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SAPIENS

versión impresa ISSN 1317-5815

SAPIENS vol.6 no.2 Caracas dic. 2005

 

Discusión Pedagógica

La visión de la universidad en tiempos de cambios*

Antonio Fuguet Smith, David A. Vivas y Pedro V. Sosa H (†)

UPEL. Insituto Pedagógico de Caracas

 

RESUMEN

El propósito de este artículo es presentar algunas reflexiones sobre la renovación universitaria ante la problemática del sector en tiempos de crisis y dificultades para afrontar los retos del futuro. Se inicia con planteamientos de una nueva tendencia de concepción y gestión universitaria en el marco de una renovación fundamentada en un nuevo humanismo. Luego se procede a analizar algunos protocolos sobre las características de estas instituciones, hoy en un escenario influenciado por mega-tendencias: globalización, tecnología y gestión. Por último se propone un conjunto de acciones de revitalización. Se concluye que la renovación universitaria formulada en un marco humanista permite destacar el valor de la persona, generar procesos de excelencia en la gerencia y en la dirección académica, afrontar retos del futuro al satisfacer demandas de profesionales altamente calificados y operar en un ambiente de plena participación y cooperación.

Palabras clave: educación superior, humanismo, tiempos de cambio, tendencias y paradigmas para la transformación universitaria

ABSTRACT

This article aims to present some reflections on university renovation vis a vis this sector’s problems in a time of crisis and of difficulties to face the challenges of the future. It starts by stating a new trend in the conception and management of the university in the framework of a renovation based on a new humanist approach. Then it analyzes some of these institution’s characterists protocols, which presently exist in a management. Then it sets forth a series of revitalizing actions, and finally concludes that a university renovation in a humanist framework allows to highlight the value of the individual, to foster management and academic administration excellency processes, and to face the challenges of the future as it satisfies the demand for higly qualified professionals and to operate in an environment with full participation and cooperation.

 Key words: Higher Education, Humanism, Times of change, University Transformation Trends and Paradigms

Recibido: junio 2004. * Aceptado: mayo 2005.

Tiempos de críticas

Es evidente que la complejidad en la conducción de la gestión pública, oficial o privada, tal como la conocemos hoy, podría correr el riesgo de convertirse en una acción meramente reactiva que se ahoga en las situaciones rutinarias coyunturales. Estudiosos de la planificación (Inbar, 1991), han observado que en la puesta en marcha de políticas gubernamentales e institucionales se pueden dar enfoques que van desde la alta planificación y programación hasta aceptar algún nivel de improvisación. Lo importante estaría en poder controlar una cultura de toma de decisiones venidas sólo por respuesta al azar.

La universidad venezolana puede correr ese riesgo. Tal aseveración parte de la observación de aspectos como el presupuesto, la oferta curricular, los conflictos de derechos laborales, el comportamiento de la matrícula, la contratación de personal, el mantenimiento de equipos y plantas físicas, la conflictividad política y las demandas de beneficios estudiantiles. Ante estos aspectos, se observa con frecuencia la ansiedad que genera la falta de respuestas adecuadas y oportunas a estas rutinas, las cuales se relacionan con la insuficiencia presupuestaria, el incumplimiento de las entregas de los recursos, la aprobación tardía de los créditos adicionales, lentitud para aprobar concursos de oposición, la avalancha de solicitudes de jubilación, las amenazas de intervenciones de factores externos en la vida universitaria y el estancamiento de la productividad de toda la comunidad académica, con algunas excepciones de carácter individual y colectivo. Si la universidad lograra administrar eficientemente problemas rutinarios y situaciones coyunturales, haría un trabajo que controlaría la ansiedad y la conflictividad. Pero debemos estar claros, que universidad alguna, que sufra reiteradamente de tales problemas, estaría desfasada,

desarrollan en su organización instancias administrativas que les permiten manejarse eficientemente. La universidad contemporánea necesita con urgencia transformaciones más allá de la eficiencia administrativa (Vivas, 2001). Debe disponer de mecanismos generadores de acciones y programas para enfrentar con éxito los retos del futuro que se expresan en interrogantes como: ¿quiénes van a generar una organización con cultura corporativa? ¿cuál es el equipo humano transformador del currículum? ¿cómo haremos para poner a la organización, compleja y simple, en su funcionamiento, para que nos garantice la reflexión, el análisis y la puesta en escena de soluciones a la problemática educativa de hoy, de mañana y del año 2050? ¿cuándo construiremos una agenda y un cronograma para la incorporación de cada uno de los integrantes y de cada una de las unidades administrativas y académicas a las innovaciones tecnológicas de uso común en el mundo empresarial y académico que nos rodea? Estas y otras interrogantes requieren respuestas con carácter de urgencia.

