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SAPIENS

versión impresa ISSN 1317-5815

SAPIENS vol.11 no.2 Caracas feb. 2010

 

El Sujeto en Cinco Vertientes

Víctor Manuel Hermoso *

UPEL- Instituto pedagógico de Maracay. victor_hermoso@hotmail.com

* Director del centro de investigaciones en estudios comparativos de desarrollo estratégico “Alfredo Almeida”. Doctor en educación de la UC. Profesor de doctorados en Desarrollo Estratégico y Educación de Universidades del centro del país. Modelos producidos: cómo generar un modelo en educación. La supervisión conversacional. Uso de consensos lingüísticos a través de palabras y frases generadoras. Planificación situacional participativa. Proyecto nacional “raíces”.

RESUMEN

Este ensayo diserta sobre la multiplicidad epistémica y riqueza óntica del sujeto. Las vertientes que se elucidan son: El sujeto tiene alma de azogue ergo, espíritu libertario; o sea, que el sujeto es una especie de azogue virtuoso, es decir, tiene la virtud de motivar nuestra curiosidad y tiende a escaparse cuando tratamos de fijarle límites. El sujeto y el Dasein: Donde se compara el Dasein “como modo particular de ser como somos los seres humanos” con la categoría sujeto, se concluye que: El sujeto, si bien permite, facilita la comprensión de lo que somos los seres humanos, no tiene el alcance ontológico del Dasein que permite acceder al ser en cuanto Ser. El sujeto tiene sólo alcance óntico y por tanto se relaciona con la existencia mientras que el Dasein se vincula a lo existencial y a lo existenciario. El cultor popular venezolano como sujeto interpretativo: El sujeto en la perspectiva del cultor popular quien está imbricado en su paisaje existencial de tal manera que, desdeña considerarse un sujeto en el sentido de persona que actúa frente a otros para recalcar su propia individualidad competitiva. Por el contrario se puede afirmar que el cultor popular es un sujeto cooperativo capaz de interrelacionarse consigo mismo y con el paisaje sociocultural del cual es expresión.

Palabras clave: Sujeto – Dasein - Cultor popular venezolano - Vida cotidiana -Investigación cualitativa

ABSTRACT

The subject in five scopes This paper speaks about epistemic multiplicity and ontic richness of the subject. The slopes that are elucidated are: The individual has a soul of quicksilver ergo, libertarian spirit, that is, that the subject is a kind of virtuoso quicksilver . That includes the power to motivate our curiosity and tends to leak when trying to set him limits.The Subject and the Dasein where we compare the Dasein "as a particular mode of being as we are" with the subject category, it is concluded that: although the subject, allows, facilitates the understanding on how human beings are, doesn`t have ontological scope of the Dasein which allows to access the human being as being. The subject has only ontic range and therefore relates to the existence while Dasein is linked to the existential and the existential. The Venezuelan popular former as a subject of interpretation: The subject in the perspective of the popular former who is embedded in its landscape in a way that disdains to consider himself as a person in the sense that he acts next to others to emphasize his own competitive individuality . Instead we can say that the popular formerr is a cooperative subject capable of interacting with himself and the cultural landscape which is part of his expression.

Keywords: Subject - Dasein - Venezuelan popular formerr - Daily life, Qualitative investigation.

RÉSUMÈ

Le sujet à cinq facettes Cet essai disserte sur la multiplicité épistémique et la richesse ontique de l’individu. Les facettes qui s’élucident sont : l’individu a l’âme d’azogue ergo, un esprit libertaire ; c’est – à – dire qu’il est une espèce d’inquiet vertueux. Il a donc la vertu de motiver notre curiosité et il a tendance à s’échapper quand on veut lui fixer des limites. Le sujet et le Dasein : en comparant le Dasein comme «la façon particulière d’être comme nous sommes les êtres humains » à la catégorie individu, on en conclut que : l’individu, s’il est vrai qu’il permet de faciliter la compréhension de ce que nous sommes, nous, êtres humains, il n’a cependant pas la dimension ontologique du Dasein qui permet d’accéder à l’existence en tant qu’être. Le sujet n’a qu’une dimension ontique et par conséquent il est lié avec l’existence alors que le Dasein se lie à l’existentiel et à l’existentiaire. Le « cultor » populaire en tant que sujet interprétatif : le sujet selon la perspective du « cultor » qui est imbriqué dans son paysage existentiel de telle façon qu’il ne daigne pas se considérer comme un sujet dans le sens d’une personne qui agit faire aux autres pour souligner sa propre individualité compétitive. Au contraire, on peut affirmer que le « cultor » populaire est un sujet coopératif capable de se lier avec lui même et avec le paysage socio culturel dont il est l’expression.

