora a laborar en la administración de Eleazar López Contreras, como Superintendente Nacional de Educación, desde este cargo presenta el proyecto de crear una institución académica encargada de formar profesores para la República, y de esta manera impulsar un propuesta integral de enseñanza, atendiendo la debilidades educativas de manera propicia, es decir, alfabetizar a la población a la vez de profesionalizar un cuerpo docente que encamine tal tarea.

Picón-Salas expone su idea al ministro de Instrucción Pública, Rómulo Gallegos, y al presidente López Contreras, quienes apoyan la iniciativa autorizan la fundación del Instituto Pedagógico Nacional, mediante decreto presidencial, el 30 de septiembre de 1936, como institución diseñada para la formación del profesorado venezolano responsable de la enseñanza primaria y secundaria, siguiendo el modelo educativo que el merideño había observado en Chile. Para contribuir a la organización académica y administrativa de la nueva Casa de Estudios, Picón-Salas es comisionado con la objeto de traer a Venezuela una misión pedagógica chilena, compuesta por los más eméritos profesionales1 en la materia, muchos de los cuales, habían sido compañeros de clase o profesores del propio andino, durante su años en el Instituto Pedagógico de Chile.

Sin embargo, desde la prensa, en especial el diario La Religión, se comenzó a tacar a Picón-Salas y a la misión pedagógica chilena, al tildarlos de grupos cercano a la izquierda, lo que genero intrigas y criticas a la naciente institución. A pesar de todo, la idea continuo con avatares. El Instituto Pedagógico Nacional será la casa matriz de la Universidad Pedagógica Experimental (UPEL), reorganizada en 1983, y que cuenta con nueve sede a nivel nacional, con miles de docentes graduados, revistas académicas, y con plena vigencia a inicios de la centuria XXI.

Por otro lado, ese mismo año 1936, Picón-Salas continúa con una intensa actividad intelectual, participa como cofundador de la Asociación de Escritores de Venezuela, dicta conferencias en el Teatro Nacional, que versan de historia y política. Asimismo, es nombrado Encargado de Negocios de Venezuela en Checoslovaquia, ésta sería la primera responsabilidad diplomática del merideño, por lo cual viaja a Praga, desde dónde envía continuos informes sobre la situación europea. Permanecerá en el viejo continente hasta 1937, aprovecha este lapso para visitar Alemania, Austria, Italia y Francia, además de escribir su libro Pregustas a Europa, una obra ensayística de honda reflexión filosófica.

Regresa a Venezuela, en 1938, de nuevo a las edificaciones intelectuales, al lado del ministro de Instrucción Pública, su paisano merideño, Dr. Caracciolo Parra-Pérez, asume la dirección de Cultura y Bellas Artes del ministerio, desde esta función, funda y dirige la Revista Nacional de Cultura, hasta 1940.

Durante estos años de "errancia", como la llamaba Picón-Salas, los llevaran a recorrer varias latitudes; a ejercer diversas labores como diplomático, periodista, docente, escritor; a combinar su tiempo entre conferencias, viajes, clases, escritura, lecturas, en fin, fue un periodo de intensa y prodiga actividad. Esa "errancia", se ha había desenvuelto en el zigzagueante camino que le marco desde su juventud, que lo llevo de uno a otro lado de América y Europa, sino que también, en cierto modo, era el camino del humanista que buscaba el sendero de su meditación, la ruta que perseguían un pueblo por encontrar mayores libertades y democracia, es entonces, la "errancia" de un hombre que representa los anhelos, actitudes y desafíos de todo un continente, y tal vez de todo aquel ser humano que trate de hallar su realización.

Asimismo, durante los años cuarenta, Picón-Salas ejercerá como Profesor en diversas instituciones superiores de América, como ya lo había hecho en la Universidad de Chile (1928-1935), entre ellas: en el Instituto Pedagógico Nacional (Venezuela, 1940), en Smith College de Northampton (Massachusetts, 1942), Middlebury College (EE.UU., 1942), en Columbia University (1942-1943), en Universidad Río Piedras (Puerto Rico, 1946 y 1949), en el Colegio de México (1949), en Columbia University (1950-1951), en la Universidad de California (1951), y en la Universidad Central de Venezuela (1951-1957).

