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Agroalimentaria
versión impresa ISSN 1316-0354
Agroalim v.16 n.30 Mérida ene. 2010
ANÁLISIS EXPLORATORIO DE LAS VARIACIONES TEMPORALES Y ESPACIALES DE
Rojas López, José 2 , Mora, Elba Marina 3 , Tovar, Anyi 4
1 Este artículo forma parte de los resultados del proyecto de investigación FO-607-05-09-B, que se desarrolla bajo los auspicios del Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico, Tecnológico y Artístico (CDCHTA) de
2 Maestría en Geografía y Planeamiento Rural (Michigan State University, EE.UU.); Geógrafo (Universidad de Los Andes, Venezuela). Profesor Titular e Investigador del Instituto de Geografía y del Centro de Estudios Rurales Andinos, de
3 Maestría en Manejo de Bosques Tropicales (Universidad de Los Andes, Venezuela); Licenciada en Estadística (Universidad de los Andes,Venezuela). Profesora Agregada e Investigadora de
4 Tesista avanzada de licenciatura en la carrera de Geografía de
RESUMEN
La dinámica geográfica de la agricultura es un proceso complejo, que se expresa en desiguales patrones de especialización y distribución de la producción agrícola en las distintas regiones de un país a lo largo del tiempo. En la agricultura vegetal generalmente se privilegian los cambios en producción, superficie cultivada y rendimientos de los principales cultivos regionales.
Este trabajo efectúa un análisis exploratorio de la superficie cosechada y los rendimientos del maíz, principal cereal de la agricultura venezolana, con el propósito de conocer las variaciones temporales y espaciales de la especialización productiva del cultivo durante el período 1984-2004. Un análisis multivariado del índice de especialización productiva permitió definir un patrón espacial de referencia en las entidades federales del país, a partir del cual se establecieron las variaciones quinquenales de la producción del rubro durante el período. Se concluye que tanto la disminución general, como la relocalización del índice de especialización productiva, no han favorecido la configuración de un patrón regional consolidado y sostenido del cereal en los llanos altos de Venezuela, tal como se observa en las praderas templadas del norte y sur del continente.
Palabras clave: maíz, análisis multivariante, especialización productiva, llanos, Venezuela
ABSTRACT
Agriculture geographic dynamics is a complex process that is expressed in uneven specialization and redistribution patterns of agriculture production in different regions of the country along time. The study of this process in agriculture generally focuses on production changes, cultivated surface and yield of the main regional crops. An exploratory analysis of corn productive specialization, being corn the main cereal in Venezuelan agriculture, is performed with the purpose of knowing time and spatial variations of crops in the federal entities of the country during 1984-
Key words: corn, multivariate analysis, productive specialization, plains, of
ABSTRACT
Agriculture geographic dynamics is a complex process that is expressed in uneven specialization and redistribution patterns of agriculture production in different regions of the country along time. The study of this process in agriculture generally focuses on production changes, cultivated surface and yield of the main regional crops. An exploratory analysis of corn productive specialization, being corn the main cereal in Venezuelan agriculture, is performed with the purpose of knowing time and spatial variations of crops in the federal entities of the country during 1984-
Key words: corn, multivariate analysis, productive specialization, plains, of
RÉSUMÉ
La dynamique géographique de l´agriculture est un processus complexe qui présente des modèles inégaux de spécialisation et de redistribution de la production agricole. Quand il s´agit de la production végétale on insiste toujours sur les changements dans production, la surface cultivée et les rendements régionaux des principales cultures. Ce travail est une analyse préliminaire de la surface récoltée et du rendement du maïs, principale denrée alimentaire au Venezuela. En employant un indice de spécialisation productive on essaie de connaitre les variations temporelles et spatiales du maïs dans les différentes divisions territoriales du pays pendant la période 1984-2004. Una analyse multivariée a permis la définition d´un modèle spatial de référence. A partir de ce dernier on a déterminé les variations de la spécialisation productive du produit en question, pendant la période choisie. Il en résulte que la diminution générale de la spécialisation productive et la relocalisation dans les régions productrices n´ont pas contribué à la consolidation d´un modèle soutenu de la céréale dans les hautes plaines (llanos) du Venezuela, comme ce le cas des pairies du nord et du sud du continent.