Mots clés: Sujet, Dasein, « cultor » populaire vénézuélien, vie quotidienne, recherche qualitative.

RESUMO

O sujeito em cinco vertentes Este ensaio diserta sobre a multiplicidade epistémica e riqueza óntica do sujeito. As vertentes que se elucidan são: O sujeito tem alma de mercúrio ergo, espírito libertario, ou seja, que o sujeito é uma espécie de mercúrio virtuoso. Isto é, tem a virtude de motivar nossa curiosidade e tende a escapar-se quando tratamos de lhe fixar limites. O sujeito e o Dasein: Onde se compara o Dasein “como modo particular de ser como somos os seres humanos” com a categoria sujeito, conclui-se que: O sujeito, conquanto permite, facilita o entendimento do que somos os seres humanos, não tem o alcance ontológico do Dasein que permite aceder ao ser em quanto Ser. O sujeito tem sozinho alcance óntico e por tanto relaciona-se com a existência enquanto o Dasein vincula-se ao existencial e ao existenciario. O cultor popular venezuelano como sujeito interpretativo: O sujeito na perspectiva do cultor popular quem está imbricado em sua paisagem existencial de tal maneira que, desdenha se considerar um sujeito no sentido de pessoa que actua em frente a outros para recalcar sua própria individualidad competitiva. Pelo contrário pode-se afirmar que o cultor popular é um sujeito cooperativo capaz de interrelacionarse consigo mesmo e com a paisagem sociocultural do qual é expressão.

Palavras chave: Sujeito, Dasein, Cultor popular venezuelano, Vida quotidiana, Investigação cualitativa.

Recibido: febrero 2010  Aceptado: abril 2010  

El sujeto tiene alma de azogue ergo, espíritu libertario

“No estoy más seguro de mis palabras de lo que estoy de ciertos juicios. ¿Puedo dudar que este color es azul? Mis dudas constituyen un sistema” (Ludwig Wittgenstein, en “Sobre la certeza” 1988, p.19c).

Por alguna razón que no alcanzo a recordar, cuando era niño tenía acceso a al azogue. Al tratar de agarrar las gotas inmensas del azogue se me escapaban de las manos, parecían tener una tendencia a no dejarse asir. Después averigüé que el azogue era el nombre vulgar del mercurio que es el único metal que es líquido, que es altamente venenoso y por tanto muy peligroso para la salud. Hoy el azogue sigue siendo motivo de mi curiosidad.

Por alguna otra razón que coquetea con cierta sin razón, el sujeto es una especie de azogue virtuoso. Es decir, tiene la virtud de motivar nuestra curiosidad y tiende a escaparse cuando tratamos de fijarle límites. Se puede decir que al pretender encerrarlo en alguna significación especial que determine, con claridad lo esencial del sujeto, lo que es el sujeto; entonces, se escapa de la mente y tiene la virtud de intrigarnos.

Pienso que la Modernidad trató de atrapar al sujeto y se planteó límites por asociación precisamente, como expresión de ella. Con una mirada rizomática plantea Lanz (1998), que: “El discurso de la Modernidad es entonces el repertorio de claves de intelegibilidad (sic), a cuyo interior se especifican los grandes prototipos racionales que acompañan a la categoría del sujeto; Historia, Progreso, Centralidad, razón futuro, Ciencia, Humanismo, técnica, revolución…”(p. 27). Luego el autor integra en el sujeto esos “grandes prototipos”, en un esfuerzo por encerrar al sujeto y casi lo mata. Entonces “aturdido” el sujeto marcha hacia otros horizontes. Es decir al tratar de sujetar al sujeto, éste vuela.

