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Comunidad y Salud
versión impresa ISSN 1690-3293
Comunidad y Salud vol.11 no.1 Maracay jun. 2013
Determinantes socioculturales que condicionan la masculinidad y su impacto en la salud sexual y reproductiva de los hombres.
Karina Abou Orm Saab 1, Marbella Camacaro Cuevas 2
1 Médica. Asistente a la Investigación de la Unidad de Investigación y Estudios de Género Bellacarla Jirón Camacaro.
2 Doctora en Ciencias Sociales. Coordinadora de la Unidad de Investigación y Estudios de Género "Bellacarla Jirón Camacaro" Universidad de Carabobo Núcleo Aragua. Correspondencia: bellacarla1802@hotmail.com
RESUMEN
La masculinidad como construcción cultural responde a las características que socialmente definen a los hombres, quienes se vinculan a un poder estructurado y expresado por sus comportamientos sexuales con el fin de probar su virilidad, por lo que ésta les vincula con conductas sexuales permisivas y de constantes riesgos para su salud sexual y reproductiva y su calidad de vida. El objetivo de esta investigación fué: Analizar los determinantes socioculturales que condicionan la masculinidad y su impacto en el perfil socioepidemiológico de la salud sexual y reproductiva y calidad de vida de los hombres desde el enfoque de género. Consulta de urología HCM (2do trimestre 2012). Se realizo un estudio retrospectivo y de campo desde la metodología de género. La muestra consistió en 110 pacientes masculinos consultantes, seleccionada por un muestreo probabilístico con un 95% de confianza y 9% de error máximo de estimación. Para la recolección de la información se utilizó un cuestionario con preguntas cerradas. Los resultados obtenidos reflejan que los hombres no emplean métodos anticonceptivos (71,81%); ni consideran la vasectomía (100%); las infecciones de transmisión sexual son su principal preocupación (ITS) (73,64%); consideran que el preservativo masculino disminuye su placer sexual (74,55%); la principal preocupación sobre su sexualidad es la impotencia (50,91%); asocian la virilidad con potencialidad sexual (61,82%); el diagnóstico de patología prostática a través del tacto rectal se
PALABRAS CLAVE:
Socialización, masculinidad, sexualidad, virilidad.Sociocultural determinants that influence the masculinity and its impact on men´s sexual and reproductive health.
ABSTRACT
Approaching the Problem: Masculinity as a cultural construction responds to the characteristics that socially define men, they are associated to a power structured and expressed by their sexual behaviors, in order to prove their manhood, so that it involves them with permissive sexual behaviors and constant risks to their sexual and reproductive health and quality of life. Objective: Analyze the socio-cultural determinants that affect masculinity and its impact on the epidemiological profile of the sexual and reproductive health of men from a gender studies perspective. Methodology: descriptive field study. Sample: 110 male patients consulting. Collection technique: closed questionnaire. Data analysis: registration, tabulation and classification. This study was made from the gender studies methodology. Results: men do not use contraception (71,81%); they don't consider vasectomy (100%); sexually transmitted diseases (STD) are their main concern (73,64%); they consider that male condom reduces their sexual pleasure (74,55%); the main concern about their sexuality is sexual impotence (50,91%); they associate virility with sexual potential (61,82%); diagnosis of prostate disease by digital rectal exam is generally associated with mockery (61,8%); they also consider that this exam is not needed (31,82%). Conclusion: they don't use contraception, the main concern is the risk of STIs and they don't conceive family planning as their responsibility, expressing rejection of the male condom because they conceive it as an inhibitor of their sexual pleasure, they also associate reproductive health care with disqualification of virility.
