Introducción

El trabajo colaborativo implica una serie de estrategias que engloban aspectos como la planificación conjunta, la coevaluación, el diseño compartido de estrategias didácticas y la toma colectiva de decisiones. La finalidad de mantener una estructura organizacional promueve el aprendizaje entre pares, genera climas institucionales más saludables y favorece la innovación en el aula.

La formación constante de los maestros es clave para fortalecer las habilidades en la educación básica. Cuando se amplía la perspectiva y se comprende su relevancia a nivel global, queda claro que dominar y enseñar destrezas colaborativas es fundamental en la preparación docente, porque marcan la diferencia en el aprendizaje de los niños durante sus primeros años (Galván et al., 2023).

Los cambios sociales impactan directamente la calidad educativa que se ofrece, por lo cual los docentes necesitan prepararse continuamente para responder a las nuevas exigencias académicas que surjan. Pero para que puedan cumplir con un rol tan importante, es fundamental que trabajen en un entorno que los apoye y facilite su labor educativa (Chávez et al., 2024).

Los docentes deben marcar la diferencia, ya que en sus manos recae la capacidad de transformar la educación. Cuando un docente se encuentra correctamente capacitado y sabe adaptarse a los retos, puede ofrecer una enseñanza de calidad, entendiendo las necesidades de cada alumno, tanto en lo académico como en la vida. Al dominar distintas estrategias de enseñanza, logra que el aprendizaje sea más profundo y realmente útil para sus alumnos (Huayhua et al., 2024).

Hoy en día, la educación enfrenta varios problemas: recursos mal administrados, falta de formación pedagógica en los maestros, poca identificación con la institución, planes de estudio desorganizados y falta de seguimiento, entre otros. No solo se ve afectada la forma en la que aprenden los estudiantes, sino que también disminuye la calidad de la educación en general, porque si los alumnos no están contentos, el sistema no funciona como debería. Por eso, es urgente mejorar las estrategias para adaptarse a las necesidades actuales y garantizar que la educación sea realmente efectiva y competitiva (Sandoval et al., 2023).

La capacitación constante de los docentes es un asunto complicado, ya que depende mucho del contexto social y cultural donde se enseña. Muchos docentes no reciben la capacitación que realmente se necesita para enfrentar los retos del aula. El problema está en que no se actualizan lo suficiente en métodos de enseñanza y pedagogía, algo fundamental para brindar una educación de calidad (Pupo et al., 2021).

Los educadores no solo tratan de explicar temas: su prioridad es formar personas capaces de pensar por sí mismas. Para lograrlo, el docente debe estar siempre aprendiendo, actualizándose y reinventándose. Su trabajo incluye un montón de cosas que no se consideran, y muchas veces se realiza en condiciones incómodas o incluso inseguras. La sociedad espera mucho de los maestros, pero no siempre les proporciona las herramientas o el reconocimiento que merecen. Formar a las nuevas generaciones es una tarea compleja que requiere tiempo, recursos y apoyo real, no solo buenas intenciones (Farías et al., 2022).

Los grupos de docentes deben enfocarse en lo más importante: que los alumnos aprendan en las mejores condiciones posibles. Esto se logra cuando los maestros comparten abiertamente qué estrategias funcionan, analizan resultados reales y se comprometen en equipo a mejorar. Se necesitan tres pilares: el trabajo colaborativo, el apoyo de todo el personal académico y la creación de un espacio donde puedan hablar con confianza, reconociendo errores y fomentando la retroalimentación. Solo así estas comunidades dejarán de ser reuniones obligatorias para convertirse en el motor real de la mejora educativa (Muñoz et al., 2024).

El trabajo académico en equipo hace que los estudiantes se sientan más responsables de su propio aprendizaje y menos dependientes del profesor, no solo porque aprenden mejor los contenidos, sino también porque desarrollan habilidades para expresarse, escuchar y resolver problemas juntos. Para que las estrategias colaborativas funcionen, se debe romper con el esquema pasivo de la clase. Se trata de crear un ambiente activo, donde todos aprendan mediante la interacción (Quispe et al., 2023).