Mots-clé: maïs, analyse multivariée spécialisation productive, llanos, Venezuela
Recibido: 23-04-2009 Revisado: 01-12-2009 Aceptado: 03-02-2010
1. INTRODUCCIÓN
La agricultura es una de las actividades económicas más afectadas por la inercia territorial que se deriva de la localización del capital fijo y del capital natural. Sin embargo, otros factores como el Estado y los mercados generan cambios más o menos rápidos en los patrones agrícolas, los cuales se reflejan en la distribución espacial de los cultivos y sistemas productivos.
En Venezuela, los trabajos de Gutiérrez (1997, 2005), Morales (2002) y Soto (2006), revelan las desiguales tendencias de la agricultura, bajo la influencia de las diferentes políticas económicas de protección y apertura comercial instauradas durante las últimas décadas del siglo XX y la primera mitad de la actual. En la presente contribución, el interés se orienta a develar en términos cuantitativos, la dimensión espacio-temporal de esos cambios en la agricultura maicera del país durante el período 1984-2004.
Entre el grupo de cultivos líderes de la agricultura venezolana definido por Mora y Rojas López (2007), el maíz ocupó una posición muy destacada tanto por su aporte al valor de la producción de cereales (58,13%), como por la tendencia sostenida de su crecimiento, durante el período 1984-2005. Este último año, por ejemplo, el maíz logró el primer lugar en extensión territorial con
En virtud de su reconocida importancia en la agricultura y su aporte energético y proteico al sistema agroalimentario nacional (Calabria, 2003; Abreu y Ablan, 2004; Segovia y Alfaro, 2009), el maíz fue seleccionado en este trabajo con el objeto de examinar las variaciones temporales de su especialización productiva en el espacio agrícola venezolano. Se pretende conocer si los cambios en la distribución geográfica del maíz en Venezuela reflejan la consolidación de un territorio regional de creciente especialización productiva o si, por el contrario, dichos cambios están asociados a una decreciente especialización del cultivo en las regiones.
2. UN BREVE MARCO CONCEPTUAL
En la explicación de los procesos de concentración de las actividades económicas, la tradicional geografía económica neoclásica, e incluso la nueva geografía económica, privilegian el papel de las economías externas y los costos de transporte. Las economías de aglomeración brindarían mayores beneficios a los productores, particularmente por los ahorros en los costos de transporte y la densidad de servicios, empleo e información, que provienen de una localización común. En los procesos de dispersión, por el contrario, ocurriría una menor eficiencia de los sistemas productivos, debido a los mayores costos y menores oportunidades que supone la separación de las unidades económicas (Lloyd y Dicken, 1972). Es importante -sin embargo- tener presente que en la agricultura, a diferencia de la industria y los servicios, las economías externas tienden a ser menos evidentes; esto dado que la concentración genera incrementos en la demanda local de tierra, cuya inmovilidad determina un aumento en el costo de la renta, que podría incentivar la desconcentración.
En todo caso, el desarrollo de la especialización o concentración agrícola no podría ser indefinida, pues se llega a un límite después del cual se crean externalidades que se traducen en pérdidas de rentabilidad, deterioro eco-cultural de paisajes regionales (Gligo, 1981) y tensiones económicas entre fuerzas centrípetas y centrífugas de localización, que desencadenan nuevas concentraciones o dispersión espacial de las actividades económicas (Masahisa, Krugman y Venables, 2000). Es, por supuesto, un tema abierto al debate de los procesos de convergencia y divergencia del crecimiento económico; reconocido núcleo de numerosas explicaciones, no pocas veces contradictorias,sobre las desigualdades regionales (Toral, 2001;Moncayo, 2004).
Por otra parte, en términos de la geografía radical,la desigual distribución de la producción agrícola puede entenderse como una consecuencia de la selectividad social y territorial con que operan las fuerzas de acumulación del capital; esto es, un mero reflejo del proceso de desarrollo desigual en el espacio geográfico (Peet, 1977; Soja, 1980). No obstante, la concentración o la dispersión de la producción agrícola es el resultado de múltiples actores y acciones -racionalidad económica de la producción, desempeño agronómico, dinámica del mercado, tecnología disponible, heterogeneidad geográfica regional, amplitud ecológica del cultivo- que influyen de distinta manera y a distintas escalas de tiempo y espacio geográfico.
Generalmente la dinámica espacial y temporal de los cultivos es analizada a través de los cambios en sus variables productivas (producción, superficie cosechada y rendimiento) entre momentos fijos que definen un período (Molina, 1996; Marín, 2002). Pero en los espacios agrícolas, los cambios económicos, tecnológicos y sociales se expresan sincrónica y diacrónicamente en los paisajes agrarios, la especialización de la producción y la localización de las actividades agropecuarias.