La filosofía se propuso confinar al sujeto y lo consideró, en cierta etapa del desarrollo de la filosofía “…como contenedor de propiedades, estados y acciones que dentro de esta terminología era de igual sentido al concepto de substancia” (Pantoja y Zúñiga, 2006, p.465). Fue un buen intento, pero de nuevo el sujeto, huyó. Entonces los filósofos trataron de buscarle pareja al sujeto. Surge así el matrimonio sujeto-objeto. Pantoja y Zúñiga (ob.cit.), lo razonan así: “…después del siglo XVII y dentro de un sentido gnoseológico se comenzó a usar de modo correlativo los términos de sujeto y objeto…” (p.465). No tardó el sujeto en divorciarse del objeto aunque, sin dejar de galantear al objeto. Esta controvertida relación entre el sujeto cognoscente y el objeto por conocer, es motivo de tratamiento desde la el materialismo dialéctico donde se independizan el sujeto y el objeto pero, siguen siendo parte de una unidad dialéctica. En todo caso, este azogue llamado sujeto, voló de nuevo, casi diría que muerto de la risa.

Estoy tentado de encerrar al sujeto como una especie de espejo de libertad cuyos reflejos nos den una sensación de omnipresencia. Parece que por este camino lo voy a equiparar con cultura, lo cual es viajar por un remolino fractal. En fin creo que el sujeto se comporta como un ente (aquí sé que me estoy metiendo en líos), que se impregna del sentido de libertad, allende del libre albedrío, que abraza Aranguren Echeverría (2003): “tener al otro como un ser real, no como una simulación, entraña un momento de libertad. El acto fundamental de la libertad es la renuncia a apoderarse del otro que es una tendencia viviente, la libertad renuncia a imponer al otro un modo de ser, a tratar de dirigirlo desde afuera…” (p.197).
Pero, el sujeto es el otro y el no otro y ambos a la vez. Tengo la convicción de que el sujeto me mira y ya tiene planeado como escaparse de nuevo. Entonces si yo digo que el sujeto es azogue, el sujeto me grita mas azogue será usted.

El sujeto tiene alma de azogue ergo, espíritu libertario

“No estoy más seguro de mis palabras de lo que estoy de ciertos juicios. ¿Puedo dudar que este color es azul? Mis dudas constituyen un sistema” (Ludwig Wittgenstein, en “Sobre la certeza” 1988, p.19c).

Por alguna razón que no alcanzo a recordar, cuando era niño tenía acceso a al azogue. Al tratar de agarrar las gotas inmensas del azogue se me escapaban de las manos, parecían tener una tendencia a no dejarse asir. Después averigüé que el azogue era el nombre vulgar del mercurio que es el único metal que es líquido, que es altamente venenoso y por tanto muy peligroso para la salud. Hoy el azogue sigue siendo motivo de mi curiosidad.

Por alguna otra razón que coquetea con cierta sin razón, el sujeto es una especie de azogue virtuoso. Es decir, tiene la virtud de motivar nuestra curiosidad y tiende a escaparse cuando tratamos de fijarle límites. Se puede decir que al pretender encerrarlo en alguna significación especial que determine, con claridad lo esencial del sujeto, lo que es el sujeto; entonces, se escapa de la mente y tiene la virtud de intrigarnos.

Pienso que la Modernidad trató de atrapar al sujeto y se planteó límites por asociación precisamente, como expresión de ella. Con una mirada rizomática plantea Lanz (1998), que: “El discurso de la Modernidad es entonces el repertorio de claves de intelegibilidad (sic), a cuyo interior se especifican los grandes prototipos racionales que acompañan a la categoría del sujeto; Historia, Progreso, Centralidad, razón futuro, Ciencia, Humanismo, técnica, revolución…”(p. 27). Luego el autor integra en el sujeto esos “grandes prototipos”, en un esfuerzo por encerrar al sujeto y casi lo mata. Entonces “aturdido” el sujeto marcha hacia otros horizontes. Es decir al tratar de sujetar al sujeto, éste vuela.

