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versión impresa ISSN 1315-9496
Tiempo y Espacio vol.25 no.64 Caracas dic. 2015
Ebert Cardoza Sáez
Licenciado en Historia (Universidad de Los Andes), Magíster en Ciencias Políticas (Centro de Estudios Políticos y Sociales de América Latina, ULA), Doctor en Historia (UCV). Profesor (Asociado) de la Escuela de Historia (ULA). Investigador adscrito al Centro de Estudios Históricos Carlos Emilio Muñoz Oráa, Miembro del Grupo de Investigación Histórica de Regiones Americanas (GIHRA), autor de artículos sobre Historia Militar en revistas especializadas. Correo electrónico: ebertcar4@gmail.com.
Resumen: Durante los siglos de la dominación española en América, la fortificación y defensa de las Colonias de ultramar fue una de las tareas más apremiantes de la Corona, cuyo objetivo fundamental era resguardar los dominios adquiridos de las constantes incursiones de piratas y corsarios, así como de mantener a raya las frecuentes insurrecciones étnico-sociales en los territorios aquende le Mar Océano. A fines del siglo XVI y comienzos del XVII, la “Llave” ubicada en la boca (o Barra) del Lago de Maracaibo, mirando al Caribe, hasta el puerto de San Antonio de Gibraltar, como Llave lacustre de la Provincia de Mérida y La Grita, era la posición defensiva más importante de una pujante y promisoria región interrelacionada en la frontera entre el Nuevo Reino de Granada y la Provincia de Venezuela, lo cual despertó la codicia de piratas mercenarios, por un lado, y corsarios al servicio de las potencias enemigas de España, por otro. En esta ponencia, se intenta una aproximación al estudio de las labores emprendidas por la Corona española en la fortificación y defensa de la Barra de Maracaibo, como uno de los puntos claves del dominio marítimo en el complejo tablero del sistema defensivo español del Caribe venezolano.
Palabras claves: historia naval, fortifi cación y defensa, Provincia de Mérida, Maracaibo.
Abstract: During the centuries of Spanish domination in America, fortifi cation and defense of the colonies overseas was one of the most pressing tasks of the Crown, whose main objective was to protect the domains purchased from the constant raids by pirates and privateers, as well as hold off the frequent ethno-social uprisings in the Ocean Sea territories aquende him. In the late sixteenth and early seventeenth century, the “Key” located at the mouth (or bar) of Lake Maracaibo, overlooking the Caribbean, to the port of San Antonio de Gibraltar, as lakeside Key of Merida and The Province Shout, was the most important defensive position of a thriving and promising inter-region on the border between the New Kingdom of Granada and the Province of Venezuela, which aroused the greed of mercenary pirates, on one hand, and privateers in the service of the powers enemy of Spain, on the other. In this paper, an approach to the study of the work undertaken by the Spanish Crown in the fortification and defense of the Maracaibo Bar as one of the key points of the maritime domain in the complex defensive system board Spanish Venezuelan Caribbean is attempted.
Key words: naval history, fortification and defense, Province of Mérida, Maracaibo.
Recibido: 17/07/2014 Aprobado: 18/08/2014
Un aspecto de significativa importancia en el estudio de las instituciones militares es precisar el espacio geográfi co donde se articulan sus componentes en su existencia histórica concreta. Entre los parámetros esgrimidos por Cardozo Galué sobre la región histórica señala es el espacio habitado, local o regional, demuestra un movimiento dialéctico y, como tal, es histórico: espacio del hombre para el hombre que lo transforma. 1
Desde la ciudad de Mérida se emprendió un proceso de expansión territorial regional, producto de las penetraciones por colonizadores espontáneos de la región de Los Andes en las tierras ribereñas del Lago de Maracaibo y de sectores de los Llanos, que se expresaron en aparentemente anómalas presencias culturales de tierras altas en zonas bajas 2 . Sin embargo, al definir la región histórica existe un total, o al menos una clara desatención, del factor militar como ente articulador de los espacios territoriales. 3 Al respecto, Cunill Grau considera que
Además, junto al agotamiento en el uso del suelo en sus modalidades tradicionales, el surgimiento de nuevos paisajes micro regional y subregional organizado transitoriamente en medio de la confrontación bélica, tanto para el abastecimiento de las tropas como para el refugio de las guerrillas. En dicho contexto insinuamos algunos aspectos de esta expoliación y su incidencia en los cambios paisajísticos al nivel de las regiones de la Cordillera de la Costa, Andes y Llanos 5 .
