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Salus

versión impresa ISSN 1316-7138

Salus vol.19 no.2 Valencia ago. 2015

 

EDITORIAL

Salud, Universidad y futuro


Pasillos abiertos, limpios y receptivos marcan mis recuerdos de los primeros días en la Facultad de Ciencias de la Salud. Poco tiempo después, percibí la significación que la institución tenía en la atención en salud. La calidad de esa atención era dirigida por los docentes universitarios en los diferentes hospitales, centros de salud y entes de dirección en salud pública de la estructura gubernamental. Además de esto, numerosas líneas de investigación se mantenían tanto en las ciencias básicas como clínicas, lo que me permitió desde  el  2do  año  de  medicina  participar  en  investigación médica. Esas áreas de docencia, extensión e investigación eran  una  sola  realidad  que  se  traducía  en  la  singular importancia que nuestra institución universitaria demostraba y brindaba a la sociedad, más allá de la retórica de cualquier tipo o de manuales, normativas o comunicados. Varias  décadas  después,  hoy  la  situación  es  diferente, aunque los principios son los mismos. La universidad, como siempre, es parte de un país,de un colectivo que se nutre de todas sus instituciones. Sin embargo, nuestro aporte y  significación  en  el  medio  ha  mermado  de  manera  muy significativa.

Existen factores tanto internos como externos que explican lo  acontecido  y  por  supuesto  que  esta  temática  es fuertemente debatida en nuestros pasillos y fuera de ellos, nos  balanceamos entre quienes nos  detestan  y  critican hasta los que desde adentro la defienden sosteniendo una pureza interior inquebrantable. Así es el mundo y así somos los humanos.Más allá de las perspectivas personales se nos erige la  realidad.  La  calidad  de  la  docencia  tanto  en  pre  como en postgrado decae progresivamente y las razones son múltiples: menos recursos docentes, deterioro de las instituciones hospitalarias públicas a niveles avergonzantes, restricción presupuestaria severa, politización intrauniversitaria y  clientelismos  grupales  que  han  tratado  de  generar  un  país dentro de otro. Esto hace que la institución sea poco  apetecible para una carrera académica de un posible  docente con deseos de superación.

Sin recursos es imposible desarrollar o mantener la  investigación, solo deseos o normas no son suficientes para un  programa  de  investigación  real  que  se dirija   a  aportar respuestas a problemas específicos. El aporte en extensión es dependiente de la docencia y la investigación, así que su cuantía sigue siendo cada vez más limitado  De esta manera, en esta época la institución universitaria con un gran esfuerzo de sus autoridades y docentes sobrevive, al igual que el resto del país, el vendaval político que atravesamos. Generamos profesionales como el aporte más significativo de nuestra acción y así debe mantenerse, a pesar de todas las limitaciones a que somos sometidos.

Sin  embargo  un  mundo  nuevo  esta  allá  afuera  que  plantea  un  reto  de  pertinencia  más  que  de  permanencia. Los  escenarios,  a  mi  manera  de  ver están  claros,  lo  que no  significa  que  sean  fácilmente  asimilables.  Primero  al considerar  que  la  situación  política  actual  venezolana se  mantenga, sin  lugar  a  dudas  la  institución  sucumbirá paulatina pero definitivamente al compás de nuestras voces que reclamarán justicia hasta que nos quedemos sin  voz. Seremos  substituidos  y  absorbidos  por  algún  ente  que  el Régimen señale.

Un segundo escenario sería el que emergería de un cambio político basado en las bases operativas de la democracia tradicional. Alegría para muchos….Encontraría  a  una universidad duramente golpeada, corroída por un marasmo de compromiso y responsabilidad, imbuida en un pseudopaís  de facilismo y complacencia.

El  poder  del  “grupismo”  creado  por  el  clientelismo  de  la política interna se reforzaría enormemente y el país dentro del país se reforzaría. Este escenario es mejor que el primero pero a mi manera de ver dista de lo deseado y seguiríamos siendo lo mismo.

El tercer escenario sería que luego de un cambio político en  el  país,  surja  una  nueva  democracia  en  donde  la productividad,  eficiencia,  competitividad,  superación  y  justicia sean la guía del funcionamiento de las instituciones, desde una conserjería hasta la universidad. Este es el más difícil de los escenarios en términos de factibilidad pero el  mejor  en  concepción  de  principios  adecuados  al  tiempo actual, porque conllevaría a la modificación de estereotipos, objetivos y metas tanto individuales como colectivas. Sería un viraje verdadero pero acorde con el mundo desarrollado.

El país debe cambiar y con él la Universidad. De lo contrario nos  transformaríamos  en  una  institución  acomodaticia  del  momento y no aprovecharíamos la coyuntura del deterioro de  hoy  para  reconstruir  lo  que  una  vez  fuimos,  pero  que igualmente debe ser adecuado al futuro que ya es presente en diversos sitios del mundo.

Volver a mirar y disfrutar los vientos de los pasillos que me inculcaron los valores universitarios hace más de 40 años se ha convertido, como todos los sueños, en un anhelo, el cual no creo sea posible con la estructura y funcionamiento actual  de  nuestra  universidad.  Debemos  renacer  desde un  nuevo  principio,  de  lo  contrario  el  futuro  se  volverá  a desvanecer como ya ha ocurrido.

Gregorio Riera Espinoza
Prof. Titular Facultad de Ciencias de la Salud.