La filosofía se propuso confinar al sujeto y lo consideró, en cierta etapa del desarrollo de la filosofía “…como contenedor de propiedades, estados y acciones que dentro de esta terminología era de igual sentido al concepto de substancia” (Pantoja y Zúñiga, 2006, p.465). Fue un buen intento, pero de nuevo el sujeto, huyó. Entonces los filósofos trataron de buscarle pareja al sujeto. Surge así el matrimonio sujeto-objeto. Pantoja y Zúñiga (ob.cit.), lo razonan así: “…después del siglo XVII y dentro de un sentido gnoseológico se comenzó a usar de modo correlativo los términos de sujeto y objeto…” (p.465). No tardó el sujeto en divorciarse del objeto aunque, sin dejar de galantear al objeto. Esta controvertida relación entre el sujeto cognoscente y el objeto por conocer, es motivo de tratamiento desde la el materialismo dialéctico donde se independizan el sujeto y el objeto pero, siguen siendo parte de una unidad dialéctica. En todo caso, este azogue llamado sujeto, voló de nuevo, casi diría que muerto de la risa.

Estoy tentado de encerrar al sujeto como una especie de espejo de libertad cuyos reflejos nos den una sensación de omnipresencia. Parece que por este camino lo voy a equiparar con cultura, lo cual es viajar por un remolino fractal. En fin creo que el sujeto se comporta como un ente (aquí sé que me estoy metiendo en líos), que se impregna del sentido de libertad, allende del libre albedrío, que abraza Aranguren Echeverría (2003): “tener al otro como un ser real, no como una simulación, entraña un momento de libertad. El acto fundamental de la libertad es la renuncia a apoderarse del otro que es una tendencia viviente, la libertad renuncia a imponer al otro un modo de ser, a tratar de dirigirlo desde afuera…” (p.197).

Pero, el sujeto es el otro y el no otro y ambos a la vez. Tengo la convicción de que el sujeto me mira y ya tiene planeado como escaparse de nuevo. Entonces si yo digo que el sujeto es azogue, el sujeto me grita mas azogue será usted.

Se generan entonces algunas interrogantes sobre la relación sujeto-Dasein, que aquí sólo plantearemos.

¿Es el sujeto un ejemplo de la presencia del Dasein? Por lo menos en el sentido que da Echeverría (1998) al Dasein como: “…modo particular de ser como somos los seres humanos” (p. 28).
¿Es el sujeto un existenciario, o un ente, o una existencia simplemente o una imprecisión con pretensiones de trascendencia?
¿Cuáles son los mundos del sujeto? ¿Será necesario escaparse del Dasein para avizorar los mundos del sujeto?
¿Es esta mirada ontológica al sujeto especulativa y sentido? (porque el reinado del sujeto es solo óntico sin pretensiones ontológicas).

El cultor popular venezolano como sujeto interpretativo

“Cuando voy al campo, en silencio contemplo las cosas detenidamente, los árboles pequeños y grandes, sus troncos sus hojas, sus flores, la disposición del ramaje, veo las diferencias, el color del tallo, las hojas caducas, los retoños tiernos, color de la fruta, su olor su sabor y todo lo escribo” (Alfredo Almeida, en la Estampa persistente, 1993, p.28)

Un cultor popular es aquel que dedica su existencia a construir interpretaciones del mundo desde su cotidianidad. Las interpretaciones tienen como fundamento la propia esencia del cultor popular que no es otra que la comunicabilidad. Ésta teje relaciones orgánicas con su propia conciencia y con el paisaje sociocultural. Lo sociocultural incluye sentimientos, vivencias, plantas, animales, objetos, los cuales, en el tejido relacional del cultor popular, se integran para romper esquemas dicotómicos, tales como sujeto-objeto, realidad-ficción, ciencia-religión, consenso-disenso, fenómeno-nóumeno, que son asumidos por la Academia.

El sujeto en la perspectiva del cultor popular está imbricado en su paisaje existencial, de tal manera que desdeña considerarse un sujeto en el sentido de persona que actúa frente a otros para recalcar su propia individualidad competitiva. Por el contrario, se puede afirmar que el cultor popular es un sujeto cooperativo capaz de interrelacionarse consigo mismo y con el paisaje sociocultural del cual es expresión.