Cabe aclarar al respecto que la organización espacial en el contexto de la guerra no sólo era para el abastecimiento de las tropas o para el refugio de las guerrillas, sino para un mejor aprovechamiento de la población en los planes conjuntos de defensa. En la región andina, las constantes incursiones de corsarios y piratas durante los siglos XVII y XVIII fueron un factor de cohesión militar entre las microrregiones que conformaron el hinterland de la región objeto de nuestro estudio. Las Juntas de Guerra jugaron un papel determinante en el proceso articulador de la defensa de la barra de Maracaibo con la participación de compañías milicianas de Mérida, La Grita, Maracaibo, en incluso Trujillo, integrados los dos últimos a la región andina en lo geográfi co, aunque dependientes en lo político-administrativo de Venezuela. Ello signifi ca que en el aspecto militar, referido a los planes defensivos, la región andina era una especie de bisagra entre Caracas y Santa Fe de Bogotá.
El sistema defensivo en la región andina se articuló dentro de un determinado circuito comercial interconectado en una red de rutas comprendida en el eje Maracaibo-Mérida, lo cual circunscribe el radio de acción a una “región histórica”, más allá de los límites de la noción de “Provincia”, tal como aparece en las denominaciones oficiales. Por ello, es dable preguntarse si las demarcaciones político-administrativos respondieron, en el caso de la región merideña más a necesidades de carácter defensivas que de índole puramente comercial. De allí el énfasis en dejar claro que
Tomando en cuenta los factores anteriormente expuestos podríamos afirmar que la articulación entre sistema defensivo y circuito comercial fue determinante, considerando que Cartagena y Maracaibo eran “Llaves” claves para la entrada y salida de productos, así como fortifi caciones estratégicas dentro de un cuadro de seguridad y defensa donde participaban activamente las ciudades de la región andina venezolana. De esa manera, las instituciones militares de la región se formaron insertas en un teatro de operaciones defensivas y comerciales estrechamente relacionadas. Más adelante, se abordarán aspectos relativos a la función militar del gobernador y capitán general de la Provincia de Mérida y La Grita en las tareas de fortifi cación y defensa en la Barra de Maracaibo y su influencia en los cambios político administrativos experimentados en la región objeto de estudio.
1. Fortifi cación y defensa de la Barra de Maracaibo Para comprender las tareas de fortificación y defensa ejecutadas con especial énfasis en la Barra de Maracaibo, es preciso estudiar la estrategia defensiva del imperio español durante el siglo dieciocho, frente a la estrategia expansionista de Inglaterra hacia América. Al respecto, Juan Batista ha planteado que desde 1760 hasta 1790 se desarrolló contra Inglaterra “la gran política Atlántica” 9 , en la cual se materializaron una estrategia naval y otra terrestre. La segunda se concretó en América en una fuerza militar de características particulares y un complejo sistema defensivo a lo largo de las costas americanas.
