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Comunidad y Salud

versión impresa ISSN 1690-3293

Comunidad y Salud vol.13 no.2 Maracay dic. 2015

 

Cultura y modelo biomédico: reflexiones en el proceso de salud enfermedad.

María F. Baeta S.1

1Laboratorio de Biología Molecular CIADANA. Universidad de Carabobo Núcleo Aragua. Correspondencia: fatima_baeta@yahoo.com

RESUMEN

El presente ensayo tiene como propósito abordar el tema de la cultura y el modelo biomédico en el proceso de salud enfermedad a través de una serie de reflexiones. El hombre ha logrado construir diferentes conceptos sobre salud, enfermedad, formas de aliviarla, acciones para su prevención y fomento de la salud, de acuerdo con la cultura de cada sociedad y su forma de organización. El Modelo Biomédico tiene sus bases en el pensamiento racionalista cartesiano y de la física newtoniana, divide la naturaleza humana en cuerpo y mente y, el cuerpo es considerado como una estructura biológica cuyos elementos funcionan de acuerdo a leyes de la física clásica, en términos de movimientos y ajustes de sus partes. Es fundamental que en el proceso de salud enfermedad los sistemas médicos no sean vistos de manera aislada e imponente sino apreciados dentro de todo el ámbito de la cultura y la sociedad en la que funcionan. Se debe lograr un engranaje entre la cultura y el modelo biomédico en el proceso de salud-enfermedad, ya que ambos pueden lograr la complementariedad y así mejorar el bienestar social y colectivo.

PALABRAS CLAVE: Cultura, modelo biomédico, proceso salud-enfermedad.

Culture and biomedical model: reflections in the health-disease process.

ABSTRACT

This paper aims to address the issue of culture and the biomedical model in the health-disease process through a series of reflections. The man has built different concepts of health, disease, ways to relieve it, measures for prevention and health promotion, according to the culture of each society and its form of organization. Model Biomedical is rooted in the Cartesian rationalist thought and Newtonian physics, divided human nature, body and mind and the body is considered as a biological structure whose elements operate according to laws of classical physics, in terms of movement and settings of its parts. It is essential that in the process of health illness medical systems are not seen in isolation and imposing but appreciated in the entire field of culture and society in which they operate. It must achieve a gear between culture and the biomedical model in the health-disease process, as both can achieve complementarity and improve the social and collective welfare.

KEY WORDS: Culture, biomedical model, health-disease, process.

Recibido: 26/03/2015 Aprobado: 15/10/2015

INTRODUCCIÓN

Iniciaremos el ensayo con el concepto de cultura y lo que significa en el mundo de la ciencia moderna y en el proceso de salud-enfermedad. El término cultura ha cambiado su sentido a lo largo de la historia del pensamiento occidental, desde sus orígenes en el siglo XVIII.

Con la instalación del pensamiento ilustrado, sobre todo en Francia, Alemania e Inglaterra, los filósofos necesitaban nuevos conceptos que permitieran expresar la noción de humanidad, racionalismo y ética global, sintonizándose al mismo tiempo con las nuevas teorías de la evolución y los descubrimientos topológicos de la etnología sobre los grupos humanos y las diferencias raciales durante la colonización de las tierras.

Para la época aparecen dos palabras nuevas: civilización y cultura. La noción de civilización se enmarcaba en las ideas universalistas francesas, enraizada en los fenómenos sociales, mientras que la noción de cultura todavía parecía restringirse a un mundo autosuficiente del arte y la religión, opuesto al mundo material despúes de la civilización. Esto ha permitido hasta nuestros dias, que al referirnos a hombre culto, lo entendamos como aquel que tiene gran sensibilidad artística, erudición y buenos modales; era y sigue siendo un término propio de las clases educadas, privilegio de la aristocracia y la burguesía.

