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Educere
versión impresa ISSN 1316-4910
Educere v.12 n.41 Meridad jun. 2008
Del movimiento estudiantil: Algunas fuentes olvidadas en el caso Venezolano
José Camilo Perdomo*
Universidad de Los Andes. Núcleo Rafael Rangel Trujillo, Edo. Trujillo. Venezuela. camiloperdomot@gamil.com
Resumen
El presente trabajo tiene por finalidad dar un leve repaso por algunas referencias históricas del movimiento estudiantil y a su vez distinguirlo de algunas prácticas que se dan en Venezuela frente al proceso bolivariano. Finalidad que aspira poder confirmar si algunos rasgos ideológicos de las fuentes modernas se mantienen o han cambiado por diferentes motivos socio-económicos en el contexto postmoderno.
Palabras clave: movimiento, estudiantes, Estado, Gobierno, modernidad.
About the student movement: Some sources forgotten in the venezuelan case
Abstract
The following paper aims to provide a brief review over some of the historical references of the student movement and at the same time outline it from some practices seen in Venezuela facing the Bolivarian process. A goal that is expected to be confirmed if some ideological aspects of modern sources are kept or have changed due to different socio-economical reasons in the postmodern context.
Key words: movement, students, State, Government, modernity.
Fecha de recepción: 05-03-08 Fecha de aceptación: 28-03-08
La atmósfera cultural que presenciamos hoy es una confrontación entre las señales de una modernidad que se agota en su sistema de valores prometidos desde el ámbito político y de la tecno-ciencia (libertad, progreso, fraternidad, igualdad) y un escepticismo conocido como postmodernidad (incertidumbre, caos, escepticismo, desencanto) emergiendo en toda la aldea Tierra donde destaca una globalización de la miseria y la pobreza extrema. Dentro de ese contexto cultural complejo puede observarse el movimiento estudiantil moviéndose entre apoyos a gobiernos y sistemas políticos o dando muestras de su protesta espontánea o coyuntural. El trabajo que sigue intentará, desde la presentación de algunas fuentes históricas del movimiento estudiantil, mostrar que en Venezuela los rasgos visibles del estudiantado cuando se moviliza carecen de planes organizativos para una nueva sociedad y es más un grupo coyuntural que obedece a emociones encontradas y directrices de grupos de presión política desplazados del gobierno con la llegada de lo que, por comodidad, denominamos aquí: chavismo. En esas fuentes no hay datos claros que muestren a movimientos estudiantiles definidos por sus objetivos y modelos organizativos para sustituir los aparatos políticos o algún proyecto diferente al de la modernidad ilustrada; aunque en sus proclamas hacían esas promesas. Venezuela y América Latina no escaparon a esos movimientos y de ellos salieron muchos de los dirigentes entre 1930, 1960 y 2008. La idea a mostrar aquí cabe en la respuesta a estas preguntas: ¿Fueron esos movimientos autónomos respecto de la confrontación política desde 1930 hasta 1960 y de aquí al 2008?, ¿qué queda de sus proclamas hoy día?, ¿eran tales movimientos una expresión coyuntural de la vida interna de los partidos políticos de esos años, es decir, que fueron manipulados para sus fines inmediatos de ir al gobierno? Intentaremos dar algunas evidencias teóricas desde el lado de la ética para que el lector saque sus propias conclusiones y así pueda dar una idea de lo que hoy, en este 2008, es un movimiento estudiantil visualizado en dos conductas: a favor del gobierno del presidente Chávez, en contra de ese gobierno. Veamos:
1. ¿Cuál ética presuponían los movimientos estudiantiles en sus orígenes?