Los maestros necesitan capacitaciones activas que realmente puedan aplicar en el aula. Se requiere crear cursos prácticos, con herramientas que puedan usar diariamente. Pero además, su esfuerzo por formarse debería tener un reconocimiento real, con oportunidades de ascenso, mejores condiciones y un sistema que valore su crecimiento profesional, no solo que les exija más sin darles nada a cambio. Al final, si queremos educación de calidad, hay que invertir en quien la hace posible: el docente (Díaz et al., 2025). El objetivo de la investigación yace en la relevancia del impacto de los programas de formación continua en el trabajo colaborativo docente, enfatizando los diversos matices de la instrucción del maestro.

Metodología

Al momento de abordar el estudio, la metodología que logra compaginar con la investigación se basa en el modelo PRISMA 2020, con una perspectiva cualitativa, ya que permite realizar revisiones sistemáticas centradas en el metaanálisis de manera transparente y estructurada.

La guía PRISMA 2020 fue desarrollada con el objetivo principal de tipificar revisiones sistemáticas. Los criterios de la guía PRISMA también son relevantes y eficaces para evaluar otro tipo de intervenciones (como las educativas o sociales), e incluso para revisiones con objetivos y metodologías diversas (estudios sobre prevalencia, pronóstico o causalidad, por ejemplo). Esto posiciona a PRISMA 2020 como un referente metodológico clave para garantizar rigor en procesos investigativos de diversa índole (Barrios et al., 2021).

Se recopilan trabajos relacionados con el aprendizaje continuo, activo, colaborativo en la educación y la integración docente.

SciELO es la fuente idónea para buscar artículos entre 2021 y 2025. A continuación, se filtran los artículos según criterios específicos. Entre los criterios, se eligieron publicaciones que no fueran empíricas y que estuvieran disponibles en español. Se encontraron estudios que fomentan el desarrollo del pensamiento crítico en la formación docente, evaluando la calidad y la relevancia del contenido, priorizando el análisis teórico sobre el trabajo colaborativo en la formación.

Figura 1 Diagrama PRISMA 

Para filtrar la información se utilizó la opción de búsqueda avanzada de SciELO, permitiendo un obtener resultados más precisos. Se emplearon los operadores booleanos, como "AND" “AND NOT” y "OR" que se encargan de incluir ciertos términos, excluir investigaciones empíricas y obtener resultados. Se obtuvieron 28 documentos que engloban los criterios.

Resultados y discusión

Los materiales digitales se encuentran revolucionando el proceso de la educación, enriqueciendo las clases. Pese a las ventajas de la digitalización, se plantean retos para docentes y alumnos, en especial si se presentan dificultades para interactuar, lo que requiere adaptarse a nuevas formas de enseñar y aprender, sin importar el entorno en el que se desenvuelvan (^{Collazo et al., 2023}).

El uso de las nuevas tecnologías en tiempos modernos es fundamental para cualquier docente en el aula. No solo se debe dominar las herramientas digitales, sino que también se debe conocer cómo incorporarlas en sus clases de manera práctica, asertiva y efectiva (^{García et al., 2022}).

Los profesores necesitan una formación adecuada para mejorar el proceso de aprendizaje. Hoy en día enfrentan diversas dificultades al usar tecnología en clase. Para optimizar el proceso educativo, la capacitación continua debe ser práctica y flexible, de modo que les permita aplicar diversas herramientas diariamente con los alumnos (^{Doria et al., 2024}).

Para optimizar el proceso de adquisición de conocimientos, se necesita que tanto maestros como alumnos se encuentren en constante preparación y adaptación a nuevas metodologías. Usar bien la tecnología, seguir nuevos métodos y contar con materiales adecuados mejora el aprendizaje y los resultados académicos (^{Minaya, 2022}).

Al contextualizar las exigencias actuales, es clave la enseñanza de estrategias para trabajar en equipo usando tecnología, lo cual permite que los estudiantes desarrollen habilidades digitales. Para lograrlo, se requieren métodos colaborativos y las herramientas tecnológicas correctas en el aula (^{Martínez et al., 2022}).