Veamos estas otras interrogantes: ¿cuáles son los avances y la programación para originar un liderazgo transformador del país y de la universidad? Aparte de la discusión teórica y académica ¿cuándo veremos la creación de una propuesta con viabilidad de un “paradigma” de gestión universitaria humanista y técnicamente competente para garantizar la supervivencia de nuestra universidad en un mundo que está más allá de la competitividad? ¿cómo podremos integrar equipos humanos con talento y pericia (pool de talento, tanques de pensadores) que generen soluciones creativas y propongan innovaciones y las ejecuten en relación con la educación de las sociedades futuras? Este conjunto de preguntas provocadoras sobre la universidad del futuro podría hacerse interminable. Las reflexiones de Muro (2000) y Nieves (1999) han tratado de responder a ellas. Téllez (1999) lo plantea como un agotamiento de la racionalidad que orienta a nuestras instituciones. Sin embargo, se destaca aquí la existencia de una gran preocupación por cuanto es posible que la “apatía académica” tenga la fuerza suficiente para no responderlas, puesto que el portador de tal apatía se resiste al cambio. Sin duda, estamos a tiempo de reflexionar en torno a la universidad del futuro. Asimismo, este conjunto de interrogantes se fundamenta en opiniones muy acertadas de personalidades que desde su experiencia en el sector han realizado planteamientos que pueden dar respuestas a esos interrogantes. Medina (2001), al referirse a la transformación e integración de la educación superior, destaca elementos como: la globalización y el valor económico de la educación superior desde el ángulo del desarrollo solidario y sustentable, como clave para la integración universitaria latinoamericana. Sin embargo, se plantea que tal reto requiere de autoanálisis o de reingeniería profundas, que permitan focalizar los aspectos de transformación institucional y modos de participación responsable y visualizar vías de compromiso con la transformación. En el caso específico de la universidad venezolana podemos focalizar en opiniones de personalidades ligadas al Sector. Giannetto (2001), percibe la transformación como adecuación a los nuevos tiempos. Manifiesta que uno de los principales problemas es la no-existencia de políticas de Estado ya que ellas dependen de quienes lleguen en un momento determinado. No obstante, Canestrari (2001), dice que si la legislación y planes de gestión se hubiesen cumplido como fueron concebidos tendríamos una mejor UCV. Ha faltado praxis, seguimiento y evaluación. Propone modificar la estructura en sus niveles de toma decisiones y centrar la atención en el compromiso, la autonomía, la evaluación institucional, el modelo organizacional, la investigación, la extensión y en una gestión de recursos humanos y de su formación con sentido de pertinencia y calidad. Culmina su reflexión con las ofertas de formación universitaria que deben estar en sintonía con las necesidades de la sociedad.

González (2001) manifiesta la necesidad de nuevos lineamientos sobre la estructura académica que deben partir de “cero” a fin de pensar en los nuevos tiempos. Uno de los aspectos es la rendición de cuentas como vía para el mejoramiento de la universidad. Coincide con Fuenmayor (2001), quien al analizar las proposiciones para la nueva Ley de Universidades, explica que existen elementos a considerar en la toma de decisiones, como: separación de poderes (consejos), postgrados, formación de investigadores, reestructuración de pre-grado, personal, carrera académica, criterios de instrumentación, evaluación, acreditación y aspectos electorales. Barráez y Ojeda (2001), tratan de exponer argumentos sobre el rol que se asume frente a los procesos de reestructuración. Se hace énfasis en el compromiso y la responsabilidad como elementos demostrativos de la reforma y la transformación, de la participación activa, la generación de propuestas, las iniciativas que incidan y lideren los cambios. Implica tomar decisiones, con costo político, puesto que la irresponsabilidad conducirá a la pérdida de credibilidad que afectará a la propia universidad. Ante esta incertidumbre se impone una mentalidad de cambios. Tiempos de cambio conducirán a la universidad contemporánea a satisfacer sus necesidades de transformación por vía de la generación de mecanismos de acciones y de programas para enfrentar con éxito los retos del futuro.

