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vol.33 número7CONCENTRACIÓN RESIDUAL DE HIDROCARBUROS EN SUELO DEL TRÓPICO. I: CONSIDERACIONES PARA LA SALUD PÚBLICA Y PROTECCIÓN AL GANADOEstudio comparativo entre un proceso fisicoquímico y uno biológico para tratar agua residual de rastro índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
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Interciencia

versión impresa ISSN 0378-1844

INCI v.33 n.7 Caracas jul. 2008

 

CONCENTRACIÓN RESIDUAL DE HIDROCARBUROS EN SUELO DEL TRÓPICO. II: AFECTACIÓN A LA FERTILIDAD Y SU RECUPERACIÓN

 

Randy H. Adams, Joel ZaVala-Cruz y Fernando Morales-García

Randy H. Adams. B.Sc. en Micrbiología, University of Washington, Seattle, EEUU. Ph.D. en Edafología, University of California-Riverside, EEUU. Profesor-Investigador, Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT), México. Dirección: Km 0.5 Carretera Villahermosa-Cárdenas, Villahermosa, Tabasco, México, CP 86104. e-mail: drrandocan@hotmail.com

Joel Zavala-Cruz. Licenciado en Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México. M.C. y D.C. en Edafología, Colegio de Postgraduados, Tabasco, México. e-mail: zavala_cruz@colpos.mx

Fernando A. Morales García. Licenciado en Química, y M.Sc. en Ciencias Biológicas, Universidad Simón Bolívar (USB), Venezuela. Profesor, USB, Venezuela. e-mail: fmoral@usb.ve

RESUMEN

En este trabajo se evalúan factores de fertilidad con respecto a los criterios de saneamiento de suelo contaminado con hidrocarburos en un ambiente tropical rural. Aunque la toxicidad puede afectar la fertilidad en derrames recientes, en general este tipo de impacto es mínimo para derrames antiguos y en suelos que han sido remediados y que tienen concentraciones <25000mg TPH/kg de suelo (base seca). Sin embargo, en concentraciones aún muy bajas (~2500mg TPH/kg) se observan afectaciones en el crecimiento de la vegetación e impactos en varios parámetros físico-químicos de fertilidad, particularmente sobre la capacidad de campo, temperatura, capacidad de intercambio catiónico, repelencia al agua, y porosidad. Estos impactos de toxicidad, así como los cambios en parámetros físico-químicos, pueden ser mitigados con el empleo de abonos orgánicos en concentraciones de 1-4%, resultando en un crecimiento vigoroso de la vegetación en un ambiente tropical húmedo impactado. Se presentan lineamientos de parámetros edáficos como criterios de saneamiento para suelos típicos del trópico.

RESIDUAL CONCENTRATION OF HYDROCARBONS IN SOIL IN THE TROPICS. II: IMPACTS TO FERTILITY AND RECLAMATION

SUMMARY

In this article factors related to fertility are evaluated with respect to clean up criteria for soil in a tropical rural environment. Although toxicity can affect fertility in recent spills, in general this kind of impact is minimal for old spills and in soils that have been remediated and that have <25000mg TPH/kg of soil (dry weight). Nonetheless, even in very low concentrations (~2500mg/kg) vegetation growth is affected and impacts are observed in various physical-chemical fertility parameters, especially field capacity, temperature, cation exchange capacity, water repellency, and porosity. These toxicity impacts, as well as changes in physical-chemical parameters, can be mitigated with the use of organic amendments in concentrations of 1-4%, resulting in the vigorous growth of vegetation in an impacted humid tropical environment. Guidelines for soil parameters as clean up criteria are presented for soils typical of the tropics.

