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Revista Venezolana de Endocrinología y Metabolismo
versión impresa ISSN 1690-3110
Rev. Venez. Endocrinol. Metab. v.8 n.8 Mérida feb. 2010
ESTEATOSIS HEPÁTICA EN NIÑOS Y ADOLESCENTES OBESOS: ASOCIACIÓN CON ADIPOSIDAD, LÍPIDOS, INSULINA Y ENZIMAS HEPÁTICAS
Nolis Camacho1, Mayela Guillén1, Giobely Gil3,Mariela Paoli2, Zarela Molina1, Rosanna Cicchetti1, Yudisay Molina1, Isabel Parra1.
1Servicio de Nutrición, Crecimiento y Desarrollo, Departamento de Pediatría.
2 Servicio de Endocrinología, Departamento de Medicina.
3 Servicio de Gastroenteritis, Instituto Autónomo Hospital Universitario de Los Andes. Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela. Dirigir correspondencia a: Dra. Nolis Camacho. nolispediatra@hotmail.com
RESUMEN
Objetivos: Estudiar la frecuencia de presentación de esteatosis hepática (EH) en un grupo de niños y adolescentes obesos y su asociación con medidas antropométricas, niveles de lípidos sanguíneos, resistencia a la insulina y aminotransferasas. Métodos: Se incluyeron 22 niños y adolescentes obesos (IMC>pc97) entre 6 y 13 años de edad, con promedio de 9,28 ± 1,9 años, 59% de sexo masculino y 41% femenino. Se tomaron tensión arterial y medidas antropométricas, incluyendo cintura, y se calcularon índice de masa corporal (IMC), área grasa y área muscular. Se hicieron determinaciones sanguíneas de glicemia e insulina en ayunas y post-prandial, lípidos y aminotransferasas. Con estos datos se calculó el índice de resistencia insulínica, HOMA-IR. Se realizó ecografía hepática con transductores entre 3 y 5 MHz para determinar la presencia de EH de acuerdo a la presencia de ecogenicidad, atenuación del sonido y visualización de vasos y diafragma.Resultados: El 45% (10/22) de los participantes presentó EH, 6 de sexo femenino y 4 de masculino, diferencia que no llegó a ser significativa. En el 14% la EH fue leve, en el 27% moderada y en el 4% severa. Se observó asociación significativa de la presencia de EH con elevación de la aspartato aminotransferasa (AST; p=0,029) y de la alanina aminotransferasa (ALT; p=0,003). No fue significativa la asociación con resistencia a la insulina y alteraciones lipídicas. Los niños con EH presentaron valores significativamente más altos de IMC (p<0,005), cintura (p<0,005), área grasa (p<0,05), insulina post-prandial (p<0,05), AST (p<0,0001), ALT (p<0,0001) y fosfatasas alcalinas (p<0,0001) que aquellos sin EH. En el análisis de regresión logística, con la presencia de EH como variable dependiente, se encontró que el IMC fue la variable antropométrica explicativa más significante (p=0,018; IC 95%: 1,12-3,52), y la AST la variable bioquímica explicativa más significante (p=0,032; IC 95%; 1,02-1,63).Conclusiones: La EH es una complicación frecuente de la obesidad en niños y adolescentes, y se asocia con los indicadores de adiposidad, principalmente el IMC, así como con los niveles de aminotransferasas.Palabras clave: Hígado graso, obesidad, niños y adolescentes
ABSTRACT
Objectives: To study the frequency of hepatic steatosis (HS) in a group of obese children and adolescents and its association with anthropometric measurements, blood lipid levels, insulin resistance and aminotransferase. Methods: Twenty-two obese children (BMI> PC97) between 6 and 13 years old, (9.28 ± 1.9 years), 59% male and 41% female were included. Blood pressure and anthropometric measurements, including waist, were taken, and body mass index (BMI), fat and muscle area were calcaulated. Determinations of blood glucose and insulin in fasting and post-prandial, lipids and aminotransferases were made. With these data insulin resistance index, HOMA-IR was calculated. A liver