También el periodismo es cultivado por Picón-Salas durante varias etapas de su vida, en especial, estas serán experiencias que generaran fructíferos escritos. En los años cuarenta, cuando dirige el diario El Tiempo (Caracas, octubre de 1944 – marzo de 1945), en el cual redacta sus editoriales sobre la situación venezolana del momento; y en los cincuenta cuando se encarga de "El Papel Literario" de El Nacional (Caracas, enero 1953 -1957), espacio en el que difunde la creación humanística y artística, cuanta con colaboraciones de intelectuales latinoamericanos.

En la década de los cuarenta, verán la luz publica, varias obras suyas, que se convertirán en referencia litería e histórica de América Latina. Dentro de éstas: Formación y proceso de la literatura venezolana (1940), Cinco discursos sobre pasado y presente de la nación Venezolana (1941), Viaje al amanecer (1943), De la Conquista a la Independencia: tres siglos de historia cultural latinoamericana (1944), Literatura Venezolana (1945), Reseña de la historia cultural y literaria de Venezuela (1945), Miranda (1946), además escribe varios ensayos, prólogos y dicta conferencias de diversos temas históricos, educativos y culturales.

A pesar, de que en Venezuela se sucinta una turbulenta ola política, en parte nutrida en el descontento hacia los viejos personeros del gomecismo que han gobernado la nación desde 1936, López Contreras e Isaías Medina Angarita, y por otra la el sectarismo partidita que impone la organización Acción Democrática (AD), a partir de su ascenso al poder, con el golpe de Estado del 18 de octubre de 1945, a través de la Junta Revolucionaria de Gobierno2 (octubre 1945 -febrero 1948), integrada por miembros de AD. Ante esta situación, Picón-Salas decide no participar políticamente, rechaza la representación diplomática venezolana en Uruguay, prefiriendo dedicarse a sus actividades académicas y a la fundación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en 1946.

En 1947, Picón-Salas se casa con la venezolana Beatriz Carlota Otáñez, quien le acompañara el resto de vida. Asimismo, siempre procura visitar a su hija, Delia, viajando a Chile y al Perú, cuando puede para compartir con ella. En su vida personal, es un poco reservado, disfruta de viajar al exterior e interior de Venezuela ocasionalmente (si el dinero se lo permite), lee constantemente, escribe pródigamente, fuma continuamente; mantiene correspondencia con amigos pensadores varios países de América, aunque no posee bienes de fortuna conserva una vida holgada pero sin lujos.

En septiembre de 1947, el merideño se responsabiliza de la embajada de Venezuela en Colombia como Embajador. Durante sus funciones en tierras neogranadinas, presencia los sucesos violentos ocurridos en la capital colombiano, el 9 de abril de 1948, conocidos como el Bogotazo. Ese día es asesinado en la calle, el candidato presidencial del partido liberal, Jorge Eliécer Gaitán, a raíz de su muerte, se desata un sinnúmero de hechos violentos, incendios y represión, todo lo cual será de profunda significación sobre las manifestaciones sociales y sus repercusiones. Por otra parte, alterna su trabajo con la investigación histórica en Cartagena sobre un personaje, el religioso Pedro Cláver, de quien escribe una notable biografía, publicada en 1949.

Un criollo universal y su obra, 1949-1964

En 1949, Picón-Salas parte hacia México, país en que residirá por espacio de dos años hasta 1951 con intervalos de viajes a los Estados Unidos y Puerto Rico. En la tierra de los antiguos aztecas, el sudamericano hallará un espacio fecundo para continuar escribiendo, a la vez que alterna su actividad de docencia en el Colegio de México y universidades estadounidenses. De su estancia, surgirá Gusto de México (1952).

En septiembre de 1951, retorna a Venezuela, durante los años cincuenta, desarrollará labores docentes en la Universidad Central de Venezuela, dictará conferencias en varios estados de la nación, y retomará el periodismo, dirigiendo de "Papel Literario" del diario El Nacional (1953-1957). En 1954, obtiene en Premio Nacional de Literatura, compartido con Arturo Uslar-Pietri (1906-2001). También recibe el Gran Cordón de la Orden del Libertador (1955) y el Doctorado Honoris Causa de la UCV (1955).