CONCENTRAÇÃO RESIDUAL DE HIDROCARBONETOS EM SOLO DO TRÓPICO. II: AFETAÇÃO DA FERTILIDADE E SUA RECUPERAÇÃO

RESUMO

Neste trabalho são avaliados fatores de fertilidade em relação aos critérios de saneamento de solo contaminado com hidrocarbonetos em um ambiente tropical rural. Mesmo que a toxicidade por vazamentos recentes possa afetar a fertilidade, em geral é mínimo este tipo de impacto em vazamentos antigos e em solos que têm sido remediados e que têm concentrações <25.000mg TPH/kg de solo (base seca). No entanto, em concentrações ainda mais baixas (~2,500mg TPH/kg) se observam afetações no crescimento da vegetação e impactos em vários parâmetros físico-químicos de fertilidade, particularmente sobre a capacidade de campo, temperatura, capacidade de intercâmbio catiônico, repelência à água, e porosidade. Estes impactos de toxicidade, assim como as mudanças em parâmetros físico-químicos, podem ser mitigados com o emprego de adubos orgânicos em concentrações de 1-4%, resultando em um crescimento vigoroso da vegetação em um ambiente tropical úmido impactado. Apresentam-se lineamentos de parâmetros edáficos como critérios de saneamento para solos típicos do trópico.

PALABRAS CLAVE / Capacidad de Campo / Hidrocarburos / Repelencia al Agua / Salinidad / Saneamiento / Suelos / Toxicidad /

Recibido: 27/09/2007. Modificado: 26/05/2008. Aceptado: 28/05/2008.

Varios estudios han mostrado que el riesgo de que se presenten efectos adversos es mínimo para el ganado y personas que consumen productos vegetales o animales provenientes de sitios donde el suelo presenta hidrocarburos residuales meteorizados o intemperizados (expuesto al intemperie por un periodo largo) en concentraciones menores a ~50000mg TPH/kg de suelo (Pattanayek y DeShields, 2003; Adams y Morales, 2008; CCME, 2008). Sin embargo, los hidrocarburos pueden interferir en el desarrollo de forrajes, cultivos y flora natural al afectar la fertilidad del suelo. En el presente trabajo se señala los tipos de afectaciones más comunes a la fertilidad con base en la literatura, así como mecanismos sencillos para mejorar la fertilidad en suelos afectados.

En este contexto es importante diferenciar entre el suelo superficial y el subsuelo. La porción del suelo de importancia agrícola es la zona donde se acumulan las raíces (rizósfera); es decir, los primeros 30cm para la mayoría de los cultivos, y hasta 1-1,5m para algunos árboles frutales (Porta et al., 1999). El suelo debajo de esta zona de raíces es de poca importancia agrícola para la mayoría de cultivos, y el aporte de nutrientes y humedad de esta zona a las plantas es mínimo. Por ello, la siguiente discusión se refiere fundamentalmente a los suelos superficiales de importancia agrícola. Cabe señalar, sin embargo, que la zona por debajo de las raíces puede considerarse como una fuente de contaminación al agua subterránea.

Los hidrocarburos del petróleo pueden afectar la fertilidad a través de varios mecanismos: toxicidad directa a los organismos en el suelo, reducción en la retención de humedad y/o nutrientes, compactación, así como cambios en pH y salinidad.

Toxicidad en el Suelo

La toxicidad de los hidrocarburos de petróleo, tanto alifáticos como aromáticos, es muy variable pero, en general, aquellos de menor peso molecular son más tóxicos (Edwards et al., 1997). Los hidrocarburos de la fracción ligera, generalmente entre 5 y 10 carbonos (C5-C10; SEMARNAT, 2005), son muy tóxicos pero muy volátiles (Gustafson et al., 1997) y no perduran en un ambiente tropical. Un ejemplo fue un derrame de gasolina nafta en el Arroyo "El Burro" en el sur del estado de Veracruz (México) ocurrido en enero 2004. Según la caracterización realizada (UJAT, 2004) no se encontraron hidrocarburos del petróleo en los sedimentos del arroyo después de dos meses.