ultrasound with transducers between 3 and 5 MHz was performed to study the presence of HS, according to the echogenicity, sound attenuation and visualization of vessels and diaphragm.Results: Forty-five percent (45%) of participants presented HS, 6 female and 4 male, a difference that did not become significant. In 14% the HS was mild, 27% moderate and 4% severe. Significant association was ob-served between the presence of HS and the elevated levels of aspartate aminotransferase (AST, P = 0.029) and alanine aminotransferase (ALT, P = 0.003). There was not a significant association with insulin resistance and lipid abnormalities. Those children with HS showed significantly higher values of BMI (p <0.005), waist (p <0.005), fat area (p <0.05), postprandial insulin (p <0.05), AST (p < 0.0001), ALT (p <0.0001) and alkaline phosphatase (p <0.0001) than those without HS. The logistic regression analysis, with the presence of HS as the dependent variable, showed that BMI was the most significant explanatory anthropometric variable (p=0.018, CI 95%: 1,12-3,52), and AST the most significant explanatory biochemistry variable (p = 0.032, CI 95%, 1,02-1,63).Conclusion: Hepatic steatosis is a common complication of obesity in children and adolescents, and it is associated with indicators of adiposity, mainly BMI, and with aminotransferase levels.Key words: Fatty liver, obesity, children and adolescents.
Artículo recibido en: Septiembre 2009. Aceptado para publicación en: Diciembre 2009.
INTRODUCCIÓN
La esteatosis hepática (EH), es la fase inicial de la entidad denominada hígado graso no alcohólico (HGNA), caracterizada por la acumulación anormal de grasa en los hepatocitos, sin consumo de cantidades excesivas de alcohol. Es la alteración metabólica más frecuente a nivel hepático, la cual resulta de un desequilibrio entre la síntesis y la secreción hepatocítica de triglicéridos1-4. Según el porcentaje de hepatocitos afectados, la EH se clasifica en leve, cuando están afectados menos del 25% de los hepatocitos, moderada, de 25 a 50% y severa, más de 50% de los hepatocitos afectados5. Se pueden distinguir dos categorías morfológicas, la EH macrovesicular, que traduce un daño crónico, donde el citoplasma está ocupado por una sola gran vacuola, que desplaza y rechaza al núcleo hacia la periferia, y la microvesicular, que se trata habitualmente de un daño celular agudo, en el que las células aparecen al microscopio de luz con múltiples vacuolas pequeñas intracitoplasmáticas, sin desplazamiento del núcleo y que son positivas con tinciones para grasas; ocasionalmente se pueden combinar ambas morfologías. Cuando además de la acumulación grasa existe inflamación hepática y grados variables de fibrosis, se denomina esteatohepatitis no alcohólica (NASH), la cual puede progresar a cirrosis y eventualmente a carcinoma hepatocelular6,7.
Desde que fue descrita por J. Ludwig en 19808, el impacto epidemiológico, así como el número de publicaciones sobre esta entidad ha sido enorme, estimándose la prevalencia de EH no alcohólica del 20% en la población general, y del 50-74% en individuos obesos; sería potencialmente la hepatopatía más común en Estados Unidos9-11. En la población pediátrica se ha descrito un 2,6 a 9,6% de prevalencia, con cifras de 12 a 80% en niños obesos6,12,13. Debido a la diversidad de definiciones y de modalidades diagnósticas, su prevalencia varía ampliamente. Por otro lado, alrededor del 90% de los aumentos inexplicables de aminotrasferasas son causados por EH no alcohólica. Existen factores asociados a la EH, tales como: obesidad y sobrepeso (69-100%), diabetes mellitus tipo 2 (36-75%), hiperlipidemia (20-80%), síndrome metabólico y fármacos11,14.