Políticamente, Picón-Salas entendía el compromiso del intelectual con las causas sociales, es decir, con la justa y necesaria retribución con sus semejantes, desde su acción reflexiva y cultural, por lo tanto en numerosas ocasiones ejercicio cargos públicos y expresaba sus ideas desde la prensa escrita. No obstante, el merideño no mantuvo militancia partidista a lo largo de su vida, su experiencia más cercana fue la de miembro fundador y secretario de la Organización Venezolana (ORVE), durante escasos meses del año 36, y esto motivado por la ausencia de una representación política en la naciente democracia venezolana, durante los turbulentos tiempos de transición, después de dictadura gomecista.

En este sentido, es difícil precisar a Picón-Salas dentro de alguna corriente partidista concreta. A lo largo de su vida, comprende que el intelectual nunca debe apartarse de la realidad de su sociedad, sino que debe intentar estudiarla, meditarla y transformarla con sentido de rectitud. De esto modo, durante su juventud lee ideas liberales mientras que en su madurez mantiene posturas más moderadas, en otras palabras, en el transcursos de los años sus mantiene una posición democrática tolerante en la que no cae en apasionamientos de ningún tipo, procura que el entendimiento impere por sobre la violencia, la inteligencia por sobre la fuerza y la represión.

En los primeros días de enero de 1958, su nombre aparece en un manifiesto de intelectuales, donde se denuncia las limitadas libertades políticas existentes. En los días subsiguientes una Junta de Gobierno se hace cargo del poder, y comienza un proceso de consolidación de la democracia con la celebración de próximas comicios electorales. Esta sería la vuelta al camino democrático en Venezuela, luego de una interrupción de diez años de dictadura militar, mientras la población observa con optimismo este proceso.

Los últimos años de vida de don Mariano, serán de los más intensos, compartiendo entre responsabilidades diplomáticas y producción escrita, de igual manera esto irá minando su salud. Picón-Salas se desempeñará como Embajador en Brasil (abril de 1958 – agosto de 1959), Embajador Delegado Permanente ante la UNESCO en Paris (1959-1963), dentro del cual es electo miembro de su Consejo Directivo, esta sería una de sus más entrañables tareas, pues se encontraba en un organismo que velaba por la educación, la cultura, las artes y las ciencias de la humanidad, lo cual le venia como anillo al dedo para un hombre que dedico toda su existencia labrar caminos de comprensión del hombre. Además, durante este lapso, viaja por varios países de Europa, donde dicta conferencias.

De igual modo, su larga labor académica es reconocida por diversas instituciones superiores, Picón-Sala fue distinguido por su obra de reflexión histórica y humanística, fue miembro de la Academia Nacional de Historia de la República Argentina (1945), Academia Nacional de la Historia (Venezuela, 1947), Academia Colombiana de Historia (1948), Academia Nacional de Artes y Letras de Cuba (1958), de la Hispanic Society of America (EE.UU., 1960), Real Academia de Historia (España, 1961).

Asimismo, este periodo sería de notable fecundidad para don Mariano en su producción intelectual, llevando a consagrarse como una de las mentes más lucidas del continente americano, con una pluma ágil, pulcra, elegante, fresca y de buen humor. Publica: Comprensión de Venezuela (1949), Dependencia e independencia de la historia hispanoamericana (1952), Los días de Cipriano Castro (1953); que repercute en un éxito editorial en ventas, sin precedentes, Sudamérica, período colonial (1953), Simón Rodríguez (1771-1854) (1953), Crisis, cambio y tradición (1955), Los tratos de la noche (novela) (1955), Nieves de antaño(1958), Regreso de tres mundo: un hombre en su generación (1959), Los malos salvajes. Civilización y política contemporánea (1962), Hora y deshora; temas humanísticos, nombres y figuras, viajes y lugares (1963), Suma de Venezuela (preparado en 1964 y publicado en 1966).