Cuando uno lee el texto del escritor venezolano y fundador del diario El Nacional, Miguel Otero Silva: La muerte de Honorio y, a su vez es un joven lector que viene de saber que hubo una dictadura militar, se identifican sus personajes, sean estos autodidactas como Santos Yorme (hoy sabemos que era la representación de Pompeyo Márquez) o estudiados como el orador de verbo fogoso (el caso de Jóvito Villalba). Para los latinoamericanos ese tipo de literatura expresaba la esencia de ser joven y estudiante con la energía emotiva que convocaba para el progreso de la modernidad en una Venezuela que ya mostraba el paso de una economía rural a una petrolera. Mientras que al revisar otras fuentes, sobre todo en escenarios universitarios, bien de USA o de Europa, lo destacable allí es una lucha estudiantil contra la autoridad profesoral o los valores generacionales de sus padres. Algunos estudiosos de esos movimientos, caso Herbert Marcuse, los definían dentro de una lucha generacional con perspectivas de imponer un nuevo sujeto revolucionario capaz de reemplazar al proletariado en la dirección de la sociedad. No olvidemos la influencia del marxismo donde, a decir de los comunistas, sólo el proletariado tenía conciencia social (herencia de Hegel) para alcanzar los objetivos político-sociales de su clase. Aquí es válido referirse a un dato que para bien o para mal se dio con la llegada de la modernidad: las divisiones del saber en disciplinas, paradigmas y teorías de interpretación social. Así, era posible escuchar a alguien definirse idealista, marxista, positivista, estructuralista, pragmatista, funcionalista, anarquista, liberal o personalista, y como tal, defendía en el seno de los debates su visión o el sincretismo de ellas. También podía destacar allí cierto eclecticismo cuando curiosamente ninguno se asumía totalitarista, autoritarista o enemigo de la libertad, así al ocupar puestos de dirección burocrática en los movimientos diera muestras visibles de ello. Generalmente cuando se les exigía autocríticas por tal conducta, decían que todo era en nombre de la disciplina y objetivos políticos del movimiento. Y es aquí donde hay datos que, para la discusión ética de hoy son importantes. Feuer (1969 y 1971) puede considerarse hoy un clásico documental de las fuentes del movimiento estudiantil, su idea de investigación lo ubica en 1927 cuando era alumno del City College de Nueva York, lugar donde vivió el clima cultural estudiantil que dio origen a sus reflexiones en torno al movimiento estudiantil influenciado por la modernidad que prometía un mundo de progreso y desarrollo. De allí hasta hoy, el mundo en algunos aspectos de motivación estudiantil ha cambiado, y bastante. En parte, por aquello que en un momento Octavio Paz denominó la revuelta frente a la revolución. Y también, porque pareciera que los estudiantes no pueden zafarse de su expresión común: son en la Tierra expresión de su animismo emocional que los coloca de frente a su generación: en los gestos, la manera de vestirse, los gustos por la música, el relajamiento a la disciplina del hogar-escolar y, su gusto por leer en la política su mejor manera de representar la crítica de la sociedad. Esos dos aspectos de energía juvenil y choque generacional parecieran definir la constante explicativa de por qué se movilizan en unos momentos y no en otros. Aspectos que, a nuestro juicio, se mantienen hoy, aunque no con la fuerza organizativa expresada en el contexto de las guerras e invasiones de una potencia a un país, de una pelea por el territorio o porque una guerra civil se impone. Sin embargo, y siempre dentro de una hipótesis en curso, puede decirse que en los estudiantes pareciera anidar una cierta intuición ética que la colocan por sobre el tipo de sociedad donde evolucionan. Nombro ética y no moral porque lo que se juega en los inicios es una lucha contra códigos establecidos por las generaciones adultas contra las jóvenes (Dukheim) y en ello hay una pluralidad de creencias que muestran un cierto equilibrio por la diversidad de morales. En esa intuición se desarrolla un cierto tipo de intelectual que por tener los recursos del conocimiento asume para sí mismo y frente a dirigidos que no siempre tienen otra herramienta que la experiencia, la tarea de ser conductor de lo que se denominó hasta ahora: pueblo, masa, muchedumbre, multitud. Estar al lado del pueblo se entendía y pudiera hoy entenderse: que era el mejor compromiso con el desprendimiento, con el altruismo, con los excluidos y marginados de la sociedad. En un tiempo donde el marxismo-leninismo tuvo fuerza de convocatoria circuló esta conseja: Lenin dijo, acertadamente, que los intelectuales llevaron la conciencia del socialismo a los obreros, que por sí mismos no hubieran ido más allá de las aspiraciones gremiales». Los intelectuales a los que él se refería eran, en gran proporción, los abnegados estudiantes revolucionarios (Feuer, p. 21) Más tarde cuando el socialismo real, con la influencia del mismo Lenin, esté en el poder esa idea de lo intelectual va a ser mirada con sospecha por los nuevos burócratas o cuadros de la Nomenclatura. Por tanto, desde esa época, 1917 aproximadamente, ya los obreros eran vistos por un líder como Lenin limitados para asumir su propio rol libertario hacía el socialismo, pero no por ello los intelectuales debían ser sus sustitutos. Vinieron los desencantos con las políticas del nuevo imperialismo desde USA, la invasión a Vietnam y las revueltas en Europa se multiplicaron hasta la