La EH es usualmente asintomática, sin embargo puede producir dolor en hipocondrio derecho y hepatomegalia lisa, firme, a veces dolorosa3. Ningún examen de laboratorio dará elementos típicos de la enfermedad, aunque el aumento de la aspartato aminotransferasa (AST), alanina aminotransferasa (ALT) o gama-glutamil-transpeptidasa (GGT), pueden ser elementos útiles para orientar su diagnóstico12-15. La tomografía axial computarizada y la resonancia magnética nuclear, permiten el diagnóstico certero de EH, pero debido a sus costos y difícil disponibilidad, se reservan para casos especiales. Por la ausencia de invasividad, bajo costo, inocuidad y alta disponibilidad, la ecografía es el método por imágenes más accesible para el diagnóstico de esta patología hepática16,17. Cuando la ecografía informa un aumento de la ecogenicidad hepática (hígado brillante), acompañado de una atenuación del haz sonoro en los sectores profundos del hígado, se debe plantear el diagnóstico de EH18-20. En la laparoscopia, la observación del típico color amarillento de la superficie hepática permite el diagnóstico de esteatosis y el estudio histológico mediante biopsia hepática, es el patrón de oro en el diagnóstico de esta enfermedad15,21-24.
La tendencia actual de los niños y jóvenes en el mundo, incluyendo en nuestro país, es hacia la obesidad, por lo que nos propusimos estudiar la frecuencia de EH no alcohólica en pacientes obesos y determinar su asociación con las variables antropométricas y los niveles de lípidos, de insulina y de enzimas hepáticas.
MATERIALES Y MÉTODOS
Población: Se incluyeron 22 niños y adolescentes obesos entre 6 y 13 años de edad, con promedio de 9,28 ± 1,9 años, 59% de sexo masculino y 41% femenino, procedentes de las Consultas de Nutrición, Crecimiento y Desarrollo, de la consulta de Endocrinología del Instituto Autónomo Hospital Universitario de los Andes y de la población escolar evaluada en un estudio epidemiológico previamente realizado25. Todos eran obesos, diagnosticados por un índice de masa corporal (IMC-Peso/ Talla2) mayor o igual al percentil 97 según las curvas venezolanas para edad y sexo26. Los padres autorizaron el ingreso al estudio y se consideraron los siguientes criterios de exclusión: enfermedades endocrinas conocidas, síndromes genéticos, antecedentes de hepatitis viral aguda o crónica y uso de drogas antiepilépticas y hepatotóxicas.
PROCEDIMIENTOS
1. Evaluación nutricional antropométrica: Se realizaron mediciones de dimensiones corporales: peso, talla, cintura, pliegue del tríceps y circunferencia del brazo. En cada sesión y antes de iniciar el trabajo, los instrumentos fueron calibrados y examinados para garantizar su perfecto estado; las técnicas de medición empleadas fueron las recomendados por el National Health and Nutrition Examination Survey de 200027. Con estos datos se calcularon el IMC, el área grasa y el área muscular26. Se consideró normalidad entre los percentiles 10 y 90. Para determinar obesidad abdominal se utilizó el valor de la cintura mayor al percentil 90 de las curvas de referencia para una muestra de niños africanos-americanos publicada por Fernández et al en el año 200428, ya que no se cuenta con curvas venezolanas. La tensión arterial se tomó con un tensiómetro de mercurio con manguito apropiado. El registro de la tensión arterial se realizó por el método auscultatorio; para ello se sentó previamente al paciente durante 5 minutos, con los pies en el suelo y los brazos a nivel del corazón; el manguito se insufló 20 a 30 mm Hg por encima del valor al cual dejó de percibirse el pulso radial; luego se desinfló el brazalete a una velocidad aproximada de 2 mm Hg por segundo. Se registró como presión arterial sistólica el valor observado en la fase I de Korotkoff, y como presión arterial diastólica la desaparición de los sonidos de Korotkoff (fase V). Se consideró prehipertensión arterial (Pre-HTA) en aquellos niños cuya TA estuvo entre percentil 90 y 97 e hipertensión (HTA) en aquellos sobre el percentil97.
