Servicios Personalizados
Revista
Articulo
Indicadores
-
Citado por SciELO -
Accesos
Links relacionados
-
Similares en
SciELO
Compartir
Revista de Ciencias Sociales
versión impresa ISSN 1315-9518
Revista de Ciencias Sociales v.15 n.4 Marcaibo dic. 2009
Una perspectiva epistemológica para el estudio de las formaciones socioculturales*
Castellano, Ana María** Hinestroza, Jorge***
* A partir del concepto de formaciones socio-culturales de Darcy Ribeiro, y diferenciando la escala y contenido de la aplicación del concepto de este autor, Jorge Hinestroza, en el año, 1994, en el trabajo titulado La serpiente en el Lago. Transformaciones histórico-ambientales causadas por la Petroquímica El Tablazo en la comunidad El Hornito, Estado Zulia. 1968-1992. Maracaibo. La Universidad del Zulia. (inédito), desarrollo el concepto de formaciones socioculturales y lo propuso para estudiar comunidades populares involucrando el estudio de los contextos socio-estructural y socio-simbólico.
** Doctora en Ciencias Humanas. Profesora Titular de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Escuela de Trabajo Social. Investigadora perteneciente al Centro de Investigación y Documentación Pedagógica (CEDIP) de la Facultad de Humanidades y Educación y al Centro de Investigación en Trabajo Social (CITS)de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. E-mail: castellano.anamaria@gmail.com
*** Magíster en Historia. Profesor de pregrado y postgrado de la Facultad Experimental de Ciencias. Investigador perteneciente a la Unidad De Antropología, Departamento De Ciencias Humanas. E-mail: jhinestroza@gmail.com
Resumen
Este artículo presenta dos planteamientos: la propuesta del concepto de formaciones socioculturales para el estudio de comunidades locales, y una propuesta epistemológica para el abordaje de estas formaciones. Estos aspectos fueron elaborados a partir de una investigación cualitativa que implicó la revisión, clasificación, análisis e interpretación de aportes de expertos en materia sociocultural, además de la observación de campo desarrollada en diversas comunidades de la región zuliana de Venezuela. Las reflexiones finales arrojaron la necesidad de lograr un enfoque constructivo de las comunidades locales, que considere lo particular y lo singular de cada comunidad, sin desligarlo de los contextos sociales más globales.
Palabras clave: Epistemología, formaciones socioculturales, conocimiento local, intersubjetividad, diálogo de saberes.
An Epistemological Perspective for Studying Socio-Cultural Formations
Abstract
This article submits two proposals: the concept of socio-cultural formations to study local communities and an epistemological proposal to approach these formations. These ideas were elaborated starting from a qualitative investigation that involved the review, classification, analysis and interpretation of experts in socio-cultural matters, as well as field observation developed in diverse communities of the Zulia region of Venezuela. Final reflections from the study evidenced the need to achieve a constructive approach to local communities that considers the particular and the singular aspects of each community without disconnecting it from more global social contexts.
Key words: Epistemology, socio-cultural formations, local knowledge, inter-subjectivity, dialog of knowings.
Recibido: 08-07-04 · Aceptado: 09-03-26
Introducción
Desde nuestra práctica académica y social (1) realizamos una reflexión epistemológica acerca del estudio de las comunidades locales. Por ello, centramos nuestra atención en los supuestos sobre los cuales descansa la producción y validación del conocimiento de la relación entre la sociedad y la vida cotidiana.
Intentamos dar respuestas a aquellas cuestiones que nos interpelan acerca de la concepción de realidad social, el sujeto de investigación, la objetividad y las condiciones socio-estructurales y socio-simbólicas que una propuesta de esta naturaleza está obligada a considerar. Esto nos conduce a la adopción del concepto de formaciones socioculturales para el estudio de las comunidades locales a partir del entramado contextual y de la historia local. Es necesario resaltar, que la reflexión a la cual hacemos referencia parte del diálogo de saberes entre el conocimiento científico y el conocimiento popular, lo que ha exigido cierta tensión entre el trabajo de mesa y el trabajo de campo, los cuales se han realizado simultáneamente.
En este artículo presentamos la primera parte de un trabajo más extenso y completo sobre autores consultados, en las disciplinas de la Historia, Economía, Antropología y Trabajo Social, cuyos aportes enriquecen la discusión sobre los conceptos conexos y emergentes relativos a la formación sociocultural. Intentamos manejar la categoría de Formación sociocultural como una síntesis problemática que busca representar la forma singular de la organización que regula la relación entre la sociedad y la vida cotidiana en cuanto al trabajo, la familia y el consumo, la organización del tiempo individual y social, los intercambios simbólicos, los ritos cotidianos, el lenguaje, la dinámica de las necesidad y aspiraciones, la toma de decisiones, los movimientos sociales y políticos, las relaciones de género, los conflictos grupales, así como las escalas de valores implícitas en las prácticas sociales (Hinestroza, 1994).