El análisis espacio-temporal de la especialización productiva es, por tanto, complejo, pues no sólo intervienen numerosos y heterogéneos factores, sino que también supone el abordaje simultáneo de tiempo y espacio.
En este sentido, el presente trabajo aborda un análisis estadístico exploratorio del índice de especialización productiva (EP), con el propósito de conocer las variaciones de la especialización geográfica del cultivo del maíz en las entidades federales de Venezuela, durante el período 1984-2004. Representa una aproximación de utilidad, en tanto constituye una relación entre la superficie cosechada y los rendimientos físicos de los cultivos en las regiones de un país a dos escalas espaciales, generalmente regional y nacional, o local y regional, durante uno o varios períodos (Morgan y Munton, 1971). Desde esta perspectiva, un problema abordado en este análisis fue la comparación temporal de
3. EL SISTEMA PRODUCTIVO DEL MAÍZ
El maíz es el principal cereal de la agricultura venezolana. Actualmente casi toda la producción comercial proviene de variedades e híbridos, cultivados en sistemas productivos orientados al mercado agroindustrial de alimentos para el consumo humano y animal. En general, se trata de predios medianos de monocultivos continuos en algunas regiones, aunque en otras persiste la pequeña producción dispersa de maíces «criollos» (Rojas López, 2008). Es el cereal de mayor amplitud ecológica en Venezuela, lo que ya introduce dudas sobre a posibilidad de encontrar altos valores de especialización productiva. Se cultiva en casi todo el territorio nacional, pero preferentemente bajo labranza mecanizada en la amplia faja de los llanos altos venezolanos, desde las planicies occidentales hasta las sabanas orientales
En el estado Portuguesa, a finales de la década de 1940, el Estado venezolano abrió una frontera de colonización con significativas inversiones en vialidad, acondicionamiento de tierras e innovaciones agrícolas.
En los la década de 1960 el «Plan Maíz» incorporó definitivamente la semilla mejorada y las prácticas de fertilización y mecanización. El sistema mecanizado del cultivo se desarrolló progresivamente en los llanos altos, donde encontró importantes ventajas comparativas: topografía llana no inundable, abundante red hidrográfica superficial y subterránea, tierras baldías relativamente fértiles, accesibilidad vial y mercados urbanos cercanos, que contribuyen a identificarlos como la más importante región en el mapa agrícola de Venezuela. Desde esta época, el sistema de labranza mecanizada constituye el centro de la producción vegetal y el sistema agrícola más dinámico del país, pues se ha extendido a diversos rubros y regiones, desde su núcleo originario en el municipio Turén del estado Portuguesa (Hernández, 2007).
En los llanos altos, una extensa región de aproximadamente 150.000 km2, la superficie agrícola se dedica a diversos rubros bajo distintos sistemas productivos.
Se destacan la ganadería, especialmente extensiva, los sistemas mecanizados de cereales, los cultivos permanentes y semipermanentes como la caña de azúcar, la fruticultura y la horticultura, entre otros. Sin embargo, los paisajes agrícolas y pecuarios tienden a estar espacialmente diferenciados; esto es, no son frecuentes los paisajes regionales mixtos, una diferenciación que remite a factores históricos, ecológicos y económicos en la construcción social del territorio nacional.
Los cereales (maíz, arroz y sorgo) ocupan actualmente el 8%,
Aunque la producción nacional de cereales se duplicó entre los años 1984 y 2004, los rendimientos son poco competitivos en relación con los rendimientos de los principales países productores del mundo; a excepción del arroz, en el que se ha logrado una mejor adecuación entre ecología, mercado, tecnología y biología del cultivo. Esa adecuación elevó sus rendimientos (entonces ubicados alrededor de 5.200 kg/ha) a niveles cercanos a los de que tenía China en 2003 (6.000 kg/ha). El sorgo, por el contrario, con 2.200 kg/ha, apenas pudo sobrepasar la mitad del promedio. En maíz, el promedio de 3.351 kg/ha fue algo menos de la mitad del logrado en Estados Unidos (FAO, 2008), aunque en condiciones experimentales, puede superar los 7.000 kg/ha (San Vicente, 2003). En la perspectiva ambiental, el estudio de Berroterán y Zinck (2000) ilustra la débil sostenibilidad de la agricultura cerealera de los llanos altos centro-occidentales donde, por cierto, se concentra el 55% de las tierras de mayor calidad agrológica de la nación, que alcanza grosso modo 3 millones de hectáreas (Rojas López, 2007).