Según el mencionado autor la importancia estratégica de las colonias se intensificó y los espacios marítimos se internacionalizaron. Así pues, el Atlántico se convirtió a lo largo del siglo XVIII en el teatro de una guerra hispano-británica y, sobre todo, el litoral americano –incluidas las costas del Pacífico- donde se establecieron planes defensivos hemisféricos de cierta envergadura. En tal contexto, Oliverio Cromwell fue el innovador de una política exterior británica con una estrategia pluricontinental de largo alcance, la primera conocida en la historia, denominada por Batista como la globalización de la estrategia, obra de las potencias marítimas: Inglaterra, España, Francia, Portugal y Rusia. 10
En esa dirección, afirma Suárez, España concibe la defensa de sus territorios americanos como un teatro de operaciones contra la agresión externa, y la de Venezuela en particular, como defensa de sus llaves (Subrayado del Autor)”. Durante el siglo XVIII, debido a su particular posición geográfica, las costas venezolanas son una cadena de Llaves estratégicas, entre las cuales se encuentra la Barra de Maracaibo.
1) Puertos mayores o del gran comercio de exportación con la Metrópoli:Maracaibo: “Llave del Antemural de Tierra Firme”;Puerto Cabello “Factoría fortifi cada de la Costa de Venezuela”; y,La Guaira: “Frontera de Caracas y Llave de las Provincias de Nueva Andalucía”.
2) Puertos menores del comercio de Cabotaje: (Cumaná, Guayana, Isla Margarita e Isla de Trinidad). 11
Sin embargo, a fines del siglo XVI y comienzos del XVII, la “Llave” ubicada en la boca (o Barra) del Lago de Maracaibo, mirando al Caribe, hasta el puerto de San Antonio de Gibraltar, como Llave lacustre de la Provincia de Mérida y La Grita, era la posición defensiva más importante de una pujante y promisoria región interrelacionada en la frontera entre el Nuevo Reino de Granada y la Provincia de Venezuela, lo cual despertó la codicia de piratas mercenarios, por un lado, y corsarios al servicio de las potencias enemigas de España, por otro.
El constante asedio en las costas, por parte de piratas y corsarios, insertos en la política expansionista de potencias marítimas emergentes, como Inglaterra, Holanda y Francia, fue el factor dinamizador externo más importante que explica la progresiva política de fortifi cación y defensa en la costa del Lago de Maracaibo y su Barra, durante el siglo XVII y, sobre todo, el XVIII.
Para proteger la entrada al lago de Maracaibo de las incursiones de los filibusteros, los españoles construyeron varias fortificaciones, siendo las principales: el Castillo de San Carlos, construido en 1682 y ampliado un siglo más tarde por el ingeniero militar Casimiro Isava; el Reducto de Santa Cruz de Paijana, a la entrada del caño de ese nombre; el Castillo de Nuestra Señora del Carmen y Santa Rosa de Zapara y los castillos de Barboza y Bajo Seco en las islas de estos nombres, hoy desaparecidas estas últimas 13 .
Aunque pertenecientes a jurisdicciones político-administrativas diferentes, las Provincia de Mérida y Gobernación de Venezuela debieron compartir responsabilidades en las tareas de fortificación y expediciones defensivas de la costa lacustre marabina, pues se trataba no sólo de una posición militar, sino también de un dinámico punto de intercambio comercial.
A objeto de poner en práctica las labores de fortificación en el Lago, los Gobernadores de Venezuela y Mérida estaban obligados a debatir sobre la defensa y acordar el lugar, disposición y fabricación de castillos y fuertes, lo cual acarreaba gastos de infraestructura, aprovisionamiento y manutención de tropas milicianas y veteranas destacadas en la guarnición lacustre, encargadas de resguardar intereses provinciales comunes frente a un enemigo común. Ello significaba mancomunar esfuerzos financieros, muchos de ellos provenientes de las cajas reales, producto de la recaudación fiscal pechada a los actores económicos de la región.
Por Real Cédula de 6 de junio de 1676, se ordenó se fortifique con efecto la barra de Maracaibo dándole dotación de infantería y los pertrechos necesarios para oponerse al enemigo 16 . Un mes después se le ordenó al Maestre de Campo 17 Jorge de Madureyra Ferreyra, Gobernador y Capitán General de la Provincia de Mérida y La Grita, comunicarse con el de Venezuela sobre la fortificación en la laguna de Maracaibo y determinasen todo lo concerniente a ejecutar al respecto 18.