2. Evaluación Bioquímica: Luego de un ayuno de 10 horas, a todos los pacientes se les realizó glicemia en ayunas y post-prandial por el método de glucosa oxidasa, insulinemia basal y postpandrial por quimioluminiscencia (Siemenes Health Care Diagnostics). Con estos datos se calculó el índice de resistencia insulínica, Homeostasis Model Assessment-Insulin Resistance (HOMA-IR), según la fórmula: Insulinemia (mU/mL) x Glicemia (mmol/L) / 22,529. Como referencia para hacer diagnóstico de hiperglicemia en ayunas, intolerancia a la glucosa o diabetes mellitus, se utilizaron los criterios aceptados en la actualidad plasmados en el Consenso Nacional de Diabetes30 y para el HOMA-IR, se consideró resistencia a la insulina un nivel >2,5. El colesterol total (Ct), el colesterol de la lipoproteína de alta densidad (C-HDL) y los triglicéridos (Tg) se determinaron por el método enzimático colorimétrico. El colesterol de la lipoproteína de baja densidad (C-LDL) se determinó por la fórmula de Friedewald: C-LDL = CT - (Tg/5 + C-HDL). Para el diagnóstico de elevación de Tg se tomó un valor por encima de 110 mg/dL y de Ct por encima de 170 mg/dL (percentil 90 de la referencia nacional)31 y para el diagnóstico de elevación de C-LDL y disminución del C-HDL en niños se utilizaron los criterios del National Cholesterol Education Program32 (mayor de y menor de 35 mg/dL, respectivamente). Las AST, ALT y las fosfatasas alcalinas se determinaron por el método conocido de Reitman S. y Frankel S. El límite superior normal de la AST fue de 40 U/mL y de la ALT fue de 38 U/mL.
3. Evaluación ecográfica: El estudio ecográfico se realizó con ecógrafo ATL UM9, ATL 5000, Siemens Vectra y Sonosite, con transductores entre 3 y 5 MHz. Se tomaron placas con 6 cortes previamente establecidos con técnica estandarizada, sin cambiar la ganancia. Estos incluyen: un corte a nivel del lóbulo hepático izquierdo, otro en relación a la vesícula, un corte a nivel de la bifurcación portal, otro a nivel de las venas hepáticas, otro en lóbulo hepático derecho incluyendo riñón y uno de bazo. Se diagnosticó Esteatosis Hepática, cuando existió aumento de la ecogenicidad de la glándula. Se determinó la presencia de infiltración grasa y se clasificó ésta en leve, moderada o severa. Los criterios ecográficos a evaluar fueron: a) Aumento de la ecogenicidad respecto al riñón.
Evaluación ultrasonográfica de la severidad de esteatosis
b) Áreas no comprometidas, definidas como zonas específicas del hígado sin infiltración grasa. c) Visualización de la pared de vasos portales y diafragma. d) Atenuación del sonido. e) Hepatomegalia.
Análisis Estadístico: Recogida la información se elaboró una base de datos en el programa estadístico Statistical Package for the Social Sciences para Windows Versión 15.0 (S.P.S.S.). Para las variables cualitativas se utilizaron frecuencias absolutas y porcentajes y para las cuantitativas promedio y desviación estándar. Se calculó el porcentaje de presentación de EA y de las otras alteraciones clínicas y metabólicas en la muestra de niños estudiada. Se aplicó la prueba de Chi Cuadrado (χ2) o el Test de Fisher para establecer la asociación de la EH con las variables estudiadas. Se aplicó el test de t de student para establecer las diferencias de las variables cuantitativas en relación al sexo y la presencia de EA. Se realizó un análisis de regresión logística con la presencia de EH como variable dependiente, para determinar la influencia de las variables estudiadas. Se utilizó un nivel de significación del 5% (p< 0,05).