La modesta productividad física del maíz ha sido atribuida, desde el punto de vista agronómico, a una baja adecuación entre la ecología de las áreas productoras y la tecnología que se aplica en cultivares poco adaptados al complejo clima-suelo de ambientes tropicales de sabanas y bosques semi-deciduos (Benacchio y Cañizales, 1990). En este respecto, es oportuno subrayar la reciente e inusitada relevancia de la geografía física en la explicación de la variabilidad espacial de la productividad económica de la agricultura, como lo demuestra el estudio de Galvis (2001) en Colombia, aunque la explicación de la productividad de la agricultura es un hecho bastante más complejo. En efecto, la historia de los rendimientos cerealeros en Venezuela, como señalan Machado y Ponte (2002), amerita un «capítulo especial», en virtud de las diversas incidencias de costos, precios, subsidios, tecnologías, variaciones climáticas, regulaciones y desregulaciones oficiales.
Ello explica, en buena parte, el activo papel de las asociaciones de productores primarios en las tensas negociaciones con la agroindustria y el Estado en las políticas de precios, costos e importaciones.
4. PROCEDIMIENTOS METODOLÓGICOS
La amplitud ecológica del maíz, sus moderados rendimientos físicos y su modesta ocupación del espacio agrícola en los llanos altos, alertan sobre las escasas posibilidades de encontrar altos valores de especialización del cultivo. Sin embargo, se considera importante conocer los niveles y variaciones temporales de la especialización productiva en las regiones (entidades federales), a objeto de tener un panorama del desempeño diferencial del sistema productivo del rubro en el país.
La especialización productiva (EP) se define como una derivación ampliada, en términos espaciales, de la identidad (p=s*r); es decir, la producción (p) como producto de la superficie (s) que ocupa un cultivo y los rendimientos (r) que genera en dicha superficie en una determinada región. En este sentido, el indicador de especialización productiva combina un índice de concentración territorial (Cij) y un índice de rendimiento físico (Rij) de un rubro particular en un territorio determinado.
Cij es un índice adaptado a la geografía agrícola por Bhatia (1965), a partir del conocido cociente de localización de Florence (Morgan y Munton, 1971), y Rij es un índice de relación entre los rendimientos físicos regionales y nacionales del rubro bajo consideración, como se recoge en la fórmula siguiente:
La interpretación del indicador toma como referencia el valor unitario. Si EP > 1,00 la especialización productiva del cultivo en la región sería mayor que la correspondiente a una distribución espacialmente uniforme de la especialización del cultivo en el país. Si EP < 1,00 sucedería lo contrario; y, cuando fuese igual a la unidad, sería teóricamente idéntica a la especialización del rubro en el país.
Se le entiende como un indicador relativo, en virtud de que compara la territorialidad y productividad física de un rubro a dos escalas, la regional y la nacional. La mera producción no sería suficiente, entonces, para conocer la especialización productiva. De hecho, una región de alta producción en un determinado rubro, no tiene por qué ser altamente especializada en ese rubro, puesto que otros cultivos de menor producción podrían resultar más especializados. Lo contrario podría ocurrir cuando la producción relativamente baja de un determinado cultivo sea, al mismo tiempo, la producción principal de una región con una superficie agrícola muy reducida. Las restricciones interpretativas derivan, por ello, de la propia descripción empírica del indicador y de su dependencia del tamaño de las unidades geográficas. Pese a ello, en los estudios exploratorios es útil para determinar la concentración de la producción y las orientaciones productivas regionales, dada la relativa accesibilidad de la información requerida y la facilidad de su cálculo (Rojas López,1995).
Las entidades o estados federales del país fueron seleccionados como unidades regionales, puesto que las fuentes estadísticas disponibles sólo presentan la información agregada a esos niveles administrativos.
Los datos de producción, superficie cosechada y rendimientos, aportados por los Anuarios Estadísticos Agropecuarios (1984-1997) y los no publicados oficialmente por el Ministerio de Agricultura y Tierras (1998-2004), fueron revisados, ajustados e interpolados en algunos años y entidades federales por Tovar (2008).