Para Darcy Ribeiro (1974), el concepto de Formación sociocultural lleva implícito una teorización acerca de los esquemas de evolución socio-cultural, cuyas etapas obedecen a las alteraciones necesarias y uniformes que el progreso tecnológico ocasiona en la organización social y la configuración de la cultura de las sociedades (sucesión de revoluciones tecnológicas y procesos civilizatorios), a partir de lo cual elabora una tipología evolutiva general y sitúa las sociedades humanas en contados modelos estructurales que evolucionan en serie.
A diferencia de Ribeiro (1974), a veces cuestionado por la generalidad de su propuesta de esquemas de evolución social, nuestra preocupación se afinca en aprovechar el contenido singular, concreto, de los procesos que este autor intenta encajar en un modelo abstracto para una explicación de las sociedades, mientras que nosotros buscamos una explicación singular de la comunidad local, sin abandonar los contextos globales. El estudio de las formaciones socioculturales exige el abordaje y establecimiento del Modo de vida de una comunidad, lo cual conlleva a la caracterización de su economía, su cultura y su política (Córdova, 1986). Ahora bien, en nuestro trabajo, se hace hincapié en observar la historia local sui generis de cada comunidad. En este orden de ideas, es necesario preguntarse, ¿qué es lo singular, lo irrepetible de ese Modo de vida, qué es lo insustituible, lo inédito, qué define a una comunidad determinada, qué la diferencia de otra?
Podemos encontrar que diversas comunidades en el mundo se caracterizan, por ejemplo, por un Modo de vida pesquero. No obstante, al emprender su estudio desde esta propuesta de las formaciones socioculturales, encontramos en lo idéntico la diversidad, repetimos, lo propio, lo que diferencia a una comunidad de otra, aunque ambas desarrollen sus vidas apegadas a la pesca. Estudiar lo singular de cada comunidad conduce a la determinación y comprensión de lo emergente y exclusivo en cada una de éstas. Por ello, se parte de lo concreto, de lo vivido por cada comunidad, y, a partir de allí se abordan y se interpretan los contextos globales, a la luz de su propia historia local y su lógica popular.
En nuestra acepción, la Formación sociocultural no es una categoría abstracta o concepto genérico que sirve para explicar sociedades locales o nacionales, bajo un criterio unificado, sino que es útil para describir e interpretar un grupo humano diferenciado a nivel local, usualmente denominado comunidad. Con esto insistimos que el concepto que estamos manejando en el artículo, difiere del concepto de formaciones socioculturales de Ribeiro (1974), pues la escala de aplicación propuesta por el autor es a nivel global y su preocupación apunta hacia el estudio de los esquemas de evolución socio-cultural de las sociedades. Aunque nuestra propuesta pone énfasis en la escala de lo local, de lo propio y singular de cada comunidad, esto no impide aprovechar las teorías generales de la evolución socio-cultural.
La pertinencia de nuestra propuesta se sustenta en un rico y extenso trabajo de campo, a partir del cual hemos estudiado los modos de vida de las comunidades que han participado en nuestras investigaciones, apoyados en la propuesta de Víctor Córdova (1980, 1986, 1995). El concepto de Modo de vida, tal como lo maneja Córdova (1986), es útil para definir Modos de vida a escala nacional. Sin embargo, la aplicación de este concepto en nuestras investigaciones, nos ha permitido caracterizar las comunidades locales, una vez que hemos mirado lo micro desde un concepto que fue creado para estudiar lo macro.
Esa necesidad de contar con un concepto que nos permitiera estudiar lo local, lo singular, sin desligarlo de lo global, nos condujo a reflexiones de tipo epistemológicas que nos interrogaban acerca de cómo es el mundo y cómo funciona ese mundo (Guber, 2004: 63) para aquellos actores concretos de carne y hueso que conforman las comunidades locales. Esto nos permitió problematizar los conceptos de Formación sociocultural de Ribeiro (1974) y de Modo de vida de Córdova (1980, 1986, 1995), con el fin de realizar una propuesta creada desde el terreno de las comunidades locales y formulada para el estudio concreto de esas comunidades, pues consideramos que toda elaboración epistemológica y teórica tiene sentido si se contrasta y reformula desde las categorías de los actores y los avatares del trabajo empírico (Guber, 2004: 77).