Una producción del cultor popular es la sabiduría popular que es la capacidad para formular síntesis que se caracterizan por lo aprehender lo sencillo con una mirada compleja y lo contrario. En todo caso, hay la tendencia a la no complicación. Lo complicado es un invitado del mundo académico. El saber popular conduce a grandes síntesis que interpretan los paisajes culturales. Por ejemplo, hay una gran densidad, un mensaje y una dialéctica en el dicho popular: “El que madruga recoge agua clara” y en su complemento “no por mucho madrugar se recoge agua clara”. El cuadro 1 descifra los componentes: densidad, mensaje e ironía (contradicción).

El sujeto, que está inmerso en los dichos populares, es capaz de transitar, resolviendo, antinomias que se plantean desde al conocimiento académico. En el dicho popular el sujeto interpreta en un lenguaje sencillo las complejidades de su vida cotidiana. El cultor popular como sujeto no se categoriza como simple o complejo es solo un sujeto intérprete.

Los cultores populares se clasifican en tradicionales y en extremis. Los cultores populares tradicionales son aquellos que están impregnados de las tradiciones de las cuales son su expresión. En sus interpretaciones pueden tener como horizonte histórico los orígenes étnicos. La impronta cultural lo ata a las tradiciones que son capaces de modificar en concordancia con los recursos del ambiente. Sus producciones son una síntesis de tradición y cambio. La huella de la tradición lo enmarca dentro de un gran respeto por las creencias populares ancestrales que, por lo demás, cultivan con esmero. Son portadores de secretos que con frecuencia, le son trasmitidos por vía oral y por vivencias. Como portadores de “cajas negras” son miembros de cofradías, donde ejercen liderazgo.
El sujeto distintivo como cultor popular tradicional es un sujeto con historia ancestral y vivencias que unen pasado y presente. Pero, la historia no es remedo de Modernidad porque el cultor popular tradicional viaja con valijas distintas de los “prototipos racionales que mencionáramos en la primera vertiente de este ensayo heterodoxo.

Los cultores populares in extremis, están impregnados en el “día a día” de los cuales son su expresión. Su horizonte histórico es contingente, hay un apego por el pasado en cuanto a procesos de supervivencia que le dan una idea de como enfrentarse a las cambiantes situaciones a las cuales se enfrenta. La carencia incita al uso de todo tipo de conducta que le pueda ser útil. Frente a los valores tradicionales, es irreverente, con tendencia a respetarlo en la esencia y no en la forma. Poseen una gran habilidad para el liderazgo ante situaciones cambiantes. La supervivencia implica la necesidad de un compromiso extremo.

El sujeto que se baña de la cultura popular in extremis, es un sujeto que vive y transita la contingencia. Necesita por supervivencia interpretar mundos cambiantes que conspiran contra su integridad física, moral. Este sujeto no es racional en el sentido ortodoxo de pensar para luego hacer. Su racionalidad es, en todo caso plena de no racionalidad es decir, hace y luego piensa o piensa en el hacer. Toda racionalidad está condicionada por la emergencia.

El sujeto y la investigación cualitativa

“Para muchos científicos, por ejemplo Einstein, la ciencia no busca tanto el orden y la igualdad entre las cosas sino más bien los aspectos más generales del mundo y su conjunto, tales como -la simetría, la belleza y la elegancia-, aún a expensas aparentemente de su adecuación empírica” (Miguel Martínez, en Ciencia y arte en la metodología cualitativa, 2004).

Identificar al investigador cualitativo en función del sujeto es relativamente sencillo ya que se ajusta las claves de inteligibilidad de la Modernidad y dentro de ella al positivismo. Dada la amplia gama de formas de investigación cualitativa que van desde un simple cambio de fachada con respecto a la investigación cuantitativa, hasta una ruptura que incluye nuevas categorías conceptuales y la asociación de sus bases filosóficas, a la fenomenología de Husserl y a las vías hermenéuticas que desarrollaron Gadamer, Ricoeur y Ortiz-Osés entre otros .

