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Comunidad y Salud
versión impresa ISSN 1690-3293
Comunidad y Salud vol.9 no.2 Maracay dic. 2011
Las redes sociales. Un compromiso de la Investigación y la Educación en la construcción de la Paz del Siglo XXI.
Social networks. A research and education commitment in the construction of Peace for the 21st Century.
Iris Terán L.1
1Médica. Docente - Investigadora.Coordinadora de la Línea de Investigación "Calidad de Vida y Derechos Sociales" Unidad de Investigación y Estudios en Salud Pública (UNIESAP). Facultad de Ciencias de la Salud-Sede Aragua. Universidad de Carabobo. Correspondencia: iriselt@gmail.com.
Recibido: Octubre, 2011 Aprobado: Noviembre, 2011
La Investigación para la paz, iniciada después de la Segunda Guerra Mundial, persigue la reducción de la violencia y busca conocer los mecanismos y la dinámica de los conflictos para encontrar vías de solución pacífica a los mismos, a través del estudio de los cambios de comportamiento de las sociedades. La educación para la paz constituye, desde sus orígenes, junto a la acción para la paz, uno de los principales objetivos de la Investigación para la paz. Y esto es así porque se parte de la convicción de que la paz en sentido positivo, como proceso íntimamente relacionado con los avances de las sociedades, necesita métodos y estudios científicos que analicen situaciones contrarias a la cultura de la paz y aporten y orienten soluciones (investigación); requiere la información y la formación de la ciudadanía sobre las problemáticas mundiales para buscar y trabajar en la solución creativa y positiva de las mismas (educación); y, exige la puesta en práctica de medidas, recursos y esfuerzos humanos que construyan la paz (acción).
En 1974, la resolución 11.1 de la Asamblea de la UNESCO1 declara:
La paz no puede consistir únicamente en la ausencia de conflictos armados, sino que entraña principalmente un proceso de progreso, de justicia y de respeto mutuo entre los pueblos, destinado a garantizar la edificación de una sociedad internacional en la que cada cual pueda encontrar su verdadero lugar y gozar de la parte de los recursos intelectuales y materiales del mundo que le corresponde y que, la paz fundada en la injusticia y la violación de los derechos humanos no puede ser duradera y conduce inevitablemente a la violencia.
Johan Galtung (1985)2, ha sido pionero en desarrollar, la concepción de lo que se entiende por paz relacionada con la violencia y ha significado una referencia fundamental en la llamada Investigación para la Paz. Para este autor, la paz se concibe en términos de ausencia de violencia. Así: "la violencia está presente cuando los seres humanos se ven influidos de tal manera que sus realizaciones efectivas, somáticas y mentales, están por debajo de sus realizaciones potenciales".
Esto implica la descripción de un conjunto amplio de fenómenos en que las personas son (o se ven) imposibilitadas de realizarse en los diferentes planos del desarrollo de su individualidad (autonomía) por causas visibles (violencia directa) o menos visibles (violencia estructural y violencia cultural) en estrecha relación con el grado de satisfacción de las necesidades humanas básicas.
En esta caracterización de diferentes tipos de violencia, el planteamiento de Galtung2 posee una virtud adicional: su definición de paz escapa a una concepción lineal y unidimensional de la misma. No se trata de saber si las sociedades se aproximan con mayor o menor grado a un tipo ideal de paz, como una situación final, o estado, sino discernir en el presente cómo éstas identifican y resuelven los tipos de violencia que generan o a los que se enfrentan. La paz, por consiguiente, se construye; es un proceso social permanente. El estudio empírico de la paz significa, entonces, abandonar cualquier concepción que suponga un estado pacífico ideal. Se trata también de identificar cuáles son los espacios presentes de la violencia construidos históricamente por las sociedades.
Para este autor el potencial para la violencia, como para el amor, está en la naturaleza humana, pero las circunstancias condicionan la realización de ese potencial. En este sentido propone que, para construir la paz se requiere primero de conocer y trazar el mapa de la violencia, que lo relaciona con un triángulo en cuya cúspide o vértice visible se sitúa la violencia directa, real, ejercida, relacionada proporcionalmente con los otros vértices (base) más ocultos o menos visibles constituidos por la violencia cultural y la violencia estructural. En otras palabras, parafraseando a Galtung, si las culturas y estructuras violentas producen violencia directa, entonces tales culturas y estructuras también reproducen la violencia directa.2
Esto implica que la paz debe construirse en la cultura y en la estructura y no sólo en la "mente humana". No basta, por otro lado, reconstruir sólo la paz después de un conflicto bélico, sino que deben buscarse alternativas para transformar las estructuras y las raíces de las mismas que se encuentran en la propia cultura.