Velasco y Díaz de Rada (1997), incorporan indistintamente el concepto de realidades socioculturales o mundo sociocultural para referirse a los grupos sociales diferenciados como campo de estudio por excelencia de la Antropología. La observación de la vida cotidiana, de lo local, de lo grupal y de lo personal, cobra importancia en nuestra propuesta sobre las formaciones socioculturales, pues a partir de allí, se recupera la diversidad y la riqueza de las comunidades locales, las cuales son poseedoras de un aprendizaje social único. Se trata de la valorización de lo local, pues es allí donde se concentra y mantiene la diversidad de lo cualitativo (Palma, 1984). Esta revalorización, sin embargo, se empobrece de acuerdo con Palma cuando se propone lo particular sólo como una manifestación fenoménica y se ignora el contexto general y totalizante. Las acciones y las reflexiones en torno a lo lo micro, con toda su consistencia y autonomía deben estar abiertas y ser sensibles a lo macro. Se propone, en definitiva, una visión de conjunto, que considere las diversidades culturales, los dialectos y los múltiples juegos del lenguaje.
En nuestra propuesta sobre las formaciones socioculturales confluyen de una manera peculiar lo acabado y lo no acabado, lo construido y lo que está construyéndose. Es decir, los ámbitos emergentes, inéditos y cargados de múltiples significados y sentidos forman parte de la complejidad que caracteriza la vida en una comunidad. Se trata de una construcción de lo real que se aprehende en tanto constituyéndose y no el movimiento como realidad ya construida. (Zelmeman, 1992).
En este sentido, la búsqueda de la identidad, colectiva o individual, atribuida o construida (Castells, 1999: 29), junto al reconocimiento de la diversidad se convierte en la fuente fundamental de significado social para investigadores que desean estudiar las formaciones socioculturales, en tanto, comunidades humanas locales. Las realidades humanas y sociales no son una <cosa dada> o < natural> (como en el caso de los fenómenos del mundo físico), sino que son realidades construidas por los mismos sujetos sociales y re-construidas por los investigadores (Yuni y Urbano, 2006), considerando el momento histórico o la sociedad en particular donde la comunidad estudiada esté inmersa.
Se trata de mirar la racionalidad de lo inmediato y con ello observar que los seres humanos ordenan su mundo de experiencia y le confieren sentidos intersubjetivos diversos a sus vidas. Esta propuesta se nutre ampliamente y a la vez es el resultado del desarrollo de procesos de investigación que están ajustados a los lineamientos de la Investigación Cualitativa, especialmente a la orientación etnográfica, lo cual nos permitió a) recrear y reconstruir los significados y las acciones prácticas de los investigados, partiendo del establecimiento de una relación directa con ellos en los contextos, en los cuales se desarrolla su vida cotidiana, y, b) construir esta base epistemológica a partir de la consideración del conocimiento científico y del conocimiento local.
Así, que como toda etnografía, ésta se produjo en una práctica concreta de investigación que se realizó in situ. Aunque el proceso de investigación amerito un extenso trabajo de campo (2), en este artículo no haremos hincapié en este punto, atendiendo el objetivo de este trabajo. Sin embargo, queremos puntualizar que en el trabajo de campo que realizamos manejamos una visión de conjunto para aprehender la totalidad. Su concreción exige contextualización, ubicarlo o vincularlo con el conjunto de factores o elementos que influyen en él y que se expresan en una visión total y estructurada (Paz, 2007: 90).
En consecuencia, nos dedicaremos en esta parte sólo a exponer la estrategia de análisis e interpretación de la información producida a partir del trabajo de campo y la revisión de los aportes de los expertos en lo referido al tema que nos ocupa. Es necesario acotar, que realizamos una selección temática de aquéllos autores relevantes para nuestro propósito de construir una base epistemológica para el estudio de las comunidades locales a partir del concepto de formaciones socioculturales.
En un primer momento, utilizamos la técnica de análisis del contenido, especialmente el análisis temático, dado que éste nos facilitó la tarea de ubicar los ejes de significación (o núcleos de sentido) de la información incluida en las entrevistas en profundidad, en las observaciones de campo y en los autores consultados. También recurrimos al análisis del discurso, en la propuesta de Padrón (1996), pues éste permite hacer una reflexión general sobre las intenciones, motivaciones del actor del discurso oral, enmarcadas en el componente pragmático, que exige una caracterización del contexto individual, local y global del discurso del cual se trate.
Con la intención de no quedarnos sólo en el análisis del texto recurrimos al análisis hermenéutico dialéctico, el cual permite ir del texto al contexto y del contexto al texto, en la medida que exige comprender las acciones individuales y grupales, en el marco de escenarios inmediatos y también globales. Los resultados arrojados del análisis e interpretación de la información, nos condujeron a establecer una propuesta fundamentada en el principio de que las comunidades locales deben ser estudiadas en su singularidad y en relación con contextos globales, a la vez que es necesario considerar que éstas poseen una sabiduría popular acorde con su propia historia. Estos principios nos permitieron estructurar el artículo en cuatro supuestos, los cuales sustentan nuestra propuesta: 1. Relación dialéctica entre el enfoque teórico y el trabajo de campo; 2. Las comunidades y sus contextos; 3. Diálogo de saberes; y 4. La Intersubjetividad como fuente de conocimiento científico.
