INTRODUCCIÓN
La comprensión del decisivo papel de la docencia como función sustantiva de la Educación Superior, el reconocimiento de la complejidad del proceso de aprendizaje y de su carácter interactivo, en un contexto marcado por el incesante desarrollo científico-tecnológico, conformaron el punto de partida de esta ponencia que coloca un especial énfasis en los actores, componentes y metodologías que se han de articular para el logro de un aprendizaje activo.
En ese sentido, se argumenta la necesidad de alcanzar un verdadero cambio en los roles de los dos principales actores del proceso de aprendizaje, los estudiantes y los docentes. Al respecto, de conformidad con lo señalado por Silva Quiroz y Maturana Castillo (2017) cabe subrayar que este cambio consiste, fundamentalmente, en la transformación en el papel de los estudiantes como receptores pasivos de la información al logro de su participación activa, colaborativa y responsable de su propio aprendizaje.
Al mismo tiempo, se requiere que los docentes desplacen el centro de su atención como fuentes de información y transmisores de conocimientos a un papel que los convierta en verdaderos facilitadores, colaboradores y tutores del aprendizaje. Por tanto, es indispensable repensar el rol del docente, sus modos de actuación en la formación de los estudiantes, las pautas que asume en la comunicación con ellos y la manera en la que concibe, diseña y aplica la evaluación.
En línea con lo antes expuesto, resulta imprescindible transformar la concepción tradicional de los componentes de la didáctica con la finalidad de propiciar un aprendizaje activo, lo que demanda que los docentes asuman el reto de diseñar actividades que logren la implicación de la diversidad del estudiantado, para que puedan relacionar los contenidos con sus conocimientos y experiencias previas y aplicarlos en nuevas situaciones.
Atendiendo a esto, se resalta el papel de las metodologías, estrategias, recursos y de la evaluación como compontes didácticos de vital importancia para el aprendizaje activo pues de ellos depende, en gran medida, que los estudiantes participen activamente en el aprendizaje y se supere la práctica de la evaluación como un ejercicio memorístico y repetitivo (Peralta Lara y Guamán Gómez, 2020).
El Aprendizaje Activo es un enfoque de enseñanza en el que los alumnos participan del proceso de aprendizaje mediante el desarrollo del conocimiento y la comprensión. En la escuela, suelen hacerlo como respuesta a las oportunidades de aprendizaje que diseñan sus docentes (Cambridge Assessment International Education, 2019). Esta perspectiva educativa representa una transformación significativa en la forma en que los estudiantes adquieren conocimientos y habilidades. A diferencia de los métodos de enseñanza tradicionales, donde el profesor desempeña un papel central, el aprendizaje activo coloca al estudiante en el centro del proceso educativo.
García-Bullé (2021) expone que la meta del aprendizaje activo es proveer a los estudiantes del ambiente, actividades y acompañamiento para desarrollar habilidades de búsqueda análisis y síntesis de la información, también de resolver problemas, diálogo y expresión. Para aplicarlo con éxito, los estudiantes requieren reflexionar y practicar los conocimientos y habilidades transmitidas por el maestro con el fin de cimentar recuerdos a largo plazo y una comprensión más profunda que permita a los alumnos no solo almacenar la información en su memoria sino adoptar ese conocimiento y habilidad como suyos.
En última instancia, el objetivo del aprendizaje activo es empoderar a los estudiantes para que no solo retengan información, sino que también la internalicen y la utilicen de manera significativa en su desarrollo académico y en la preparación para los desafíos futuros que puedan encontrar en su vida personal y profesional.
En este sentido y específicamente en la educación superior, Navarro (2006) plantea que, a pesar de la necesaria incorporación de estrategias de aprendizaje activo en el aula universitaria, no todos los profesores han de realizar el mismo tipo de actividades en clase, ni todas ellas han de tener el mismo grado de organización, de duración ni de complejidad, aun cuando impartan la misma materia.
En consonancia con todo lo señalado, se establece como objetivo de esta ponencia, analizar algunos de los principales aspectos teóricos y metodológicos del aprendizaje activo y sus repercusiones en el proceso de aprendizaje en la enseñanza superior. Para esto el método de trabajo utilizado tuvo una orientación eminentemente cualitativa y se apoyó en la utilización de diferentes métodos de nivel teórico, empírico y estadístico. Para la fundamentación teórica de la investigación se recurrió a la revisión documental sistemática y a la lectura crítica inferencial, a partir de la aplicación del análisis, la síntesis y del método histórico-lógico. Los métodos empíricos consistieron en la aplicación de encuestas y en la realización de entrevistas. Sus resultados fueron procesados mediante procedimientos de la estadística descriptiva.