KEY WORDS:
Socialization, masculinity, sexuality, virility.Recibido: Diciembre, 2012 Aprobado: Mayo, 2013
INTRODUCCIÓN
La salud masculina, y sobre todo la salud sexual y reproductiva de los hombres, se ve condicionada por la construcción genérica de la masculinidad, ya que ésta responde a diferentes procesos de salud y enfermedad entre hombres y mujeres que no se basan exclusivamente en las categorías biológicas y/o socioeconómicas, sino que éstas confluyen con un determinado rol social que ha sido establecido históricamente por la cultura y que por lo tanto, caracteriza comportamientos específicos para cada sexo. Estas diferencias nacen a partir de que las relaciones de género son basadas en un complejo proceso de socialización, en donde el contexto sociocultural construye, a partir de las características sexuales, una concepción de lo que es masculino y femenino que resulta en sentimientos, emociones, actividades y comportamientos sexuales -o no sexuales-, que tienen evidentemente un impacto diferente en la salud de hombres y mujeres, ya que la salud o la enfermedad se ven determinadas por el hecho de pertenecer a uno u otro sexo, y en este caso, la salud en relación a los hombres y a su masculinidad se articula directamente con lo que se ha concretado como poder masculino, que se estructura en la sociedad a partir de un "ser hombre" que indudablemente los vincula con conductas de constantes riesgos y por lo tanto condiciona una forma de cuidar su salud, enfermar y morir diferente al de las mujeres, tal como lo afirma la Organización Panamericana de la Salud (OPS) "La comprensión de la forma en que los factores biológicos y sociales interactúan en diferentes aspectos de la salud se torna fundamental para entender cómo funciona el género en su relación con la salud. Ello tiene consecuencias no solo para la salud de las mujeres sino, también para la de los hombres".1
Comprender que los roles designados a cada sexo compromete significativamente las conductas que adoptan los/as individuo/as en todas las culturas, es necesario para establecer nuevas políticas de educación y salud que incluyan y comprendan estos procesos que corresponden a los pilares fundamentales y determinantes de la vida, salud y muerte, en donde los hombres expresan estos procesos desde la construcción social de la masculinidad que les identifica como grupo, por lo que justamente a partir del estudio de la construcción de la masculinidad se comprenden sus procesos de vida. En este caso, el cuidado del cuerpo y la salud están asignados socialmente a roles femeninos, mientras que los hombres, siguiendo los preceptos de la masculinidad hegemónica en la sociedad, deben medir su hombría a partir de comportamientos que se entienden Determinantes socioculturales que condicionan la masculinidad y su impacto en la salud sexual y reproductiva de los hombres. 26 como de dominio masculino, caracterizado por ejemplo, por lo tosco, los excesos, el consumo de alcohol y la velocidad automotriz. En este punto, existen dos aspectos importantes de mencionar en la esfera de la masculinidad, la primera es el hecho de que los hombres, según estos preceptos, se encuentran y conciben como despreocupados por el cuido de su propia salud: un hombre que actúa correctamente con arreglo a su género debe estar poco preocupado por su salud y por su bienestar general. Simplemente, debe verse más fuerte, tanto física como emocionalmente, que la mayoría de las mujeres ( ) debe hacer frente al peligro sin miedo, asumir riesgos a menudo y preocuparse poco por su propia seguridad".2 En este sentido, el otro aspecto importante por resaltar, es el hecho de que la masculinidad se mide especialmente a través su comportamiento sexual, convirtiéndose casi en el pilar fundamental de la demostración social de virilidad, como lo explica la OPS en la hoja informativa para involucrar a los hombres en la salud sexual y reproductiva: "La virilidad de un hombre es medida por sus conquistas sexuales, el número de sus hijos, y por el comportamiento de las mujeres en su círculo familiar/social (la esposa, las novias, las hijas, la madre etc.)". 3