Tiempos de cambios

En la vida universitaria se abren tiempos de cambio. Hoy es de vital importancia para la educación superior exigir a los líderes que la conducen ser creativos en períodos cruciales para consolidar un proyecto de organización que tenga significado para todos (Vivas, 2001). Una institución consagrada a cumplir su papel histórico de promover los cambios en la gestión del conocimiento y del pensamiento en una dimensión de verdadera. educación, con pertinencia social. Generadora de conocimientos y capaz de incorporar y crear la tecnología avanzada de capital social, dentro de una nueva sociedad más humanizada. Todos somos protagonistas de nuestro aprendizaje y una organización de avanzada, como se aspira sea la universidad, debe constituirse en garantía del reconocimiento de la persona, de sus capacidades y valores. Las personas dentro de las organizaciones - y de esto no escapan las universidades - representan una reserva fantástica de talento, conocimiento, capacidad pedagógica y de valores morales y espirituales. Todavía no se les han concedido oportunidades ciertas de expresión y participación en escenarios de avanzada universitaria, por vía de proyectos bien concebidos y administrados con inteligencia dentro de un marco de pluralidad y diversidad de modalidades.

Conscientes de los problemas de la sociedad actual y como una forma de dar respuesta y soluciones, se impone un proceso de transformación de la universidad con filosofía, programas y estilos de gestión que permitan revitalizarla como organización. Estas aspiraciones se concretan en movimientos universitarios que lleven mensaje de cambio. Un movimiento de opinión universitaria que defienda postulados doctrinarios y plataformas programáticas que orienten a la comunidad hacia la determinación pública de propósitos y acciones institucionales de significado y relevancia para los pueblos, nutridos e inspirados en los valores y principios que fundamentan una concepción educacional de avanzada y que explica la naturaleza y misión de la universidad (MOU, 2000). Esta acción, dirigida a transformar las estructuras conceptuales, organizacionales y administrativas de la universidad, tiene como objetivo lograr su reafirmación, fortalecimiento y desarrollo, más allá de sus límites institucionales. Es necesario reconocerla como una nueva organización, fortalecida, unificada y comprometida con la educación democrática, científica, humanística, permanente, justa y de altos niveles de calidad. Institución que actúe según los principios de autonomía, democratización, excelencia académica, eficiencia administrativa y se oriente hacia la integración, cooperación, regionalización, descentralización, diversificación y reconocimiento de la identidad institucional. Los soportes conceptuales de esta nueva visión de la universidad se inspiran en un nuevo humanismo, caracterizado por la socialización del conocimiento y por la generación del saber científico, cultural y tecnológico, colocada al servicio del hombre. Es la universidad como escenario de una comunidad crítica de estudiantes y profesores, de investigación y de discusión reflexiva, de búsqueda y difusión del conocimiento y solidificación del pensamiento. Es espacio para e1 diálogo y el consenso, para la confrontación y el disentimiento y como ambiente favorable para el pluralismo, la interdisciplinariedad y la participación democrática. Este nuevo humanismo, según Errázuriz (2001), se caracteriza por una pasión por la dignidad, se concreta en investigación, conocimientos, elementos de verdad y oportunidades de acceso al desarrollo. Establece un marco de convivencia para solucionar problemas de la humanidad como la pobreza, la marginación y el desconocimiento de los derechos humanos. Se fundamenta, pues, en la creencia de que todos los seres humanos estamos dotados de recursos - o al menos podemos desarrollar la capacidad - que nos permiten fijar propósitos, evaluar vías de acción, dar significado a la experiencia que vivimos y responsabilizarnos de las consecuencias de nuestros actos (Fuguet, 2000).

La universidad del futuro debe ser resultado de una crítica permanente, con sistema de gestión y autorregulación, con evaluación integral, progresiva y sistemática y con participación de todos los miembros de la comunidad universitaria. Esta renovación filosófica lleva a la revisión de su estructura, funcionamiento, bases legales orientadas por el respeto a la persona y los intereses y derechos del estudiantado. Será escenario abierto a la discusión de la problemática educativa, procurando siempre dar sentido pertinente a su naturaleza y propósitos y que permita discutir los proyectos de cambio y de transformación constituyendo ejemplo para las demás instituciones educativas. La nueva era universitaria estará ligada al concepto de progreso y transformación institucional. En sí es una ocasión para reformular la teoría y práctica pedagógica que prevalece y para concebir una universidad de avanzada que se ampare en las relaciones provenientes de las nuevas formas de desarrollo socioeconómico, cultural y político y de los cambios producidos en la generación y divulgación del conocimiento. Que deje de ser tradicional que reduce su visión como almacenadora y transmisora del conocimiento, y pueda verse como generadora del saber científico y tecnológico, como generadora de bienestar social.