En este mismo orden de ideas, Fisas (1998)3 propone la descripción de las dimensiones de los conceptos de paz: "Si la ausencia de guerra podemos denominarla como paz negativa, la ausencia de violencia equivaldría a paz positiva, en el sentido de justicia social, armonía, satisfacción de las necesidades básicas (supervivencia, bienestar, identidad y libertad), autonomía, diálogo, solidaridad, integración y equidad". La paz en su concepción actual es la suma de tres tipos de paces: paz directa (regulación no violenta de los conflictos), paz cultural (existencia de valores mínimos compartidos) y paz estructural (organización diseñada para conseguir un nivel mínimo de violencia y máximo de justicia social).
La existencia de un consenso y acuerdo conceptual que define la paz en relación no con la guerra sino con la violencia, significa la superación de la misma buscando sus raíces profundas tanto en el plano más visible (violencia directa) como en los más ocultos (violencia cultural y violencia estructural): la paz es un proceso gradual y permanente de las sociedades en el que poco a poco se instaura lo que se llama justicia.
No es casual, que esta concepción de paz positiva esta implícita en la declaración de valores garantizados y expresados en el contrato social que contempla nuestra carta magna, orientando, contribuyendo y promoviendo de esta manera la construcción de lo que conocemos como "calidad de vida o bienestar". Pero es necesario ser conscientes de que la paz, en ese escenario, es un camino emprendido, repleto de errores, de ensayos, de búsquedas nuevas y creativas que tratan de superar los retos del presente y anticiparse al futuro.
Esas tentativas no son siempre perfectas y, por consiguiente, no debemos caer en la tentación de considerar la paz como una meta final, como un estado inamovible, perpetuo. Muy al contrario, la paz es el resultado de nuestras relaciones humanas, pero no únicamente de estas relaciones, porque la misma paz es un fenómeno a la vez interno y externo al ser humano. Como fenómeno interno no basta con conseguirla "en la mente de los hombres", sino también en otros espacios: en la cultura, en las estructuras organizativas, en la economía, en la dimensión política y en lo social.... Pero a su vez también en el plano más externo: en su dimensión ecológica. De ahí que la paz tenga un enfoque holístico, pues se trata de buscar una armonía, un equilibrio tanto con nosotros mismos y con los demás, como con el medioambiente. Esto revela la necesidad de un empoderamiento pacifista guiado por un nuevo enfoque de lo que entendemos por paz, pero no de paz como algo perfecto, acabado, perpetuo, sino como un proceso imperfecto, inacabado. De ahí que algunos investigadores, entre ellos Muñoz (2001), opten por la llamada paz imperfecta que conlleva: una ruptura con las concepciones anteriores de la paz como algo perfecto y no alcanzable en el día a día; con el reconocimiento de las realidades, prácticas y acciones pacifistas y sus capacidades para actuar y transformar su entorno más cercano con la anticipación y planificación de los posibles futuros escenarios conflictivos.4
Si el concepto de paz positiva marcó una ruptura con la noción tradicional estableciendo la relación de paz no con la guerra sino con la violencia; la paz imperfecta señala un avance por cuanto si bien reconoce la imperfección de la condición humana, también percibe que nuestras relaciones están caracterizadas por decisiones y acciones guiadas, la mayoría de las veces, por la regulación pacífica o no violenta de los conflictos lo que permite que los seres humanos en nuestras continuas tentativas, procesos y ensayos tengamos cotidianamente más momentos de paz que de violencia o de guerra. La paz es el proceso de búsqueda de justicia en los diferentes niveles de relación humana. Es un concepto dinámico el cual nos lleva a hacer brotar, arrostrar y solventar los conflictos de manera no-violenta, con el fin de alcanzar una concordia de la persona consigo misma, con la naturaleza y con los demás.
La educación para la paz radica tanto en su método como en su contenido. La paz no es una meta, sino un proceso, por el que hay que aprender a entrar en los conflictos y resolverlos de forma positiva sin usar la coacción.