En conjunto, la región andina debió afrontar la defensa común de la Ciudad y Barra de Maracaibo como una necesidad frente al expansionismo de potencias marítimas europeas. La ciudad de Trujillo participó activamente en las expediciones organizadas para la defensa de la Llave marabina. Por tal motivo, el 1 de octubre de 1697 el gobernador y capitán general de la Provincia de Mérida, La Grita y ciudad de Maracaibo, Gaspar Mateo de Acosta, informaba sobre el alistamiento de las milicias trujillanas convocadas por el Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad. En esta oportunidad salieron de Trujillo
Así, pues, en “Junta de Guerra de Indias” se consideró la necesidad de fortificar la barra de Maracaibo, dándosele dotación de infantería y pertrechos para su defensa, con el fin de comerciar con seguridad sus frutos y tener beneficio de sus haciendas 20 . Seguidamente, el 31 de diciembre se le encomendó a la Audiencia de Santa Fe un informe sobre la proposición de nombrar en la ciudad de Maracaibo a un Teniente con título de Capitán a Guerra, sujeto al gobernador de la Provincia de Mérida, para la pronta defensa de la importante llave 21 . En virtud de ello, se resolvió
Desde el 10 de junio de 1681 se había ordenado al Gobernador y Capitán General de la Provincia de Mérida y La Grita, maestre de campo Antonio de Vergara Ascarate, continuar con las tareas de fortifi cación en la Barra de Maracaibo 23. Pero, además, para completar la plana mayor, en el Castillo de la Barra Principal haya un castellano de grado de Sargento Mayor, con sueldo de cien pesos al mes; y también un Capitán, dividiendo la guarnición de este Castillo en dos Compañías, para suplir ausencia del gobernador y los otros Fuertes, de Sapara y Barbosa, a cargo de un Capitán con cuarenta hombres en cada compañía, al mando del Castellano principal, todos sujetos al gobernador de la Provincia de Mérida 24 .
En total, el pie de fuerza en la guarnición del puerto y ciudad de Maracaibo se estimaba en “doscientos infantes” 25 , a quienes se le asignaría un sueldo equivalente a las Compañías de infantería del presidio de Cartagena. Para satisfacer la paga de sueldos y los trabajos en la fortifi cación, por mandato real se dispuso
Para el 16 de mayo de 1688, se solicitó al Gobernador de Mérida y La Grita un informe sobre el estado militar de las obras de la fuerza principal de Maracaibo y de lo tocante a las fortalezas de la ciudad. Sin embargo, a partir de entonces las comunicaciones iban dirigidas al Gobernador y Capitán General de la provincia de Mérida y la Grita y ciudad de Maracaibo 27 . El 20 de mayo el gobernador y capitán general, Maestre de Campo Joseph Cerdeño y Monzón, quien además era miembro de Caballería de la Orden de Santiago, informaba haber concluido la mitad de la obra de los cuarteles “para el alojamiento de la infantería de la fuerza principal en que se incluye el cuerpo de guardia y capilla para decirles misa” 28 .
Pero la inversión generada en las obras de fortifi cación y defensa comenzó a ocasionar cierto malestar en la máxima autoridad provincial. En ese tenor, el 24 de junio, Cerdeño y Monzón, en respuesta de la situación financiera, escribió sobre la falta de medios para mantener la guarnición de los presidios marabinos y la conveniencia de agregar las Cajas de Mérida a las de Maracaibo 29 . Así pues, la falta de medios suficientes en la ciudad de Maracaibo para la manutención de la guarnición lacustre, generó la necesidad de crear mecanismos de financiamiento. Para ello el monarca aconsejaba:
El 24 de junio se informó al Presidente de Santa Fe haberse resuelto que todo lo recaudado por los derechos impuestos para las fortificaciones de Maracaibo lo cobraran los oficiales reales de dicha ciudad y se recomendó nombrar Teniente en Mérida para la ejecución de todo lo relativo a la recaudación fiscal en esta última 31 .
