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Tiempo y Espacio

versión impresa ISSN 1315-9496

Tiempo y Espacio v.21 n.56 Caracas dic. 2011

 

Los proyectos de inmigración y colonización en Venezuela como política de poblamiento en el siglo XIX

Marina Miliani de Mazzei

Instituto Pedagógico de Caracas. Centro de Investigaciones Históricas “Mario Briceño Iragorry mdmilianim@gmail.com

RESUMEN

El despoblamiento y abandono del campo fue un problema recurrente en el proceso histórico venezolano, por lo que a lo largo de nuestra historia republicana puede observarse como los gobiernos trataron de mejorar esta situación, buscando soluciones a través de la implementación de leyes, políticas y planes que motivaran el poblamiento de los grandes territorios e impulsaran las actividades agrícolas. Durante el siglo XIX la empresa colonizadora va a estar en manos de particulares respaldada por el Estado a través de un marco jurídico que le diera seguridad al empresario de la inmigración. Varios fueron los intentos de traer inmigrantes para establecerse en colonias agrícolas y dotar a la República de mano de obra calificada y hacer productivas las grandes extensiones de tierra, pero pocas llegaron a feliz término a causa de la constante inestabilidad política que se vivió durante todo el periodo.

Palabras clave: despoblamiento del campo, inmigración, colonización agrícola.

Projects on immigration and settlement settlement policy as Venezuela in the nineteenth century

Abstract

The depopulation and abandonment of the field was a recurrent problem in the Venezuelan historical process, so that throughout history of our Republic can be seen as governments tried to improve this situation, seeking solutions through the implementation of laws, policies and plans that encouraged the settlement of large areas and provide an incentive to agricultural activities. During the nineteenth century the settlement enterprise will be in private hands backed by the state through a legal framework that would give security to the employer of immigration. There were several attempts to bring immigrants to settle in agricultural colonies and to provide the Republic of skilled labor and makeproductive large tracts of land, but few came to fruition because of the continuing political instability that was experienced throughout the period.

Keywords: rural migration, immigration, land settlement.

Recibido 06/07/2011 Aprobado 16/11/2011

I.- De la Independencia (1810) al establecimiento de Venezuela como República independiente (1830)

Durante el siglo XIX las migraciones adquirieron una nueva connotación, posiblemente como resultado de los problemas políticos del continente europeo, la expansión económica y el avance en las facilidades de comunicación y transporte.

En los últimos años de la dominación española, en la Capitanía General de Venezuela, se oían voces como la del Licenciado Miguel José Sanz, quien en su Informe sobre Instrucción Pública (1800), mostró preocupación por los grandes territorios improductivos, situación que atribuyó a la deficiente enseñanza que se impartía en su tiempo, donde solo se le da importancia al hecho de adquirir conocimientos, pero sin un método que los dirigiera a satisfacer las necesidades económicas y a formar ciudadanos dignos, al respecto señala:

Tal apremio lleva a la formación de cerebros huecos que se juzgan llenos de ciencias; pero que solo contienen falsas ideas sobre la dignidad ciudadana. Razón por la cual, quienes así se levantan, no vacilan en opinar que la decencia ‘les impide seguir los trabajos de la agricultura y les hace tratar las artes mecánicas con el más soberano desprecio’. Agrega Sanz: ‘De esta suerte, los campos se hallan desiertos, mientras que su fertilidad nos reprocha nuestra falta de actividad. El labrador industrioso es objeto de desprecio. Todos quieren ser señores para vivir de la ociosidad, adictos a los horribles vicios del lujo, del juego, del artificio y de la calumnia. Así es que los procesos se multiplican, los malos prosperan, los buenos sufren, y todo se arruina’. (Tosta, V. 1958, p.21)

Muchos extranjeros llegaron a nuestras tierras en los primeros años del siglo XIX, un ejemplo de ello lo constituye el arribo, en 1803, de un grupo numeroso de españoles desde la isla de Santo Domingo debido a la ocupación francesa de esa isla.

Ante esa situación, el Rey ordenó a las autoridades de la Capitanía General de Venezuela que se les prestara protección y se les dieran tierras para cultivar en compensación a las pérdidas sufridas por estos vasallos españoles.

Troconis de Veracoechea, E. (1986), señala que este fue un primer intento de asentar al inmigrante a la tierra, lo que va a ser una constante durante todo el siglo, por lo menos desde el punto de vista legislativo, ya que en la práctica no sucedió así.

Varias de esas familias se instalaron en Maracaibo y fueron exoneradas de pagar los derechos correspondientes a la introducción de sus efectos personales. En 1805 el gobierno de Santo Domingo invitó a los emigrados a retornar y muchos de ellos se vieron obligados a hacerlo, por la falta de medios para subsistir en otros lugares. (ob. cit. p. 55)

No solo llegó a nuestra tierra el grupo de españoles procedentes de esa isla, también llegaron franceses que se ubicaron en diferentes ciudades por tiempo indefinido.

En Venezuela como en toda la América Latina, la situación se agravó con la guerra de Independencia (1810-1823). El abandono del campo, el descenso de la producción y la disminución de la población, constituyeron un grave problema para los conductores de las nuevas Repúblicas, por lo que el estímulo a la inmigración europea se convirtió en un objetivo fundamental y en una de las principales políticas de gobierno.

Una vez finalizado el proceso emancipador de la Corona española y durante todo el siglo XIX, las nuevas Repúblicas suramericanas promovieron uno de los modelos proyectivos asociados con la transformación del medio rural, el desarrollo de la agricultura y el fenómeno de la inmigración extranjera, conocido como la “utopía agraria” o colonizadora.