En relación a lo anterior, es necesario acotar que esta investigación se realiza desde el enfoque de género, por lo que la masculinidad a la que se hace referencia, se trata de una estructura social que ha sido cosificada, idealizada y valorizada; es decir, la masculinidad que se acepta como un modelo de conductas, percepciones y estimaciones que sitúa a los hombres en relaciones basadas en poder, en la división y en la jerarquización sexual, así como en una expresión de una sexualidad permisiva y riesgosa, por lo que determinar los patrones masculinos establecidos socialmente y su carácter prioritario en la agenda de salud para establecer políticas públicas que incluyan al sector masculino, se vuelve una necesitad emergente de indudable valor para la construcción de una sociedad más sana y atravesada por la búsqueda de equidad de género, sobre todo en materia de la salud sexual y reproductiva, ya que los preceptos de ésta masculinidad hegemónica responden en virtud a un comportamiento sexual y reproductivo de exposición y riesgo para hombres y mujeres, tal como lo describen Hardy y Jiménez "Las conquistas amorosas, la erección del pene, la penetración y las proezas sexuales son símbolos de autoafirmación de virilidad. De ésta forma, la afirmación de su identidad masculina exige del varón comportamientos sexuales que se basan en correr riesgos y en una falta de cuidados de ellos mismos y de sus parejas. Esta total indiferencia con relación a actitudes preventivas, así como las relaciones sexuales irresponsables, son conductas que favorecen las enfermedades de transmisión sexual y el embarazo de deseado".4 Esto lo reafirma la OPS en su hoja informativa "La investigación en cuatro ciudades capitales en América Latina encontró que entre un 22% y 55% de los hombres estuvieron de acuerdo con la afirmación de que los hombres no pueden decir "no" a las relaciones sexuales ( ) Un estudio costarricense reveló que un 99% de las mujeres alegaron haber tenido no más de cinco parejas sexuales en su vida, mientras un 55% de los hombres declararon seis o más". 3
Esta discusión se encuentra avalada por la Norma Oficial para la Atención Integral de la salud Sexual y Reproductiva, instrumento que ha sido aprobado por el Ministerio del Poder Popular para la Salud y que posee aspectos muy importantes para éste trabajo, uno de ellos es que dicha norma esta transversalizada por el enfoque de género, por lo que queda evidenciado la importancia de vislumbrar, cómo la sexualidad de hombres y mujeres se ve atravesada por su rol genérico: "de modo que, los niños son socializados para alcanzar la masculinidad, con pautas más directas, permisivas, afirmadoras respecto al cuerpo, genitales y expresiones de la sexualidad y negadoras de las expresiones afectivas, emocionales y exaltando las conductas audaces y violentas. Mientras que a las niñas las pautas están dirigidas a una feminidad y son restrictivas, indirectas, negadoras de su cuerpo, genitales, expresiones de su sexualidad considerándolas "peligrosas", y aceptando las manifestaciones afectivas".5
Éste orden social establecido, conlleva a consecuencias diversas en el ámbito de la salud, por lo que toda la información que se expone, conforma entre sí la fundamentación del problema a investigar en este estudio, en aras de evidenciar lo innegable del condicionamiento social que tienen los procesos de salud-enfermedad vinculados al sexo y sobre todo que esto converja en la información socioepidemiológica necesaria para la formación de nuevas políticas de salud y equidad que visibilice a los hombres y se les involucre en una nueva lógica que permita desde una nueva masculinidad tener una vida y comportamiento de acuerdo a un rol saludable para ellos y para las mujeres.
Con este planteamiento nos trazamos como objetivo, analizar los determinantes socioculturales que condicionan la masculinidad y su impacto en el perfil socioepidemiológico de la salud sexual y reproductiva y calidad de vida de los hombres desde el enfoque de género. Con el propósito de:
1. Identificar determinantes socioculturales que impactan en la salud sexual y reproductiva y calidad de vida de los hombres que acuden en un trimestre al servicio de urología del Hospital Central de Maracay.
2. Establecer conductas de la sexualidad que impactan el perfil socio epidemiológico de la salud sexual y reproductiva y calidad de vida de los hombres.
3. Analizar cómo los determinantes socioculturales condicionan conductas de la sexualidad de los hombres que impactan en su salud sexual y reproductiva.
METODOLOGÍA
Se trató de una investigación descriptiva, siguiendo un diseño de campo en donde la recolección de datos fue directamente desde los sujetos investigados, sin manipular o controlar variable alguna.6 La población fue conformada por 809 pacientes masculinos que acudieron a la consulta del servicio de urología del Hospital Central de Maracay en el período Abril-Junio 2012, teniendo ésta población un comportamiento secular que permite representar a las variables estudiadas. Este servicio de urología cuenta con un gran número de pacientes masculinos y sus actividades se vinculan con la salud sexual y reproductiva de los hombres; además de ser un espacio completamente accesible para la investigación. La muestra de 110 pacientes, fué cálculada con un 95% de confianza y 9% de error máximo de estimación.