1. Relación dialéctica entre el enfoque teórico y el trabajo de campo
El estudio de las comunidades locales se realiza desde un lugar teórico que no delimita con precisión el campo observacional, sino que ofrece la oportunidad de construir en la práctica el objeto de estudio, en una relación dialéctica entre los diversos marcos epistemológicos de quienes participan en la investigación. En consecuencia, le corresponde al investigador interpretar los universos de los investigados y sus contextos, con la intención de colocarse en el lugar de éstos y en una síntesis intersubjetiva entre sus marcos conceptuales y el de los otros, acercarse a la producción de teorías emergentes y de acciones colectivas construidas y decididas en la confluencia del punto de vista del nosotros.
Por lo tanto, no se parte de una definición de teoría como un cuerpo de conocimientos elaborados en contra del sentido común o del saber popular. Se considera en su lugar, que la teoría debe ser lo suficientemente flexible y abierta para abarcar los conocimientos emergentes. Ese referente teórico debe permanecer cerca, relacionado y problematizado con el campo de estudio, en el que no se desdibuje el contenido concreto de la comunidad en una trama solamente conceptual. Esto significa que el trabajo práctico debe complementarse con teorías y técnicas que el investigador maneja previamente y que, al acercarse como observador participante a otra cultura, re/define y actualiza (Alarcón, 2007: 44).
También es de suma importancia establecer cómo los seres humanos interpretan sus propias vidas y el mundo que les rodea. Ya no se trata de la visión esquemática y simplista de la sociedad que trasciende a sus miembros, formados sólo de estructuras y proceso (Mejía, 2004: 96). La intención es estudiar al otro dentro de su propio contexto, con el extrañamiento, del cual nos hablan Velasco y Díaz de Rada (1997:216), es necesario para reconocernos como investigadores, personas socializadas que se proponen abordar modos de vida que les son ajenos y que le exigen interesarse por como los otros interpretan o realizan su mundo sociocultural Esto nos permite percibir que en otros mundos sociales, las personas efectivamente no hacen lo que yo (nosotros) haría (mos) (Velasco y Díaz de Rada, 1997: 216, 117).
De allí, que consideremos que la pretensión de estudiar comunidades locales como recortes aislados, inmodificables, anónimos y en ausencia de los actores sociales que la construyen puede conducir a unos resultados alejados de los protagonistas que día a día le imprimen sus particularidades y singularidades a su vida social.
Mejía (2004: 96), a este respecto señala que la realidad no puede nunca ser totalmente separada de las personas que la experimentan, pues ésta contiene las visiones del mundo construidas a partir de las vivencias que los seres humanos han desarrollado en su tiempo de vida o sea la duración y la cualidad de la vivencia. Ese tiempo, según Ferrarotti (1991) puede resumir un entero ciclo de existencia y darle a ésta significado.
Al estudio de las comunidades locales, a partir de nuestra propuesta epistemológica sobre las formaciones socioculturales, puede aplicársele lo que plantea Reguillo (2000) a propósito de la vida cotidiana, la cual, según el autor se constituye en un lugar estratégico para pensar la sociedad en su compleja pluralidad de símbolos y de interacciones, ya que se trata del espacio donde se encuentran las prácticas y las estructuras, el escenario de la reproducción y simultáneamente, de la innovación social.
En nuestra propuesta privilegiamos la autenticidad de lo vivido y con ello reconocemos la complejidad de la vida en la comunidad, pues como lo apunta Ferrarotti (1991), a menudo lo cotidiano contiene el significado profundo de los gestos repetidos diariamente, de las realidades familiares y las apariencias carentes de toda aura e importancia pero constitutivas y conectadas con las fuentes mismas de la vida.
Las rutinas cotidianas, con su casi constantes interacciones con los demás, estructuran y conforman lo que hacemos (Giddens y Hutton, 2000: 107). Las vidas están organizadas en torno a la repetición de pautas de comportamientos parecidas día tras día, semana tras semana, mes tras mes y año tras año. Por supuesto las rutinas de cada día no son idénticas. Lo cotidiano involucra el tiempo y el contexto en su connotación existencial, lo que delata cómo los individuos conciben y viven su vida en una dinámica social, que a pesar de su complejidad se presenta en medio de una aparente simplicidad.