emergencia de luchas en un año que hoy es un clásico del movimiento estudiantil: el Mayo de 1968. Allí por poco se viene abajo el gobierno promesa de la modernidad y los intelectuales se dividen entre apoyos directos: Foucault, por ejemplo y, los controlados por el partido comunista que vieron en eso sólo una revuelta emotiva. En América del norte destacaban los textos de Marcuse invitando a ver en esos movimientos el germen de algo nuevo. En Venezuela ese eco fue recogido fundamentalmente en un desprendimiento político del partido Acción Democrática: el MIR. Decir que los estudiantes siempre tendrán ese rol hizo que las universidades, vistas aquí como un aparato escolar que prepara élites para la burocracia estatal en la sociedad, sirvieran de escenarios de debates internos. Sin embargo, desde el gobierno de turno que se confrontaba desde ese movimiento se decía siempre que al graduarse su dirigencia eso cambiaba por aquello de tener que ingresar al mercado de trabajo. Emergía así esta interrogante: ¿hasta qué punto el estudiante de ideas altruistas y combativas por un mundo mejor seguía siéndolo en su vida profesional? Y pareciera que de esa manera se imponía la idea del partido como esponja que va a absorber a esa dirigencia en cargos de representación o puestos burocráticos imponiéndose con ello el resurgir de viejos paradigmas: socialdemócrata, marxista, marxistaleninista, marxista maoísta, fidelista, aprista y anarquista. En este cuadro y, mientras los partidos políticos (de centro, de izquierda, de derecha) fascistas, nazis, neoliberales, conservadores, republicanos, liberales, socialcristianos, y otros) no entraron en declive y autoextinción, hubo intelectuales orgánicos venidos del movimiento estudiantil. Con el tiempo emergió cierta dualidad con respecto al compromiso del estudiante para con él y la sociedad por construir que, luego iba a aparecer en sociedades denominadas estabilizadas internamente producto de su aparente desarrollo tecnocientífico. Sociedades que harán esfuerzos para contar con instituciones preparadas a fin de bloquear cualquier movimiento estudiantil organizado, bien por sus adormecimientos ideológicos preparados desde los mass-media, bien por políticos de reclutamiento profesional donde se decreta el carácter apolítico de la producción y la ciencia. Donde eso no ocurrió se produjeron deterioros sociales evidenciados en conflictos recurrentes por el poder y se mostró al movimiento estudiantil con auges y decadencias visibles, no sólo en su formación ideológica, sino en su lectura de lo estratégico del cambio. Quizás sea debido a tales conflictos permanentes que se opaque la idea del compromiso y es válido preguntar esto: ¿hasta dónde se compromete un intelectual con una excelente memoria de lucha estudiantil cuando el poder político coyuntural lo involucra en cargos del poder burocrático? Sirva como referencia el texto siguiente:
Ningún movimiento estudiantil se alzó en la década de 1930 contra los nazis y fascistas. El fracaso de los estudiantes fue más completo que el de la clase trabajadora. Los trabajadores daban sus votos a los socialdemócratas y comunistas, y se mostraban hostiles hacia los nazis y fascistas.: [ ] Fue el fracaso de los intelectuales italianos, lo que permitió a Mussolini asumir el poder. Fue el fracaso de los intelectuales alemanes lo que permitió a Hitler establecer su nefasto imperio. Fue el fracaso de los intelectuales franceses, después de 1919, lo que creó las condiciones que determinaron la derrota de Francia en 1940. (Feuer, 1969, p. 11)
Este dato nos informa que no por ser estudiante hay garantía de intelectual comprometido. El mismo es importante recordarlo hoy porque a la par de las muestras de pobreza crítica mundializada, no se perciben movimientos estudiantiles fuertes más allá del dato de los globolofóbicos, denominados así por atacar los aspectos de la globalización económica de los países más ricos del planeta. Si frente a una crisis de valores el pensamiento se queda mudo, entonces las perversidades del poder no tienen réplica posible. En este sentido la ética del por-venir tiene rasgos que en algunos casos de países ricos se expresa en movilizaciones estudiantiles puntuales: la ecología, el calentamiento global, la lucha contra los transgénicos u organismos modificados genéticamente (OMG). Mientras que en esos lugares el racismo, la mirada de sospecha al inmigrante sigue latente y no se vislumbra una lucha global contra ello. Tal mirada ha pasado de luchas generacionales en conflicto a representaciones políticas utilitarias donde eso pasa al olvido. En el caso venezolano fueron los estudiantes de 1928 hasta la instalación del pacto de Punto fijo por los partidos AD, COPEY y URD el paso visible de una emoción, luego con la represión y la caída del dictador M. Pérez Jiménez llegaron los acuerdos entre dirigentes para disfrutar del poder de turno y excluir a otro, como ocurrió con el PCV (los comunistas) De esta manera fue como las universidades quedaron como el espacio político privilegiado por tal exclusión en su dirigencia. En Venezuela ser de izquierda o adversario de los partidos de ese pacto era ser universitario, aunque los comunistas y sus posteriores desprendimientos, productos de la lucha internacional entre moderados y radicales, amigos de la lucha armada y la pacificación, seguían haciendo trabajos en el movimiento obrero. Es en esa época cuando destacan los mejores líderes estudiantiles, tanto por su formación como por su capacidad para