RESULTADOS
En la tabla I se presentan los datos clínicos y antropométricos de los 22 niños estudiados según el sexo. Todos eran obesos, con un IMC >pc97. No se observaron diferencias significativas en la edad, peso, talla, IMC, cintura, área grasa, área muscular y tensión arterial, en relación al sexo. Con respecto a la frecuencia de alteración de las variables clínicas y antropométricas, se observó que el 86,4% (6 de sexo femenino y 13 masculino) de los niños presentó un aumento de sus reservas proteicas, evaluadas a través del área muscular (>pc97), la cual mostró una asociación estadística marginal con el sexo masculino (test de Fisher p=0,055); el 72,7% (6 de sexo femenino y 10 masculino) un área grasa aumentada (<pc97), manifestación de reserva energética; el 63,6% (6 de sexo femenino y 8 masculino) una obesidad central y el 9,1% (1 de cada sexo) presentaron pre-HTA; no hubo casos de HTA (Fig. 1).
La glicemia, insulina y HOMA se encontraron dentro de la normalidad y no fueron diferentes en relación al sexo, aunque el HOMA tuvo una tendencia a presentar valores más altos en el sexo femenino. Los lípidos estuvieron en niveles aceptables, excepto el de los Tg que fue mayor a 110 mg/dL (123,36 ± 43,9), percentil 90 de nuestra población y se observaron significativamente más altos en el sexo masculino (138,23 ± 37,2 vs 101,89 ± 45,8; p<0,05); los niveles de Ct y C-LDL no fueron significativamente diferentes pero tendieron a ser mayores en el sexo femenino, mientras que los de C-HDL tendieron a ser más bajos. Las aminotransferasas AST (34,67 ± 24,66 vs 18,15 ± 11,2; p<0,05) y ALT (33,78 ± 20,84 vs 17,85 ± 13,1; p<0,05) estuvieron significativamente más altas en el sexo femenino. No hubo diferencias en las fosfatasas alcalinas.
En la Fig. 2 se representa el porcentaje de pacientes con alteración de las variables bioquímicas estudiadas. La alteración mas frecuentemente observada fue la disminución del C-HDL, el 68,2% (15 pacientes) tuvo un nivel menor de 35 mg/dL; le siguió la hipertrigliceridemia (Tg>110 mg/dL) en el 63,6% (n=14) de los niños, la hiperco-lesterolemia en 7 niños, el 31,8% (Ct>170 mg/ dL), aunque se debe señalar que solo uno de los niños tuvo un C-LDL alto (mayor de 130 mg/dL); la ALT estuvo alta (>38 U/mL) en el 27,3% (6 pacientes) y la AST (>40 U/mL) en el 18,2% (4 niños); se observó resistencia a la insulina, con valores de HOMA mayores de 2,5 en el 22,7% (5 niños) e hiperglicemia en el
Tabla I. Datos clínicos y antropométricos de los niños obesos según sexo.
Fig. 1. Frecuencia de niños con alteración de las variables clínicas y antropométricas estudiadas
18,2%, tres pacientes con glicemia en ayunas mayor de 100 mg/dL y uno con glicemia post-prandial mayor de 140 mg/dL. No hubo casos con diabetes mellitus. De éstas alteraciones, los Tg mostraron asociación con el sexo, siendo más frecuente la hipertrigliceridemia en el sexo masculino (11 de sexo masculino vs 3 de femenino; test de Fisher p=0,022) y las ALT, que se observaron elevadas con más frecuencia en el sexo femenino (5 de sexo femenino vs 1 de masculino; test de Fisher p=0,023). El resto de las alteraciones no presentó asociación con el sexo.
La EH se presentó en el 45% de los niños obesos estudiados, 6 de sexo femenino y 4 de masculino, diferencia que no llegó a ser significativa. La EH leve se observó en 3 niños (14%), 2 de sexo femenino y 1 masculino; la forma moderada fue la presentación mas frecuente, en 6 niños (27%), 3 de cada sexo y la forma severa se presentó en una niña (4%) (Ver Fig. 3). En la Tabla III se muestra la asociación de la presencia de EH con las variables estudiadas, siendo significativa con la AST, ya que ningún paciente sin EH tuvo elevación de la misma, mientras que el 40% con EH tuvo elevación (Test de Fisher p=0,029); fue aún más significativa la asociación con la ALT, porque ningún paciente sin EH presentó elevación de ALT, mientras que el 60% de aquellos con EH tenía elevación de la misma (Test de Fisher p=0,003). No fue significativa la asociación con el sexo, aunque hubo una mayor frecuencia de EH en el sexo femenino, ni con la resistencia a la insulina, o las alteraciones lipídicas. Es de hacer notar que solo un paciente tuvo todos los lípidos normales; el resto presentó algún tipo de alteración lipídica.