Este ideal centró la atención en la necesidad de poblar los extensos territorios “vacíos” de los que disponían los estados, para ponerlos a producir e integrarlos económicamente a través de los aportes económicos y culturales que pudieran hacer los inmigrantes que se ubicaran en esas regiones.

En el Diccionario de Historia de Venezuela (1989), Tomo II, en la voz referente a la inmigración (1810-1830), se señala como desde el mismo momento en que Venezuela inició su vida como Estado soberano, comenzó la preocupación por atraer la inmigración para poblar nuestro extenso territorio. Es así como uno de los primeros en plantear públicamente el tema fue:

… el irlandés residente en Caracas Guillermo Burke, quien en un artículo de la Gaceta de Caracas, el 1 de marzo de 1811, propone la adopción de una política de inmigración y naturalización. En junio del mismo año el gobierno de Cumaná decreta la libre admisión de colonos extranjeros en todo el territorio de su mando, (…). A fines de mayo de 1812, el general Francisco de Miranda envía a diversas islas del Caribe comisionados para enganchar combatientes, a quien les ofrece que después de haber hecho una o varias campañas “… serán ciudadanos de Venezuela y se les premiará con cesiones de tierras y otras recompensas, según sus méritos y servicios…” (ob. cit. p.793)

Igualmente se señala que en 1813, Simón Bolívar dirigió un manifiesto en español, francés e inglés, donde invitaba a los extranjeros de cualquier profesión a sumarse, no sólo a la guerra contra la Corona española, sino también a la construcción de las nuevas naciones, llamado que fue atendido como puede constatarse en el importante papel que destacados extranjeros tuvieron en batallas claves de la Guerra de Independencia.

Durante todo el proceso emancipador los territorios dominados por las fuerzas republicanas se encontraban, en la práctica, absolutamente abiertos a la inmigración y el comercio extranjero.

En la Venezuela independiente, uno de los primeros intentos de inmigración organizada se debió a la iniciativa de El Marqués del Toro, uno de los personajes más relevantes de la aristocracia colonial. Propietario de grandes extensiones de tierra en los Valles de Aragua, quien sintió la ausencia de mano de obra como consecuencia de la Guerra de Independencia.

El Marqués consideraba que esas tierras estaban necesitadas de inmigrantes, de trabajadores asalariados que aplicaran las técnicas europeas a los cultivos criollos, por lo que propuso el establecimiento de cinco mil colonos extranjeros a quienes se les brindaría una serie de beneficios, tales como la exoneración de cualquier pago durante los primeros dos años.

Gracias a su influencia en el nuevo gobierno, logró convencer a sus dirigentes de los beneficios que aportaría a la agricultura el ingreso de inmigrantes para las actividades agrícolas. Tal como lo señala Troconis de Veracoechea, E. (1986):

Por eso ofrece, en un aviso aparecido en la prensa capitalina, unas dos fanegadas de tierra de labor a todo extranjero soltero, y tres a los casados, aclarando que con gusto serían recibidos aquellos españoles que, ahuyentados por la guerra de separación y sufriendo la anarquía vigente en España, desearan regresar a América a colaborar en el progreso y recuperación del nuevo país. En esas dos fanegadas debían sembrar arroz, trigo, maíz, legumbres, etc., para sustentar a su familia y también podrían dedicar una parte para el cultivo de algodón, añil o café, ya con fines de lucro, pudiendo ofrecer el producto de su esfuerzo al comercio nacional. ( p. 37)

A pesar de que el proyecto ofrecía múltiples oportunidades, tanto para los inmigrantes como para la economía de la nueva República, los problemas de la Guerra de Independencia impidieron su realización.

En 1820, un año después de la creación de Colombia, Francisco Antonio Zea declaró en Angostura abiertos los puertos para los hombres de todas las naciones, ya vinieran como comerciantes y viajeros, o como inmigrantes deseosos de convertirse en ciudadanos.

Merece referencia especial la llegada de judíos holandeses a la ciudad de Coro. Lovera, E. (1989), explica como desde su llegada a la isla de Curazao se dedicaron al comercio y el contrabando, y:

… hacia Coro se traslada un grupo significativo de ellos para activar directamente dicho comercio, aprovechando las condiciones favorables que ofrecía la nueva República de Venezuela a los inmigrantes extranjeros que decidieran residenciarse en el país. El comercio de Coro continuó así, aún mas estrechamente vinculado a Curazao. (p. 17).

Señala Lovera que el establecimiento de estos inmigrantes en Coro, coincidió con el fin de la Guerra de Independencia en esta Provincia (1823), donde la ciudad sufrió sus consecuencias, especialmente por la miseria y la disminución de la población. Los realistas mantuanos abandonaron la ciudad y los judíos, grupo económicamente poderoso, tomaron su puesto suplantando las actividades agrarias y dedicándose al comercio. Este grupo fue favorecido por la política de inmigración anunciada en las primeras leyes de la República de Colombia. (ob. cit. pp. 18-19)

En 1823, el Congreso de la República de Colombia promulgó la primera Ley de Inmigración que promovía la llegada e instalación de inmigrantes europeos y norteamericanos al territorio colombiano, ante la necesidad de poblar el territorio.