El rol de formar profesionales se inserta en una concepción de desarrollo permanente, en concordancia con las necesidades y características de la sociedad a la cual sirve, inspirada en la democracia, la justicia, la solidaridad, la superación de las desigualdades y el respeto al ambiente. También, inspirada en una nueva visión de relaciones con el Estado y la sociedad y en argumentos de integración - unitaria y armónica - de sus metas y funciones, que expresen un quehacer orientado hacia la solución de los problemas de la sociedad y de la nación. Esto requerirá un replanteo de la universidad sobre la base de escenarios de avanzada, que retoma consideraciones de la educación como proceso, producto y sistema (Sosa, 1999). En el caso específico de la formación de profesionales, la universidad de avanzada debe prestar atención a la formación integral, entendiéndose ésta como una permanente acción que permita formar académicamente (conocimiento, habilidades y destrezas), socialmente (identificación y sensibilidad social) y espiritualmente (valoración y transcendencia) a los estudiantes. Este reto se debe concretar en la formación de profesionales con calificación, conciencia y valoración de servicio.

La nueva visión presupone postulados en escenarios de mega-tendencias y paradojas del Siglo XXI

Las cinco líneas que aparentemente mueven y operan en la universidad concéntrica son los ejes o funciones típicas de la universidad de nuestros días: Docencia, Investigación, Extensión, Administración y Producción. Estos ejes se cruzan e interactúan de adentro hacia fuera, desde el círculo interior o Consejo Rectoral, pasando sucesivamente por círculos más amplios como: consejos, decanatos, escuelas, cátedras y usuarios. Este tejido burocrático se manifiesta en términos de un parlamentarismo ineficiente y plagado de luchas estériles sin interacción y concreción creativa y productiva (Vivas, 2001). A esta estructura y funcionamiento se le puede comparar con la de un gigantesco dinosaurio: consume recursos casi ilimitados, es sumamente lento en su capacidad de respuesta, es ineficiente y los recursos se hacen insuficientes para su sobre-vivencia, produce pocos beneficios a los usuarios de esta imponente mole y no da sentido a su existencia ante una sociedad cada vez más competitiva, dinámica y compleja. Es bueno recordar que las organizaciones son dirigidas por personas y su accionar depende de su mentalidad. Una institución lenta y consumidora puede estar gerenciada por cerebros dinosaurios (Bernstein y Craft, 1992), que no pueden visualizar los postulados de excelencia y transformación y establecer conexión con su audiencia a fin de que se disponga a oírle su historia, identificarse con ella y divulgarla ( Vivas, 2002). Las instituciones se pueden volver anacrónicas y lentas para transformarse. Así, a la universidad tradicional se le dificulta renovarse ante los cambios acelerados exigidos por las tendencias y mega-tendencias puesto que ellas presentan signos contradictorios y a veces antagónicos que se proyectan al futuro inmediato y mediato. Los cambios no se decretan puesto que la nueva sociedad y las nuevas universidades propias del futuro deben pasar por un proceso de transformación en donde equipos humanos multi y transdisciplinarios, con audacia, creatividad y conocimiento gerencial de avanzada, las lleven en colectivo a un futuro de realizaciones.Las tendencias y paradigmas para la transformación universitaria son, entre otras (Vivas, 2001):

1. La globalización movida por los grandes intereses económicos, surgidos de la Segunda Guerra Mundial y las conmociones científicas y tecnológicas de las últimas dos décadas, a través de la glorificación de la infalibilidad del mercado.
2. El neo-humanismo versus la deshumanización, que en las últimas manifestaciones en diversos puntos del planeta, se plantea como una tendencia todavía débil en contraposición al mercado y su ingerencia en la vida ciudadana; esta tendencia busca hacer valer al humanismo contemporáneo.
3. La sociedad hiper-tecnológica, la revolución tecnológica es más acelerada que nuestra capacidad de adaptación. De esta forma, el proceso revolucionario en las telecomunicaciones, la generalización de la información, el periodismo instantáneo, la navegación en Internet en forma cotidiana, la miniaturización de los computadores y un sinnúmero de nuevas tecnologías han invadido los escenarios futuros de la universidad que debemos prever.
4. La necesidad de generar una multiplicidad de respuestas en la nueva universidad, con liderazgo excepcional, que lleve al desarrollo personal e institucional por intermedio de “La Inteligencia Emocional, la Creatividad y la Innovación”.
5. La geopolítica, en un mundo globalizado que fue bipolar, es unipolar y tiende a fragmentarse hacia la multi-polaridad, hace que la universidad puede ser ignorada, subordinarse o ser ella misma propulsora de la transformación.