DESARROLLO
En el contexto de la educación superior, la integración de la docencia y el aprendizaje activo representa un enfoque transformador que va más allá de la mera transmisión de información. La docencia activa implica que los educadores adopten métodos que fomenten la participación activa de los estudiantes en el aula, estimulando el pensamiento crítico y la aplicación práctica del conocimiento. En lugar de limitarse a conferencias magistrales, los profesores se convierten en facilitadores de experiencias de aprendizaje significativas, empleando estrategias como el aprendizaje basado en problemas, la discusión colaborativa y proyectos prácticos. Este enfoque no solo busca transmitir información, sino también cultivar habilidades fundamentales como el razonamiento analítico, la resolución de problemas y la comunicación efectiva.
En la educación superior, en la que los estudiantes asumen un papel más activo en su propio desarrollo académico, la combinación de docencia activa y aprendizaje activo crea un entorno educativo dinámico que prepara a los estudiantes para enfrentar los desafíos complejos y cambiantes del mundo real. Al fomentar la interacción, el debate y la aplicación práctica, la docencia y el aprendizaje activo en la educación superior contribuyen a la formación integral de individuos capaces de enfrentar los rigores de un entorno globalizado y en constante evolución.
Metodologías activas del aprendizaje.
Las metodologías activas permiten al docente asumir su tarea de manera más efectiva y a los estudiantes les facilitan el logro de aprendizaje significativos, siendo constructores de su propio conocimiento y gestores de su aprendizaje. La selección de metodología activas, están asociadas a estrategias metodológicas, las cuales permiten considerar las necesidades y ritmos de aprendizaje de los estudiantes, (Robledo, 2019).
Las metodologías del aprendizaje activo se fundamentan en la premisa de que los estudiantes aprenden de manera más efectiva cuando están directamente involucrados en el proceso educativo. Estas técnicas van más allá de la tradicional transmisión de conocimientos y se centran en proporcionar experiencias significativas que estimulen la participación activa y la construcción activa del conocimiento En conjunto, estas estrategias crean un entorno educativo dinámico que empodera a los estudiantes para ser participantes activos en su propio proceso de aprendizaje.
Aguirre (2021) propone un concepto más actual del término metodologías activas, definiéndolo como una serie de estrategias y técnicas que buscan el aprendizaje efectivo del alumnado, a la vez que fomentan la participación activa, la colaboración y la aplicación práctica de conocimientos. Aplicar las metodologías activas implica para el docente, conocer bien a sus estudiantes, cuáles son sus ideas previas, que son capaces de aprender en un momento determinado, elementos motivantes y desmotivantes tanto internos como externo, sus hábitos, valores y actitudes para el estudio.
Aspectos que en la praxis develan todo un reto para el docente, pues influyen una serie de factores entre los que destacan: la planificación, organización, liderazgo, dominio del grupo, entre otros, esto es debido a que enseñar no solo implica proporcionar información, sino también ayudar a aprender y a desarrollarse como personas (Asunción, 2019). El aprendizaje activo de manera más abarcadora, involucra una variedad de componentes diseñados para involucrar a los estudiantes de manera directa en su propio proceso de aprendizaje, y no solo transforma la forma en que se adquiere el conocimiento, sino que también empodera a los estudiantes como aprendices autónomos y participativos.
Componentes del aprendizaje activo.
La retroalimentación regular y constructiva, tanto del docente como de los estudiantes, nutre el crecimiento y el desarrollo continuo en ambos sentidos. La tecnología educativa se integra como un elemento clave, aprovechando herramientas interactivas y recursos en línea para enriquecer la experiencia en la aprehensión de conocimientos. Favorecer la autonomía del educando, permitiéndole asumir la responsabilidad de su educación, y la reflexión consciente sobre el propio proceso de aprendizaje también es un componente esencial. La combinación de estos elementos crea un entorno educativo dinámico y multifacético que busca no solo transmitir información, sino también cultivar habilidades críticas, promover la colaboración y preparar a los estudiantes para enfrentar desafíos de manera activa y reflexiva en su camino hacia el conocimiento y la comprensión profunda.