Según sostiene Troconis de Veracoechea. E. (1986), desde el primer momento la llegada de inmigrantes se convirtió en un grave problema, se instalaban donde querían y no donde el país los necesitaba, además que en su mayoría no eran labradores o artesanos como se requería, debido a la falta de planificación y la carencia de vigilancia sobre las personas extranjeras que llegaron al país. (p. 65)

En 1825 se creó la Sociedad Agrícola Colombiana, con sede en Londres, con la finalidad de estimular la inmigración inglesa. Se les ofrecía el pasaje, garantía de ubicación, alimentos y hasta dinero, mientras comenzaban a producir en las tierras que se les darían en propiedad. En Venezuela se estableció la Colonia de Topo de la Tacagua:

En 1826 la Asociación Colombiana de Agricultura envió algunos colonizadores escoceses a Topo, en la vecindad de Caracas, en el sitio denominado Catia. Cinco meses más tarde, el encargado de negocios de Inglaterra, Sir Robert Ker Porter, informó que la Colonia había resultado un fracaso total. Algunos de estos 200 habitantes fueron enviados al Canadá y otros devueltos a su lugar de origen. (ob. cit. p.67)

Los principales problemas que confrontaron los escoceses, fueron la aclimatación, el desconocimiento de los cultivos tropicales, vías de acceso, y sobre todo la falta de planificación.

Desde la óptica positivista, la llegada de extranjeros fue observada como la panacea para todos los problemas nacionales, la supuesta necesidad de “blanquear” la sociedad llevó a estimular el establecimiento de diversas colonias europeas alrededor del país, al igual que en varios países latinoamericanos.

En las ideas pedagógicas del eminente venezolano Don Cecilio Acosta, encontramos ese acercamiento con los demás pensadores americanos. Consideraba que lo importante del proceso educativo era hacer del individuo un ser social, una persona útil, un ciudadano auténtico. Para lograr este objetivo tomaba muy en cuenta los medios principales por los que transmitía la enseñanza, el difuso y el sistemático.

Tosta, V. (1958), explica como le dió suma importancia al llamado medio difuso o diluido, es decir, a la escuela de la vida, al contacto cotidiano entre los hombres, a ese aprendizaje que se adquiere por el simple hecho de formar parte de una sociedad.

Alimentado por esa fe, fue siempre partidario decidido de la inmigración. Esperaba múltiples beneficios del roce de nuestros hombres con hombres extraños de superioridad intelectual y técnica. Por eso anhelaba que se abrieran las puertas a los habitantes de Europa, para que vinieran a prestar sus aportes a la tarea de contribuir a la prosperidad de estas naciones. (p. 26).

De esta manera, Don Cecilio Acosta pretendía una inmigración dotada de conocimientos en las labores de la industria, compuesta por ingenieros, geólogos, naturalistas. Y, además, que tuviera apego a la libertad.

En este aspecto, Acosta era más optimista que el argentino Domingo Faustino Sarmiento, cuando no veía como una calamidad o una enfermedad la condición mestiza de nuestros pueblos, por lo que la inmigración tenía un sentido distinto. Estaba de acuerdo con el también argentino Juan Bautista Alberdi en el sentido de que “gobernar era poblar”, pero para Acosta “poblar era educar”, por lo que en sus ideas se veía tanto hincapié en realizar una campaña para la organización de la enseñanza y su deseo de fomentar la inmigración.

Los sociólogos Sarmiento, Alberdi y Acosta, coincidían en sus conclusiones.

II. La República agropecuaria

El general José Antonio Páez asumió la presidencia de la República de Venezuela en 1830, luego de la separación de Colombia, y a pesar de los problemas políticos que tuvo que enfrentar, ante una insurgencia latente de algunos actores de la Guerra de Independencia, se preocupó por impulsar el progreso económico. Como señala Perazzo, N. (1982), Tomo I:

En esa tarea advierte que es indispensable revitalizar el caudal humano depauperado en la gesta libertadora. Que con sólo 800.000 venezolanos, diseminados en proyección desértica por el vasto territorio de la Nación, no se podrá ir adelante. Que hace falta el concurso de hombres de ideas y de energías nuevas para el impulso creador. Y por eso comienza por abrirle las puertas de la República a quienes se habían tenido que ausentar por causa de la guerra. Quiere que regresen todos los que traigan el propósito sincero de trabajar. Y aspira más aún: a que vengan gentes de las Canarias y de Europa Continental, en una clara concepción de futuro, que va a ser, en la sucesión del tiempo, vigencia prolongada de una urgencia nacional. (p. 65)

En efecto, la grave crisis económica de la naciente república, la reducida población y la gran extensión de tierras cultivables, hizo que se pensara en la inmigración como una fórmula adecuada para alcanzar una mayor prosperidad.

El entonces Secretario de Interior, Antonio Leocadio Guzmán, en su Memoria (1831) expresaba que: “No tenemos caminos por falta de hombres; no tenemos navegación interior por esta misma falta; y por ella es pobre nuestra agricultura, corto el comercio, poca la industria, escasa la ilustración, débil la moral y pequeña Venezuela” .(Diccionario de Historia de Venezuela. (1989). Tomo 2. p. 794)

En el Congreso Constitucional de la República de Venezuela, instalado en Valencia en 1831, de nuevo abordó el tema de la inmigración y se concretó en la promulgación de un Decreto de fecha 13 de junio de 1831, donde se dispuso promover la inmigración de isleños. Como lo señala Perazzo, N. (1982), Tomo I

El Ejecutivo quedaba facultado para hacer los gastos que causare la inmigración, mediante el acuerdo del Consejo de Gobierno; los inmigrantes recibirán carta de nacionalización tan luego como pisaren el territorio nacional; quedaban libres de las obligaciones del servicio militar y del pago de toda contribución agrícola por diez años y podrían obtener título de propiedad sobre las tierras baldías que pudieran cultivar. (p. 80)

En ese entonces se consideraba que era muy importante traer personas de las Islas Canarias ya que eran personas que profesaban la misma religión, hablaban el mismo idioma y poseían costumbres comunes, lo que facilitaría su adaptación, además de ser personas honestas y laboriosas.