estudiar y luchar. Allí la ética del dirigente estudiantil hacía esfuerzos por prefigurar en la conducta de sus dirigentes la sociedad porvenir. Sin embargo, los partidos políticos ya ejercían su influencia, a tal punto que en las campañas para su organización mostraban una simbiosis de mensajes entre el partido y el dirigente. Esto se va a mantener hasta hoy, con contadas excepciones, dentro de la lucha universitaria. Curiosamente una convocatoria que no faltaba como motivo de protesta era la idea de autonomía universitaria como herencia de la lucha de Córdoba en Argentina, dicho concepto es típico de las universidades latinoamericanas como mecanismo donde las fuerzas del Estado no pueden entrar sin que la comunidad universitaria (en el caso venezolano está definida por los intereses de estudiantes y profesores) lo discuta. En los actuales momentos y por mandato de la Constitución de 1999 aprobada en el gobierno de Chávez esa autonomía tiene rango constitucional, cosa que la de 1961, herencia del pacto antes nombrado, no tuvo. Es en ese contexto donde deben discutirse las características del denominado movimiento estudiantil que se muestra opuesto a las políticas del gobierno bolivariano. Aquí es oportuno decir que los partidos políticos siempre tutelaron a los movimientos, a veces espontáneos, ante el clima represivo de ese pacto. Vale entonces preguntar: ¿siguen hoy los partidos políticos tutelando las movilizaciones estudiantiles? ¿Son ellas espontáneas? ¿Dónde estaban los dirigentes de hoy cuando las universidades eran allanadas en gobiernos de AD-COPEY y URD? Algunas respuestas pudieran recurrir a la edad y el escenario de estudios: eran muy jóvenes, no habían nacido, conocido o, estaban en las universidades privadas donde por cierto el problema de la autonomía no se discute.
2. ¿Qué quedó de los ideales estudiantiles de la generación de 1960?
Un resumen apretado nos lleva a los años anteriores a 1960 con eventos fuertemente marcados por la llamada guerra fría donde del lado soviético se pensaba que estaban los objetivos de la lucha estudiantil por el socialismo, la revolución mundial y el hombre nuevo y, del lado de USA era latente la política de Estado para acusar de espionaje todo lo que oliera a comunismo. Víctimas de esa política fueron los Rosemberg, sobre todo Julius quien había sido integrante del movimiento estudiantil en el City College. En ese contexto fue intensa la lucha de un sector de la sociedad (los negros) por los derechos civiles y es allí donde los jóvenes se identificaron con una expresión bien interesante:
la expresión <Sit-in> se emplea para designar actos de protesta estudiantil de muy diversa especie, cuyo común denominador es la obstrucción física que realizan los estudiantes sentados o acostados y su desobediencia o resistencia pasiva que obliga a los agentes o del orden a cargarlos para despejar el lugar. Así, se ha denominado <Sit-in> a la actitud de grupos reducidos de jóvenes negros que penetraban en un restaurante reservado para blancos, se sentaban a una mesa y se negaban a retirarse sin ser servidos; también a la obstrucción de transito en la vía pública por grupos más numerosos, e incluso a la <ocupación> masiva y prolongada durante varios días de casas de estudio
De tal manera que si trasladamos esta figura hasta el 2008 en Venezuela, es decir, hace 48 años, veremos que sin tener problemas de derechos civiles, se viene copiando esa expresión como paradigma de lucha estudiantil y, luego como vía de protesta ante cualquier problema de servicios públicos por parte de la comunidad. Pudiera decirse que la expresión desobediencia estudiantil originada luego de lo que se denominó el caracazo tiene en esa expresión su génesis. Ahora bien, en ese 1960 también hubo la influencia del movimiento 26 de Julio cubano que, luego al tomar el poder en Cuba se define como socialismo cubano bien marcado por la visión de su líder máximo Fidel Castro. Como ese proceso puso a prueba la solidaridad vía internacionalismo proletario ante el bloque socialista controlado por la Unión Soviética y su confrontación con la China emergente, se evidenció una particularidad en los movimientos con mayor formación política: Nueva Izquierda, nuevo socialismo, nuevo orden. La contradicción entre sectores del socialismo real con la especificidad de las luchas regionales, tuvo su efecto en los intelectuales de todo el mundo, sobre todo en los franceses que desembocaron en el Mayo de 1968 donde se legitimó el discurso de las consignas críticas y radicales, bajo la influencia de los trabajos de H. Marcuse, J. P. Sartre, M. Foucault y otros. Allí, tomar el cielo por asalto, o mata al policía que hay dentro de ti, reflejaron el síntoma que estuvo a punto de tumbar al gobierno de Charles De Gaulle. Eso tuvo su efecto en las universidades venezolanas que se expresaron en la lucha por la renovación universitaria. Cabezas de esos movimientos fueron Rigoberto Lanz, Carlos Blanco, Ludovico Silva, Américo Martín y otros. Es válido decir aquí que esa búsqueda de objetivos del movimiento estudiantil en 1960, no se apartó mucho de lo que ocurrió en USA:
En Student, el primer libro surgido del movimiento estudiantil en una generación, publicado en 1962 y escrito por David Horwitz, destacado activista de Berkeley, el movimiento por los derechos civiles no figura en el título de ninguno de sus diecisiete capítulos. En él predomino la crítica a la universidad como <Línea de montaje de técnicos altamente calificados> (Feuer, 1971, p. 215).