En el medio tropical, los hidrocarburos que podrían perdurar después de un derrame o descarga son de la fracción media (C11-C28) y la fracción pesada (C28+; SEMARNAT, 2005). De estos, son principalmente los hidrocarburos de bajo peso molecular de la fracción media los que son ligeramente tóxicos para diferentes tipos de plantas y la mesofauna del suelo, tales como las lombrices (Currier y Peoples, 1954; Salanitro et al. 1997; Doherty, 2001; Adams et al., 2006). Sin embargo, debido a la rápida biodegradación de estos compuestos, esta afectación es de muy corta duración.

En suelos de climas templados, con concentraciones residuales de la fracción media de hasta 10000mg TPH/kg de suelo, se ha observado una afectación temporal a la vegetación que solo dura un ciclo de cultivo (Deuel, 1991). En zonas templadas, después de menos de un año, la afectación hacia las lombrices así como a los cultivos (trigo, avena y maíz) desaparece por completo (Salanitro et al., 1997). En áreas tropicales es muy probable que esta afectación sea aun más corta debido a las altas tasas de biodegradación propias de climas cálidos y húmedos. Por ejemplo, Márquez-Rocha et al. (2005) reportan datos para la región tropical del sudeste de México (estado de Tabasco), donde se observó una reducción en la concentración de petróleo crudo a la mitad en 23-26 días. De igual manera, Odokuma y Dickson (2003) presentaron datos de estudios realizados en el bosque tropical del delta del Río Níger. Con los datos que reportan estos autores se obtiene una vida media (tiempo para reducir la concentración en un 50%) en la concentración de hidrocarburos de petróleo crudo de 21-25 días. El mismo trabajo reporta una reducción de la concentración de hidrocarburos de casi 90% en apenas nueve semanas. En otro estudio, Pala et al. (2006) presentaron pruebas de factibilidad sobre suelo arcilloso contaminado con petróleo crudo en Brasil. Con sus datos se obtienen valores de vida media muy similares a los de otros autores, en este caso de 19 días en el mejor de los tratamientos. Debido a que en zonas templadas, a 10000mg/kg la duración de la afectación es solo un ciclo de cultivo (4-8 meses) y en zonas tropicales las tasas de biodegradación de hidrocarburos es muy alta, es probable que en zonas tropicales la duración de afectación a los cultivos (u otra vegetación) sea aun más corta (2-3 meses). Con base en estos resultados se considera que solo en suelos con concentraciones >10000mg TPH/kg de suelo de este tipo de hidrocarburos (fracción media), se podrían presentar afectaciones por toxicidad.

Aunque los hidrocarburos meteorizados que quedan de derrames antiguos y en sitios remediados son de baja toxicidad o de muy corta duración, sí pueden afectar al rendimiento de forrajes y cultivos debido a alteraciones que no están relacionados con la toxicidad (Zavala et al., 2005). La causa de ello se refiere a alteraciones de las propiedades físicas y químicas del suelo, las cuales pueden ocurrir a concentraciones muy bajas, de 2500-4000mg TPH/kg suelo (Adams et al., 2006). Estos tipos de afectaciones son, en general, desconocidas por la comunidad normativa. Sin embargo, en los últimos años se han llevado a cabo, independientemente, varios estudios sobre este tema de zonas tropicales y subtropicales, los cuales son congruentes. A continuación se describen estos tipos de afectación con base en diversos estudios relevantes.

Reducción en la Retención de Humedad

Las partículas del suelo contienen fracciones de arcillas y materia orgánica. Estos componentes generalmente imparten a la superficie de las partículas del suelo una carga eléctrica negativa que permite al suelo retener humedad por su interacción electrostática con el agua debido a su característica polar y a la carga parcial positiva del átomo de hidrógeno en la molécula (Bohn et al., 2001). De manera contraria, los hidrocarburos son esencialmente no polares o tienen una polaridad muy baja. Cuando los hidrocarburos cubren la superficie del suelo, interrumpen la interacción electrostática entre la superficie de las partículas del suelo y el agua, reduciendo su capacidad de retención de agua. Durante los periodos de sequía, que son comunes para clima monzónico o de sabana, la cantidad de humedad retenida en el suelo puede no ser suficiente para satisfacer la demanda de la vegetación, produciendo resequedad y muerte de la vegetación (Adams et al., 1999, 2006; Zavala et al., 2005).