El 5 de diciembre de 1832 se emitió un nuevo Decreto que ratificaba en todas sus partes el anterior de 1831. Se puede afirmar, que durante el gobierno del General Páez se dieron los primeros pasos para la construcción y posterior desarrollo de una política de inmigración, que desde sus inicios llevaba un gran contenido social, al no buscar mano de obra económica, dócil y servil para solucionar la despoblación del territorio, sino que por el contrario se tuvo un sentido civilizador y humano.

La inestabilidad política continúa en el país al concluir el primer período presidencial del General Páez (1830-1834), hizo que los esfuerzos por traer inmigrantes canarios quedaran paralizados y que no se dispuso de incentivos para atraer a estas personas al país.

Sin embargo, el 19 de mayo de 1837 el Congreso de la República hizo extensivas las concesiones que se le habían ofrecido a los canarios, a todos los europeos que estuvieran dispuestos a venir y dedicarse a la agricultura o a otras empresas útiles.

En el artículo “Inmigración”, publicado en El Liberal. (1837, noviembre7), hacía referencia a la llegada al país de dos alemanes procedentes de Estados Unidos de Norteamérica, llamados Carlos Graf y Carlos Schwachheim, a quienes se les dió una calurosa acogida. Eran molineros, mecánicos quienes se dedican a construir ruedas de agua, oficio que les permitió vivir cómodamente.

Se esperaba que estos inmigrantes informaran a otros compatriotas de las ventajas de este país y así lograr una inmigración útil y a poco costo, ya que “…los inmigrados alemanes tienen la idea de que en la America del Sur ellos no pueden dejar de ser esclavos o soldados, o de perder su libertad de cualquier otro modo.” (p. 195). Finalmente se señalaba que el Gobierno de Venezuela suscribió un tratado en el cual se garantizaban los derechos y libertades de los alemanes que decidieran radicarse en el país.

En 1837 llegaron a las costas venezolanas ciento quince emigrados procedentes de las islas Canarias, contratados por el Sr. Juan Rivero para el servicio de su hacienda, donde ya había recibido otros Canarios con los que tenía una colonia dentro de sus tierras.

El señor Rivero daba fe de lo dócil que era esta gente y la facilidad que tenían para acostumbrarse y recomendaba que se recibieran familias, ya que estas permanecían mayor tiempo en su colocación inicial, mientras que los “hombres sueltos” se cambiaban con facilidad. Esta noticia fue considerada de mucha importancia por servir como elemento de referencia a los propietarios que están necesitados de mano de obra agrícola. (ob. cit. p. 204)

También, en el artículo de El Liberal, citado anteriormente, se especificaban los términos de la “contrata” (anexo A), con la finalidad de que los hacendados se convencieran de que los servicios prestados por inmigrantes eran mucho más baratos en comparación con lo que se pagaba al venezolano, además de tener la seguridad de emprender los trabajos del campo sin temor a la falta de mano de obra y tener personas dóciles, respetuosas y manejables en todos los aspectos.

Finalizaba el artículo diciendo que había mucha disposición en Canarias de emigrar hacia Caracas, por lo que sería útil repetir la experiencia del Sr. Rivero y así contar con un medio fácil, conocido y sobre todo ya practicado, de traer al país una emigración selecta y económica.( p. 205)

Durante la segunda presidencia del General Páez (1839-1843), el 12 de mayo de 1840 se derogó la Ley de mayo de 1837. En su artículo 5º de esta nueva Ley, se estableció la creación de una Sección de Inmigración que dependió de la Secretaría del Interior, que tuvo entre sus funciones elaborar periódicamente cuadros estadísticos con los movimientos migratorios, proteger los empresarios de inmigración y fomentar la creación de las Sociedades de Inmigración en todas las regiones del país.

A los empresarios de inmigración se les ofrecían préstamos del gobierno y tierras para asentar inmigrantes siempre que cumplieran con traerlos antes de 18 meses. Según señala Perazzo, N. (1982), Tomo I, las Sociedades de Inmigración

… quedaban facultadas para promover las empresas de inmigración por cuantos medios estuvieran a sus alcances; celebrar contratos con quienes ofrecieran traer al país hombres laboriosos y de buenas costumbres, vigilando para que no se introdujeran ‘inmigrados viciosos’; promover el alojamiento a los inmigrados por medio de sus comisionados, hasta que fueren entregados a las personas que los tomaren a su servicio; proveer también a su subsistencia, cuando el contratista o empresario faltare a su deber,… (p. 87)

La prensa venezolana de la época fue crítica con la nueva política y se preocupó por la ineficacia de todas las leyes y programas que se habían tratado de implementar. En el periódico El Venezolano del lunes 14 de junio de 1841, se señalaba que se han creado organismos para fomentar la inmigración, pero que no existe un “Comisionado de Inmigración” en el exterior que se dedique a promover las ventajas que ofrece nuestro país, así como a revisar y estudiar las políticas de inmigración y colonización de otros países a fin de no cometer los mismos errores.