En cualquier caso, siempre persisten dudas generalizadas acerca de la confiabilidad de los datos, las cuales podrían ser en cierto modo atenuadas, con el empleo de promedios e intervalos de clase, ya que de esta manera se ofrecerían resultados presumiblemente más confiables que los datos absolutos y puntuales de los cultivos.
La información estadística fue organizada en una matriz de 20 filas (entidades federales con información consistente del rubro) y 21 columnas (años del período objeto de estudio, subdivididos en cuatro quinquenios).
Sobre esta base se calcularon los índices de EP de las entidades federales y sus coeficientes de variación (CV),tanto en el período 1984-2004, como en los cuatro quinquenios. El último período no corresponde exactamente a un quinquenio porque fue extendido constitucionalmente a seis años.
Un análisis exploratorio de datos, seguido por un análisis de varianza para dos factores con una prueba de Duncan, ofreció un perfil del comportamiento de
El análisis de varianza (ANOVA) para dos factores, permitió estudiar la variabilidad del comportamiento de la especialización productiva promedio, con el fin de descubrir si la misma podía atribuirse a diferencias entre los períodos gubernamentales (quinquenios) o al componente espacial intrínseco de las regiones (estados federales).
Mostradas las pruebas estadísticas del ANOVA, para un α > 0,01 (altamente significativa), se pudo inferir que la variabilidad de
De acuerdo con las diferencias significativas entre medias, las entidades se organizaron en cinco categorías de EP (Figura Nº 2): alta (A, > 2,00), media-alta (MA, 1,50-1,99), media-baja (MB, 1,00-1,49), baja (B, 0,50-0,99) y muy baja (mb, <0,50). La última, sin embargo, fue excluida a posteriori del análisis porque
La distribución jerárquica de los cuatro grupos finales fue establecida como el patrón espacial de referencia (PER) del cultivo en el país, es decir, una distribución que sintetiza la tendencia central de la especialización productiva del rubro entre 1984 y 2004. Manteniendo el mismo número de grupos y los rangos del PER a lo largo del período, se facilitó observar los cambios en las entidades durante los quinquenios. Por ejemplo, la desaparición de las entidades de la categoría «alta» de EP en los dos últimos quinquenios y la salida del estado Carabobo de las entidades seleccionadas, hacia el último quinquenio, evidencian los cambios de la especialización geográfica del rubro en el período de estudio.
En breve, el PER operó como una herramienta adecuada para la interpretación comparativa de los cambios quinquenales en cada una de las entidades, pues en cada sub-período
5. EL PATRÓN ESPACIAL REFERENCIAL DEL MAÍZ (PER)
El ordenamiento jerárquico de las entidades federales según su rango de EP, constituye el patrón espacial referencial del cultivo en el país (PER), puesto que resume estadísticamente la tendencia central de la especialización productiva del cereal durante el período en cada una de las entidades federales (Figuras Nº 2 y Nº 3).
El estado Bolívar sobresale como el de mayor promedio, asociado a un Ci de 2,05 y un Ri de 1,08. En las entidades de especialización media también se mantienen los índices de concentración por encima de los de rendimiento, pero en las entidades de baja especialización, como era de esperarse, esta relación se presenta en términos inversos (Cuadro Nº 2). Así, mientras los promedios de Ri encuentran su máximo valor en Yaracuy, particularmente por la importancia maicera del municipio Bruzual, los promedios de Ci lo alcanzan en Bolívar, donde destaca la producción de
El Cuadro Nº 3 muestra, además, que en los estados de mayor producción maicera (Portuguesa y Guárico) la especialización del rubro es menor que la del otro cereal importante en los llanos, el arroz. Se aprecia allí -además- que Bolívar no sería un estado precisamente maicero, sino «yuquero» (productor de Manihot esculenta), y que Yaracuy tiende a especializarse más en caña de azúcar que en maíz. Sólo en el estado Barinas
6. CAMBIOS Y TENDENCIAS
Los cambios de
Pero en términos absolutos se observa una tendencia general decreciente de
Por otra parte, en el Cuadro Nº 5 se aprecia gráficamente cómo las posiciones de las entidades federales tienden a aglomerarse en las categorías medias durante la segunda mitad del período. Es notorio, sin embargo, que la categoría A de especialización productiva haya desaparecido del cuadro en los dos últimos quinquenios.