Una vez que se calmaron las disputas filosóficas con arduas implicaciones políticas (guerras a finales del siglo XIX, guerras mundiales del siglo XX, los movimientos fascista, nacional-socialista y marxista, las guerras étnicas de la última mitad del siglo XX), el concepto de cultura ha estado ocupando su lugar definitivo en las ciencias sociales, sobre todo en la sociología, culminada en la amplísima obra de Max Weber, considerado el fundador de la sociología cultural e insistiendo en que las creencias y los valores eran tan reales como las fuerzas materiales, tratando así de eliminar la distancia entre el idealismo y el materialismo. Estas afirmaciones significaron el paso de la filosofía política a las ciencias sociales.1

Desde el punto de vista antropológico, la cultura es definida como un conjunto de elementos que median y califican cualquier actividad física o mental que no sea determinada por la biología y que sea compartida por diferentes miembros de un grupo social. Se trata de elementos sobre los cuales los actores sociales, construyen significados para las acciones e interacciones sociales concretas y temporales, así como sustentan las formas sociales vigentes, las instituciones y sus modelos operativos. La cultura incluye por lo tanto valores, símbolos, normas y prácticas.2

La cultura define su propia forma de comprender, adecuar y clasificar su mundo de acuerdo con su ideología, y ésta define representaciones y creencias con las que se concretan formas de acción a nivel político, religioso, filosófico y en salud. Determina las propias concepciones sobre salud, enfermedad, dolor y muerte, las cuales a su vez precisaran sus formas de prevenir o curar la enfermedad, eliminar el dolor, promover la salud y cuidar la vida.

MODELO BIOMÉDICO

El Modelo Biomédico tiene sus bases en el pensamiento racionalista cartesiano y de la física newtoniana. Divide la naturaleza humana en cuerpo y mente, y el cuerpo es considerado como una estructura biológica cuyos elementos funcionan de acuerdo a leyes de la física clásica, en términos de movimientos y ajustes de sus partes.

Se integran los hallazgos clínicos con los datos de laboratorio y los descubrimientos de la anatomía patológica, se crea una estructura para examinar, clasificar y tratar las enfermedades. Desde esta orientación, básicamente patológica, se define la salud como ausencia de enfermedad, dividiéndonos entre sanos y enfermos, siendo enfermedad aquello que el médico pueda reconocer, demostrar y clasificar.

Este modelo ha constituido la base conceptual de la medicina científica moderna, donde el cuerpo humano es fragmentado y analizado desde el punto de vista de sus partes, la enfermedad es el funcionamiento defectuoso de los mecanismos biológicos o químicos y la función de la práctica médica es intervenir física o químicamente para corregir las disfunciones de un mecanismo específico.

En efecto, esta concepción mecanicista, naturalista del proceso salud enfermedad, ha obtenido muchos logros en la mejora de la salud del hombre, pero no es suficiente para interpretar las interacciones entre mente cuerpo ambiente, como sistemas complejos e históricos, además que dificulta o limita el diálogo entre las diferentes disciplinas, con lo cual se podría comprender mucho mejor los acontecimientos del ser humano en función de todas sus dimensiones biofisiológicas, psicológicas, socioambientales y espirituales.3

En la medida que las ciencias médicas son consideradas dentro del espectro de la ciencia occidental pura, la consideración de la cultura y su influencia en la salud y la enfermedad se menosprecia o ignora. Se considera que la cultura no es una variable que la medicina deba tomar en cuenta o en el mejor de los casos, la medicina está por encima de las distintas realidades culturales en el proceso de saludenfermedad.1

PROCESO SALUD-ENFERMEDAD

El concepto de salud ha cambiado significativamente a lo largo del tiempo. La conceptualización de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la primera mitad de siglo XX señala a la salud "como un estado de completo bienestar físico, mental y social y no sólo como la ausencia de afecciones o enfermedades", 4 lo que permite comprender la salud no solamente desde los equilibrios biológicos, sino como un sistema de valores, como noción que la gente usa para interpretar sus relaciones con el orden social.