En la Figura 1 se muestra como el incremento en la concentración de hidrocarburos está directamente relacionado con la reducción en la capacidad de campo, la cual disminuye la producción de biomasa vegetal, en este caso pastura, como se aprecia en la Figura 2. En esta figura se nota que una capacidad de campo por debajo de ~35% de humedad redujo drásticamente la producción de biomasa. Según la relación de la Figura 1, esto ocurre a concentraciones de TPH por arriba de ~6000mg/kg.

Relacionado a este problema está la repelencia al agua. En ciertos suelos, sobre todo en suelos arenosos que han sufrido algún periodo largo de sequía o quema, se desarrolla una lámina delgada de hidrocarburos meteorizados que reduce la capacidad del suelo a humectarse después de un periodo de estiaje (Roy y McGill, 2000a). En la Figura 3 se presenta la repelencia al agua en suelo arenoso contaminado y parcialmente biorremediado (Adams et al., 2008). Como puede observarse en esta figura, la repelencia en este suelo arenoso incrementa rápidamente y de manera casi lineal con concentraciones mayores de hidrocarburos, alcanzando una repelencia alta (MED>3; Li et al., 1997) en una concentración de solo ~2400mg/kg TPH.

Reducción en la Retención de Nutrientes

Muchos nutrientes de importancia para las plantas y microorganismos son catiónicos, tales como el NH4+, K+, y Ca++. Estos nutrientes catiónicos son retenidos en el suelo, aún en áreas con precipitaciones altas, debido a la interacción electrostática de las partículas de suelo con carga negativa (Porta et al., 1999). Cuando los hidrocarburos, poco polares y sin carga, cubren esta superficie, se interrumpe la interacción entre las partículas del suelo y los cationes, reduciéndose la capacidad del suelo para retenerlos (Roy y McGill, 1998). Al ocurrir precipitaciones fuertes los nutrientes no son retenidos adecuadamente, por lo que son lixiviados del suelo. Esto puede ser especialmente problemático para áreas tropicales que experimentan lluvias fuertes y tormentas. Bajo estas condiciones, los cationes no son retenidos y se pierden del suelo. Esto provoca el agotamiento de los nutrientes y la reducción de la actividad biológica, lo cual a su vez provoca la disminución de la producción de pasto y otros cultivos (Zavala et al., 2005).

Compactación

La compactación es un problema propio de muchos suelos de uso agropecuario y puede intensificarse cuando se presentan hidrocarburos residuales en el suelo. Frecuentemente, la maquinaria agrícola, así como el peso del ganado, pueden comprimir el suelo, sobre todo en áreas con sobrepastoreo por ganado bovino. Por otra parte, suelos sometidos a actividad agrícola intensa pueden sufrir reducción de la cantidad de materia orgánica, produciéndose compactación. Ello se debe a que la materia orgánica favorece la formación de grumos o aglomerados de suelo franco o friable, lo cual lo hace más apto para ser cultivado (Porta et al., 1999).

