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Revista Venezolana de Estudios de la Mujer
versión impresa ISSN 1316-3701
Revista Venezolana de Estudios de la Mujer v.13 n.30 Caracas ene. 2008
LA PUTA NO TIENE CLIENTE, TIENE PROSTITUYENTES
Alba Carosio
Universidad Central de Venezuela, Caracas, Venezuela.
Sobre Galindo, María y Sánchez, Sonia (2007) Ninguna mujer nace para puta Buenos Aires: Lavaca Editora
El texto es un grito de rebeldía de un feminismo callejero, nacido en la marginalidad, interpela la maquinaria político-social de poder y exclusión que ignora a la puta y así se llaman, en contra del maquillaje de corrección y ocultamiento del dolor real que se esconde en el concepto de trabajadora sexual. Hace más de diez años que circula en Latinoamérica el discurso del trabajo sexual y, sin embargo, no se acceden a beneficios por esta vía. Lo único que se ha conseguido es repartir condones y, en algunos casos, cajas de alimentos. Se postula el concepto de mujeres en situación de prostitución, porque la prostitución es violencia, no es trabajo, es violencia psíquica y física. Se preguntan las autoras ¿ser torturada es un trabajo? ¿Ser humillada es un trabajo? ¿Ser prostituida por el hambre es un trabajo? El discurso oficial del trabajo sexual favorece al explotador (fiolo, cafisho, rufián, proxeneta, macró), que pasa a ser un empresario del sexo, mientras se refuerzan los guetos en donde están condenadas a permanecer las mujeres prostituidas.
A lo largo del texto se desenmascaran las condenas de las prostituidas. Condena a la soledad de lo invisible: nadie ve ni reconoce a la puta como suya, nadie la reclama ni en la vida ni en la muerte, aunque hay sociedades, grupos y personas que se sostienen económicamente de ella y su silencio. Condena a la mudez, reforzada por la violencia, en muchos casos física directa y en todos psicológica, reducida a objeto de los proxenetas, policías y prostituyentes. Todas las condiciones del uso las pone el prostituyente, no tú. (2007, 57). Condena a estados proxenetas, que utilizan la salud y el cuerpo de las prostituidas para mutilarlas reduciéndolas a una vagina, que sirve a la lucha contra el sida; estado que las transforma en trabajadoras gratuitas de prevención.
Sonia y María denuncian también la condena a los parásitos de la prostitución, que incluyen al sindicalismo, el oenegismo, las iglesias, los organismos de derechos humanos, el ejército de expertos psiquiatras, sexólogos y los partidos políticos. Todos tienen función de tutelaje y, sin perder la visión de clientes, expropian la lucha a las prostituidas. Y la más fuerte de todas las condenas: el mito del príncipe azul que instala el poder en el enamoramiento varón-mujer.
El consumo de la prostitución es una relación prostituyente-prostituta que tiene el poder, además, de dibujar la relación varón-mujer en una determinada sociedad, es una relación de dominación que se ejerce en el cuarto-cárcel. No hay decisión en ser prostituida, por ejemplo, en el País Vasco, donde hay un nivel de vida muy alto, el 99% de las mujeres en situación de prostitución son del sur del mundo, son las mujeres migrantes, esto indica cuál es la realidad. Forzadas por el hambre y la ignorancia, que es lo que las deja sin opción.