1. Participación Activa.
Los estudiantes participan activamente en el proceso de aprendizaje, ya sea a través de discusiones en clase, preguntas y respuestas, resolución de problemas, debates o actividades prácticas. El creciente surgimiento de la modalidad de enseñanza en línea tiende a colocar al alumno como actor secundario en el proceso enseñanza-aprendizaje, aspecto que debe ser evaluado y reemplazado con prontitud. El uso del método de participación activa permite situar al educando en un papel fundamental dentro de la clase
2. Trabajo en equipo.
Se fomenta la colaboración entre estudiantes, ya sea en proyectos grupales, discusiones en equipo o actividades de resolución de problemas. La interacción entre pares ayuda a construir el conocimiento de manera colectiva. El trabajo en equipo prepara a los estudiantes para enfrentar desafíos de manera conjunta, reflejando la realidad de la sociedad y contribuyendo a su desarrollo integral como individuos competentes y socialmente conscientes. Ravelo et al., (2018) define el trabajo colaborativo como un proceso en el que un individuo aprende más de lo que aprendería por sí solo, fruto de la interacción de los integrantes de un equipo, quienes saben diferenciar y contrastar sus puntos de vista, de tal manera, que llegan a generar un proceso de construcción de conocimiento.
3. Aprendizaje Basado en Problemas (ABP).
El ABP consiste en un método de aprendizaje basado en el principio de usar problemas como punto de partida para la adquisición e integración de los nuevos conocimientos. Desde que fue propuesto en la Escuela de Medicina de la Universidad de McMaster, el ABP ha ido evolucionando y adaptándose a las necesidades de las diferentes áreas en las que fue adoptado, lo cual ha implicado que sufra muchas variaciones con respecto a la propuesta original (Morales y Landa, 2004). Con esta técnica, los estudiantes abordan problemas del mundo real o situaciones prácticas, lo que les permite aplicar conceptos teóricos a situaciones concretas y desarrollar habilidades de resolución de problemas.
4. Aprendizaje Cooperativo.
Los estudiantes trabajan juntos en grupos para lograr metas comunes. Este enfoque promueve la interdependencia positiva y la responsabilidad compartida. Al fomentar la responsabilidad compartida, los estudiantes aprenden a trabajar en conjunto, a ser conscientes de sus contribuciones individuales y a valorar la diversidad de habilidades y perspectivas presentes en el grupo de trabajo conformado.
Este enfoque no solo beneficia el rendimiento académico, sino que también nutre habilidades esenciales para el éxito en la vida cotidiana y profesional, como la comunicación efectiva, la empatía y la gestión colaborativa de tareas. En última instancia, la responsabilidad compartida no solo fortalece el aprendizaje individual, sino que también contribuye al desarrollo de ciudadanos comprometidos y colaborativos en la sociedad.
5. Estudios de Caso.
Se utilizan casos de estudio para explorar situaciones específicas, analizar problemas y tomar decisiones informadas. Los estudiantes deben aplicar conocimientos teóricos a situaciones del mundo real. Según la investigación de Pacheco et al. (2009), la vinculación de los contenidos teóricos con la práctica mejora el conocimiento al analizar diferentes casos desde un punto de vista práctico, dado que, según los estudiantes, es una “forma más efectiva de aplicar la teoría”, ayuda a comprender mejor determinados conceptos permitiendo un aprendizaje significativo a los participantes, es una de las mejores opciones metodológicas para solventar problemas, ayuda a madurar al alumno trabajando en equipos, brinda una oportunidad de poder acercarse a la práctica educativa y a las situaciones reales con las que se pueden encontrar en un futuro en los centros laborales.
6. Aprendizaje Reflexivo.
Se alienta a los estudiantes a reflexionar sobre su propio aprendizaje, evaluando lo que saben, identificando áreas de mejora y estableciendo metas para el futuro. Este enfoque invita a los estudiantes a cuestionar, analizar y evaluar sus propias ideas, creencias y procesos de pensamiento.
La reflexión no solo promueve una comprensión más profunda del contenido académico, sino que también fomenta el desarrollo de habilidades metacognitivas, permitiendo a los estudiantes conocer y gestionar sus propios procesos de aprendizaje. Este proceso no solo contribuye a la construcción de conocimiento más sólido, sino que también incita al crecimiento personal y a la adaptabilidad, ya que los estudiantes se vuelven conscientes de sus fortalezas y áreas de mejora. En esencia, el aprendizaje reflexivo no solo se trata de adquirir conocimientos, sino de convertirse en aprendices críticos y autónomos que pueden aplicar de manera efectiva lo aprendido a lo largo de sus vidas.