A finales de año, el gobernador Cerdeño y Monzón, pasó revista a la guarnición y levantó una muestra general de armas en Maracaibo y “en las cinco compañías de milicia se hallaron cuatrocientos hombres y en la de a caballo cincuenta” 32 .Sin embargo, los esfuerzos financieros para los gastos de fortificación y, sobre todo, para el pago de la tropa comenzó a generar cierto descontento en algunos soldados, debido a la escases de recursos para ello, lo cual reportó, en ocasiones, las fugas que hasta ahora han hecho los soldados 33 . Las frecuentes deserciones en la guarnición de la Barra marabina, obligó a las autoridades militares a reponer el pie de fuerza en el presidio, cuya solicitud llevó a la Junta de Guerra ordenar el envío de hasta cincuenta infantes sueltos o en una compañía 34 . En otro informe se reportó que
A finales del siglo XVIII, aumentó el asedio de las potencias marítimas enemigas de España, pero al mismo tiempo, aumentaba la importancia de la Barra y la ciudad de Maracaibo como cabeza de Provincia. Paralelamente, la ciudad de Mérida fue perdiendo el rango político y militar en la región, a causa de las medidas de carácter militar y hacendístico adoptadas alrededor de la estratégica ciudad lacustre y después la agregación de Maracaibo a la Provincia de Mérida y el traslado de hecho de la capitalidad de esta Gobernación a la ciudad marabina 36 .Tal proceso se concretó con la creación de la Provincia de Maracaibo, adscrita a la Capitanía General de Venezuela a partir de 1777.
Al año siguiente, el 6 de julio 1778 el brigadier de infantería Agustín Crame presentó el Plan de Defensa para la Provincia de Maracaibo 37 , cuyo objetivo estaba dirigido a continuar con la política de “pacifi cación” contra los Motilones, en lo interno, así como resguardar la costa lacustre y región adyacente al Lago de cualquier tentativa de invasión extranjera. Diez años mas tarde, en cuanto al primer objetivo militar, expresaba el gobernador de Maracaibo:
En cuanto al segundo objetivo, se planteaba un escenario dominado por la influencia inglesa no sólo como amenaza a las llaves del sistema defensivo novohispano, sino también como aliado en las conspiraciones criollas en ascendente efervescencia en América. Por ello, al plantearse las medidas preventivas en materia defensiva a las autoridades provinciales y virreinales, Crame escribió en 1780:
En el plan de defensa de Crame la región andino-marabina era considerada no sólo una importante área de producción e intercambio comercial, sino además un espacio geopolítico clave en el ajedrez defensivo de España en esta parte de la América meridional. Como región fronteriza, la actividad comercial en sus puertos requería de condiciones mínimas de seguridad y defensa, propicias para contrarrestar el contrabando y proteger las embarcaciones de agresiones externas.
A pesar de la insistencia en proseguir las tareas de fortificación y defensa en la región andino-lacustre, y particularmente en la Barra del Lago, las autoridades metropolitanas comenzaron a desconfiar de sus súbditos milicianos en América, sobre todo, cuando en 1781 un grupo de pobladores insurgentes decidieron nombrar capitanes y ofi ciales de Milicia, en abierta actitud de insubordinación contra los funcionarios reales, más no contra el Monarca, durante la revuelta comunera. Probablemente, ello explique porqué José de Gálvez, en ofi cio del 12 de julio de 1783, aconsejó al Intendente Ábalos no crear en Maracaibo cuatro compañías milicianas propuestas por el brigadier Crame 41 .