Para la recolección de datos, se empleó como instrumento un cuestionario de preguntas cerradas de selección simple, cuya validación se alcanzó mediante dos pruebas pilotos, quedando estructurado con preguntas que recogían experiencias y creencias sobre la salud sexual y reproductiva de los encuestados. Los términos empleados en las preguntas fueron tomados de otra que realizamos con un abordaje cualitativo a través del análisis del discurso enmarcado en la línea de investigación,7 con el objetivo de usar un lenguaje cotidiano que facilitara su compresión a los encuestados. El análisis de los datos se realizó, estableciendo la frecuencia de las respuestas obtenidas y realizando correlaciones estadísticas entre algunas de ellas.
Esta investigación se realizó transversalizada con la metodología de género, la cual no excluye pero si desborda el ámbito de lo fisiológico para centrarse en la trama de influencias recíprocas que median entre los factores biológicos ligados al sexo, las definiciones y valoraciones que la cultura asigna diferentemente a hombres y mujeres, y los patrones que rigen las relaciones inter e intra-sexo.8 Un enfoque de salud relacionado con el género, es decir, que diferencia los factores biológicos y sociales a la vez que explora sus interacciones y que tiene en cuenta la forma en que la desigualdad influye en las experiencias de salud, sirve de orientación para identificar las propuestas apropiadas del sistema de atención de salud y de la política pública en general".1
RESULTADOS
La distribución de los participantes en relación a la edad fué principalmente de 39,09% para las edades entre 51 y 60 años; 31,82% para el grupo de edad de 41 a 50 años; y de 15,45% entre los 31 y 40 años de los cuales 40,9% correspondían al estado civil soltero, 32,7% a uniones concubinas, 21,8% casados y el resto pertenecían a la categoría de viudos y divorciados (4,5%). En relación a la información obtenida sobre su salud sexual y reproductiva, se obtuvo que 50,90% de los hombres encuestados, no emplea ningún método de protección contra enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados, cuando se encuentra con parejas sexuales ocasionales ni con parejas formales; así mismo se evidencia una relación significativa, pues aunque 18,18% emplea métodos de protección, sólo lo realiza cuando se encuentra con parejas ocasionales sin emplearlos en encuentros sexuales con una pareja formal, conductas sexuales que tienen un impacto significativo sobre su salud sexual reproductiva. Tabla1 (p < 0,05).
Tabla 1. Utilización de Anticonceptivos en Encuentros Sexuales
Otro dato relevante, es que entre las inquietudes que presentan los hombres en cuanto a mantener relaciones sexuales, 73,64% refiere preocuparse más por contraer infecciones de transmisión sexual que de la prevención de embarazos no deseados, no considerando además la vasectomía a lo largo de sus vidas como un posible método de anticoncepción, la cual responde a la construcción cultural de la masculinidad, donde queda evidenciado que la planificación familiar no es percibida como responsabilidad de los hombres, y aún cuando un pequeño porcentaje de encuestados (26,36%) refieren preocuparse por un embarazo no deseado, tampoco han considerado la vasectomía como una posibilidad; es decir, el total de los hombres encuestados (100%), nunca ha considerado la vasectomía. Tabla 2
Tabla 2. Estimación de inquietudes sobre encuentros sexuales considerando la vasectomía como método anticonceptivo
Es importante señalar, que a pesar de que un porcentaje elevado concibe a las infecciones de transmisión sexual como un riesgo amenazante (Tabla 2), no emplean métodos de protección como se demostró en la tabla 1, esto evidencia que prevalece una socio-cultura que construye la creencia de que el preservativo masculino disminuye el placer sexual, lo que queda evidenciado en 74,55% de los encuestados (Tabla 3), resultado alarmante ya que el mito prevalece, a pesar de la sencillez de uso y de eficiencia que brinda éste método en la protección de la salud y en la anticoncepción.