2. Las comunidades y sus contextos
Comprender e interpretar la praxis y los significados que las personas, los grupos y las comunidades le otorgan a sus espacios de vida, implica asumir una perspectiva pluriparadigmática que permita abordar el estudio de las comunidades locales, tomando en cuenta las visiones holísticas: psicologicas y culturológicas, sin excluir la visión socioestructural. A este propósito responde con pertinencia el concepto de Horizonte histórico de Ferrarotti (1991), el cual capta el nexo de condicionamiento recíproco que intercorre entre los diferentes niveles de experiencia (del individuo) y entre éstos y el plano macro-sistémico estructural, a fin de fijar los primeros elementos de una dialéctica relacional, en la que naturaleza y cultura, ambiente e historia, sistema, clase, grupo e individuo, establezcan entre sí una relación necesaria y al mismo tiempo apriorísticamente (dogmáticamente) no exactamente (cuantitativamente) previsible.
La propuesta de Horizonte histórico de Ferrarotti (1991), nos alerta sobre la necesidad incluir en el estudio de las formaciones socioculturales, la consideración de los diversos contextos sociales. En las formaciones socioculturales coexisten relaciones estructurales en el sentido extrasubjetivo, dotadas de una propia materialidad en armonía con la cosalidad durkeheimiana, se encuentre ésta solidificada en instituciones formalmente codificadas o encarnada en institutos contemporáneos o costumbres.
La premisa fundamental de esta propuesta parte de la base de que los seres humanos viven en contextos complejos y articulados entre sí. Se mueven en diversos contextos, los cuales según Córdova (1995), sirven de base situacional en la cual discurre la experiencia vivida. Uno de esos contextos es el socio-estructural, el cual Córdova (1995) define como un conjunto de componentes económicos, políticos y culturales. Su característica básica es la estructuralidad.
Para Ferrarotti (1991), este contexto-entendido como una inmensa red de fondo- es la trama en la que se encuadran las distintas experiencias vividas por el actor y le exigen al investigador el conocimiento y comprensión de procesos económicos, políticos y culturales, que en su conjunto conforman un marco ambiental, social y familiar en la que las comunidades se insertan y respecto al cual reaccionan. La ubicación e interpretación del contexto histórico social resulta útil para establecer las relaciones globales así como las manifestaciones empíricas y propias presentes en una comunidad.
El contexto socio-cultural o socio-simbólico, como lo denomina Córdova (1995), permite situar la dimensión simbólica de la formación sociocultural. Se refiere a un campo de conocimiento que incorpora el sistema de valores, las representaciones sociales, los modelos culturales, las escalas de sentido y de significación que los actores le otorgan a su propia actividad.
Estos contextos tienen un marco espacial y uno temporal. Según Giddens (1991), el tiempo debe ensacharse también el espacio y abarcar todas sus gamas, desde lo cotidiano hasta lo histórico. En este sentido, debe englobarse lo dado y lo dándose, los elementos objetivos y subjetivos presentes en las comunidades locales. Esto significa que toda realidad social tiene su entorno. Por un lado, son realidades materiales, y por otro, son realidades de conciencia: materialidad y espiritualidad, objetividad y subjetividad (Navarro, 1997). Esta es una condición que es atribuible a las formaciones socioculturales, pues éstas se encuentran constituidas por lo determinado y lo potencial.
Lo determinado y lo potencial no pueden ser observados como una incisión, pues la vida en las comunidades locales se caracteriza fundamentalmente por su complejidad, lo cual obliga a considerar que hay un acoplamiento asombroso, aunque imperfecto, entre el ecosistema social humano y la correspondiente sociedad de conciencias. Esto se debe a las capacidades reflexivas del ser humano, quien tiene la potencialidad de sintetizar los diferentes planos y dimensiones en los cuales vive su vida (Navarro, 1997).
Scribano, (2003), señala al respecto que el ser humano es una subjetividad en el diálogo cotidiano con los otros: con otras personas, con otros espacios, con otros contextos. De esta manera, el autor nos habla de un individuo ubicado en contextos cotidianos y globales, caracterizados por la complejidad social. El fenómeno de la complejidad exige comprender que las relaciones humanas se desarrollan en condiciones específicas, distribuidas en un espacio y en un tiempo determinado, lo cual conduce a tomar en cuenta el grado de variabilidad social, espacial y temporal de la sociedad, así como su carácter de impredicibilidad.
En nuestra propuesta para el estudio de las comunidades se pone de manifiesto un conjunto de relaciones sociales, en el que el sujeto construye y reconstruye, elabora y reelabora significados, acciones y procesos sociales, caracterizados por la diversidad, el dinamismo, la contradicción y la complejidad, constituyéndose así un tipo de comunidad sui generis, en la cual se puede apreciar también una articulación entre los diferentes planos temporales y espaciales que la constituyen. En este sentido, los procesos sociales que viven las comunidades deben ser asumidas como una articulación de procesos que deben ser analizados e interpretados in situ, privilegiando su estudio como un todo no acabado, dinámico, cambiante y complejo.