De igual modo, a la par de sus múltiples funciones, don Mariano siempre consigue tiempo para mantener una copiosa correspondencia con amigos intelectuales de América Latina, los Estados Unidos y Europa. Dentro de su numeroso intercambio epistolar, una pequeña muestra de su afectividad personal hacia uno de sus amigos, Arturo Uslar Pietri, a quien escribe en abril 1962, recopilado por su hija Delia Picón (2004, p. 464), lo siguiente:

A fines de año o comienzos del próximo se iniciará aquí en París una selección literaria que publicará libros de la América Latina con el título de "Porte du Soleil" y cuyo director literario es buen amigo mío, Jean Claude Renard, que ha tenido mucho éxito en asuntos editoriales. Le he recomendado muy vivamente que en su colección incluya alguno de tus libros, que tú mismo puedes sugerir. No sé si tu reciente "Ciudad de Nadie" te parece más recomendable. […] Tengo la mejor estima por estos editores que quieren hacer una tarea efusiva de difusión de la literatura latinoamericana en Francia. Del mismo modo que con tu gran autoridad recomiendes algunos otros libros venezolanos contemporáneos que puedan incluirse en la colección.

A través de sus palabras, se descubre en Picón-Salas un hombre modesto con una notable sensibilidad hacia todo lo que contribuya al crecimiento cultural de sus compañeros, amigos y de un continente entero. Sus expresiones y emociones marchan de la mano de cuanto gesto pueda realizarse por las letras, el pensamiento y la comprensión de la América Latina, su América; quiere que sus escritores sean leídos en el resto del mundo, que se escuche las voz americana.

En 1963, debe asumir las funciones de Embajador en México, sin embargo su salud comienza a deteriorarse rápidamente, permanece algunos meses en tierras aztecas en labores, pero en 1964 vuelve a Venezuela. No obstante, su espíritu para el trabajo no se disminuye, en junio de ese mismo año, se hace cargo de la fundación y dirección de Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (INCUBA), como ente estatal para la promoción, difusión y auspicio de las actividades culturales venezolanas. Igualmente, gana en 1964, el Gran Premio Anual Interamericano "escritores de la Libertad", otorgado por el Consejo de Escritor de la Argentina, junto con Victoria Ocampo.

Don Mariano Picón-Salas muere en Caracas, el primero de enero de 1965. Hasta sus últimas energías, las había consagrado a la comprensión humana, a través de todo lo que es sensible e inteligible en su propia naturaleza. Sus libros han sido traducidos al inglés, francés, y difundida como obras de referencia en diversas instituciones de América y Europa. Ha desaparecido una obra, como es natural dentro del espacio vital, pero ha dejado una impronta e duradera herencia de empresas culturales que continúan generando esfuerzos por el entendimiento humano universal.

Legado de un merideño universal

Referirse a la herencia de don Mariano Picón-Salas no es tema sencillo, pues se trata de una obra escrita cuantificable en número de libros, de la fundación de varias empresas intelectuales, de múltiples conferencias, pero mucha más allá de esto, se trata de un pensamiento agudo y plural, que ha contribuido a la comprensión del hombre latinoamericano, de su América y de principios fundamentales de humanidad; es difícil precisar el número de lectores y menos cuantificar el valor de sus libros, más aún cuando se expone sus ideas, algo intangible pero duraderas a través de instituciones humanísticas de formación y promoción de las ciencias, las letras, las artes, la cultura en general, de manera que hablar de Picón-Salas es hablar de su eje de quehacer existencia la historia, la educación, y la cultura, pudiendo resumirse, en la humanidad.

Al reflexionar sobre la tradición y la historia venezolana, Picón-Salas (1980, p.119) señala lo siguiente:

Ojalá que con el talento, veracidad y agudeza, los venezolanos logren convertir siempre en Historia lo que a veces sólo intuimos como brumosa Mitología. Ojalá que el culto de la tradición a que ahora se invoca, no degenere en inútil y verboso ditirambo, en resentida xenofobia, en localismo aislador o en cuento de descendientes cansados que se satisfacen en rememorar las proezas de los abuelos. Ojalá –en vísperas de un país que ahora crece en dimensión velocísima-la inteligencia nacional, el trabajo del escritor, del historiador, del intérprete, que todavía cuenta socialmente menos que el del mercader afortunado, revele en nuestra tradición lo que todavía tiene vigencia y ejemplar contenido humano; lo que merece sentirse en presente y ayudarnos en la marcha hacia el futuro.

En este sentido, Picón-Salas expresa no solo su angustia por desarrollo de la historia, sino también plasma su visión de que sentido debe perseguir esta ciencia, así como el inevitable concilio entre la comprensión del pasado, el razonamiento del presente y proyección de futuro, se trata pues de romper con la añeja separación tiempo, y de quebrar con la concepción de que la historia debe permanecer muda, como objeto de exhibición de museo en los hecho ocurridos, por el contrario ésta debe re-pensarse, mirarse en su propia comprensión del hombre social en el tiempo y generar propuestas útiles para los años venideros.