En la última década de la décimo octava centuria el ingeniero militar Francisco Jacott informaba sobre el estado de la fortificación en la Provincia de Maracaibo:
Es importante destacar que las labores de fortificación y defensa en la ciudad de Maracaibo, tanto en inversión en infraestructura como en alistamiento y aprovisionamiento de tropas constituyó una constante preocupación de las autoridades político-militares de la región andina. Su creciente valor geo-estratégico fue determinante en los cambios político administrativos de la otrora Provincia de Mérida y La Grita y explica, en buena medida, la controversia entre la élite político-militar merideña y la élite marabina por el control del comercio lacustre, incluso por el territorio merideño al sur del Lago y, particularmente, del puerto de Gibraltar por donde salían las mercancías y productos de la región objeto de estudio.
2. Conclusiones
El proceso formativo de las instituciones militares en los Andes venezolanos a partir de la segunda mitad del siglo XVI, tuvo como centro de epicentro a la ciudad de Mérida, cuyo espacio geo-histórico irradió hacia un área de influencia significativa en el tablero defensivo del ejército español en la región estudiada. Dicha área o campo de acción operacional abarcó un circuito militar que interrelacionaba componentes armados de Mérida, Trujillo, San Cristóbal, La Grita, Maracaibo, e incluso, el piedemonte barinés, en planes conjuntos de defensa y acciones represivas contra movimientos insurreccionales. Así, desde la “ciudad de los caballeros”, se inició un proceso de concentración y expansión político-militar y religioso de suma importancia para comprender la historia militar de Venezuela.
Podríamos resaltar, tal como se desprende de las fuentes consultadas, la articulación entre sistema defensivo y circuito comercial como factor determinante, considerando a Cartagena y Maracaibo como “Llaves” estratégicas para la entrada y salida de productos, así como fortificaciones claves dentro del cuadro de seguridad y defensa de la región andina venezolana, donde las instituciones militares de la región se formaron insertas en un teatro de operaciones defensivas y comerciales estrechamente relacionadas.
En medio de un dinámico escenario de permanente conflicto internacional, generado por los intereses de potencias europeas, se destacaron las labores de fortificación y defensa en la barra de Maracaibo, lo cual recayó en la gobernación y capitanía de la provincia de Mérida y La Grita, tanto en inversión en infraestructura como en alistamiento y aprovisionamiento de tropas, constituyéndose en una constante preocupación de las autoridades político-militares de la región andina. Su creciente valor geo-estratégico fue determinante en los cambios político-militares y administrativos de la otrora Provincia de Mérida, La Grita y Ciudad de Maracaibo (Provincia de Maracaibo a partir de 1777) y explica, en buena medida, la controversia entre la élite político-militar merideña y la élite marabina por el control del comercio lacustre, incluso por el territorio merideño al sur del Lago y, particularmente, del puerto de Gibraltar por donde salían las mercancías y productos de la región objeto de estudio.
Notas:
1 Germán Cardozo Galué. “La región histórica, reflexiones para su estudio”. En Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas (Venezuela), 2006, julio-septiembre, n. 355: 9
2 Pedro Cunill Grau. “La región histórica en Venezuela”. En Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas (Venezuela), julio-septiembre, 2006, n. 355: 54
3 En su reciente publicación, el historiador Luis Ramírez Méndez enfatizó que, ciertamente, los cambios político administrativos experimentados en la Ciudad de Mérida fueron el resultado de la función militar esgrimida por las autoridades gubernamentales ibéricas, a fin de garantizar la seguridad interna y externa de la región histórica merideña. Sin embargo, es preciso aclarar que dicha función abarcó y generó cambios en un periodo más allá de los siglos XVI Y XVII, para adentrarse en el XVIII y XIX. (Cf. Luis Ramírez Méndez. La tierra prometida del sur del Lago de Maracaibo y la villa y puerto de San Antonio de Gibraltar (Siglos XVI-XVII). Caracas, Fundación Editorial El perro y la rana, 2010, T. I, p. 75).