Fig. 2. Frecuencia de alteración de las variables bioquímicas estudiadas en los niños obesos. AST: aspartato aminotransferasa: ALT: alanina aminotrasferasa
Fig. 3. Frecuencia de presentación de esteatosis hepática (EH) en los niños obesos
Al clasificar los pacientes de acuerdo a la presencia de EH, se evidenció que aquellos con la alteración hepática presentaron valores significativamente más altos de IMC (25,63 ± 2,82 vs 22,24 ± 1,59; p<0,005) de cintura (86,30 ± 9,58 vs 74,67 ± 6,35; p<0,005) y del área grasa (2403,89 ± 607,80 vs 1822,15 ± 465,15; p<0,05), lo que sugiere la relación de EH con la adiposidad. De igual manera, se observó que estuvieron significativamente más elevados los niveles insulina post-prandial (30,95 ± 10,64 vs 19,52 ± 14,77; p<0,05), de AST (40,60 ± 17,87 vs 11,83 ± 6,24; p<0,0001), de ALT (38,30 ± 17,72 vs 12,75 ± 6,63; p<0,0001) y de fosfatasas alcalinas (109,50 ± 19,20 vs 63,83 ± 25,82; p<0,0001) (Tabla IV). El área muscular, el HOMA, la glicemia y los lípidos, no fueron diferentes entre aquellos con y sin EH. Al realizar el análisis de regresión logística, con la presencia de EH como variable dependiente, se encontró que entre las variables antropo-métricas, el IMC fue la variable explicativa más significante (p=0,018; IC 95%: 1,12-3,52), por encima de la cintura y el área grasa; entre las variables bioquímicas, la AST (p=0,032; IC 95%; 1,02-1,63) fue la que mostró mayor significancia como variable explicativa de la EH, mayor que la ALT, las fosfatasas alcalinas y las demás variables estudiadas.
DISCUSIÓN
La obesidad es un síndrome o trastorno nutricional multifactorial complejo con causas genéticas, conductuales y ambientales, constituye la forma más común de malnutrición en los países desarrollados y en muchos en vías de desarrollo33-35. Un estudio epidemiológico reciente en nuestra ciudad, Mérida, Venezuela, demostró que la frecuencia de sobrepeso y obesidad en escolares fue de 23,5% (sobrepeso 13,8% y obesidad 9,7%), mayor a la obtenida en el año 2005 que era de 15,4%25. La obesidad se ha incrementado en proporciones epidémicas y su prevalencia en niños y adolescentes va en aumento, sin que se hayan iniciado estrategias preventivas globales y coordinadas para evitarlo36-39.
Tabla IV. Variables antropométricas y bioquímicas en los niños obesos, clasificados según la presentación de esteatosis hepática (EH).
En este grupo de niños y adolescentes con obesidad, al igual que en la gran mayoría de los estudios al respecto33,39-41, se confirma la asociación de la obesidad infantil con una alta frecuencia de obesidad visceral, de pre-HTA, de dislipidemia, principalmente déficit de C-HDL y elevación de Tg y de resistencia a la insulina, factores considerados de riesgo cardiovascular. No se observaron casos de diabetes mellitus o HTA, sin embargo, en otros estudios se han comunicado complicaciones aún más severas de la obesidad desde la edad pediátrica que las halladas por nosotros, tales como una verdadera HTA42, insulinoresistencia asociada a intolerancia a la glucosa y diabetes mellitus tipo 243,44, disfunción endotelial45, síndrome metabólico y arterosclerosis temprana46.