La obra cultural de don Mariano permanece hasta la actualidad, con plena vigencia y generando aportes al desarrollo venezolano, dentro de las instituciones intelectuales levantadas algunas décadas atrás se encuentran: Asociación de Escritores de Venezuela (1936), Instituto Pedagógico Nacional (1936); cabe resaltar que para el año 2010, la UPEL cuentan con nueve Institutos Pedagógicos y varios núcleos a nivel nacional, con miles de profesores graduados, Revista Nacional de Cultura (1938), Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Venezuela (1946); hoy Facultad de Humanidades y Educación, con miles de profesionales formados en sus aulas, Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes, (INCUBA, 1963), ente matriz del Consejo Nacional de Cultura (CONAC). En la actualidad el esfuerzo de miles de jóvenes venezolanos que se forman y trabajan en estas instituciones deben mucho al empeño que un merideño que lucho por llevarlas a cabo ante las adversidades.

Conviene recodar las meditaciones de Picón-Salas (1997, p. 30), en su discurso de inauguración de la Facultad de Filosofía y Letras de la UCV, en 1946:

[…] Mucha más gente de la que esperábamos lleno los formularios de la Facultad de filosofía por dos simples razones: primero, porque se siente hoy como nunca la deficiencia de la Universidad puramente profesionalista y se requiere –por sobre la técnica del médico o del ingeniero-lo que yo llamaría una inicial técnica humana que si no ofrece beneficio económico aspira a lo que vale tanto como eso: arte de vivir y de comprender, un espíritu de fineza en el más estricto sentido pascaliano; y segundo, porque son estos días laberínticos que vive el mundo, de crisis y socavamiento de costumbres y tradiciones, este estrépito sin finalidad, de este no saber a dónde se marcha que es el terrible signo de la civilización contemporánea. […]

El merideño entendía en ese momento que luchaba, creía con firmeza, en el cultivo de carreras humanísticas, ciencias del espíritu como las llamo Kant, como legitimas, necesarias y justas vocaciones que deben contribuir a reflexionar al hombre, su realidad, su destino, su ser, y esencia en sí mismo. Esto había sido poco estimable dentro del contexto de la industrialización productiva, tecnificación de las universidades y multiplicación del capital financiero, pero en aquellos años, quizá todavía, no se concibe la utilidad de estudiar al ser humano como hecho lucrativo meramente, muestra de ello es que la guerra y la economía continúan liderando los procesos planetarios en los albores del siglo XXI. Tal vez la tarea encomendada por Picón-Salas, continúe sin escribirse, y sea hora ya de responder a los hombres.

Asimismo, en cuanto al tema educativo, Picón-Salas (2006, p. 620) considera que "solo la educación, una inmensa, repartida, inagotable educación, podría vencer los horribles desniveles de pensamiento y conducta que agrietan nuestra existencia colectiva". En su opinión, la educación era fundamental de para el crecimiento del niño y de la nación, en función de que el primero tenga conciencia de sí mismo, de su ser y hacer, y consecuentemente, la segunda, tendrá posibilidades y oportunidades de desarrollo integral, cultural y moral. Esto es de suma importancia, sobre todo en el marco de una América Latina que el siglo XIX, y parte del XX, había sido golpeada por las guerras civiles, las dictaduras y las desigualdades sociales.

La huella de don Mariano pervive más allá del recuerdo, en el ejemplo de actitud ante la adversidad de su tiempo, como testimonio de integridad. Uno de sus alumnos, Alexis Márquez Rodríguez (1983, p. 139), se refiere así de su maestro:

Por donde que se la vea, la vida y la obra de Mariano Picón-Salas, con sus luces y sus sombras, como en todo ser humano, se erigen en paradigma de honradez y de autenticidad, virtudes éstas cada vez más escasas, por lo que hace falta, hoy más que nunca, con urgida perentoriedad, mostrarlas allí donde se encuentren, a ver si prenden como semilla de futuro.

