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Salus

versión impresa ISSN 1316-7138

Salus vol.21 no.1 Valencia abr. 2017

 

Guillermo Wittembury (1929 - 2016)

Ricardo Montoreano, Angélica Soria, Mario Parisi, Flor Herrera, Jorge Fischbarg, Antonio Eblen

En este fin de 2016 dos muertes nos han sacudido: la de Ricardo Maldonado y la de Guillermo Whittembury. De los mensajes de pésame por la de Maldonado ya se han encargando la autoridades de la UC, de donde fue digno rector. La de Whittembury ocurrió en Perú y sólo nos estamos enterando ahora. Guillermo fue un gran investigador en el IVIC y profesor en la UCV. La revista Salus, quiere rendirle también su homenaje y por eso en su sección “Honor a quien Honor Merece”, en el número 1 del 2017, publicaremos una nota. Para ello, he pensado que la nota fúnebre la escribamos todos los que lo conocimos, en forma de breves notas firmadas, sobre su aspecto humano. Muy por encima de los túbulos proximales hay que destacar su personalidad, su forma de ser y por eso invitamos a los que lo conocieron a escribir una breve nota.

Ricardo Montoreano

Mi sentido reconocimiento desde Santiago, Chile.

Conocí al doctor Guillermo Whitembury recién llegada a Venezuela, en aquel entonces maravilloso entorno de San Antonio de Los Altos. Había sido despedida de la Universidad de Chile por la dictadura militar y me encontraba en Venezuela en búsqueda de oportunidad laboral como académica en el área de Fisiología. Al darle a conocer mi curriculum vitae, me sugirió concursar en la Universidad de Carabobo, lo que efectivamente hice y logré ingresar como profesora de Fisiología en el Departamento de Ciencias Funcionales, La Morita, impartiendo clases a las escuelas de Medicina y Bioanálisis. Allí tuve la oportunidad de realizar toda una carrera docente por 34 años hasta mi jubilación. Recuerdo del doctor Whitembury especialmente su carácter tan afable y cordial, su especial sí, sí, claro, cuando conversaba; nunca decía un no definitivo o definitorio, y si estabas equivocado respecto de algún tópico, iba argumentando poco a poco hasta demostrarte el error. Destaco también su humildad, siendo un reconocido y prestigioso científico, lo vi siempre dispuesto a explicar con minucioso detalle la información o tema que una requería. Desde Santiago, Chile, hago llegar a sus familiares y amigos mi sentido reconocimiento por tan sensible pérdida.

Angélica Soria

Guillermo, un verdadero amigo

Guillermo Whittembury intentamos, durante más de cincuenta años y desde distintos laboratorios, responder a los mismos interrogantes científicos. Compartimos el honor de haber sido mencionados por Peter Agre en su Conferencia Nobel. Pero más allá de la relación profesional hemos vivido su espíritu inquieto y su bonhomía proverbial en innumerables congresos y mítines internacionales. Su trabajo fue incesante, desde el mítico IVIC, promoviendo el desarrollo científico en Latinoamérica. En lo personal fue alguien que me hospedó en su casa, allá arriba en Caracas, haciéndome compartir su techo y su familia. Todo esto hace que sienta haber perdido a un verdadero amigo.

Mario Parisi

Conocí a Wittembury en 1983

Conocí al Dr. Guillermo Whittembury en el año 1983 a propósito del Coloquio Internacional Maracay sobre Bioquímica y Biofísica. Después lo vi muchas veces en el BIOMED cuando visitaba a Ricardo en su laboratorio para conversar o discutir temas del área de Biofísica en la cual ambos trabajaban. Sin embargo, bajo la seriedad del investigador, se encontraba una persona afable, sencilla y con un gran sentido del humor. Recuerdo haber tenido ricas conversaciones con él y una de las cuales más me impactó fue sobre la Gran Sabana porque la describía con mucha pasión, como si en ese momento estuviese en el sitio. Le dije que me asombraba su memoria y que había logrado, como un buen escritor, que mi imaginación volara hasta esa maravilla de la naturaleza la cual quería conocer. Me prometió traerme un mapa hecho por él y así lo hizo. Esa fue también otra sorpresa porque el mapa, escrito a mano de forma minuciosa, contenía no sólo notas explicativas de cada lugar sino recomendaciones para que el viaje fuese lo más seguro y placentero posible. Ante mi cara de asombro, se rio y me dijo soy amante de ese paraíso al cual he ido varias veces. Me siento honrada al haber tenido el privilegio de conocerlo y compartir con él ratos muy agradables. Personas como él, nunca realmente mueren.

Flor Herrera

Guillermo Wittembury, un supercientífico, modesto pero con enormes logros

Yo incorporé a Don Guillermo a mi lista algo tarde, allá por el 90. Pero la coherencia de sus materiales es impresionante. Ya sea en túbulo de riñón o en otros epitelios transportadores, hay un flujo paracelular dominante de fluido y materiales. Después vinieron repetidas visitas a su laboratorio, en las cuales refirme mi impresión personal de un supercientífico, modesto pero con enormes logros, y una simpatía y sentido del humor cabal. Ha dejado un enorme vacío; yo todavía lo incluyo como uno de mis revisores predilectos. Ahora es otro mundo, algo más impersonal; esperemos que conserve algo de la calidez y la formalidad características de su enfoque.

Jorge Fischbarg

Buen viaje Don Guillermo

Apreciado Maestro Whittembury, con mucho tristeza nos enteramos de su partida física, queda con todos nosotros su regalo de vida, su amistad, su trabajo, su don de gente, su conversa interesante, precisa e incisiva, su exhaustiva crítica en la búsqueda de la verdad. Su llegada diaria antes de las 6:00 am al laboratorio en su Toyota machito vino tinto, símbolo de su patria adoptiva, su pasión por la historia científica latinoamericana, los transportes transepitelales, el IVIC. Hablamos muchas veces de sus visitas a Valencia y de poder conversar de nuevos proyectos y análisis, cosa que hicimos en ocasión de los aniversarios de nuestro Departamento de Ciencias Fisiológicas. Su amplio legado sembrado en las mentes de sus amigos y estudiantes seguirá presente como motivación a la ciencia y la comprensión de la naturaleza y especialmente a la constancia en la búsqueda del saber.

Antonio Eblen