Esta propuesta para el estudio de las comunidades locales parte de construir el conocimiento científico en el presente, con los actores sociales que en su propia práctica cotidiana materializan y potencian su vida. Se propone valorar la dimensión subjetiva que manejan los actores sociales sobre su propia realidad social, sin descuidar la diversidad de contextos que implica su estudio.
3. Diálogo de saberes
El diálogo de saberes implica la consideración de la diversidad de conocimientos en la construcción de la ciencia y la valoración del saber local, como un conjunto de principios generales que le dan sentido a las prácticas de los pueblos. Desde el punto de vista cultural, cada pueblo tiene sus principios, valores y proyectos de vida que le son propios, pues el conocimiento local se adquiere en contacto con una realidad determinada y se utiliza ante situaciones específicas.
Para las comunidades populares la vida misma es su autoridad. Su Modo de vida le confiere valor a sus prácticas, pues el conocimiento local se extrae de la propia vivencia, y como deliberaciones inmediatas producto de la experiencia (Geertz, 1994). Estas consideraciones obligan al investigador a respetar los significados y las prácticas cotidianas de las comunidades populares y a no imponer sus conocimientos y sus métodos.
El saber cotidiano le permite a sus portadores desenvolverse en su medio, saber qué se hace y cómo se hace de acuerdo con la época y las circunstancias particulares. (Rozas, 1998). Este saber tiene la característica de la naturalidad, pues el sentido común muestra las experiencias como obvias, como elementales. Sin más análisis que el de la necesidad de vivir en comunidad se decide resolver problemas, pues su presencia afecta la vida de la comunidad. No se requieren aunque los hay análisis ni explicaciones complejas, sino que se parte del hecho de que es necesario resolver los problemas y por ello se llevan a cabo acciones determinadas. Como ya lo señaló Malinowski y Evans Pritchard (citado por Geertz, 1994:110), las comunidades Tienen un conocimiento profundamente funcional de la naturaleza, en la medida en que concierne a su bienestar
Otra característica del conocimiento local es su practicidad. No en sentido utilitario del término, sino en el sentido de la astucia. Las comunidades pueden discriminar qué es lo más oportuno y sensato hacer frente a ciertas situaciones contextuales. No son ignorantes de su propia realidad, la viven y la comprenden en sus propios niveles. El conocimiento local, es transparente, aunque no simple. No se esconde, se muestra. Es sistemático, dinámico no estático, está en constante cambio. (Geertz, 1994). Quizá la capacidad de solución de los problemas es inmediatista, pero siempre está adecuada a la contextualidad cultural que le confiere significado y sentido.
El conocimiento local tiene la característica de ser lógico y coherente en sí mismo. Aunque esta logicidad está más relacionada con los valores y normas de cada formación socio-cultural, que con aquéllas que pudieran ser catalogadas como universales. Todo conocimiento está relacionado con contextos específicos y con la gente que lo practica, lo cual implica una forma de producir conocimientos desde la cultura local,(Semali y Kincheloe, 1999: 41) que está provista de sus propios dispositivos autorreguladores (Hurtado, 1995: 67), los cuales llevan a la comunidad a asumir una forma histórica de resolver sus problemas de existencia y de darle un rumbo a sus vidas.
4. La Intersubjetividad como fuente de conocimiento científico
En nuestra propuesta para el estudio de las formaciones socioculturales se asume la visión no objetivista de la objetividad de Morìn (1989), quien considera que los objetos de conocimiento se forman a partir de su doble relación con el ambiente y con el sujeto que los observa y conceptualiza. Arnold (2004: 10), señala con respecto a la objetividad, que ésta se relativiza al contexto de su determinación, es decir, a la perspectiva que la hace visible. En tal sentido, se admite para lo social la cotidiana experiencia de la coexistencia de variados tipos y niveles de objetividades (racionalidades) con sus respectivas clausuras. Cada una constituye un universo consesual de sentido (realidad), y aquí se le da paso a la subjetividad, la cual nunca está ausente en la objetividad.
En consecuencia, la subjetividad no es concebida como ruido, como atentado contra la cientificidad, sino como fuente de conocimientos, en la medida en que se reconoce el papel activo de los actores sociales que construyen su realidad. Se valora así, el proceso de intersubjetividad, como una fuente de conocimiento que permite el diálogo de saberes y apunta hacia la construcción de un conocimiento científico que parte del saber común, en cuya trama están escondidos los significados y los sentidos de las acciones que emprenden los actores sociales en su la vida cotidiana.
5. Reflexiones finales
El estudio de las comunidades locales, a partir de nuestra propuesta sobre las formaciones socioculturales parte de la definición de un conjunto de supuestos que permiten asegurar las condiciones para que la construcción del conocimiento social responda a una serie de exigencias científicas que garanticen su adecuación al contexto particular y humano de producción del mismo.