Los docentes interesados en perfeccionar sus habilidades y mejorar su competitividad han demostrado lo crucial que es capacitar en grupo a todo el personal académico en temas clave como la inclusión educativa, normas actuales, el manejo de la convivencia escolar, la comunicación efectiva y la solución pacífica de conflictos.

La formación continua marca la diferencia en las escuelas (^{Sotomayor et al., 2023}). Se ha demostrado que trabajar en equipo impulsa que los estudiantes completen sus tareas, ya que la motivación no es la misma cuando se encuentran solos. Cuando colaboran, fomentan la perseverancia y unidad ante las dificultades, y es menos probable que abandonen sus tareas, validando el aprendizaje en conjunto (^{Camps et al., 2023}).

El trabajo en equipo como método de enseñanza no solo funciona bien en los entornos educativos tradicionales, sino que también mantiene su efectividad para mejorar los procesos de aprendizaje incluso en situaciones sociales complicadas, donde la adquisición de conocimientos se encuentra comprometida (^{Hechenleitner et al., 2023}).

Al evaluar trabajos en equipo con tecnología, aún se evidencian ciertas falencias que arrastra el personal docente. Por ende, surge la preocupación de cometer errores al educar y calificar, lo que no hace justicia al esfuerzo real de los estudiantes cuando trabajan de forma colaborativa (^{Acosta et al., 2021}).

Los profesores se encuentran perfeccionando sus habilidades digitales, especialmente para seleccionar recursos tecnológicos, organizar trabajos colaborativos en plataformas virtuales y usar herramientas digitales que faciliten el proceso evaluativo. La adaptación a los avances es clave para el desarrollo profesional y para una educación acorde a la era digital (^{Losada et al., 2022}).

Las instituciones tienen el desafío de crear espacios formativos que inviertan suficientes recursos para preparar a los estudiantes con las herramientas necesarias para enfrentar el mundo laboral y sus exigencias. Los entornos virtuales de aprendizaje son una solución práctica, pues ayudan a desarrollar tanto habilidades técnicas como competencias transversales que exige el mercado (^{Manzur et al., 2021}).

El mundo actual exige una comunicación dinámica y práctica, mientras que en muchas aulas se sigue enseñando con teorías que no responden a las necesidades actuales de los estudiantes. Es hora de dejar atrás métodos anticuados y adaptar formas más realistas y apegadas a las demandas del campo profesional (^{Farinango, 2021}).

El aprendizaje colaborativo combina distintas visiones constructivistas, donde se busca la interacción organizada entre estudiantes, lo que ayuda a integrar lo social, lo académico y lo pedagógico. La integración permite enriquecer y mejorar la forma en que los docentes enseñan y el proceso de adquisición de conocimientos (^{López, 2021}).

Es ampliamente conocido que el mundo laboral exige trabajo en equipo y colaboración entre diferentes áreas. Sin embargo, pese a la notable presencia de dinámicas tan necesarias, estas todavía no logran aplicarse de forma satisfactoria dentro de las aulas de clase. (^{Bruna et al., 2022}) Cuando los estudiantes deciden trabajar en equipo implementando herramientas digitales en sus proyectos, surgen discusiones introspectivas, ricas y reflexivas. Surgen oportunidades en las que aprenden a plantear ideas con libertad, sin dejar de lado fundamentos teóricos, mientras desarrollan su autoconocimiento y sentido de responsabilidad grupal, lo que termina potenciando el aprendizaje de todos los individuos involucrados en el equipo, dando un vistazo de cómo se desenvuelve el mundo laboral. (^{Fernández et al., 2021})