Esto compromete a educadores e investigadores a asumir una nueva orientación epistemológica y didáctica que consiste en:
- Investigar, siguiendo a Martínez (2001),5 "las características de los momentos de paz reconociendo su carácter procesual y, por consiguiente, imperfecto, en lugar de basar la investigación en la guerra o la violencia";
- Educar aprovechando como elemento esencial de nuestro aprendizaje dialógico esas vivencias y experiencias positivas que favorecen las relaciones humanas y que resuelven de manera pacífica, casi siempre, nuestros conflictos de intereses. Educación por consiguiente optimista, fundada en el respeto compartido por la dignidad humana y por la construcción colectiva de una ética mínima sobre la que se sostiene la convivencia;
- Actuar a favor de la construcción de la paz desde los espacios más cercanos a los más distantes, buscando el establecimiento de redes que posibiliten transformaciones y cambios en todos los ámbitos a través de la cooperación y su fuerza sinérgica resultante.
Las Redes de Constructores de Paz, son estructuras dinámicas de tejido social, que pretenden trascender el espacio académico universitario, en su rol de "buscar de soluciones puntuales para los problemas de la sociedad" y asumir los retos de la visión compleja de la realidad social y comprometernos con procesos continuos de fortalecimiento y promoción de solido proceso de construcción de ciudadanía, que promueva la participación y la creatividad de los diferentes actores sociales, en la edificación proactiva de espacios colectivos de intercambio y reflexión de la hermenéutica comunitaria, mediante procesos de participación acción, que permitan desde una visión holística, multidisciplinaria y transectorial, acordar el camino, concertando las responsabilidades y los esfuerzos individuales e institucionales plasmados en el diseño colectivo de políticas y propuestas de solución, que den respuestas pacíficas, a corto, mediano y largo plazo, a la satisfacción de las necesidades de los seres humanos que conforman los diferentes territorios sociales de las comunidades.
En la Sede Aragua de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Carabobo, la Unidad de Investigación y Estudios en Salud Pública (UNIESAP), a través de su Línea de Investigación Calidad de Vida y Derechos Sociales; asumió mediante una alianza estratégica con el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) adscrito al Laboratorio de Ciencias Sociales LACSO, el reto y el compromiso de promover la conformación en el estado Aragua, de la Red de Constructores de Vida en los Municipios Francisco Linares Alcántara y Santiago Mariño, involucrando en una primera etapa a 36 establecimientos de educación preescolar, básica, diversificada y superior, logrando mediante el desarrollo de talleres, formar 110 Constructores de Paz, entre docentes de todos esos niveles educativos, estudiantes de educación superior y miembros de los Consejos Comunales y Comunidades Educativas de ambos municipios, quienes tienen la misión de activar una red de apoyo, multidisciplinaria y transectorial, que posibilite la multiplicación de estos Talleres en cada liceo, escuela o preescolar, con el fin de promover activamente, con esperanza y convicción, la cultura de paz como alternativa de vida en nuestras comunidades, a través de un continuo y progresivo proceso de sensibilización y formación de MAESTROS, PADRES, ADOLESCENTES Y NIÑOS CONSTRUCTORES DE PAZ.
Finalmente, en la búsqueda del camino para cumplir con el compromiso ético e histórico de aportar desde el espacio de la docencia, la investigación, la extensión e interacción social y el servicio comunitario universitario; nuestro "granito de arena" para la promoción y construcción colectiva de La Cultura de Paz, en nuestra sociedad, asumiendo y reafirmando la concepción de A.J. Muste (1885 - 1967),6 expresada en la sencilla pero contundente frase:
"No hay un camino hacia la paz, la paz es camino"
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1) UNESCO. Actas de las Conferencias Centrales. Resoluciones y Recomendaciones del Programa para 19731974. 17ª. Reunión Paris Vol. I. 1972 [ Links ]
2) Galtung J. Sobre la paz, Editorial Fontamara, Barcelona. [ Links ]
3) Fisas V. Cultura de paz y gestión de conflictos, Icaria/ UNESCO, Barcelona. 1998. [ Links ]
4) Muñoz F. La paz imperfecta, Instituto Paz y Conflictos/ Universidad de Granada, Granada. 2001 [ Links ]
5) Martínez V. La Paz Imperfecta. Una Perspectiva desde la Filosofía para la Paz. En: Muñoz F. La Paz Imperfecta. Instituto Paz y Conflictos. Universidad de Granada. Granada, España, 2001. [ Links ]
6) A.J. Muste. Memorial Institute. 1985-1987. Disponible em http://www.a/musk.org/. [ Links ]