Las palabras de quien le conoció y compartió, en relación profesor-discípulo, es una de las impresiones más reveladoras, para acercase a la vida de Picón-Salas, el educador y el hombre, que convive con sus semejantes, sin olvidar sus responsabilidades profesionales, hace muestra de una personalidad y un carisma propio, que le hacen cultivar más que admiración, el respeto sincero de quienes le conocieron en vida, y de quienes se atreven a conocer en sus libros, pensamientos e ideas, porque un hombre más allá de lo que profesa, es su acción y su obra, las que mejor pueden definirle.

Consideraciones finales

Sin lugar a dudas, siempre resulta necesario, hasta indispensable para continuar, el reflexionar y observar desde presenta al pasado para mirar al futuro, la trayectoria de hombres como don Mariano Picón-Salas, maestro ensayista, pródigo escritor, lucido pensador, diligente diplomático, avezado periodista, entre otras labores desempeñadas por el merideño, sin embargo saltan a luz, dos que le definen en el tiempo, ante todo, humanista; creía y trabajaba por el hombre, y esto le llevo a lo segundo, visionario edificador de instituciones culturales que se ocupasen de velar por el destino de la humanidad, la cultura y la educación.

Primero, la obra escrita de Picón-Salas es numerosa en libros, ricas en profundidad, diversa en temas y amena en lenguaje. Su pensamiento espera por ser re-descubierto por las generaciones del siglo XXI, tanto para ser debatido, criticado y superado, pues que cada tiempo trae consigo las huellas de sus propios desafíos, pero sería vano agotarse en lo actual sino se comprende lo ocurrido, su continente, sus problemas y los pensadores que se atrevieron a dejar plasmado en papel sus ideas, entonces fortalecidos con la re-lectura meditación se puede actuar.

Segundo, el alcance y proyección de la obra de Picón-Salas más que continental es universal, tanto en lo hondo de su reflexión como lo plural de su contenido, pues su principal preocupación fue la humanidad entera, lo que hace humano al hombre, su cultura, y esto de la mano de su angustia por la educación, por la formación más del ser, en su interior, que por el adiestramiento técnico de los jóvenes, en lo exterior. por ende, todo sembradío y cosecha en la educación es también en cultura, y todo niño, de la nacionalidad que fuere, es la humanidad toda contenida en él, de modo que sus esfuerzo por la comprensión del latinoamericano, sus labores en Chile y Venezuela, son retribuciones, a su vez, a los valores universales de sensibilidad humana.

Tercero, una de las lecciones más destacadas dejadas por Picón-Salas, al lado de la profesional, fue su vocación personal de intelectual y su perseverancia, en todo momento, por mantener intacto su proceder ético antes los turbulentos tiempos políticos se desvirtuarían de valores que reinaron en el mundo durante el siglo XX, marcados por las guerras mundiales y otras más. Este fue un ejemplo de cómo el pensador humanista debe estar ser fiel consigo mismo y compenetrado con la realidad de su semejante, pues en todo caso, su trabajo reflexivo y sus escritos no son para sí, sino para un público con quien compartirlo, y que éste a su vez pueda tener alguna valía para éstos.

Cuarto, son notorias e inobjetables las empresas intelectuales legadas por Picón-Salas, han servido por décadas a decenas de miles de personas, su influencia en la actualidad es plena, pero aun es meritorio avanzar en el tiempo por superar los desafíos de un mundo globalizado, por superar las desigualdades existentes, es tarea de esta generación pensar y superar no sólo el desarrollo puramente económico, sino mucho más allá, el desarrollo intelectual, moral y espiritual de lo que es el ser humano.

Notas

1 La Misión pedagógica chilena estaba integrada por: Juan Gómez Millas (1900-1987, Rector de la Universidad de Chile 1953-1963), Eugenio González (1903-1976, Rector de la U. de Chile 19631967), Humberto Díaz Casanueva (1906-1962, Premio Nacional de Literatura de Chile en 1971 yMiembro de la Academia Chilena de la Lengua), Humberto Parodi, Humberto Fuenzalida y Óscar Vera Lamperain.

2 La Junta Revolucionaria estaba integrada por conocidos, y amigos, de Picón-Salas; Rómulo Betancourt (con quien mantuvo correspondencia varios años), Raúl Leoni, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Carlos Delgado-Chalbaud, Gonzalo Barrios, Mario Ricardo Vargas y Edmundo Fernández.

Referencias

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