Lo anterior se corrobora en el Cuadro Nº 6, puesto que, salvo en Barinas y Anzoátegui, los Ci descienden o se estancan durante todo el período, sólo con una leve recuperación en Portuguesa. Por otro lado, si exceptuamos el leve crecimiento sostenido del Ri en Apure, Barinas y Portuguesa, se nota que también predomina el estancamiento de los índices de rendimiento en el país.
Este breve análisis demuestra que la tendencia decreciente de los Ci juega un papel ligeramente más importante que los cambios de Ri en la disminución generalizada de la especialización productiva del cultivo en Venezuela. Las variaciones evidencian que ha ocurrido un decrecimiento general tanto de la concentración territorial como de la intensidad productiva (rendimientos) del rubro en la gran mayoría de los estados maiceros del país (Figura Nº 4).
Interpretando cualitativamente los cambios y la estabilidad temporal de
Las tendencias ascendentes sólo ocurren notoriamente en Barinas y Anzoátegui, este último con una trayectoria inestable, es decir, sujeto a pronunciadas fluctuaciones temporales.
En resumen, el patrón espacial referencial del maíz experimenta una relocalización en los llanos altos de Venezuela y, al mismo tiempo, una disminución de sus indicadores de especialización productiva. En efecto, Bolívar y Barinas se desplazan del rango A al MA; Yaracuy de A hacia MB y Monagas de MB a B. En tanto que Anzoátegui pasa de B a MA y Apure de MB hacia MA. Sin duda, la categoría MA es la que se recupera durante el último quinquenio. Estas variaciones podrían estar, de alguna forma, en correspondencia con podrían estar, de alguna forma, en correspondencia con un aumento observado en la diversificación agrícola regional. A partir de los datos aportados por Machado y Rivas (2002: 103) se calculó una relación simple de diversificación de cultivos como cociente entre la cantidad de hectáreas sembradas y el número de cultivos presentes en los estados seleccionados (Cuadro Nº 8).
Se observa, ciertamente, que en la gran mayoría de los estados aumentó la diversificación agrícola durante la década, pues la interpretación del valor del índice es inversa a su valor, siendo sobresaliente en los estados Carabobo y Anzoátegui. En Portuguesa, la entidad de mayor superficie sembrada, se observa la menor diversificación agrícola, pero la mayor especialización productiva de los cultivos líderes ocurre en Bolívar (yuca), Yaracuy (caña de azúcar) y Carabobo (papa).
7. DISCUSIÓN DE RESULTADOS
En los cambios de la distribución geográfica de la agricultura, concurren múltiples factores con distinta intensidad y cobertura espacial en diferentes momentos.
Ello torna compleja la tarea de explicar dichos cambios de acuerdo con relaciones formales de causalidad o linealidad, pero es posible avanzar una discusión de los resultados en términos argumentales, basada en las asociaciones percibidas de las distribuciones agrícolas con determinados factores socioeconómicos y ambientales.
Dado el carácter fundamentalmente industrial del maíz y la difusión generalizada de las innovaciones agronómicas desde mediados del siglo pasado (Mendoza, 2000), se puede asumir de entrada, que la diferenciación de las aplicaciones tecnológicas no parece operar como factor determinante en los cambios recientes de la especialización productiva del cereal.
De hecho, más del 90% de la producción nacional de maíz se sustenta en materiales híbridos, la mayor parte importados de México, Argentina y Brasil, desde finales de los años ochenta (Bolotín, 2008; Segovia y Alfaro, 2009). En virtud de ello se explora la influencia de otros factores como las políticas del Estado, la adecuación ecológica de las tierras, la diversificación agrícola regional y los procesos gerenciales que desarrollan los productores en el manejo de sus predios.
Desde finales de la década de 1940 el Estado venezolano inició un proceso de modernización tecnológica de los sistemas agrícolas en los llanos altos occidentales, a raíz de la puesta en marcha del proyecto Turén en el estado Portuguesa, concebido según el modelo farmer norteamericano. La difusión de este modelo trajo como resultado que, entre 1950 y 1971, los cultivos de ciclo corto pasaran de 70 mil a 346 mil hectáreas en la región, los cultivos permanentes de 39 mil a 60 mil hectáreas y los pastizales cultivados de
La construcción de los sistemas de riego en los estados Guárico y Cojedes y los programas de reforma agraria y vialidad agrícola potenciaron la ampliación del espacio agrícola hacia los llanos centrales y, progresivamente, el modelo de mediana producción mecanizada de cultivos de ciclo corto se expandió hasta las sabanas orientales de los estados Monagas, Anzoátegui y Bolívar. Los cereales y oleaginosas fueron ampliamente favorecidos por la renta petrolera, a través de la política de substitución de importaciones, aunque la experiencia con las oleaginosas (soya, ajonjolí, girasol, maní) fue decepcionante por su mediocre desempeño productivo.