De acuerdo con la cultura de cada sociedad y sus formas de organización, el hombre ha elaborado diferentes conceptos sobre salud, enfermedad, forma de aliviarla, acciones para su prevención y fomento de la salud. Los inicios de la medicina, en cualquier civilización o sociedad, pueden escudriñarse desde tiempos remotos, ya que se cuenta con información suficiente que pone en evidencia la llamada práctica médica.5

Diversos estudios han mostrado que grupos étnicos, sociales y económicos diferentes presentan patrones patológicos distintos y perciben la enfermedad y actúan frente a ella en forma diferente. Las culturas populares, mezcla de diversos elementos culturales (formas de vida, de concepción del mundo, costumbres, creencias, desarrollo social) tienen modelos conceptuales para explicar el origen de la enfermedad que van desde concepciones mágico-religiosas hasta el extremo positivista, pasando por el espectro de variadas interpretaciones, y unas prácticas de diagnóstico, prevención, tratamiento y rehabilitación acordes con esa cosmovisión.6

La enfermedad y las preocupaciones por la salud son universales en la vida humana, presente en todas las sociedades y la cultura viene a formar parte también de ese proceso salud-enfermedad, el comportamiento que asume un grupo social ante las enfermedades, sea de manera individual o colectiva es respuesta de su cultura, bien sea asistiendo a una institución de salud para ser atendido por un especialista (profesional de la salud) o acudiendo a un especialista no reconocido por la biomedicina como curanderos, brujos, hechiceros pastores o curas. La elección o rechazo a dichas alternativas dependerá de la influencia de factores determinantes como principios religiosos, económicos, familiares y sociales.

Desde tiempos inmemorables la curación ha sido practicada por los curanderos guiados por la sabiduría popular según la cual la enfermedad es un trastorno de toda la persona, que abarca su cuerpo y su mente, la imagen que el paciente tiene de sí mismo, su dependencia del entorno físico y social y su relación con el cosmos y con los dioses. Estos curanderos, que aún tratan a la mayoría de los enfermos de todo el mundo, siguen una serie de criterios diferentes que son holísticos a distintos niveles, y emplean gran variedad de técnicas terapéuticas y nunca se limitan a los fenómenos puramente físicos, como el caso del modelo biomédico.3

Granda7 nos recuerda por otra parte que todos estamos directamente en contacto con la vida, con lo humano, con la cultura, porque desde siempre, desde nuestro origen como chamanes hemos tenido ese encargo de medicar, de cuidar la vida, de preocuparnos por el hombre. Se nos encomendó cuidar al ser humano en forma integral, la comunidad nos instruyó que debíamos estudiar su ser biológico-individual y su esencia social. Debemos aprender que la salud y la enfermedad son producto de las condiciones de vida, pero sobre todo comprender que sin un adecuado metabolismo entre el individuo y la naturaleza, entre el individuo y la comunidad, entre el individuo y la cultura, no podría producirse salud y vida. Debemos ser propietarios de nuestra tierra, nuestra historia, nuestra cultura y por tanto de nuestro ser.

De alguna manera, todos estamos sujetos de la cultura y no debe dejarse a un lado cuando se ejerce la profesión en salud, ya que es importante escuchar, aprender y respetar, la creencia o valores de otros sin juzgar ni imponer lo que se ha aprendido previamente, el modelo biomédico no debe verse como algo absoluto, único y verdadero. Se debe lograr un engranaje entre la cultura y el proceso de salud-enfermedad, ya que ambos pueden lograr la complementariedad y así mejorar el bienestar social y colectivo.