Curiosamente, la renovación de 1968 en la UCV exigía una mejor universidad, los intelectuales de ese movimiento lo siguen sosteniendo hoy, con cierta tendencia a ver la ciencia como un sector nada neutro en su proceso de producción de conocimiento. Pero los discursos del movimiento estudiantil y de intelectuales que vinieron después usaron la universidad como plataforma de sus intereses políticos y, muchos de ellos en puestos de dirección utilizan hoy la autonomía, conquista del movimiento estudiantil de Córdoba, como fuente para impedir su transformación. Incluso se da un hecho significativo luego de las últimas movilizaciones de apoyo a lo ocurrido con Radio Caracas Televisión, mientras el grueso del grupo se define como estudiantes, en Mérida se promociona un grupo conocido como Movimiento 13 de Marzo y cuyo dirigente fundamental Nixon Moreno está refugiado en el episcopado caraqueño. Es la sola distinción que se observa y sus rasgos son en su participación de fuerte confrontación con el chavismo estudiantil. En el caso de los estudiantes que se movilizan contra los políticos del gobierno del presidente Chávez, donde hay dirigentes herederos de la lucha de 1960, sólo nombran el regreso a la democracia representativa y la institucionalidad de los partidos de la IV República. Muchos de ellos, venidos de universidades privadas, caen en contradicciones cuando piden respeto por la autonomía universitaria y, en sus casas de estudio no dicen nada de ello. Aclaro aquí que no todos los de ese movimiento tienen fines programados desde la dirección de los partidos desplazados del poder, ni se pueden descalificar como agentes de la CIA, salvo pruebas en contrario. Ahora bien, el caso cubano bien vale la pena referirlo aquí, siendo los estudiantes aliados de la protesta liderada por Fidel Castro, es inconcebible el aniquilamiento, en nombre del socialismo, del movimiento estudiantil en ese país como referencia sustitutiva de la vieja dirigencia heredera de los sucesos del 26 de Julio. Allí el control del ejército, los aparatos de seguridad interna y el partido comunista adoctrinaron la protesta estudiantil y dirigen los objetivos de su lucha. En todo el mundo Fidel fue la atracción estudiantil, la emoción, el discurso hecho carne juvenil para movilizar generaciones y luchas contra democracias y dictaduras. Muchos estudiantes fueron como voluntarios a conocer la realidad de una revolución bloqueada desde USA. Sin embargo,
La universidad en Norteamérica, el último refugio de la democracia. Sólo en ella se registró amplio apoyo al derecho del pueblo cubano a la autodeterminación; sólo allí hubo acción colectiva en gran escala en defensa de la libertad de la palabra (Feuer, 1969, p. 217).