6. La agudización de las tensiones sociopolíticas ocasionadas en gran parte por la globalización, la tecnología, la deshumanización y la geopolítica compromete la pertinencia social de la universidad.

7. Por último, el surgimiento de nuevas organizaciones, transformaciones de muchas organizaciones y presencia de las viejas, marcará las nuevas demandas muchas veces contradictorias sobre la universidad del siglo XXI y su capacidad de transformación para responder.

La respuesta esperada por la sociedad del siglo XXI, por su diversidad y cambio acelerado, llevan a plantear que la universidad se transforme en una organización inteligente, competitiva, creativa y flexible para poder implantar y consolidar programas que se sustenten en nuevos paradigmas de estructura y gestión y con innovación científico-tecnológico-humanista, para ofertar servicios de excelencia, con integración con el sector productivo, la promoción y la participación comunitaria, la gestión del cambio político y socio-educativo y con conciencia de la gestión y generación de conocimientos (Fuguet, 1998). Así, se ha venido destacando que los retos del sector, para su transformación, se relacionan con desafíos del siglo XXI que obligan a que ese cambio, para que sea inteligentemente programado, debe considerar algunos elementos entre los que se destacan: la globalización, la generación del conocimiento y la tecnología de la información y comunicación (Samil, 2001; Morles, 1995). Por supuesto, satisfacer esos retos, implica partir de necesidades, especialmente las de formación, buscar nuevas formas de asumir la competencia y nuevos modos de gestión y operación universitaria. Asumir una respuesta ante esos retos, requiere renovación en aspectos fundamentales, para:

1. Incorporar avances científicos, tecnológicos e ideológicos a su quehacer cotidiano en sus funciones de Docencia, Investigación, Extensión, Producción y Administración Universitaria.
2. Manejar los recursos financieros con transparencia y eficiencia.
3. Generar un currículum flexible y avanzado de adaptación continua a los cambios de la realidad social, política y económica.
4. Propiciar un liderazgo transformador de la comunidad universitaria.
5. Abrir espacios para la reflexión sobre la diversidad de situaciones que generan las maga-tendencias en el ámbito universitario postmoderno.
6. Rendir permanente cuentas, sobre las actuaciones y rendimiento, la inversión, los resultados tangibles y procesos creadores con evaluación científica de alta credibilidad.
7. Crear un paradigma de gestión universitaria humanista, que gerencie el conocimiento y el pensamiento ante las singularidades de la problemática externa e interna universitaria.

Los aspectos señalados representan siete retos para generar una visión de conjunto, holística y desarrollar la capacidad institucional de respuesta rápida y eficaz. Vista así, se estaría promocionando una experiencia novedosa a fin de potenciar la capacidad práctica y de solución de problemas en el marco de las complejidades de la gerencia universitaria del siglo XXI. La viabilidad quedaría garantizada desde varios ángulos: técnico, político, financiero y cultural, que representados en un nuevo paradigma, se concretan en acciones de revitalización.

Acciones de revitalización

 En las políticas formuladas por el ejecutivo nacional, en manos del Ministerio de Educación y Deportes (2001) y el Ministerio de Educación Superior: Oficina de Planificación del Sector Universitario (2001a,b), se concibe una revitalización del sector bajo los siguientes conceptos o criterios orientadores: servicio público, calidad e innovación, pensamiento crítico, pertinencia social, equidad, formación integral, fortalecimiento académico, autonomía, articulación y cooperación internacional. Estas orientaciones se formulan en cuatro políticas sustantivas. A saber: generación de un sistema de evaluación y acreditación, formulación de un sistema de asignación presupuestaria, concepción de un proceso de carrera académica del personal docente y generación de mecanismos de fortalecimiento institucional. Hay que destacar lo concerniente a la evaluación y acreditación puesto que ha sido una categoría de análisis en la crítica universitaria desde hace mucho tiempo, sin que se lleve a la práctica con sistemas y estructuras para su desarrollo. Se propone un sistema que debe ser institucionalizado, de calidad, con carácter obligatorio de las instituciones y que se fundamente en procesos de evaluación interna y externa, para asegurar la competitividad y la cobertura del sector.