Al ocurrir un derrame de petróleo en un suelo mineral, inmediatamente disminuye la densidad aparente del suelo debido al incremento de carbono orgánico en el suelo (Zavala et al., 2005). Sin embargo, después de algunos meses los hidrocarburos residuales, sobre todo los muy meteorizados, reducen la capacidad del suelo de volver a su situación natural luego de una compresión temporal. Esto se debe al carácter parcialmente oxidado de los hidrocarburos residuales, consecuencia de los procesos naturales de recuperación o debido al tratamiento del suelo mediante programas de remediación. La estructura química de los hidrocarburos residuales presenta "terminales pegajosas", las cuales incrementan su viscosidad y adherencia en el suelo. Un ejemplo del mismo se presenta en las Figuras 4 y 5. Partiendo de datos presentados por Martínez y López (2001) realizamos regresiones respecto a cambios en las diferentes fracciones texturales del suelo relacionados al incremento en la concentración de aceite de fracción pesada (en este caso el combustóleo Nº 6; "Bunker C"). Esta fracción actúa como aglomerante, pegando las partículas finas en el suelo (arcillas) en partículas más gruesas (tamaño de arena). En la Figura 4 se observa una reducción en la cantidad de arcillas que es directamente proporcional al incremento en la cantidad de arena; el aceite parece estar aglomerando las partículas finas de arcilla en partículas más gruesas (de arena). Torres et al. (2007) también encontraron evidencias de este tipo de aglomeración. En el trabajo de Martínez y López (2001) también se reportó una reducción de 87% en la porosidad, correspondiente al cambio inducido por la contaminación con el aceite. Usando los datos presentados por estos autores obtuvimos una regresión sobre la relación entre este cambio en porosidad y la concentración del combustóleo Nº 6 (Figura 5). Como se observa en esta figura, se obtuvo una correlación alta lineal (R= -0,996) entre la reducción en la porosidad y el incremento en la concentración de combustóleo Nº 6.

Cuando el suelo es comprimido, debido al peso de maquinaria o el ganado, las partículas tienden a cohesionarse más fuertemente que en un suelo sin hidrocarburos tan oxidados. Después, cuando desaparece la causa de la compresión, la capacidad del suelo para descomprimirse y retornar a su condición anterior se reduce, permaneciendo compactado. Esta situación reduce la permeabilidad del suelo y la percolación del agua a través del mismo, provocando mayor escurrimiento superficial y menos retención de humedad. Además, puede reducir la aireación interna del suelo, produciendo condiciones de anegamiento que no son toleradas por muchos cultivos. Los suelos arcillosos están especialmente dispuestos a presentar este problema de anegamiento y reducción en la respiración (Martínez y López, 2001; Adams et al., 2002). Por otra parte, el suelo puede endurecerse e impedir la penetración y desarrollo de las raíces, reduciendo la capacidad de las plantas para obtener suficiente humedad y nutrientes del suelo, y reduciendo su capacidad de tolerar lluvias o vientos fuertes, que son comunes en tormentas tropicales.

 

 

 

Cambios en pH y Salinidad

Aunque no son causados directamente por los hidrocarburos, es común que en los derrames de petróleo se encuentre asociada el agua de producción. El agua de producción o formación es agua que generalmente tiene un alto contenido de sales disueltas proveniente de las formaciones geológicas (domos salinos) de los yacimientos de petróleo de donde se extrae. Esta agua puede alterar la conductividad eléctrica, la relación de adsorción de Na y a veces el pH del suelo. Zavala et al. (2005) encontraron relación positiva entre TPH y el Na+ en Gleysoles afectados por derrames viejos de petróleo en un área tropical.

Los efectos de la presencia de agua de formación frecuentemente son de corta duración en la mayoría de áreas tropicales, debido a la alta pluviosidad y la dilución con agua dulce. Para evaluar la efectividad de la precipitación para la clasificación de clima, Thornthwaite utilizó el índice de precipitación-evaporación. Para muchos climas tropicales, e incluso semitropicales, este índice señala un exceso de precipitación vs evaporación de 0-100+cm/año (Feddema, 2006; Allaby, 2007). El índice precipitación-evaporación medido para un área del sudeste de México con un clima tipo tropical húmedo-seco (Aw en el sistema de Köppen) reveló un exceso de precipitación anual de ~30+cm. (SECamp, 1999). Con este nivel de precipitación, en la mayoría de los sitios en regiones tropicales se lava el exceso de sales en 1-3 años, reduciendo la conductividad eléctrica y porcentaje de Na intercambiable a niveles apropiados para el desarrollo de pastizales, cultivos o vegetación silvestre (API, 2006; OCC, 2006).

