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Tiempo y Espacio
versión impresa ISSN 1315-9496
Tiempo y Espacio vol.24 no.62 Caracas dic. 2014
Michel Maffesoli. El instante eterno. El retorno de lo trágico en las sociedades posmodernas. Buenos Aires, Ed. Paidós, 2001.
Simón Abdala Meneses
Licenciado en Filosofía por la Universidad de Chile. Doctorando en Filosofía en la Universidad de los Andes de Chile. Becario CONICYT. E-mail: abdala.simon@gmail.com
Lo cotidiano como expresión del sentido del tiempo en la Historia
Eric Voegelin, filósofo político alemán del siglo XX y exiliado de Austria por el régimen nazi en 1938 dijo:
En nuestro tiempo podemos observar que el pueblo se estremece por los horrores de la guerra y de las atrocidades Nazis, pero es incapaz de ver [que] todos estos horrores no son más que una traducción, al nivel físico, de los horrores espirituales e intelectuales que caracterizan a la civilización progresistas en su etapa pacífica, que los horrores no son más que la ejecución del juicio que recayó sobre la realidad política1.
Y es que para él, como para muchos de sus contemporáneos2, el mundo se hallaba inmerso dentro de una relativización valórica e intelectual tal, que cualquier cosa podía esperarse. Vista como una persona, bajo la teoría orgánica de la sociedad3, la ciudad en este sentido refleja a través del comportamiento de sus habitantes, lo que hay en su alma. De esta forma, si queremos acceder a las causas de algún vicio, crisis o enfermedad social, lo que se debe hacer es observar al alma del pueblo, dirigirse al centro de sus creencias4. Y aunque este alemán, que terminó sus días en Estados Unidos5 achacó la fuerte crisis socio-política de su tiempo a un resurgimiento del gnosticismo en occidente generado por un descarrilamiento de la conciencia, lo cierto es que gran parte de su generación demandó una revisión de aquello íntimo en el individuo, de modo de clarificar la razón de tantos años de tragedia.
Cuadrados en este afán clarificador es que nuestra intención es dirigir la atención a El Instante eterno: el retorno de la tragedia en las sociedad posmodernas6 de Michel Mafessoli7 ―filósofo y sociólogo francés―, que a nuestro modo de ver, da luces sobre un fenómeno (para unos vicio, para otros virtud) que se está gestando en gran parte de las comunidades de occidente: una actitud abolicionista hacia los valores sociales tradicionales.
A este respecto, dándole contenido a esta afirmación, el sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman, describe a esta sociedad abolicionista como una que vive una peligrosa combinación de libertad e inseguridad, en el marco de la incertidumbre de una vida frágil, inconsistente y escurridiza, en suma: una vida líquida8. Es bajo este diagnóstico ―que atraviesa todo el pensamiento de Bauman― que el polaco identifica como una de las causas de esta vida líquida, la renegociación del significado del tiempo en la historia: El tiempo está marcado por la profusión de ruptura y discontinuidades, aquí el tiempo no es lineal ni cíclico sino puntillista9.
Y es entorno a esto que el polaco y el francés coinciden en que se han tenido a grandes rasgos, dos teorías generales del sentido del tiempo en la historia generando a su vez dos tipos de comportamiento social. Por un lado el tiempo lineal, caracterizado por ser un proyecto hacia adelante propio de la modernidad progresista, y por otro lado un tiempo cíclico, que se reevoluciona a través de las crisis, trágico por esencia y propio del mundo griego antiguo (Maffesoli, 11). Bajo esta lógica las sociedades tradicionales (antiguas) han buscado el bien socio-existencial en el destino ofrecido por los dioses, mientras que las modernas lo han buscado en un futuro forjado por el hombre mismo (Maffesoli, 18). Y si bien pudiera suponerse que la posmodernidad es una especie de continuación de la modernidad, el tiempo en que vivimos hoy, según nuestro autor y actual director del Centro de estudios de la actualidad y cotidianidad10 en Francia, no es sino una vuelta a lo trágico.
Para Maffesoli, la historia que camina sobre un proyecto unificado de humanidad en donde hombre y mundo cuentan con valores referentes que guían su proceder, está siendo consumida por una posmodernidad ligada a un sentimiento de lo trágico. Ya no existe progreso sino sólo el destino, al que nuestro autor define como: una sinergia entre un tiempo dramático y una tragedia intemporal ( ) en donde el destino del pueblo y su existencia escapaban su control a manos de los dioses (Maffesoli, 22). En palabras simples, la acción humana en la historia se precarizó a tal punto de delegar su control a la incertidumbre del destino. Es por esta razón que el cambio fundamental que Maffesoli ve introducirse en el comportamiento de nuestra cotidianeidad contemporánea, no es sino un afrontamiento del destino y un retorno a la concepción cíclica del tiempo en la historia.
Mientras en la modernidad se intentó de objetivar y organizar las fuerzas que superan al individuo minimizándolas en conceptos que permitieran la manipulación de éste, lo trágico instala hoy, la idea de una superación de estos conceptos en una entidad más vasta, sublime, incontrolable y por lo mismo más auténtica (Maffesoli, 36-37). Si el fundamento de occidente era la idea del encapsulamiento del hombre dentro de una razón ilustrada y conforme a un fin, para el francés es evidente que lo que está sucediendo es una lenta pero progresiva orientalización del concepto de tiempo en la historia. Y esto significa que todo el sentido de la acción humana se remite a vivir la existencia en un eterno presente, que encierra a la vez el pasado y el futuro, aceptando tan sólo en un instante toda la eternidad (Maffesoli, 44).