Respecto a la evaluación, Rojas (2005), argumenta que una renovación universitaria debe asumir un enfoque evaluativo que permita establecer una vía para la elevación de la calidad, como proceso permanente de investigación y acción y como nexo entre la educación y su entorno, en un marco que favorezca la autonomía, la responsabilidad, el clima de trabajo y la auto-confianza. En concordancia con los planteamientos anteriormente formulados, una reforma universitaria deberá contemplar acciones de revitalización en algunos aspectos, entre otros no menos importantes (MOU, 2000), como:

- Renovación Filosófica de la Universidad con adopción de un ideario social que describa nuestra identidad y la redefinición de nuestro rol principal que es la formación permanente de seres humanos, identificados con los requerimientos de transformación social.

- Adaptación y creación de tecnologías de la información y comunicación que sirva de plataforma para el desarrollo sustentable y sostenido de todas las acciones universitarias y para la formación de nuestros profesionales.
- Reforma Curricular que responda a la nueva filosofía y descanse en los avances de las disciplinas propias de la educación: pedagogía constructiva, currículum descentralizado y comprehensivo, evaluación negociada y cualitativa y supervisión participativa.
- Reforma Administrativa que flexibilice y democratice las decisiones y las acciones, pero con una visión de globalidad y sistémica, que garantice la excelencia.
- Integración de los entes e instancias institucionales para que verdaderamente se conduzcan a la organización con el Trabajo de Equipo, a fin de lograr las altas metas universitarias.
- Concreción de un sistema de Auto-evaluación Institucional que se fundamente en nuevas concepciones y que realmente conlleve procesos de plena participación y corresponsabilidad de las soluciones a implementar.
- Integración de acciones de docencia, investigación, postgrado, extensión y producción de tal forma que ellas representen un escenario de relevancia y pertinencia ante el mundo de hoy.

- Redefinición de las Relaciones Interinstitucionales, especialmente el papel de la universidad ante los organismos de Estado y el de mutuo provecho con organizaciones nacionales e internacionales.
- Establecimiento de Mecanismos de Carrera para todo el personal que labora, incrementándose las oportunidades de ascenso y calificación meritoria, pertinente y oportuna.

En esta perspectiva, los integrantes de la comunidad universitaria juegan un papel preponderante, así como las relaciones interinstitucionales de cooperación y asistencia. De acuerdo con lo expuesto, se deberá recurrir a todos en esta tarea, pero aún más a aquellos con alto nivel académico, científico, técnico y moral para asumir esos retos de crecimiento y trasformación. Se hace necesaria la incorporación de personal activo, jubilado y de relevo, de manera permanente y creciente. Al mismo tiempo, se destaca el papel de la cooperación no sólo como estrategia para el logro de metas sino como un valor sustantivo que fundamentado en el respeto y la solidaridad, oriente los planes hacia la eficiencia (CNU, 2003). La universidad hoy se encuentra en un punto crucial para su transformación, como un epicentro generador de soluciones a los grandes

problemas de la educación de los pueblos. Esta situación - necesariamente creativa e innovadora - dependerá de la consolidación y renovación de la estructura interna y de la gestión universitaria, la que incluye acciones orientadas a revitalizar la organización, integrar a todos los sectores de la comunidad en los procesos de cambio y concebir y formular visiones, estrategias y operaciones de cambio transformativo.

Conclusiones

1.- Es necesario la renovación universitaria formulada en un marco humanista que permita destacar el valor de la persona, del ciudadano y sus potencialidades para crear las condiciones de transformación y cambio en dirección adecuada y correcta, con ética y carisma de
liderazgo.
2.- La renovación debe darse en la dirección de la gestión con procesos de excelencia en la gerencia universitaria y en la dirección académica, con bases para una reforma curricular que se fundamente en nuevas concepciones educativas y nuevos avances científicos, tecnológicos y
culturales.
3.- Una universidad renovada podrá afrontar los retos del futuro sólo si promueve la satisfacción de demandas de profesionales altamente calificados pero con conciencia e identificación con el entorno, con los problemas sociales y con la necesidad de poner el pensamiento al servicio de la generación de conocimiento para la solución de problemas sociales.
4.- Estos cambios esperados en el ambiente universitario, podrán ser concretados en un escenario que permita la plena participación de sus miembros. Sólo en una experiencia de cambio corporativo podrán ser asumidas las metas y operaciones por todos los miembros de la
comunidad universitaria, con identificación y responsabilidad.

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