En relación con la esteatosis hepática, esta es una entidad cuya importancia ha sido reconocida recientemente como un desorden hepático pediátrico4. Su patogénesis no está completamente esclarecida, sin embargo, se sugiere un evento inicial donde existe un desorden en la captación, síntesis, degradación y/o secreción hepática de ácidos grasos libres que llevan a la acumulación de lípidos en los hepatocitos, resultando en esteatosis macrovesicular; estos cambios hacen al hígado susceptible para un segundo evento que puede resultar en cambios inflamatorios y progresión de la enfermedad4. La progresión del estado de EH hacia la esteatohepatitis no alcohólica en adultos osciló entre 26 y 37% de los pacientes en un periodo de seguimiento de 3 a 6 años, y la continuación hacia cirrosis fue documentada en el 9% de los pacientes47-49; los factores de riesgo independientemente asociados a esta progresión fueron la diabetes y la presencia de fibrosis en la biopsia inicial. En niños, es difícil determinar la historia natural de la EH debido a la ausencia de estudios prospectivos a largo plazo; A-Kader y col.50 recientemente comunicaron el seguimiento de 18 niños con EH durante 28 meses, encontrando que no hubo cambios en 8 de los pacientes, 3 tuvieron regresión del cuadro después de la pérdida de peso y 7 mostraron progresión de la fibrosis, incluyendo 1 paciente que hizo una cirrosis, luego de una significativa ganancia de peso en corto tiempo.
La excesiva adiposidad, característica de la obesidad se ha asociado con un desbalance entre citoquinas protectoras como la adiponectina y citoquinas pro-inflamatorias como el factor de necrosis tumoral alfa (FNT±), con un predominio de éste último, lo que conduce a trastornos en la acción de la insulina (resistencia a la insulina) con acumulación grasa, inflamación y muerte celular4. De allí la alta frecuencia de EH en la obesidad, la cual se ha reportado que afecta del 57 al 74% de los individuos adultos, mientras que en la población general se describe en el 10 a 24%6,10,51. La prevalencia de hígado graso diagnosticado por ecografía en 810 escolares del norte de Japón fue de 2,6%52; en niños y adolescentes obesos oscila entre 22 y 52% según algunos autores13,51 y entre 12 y 80% según otros6. En nuestro grupo de niños obesos se encontró una frecuencia del 45% de EH, con un grado moderado de afectación en la mayoría de ellos, cifra similar a la reportada en la literatura; además, se comprobó que el grupo de niños con EH presentó niveles significativamente mas altos de IMC, de circunferencia abdominal, de área grasa, de insulina post-carga de glucosa y principalmente de niveles de aminotransferasas y fosfatasas alcalinas. De éstas variables, el IMC entre las medidas antropométricas y la AST entre las bioquímicas, fueron las que tuvieron más peso en el análisis de regresión logística. La presencia de EH tuvo una asociación muy significativa con la elevación de AST y ALT.
Similar a nuestros resultados, el hígado graso se ha reconocido como una causa frecuente e importante de elevación de aminotransferasas y de daño hepático crónico53. Las enzimas hepáticas pueden ser normales en niños con EH y los niveles normales de aminotransferasas no excluyen el diagnóstico4, de hecho, en nuestro grupo, el 60% de los niños con EH tenía niveles normales de AST y el 40% de ALT, sin embargo, es de hacer notar que todos aquellos niños obesos sin EH tenían niveles normales de aminotransferasas y los niveles promedio de estas enzimas fueron significativamente más altos en los pacientes con EH, a pesar de que todos eran obesos. Así, un paciente obeso con elevación de las aminotransferasas tiene una alta probabilidad de presentar hígado graso no alcohólico.