No obstante, existen ciertas áreas en el trópico que son relativamente secas, y en ellas la salinidad asociada con derrames de hidrocarburos puede ser más grave. En este caso, sería necesario investigar con mayor detalle ciertas áreas tropicales menos húmedas. Feddema (2006) señala la Península de Yucatán, México, partes del norte de Colombia y Venezuela, así como el extremo oriente de Brasil, como áreas en donde hay poco, o no hay, exceso de agua (precipitación vs evaporación) en cualquier estación del año.

Superación o Mitigación de los Impactos sobre Fertilidad

Como se señaló, la presencia de hidrocarburos en el subsuelo por debajo de la zona donde se acumulan las raíces (rizósfera) no tiene importancia para la fertilidad del suelo para la mayoría de cultivos y solo se considera en cuanto pueda afectar la calidad del agua subterránea. De igual manera, en suelos con hidrocarburos muy meteorizados, la biodisponibilidad, así como la toxicidad de los mismos es muy baja (Bogan y Sullivan, 2003; Ehlers y Luthy, 2003). Sin embargo, cuando existen hidrocarburos residuales en el suelo superficial, los mismos pueden afectar negativamente su fertilidad y puede ser necesario realizar actividades para recuperarla.

Los efectos potenciales señalados en las secciones anteriores varían según los diferentes tipos de suelo. En los suelos arcillosos-rojos y ácidos, como los Acrisoles y Luvisoles, la fertilidad natural es baja o muy baja, y por ello pueden apreciarse efectos sobre la producción de pasto a concentraciones de hidrocarburos residuales tan bajas como 2500 a 4000mg TPH/kg de suelo (Adams et al., 2006).

Sin embargo, en sitios donde se ha llevado a cabo algún tratamiento de mitigación se ha observado crecimiento vigoroso de la vegetación. Por ejemplo, en recortes de perforación petrolera donde se ha incorporado 4% de abono orgánico (cachaza de caña) y que todavía tiene una concentración de 3 a 4% de hidrocarburos (30000-40000mg TPH/kg de suelo) se ha observado un crecimiento apreciable de pasto después de ocho meses (Adams, 2004). De igual manera, en suelo o sedimentos contaminados con petróleo crudo muy meteorizado, tratado con abono orgánico pero que aún contiene concentraciones tan altas como 5-11% de TPH (50000-110000mg TPH/kg de suelo) se mejora significativamente el crecimiento de pastos así como varios parámetros relacionado a la fertilidad, incluyendo la capacidads de campo, toxicidad aguda y repelencia al agua en 1-3 años (Adams et al., 2005, 2007; Adams y Guzmán-Osorio, 2008).

Uno de los mecanismos más comúnmente utilizado y efectivo para mitigar el impacto de los hidrocarburos y de las sales en el suelo, consiste en la aplicación de 1-4% de materia orgánica. Para ello se utiliza ampliamente desechos agrícolas, tales como bagazo de caña de azúcar, cáscara de cacao, desechos de empacadoras de plátano y otros. Este material puede ser incorporado al suelo mediante maquinaria agrícola convencional y se puede aplicar un fertilizante agrícola común, tal como el N-P-K 17-17-17, para mejorar la fertilidad. Comúnmente se aplica el fertilizante hasta obtener un contenido de nitrógeno de ~100mg N/kg suelo (peso seco), o según las indicaciones del fabricante de agroquímicos para cultivos específicos.

En la Tabla I se presentan lineamientos para parámetros de fertilidad de referencia a ser utilizados en la recuperación de la fertilidad del suelo. Estos lineamientos están basados en estudios realizados en suelos no contaminados de la región tropical del sudeste de México (Zavala et al., 1998, 2006; Molina et al., 2006).