Tabla 3. Uso de preservativo
Así mismo, los hombres manifestaron que entre sus temores en relación a su sexualidad, se encuentran los siguientes: padecer en algún momento de impotencia sexual (disfunción eréctil) (50,91%); eyaculación precoz (20,09%) y no complacer a su pareja (19,09%) (Tabla 4). Los datos demuestran que los miedos se inclinan hacia eventos que pongan en tela de juicio su virilidad, la cual se mide desde la funcionalidad de los órganos sexuales (genitalidad), prevaleciendo una conducta en tanto macho y no, en tanto género humano, ya que cualquiera de estos eventos que les atemoriza, pueden estar vinculados a condiciones humanas más que a la pérdida de la virilidad entendida en la sociedad patriarcal.
Tabla 4. Temores en relación a la sexualidad
Igualmente, se evidencia que la mayoría de los hombres asocian la virilidad principalmente con la potencialidad sexual (60,91%) hecho que se relaciona con los datos anteriores, en donde la mayoría teme sufrir de algún episodio de disfunción eréctil en algún momento de sus vida, ya que sus actividades sexuales miden su masculinidad y ésta se ve atravesada por conductas que les pone en constantes riesgos a ellos y sus parejas (Tabla 5).
Tabla 5. Factores Asociados a la virilidad
En relación a lo que se percibe sobre el tacto rectal (Tabla 6), 61,82% de los encuestados refiere haber sido víctima de chistes y bromas sobre este método diagnóstico de patologías prostáticas; aún siendo éste sencillo y eficaz para pesquisas de ciertos padecimientos, se le otorga desvalor protagónico que pesa sobre la masculinidad, hasta el punto de que 31,82% considera que no es necesario realizarlo, quedando en evidencia nuevamente que la cultura determina el cuidado de su propia salud.
Tabla 6. Conductas y percepciones sobre el tacto rectal para detección de patología prostática
DISCUSIÓN
La construcción de la identidad masculina se vincula estrechamente con sus desempeños sexuales y la sexualidad de los hombres se consagra desde una masculinidad que cosifica sus vidas, es por ello que los resultados obtenidos en esta investigación describen algunos de los aspectos que mayor impacto pueden tener sobre la salud sexual y reproductiva y calidad de vida de los hombres, ya que se vislumbran condicionantes socioculturales de gran envergadura que concretan conductas sexuales que impactan negativamente su perfil socioepidemiológico.
Entre algunos de los aspectos a destacar, se encuentra el hecho de que existe un importante número de encuestados que no emplean ningún método anticonceptivo en la mayoría de sus encuentros sexuales, siendo 71,81% los hombres que no emplean ninguna protección durante encuentros sexuales con parejas formales y un total de 61,81% para los encuentros con parejas ocasionales, de los cuales 50,90% no emplean protección en ninguno de los casos lo que trae consigo una carga significativamente riesgosa para ellos y también para sus parejas, ya que las consecuencias de este tipo de actividades se evidencian con el hecho de que la tasa de mortalidad por VIH en Venezuela sea de 8,2 (por 100.000 hab.) para los hombres,9 en donde evidentemente la transmisión de HIV es apenas uno de los riesgos latentes como lo son otras infecciones de transmisión sexual (gonorrea, sífilis, VPH, herpes, hepatitis, etc) tal como lo corroboran otras investigaciones, como la de Hardy y y Jiménez , en donde explican que acorde a los preceptos de la masculinidad, en donde el correr riesgo, que se considera parte de la naturaleza masculina, se manifiesta inclusive en la salud reproductiva, porque habitualmente no se protegen, ni tampoco protegen a sus parejas del riesgo de transmisión de enfermedades. Una manifestación de ésta conducta es la sobremortalidad en hombres por HIV/SIDA en todo el mundo.4