Al trabajar juntos, los profesores comienzan a crear clases más innovadoras, integrando las nuevas tecnologías y enfoques interdisciplinarios. Al centrarse en el desarrollo de competencias, se aplican métodos activos como proyectos y evaluaciones formativas, mejorando el aprendizaje. La colaboración docente es clave para que la educación sea más dinámica. (^{Añazco, 2024}) El personal docente destaca que el trabajo en equipo virtual no solo desarrolla habilidades digitales en los estudiantes, sino que también fomenta la resiliencia y la capacidad de acondicionar competencias clave como adaptarse a los cambios, pensar creativamente y organizarse mejor. Se resalta que habilidades como la empatía son vitales para crear ambientes educativos más unidos y humanos. (^{Massuh, 2024})

Los datos demuestran que cuando los estudiantes logran aprovechar recursos visuales, auditivos y sus conocimientos previos en evaluaciones, el proceso de aprendizaje fluye sin dificultad. Trabajar en tareas, colaborar y predecir resultados son técnicas que han demostrado ser efectivas para facilitar la comprensión y el pensamiento crítico. (^{Solís et al., 2022})

Es clave cultivar en los estudiantes habilidades digitales para el desarrollo de múltiples herramientas que les permitan enfrentarse a lo que se vive en el mundo laboral actualmente. Es innegable la ventaja de la formación digital; sin embargo, se debe tomar en cuenta que todavía hay resistencia en alumnos de comunidades rurales, donde diversos factores juegan un papel importante y, muchas veces, se ve obstruido su proceso educativo. (^{Fuentes et al., 2024})

Con la presencia de las nuevas tecnologías, los docentes son conscientes de la importancia de evaluar los entornos digitales, pese a la presencia de ciertos problemas como una mala conexión a internet y la falta de diversas habilidades tecnológicas. Los estudiantes han señalado su descontento, ya que en múltiples ocasiones las instrucciones no son claras y la retroalimentación es insuficiente para cubrir sus exigencias académicas. (^{Urrutia et al., 2024}).

La educación virtual tiene potencial para renovar la enseñanza, y el primer paso ya está dado; ahora se requiere ajustar la metodología educativa, específicamente diseñada para que los estudiantes aprendan mejor (^{Hidalgo et al., 2021}). La enseñanza virtual debe adaptarse a cada estudiante, pero la práctica muestra retos constantes: problemas de conexión, falta de motivación y dificultad para mantener la atención en clases largas. Estos son algunos de los desafíos reales que se deben resolver para que el aprendizaje adaptado a las nuevas herramientas digitales realmente funcione (^{Ponce et al., 2021}).

Implementar nuevas formas de enseñar requiere paciencia, recursos y metas definidas. Los docentes presentan la iniciativa, pero al ponerla en práctica se descubren retos clave: no existe un método único, pues cada carrera y grupo de estudiantes exige enfoques diferentes para formar a los futuros profesionales (^{Ferrada et al., 2021}).

Se debe estudiar con mayor profundidad cómo el trabajo académico en equipo mejora las habilidades digitales de los estudiantes. Pese a la evidencia del amplio aporte de las herramientas digitales, todavía es necesario afinar la evidencia sobre el impacto de la influencia de las nuevas tecnologías en la academia (^{Dávila et al., 2024}). Para el óptimo desarrollo de las habilidades digitales de los estudiantes, es clave entender cómo se desenvuelven al momento de realizar trabajos en equipo dentro del aula. Hay que analizar la verdadera experiencia estudiantil con el aprendizaje colaborativo para mejorar la participación de los individuos dentro de un entorno determinado (^{Rivas, 2024}).

Instruirse se trata de un proceso de adquisición de destrezas que permite resolver problemas con habilidad, tanto individualmente como en trabajos colaborativos, reconociendo las fortalezas y debilidades que posee cada individuo. Es fundamental saber organizarse, optimizar recursos, aplicar la autoevaluación para mejorar, y mantener la motivación y la ética frente a los retos (^{Moctezuma et al., 2024}).

El aprendizaje basado en retos innova al conectar a los estudiantes con problemas reales, impulsando el desarrollo de competencias clave como el análisis, la colaboración y la adaptabilidad. Las metodologías los preparan para enfrentar desafíos laborales con soluciones prácticas y creativas, mejorando la empleabilidad de los estudiantes al enfrentarse al campo laboral (^{De La Cruz et al., 2022}).