7. Discusiones en Clase.
Las discusiones facilitadas por el profesor o generadas por los estudiantes permiten explorar ideas, perspectivas y soluciones, promoviendo el pensamiento crítico. El debate generado por discusión dentro de una clase aparece como actividad estructurante de manera transversal, tanto en el nivel de la vida escolar como en la enseñanza de las disciplinas (Mendoza, 2008).
Actores del aprendizaje activo.
Los actores del aprendizaje activo son los que desempeñan roles cruciales en la creación de un entorno educativo dinámico y participativo. En este contexto, los estudiantes son los principales protagonistas, asumiendo un papel dinámico en la construcción de su propio conocimiento a través de la participación directa en experiencias de aprendizaje significativas.
Los docentes, por su parte, actúan como facilitadores y guías, diseñando actividades, planteando preguntas estimulantes y brindando orientación para maximizar la efectividad del aprendizaje activo. La colaboración entre pares representa otro actor clave, ya que los compañeros trabajan juntos en proyectos, discusiones y actividades, compartiendo conocimientos y perspectivas.
La tecnología también desempeña un papel significativo al proporcionar herramientas interactivas y recursos en línea que enriquecen la experiencia educativa.
La participación de estos actores en el aprendizaje activo crea un ambiente educativo colaborativo donde el intercambio de ideas, la resolución de problemas y la aplicación práctica de conocimientos se convierten en elementos fundamentales para el desarrollo integral de los estudiantes.
RESULTADOS PRINCIPALES
La revisión bibliográfica efectuada para esta ponencia permitió el análisis de algunos de los principales aspectos teóricos y metodológicos del aprendizaje activo, poniendo de manifiesto la complejidad de este proceso, en particular, en lo referido al reflejo en la actividad del aula, de la transformación en los roles de docentes y estudiantes.
Al mismo tiempo, se hizo evidente el aporte de las metodologías y componentes para el logro del aprendizaje activo, destacándose la contribución del uso de las tecnologías, del aprendizaje cooperativo, del aprendizaje profundo y reflexivo, estudios de casos, entre otras, por sus potencialidades para propiciar la participación e implicación de los estudiantes, la promoción de la reflexión y el desarrollo de valores en la diversidad del estudiantado. Así mismo se destaca en el estudiante como actor fundamental del complejo proceso de enseñanza-aprendizaje, y se enfatiza la necesidad de no propiciar por medio de la enseñanza en línea, la inversión de estos roles.
De manera general se establece que, en la educación superior, la docencia y el aprendizaje activo convergen para transformar la experiencia educativa, involucrando a diversos actores y utilizando una variedad de componentes y metodologías. Los estudiantes desempeñan un papel central, asumiendo una participación activa en su propio aprendizaje, mientras que los profesores actúan como facilitadores, guiando y diseñando experiencias de aprendizaje significativas. La colaboración entre compañeros y la utilización de tecnología educativa se destacan como componentes clave, enriqueciendo las interacciones y promoviendo la construcción colectiva de conocimientos.
CONCLUSIONES
Las conclusiones evidenciaron la estrecha relación existente entre los aspectos teóricos y metodológicos del aprendizaje activo y los desafíos que implica su concreción en la actividad de docentes y estudiantes en el aula, relacionados, entre otros, con la necesidad de que los docentes dediquen mayor cantidad de tiempo para la preparación de las actividades de aprendizaje y el diseño de las tareas y actividades de evaluación.
A su vez, el aprendizaje activo representa un reto para el estudiantado, comúnmente acostumbrado a un rol pasivo en el aula, por lo general en espera de las explicaciones del docente y a veces, también, observando cómo el docente formula las preguntas que, en muchas ocasiones, el propio docente termina por responder.
Sin embargo, los retos identificados no han de ser asumidos como barreras insalvables para la promoción del aprendizaje activo. Al contrario, han de convertirse en un estímulo para trabajar en su superación con la finalidad de lograr el máximo aprovechamiento de las potencialidades del aprendizaje activo, lo que ha de favorecer una mejor respuesta a las exigencias de la educación en siglo XXI.