Especial atención merece el proyecto de Agustín Codazzi (geógrafo, explorador y militar italiano), quien presentó al Secretario de Interior y Justicia su proyecto colonizador, acompañado de un croquis de la Cordillera de la Costa, donde se ubicaría la colonia entre el mar y los valles de Aragua. Inmediatamente celebra un contrato para traer entre sesenta y ochenta familias en el término de dieciocho meses.

Se fue a Europa donde junto al cartógrafo Alejandro Benitz, llevó a cabo el estudio preliminar para ubicar los terrenos más apropiados para la ubicación de las colonias agrícolas europeas, como lo señala Aguilera, J.A. (1980):

Recomendó Codazzi la zona comprendida entre Maya y La Victoria (en el actual Estado Aragua), ubicada entre los 1.800 y los 2.000 metros de altitud y propuso el nombre de Colonia Tovar en honor de Don Martín Tovar y Ponte, quien generosamente habría ofrecido su protección moral y una fianza para el adelanto de los fondos requeridos. (p. 41)

La atención de Codazzi se centró en el traer alemanes por considerar que eran familias industriosas, personas de buenas costumbres y acostumbradas al trabajo, señalaba que sus amigos europeos compartían su idea y consideraban que la empresa colonizadora tendría éxito con los habitantes de esta región, como había sucedido en los Estados Unidos, que debía gran parte de su crecimiento agrícola al inmigrante alemán.

Como lo señala Perazzo, N. (1982) Tomo I, en el plan Codazzi se establecieron una serie de cláusulas de contenido social, novedosas para su tiempo, entre las cuales se pueden señalar: a) Los inmigrantes tenían que renunciar a toda conexión con la vieja patria, pero que como compensación encontrarían cuidados patriarcales en su nueva residencia. b) La colonia estaba destinada a ser una gran Compañía de intereses entre capitalistas y labradores, Codazzi, como cabeza, debía representar a los primeros. c) Luego de su llegada, serían transportados al lugar de la colonia y tendrían un mes para descansar del viaje y arreglar sus viviendas. Durante este tiempo deberían ser mantenidos por los empresarios. d) Los colonos dedicarían tres días de la semana a las tareas de la colonia o de su director. e) Deberían aplicar los conocimientos en sus propias tierras a fin de ir formando a las generaciones futuras. f) La colonia debería ser una gran comunidad, con un Director, que no sólo representaría los intereses de los colonos ante el Gobierno, sino que atendería los problemas individuales de cada colono.

El proyecto de Codazzi tuvo gran acogida en la opinión pública y se consideraba que se habían tomado todas las previsiones para asegurar el éxito de la inmigración que contribuiría con el desarrollo del país. En 1841, el Congreso de la República aprobó un préstamo de $15.000 pesos, que podría aumentar hasta $30.000 pesos para este proyecto, donde don Martín Tovar Ponte, además de ser socio capitalista, sirvió de fiador para el aporte oficial.

En 1843, la empresa se vió cristalizada al salir del puerto El Havre el buque francés “Clemente” con trescientos cincuenta y ocho inmigrantes a bordo, distribuidos de la siguiente manera: ciento cincuenta y ocho hombres, noventa y seis mujeres, y ciento diecisiete niños.

Luego de una penosa travesía, entre tormentas y epidemias en las que perdieron la vida catorce de los inmigrantes, finalmente arribaron en marzo a las costas venezolanas, y después de permanecer varios días en cuarentena se dirigieron a tomar posesión de las tierras.

El 8 de abril de 1843 se fundó la colonia, a pesar de no contar con las condiciones propicias por no haberse completado los preparativos necesarios, ni siquiera la construcción de una barraca y ni la limpieza del terreno. Los colonos no se sintieron motivados hasta el momento en que recogieron las primeras cosechas y muchos de ellos decidieron quedarse en la colonia a pesar que algunos compañeros la habían abandonado y se habían dirigido a centros urbanos.

En el mes de agosto del mismo año, el Gobierno Nacional envió una comisión para realizar una evaluación sobre el funcionamiento de la Colonia y se elaboró un informe al Secretario de Interior y Justicia en los siguientes términos:

…la Comisión veía en aquella Colonia y en su infatigable y digno director, el verdadero tipo de estos establecimientos y el sistema con que puede dársele feliz cima en nuestro país; que veía en un terreno virgen y despejado una población europea, cuyos hábitos, costumbres y vida social contrastaban del modo mas extraño con las costumbres y usos de nuestros pueblos y que veía, finalmente y le parecía infalible, el trascendental y benéfico influjo que necesariamente debería ejercer aquella colonia en nuestro país, bajo cualquier aspecto que se le considerare. Decían, asimismo, que los individuos que formaban la colonia no eran a semejanza de nuestros jornaleros, hombres que solo sabían manejar la azada, y desempeñar los demás trabajos mecánicos del campo. Sino que todos, sin excepción, eran artesanos que después que terminaban sus faenas rurales, en las cuales los acompañaban sus mujeres, dedicábanse a trabajar en sus respectivos talleres los diferentes utensilios o artefactos que necesitaban para su uso o consumo, o que cambiaban por otras producciones que carecían. (ob. cit. p. 89)

En noviembre de 1843, la muerte de Martín Tovar Ponte, constituyó un duro golpe para la empresa colonizadora de Codazzi, debido a su prestigio y los recursos económicos que aportaba. Sin embargo, el proyecto continuó y en 1845 ya se notaban síntomas claros de desarrollo en la Colonia Tovar, al lograr sus habitantes vivir de sus propias labores agrícolas.

