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SAPIENS

versión impresa ISSN 1317-5815

SAPIENS vol.13 no.2 Caracas dic. 2012

 

El sentido de la ciudadanía

 

La vida cotidiana en la actualidad se ve permeada por un conjunto de espacios en los cuales la ciudadanía es asumida dependiendo de la experiencia de cada quien e incluso del elemento geográfico en donde se encuentre, por lo tanto es necesario acotar que se trata de un tema complejo, polémico y con una dimensión humana importante, en la que la función orientadora del docente puede influir positivamente para desarrollarla de forma consciente con sentido y significado compartido en cualquier contexto socioeducativo.

 

Por lo general, la ciudadanía se conceptualiza a partir de su dimensión política, asociada a los derechos civiles y sociales adquiridos por los individuos y a la legitimización de un Estado en cuanto a su condición ciudadana, sin embargo, es importante destacar su dimensión intersubjetiva en la que se crea una visión del espacio colectivo, y en la que asumen, individual y colectivamente, responsabilidades y retos como parte de una sociedad; es decir, es un proceso social que a través de la experiencia, genera identidad y pertenencia ciudadana, dos ingredientes que pueden marcar la diferencia entre un estados de bienestar colectivo o de inconciencia ciudadana, el primero que asume con una ética incuestionable y con sentido de ciudadanía y el segundo que limita, inmoviliza y consume, reforzando la impotencia y la creencia en la externalidad.

 

 

Desde esta perspectiva, cuando el individuo se mueve en una crisis de sentido ciudadano caracterizado por la incertidumbre, las anomias en cuanto a los acuerdos sociales e institucionales establecidos y una determinada visión de ciudadanía, se produce un resquebrajamiento de las propias creencias y principios, por ello es necesario apelar a esa esencia ciudadana que impulsa y que motoriza acciones en pro de una preservación colectiva, esto implica asumir en cada una de las propias esferas sociales, una actitud proactiva ante los desafíos y problemas que derivan de la cotidianidad nacional. En consecuencia, la relevancia social de la educación es contribuir con el fortalecimiento de una cultura ciudadana que pueda direccionar los esfuerzos ciudadanos hacia un bienestar común, con el desarrollo máximo del potencial que pueda desarrollarse en cada sujeto de las comunidades educativas, en un espacio dinámico, que promueva la participación, el cuestionamiento y el intercambio en sus formas de visualizar la realidad, pensar, sentir, compartir y valorar la experiencia que construyen día a día.

 

En este orden de ideas, la dimensión subjetiva e intersubjetiva de la ciudadanía se manifiesta constantemente, y se puede expresar a través de algunas interrogantes: ¿quiénes somos como país?, ¿hacia dónde vamos?, ¿qué valores compartimos como ciudadanos?, ¿cuál es mi papel en esta sociedad y en esta ciudad? , ¿qué huella aspiro dejar como individuo y como parte de un colectivo ciudadano?, ¿qué tipo de país estamos construyendo?, ¿cuáles son nuestros derechos y deberes como ciudadanos?, ¿cómo abordamos los principales problemas que tenemos en el país?, ¿tenemos una concepción de ciudadanía?, ¿Es la ciudadanía un instrumento de exclusión social o un medio de posibilidades?, ¿He contribuido como docente a configurar una cultura ciudadana cónsona con la realidad que vivo?. Algunas de estas interrogantes invitan al debate y a la investigación, pero definitivamente inspiran a la reflexión individual y conjunta con otros, porque se trata de construir posibilidades y de crear identidad ciudadana.

 

Ante estas interrogantes, surge un cuestionamiento de la labor docente en la construcción social de ese ciudadano que demanda el país, el cual, obviamente, va más allá de campañas institucionales, líneas de investigación y de cátedras de formación ciudadana; pues exige la reconstrucción del sentido de la ciudadanía desde la experiencia cotidiana. Así, el significado de la ciudadanía como una necesidad colectiva, traspasaría los límites de las instituciones educativas, para dar paso a espacios en los que se puede construir alternativas compartidas, que puedan dar respuestas a un contexto contingente y de insatisfacción por una sociedad en crisis,

 

 

Como parte de una comunidad académica, es además una misión debatir esta problemática como parte de la formación docente, pues mientras más conciencia se produzca entre los miembros de esta comunidad universitaria, mayor será el grado de responsabilidad que puedan asumir en los diferentes espacios públicos o privados de su país, y de esta manera puede difundirse como valor trascendental.

 

 

En tal sentido, la ciudadanía como un proceso de construcción social de espacios colectivos para el ejercicio de derechos y deberes, demanda del respeto del otro y de sus diferencias individuales, de tal forma que supone un cosmos en el que todos se miran y escuchan, para intersubjetivamente configurar el sentido de una nueva ciudadanía, que como principio universal se vive y experimenta desde las instituciones fundamentales como la familia y las instituciones educativas. De allí la necesidad de generar espacios de encuentros en los propios escenarios de acción, para articular nuevas acciones en pro de ese ciudadano de hoy y de la ciudadanía que merece un país como este.

 

 

En este orden de ideas, la ciudadanía es una convicción, un compromiso y un reto por asumir corresponsablemente las posibilidades que ofrecen los derechos sociales previstos en una Carta Magna, para contribuir con acciones individuales y colectivas, con el bienestar común, construyendo día a día el sentido de una ciudadanía, en el que hay un reconocimiento del otro y de sus diferencias, por lo tanto, la labor del educador en la formación docente es promover la reconstrucción intersubjetiva del sentido de la ciudadanía, en el marco de una cultura universitaria, con miras a la revalorización del esfuerzo conjunto, las ideas diversas y los proyectos compartidos, desde su realidad y de esta formar contribuir al logro de objetivos y metas como ciudadanos de este país, en un contexto que demanda transformaciones ingentes.

 

 

Yolibet Ollarves Levison

 

UPEL-Miranda