Ahora bien, Maffesoli afirma esto en base a los distintos fenómenos sociales que reflejan, en la cotidianeidad, un afán por ahogar todo el tiempo en un solo instante. Cada vez más sólo se vive del momento. Bajo una ansiedad incontrastable, las comunidades de base estarían rememorando los ritos de la antigüedad en los cuales existía la noción del goce como perdida del sí en el Sí universal. En palabras del autor: Así es como la sabiduría antigua supo positiva la brevedad y precariedad de la existencia humana, elaborando un hedonismo trágico ( ) de ahí que los vicios se justifican como virtud ( ) haciéndole dar al instinto animal lo mejor de sí (Maffesoli, 80).
Todo el abandono y relativización de las entidades de normalización del sujeto, no es sino la manifestación de un deseo más antiguo que los valores modernos popularizados por la iglesia y el estado. De este modo los excesos propios de una juventud carente de la noción lineal del tiempo, cada vez menos se plantea y proyecta su vida en base a valores fundamentales. Lo propio de hoy es que siguiendo su instinto animal, una mayoría que no encuentra su espacio, lucha por perderse y encontrarse en cada rito con la eternidad, olvidando el tiempo, el espacio y hasta la integridad de sus propios cuerpos. Lo que algunos hoy llaman crisis valórica, no es más que la pérdida de conciencia de la antigua concepción del tiempo que fue el fundamento de las generaciones pasadas.
Lo trágico es sinónimo del fin de las certezas, de abandonarse en el todo cósmico, lo trágico es sinónimo de un hedonismo compulsivo que pierde interés en el cuidado de la salud, lo trágico es sinónimo de encontrar en la propia animalidad la fuerza y motor de un destino que jamás se conocerá. El ciclo y el destino son formas de un júbilo existencial, de un vitalismo que se jacta de haberse liberado de las cadenas que ataban la voluntad humana.
El diagnóstico que nos ofrece Maffesoli, es en esencia, según Enrique Carretero, una perspectiva sociológica que evidencia la influencia de una determinada actitud sentimental en la conformación del sentido del tiempo de una comunidad11.
En síntesis, más allá de que esta vuelta a lo trágico sea buena o mala, El instante eterno de Michel Maffesoli, se vuelve imprescindible para atender con lucidez a las distintas transformaciones sociales, que hoy más que nunca vivimos como latinoamericanos. En este sentido la invitación que realiza nuestro autor es realizar el esfuerzo de des-ideologizar los fenómenos que en nuestras comunidades irán apareciendo, para entrar en el ejercicio serio y responsable de velar por la salud de nuestros pueblos, que cual organismo vivo, necesita de cuidados para hacer de su existencia algo sustentable en el tiempo, pero que también como individuo, necesita sobre todo de un sentido a su existencia.
Notas
1 Eric Voegelin. Order and History, Vol. III.Columbia, Ed. University of Missouri Press, 2000-1, p. 147.
2 Entre ellos Leo Strauss. Como una pequeña reseña a sus afinidades y diferencias revisar la introducción a Eric Voegelin-Leo Strauss, Fe y filosofía. Correspondencia 1934-1964. Madrid, Ed. Mínima Trotta, 2009.
3 En relación a lo mismo, Norberto Bobbio: ( ) Teoría según la cual la sociedad (o el Estado) es concebida como un verdadero organismo a imagen y semejanza de un cuerpo humano ( ). NobertoBobbio. La teoría de las formas de gobierno en la historia del pensamiento político. México D.F., Fondo de Cultura Económica, 1987.
4 A este respecto, el mismo Voegelin: La existencia exterior de una sociedad política forma parte de su estructura ontológica. Eric Voegelin. La Nueva Ciencia de la Política. Buenos Aires, Ed. Katz, 2006, p.48.
5 Carlos A. Casanova. Verdad Escatológica y acción intramundana: La teoría política de Eric Voegelin. Pamplona, Ed. Eunsa, 1997, p.21-28, apunte biográfico.
6 Ed. Paidós, Buenos Aires, 2011.
7 Para una breve descripción de su pensamiento y trayectoria ver: NizaiáCassián, Ma. Gisela Escobar, Ricardo Espinoza, Raúl García, Martín Holzknecht y Carolina Jiménez, Imaginario social: una aproximación a la obra de Michel Maffelosi, Revista Athenea Digital, Universidad Autónoma de Barcelona, primavera 2006, Núm. 9:1-25.
8 Zygmunt Bauman. Vida Líquida. Barcelona, Ed. Paidós, 2006, pp. 10-11.
9 Zygmunt Bauman. Vida de Consumo. México D.F., Fondo de Cultura Económica, 2007, p. 50.
10 Alberto Constante, El instante eterno, Revista del Colegio de Filosofía, Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Filosofía y Letras, Junio 2005, Núm. 16:191.
11 Enrique Carretero, La concepción del imaginario social en Michel Maffesoli, Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 2003, N°104: 199-209.