La naturaleza instintiva que la cultura ha otorgado a la sexualidad masculina, también ha llevado a los hombres a no considerar además la protección en relación a los embarazos no deseados, consecuencia menos lesiva para la salud orgánica, pero que indudablemente trastoca la vida tanto de hombres como de mujeres dado que constituyen un problema individual y colectivo. Es precisamente la construcción de la masculinidad la que ha concebido históricamente a la planificación familiar como responsabilidad de las mujeres, quedando evidenciado con la mayoría de los hombres en este estudio, pues 73,64% presenta inquietudes principalmente con el riesgo de la transmisión de infecciones (Tabla 2), sin embargo, 100% nunca ha considerado la vasectomía como método de planificación familiar, resultado que evidencia como viven los hombres su salud reproductiva. En relación a lo anterior, esta investigación coincide con otros estudios realizados sobre masculinidad y salud reproductiva en el país, en donde sólo 1(1,03%) de los 200 hombres entrevistados declaró que se había realizado la vasectomía, vislumbrando que la sexualidad se vive como la reproducción, la forma de perpetuarse y en donde "los hijos constituyen la prueba de su virilidad".10 En cuanto a la vasectomía, un estudio demuestra que las principales preocupaciones de los hombres frente a este procedimiento, no invasivo, son el temor a la intervención quirúrgica, seguido por el miedo a perder la respuesta sexual, y por último el miedo subjetivo relacionado con la masculinidad ( ) expresaron preocupación de perder capacidad de erección, dejar de eyacular, disminuir la cantidad de semen que será expulsado, pérdida o disminución del placer sexual propio y de la pareja.11
La identificación que ostentan los hombres con su sexo se desarrolla y se vive validándose como masculino de acuerdo al desempeño de sus órganos sexuales, esto trae consigo otra consecuencia alarmante, como lo es que 74,55% perciben el preservativo masculino como un método asociado al displacer sexual (Tabla 3). Esto se ha constituido en un mito que prevalece en la cultura y que impacta enormemente la toma de decisiones durante los encuentros sexuales, lo cual es lamentable puesto que no es considerado por la mayoría de los hombres a pesar de que es un método de protección contra infecciones y contra embarazos no planificados que ha sido ampliamente distribuido, publicitado por instituciones para la salud como lo es la OMS y que se encuentra al alcance de un gran número de personas.
El rechazo al uso del preservativo, es una conducta masculina que se ha encontrado en otras investigaciones, las cuales explican que, aunque casi la totalidad de los hombres del estudio conoce el preservativo o condón, es apenas empleado por 13,5%.10 Se ha demostrado que existe un rechazo de los hombres al empleo de métodos de protección, independientemente de las circunstancias de sus relaciones sexuales, sean éstas con parejas con las que mantienen un vinculo o con quienes mantienen relaciones sexuales informales; esto, a pesar de conocer y presentar inquietudes en virtud de los riesgos de contraer alguna de las diferentes infecciones de transmisión sexual que constituyen graves problemas de salud pública en el país y en el mundo. Es importante mencionar que aunque este trabajo se refiere a los comportamientos sexuales de los hombres y su impacto en la vida de ellos, la salud de las mujeres también es totalmente impactada por este modelo de masculinidad que condiciona la sexualidad de los hombres desde la esfera de lo instintivo y permisivo y donde en la mayoría de los casos son ellos quienes deciden las condiciones en que se mantienen las relaciones sexuales. Es por ello que se identifican en otros estudios que el coito interrumpido y el condón son los principales métodos empleados, sobre los cuales los hombres tienen mayor dominio para decidir cuándo y con quién los utilizan.10
Como se ha mencionado, la cultura patriarcal legítima que la expresión de la masculinidad sea medida por el desempeño sexual de los hombres, en consecuencia, la mayoría de ellos se validan entre otros hombres de acuerdo a la cantidad de parejas sexuales que han tenido a lo largo de sus vidas, donde los órganos sexuales son los protagonistas de las demostraciones de virilidad. Esto lo explican en su estudio Camacaro y Abou, "es necesario hacer hincapié en que si bien el número de experiencias sexuales es casi el punto clave de la sexualidad de los hombres, la genitalidad por su parte es la expresión fundamental del poder, evidentemente refiriéndonos a la erección del pene, la penetración y la eyaculación que encarnan odas simbólicas a la masculinidad",7 coincidiendo con 50,91% de los hombres, en esta investigación que, refieren presentar temor a sufrir