Dentro de esa seducción por el proceso cubano, Fidel supo a tiempo sacar provecho del mito nacido con él, pues al ser percibido como un líder generacional que, de paso, confrontaba a un imperio situado a 90 millas de su oficina de gobierno no le era difícil ejercer influencias ideológicas sobre los movimientos en gestación. Lo raro de esto es que lo exigido por los estudiantes en sus sociedades no era percibido por ellos, de igual forma, al visitar la isla y observar las condiciones en que se daban las movilizaciones estudiantiles, muchas de ellas con objetivos definidos previamente por la dirección del partido comunista cubano. Era como si los estudiantes cubanos tuviesen una identificación total con su gobierno, lo que de hecho negaría la tesis generacional como motivo de construcción del movimiento estudiantil en ese lugar de América Latina. Allí, el paradigma <Sit-in>, descrito anteriormente no ha existido, salvo cuando la vieja dirigencia heredera de Batista aún no había sido desplazada. De cualquier manera, otros trabajos seguramente explicarán qué ha ocurrido allí como para que no se sepa nada de cómo los estudiantes funcionan al lado de las políticas del Estado cubano. En el caso venezolano, con la llegada del denominado chavismo, es posible identificar a dirigentes que practicaron una imagen del <Sit-in> bajo la idea de desobediencia estudiantil en puestos del gobierno. ¿Qué ocurrió luego con esos movimientos?, pareciera que la respuesta más coherente es la de haberse integrado a los planes del gobierno y así quedó un espacio para lo que hoy se denomina en general: <Los estudiantes> ¿Cómo es su plataforma o ideología de ese grupo diverso y plural? Difícil definirlo porque no se sabe de su fuente, tradición de lucha y memoria cultural. Pareciera ser una expresión emotiva producto de la incapacidad de algún funcionario del gobierno de Chávez que afectó intereses de las universidades donde ellos tenían su confortable hábitat y, luego el mismo presidente, posiblemente mal asesorado, los confrontó descalificándolos y provocándolos hasta que reaccionaron como hoy los conocemos. Destaca en ellos una defensa de la Constitución de 1999, un llamado a la no violencia y una reconciliación nacional. También se observa que detrás de ellos siempre están dirigentes desplazados del poder con la llegada del chavismo y, fue su bautizo de lucha la defensa a lo ocurrido con la planta televisora antes nombrada. Hoy algunos de sus rostros más visibles aparecen al lado de organizaciones políticas o buscando intervenir para ocupar puestos de poder en la sociedad venezolana. Reacción emotiva es lo que mejor los identifica como movimiento, pues no se les observan señales de una trasformación de los códigos de una modernidad política agotada. Del lado del chavismo, se observan esporádicos grupos que dan su apoyo al gobierno, bien por la puesta en práctica de algunas políticas contra la exclusión escolar, bien porque hay posibilidades de becas Gran Mariscal de Ayacucho, bien porque algunos viejos líderes en puestos de gobierno aún ejercen algunas influencias en algunos sectores. Se da incluso el caso de un antiguo miembro de la lucha estudiantil en la ULA-Mérida que llegó a confrontar fuertemente a la policía y, hoy es viceministro dirigiendo al cuerpo policial. Un dato a no perder de vista es la uniformización de esa dirigencia, en sus proclamas y, en su vestimenta, muchos de ellos se perciben como altoparlantes de lo expresado por el líder máximo, como denominan al presidente Chávez. Definir así cómo es ese movimiento estudiantil pasa por recordar el término razón instrumental manejado por Marcuse en sus textos de crítica cultural a la lógica del capital. Lo que nos reenvía a un rasgo de las fuentes: cuando el movimiento estudiantil carece de objetivos es instrumento ciego de las fuerzas y saberes en pugna.
3. ¿Son hoy los estudiantes más alienados?
El concepto de alienación tiene una fuerte herencia marxista, aunque su uso es de origen hegeliano para referirse a enajenación o <conciencia infeliz>, esta es percibida como conciencia separada de la realidad o separación del contexto o mecanismos que gobiernan desde el dato cultural a una sociedad. De esta forma es como pudiera explicarse ese dualismo de un movimiento estudiantil que invita a combatir a unas autoridades, a un gobierno o a una clase social y, paralelamente tiene dificultades para ver al Estado como el centro de las políticas de coerción, coacción y explotación de los individuos. Otra manera de sentirla es comparando lo que se dice con lo que se hace. Hegel intuyó alienación en un sentido metafísico y Marx lo leyó vinculado a cómo los humanos producen un producto con su trabajo y, a su vez no ven a éste como una mercancía con un valor de uso y un valor de cambio. En la era de los centros comerciales como vitrinas de productos para el consumo es difícil no darle vigencia a este concepto. Así, la alienación hoy es mucho más orgánica y más eficiente, tanto para los estudiantes como para la sociedad en general. En este sentido, definir el movimiento estudiantil sin tocar los aspectos de la alienación implicaría predefinirlo autónomo y, eso ha sido difícil, tanto en sus orígenes como ahora:
La Zengakuren del Japón, por ejemplo, tuvo durante algunos años un amplio caudal de afiliados; ello fue posible porque en el momento culminante de su período ascendente unos cien estudiantes miembros de su plana mayor de <funcionarios de carrera> recibían sueldos del partido comunista, el número de activistas de la Zengakuren, sin embargo, como lo destacaba el Ministerio de Educación del Japón, en un informe publicado en 1952, era extremadamente pequeño (Feuer, 1969, p. 84).