Según señala Zawisza, L. (1980), la producción agrícola de la Colonia ha tenido tres períodos: el primero, de 1843 a 1890, donde predomina la agricultura de granos y hortalizas para el autoconsumo, el segundo de 1890 a 1963, con auge de la producción cafetalera, manteniéndose el cultivo de maíz y hortalizas para consumo propio, y el tercero, desde 1963, donde predomina el cultivo de frutas, flores y hortalizas, con disminución en la producción cafetalera por el desplazamiento de la actividad agrícola hacia las actividades hoteleras y comerciales.

Para Troconis de Veracoechea, E. (1986) el éxito y la permanencia en el tiempo de la Colonia Tovar se debe en gran parte a:

... que durante años permaneció aislada del resto del país, ha podido mantener gran parte de las tradiciones y costumbres de sus primeros pobladores, casándose entre ellos mismos y manteniendo una mística por el trabajo, difícil de igualar. (p. 77)

Fueron muchos los empresarios que quisieron seguir los pasos de Codazzi, pero no lograron consolidar la labor colonizadora, ya que lo hicieron sin planificación, prestaron poca atención a la preparación de los inmigrantes y a los escasos recursos para crear nuevos poblados.

Como se ha señalado, en la Venezuela independiente se trató de impulsar la inmigración dirigida y existe la creencia -no demostrada estadísticamente- que en los 15 años transcurridos entre 1830 y 1845, llegaron al país mil quinientos dieciséis inmigrantes y en algunos textos históricos se trata de elevar el número a cuatro mil.

En virtud de justificar las políticas y la necesidad de traer inmigrantes para poblar el territorio, se tomaban como inmigrantes a los extranjeros de toda procedencia que llegaban al territorio, pues según se señaló en la Memoria del Instituto Técnico de Inmigración y Colonización (1940), la única referencia que podía constatarse con datos estrictamente oficiales, fue la llegada de setenta y dos inmigrantes franceses en 1839, e instalados por el Gobierno en tierras de la Nación y los trecientos cincuenta y ocho alemanes llegados en 1940 para instalarse en la Colonia Tovar. (p. 9)

En 1845 se sancionó una nueva la Ley de Inmigración que derogó la de 1840, donde se aumentaron las concesiones de los inmigrados, pero a la vez se hizo más rígida al establecer sanciones a los empresarios que ingresaran al país a personas viciosas o que tuvieran cuentas pendientes con la justicia.

La preocupación por poblar los vastos territorios venezolanos estuvo presente durante los gobiernos de José Gregorio (1847-1851 y 1855-1858) y José Tadeo Monagas (1851-1855), pero debido a la inestabilidad política decayó el interés y dejó de ser prioridad como política de gobierno.

Sin embargo, el empresario trinitario Des Source, fundó una nueva colonia, la Colonia Numancia en Puerto Tablas, Estado Bolívar, con setecientos inmigrantes llegados de Trinidad, pero a sólo dos días de iniciar su funcionamiento, desapareció debido a una epidemia de fiebre amarilla y a los maltratos a que fueron sometidos.

La lucha y la zozobra de los años de la Guerra Federal (1859-1863), incidieron negativamente sobre los proyectos de inmigración y colonización, no solo por los problemas internos, sino por la deteriorada imagen de país que se proyectaba en el extranjero, donde la tranquilidad y prosperidad que se pregonaba para atraer inmigrantes, había quedado atrás.

A pesar de ello, el inglés J. F. Pattison, entre 1869 y 1870, intentó la fundación de una colonia de ingleses en la confluencia del río Caura y el Orinoco, pero a los pocos meses los inmigrantes se dispersaron.

Otra etapa de fuerte presencia de una política migratoria definida tendiente al poblamiento y “blanqueo” de la población venezolana fue durante el gobierno de Antonio Guzmán Blanco (1873-1877, 1879-1884, 1886-1888). Un factor muy importante en la concepción positivista de la modernización y civilización de nuestra sociedad estaba relacionado con el poblamiento de amplias extensiones de tierras baldías y con un proceso planificado de europeización o “blanqueamiento” de la población, en gran parte mestiza, del país.

Entre 1856 Y 1874 la situación migratoria había sufrido un estancamiento, como lo señala Troconis de Veracoechea, E. (1996), pero con la llegada de Guzmán Blanco al poder se marcó un hito de gran importancia para la inmigración. La situación en que se encontraba el país cuando inició su período presidencial, se caracterizó por la baja producción agrícola, deficiencia en las vías de comunicación y ausencia de brazos trabajadores, por estos motivos surgió la idea de traer inmigrantes y fundar colonias agrícolas.

Las bases de su programa se encuentran fundamentalmente en el Decreto del 14 de enero de 1874:

1-El gobierno costeará el traslado, hospedaje y demás gastos de los inmigrados antes de colocarse en colonias o con particulares.

2-Se les garantiza la libertad religiosa y de enseñanza.

3-Tendrán libertad de contrato.

4-Los objetos de uso personal traídos por los inmigrantes quedarán exentos del pago de derechos.

5-Quedaron establecidas la Dirección General de Inmigración, una Junta Central, Juntas Subalternas y Agencias en el exterior, delimitándose la estructura y obligaciones de estos organismos ( ob. cit, p.25).