A finales de la década de 1970 esta política perdió fuerza por los desequilibrios macroeconómicos, después del boom de los precios petroleros de mediados de la década y que el Estado decide una política de reajusteen la agricultura, entre 1984 y 1988; ésta estuvo centrada fundamentalmente en medidas abiertamente proteccionistas hacia los productores empresariales y con menor atención a los sistemas campesinos, los cuales habían sido especialmente favorecidos por la política de reforma agraria en las décadas anteriores.
Elevados subsidios a los insumos agroquímicos, altos precios agrícolas y tasas de interés preferenciales, entre otras medidas, disminuyeron los costos de producción.
En consecuencia, los medianos y grandes productores incorporaron tierras de menor calidad a la producción y la superficie cosechada del país alcanzó su pico histórico en 1988 con casi
Sin duda, esta situación se reflejó en los índices de especialización productiva del maíz en Bolívar, Yaracuy, Guárico y Monagas. En menor proporción se reflejó en Barinas, por el importante desarrollo que experimentaba la ganadería de doble propósito en ese estado; y, en Portuguesa, por el auge del arroz y la siembra de oleaginosas, particularmente de ajonjolí y algodón.
Terminando la década de 1980, nuevamente se sintieron los fuertes desajustes macroeconómicos, pero ahora el Estado reconocía el creciente impacto del proceso de globalización en las dinámicas de competitividad regional y nacional. En respuesta, aplicó un programa de restructuración de la economía y liberación de mercados, en medio de turbulencias políticas y sociales, que disminuyó apreciablemente los financiamientos y subsidios agrícolas, aumentó las tasas de interés y liberó la tasa de cambio. Entre 1989 y 1993 esta política se tradujo en la reducción de la superficie cosechada en 1,5 veces, especialmente en las áreas dedicadas a cereales (Rojas López et al., 2002). Durante el siguiente quinquenio el programa macroeconómico se mantuvo, pero esta vez con mayor regulación del Estado.
Se recuperaron los indicadores en algunas de estas entidades, pero otras de alta especialización (Bolívar y Yaracuy) entraron en una caída notable.
A partir de 1999 el Estado retomó el papel protagónico en la marcha de la economía, apuntalado en una elevación extraordinaria del ingreso petrolero y un discurso político pro-agrario basado en la soberanía agroalimentaria y el control de las tierras agrícolas presuntamente ociosas; y, de seguidas, procedió a desmontar las anteriores líneas neoliberales, bajo una fuerte oposición política y continuas perturbaciones sociales.
La agricultura sufrió los efectos de una transición institucional muy poco ordenada, particularmente por la aplicación compulsiva de la nueva Ley de Tierras y Desarrollo Agrario. El maíz, no obstante, recibió un trato preferencial de financiamiento, subsidios y precios en los planes de siembra de Barinas, Apure, Bolívar, Portuguesa y Guárico, entidades que, en consecuencia, mejoraron con cierta notoriedad sus índices de concentración territorial. De hecho, sólo el aumento de la producción nacional de maíz es el que explica todo el crecimiento de la agricultura vegetal durante este quinquenio (Hernández, 2007).
La recuperación de la producción de maíz blanco durante los últimos años ha sido suficiente para abastecer la agroindustria de harina precocida. Igualmente la siembra de maíz amarillo para alimentación animal también se ha incrementado, aunque enfrentada a un doble problema: la menor productividad de las semillas nacionales y los menores precios del grano en el mercado internacional (Bolotín, 2008). Sin duda, la alta cualidad energética y proteica del cereal (Abreu y Ablan, 2004) y su tradición cultural en el sistema agroalimentario venezolano (Fuentes y Hernández, 2002) ayudan a explicar en buena medida la orientación preferencial del Estado hacia este rubro de la agricultura.
Si bien es cierto que la producción nacional de maíz se elevó, en números redondos, de un 1.150.000 tm en
Aparte de las políticas agrícolas, también debe estimarse la calidad y cantidad de las tierras donde se produce el cultivo. En efecto, las áreas con las mejores condiciones ecológicas para el maíz apenas superan las 100 mil hectáreas, aunque las áreas aptas, pero con variadas limitaciones edafo-climáticas, casi llegan al millón de hectáreas (Benacchio y Cañizales, 1990).