Según algunos autores, la resistencia a la insulina es el factor mas reproducible en el desarrollo del HGNA13; Sung y col.6 en su estudio sobre los hallazgos clínicos e histológicos de 80 niños con HGNA, encontraron que todos tenían sobrepeso u obesidad y el 96% tenían resistencia a la insulina, con niveles promedio del índice HOMA-IR en el grupo de niños que presentaba esteatosis simple de 4,7±3,3; en nuestro grupo de niños obesos, solo el 22,7% presentaba resistencia a la insulina y los valores de HOMA-IR en el grupo con esteatosis fueron mucho menores, de 2,54±1,88 y no se observó asociación estadística entre la presencia de EH y la resistencia a la insulina. Los niveles de insulina y del índice HOMA-IR en nuestra población infantil son característicamente más bajos que los reportados en estudios similares en la literatura, situación que ha sido observada y comentada anteriormente54.
De manera similar, en este grupo de pacientes no se pudo establecer asociación entre la presencia de EH y la dislipidemia ya que todos los pacientes, excepto uno, presentaron algún tipo de alteración lipídica. Los niveles promedio de los lípidos del grupo de niños y adolescentes obesos con EH no fueron diferentes de aquellos sin EA. Nuestros resultados coinciden con los de otros estudios55,56 y difieren de otros donde se reporta una asociación de EH con hipertri-gliceridemia57. El perfil lipídico de nuestros pacientes con EH estaba menos alterado que el de los pacientes con esteatosis simple en el estudio de Sung y col.6, excepto por el nivel de C-HDL, que fue mucho menor en nuestro grupo de pacientes (34,50±12,67 vs 54,6±15,8). Esta disminución del C-HDL fue evidente incluso en los pacientes sin EH y ha sido un hallazgo en la mayoría de los trabajos realizados en niños de nuestra ciudad25 situación que debe ser analizada en estudios epidemiológicos más completos.
Con respecto al sexo, la literatura señala una mayor frecuencia de hígado graso en las niñas58-60, aunque estudios recientes han mostrado una afectación similar entre los sexos, y hasta una mayor frecuencia en los niños4. En este grupo de niños obesos, la EH fue mas frecuente en el sexo femenino, aunque no de manera significativa.
En la ecosonografía, método diagnóstico utilizado en este estudio, la infiltración grasa del hígado produce un incremento difuso en la ecogenicidad, comparada con la de los riñones y tiene una sensibilidad del 89% y una especificidad del 93% para detectar esteatosis simple, en comparación con la biopsia hepática13; otros trabajos han reportada una sensibilidad hasta del 100%61. Es un método aceptado para diagnosticar EH, sobre todo si se asocia con las determinaciones de enzimas hepáticas. La biopsia hepática es el estándar de oro para el diagnóstico del HGNA y es el único método que puede diferenciar esteatohepatitis y fibrosis de una esteatosis simple, sin embargo, es un procedimiento de alto costo e invasivo por lo que no se usa de rutina en la edad pediátrica, pero se debe realizar ante la sospecha de progresión de la enfermedad.
La asociación de obesidad con otros factores de riesgo puede potenciar el desarrollo de una esteatosis hepática; se debe descartar su presencia en aquellos niños obesos con acantosis nigricans, resistencia a la insulina y/o hiperglicemia o diabetes, síndrome metabólico, niveles elevados de triglicéridos y bajos de C-HDL y principalmente, con elevación de aminotransferasas62-64.
Es urgente la necesidad de desarrollar estrategias adecuadas de fomento de la salud, para promover cambios en los hábitos alimentarios y en la actividad física desde la edad infantil, con el objeto de formar hábitos y conductas que permanezcan en el tiempo, como medidas preventivas de la obesidad y de sus complicaciones, incluyendo el HGNA. La participación comunitaria y de las escuelas es fundamental en cualquier intervención que espere obtener éxito en la población. Este debe ser un compromiso de los miembros de toda la comunidad, en especial del pediatra y del resto del equipo de salud.
Con estos resultados, se puede concluir que la EH es una complicación frecuente de la obesidad en niños y adolescentes, y se asocia con los indicadores de adiposidad, principalmente el IMC, así como con los niveles de aminotransferasas.
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