En las ciudades de Caracas, La Guaira, Valencia y Puerto Cabello, se fundaron «depósitos de inmigrantes», donde se colocaban y ayudaban a su llegada, mientras esperaban su colocación en colonias o haciendas particulares. Guzmán decretó la creación de Sociedades Cooperativas de inmigración en todas las capitales de los Estados, con la finalidad de buscar terrenos baldíos aptos para la fundación de colonias, para luego informar a la Junta Central de Inmigración. (ob. cit. p.25)

Lo novedoso de esta nueva política fue la propuesta de crear colonias mixtas donde hicieran vida en común los extranjeros y venezolanos, pues hasta ese momento todos los asentamientos habían sido núcleos cerrados de inmigrantes. Igualmente se propuso buscar mano de obra europea para ubicarla en las haciendas, así de esta forma contribuir con las empresas particulares.

Guzmán consideraba que para el venezolano sería muy positivo el contacto con el extranjero, para que aprendieran nuevas técnicas y hábitos de trabajo, tuvieran contacto con otras culturas y sobre todo, que se diera una mezcla étnica para mejorar las condiciones del venezolano.

La idea de colonias mixtas se vió materializada en la fundación de la Colonia Bolívar-Araira ubicada en el Estado Miranda. En 1874 comenzaron los preparativos con la compra de los terrenos y se otorgó presupuesto para su acondicionamiento. A finales de ese año ya se encontraban ubicados los primeros colonos de origen francés.

Pero los problemas comenzaron con los campesinos que se encontraban en las tierras compradas por el Estado, a algunos se les permitió continuar en sus labranzas pero la falta de delimitación del terreno correspondiente a la Colonia, trajo el descontento con los vecinos.

Los colonos también se sintieron engañados al no otorgárseles la totalidad de la propiedad de la tierra que se les habían prometido. A pesar de la prioridad dada por Guzmán a esta política, la falta de planificación y al no entregar los recursos prometidos, se tradujo en su posterior decadencia.

A finales de 1874 se fundó una nueva colonia, la Guzmán Blanco, ubicada en tierras baldías en Ocumare del Tuy, y llegaron inmigrantes franceses, canarios e italianos en su mayoría. Al igual que en la Colonia Bolívar-Araira se fomentó el cultivo del café. Para el Ilustre Americano, esta política fue todo un éxito, tal como lo expresó en su Mensaje Presidencial (1876):

Las dos colonias que como ensayo establecí, van en progreso: la Bolívar tiene 80 familias, además de 61 inmigrados, como plantaciones de café, aparte de los frutos menores que cultivan los franceses, y el clima es tan bueno que desde que se estableció para acá, sólo ha habido dos defunciones. La Guzmán Blanco tiene 1.145 habitantes, entre cuyos emigrados hay 40 establecidos por su propia cuenta; posee 135 fundaciones de café con 675.000 matas, 70 tablones de caña y 130 casas, de las cuales 6 pertenecen al Gobierno; están desmontadas 15 hectáreas de terreno para establecer la población, y el clima y demás condiciones de la Colonia, nada dejan que desear. Me ha parecido que este prospecto tan halagador, unido a la conveniencia de facilitar el tráfico de la parte Oriental al Guárico con los Valles del Tuy, aconsejan la carretera que he mandado a abrir entre Altagracia y Santa Teresa.

Para Guzmán el éxito fue inminente, sin embargo la realidad fue otra y poco a poco las colonias fueron decayendo. En 1888 se le cambió el nombre a la colonia Guzmán Blanco por el de Independencia, pero ya en ese momento estaba en franca decadencia debido a la falta de vías de comunicación, la mala administración y la baja en los precios del café.

En la Colonia Bolívar-Araira gran parte de su población no se dedicó al cultivo sino a actividades fuera de ella y comenzaron a surgir pleitos entre los colonos y el gobierno por la propiedad de la tierra, lo que trajo como consecuencia que para 1912 ya prácticamente la Colonia estaba extinguida.

Una de las quejas del gobernador en relación a las colonias y su funcionamiento, es que “desgraciadamente” los inmigrados que fueron a formar dichas colonias eran franceses y que casi ninguno de ellos era agricultor. Algunos eran artesanos, otros obreros y los demás “inclinados a la vagancia”. Debido a que muchos de ellos no soportan las lógicas fatigas del campo, abandonaron el lugar y se fueron a otros sitios a realizar actividades más cónsonas con sus inclinaciones (Troconis de Veracoechea, E., 1996, p. 53).

De nuevo se observa como la desorganización y la falta de planificación fueron lugares comunes en las políticas del gobierno, lo que impidió que se hicieran sostenibles en el tiempo y lograran los objetivos propuestos.

En el caso del gobierno de Guzmán Blanco, se aprecia como la administración de las colonias cambiaba constantemente, en un primer momento estuvo en manos del Ministerio de Fomento y la Junta de Inmigración, luego pasó al Ministerio de Relaciones Interiores, regresó al Ministerio de Fomento y finalmente dejaron de ser colonias para convertirse en Municipios.

A pesar de que las colonias no lograron en su totalidad el éxito deseado, en lo que respecta a la inmigración si se lograron cifras importantes, Landaeta Rosales (1973), señala que entre 1874 y 1888 entran en nuestro país veintiséis mil inmigrantes, de los cuales veinte millares eran peninsulares y canarios. Entraron además dos mil setecientos sesenta y cuatro italianos, mil ochocientos seis corsos y que según datos del Censo Nacional de Población de 1891, en Venezuela había treinta y ocho mil extranjeros, repartidos de la siguiente manera: trece mil españoles, once mil colombianos, seis mil ingleses, tres mil seiscientos holandeses, tres mil italianos y dos mil cuatrocientos franceses.

La cuarta parte residía en el Distrito Federal, la misma cantidad residía en el Estado Táchira, seis mil seiscientos vivían en el Estado Miranda, tres mil doscientos en Carabobo y dos mil trescientos en Delta Amacuro.