Esa práctica de vivir al amparo de los partidos políticos, grupos de presión universitaria, religiones o redes de poder aún se mantiene. Por supuesto, en unas instituciones más visibles que en otras. Allí no se puede hablar de alienación válida en un sentido (al lado de un grupo) e inválida en otro (al lado del Gobierno). Es como cuando se habla de terrorismo, válido en un sentido e inválido en otro. En el contexto plural, diverso, caótico y complejo que denominamos postmoderno, tendríamos que releer de nuevo desde esta pregunta: ¿Qué es un movimiento estudiantil desde la referencia del concepto alienación? Si admitimos que hay países ricos y países pobres, tendremos ese eco en los estudiantes. De esto admitirse, entonces el análisis tendría lógica instrumental. En este sentido habría que diferenciar movimientos contra normas establecidas por instituciones fuertes en países ricos y, movimientos buscando que existan normas que favorezcan a los estudiantes. Sin embargo, en ambos escenarios se observa una constante: los estudiantes no se oponen a estructuras del capital, pero sí expresan ideas por mejores relaciones humanas, la paz y los derechos civiles. En el caso venezolano y latinoamericano las luchas han girado en torno a mejor democracia, no al militarismo, no a las dictaduras y contra el imperialismo norteamericano, distinguiendo aquí las intuiciones de algunos de sus dirigentes por una mejor educación superior de aquellas en educación básica donde es difícil observar objetivos políticos o gremiales definidos. En la mayoría de los casos el enfrentamiento es contra la policía, no contra la organización política de la sociedad, su protesta es contra la comunidad en general y no contra el funcionariado responsable de pésimas políticas públicas.
4. ¿Es el conflicto generacional un dispositivo de rebelión estudiantil?
Para desarrollar esta pregunta es válido referirse a la obra del arqueólogo de la ciencia social Michel Foucault (1966) allí, cuando él investigó sobre las espistemes dejó unas ideas que tienen hoy vigencia explicativa. Las epistemes son modelos de conocimiento que si no hay un cambio visible en su historia de producción y represtación, a lo que puede entenderse como un vacío epistémico, hay como un retorno conceptual, simbólico o, de mitos alrededor del objeto estudiado. En ello influye bastante el contexto socio-cultural, su puesta en acción y, su estructura conceptual, vale decir, la manera de leer los procesos políticos no siempre es válido hacerla con los recursos del empirismo Sin pretender dar un extenso informe epistemológico alrededor de la idea de generación, pareciera que allí no hay un fuerte vacío como para no seguir identificando las luchas estudiantiles dentro de una episteme que retorna, que gira y se transforma en dispositivo. Hoy el estudiante percibe el pasado con una cierta inutilidad para explicar un futuro inexistente y predomina un presente marcado por complejidades. Admitida esta idea no puede decirse que la juventud muestra un rostro visible de seguridad y certezas, pero tampoco que añora regresar a los valores de la generación de su pasado. Los eventos que confirman esta idea son distinguibles en zonas donde hay cierta estabilidad institucional con respecto a lugares de ingobernabilidad cotidiana. Es observable también, la desautoridad de sus acciones, cuando son violentos y anárquicas, por parte de la vieja generación. Las argumentaciones son variadas y dispersas, sobre todo si se recurre a la bondadosa imagen que legó la modernidad kanteana: debemos hacer uso de esa facultad común al hombre, que es el uso de la razón. Así, muchos se apoyan diciendo que los estudiantes de hoy desconocen los clásicos: Platón, Aristóteles, Bacón, Marx, donde existirían pistas teóricas para que el hombre sea libre. Otros dirán lo contrario: lo que se aspira con la idea generacional se entiende en ellos buscando afianzarse como la generación que se proyecta a la sociedad y ser la fuerza de protesta y movimiento del porvenir. Quizás esta idea sea el pivote que los engancha a las organizaciones políticas bajo la idea crítica de que ellos tienen la energía, pero les falta la astucia y la malicia frente al poder. Allí es donde los movimientos recuperan su inocencia y bajo un sentimiento de culpa caen en los brazos de los profesionales de la maniobra: los políticos. En esa práctica no es válido decir que el asunto es de partidos reaccionarios o revolucionarios. Se recupera con esto la idea de lo viejo, porque en ello está la experiencia, de la cual los jóvenes carecen. Ese eterno retorno a lo mismo pensando que la realidad tiene un acceso privilegiado por medio de la experiencia hace que el empirismo y el pragmatismo aparezcan siendo la tabla de salvación. Vicios como inmovilidad, falta de formación, burocratismo, corrupción y, el más nefasto de ellos; el culto a la personalidad del líder carismático del gobierno, atrapan con facilidad a las cabezas visibles de los movimientos estudiantiles de hoy. De esta manera, el paradigma o la episteme en conflicto retorna de nuevo a las luchas generacionales como vía de reproducción del movimiento estudiantil. Esto se viene observando dentro de la coyuntura política venezolana por parte del movimiento estudiantil. ¿Cómo operará el juego de fuerzas y epistemes para que eso se revierta?, es motivo de los debates del momento.