El sujeto investigador cualitativo procura un encuentro con el Otro para entender los mundos de la vida, los mundos “de” vida y los mundos socioculturales. El sujeto investigador cualitativo es capaz de realizar epojés, es decir de mantener entre paréntesis sus propia historia, sus conceptos, la manera de interpretar el mundo, las cosas, precisamente para que el Otro investigado pueda emerger. Pero también en algún momento preciso es capaz de desplegar su intelecto y acción para interpretar el espacio-tiempo de comparecencia al cual le está produciendo conocimiento. El espacio-tiempo de comparecencia, es el lugar (que a veces coquetea con el no lugar), donde el investigador cualitativo despliega su curiosidad durante horizontes de tiempo contingentes, es decir aquellos tiempos que nacen de ese despliegue de curiosidad. Espacios-tiempo de comparecencia son el ir al encuentro de personas y paisajes que motivan el interés del investigador, pero también el tiempo que se le dedica a las reflexiones en algún lugar o no lugar, donde nuestra imaginación construye explicaciones y comprensiones sobre aquello que nos interesa dilucidar, o simplemente, hacernos preguntas. Para el sujeto investigador cualitativo espacios- tiempo en todo ambiente concomitante a la indagación es de comparecencia. Igualmente lo son la lectura y hermenéusis de textos. La comparecencia es una invitación a la acción-reflexión. En la comparecencia se fraguan impresiones que son las huellas más prominentes de la vivencia curiosa del investigador, en el escenario de los acontecimientos. El sujeto investigador cualitativo es entonces un curioso vivencial comprometido con su espacio-tiempo de comparecencia.

El sujeto en la vida cotidiana

“El contacto cotidiano tiene siempre su espacio peculiar. Este espacio es antropocéntrico: en su centro está siempre un hombre que vive su vida cotidiana. Su articulación está siempre fijada por la vida cotidiana, donde la experiencia interior espacial y la representación en el espacio están indisolublemente interrelacionados” (Agnes Heller. En Sociología de la vida cotidiana, 2001, p.230).

La vida cotidiana es el principio y el fin de toda indagación científica o meditación filosófica. Para la mayoría de los científicos y filósofos, es el espacio-tiempo de los pre-algo (pre-científico pre-filosófico pre-artístico). El sujeto cotidiano no transita dicotomías bien por que las ignore o sencillamente porque en el mundo de la vida cotidiana no se manifiestan. Alguna vez escribí que para el sujeto cotidiano la opinión se viste de episteme y el conocimiento de doxa.

En el mundo de la vida cotidiana no existe diferencia entre sujeto y objeto, Por el contrario ambas categorías tienden puentes de encuentro y lo que para el científico es por ejemplo un aro, para el sujeto cotidiano puede significar una fuente de afecto. El científico social puede decir que para el sujeto cotidiano sujeto-objeto es un par dialéctico.
Posiblemente la frase más asociada a lo cotidiano sea “lo que nos es familiar”; es decir, aquellas palabras, cosas, pensamientos, recuerdos, circunstancias, paisajes... cuya cercanía va fraguando esa familiaridad que se expresa en una sensación de pertenencia. En lo personal hay una especie de identidad que se deriva precisamente de la manera como nos posesionamos de esas palabras, cosas, paisajes. Podemos reconocer a personas a quienes conocemos por haber coincidido en espacios tiempos-vividos por sus palabras (la frecuencia con las que las usan, metáforas, sus muletillas, la entonación...), por las cosas que le rodean...tanto como por sus características fisonómicas. Decimos entonces que esa persona nos es familiar porque posee una especie de identidad que nos permite reconocerla. Esta identidad es la del sujeto moderno (aquel que tiene un proyecto de vida, que cree firmemente en el progreso y en la ciencia…), la fragua identitaria proviene de tener un pasado que se actualiza permanentemente mediante el recuerdo de lo que nos es familiar.

Nuestros recuerdos nos son familiares, independientemente de la frecuencia con que los tengamos. Lo cotidiano no lo es en esencia porque sea repetido con frecuencia sino por la capacidad o posibilidad de estar a la mano, de ser familiar. La vida cotidiana es aquella que nos es familiar, en otras palabras, aquella que nos acompaña en forma consciente o inconsciente, pero, que es expresión de esa cercanía que llamamos familiaridad.