Las técnicas de enseñanza colaborativa convierten las clases en experiencias más activas. Los estudiantes se involucran realmente cuando aprenden juntos, comparten ideas y construyen conocimiento en equipo, lo que hace que el aprendizaje sea más significativo y motivador para todos los involucrados (^{Carrasco et al., 2022}).

Conclusiones

Al abordar el trabajo colaborativo y la formación continua que los docentes representan en la sociedad, se habla de la importancia de los pilares esenciales para mejorar la calidad educativa y entablar ambientes de aprendizaje estimulantes que promuevan el desarrollo integral óptimo de los alumnos, de acuerdo con el nivel educativo en curso. A lo largo de la investigación abordada, se aprecia que lograr establecer que la formación docente no debe considerarse como un evento aislado de la sociedad que recae únicamente en las manos de los educadores, sino como un proceso dinámico y continuo que responde a las necesidades pedagógicas, sociales e institucionales del entorno. Las herramientas que brinda la formación continua y las competencias fundamentales son una base para que los educadores se transformen en facilitadores del conocimiento y agentes de cambio que, al complementarse con el aprendizaje colaborativo, son capaces de afrontar los desafíos educativos contemporáneos y transformar las prácticas tradicionales en metodologías innovadoras y colaborativas adaptadas al post- modernismo.

La planificación conjunta, la coevaluación y el diseño compartido de estrategias didácticas son pilares que estructuran la calidad del trabajo colaborativo docente. Las prácticas humanas fomentan la construcción colectiva del conocimiento, la creación de soluciones educativas óptimas y la reflexión crítica sobre las metodologías utilizadas en el aula. Además, la toma colectiva de decisiones asegura un enfoque inclusivo, universal y democrático en la gestión de actividades pedagógicas, lo que contribuye a la generación de ambientes institucionales saludables y propicios para la revolución educativa.

El énfasis se encuentra en las competencias relacionadas con la adquisición del lenguaje oral y la lectoescritura, esto resalta la importancia de estas habilidades en la educación inicial y en la formación docente. Las competencias no solo son fundamentales para el aprendizaje integral y el desarrollo de los estudiantes, sino que también constituyen un eje central en la preparación y actualización profesional de los educadores, ya que en sus manos recae la calidad de profesionales integrados en la sociedad. La incorporación progresiva de las habilidades en los programas de formación docente asegura un enfoque optimizado, coherente y efectivo en el desarrollo de las capacidades comunicativas y cognitivas de los alumnos tanto en la sociedad como en lo académico.

El papel de los docentes como facilitadores del conocimiento resalta la inmensa necesidad de un entorno laboral adecuado para desempeñar sus actividades correspondientes. Los educadores y las educadoras requieren espacios que fomenten la creatividad, el pensamiento crítico y la toma de decisiones, tanto para ellos como para los alumnos, y proporcionar les las herramientas necesarias para innovar y aprender de manera significativa con un alto impacto social. La creación de ambientes de aprendizaje adaptados a las necesidades modernas de los estudiantes que resulten estimulantes y su implementación, junto con un complejo proceso de metodologías pedagógicas adecuadas y personalizadas, son esenciales para la consolidación de una educación de alta calidad y calidez humana, adaptada a las necesidades de los estudiantes y del contexto social y cultural en el que se encuentran.

La singularidad de las competencias formativas y colaborativas que posee el docente tiene un impacto directo en la calidad educativa y en la calidad humana brindada al sector académico. Un docente competitivo no solo domina las estrategias pedagógicas avanzadas, sino que también posee la capacidad de adaptarse a las necesidades y capacidades de los alumnos, promoviendo un aprendizaje significativo y motivador. La formación continua brinda propiocepción al docente, lo cual es un pilar fundamental para identificar áreas de mejora y abordar las demandas externas e internas del sistema educativo. Observar, evaluar y autoevaluarse para elaborar un proceso de reflexión y dedicación permite a los educadores consolidarse como actores clave en la transformación educativa, respondiendo de manera efectiva a las exigencias de sus estudiantes y del entorno.