en algún momento de sus vidas impotencia sexual; 29,09% refiere temor a sufrir de eyaculación precoz y 19,09% presentó temor de no complacer a su pareja (Tabla 4), aspectos de la vida sexual que también corresponden a los principales temores relacionados con la vasectomía. En este sentido, los hombres perciben su identidad masculina franqueada: "nos encontramos en el adeudo de acortar que son los hombres quienes desde muy jóvenes están en la obligación de probarse o negarse como varones, es decir, las subjetividades se ven condicionadas y franqueadas de tal manera, que cuando no se cumplen las expectativas en concordancia con su rol de hombre, en el fondo el sentimiento de invalidación y desvalorización penetra las representaciones de su subjetividad ( ); la masculinidad androcéntrica se expresa fundamentalmente a través de las conductas sexuales, las cuales son consideradas por la sociedad patriarcal como conductas naturalmente instintivas, coadyuvando a que los comportamientos permisivos de los hombres se conciben culturalmente como un derecho reconocido, que no sólo posee características completamente contrarias a lo que se espera; por ejemplo, de las conductas sexuales de las mujeres, sino que socialmente los hombres encuentran sus prácticas sexuales valorizadas desde cualquier punto de vista porque los define valorativamente como hombres y que los reafirma como tal".7
En concordancia con lo anterior, este estudio demuestra que una gran cantidad de hombres (60,01%) refiere asociar la virilidad principalmente con la potencialidad sexual, lo que corrobora la discusión que se ha venido desarrollando durante esta investigación, y que han sido descritos en otros estudios, que existe una gran ansiedad en torno al desempeño sexual. Fonseca C., acota que la potencia sexual, al ser objeto de enorme preocupación, se convierte en uno de los factores que contribuye a los principales trastornos sexuales masculinos, tales como la impotencia, la eyaculación precoz y la disfunción eréctil.12 Al respecto de las inquietudes relacionadas con la complacencia de la pareja, Clare A., explica que dar placer a las mujeres constituye a menudo demasiada responsabilidad para muchos hombres, que, en tal caso recurren a prostitutas. Entre las muchas motivaciones está el hecho de que la naturaleza monetaria de la transacción les libera de la necesidad de considerar el placer de la mujer. Por supuesto, existen hombres que aman a las mujeres hasta el punto de desear satisfacerla sexualmente, pero incluso entre éstos se esconde la convicción de que excitar a una mujer es la prueba definitiva de su superioridad y poder sexual.13
Es evidente que al concebirse los órganos sexuales como protagonistas de la masculinidad, el rechazo a algún método que pueda alterar su concepción, tales como el preservativo masculino o la vasectomía, es evidentemente esperado cuando se toma en cuenta como se ha construido socioculturalmente la masculinidad, vinculada ésta principalmente con la erección del pene, la duración, la cantidad de eyaculación, e incluso el tamaño del órgano son pilares demostrativos de virilidad, respondiendo así a la genitalidad que representa la sexualidad en los hombres; de esta forma resulta la afirmación de que la identidad masculina "exigen del varón comportamientos sexuales que se basan en correr riesgos y con una falta de cuidados de ellos mismos y de sus parejas".4
Por último, se destaca que existe un descuido importante de los hombres en relación a su salud sexual y reproductiva que no sólo se evidencia con los resultados encontrados, sino que también en este estudio 61,82% de los encuestados declaró haber escuchado burlas en correspondencia al tacto rectal como método diagnóstico de padecimientos prostáticos, lo que los llena de prejuicios y temores que los distancian del cuido de su propia salud. Esto es significativo pues alrededor del examen digital rectal se han construido una serie de percepciones que se vinculan directamente con la virilidad, a pesar de que es un método de pesquisa sencillo y rápido, 31,82% refirió no considerarlo necesario, lo que corresponde a un porcentaje potencialmente elevado que atenta contra la salud pública. Vinculado a esto, un estudio realizado en Colombia, revela que las principales razones para