5. ¿Se puede hablar hoy de un adversario estudiantil contra el proceso bolivariano?
El 2 de diciembre del 2007 en la página 20 del Washington Post Foreign Service aparecieron unas afirmaciones de Juan Forero diciendo que en Venezuela había un grupo estudiantil ecléctico como el oponente más poderoso al presidente Hugo Chávez. Siendo un artículo mediático tiene afirmaciones propias de la coyuntura política y donde se afirma que algunos de ese grupo reciben ayuda de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional. Lo importante del artículo es que muestra el carácter híbrido del movimiento descrito y que dichos estudiantes vienen de varias universidades, tanto públicas como privadas. La idea que reúne al grupo ecléctico pareciera responder a una emoción como respuesta a las descalificaciones venidas del gobierno como fascistas y mocosos malcriados, pero también a su utilización por los factores políticos desplazados del poder de la IV república donde hay dueños de medios, de universidades y viejas redes de influencia del poder político. Es allí donde el concepto clave de su definición es su heterogeneidad, incoherencias ideológicas y objetivos diversos. Su nucleamiento más visible fue como respuesta ante la medida oficial, conocida como cese de concesión, contra Radio Caracas Televisión. Habría que esperar nuevos eventos donde el clima cultural-político se mueva en esa crisis de largo aliento que tenemos como para afirmar que ese movimiento se opone al proceso bolivariano. Pienso que es un movimiento coyuntural a ser absorbido por las viejas maquinarias políticas. Sólo si dentro de ese movimiento se produce un encuentro con los estudiantes afectos al proceso bolivariano con la finalidad de darle cuerpo a un concepto-fuerza del movimiento como es la democracia directa, hablaríamos de un real movimiento estudiantil diferente al sincretismo, la manipulación mediática y el utilitarismo de los partidos. La ida de democracia directa viene de la nueva izquierda estudiantil:
la ética de la nueva izquierda de la nueva generación, se confunde así de modo parcial con la de la generación beat, y con la de quienes habían de suceder a ésta tres años más tarde: los hippies. Rechaza in toto los oficios y profesiones, rehusándose a rendirse al sistema, a entrar a formar parte de la organización (Feuer, 1969, p. 249).
Eso no se está observando en el proceso democrático venezolano y, sí se vislumbra la legitimación de vigilias, marchas no violentas, comunicados y referendos con la finalidad de oponerse a medidas de reforma constitucional del gobierno de Chávez. ¿El riesgo de esa estrategia? No es fácil decirlo, pero pareciera que los más organizados tendrían la tendencia a obligar a los políticos tradicionales a desarrollar oposiciones que no incidan con las prácticas de la vieja política, es decir que la imagen de la democracia representativa transmitida se mantenga, lo que los convierte en los nuevos conservadores dentro de un discurso que apela a las movilizaciones como idea de lo político.
6. Conclusiones
1- Mientras ese movimiento tenga perfil democrático y dialogue con los afectos al oficialismo gana en calidad y liderazgo. Mientras sólo sea expresión sustitutiva de la no credibilidad de las viejas camarillas del pacto de Punto Fijo ante la gente, pierde todo lo ganado con su emergencia en la coyuntura. Recordemos que los dirigentes más visibles siempre dijeron no estar contra Chávez y, sí con la Constitución de 1999.
2- Si bien la gente siente curiosidad por la práctica de las marchas estudiantiles no-violentas y algunos de sus fines, parece obvio que no aprueban medios donde el estudiante sustituye al proceso de cambios en curso.
3- Todo indica que los funcionarios del gobierno de Chávez más vinculados al hecho estudiantil carecen de la formación necesaria para interpretar cierto carácter legítimo de las exigencias iniciales del movimiento en curso. Quedó probado que provocarlos y descalificarlos no ayuda mucho a su interpretación y asimilación.
Notas
* Licenciado en Educación, Ph. D. en Educación Comparada. Profesor titular de la Universidad de Los Andes, Núcleo Universitario Rafael Rangel, Trujillo. Miembro del Centro de Investigaciones Literarias y Lingüísticas Mario Briceño Iragorry. Línea de investigación: Tecnología educacional.
Bibliografía
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