Los recuerdos cotidianos, lo son porque tienen una permanente actualidad, que no tienen que ser de reciente data, al contrario son familiares porque son huellas de experiencias vividas. Esos recuerdos cotidianos, poseen mil maneras de asociarse a nuestra vida cotidiana, mil formas de enmascararse y mil ocasiones de manifestarse. Esta argumentación tiende un puente no sólo entre lo cotidiano y lo no cotidiano, lo ordinario y lo extraordinario, porque, es a la vez la presencia de un elemento común: La cualidad. Al considerar lo cotidiano como lo familiar deja de ser un problema aquello de la cantidad de veces que se repite ya que lo familiar le confiere una característica de cualidad. Lo extraordinario no lo es porque se presente en escasas oportunidades, sino por la impresión que queda por las vivencias sentidas que promueven el recuerdo trascendente. En otras palabras, hay cualidad en lo cotidiano y en lo no cotidiano.

El cultor popular lo es por transitar en lo cotidiano y ser a la vez extraordinario en cuanto la capacidad para entender el mundo que lo rodea y devolverlo a su entorno sin salir de lo cotidiano. Su vida cotidiana lo es por la cualidad que es capaz de detectar en ese mundo que lo rodea y comunicarla a través de sus producciones. El intelectual de igual manera, fija su atención sobre aspectos de la vida cotidiana y su cualidad emerge desde otra conciencia que se aleja de la vida cotidiana. Me vienen a la mente intelectuales que han sido capaces de transitar la vida cotidiana. Cuando el Sócrates de Platón interroga, se ubica en lo cotidiano, en la conciencia cotidiana del interrogado. Pero, desde otro lugar, no cotidiano: su intención intelectiva, elabora conclusiones que otros intelectuales consideran que trasciende lo cotidiano. Cuando pienso, en Agnes Heller (2001), que es cultora de la cotidianidad, ésta se ubica desde otro lugar para inclusive bien ponderarla. La vida cotidiana es pensada desde otro lugar, las formas de legitimarlas y en general de valorarla son desde otro topo. Por eso lo cotidiano da lugar a una sabiduría popular y lo intelectual a una sabiduría académica. La segunda es pensada desde el mismo lugar, con las convenciones propias. Cuando pienso en Martin Heidegger que transita lo cotidiano y lo exalta, si bien le confiere una marcada importancia al constituir un camino hacia el Ser del ser, también lo existencializa y lo existenciariza, desde otro lugar.

Los topos, como especies de trincheras donde se ubican las percepciones o mejor las vivencias, para ser analizadas, son a su vez una manera de comprender las explicaciones y comprensiones del saber popular y del saber académico. El saber cotidiano al ser unitario y unificante, no es en esencia antropocéntrico como por ejemplo Heller (2001) lo bautiza, en oposición al saber de la ciencia natural que sería des-antropocéntrico. Tal categorización parte de la idea de que en la vida cotidiana lo primordial es el hombre cotidiano y no por ejemplo la naturaleza que lo circunda. Creo que el saber cotidiano trasciende clasificación.

No es el hombre el centro, no es la naturaleza el centro, lo es, en todo caso la relación que se establece entre ambos centros. Y aquí, consideraremos otra arista relativa a los topos, al hacer las consideraciones en un topo se hay la tendencia ubicarse sobre los centros, es decir sobre las características de los centros y por consiguiente se establecen claras diferencias entre esos centros. La situación cambia cuando des-ubicamos al topo, cuando estamos en las interfases, entonces las características, tan efectivas en la comparación centro-centro, tienden a borrarse y por tanto en vez de explicar y aclarar, tienden a oscurecer lo que realmente sucede. El sujeto en la vida cotidiana lo es auténticamente cuando transita la relación, luego no es el sujeto moderno, ni el postmoderno, es el sujeto relacional que amerita que sea de-codificado para entenderlo, De allí que los procesos de hermenéusis moderno y postmoderno serían siempre aproximaciones. He aquí, una tarea para quienes quieren deslastrarse de las cadenas de esos sujetos ajenos.

REFERENCIAS  

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