La perspectiva antropológica requiere que, al encontrarnos con culturas diferentes, no hagamos juzgamientos de valor con base en nuestro propio sistema cultural y pasemos a percibir a las otras culturas según sus propios valores y conocimientos a través de los cuales expresan una visión de mundo propia, que orienta sus prácticas, conocimientos y actitudes.2

Los sistemas médicos tradicionales o culturales, en su dimensión conductual reflejan un pensamiento integral, que valora equitativamente las diferentes dimensiones del ser humano y su interrelación íntima con el contexto sociocultural y natural, entre estos puedemos citar como ejemplo, además de los propios de cada pueblo o colectivo particular, otros como la quiropraxia, la naturopatía, las prácticas de sanación religiosa de distinto origen y varios sistemas etnomédicos como tradiciones curativas nativas, curanderismo, el uso de hierbas, la santería, entre otros.

Es fundamental que los sistemas médicos no sean vistos de manera aislada sino apreciados dentro de todo el ámbito de la cultura y la sociedad en la que funcionan. Así, éstos tienen múltiples objetivos y funciones y no sólo reflejan los valores e ideas de las culturas de que forman parte, sino que se relacionan con todas las otras partes de la misma, de manera integrada.

Por lo tanto un sistema de atención a la salud, no debe estar desacoplado de otros aspectos generales de la cultura, así como un sistema social no debe estar disociado de la organización social de un grupo. Consecuentemente, la manera a través de la cual un determinado grupo social piensa y se organiza para mantener la salud y enfrentar episodios de enfermedad, no está disociado de la visión de mundo y de la experiencia general que este tiene al respecto de los demás aspectos y dimensiones socioculturales informadas. Será solamente a partir de la comprensión de esta totalidad, que se aprenderán los conocimientos y prácticas ligados a la salud de los sujetos formadores de una sociedad portadora de un sistema o cultura propia.

El proceso salud-enfermedad no debe limitarse únicamente a la mirada del modelo biomédico hegemónico mantenido desde el positivismo, deben proponerse modelos donde participen numerosas disciplinas: biología, etnografía, clínica, epidemiología, historia, sociología, psicología, política, economía, entre otras, donde cada una haga su aporte, que se lleguen a engranar para lograr la comprensión en toda su extensión del proceso salud-enfermedad, ya que todos los factores o elementos que cada una de éstas disciplinas manejan y consideran importantes no pueden estudiarse manera aislada o excluirse, deben integrarse pues de alguna manera se relacionan o influyen unas sobre otras.

Siempre habrá la necesidad de seguir construyendo sobre el proceso de salud-enfermedad, sin dejar de lado su connotación social, las trayectorias individuales, los símbolos culturales, el contexto social y la determinación histórica.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Zuluaga G. La construcción cultural de la salud y la enfermedad. Aproximación desde un diálogo intercultural. Conferencia presentada en el Seminario Internacional de Etnoecología y Conocimiento Tradicional, Universidad del Rosario y Universidad Complutense de Madrid, Bogotá. 2006.         [ Links ]

2. Langdon EJ, Wiik B. Antropología, salud y enfermedad: una introducción al concepto de cultura aplicado a las ciencias de la salud. Rev Latin-Am Enfer 2010; 18: (3)177-185.         [ Links ]

3. Capra, F. El mundo crucial: ciencia, sociedad y cultura naciente. Buenos Aires: Editorial Troquel, 1982.         [ Links ]

4. Organización Mundial de la Salud. Invertir en Salud Mental. Ginebra (Suiza); 2004.         [ Links ]

5. Moreno-Altamirano L. Reflexiones sobre el trayecto saludpadecimiento- enfermedad-atención: una mirada socioantropológica. Rev Sal Pub Mex 2007; 49: (1)64- 70.         [ Links ]

6. Bernal J. Sistemas de salud de las comunidades indígenas y negras de Colombia estudiadas por la Gran Expedición Humana. Terrenos de la Gran Expedición Humana. Serie Reportes de Investigación. Bogotá: Universidad Javeriana, 1996.         [ Links ]

7. Granda, E. Compromiso social de la investigación en salud. La Salud y la vida. 2009; (2):29-39.         [ Links ]