En primera instancia, se asume una definición de formación sociocultural que involucra una visión compleja y humana, pues se parte del hecho que el investigador las estudia como una realidad no acabada, en tanto se comparte el criterio de que está se construye en una relación intima e inmediata con los actores sociales que viven su vida cada día, involucrados en escenarios globales, quizás sin plena consciencia de ello. Se trata del estudio de las comunidades locales tomando en cuenta que la realidad social no es estática ni anónima, sino dinámica, impredecible, y muchas veces imaginables sucesos se hacen presentes en ésta, rompiendo el aparente equilibrio que muestra una cara falsa de inamovilidad y repetitividad.
La condición de valoración del conocimiento local y el reconocimiento del proceso de intersubjetividad como fuente de conocimientos científicos cobra vida en esta propuesta, pues se parte de la necesidad de construir teorías emergentes y de partir de una base epistemológica flexible, que no intente reducir la realidad a sus exigencias y que a la vez brinde la posibilidad de que la misma pueda enriquecerse. No trata de la comprobación de teorías sino de su construcción a partir del conocimiento local y del conocimiento académico, reconociendo el diálogo de saberes, en el cual el investigador valora que el gran Otro (Lindón, 200) vive su vida en medio de una aparente simplicidad, que en el fondo esconde la sabiduría generada, mantenida e innovada en una historia local, que le confiere a la comunidad de la cual se trate unas características únicas e irrepetibles.
Dicho de otra manera, esta sabiduría es propia y particular de un grupo humano, que por generaciones ha vivido su vida resolviendo sus problemas, fundamentados en un conocimiento popular, heredado y enriquecido día a día, cargado de valores, proyectos de vida, metas alcanzadas y sueños por construir. Las comunidades locales, desde nuestra propuesta para el estudio de las formaciones socioculturales, poseen originalidad y vida propia, pues sus habitantes, como actores sociales activos, pensantes, creativos y constructores de su propia realidad, se mueven bajo regularidades históricas congruentes con la lógica que surge en su contexto interior, en una relación dinámica con el contexto global. Ha sido frecuente que los investigadores sociales cometan la arbitrariedad de imponer sus métodos de investigación y conocimientos, ignorando el Modo de vida de las comunidades locales y la sabiduría popular. En este orden de ideas, es necesario estar dentro y mirar desde dentro para entender las peculiaridades de la dinámica comunitaria local.
Por las razones expuestas, podemos señalar que la cuantofrenia pierde sentido en esta propuesta, pues su énfasis en traducir la realidad en estadísticas tiende a invalidar como lo señala Córdova (Córdova en Castellano, 2007) las objetividades de la vida vivida con las subjetividades donde se implican los valores, las aspiraciones, las expectativas y los modos de vida, bases fundamentales en el estudio de las comunidades locales.
Esta propuesta le exige a los investigadores el desarrollo de una aproximación teórico constructiva, en la que se destaque la concurrencia entre el nuevo conocimiento teórico adquirido en el terreno de la ciencia y en el contacto productivo con las personas de carne y hueso, que le dan vida a las comunidades locales, las cuales integran de una manera dinámica e inédita aspectos en el orden de lo socio-estructural y lo socio-simbólico respectivamente.
Notas
1. Estas reflexiones epistemológicas se realizan desde los Proyectos Aspectos teóricos y metodológicos de la Planificación Popular (Investigador responsable: Ana María Castellano) y el Proyecto: Impacto ecológico y social de la industria salinera en la comunidad de Ancón de Iturre. (Investigador responsable: Jorge Hinestroza). La elaboración de este artículo fue posible debido al desarrollo de las experiencias de investigación y práctica social llevadas a cabo por varios años en las comunidades La Arreaga, El Chaparral, Barrio San Luís y Ancón de Iturre, todas ubicadas en el Estado Zulia. Ambos proyectos son financiados por el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de La Universidad del Zulia.
2. En el libro titulado Planificación popular y diálogo de saberes (2007), de Ana María Castellano se dedica un capítulo completo a los hallazgos del trabajo de campo de dos de las comunidades mencionadas.