4 Ibídem, p. 65.
5 Ídem.
6 Germán Cardozo Galué. Ob. Cit. p.p. 12-13.
7 Antonio Vidal Ortega. Cartagena de Indias y la Región Histórica del Caribe. Sevilla, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Universidad de Sevilla, 2002, p. 194.
8 Ibídem, p. 195.
9 Al respecto, véase: Juan Batista G. La estrategia española en América durante el siglo de las luces.Madrid (España): Mapfre, 1992, pp. 16-17.
10 Ídem.
11 Santiago-Gerardo Suárez. Marina, Milicias y Ejército en lo Colonia. Caracas, Talleres Tipográficos de la Caja de Trabajo Penitenciario, 1971.
12 Alberto Rodríguez Díaz y Francisco Escamilla Vera. “500 años del nombre de Venezuela”. En Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona, n. 152, 19.04.1999 (Disponible en: http://www.ub.edu/geocrit/b3w-152.htm).
13 Ídem.
14 Lucas Guillermo Castillo Lara. Ob. Cit. pp. 266-267.
15 Ibídem, p. 269.
16 Documentos para la historia colonial de los Andes Venezolanos. Caracas, 1957, pp. 47-48. Citado por Castillo Lara. Ob. Cit. nota 48, p. 273.
17 Denominación de los siglos XVI y XVII, de los oficiales de grado superior que ejercían el mando de varios tercios. También se denominaba maese de campo, y puede asimilarse, no con toda exactitud, al coronel de regimiento, al brigadier o al general de brigada (Cristina Borreguero. Dicc. Cit., p. 210)
18 Santiago-Gerardo Suárez. Fortificación…, p.p. 8-9.
19 Ibídem, Doc. 56, p. 79.
20 Ibídem, p. 9
21 Ibídem, p.p. 9-11.
22 Ibídem, p. 11.
23 Ibídem, pp. 12-16.
24 Ibídem, p. 13.
25 Ibídem, p. 14.
26 Idem.
27 Ibidem, Doc. 10, p. 17.
28 Ibidem, Doc. 11, p. 18.
29 Ibidem, pp. 19-20.interior de la Capitanía y sus Provincias dependientes a el Virreynato
de Santa Fe por los Rios de San Faustino, Catatumbo, y Escalante lo
que puede llamar la atención a cualquiera Nacion extranjera (…) Los
inteligentes siempre se han fiado en su Barra, y Tablazo, y con todo
no se libro en el año 678 fuese pasada a cuchillo la Guarnición de sus
Castillos, y saqueadas las ciudades de Maracaibo, Truxillo y Gibraltar,
por los piratas de la Tortuga 42 .
30 Ibidem, Doc. 12, p. 19.
31 Ibidem, pp. 20-22.
32 Ibidem, Doc. 14, p. 22.
33 Ibidem, p. 20.
34 Ibidem, Doc. 16, p. 24.
35 A la ciudad de Maracaibo avisándole lo que se previene al Gobernador de aquella Provincia en orden al mayor alivio de las compañías milicianas y aprobando a aquel Cabildo el haber obedecido la orden que dio dicho Gobernador sobre que éstas fuesen a remudar las de aquel presidio. Madrid, 12 de diciembre de 1689. (Santiago-Gerardo Suárez. Ob. Cit. pp. 33-34).
36 Lucas Castillo Lara. Ob. Cit., p. 273.
37 Santiago-Gerardo Suárez. Fortificación… Doc., 116, pp. 312-318.
38 Santiago-Gerardo Suárez. Ob. Cit., p. 388.
39 Ibidem, p. 330.
40 Ibídem, p. 384.
41 Ibídem, doc. 132, p. 341.
42 Escrito del ingeniero militar Francisco Jacott a Don Miguel Marmión, sobre el estado de la fortificación y defensa de Maracaibo. San Carlos, 15 de junio de 1793. (Ibídem, Doc. 156, p. 447).