Conclusiones

Los tipos de posibles impactos en el suelo varían mucho según el tipo de hidrocarburo. Aquellos de la fracción media, poco meteorizada, presentan toxicidad pero la misma es de corta duración en el medio tropical, debido a la rápida biodegradación en temperaturas altas. Se encuentra ampliamente documentado que las fracciones pesadas de los hidrocarburos, las cuales corresponden a la fracción remanente del proceso de meteorización, presentan muy baja toxicidad. Sin embargo, es poco conocido que, aun en bajas concentraciones, estos hidrocarburos residuales causan un deterioro importante de las propiedades fisicoquímicas del suelo. Este deterioro es fácilmente corregido mediante la aplicación de abonos agrícolas y fertilizantes comunes. En base a estas observaciones, se proponen criterios de saneamiento basados principalmente en parámetros edáficos, en lugar de la concentración de hidrocarburos.

Los puntos de atención para la producción de alimentos en suelos superficiales (0-30cm) con hidrocarburos residuales en ambientes tropicales son:

– En sitios donde se presentan en el suelo superficial hidrocarburos de fracción media, o de moderada meteorización, podría existir alguna toxicidad hacia las plantas y animales del suelo (tales como lombrices) pero sólo cuando la concentración supere los 10000mg TPH/kg suelo. A concentraciones menores, la afectación es solo temporal (~2-3 meses).

– Para sitios con hidrocarburos muy meteorizados en el suelo superficial (derrames muy viejos) la afectación de la fertilidad podría ser más seria. Aún en concentraciones muy bajas (2500-4000mg TPH/kg suelo) el suelo puede ser afectado si no es tratado para mejorar su fertilidad. Los hidrocarburos muy meteorizados reducen la fertilidad del suelo debido a que i) reducen la capacidad de retención de humedad y provocan repelencia al agua; ii) reducen la capacidad de retención e intercambio de nutrientes, sobre todo los catiónicos; iii) producen compactación del suelo, reduciendo la infiltración de agua, y la penetración de las raíces; y iv) puede presentarse contaminación con el agua de formación procedente de yacimientos petroleros produciéndose aumento de la salinidad y del Na+ en el suelo

Los efectos potenciales sobre la fertilidad pueden ser mitigados con la aplicación de abonos orgánicos, en una concentración de 1-4%. Comúnmente, se usan desechos agrícolas. Con este tipo de tratamiento es posible recuperar suelos superficiales que aún tienen 3-5% de hidrocarburos (30000-50000mg TPH/kg suelo). Los valores finales deseables para los parámetros de fertilidad dependen mucho del tipo de suelo. Los parámetros importantes son la capacidad de intercambio catiónico (CIC), la capacidad de campo (CC), la densidad aparente (DA), la repelencia al agua (WDPT), la conductividad eléctrica (CE) y el pH

Considerando los factores de fertilidad para la producción de alimentos, pastura o para el desarrollo de vegetación natural silvestre, es posible que muchos sitios con hidrocarburos residuales presenten algún tipo de afectación. Para estas áreas es recomendable un diagnóstico sobre las propiedades fisicoquímicos de fertilidad, y de ser necesario, un tratamiento para recuperar la fertilidad del suelo.

Agradecimientos

Los autores agradecen a Sara McMillen, de Chevron Energy and Technology Company, por su apoyo con fuentes de bibliografía, revisión del trabajo y coordinación, y a Juan Ávila González y Benjamín Hernández Hernández, de Pemex Gas y Petroquímica Básica, por su apoyo en obtener muestras de áreas impactadas y otros apoyos administrativos, a Erika Escalante Espinosa, de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, México, a Fernando Morales García, de la Universidad Simón Bolívar, Venezuela por la revisión del manuscrito, y a Gerónimo Álvarez Coronel por correcciones en el texto.

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