no someterse a este estudio se encuentran el descuido, la ausencia de síntomas, la incomodidad del examen y también menciona que los hombres refieren sentirse violados y sentir vergüenza si el médico es hombre.14 Así mismo, un pequeño porcentaje de hombres (6,36%) consideran que el tacto rectal podría afectar su virilidad y hombría, por lo que es necesario establecer que la masculinidad también se basa en la negación de relaciones homosexuales, en donde éstas se consideran antagónicas a una masculinidad respetada. La homofobia incide en los temores de someterse a un examen rectal, es por ello que el estudio mencionado concluye cuatro aspectos importantes, el primero es el temor a que se considere que se ha asumido comportamientos "inadecuados", el segundo es el miedo a reconocer que se puede padecer una enfermedad mortal, el tercero es el valor que se le concede solo a las patologías que resultan sintomáticas, y por último la negativa a someterse a un examen que muchos perciben puede afectar su masculinidad.14
Como se ha descrito, los aspectos de la prevención en salud que de alguna forma infrinjan la construcción de la masculinidad terminan siendo negados por los hombres sin importar las consecuencias que resulten, es por ello que el examen digital rectal se encuentra vinculado con la susceptibilidad de la virilidad de los hombres que se sometan a éste método diagnóstico, porque justamente llega a poner en tela de juicio su identidad masculina a pesar del costo para la salud que esto pueda tener. Esto también fue demostrado en otro estudio, en donde se encuentra un miedo latente frente a la posibilidad de que el examen pudiera afectar la tendencia sexual del hombre, expresando además que el tacto rectal se vincula con humillación, violación e incluso como pérdida de la virginidad.15
Para finalizar, se destaca que la importancia de este tipo de estudio, es que la perspectiva de género permite satisfacer la necesidad de que la salud se plantee desde la discusión de los aspectos que la conforman, en este sentido y en relación a este trabajo, los hombres son construidos para ostentar una masculinidad que tiene un peso enorme sobre su salud y especialmente sobre su salud sexual y reproductiva, es por ello que evidenciar las conductas y percepciones que poseen en torno a estos temas permiten abrir espacios de reflexión para incluir políticas de salud que transversalicen este tipo de discusiones, como lo establece la Norma Oficial para la Atención Integral de la Salud Sexual y Reproductiva citada en este trabajo: "la incorporación del hombre a los servicios es una necesidad y es parte de la garantía de sus derechos sexuales y reproductivos".5
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
A pesar de que los hombres conocen los riesgos que implican mantener relaciones sexuales activas, mantienen conductas de importante riesgo que impactan su perfil socioepidemiológico.
No consideran los métodos anticonceptivos en ninguna de las posibilidades de las relaciones sexuales que mantienen.
La construcción de la masculinidad da una importancia a la genitalidad que resulta en la negación de procedimientos como la vasectomía, en la creencia de que el preservativo masculino disminuye su placer sexual y en grandes temores relacionados con la pérdida de funcionalidad sexual de sus órganos.
La mayoría de los hombres han sido víctimas de burlas en relación al tacto rectal y un grupo importante resta relevancia al procedimiento.
Se recomienda realizar ampliación de trabajos que demuestren que los determinantes socioculturales tienen un impacto significativo sobre la masculinidad y que las instituciones de salud y educación trasciendan los estudios de género para dar respuesta oportuna a los problemas que acontece en la comunidad en general.
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo fue posible gracias a la Diosa, quien conspiró encuentros desde los inicios para su realización y a todas las mujeres que conforman(mos) la Unidad de Investigación y Estudios de Género "Bellacarla Jirón Camacaro".
FINANCIAMIENTO
Este trabajo fue subvencionado por el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la Universidad de Carabobo (CDCH-UC), según oficio N. CDCH-AM- 187-11.
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