Según Casanova (2000), los suelos de buena fertilidad natural para el maíz se encuentran en Aragua, Portuguesa y Yaracuy, mientras que en las restantes entidades los suelos son de menor fertilidad para el cultivo.
En general, lo que estos estudios revelan es una reducida aptitud natural del territorio nacional para lograr altos rendimientos maiceros sin el aporte de importantes suplementos tecnológicos, especialmente de riego, mecanización y fertilizantes.
De acuerdo con la aptitud natural de las tierras, no sólo son limitadas en extensión para el cultivo, sino que también existe poca correspondencia entre la especialización productiva y la zonificación agroecológica del rubro. En las tierras de Aragua, por ejemplo, los índices de EP de papa y caña de azúcar son mayores que los del maíz. Lo mismo ocurre en Yaracuy respecto a la caña de azúcar. En las tierras de Portuguesa y Guárico, es donde ocurre la mayor producción de cereales, asociada a las mayores áreas sembradas de estos rubros en el país, pero donde los índices de especialización del arroz son, sin embargo, mayores que los del maíz.
El otro factor que merece consideración es el que se refiere a los procesos gerenciales de las explotaciones maiceras. Las funciones de planificación, organización, ejecución y control en la gerencia de los predios fueron caracterizadas por Alejua (2002) en el municipio Turén del estado Portuguesa, uno de los mayores productores del país, según tres niveles gerenciales:
superior, suficiente y deficiente. En el primer nivel los rendimientos de maíz fueron de 3.909,7 kg/ha; en el segundo, de 3.141,8 kg/ha, y en el tercero de 1.561 kg/ha. Dado que sólo el 9% de los productores de la muestra seleccionada correspondió al primer nivel, la autora concluyó que la gran mayoría de los productores desarrolla los procesos gerenciales sin visión empresarial sistemática o formal. Todo parece indicar que los innovadores programas de organización administrativa de las asociaciones de productores cerealeros de Portuguesa y Guárico han sido muy importantes en las gestiones de financiamiento privado y comercialización (Piña, 2007), pero menos en los programas de asesoramiento agrotécnico y administración gerencial de las explotaciones agrícolas.
8. CONCLUSIONES
El análisis exploratorio de las variaciones temporales de la distribución geográfica de la especialización productiva del maíz en Venezuela lleva a la conclusión que esos cambios reflejan tanto una declinación temporal, como una redistribución territorial de sus valores durante el período 1984-2004. Esto es, se registra una tendencia conjunta: casi al mismo tiempo que disminuye la especialización productiva, ocurre su relocalización geográfica en el espacio maicero del país, hasta el punto que la categoría de alta especialización productiva desaparece en los últimos quinquenios. La categoría MB mantiene su trayectoria hasta el tercer quinquenio, cuando la categoría MA logra recuperarse en buena parte de los estados maiceros. En este proceso, la tendencia decreciente del índice de concentración territorial ha jugado un papel más importante que los cambios en los índices de rendimiento del cultivo en las regiones.
En la búsqueda de factores asociados a esos cambios se puede argumentar que las inestables políticas agrícolas del Estado, el inadecuado ajuste de las limitadas áreas productoras a la zonificación agroecológica de los cultivares, la diversificación agrícola regional y las precarias condiciones gerenciales de los productores, son algunos de los factores que concurren de múltiples formas para explicar tanto las disminuciones de la concentración territorial, como de la intensidad productiva del cereal en las entidades federales del país.
Finalmente, el análisis conduce a reconocer que el sistema productivo del maíz no ha logrado consolidar un patrón territorial especializado y sostenido a gran escala como el que se observa en las praderas templadas del norte y el sur del continente, donde es notoriamente mayor la disponibilidad de tierras aptas para el cultivo, cuya producción se desarrolla en términos masivos y se comercializa en el mercado internacional a precios competitivos. Por otro lado, no existen evidencias empíricas que demuestren una disminución de los costos ambientales, asociados a una menor especialización productiva del maíz; por el contrario, las externalidades negativas (Berroterán y Zinck, 2000) parecen aumentar, puesto que la agricultura mecanizadase ha extendido a la producción de caña de azúcar, leguminosas y yuca en los llanos altos de Venezuela.
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