En resumen, es posible afirmar que, la inmigración dirigida y contratada por nuestros Gobiernos desde 1830 a 1877, apenas arrojó un total de cuatrocientos ochenta y tres inmigrantes, como se señaló en la Memoria del Instituto Técnico de Inmigración y Colonización (1940, p. 10), ya que las cifras que aparecen en los censos y publicaciones oficiales se corresponden a la inmigración espontánea.

El 9 de junio de 1891 el Congreso sancionó una nueva Ley de Inmigración que derogó todas las Leyes y decretos anteriores. En 1892, fue cuando Joaquín Crespo lideró la Revolución Legalista y asumió el poder. Al año siguiente (1893) emitió un Decreto donde estableció dos categorías de inmigrantes: los contratados para colonias ubicadas en terrenos baldíos y los contratados para colonias en terrenos particulares.

Sin embargo, para establecer colonias en terrenos de particulares deberían tener autorización del gobierno y debían tener como mínimo cien casas, quinientos inmigrantes y quinientas hectáreas de terreno cultivado.

En 1894 surgió una nueva Ley de Inmigración con la novedad que no permitía inmigrantes de las Antillas y en 1895 se fundó la Sociedad de Inmigración Agrícola de Venezuela, que tendría como finalidad traer familias de inmigrantes para fomentar la agricultura a gran escala. Pero ninguna de las medidas tomadas durante el gobierno de Crespo se vio materializada.

El tema de la inmigración continuó vigente en la primera década del siglo XX. En la prensa de la época se encuentran algunas referencias al problema del desequilibrio en la población mundial, donde se explica que mientras hay zonas superpobladas como Asia, por el contrario hay grandes regiones despobladas, encontrándose Venezuela entre ellas.

Para Delgado, S. T. (1903, noviembre 27), en su artículo titulado “Inmigración”, publicado en El Pregón Industrial, la inmigración es necesaria para el progreso y la regulación de la familia humana en el Planeta y particularmente Venezuela, se encuentra entre los territorios que necesitan poblarse, pero hay que tener en cuenta las ventajas y peligros que este proceso implica:

La inmigración envuelve en sí grandes ventajas para el país que lo requiere; pero debe ser escojida escrupulosamente, pues de lo contrario en vez de ser fuente de progreso y civilización, va a convertirse en foco de inmoralidad y aumentar la penuria. Tal acontece entre nosotros; y este mal lo debemos a nuestros Gobiernos anteriores, y particularmente a los contratistas o comisionados a tal efecto; pues éstos señores, indiferentes a la suerte de la Patria, por llenar su cometido o cumplir sus compromisos, no se preocupan por la procedencia de los emigrados que traen al país, sino que al contrario, echan mano a lo primero que encuentran, ya sean turcos, buhoneros o camiseros chinos; de donde resulta que hoy nos encontramos asediados por individuos de esa naturaleza: por temperamentos retrógrados e improductivos. (p. 2)

Explica Delgado, S. T., que el atraso en que se encontraba nuestra agricultura se debía principalmente a la inestabilidad política, a las guerras, que impedían su desarrollo. Por otra parte, esta situación no hacía atractivo el territorio a nuevos inmigrantes, por lo que al lograr la paz era necesario esforzarse para traer agricultores o personas que se adaptaran a las faenas agrícolas. (ob. cit.)

Finalmente podemos señalar que el fracaso de la política de inmigración y colonización agrícola en gran parte se debió a la actuación del Gobierno que debía tener la obligación de mantener un control estricto y un seguimiento a los inmigrantes que llegaran, pero hasta ese momento se había limitado a mantenerlos unos pocos días y luego los abandonaban, lo que traía como consecuencias que estas personas, italianos y canarios -en su mayoría eran agricultores- buscaran cualquier tipo de trabajo y no favorecían el objetivo primordial, que era aumentar la mano de obra para la agricultura.

REFERENCIAS

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2. Delgado, S. T. (1903, noviembre 27). “Inmigración”, El Pregón Industrial, p. 2        [ Links ]

3. Diccionario de Historia de Venezuela (1989). Caracas: Fundación Polar Tomo 2. Inmigración. (1837, 7 de noviembre). El Liberal, p. 195-205        [ Links ]

4. Landaeta Rosales, M. (1973). Gran recopilación geográfica-estadística e histórica de Venezuela. Caracas: Banco Central de Venezuela        [ Links ]

5. Lovera, E. (1989). Los judios en Coro. 1823-1858. Coro: Boletín del Centro de Historia del Estado Falcón, (35), 13-38        [ Links ]

6. Memoria del Instituto Técnico de Inmigración y Colonización (1940), Caracas        [ Links ]

7. Perazzo, N. (1982). La inmigración en Venezuela (1830-1850). Caracas: Archivo General de la Nación . No. 17. Tomo I        [ Links ]

8. Tosta, V. (1958). Ideas Educativas de Venezolanos Eminentes. Caracas: Segunda Edición.        [ Links ]

9. Troconis de Veracoechea, E. (1986). El proceso de la inmigración en Venezuela. Caracas: Academia Nacional de la Historia. Colección Fuentes para la Historia Republicana de Venezuela, No. 41        [ Links ]

10. Troconis de Veracoechea, E. (1996). Araira: una colonia agrícola en el estado Miranda. 1874-1900. Los Teques: Biblioteca de autores y temas mirandinos, No. 6        [ Links ]

11. Zawisza (1980). Colonia Tovar. Tierra Venezolana. Caracas: UCV.        [ Links ]