Bibliografía citada
1. Alarcón, Johnny (2007). Las relaciones de poder político en le pueblo wayuu. Maracaibo, Ediciones del Vice Rectorado Académico de La Universidad del Zulia. [ Links ]
2. Arnold, Marcelo (2004). Introducción a las epistemologías sistémico constructivistas en OSORIO, Francisco (Editor). Ensayos sobre socioautopoiesis y epistemología constructivista. Santiago de Chile. Ediciones MAD. [ Links ]
3. Castellano, Ana María (2007). Planificación popular y diálogo de saberes. Mérida, Ediciones del Vice Rectorado Académico de La universidad del Zulia. [ Links ]
4. Castells, Manuel (1999). La era de la información: Economía, sociedad y cultura. Vol. I. México: Siglo Veintiuno Editores. [ Links ]
5. Córdova, Víctor (1995). Hacia una sociología de lo vivido. Caracas, Tropykos. [ Links ]
6. Córdova, Víctor (1986). El modo de vida: Problemática teórica y metodológica. Caracas, Universidad Central de Venezuela. [ Links ]
7. Córdova, Víctor (1980). Capitalismo, subdesarrollo y modo de vida en Venezuela. Caracas, Universidad Central de Venezuela. División de Publicaciones. [ Links ]
8. Ferrarotti, Franco (1991). La Historia y lo cotidiano. Barcelona, Ediciones Península. [ Links ]
9. Giddens, Anthony y Hutton, With (2000). En el límite: La vida en el capitalismo global. España: Criterios TusQuest Editores. [ Links ]
10. Giddens, Anthony (1991). Modernidad e identidad del yo: El yo y la sociedad en la época contemporánea. Barcelona, Ediciones Península. [ Links ]
11. Geertz, Clifford (1994). Conocimiento local. España: Ediciones Paidós. [ Links ]
12. Guber, Rosana (2004). El salvaje metropolitano. Buenos Aires, Editorial Paidós. [ Links ]
13. Hinestroza, Jorge (1994). La serpiente en el Lago: Transformaciones histórico-ambientales causadas por la Petroquímica El Tablazo en la comunidad El Hornito, Estado Zulia. 1968-1992. Maracaibo, La Universidad del Zulia. [ Links ]
14. Hurtado, Samuel (1995). Cultura matrisocial y sociedad popular en América Latina. Caracas, Fondo Editorial Tropykos. Consejo de Estudios de Postgrado. FACES. UCV. [ Links ]
15. Lindón, Alicia (2000). Del campo de la vida cotidiana y su espacio-temporalidad. (Una presentación). En: La vida cotidiana y su espacio temporalidad, compilado por: Alicia Lindón. México. Editorial Anthropos. [ Links ]
16. Mejía, Julio (2004). Perspectiva de la Investigación Social de Segundo Orden en Osorio, Francisco. (Editor). Ensayos sobre socioautopoiesis y epistemología constructivista. Santiago de Chile. Ediciones MAD. [ Links ]
17. Morín, Edgar (1989). Sujeto y objeto en Las Ciencias de lo Humano. Caracas, Acta Científica de Venezuela. [ Links ]
18. Navarro, Pablo (1997). Página Personal: El fenómeno de la complejidad humana. San Sebastián, España: Facultad de Informática en Sistemas Complejos. Disponible en: http://www.netcom.es/pnavarro/Publicaciones . [ Links ]
19. Padrón, José (1996). Análisis del discurso e investigación social: Temas para seminario. Caracas, Publicaciones del Decanato del Postgrado de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez. [ Links ]
20. Palma, Diego (1984). La promoción social de los sectores populares. No. 1. Nuevos Cuadernos. CELATS. S.A. Perú. [ Links ]
21. Paz, Carmen (2007). Sistema explicativo del proceso salud-enfermedad en niños wayuu: Maracaibo Propuesta para la promoción de salud desde la interculturalidad. Maracaibo, Ediciones del Vicerectorado Académico de La Universidad del Zulia. [ Links ]
22. Reguillo, Rossana (2000). La clandestina centralidad de la vida cotidiana. En: La vida cotidiana y su espacio temporalidad, compilado por: Alicia Lindón. México. Editorial Anthropos. [ Links ]
23. Ribeiro, Darcy (1974). El proceso civilizatorio. Caracas, Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela. [ Links ]
24. Rozas, Margarita (1998). Una perspectiva teórica metodológica de la intervención en Trabajo Social. Buenos Aires, Editorial Espacio. [ Links ]
25. Scribano, Adrian (2003). Una voz de muchas voces: Acción colectiva y organizaciones de Base de las prácticas a los conceptos. Córdoba, Servipro. [ Links ]
26. Semali, Ladislaus y KINCHELOE, Joe (1999). What is Indigenous Knowledge and Why Should We Study It?. En What is Indegenous Knowledge? Volume 2. Voices from The Academy. United States of America. [ Links ]
27. Velasco, Honorio y Díaz de Rada, Ángel (1997). La lógica de la investigación etnográfica: Un modelo de trabajo para etnógrafos de la escuela. Madrid, Editorial Trotta. [ Links ]
28. Yuni, José y Urbano, Claudio (2006). Mapas y herramientas para conocer la escuela: Investigación Etnográfica, Investigación-Acción. Córdoba, Editorial Brujas. [ Links ]
29. Zemelman, Hugo (1992). Los horizontes de la Razón: Uso crítico de la teoría. Barcelona, Anthropos. [ Links ]












