SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.26 número12EFECTOS DE LA COMPOSICIÓN DEL GAS NATURAL COMPRIMIDO EN LOS COMPONENTES REGULADOS DE LOS GASES DE ESCAPE EN UN MOTOR DE ENCENDIDO POR CHISPA: PARTE I: NÚMERO DE WOBBE Y %CH4/CH índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

Compartir


Interciencia

versión impresa ISSN 0378-1844

INCI v.26 n.12 Caracas dic. 2001

 

CARACTERÍSTICAS SOCIOECONÓMICAS Y ALIMENTARIAS EN HOGARES DE NIÑOS Y MADRES CUIDADORAS DE GUARDERÍAS DE UNA ZONA DE BAJOS RECURSOS EN CARACAS, VENEZUELA

Jennifer Bernal R. y Paulina Lorenzana A.

Jennifer Bernal R. Licenciada en Nutrición y Dietética, Universidad Central de Venezuela. M.Sc. en Nutrición Humana, Universidad Simón Bolívar (USB). Profesor Asistente, Departamento de Tecnología de Procesos Biológicos y Bioquímicos, USB. Dirección: Departamento de Tecnología de Procesos Biológicos y Bioquímicos, Universidad Simón Bolívar, Apartado Postal 89000, Caracas 1080A, Venezuela. e-mail:jbernal@usb.ve

Paulina Lorenzana A. M.Sc. en Nutrición Humana y Ph.D. en Nutrición Internacional, Cornell University, Ithaca, NY. Profesor Titular, Departamento de Tecnología de Procesos Biológicos y Bioquímicos, USB.

Resumen

Este estudio busca caracterizar el perfil socioeconómico y alimentario de hogares de niños y madres cuidadoras y la disponibilidad alimentaria en Multihogares de Cuidado Diario (MCD) de una zona de bajos recursos en Caracas. Se estudió una muestra intencional de 93 representantes y 25 cuidadoras en 9 MCD, recolectando información sobre las características socioeconómicas (Método Graffár modificado) y la adquisición de alimentos; se utilizó un método de registro de alimentos adquiridos en el hogar validado para tal fin. Se observó mayor uso de los MCD por niños pobres comparado con niños muy pobres, un aporte apreciable de energía (69%) y proteínas (142%) en la alimentación de estos niños, lo cual realza su seguridad alimentaria, aunque éste no sea uno de los objetivos específicos del programa. Sin embargo, el programa no cubre con la meta de suministrar 85% de las necesidades energéticas de los niños, indicando la necesidad de buscar alternativas para el logro de dicha meta. Se sugiere la selección de usuarios de manera más rigurosa, focalizando en la población con pobreza crítica, debido al impacto positivo que ejerce el programa sobre la seguridad alimentaria de los niños e indirectamente de los hogares involucrados.

Summary

This paper describes the socioeconomic and food characteristics of the homes of 93 children and 25 caretakers in 9 childcare centers in an underprivileged community in Caracas. Information on income, income spent on food and social characteristics (modified Graffar method) were gathered. Food adquisition was estimated using a validated food-record-method. Greater use of the child-care facilities by poor compared to very poor children was observed. Food availability in these centers contribute an appreciable amount (69%) of energy and protein (142%), but does not cover the program’s goal of 85% of children’s energy requirements. This points to the need for exploring alternative ways of reaching this goal. The program should be structured to reach very poor households more significantly, considering the positive impact of the program on the child´s food security and indirectly on that of the households.

Resumo

Este estudo busca caracterizar o perfil socio-econômico e alimentar de lares de crianças e mães cuidadoras de creche e a disponibilidade alimentar em Multilares de Cuidado Diário (MCD) de una zona de baixos recursos em Caracas. Foi estudada uma amostra intencional de 93 representantes e 25 cuidadoras em 9 MCD, recolhendo informação sobre as características socio-econômicas (Método Graffár modificado) e a aquisição de alimentos; utilizou-se um método de registro de alimentos adquiridos no lar validado para tal fim. Observou-se maior uso dos MCD por crianças pobres comparado com crianças muito pobres, um aporte apreciável de energia (69%) e proteínas (142%) na alimentação destas crianças, o qual realça sua segurança alimentar, ainda que este não seja um dos objetivos específicos do programa. Porém, o programa não supre a meta de fornecer 85% das necessidades energéticas das crianças, indicando a necessidade de buscar alternativas para conseguir dita meta. A sugestão é selecionar usuários de maneira mais rigorosa, focalizando a população com pobreza crítica, devido ao impacto positivo que exerce o programa sobre a segurança alimentar das crianças e indiretamente dos lares envolvidos.

Palabras clave / Guarderías Infantiles / Disponibilidad Alimentaria / Disponibilidad Energética / Multihogares de Cuidado Diario /

Recibido: 22/05/2001. Modificado: 25/10/2001. Aceptado: 02/11/2001

Durante varias décadas los programas de nutrición se basaron en simples intervenciones técnicas centradas en un solo aspecto, que algunas veces reflejaban la formación y prioridades del ejecutor y no las necesidades reales de la comunidad (UNICEF, 1990). Desde los años setenta este paradigma comenzó a cambiar; un ejemplo en Venezuela lo constituye la aparición de estrategias sociales integrales de atención infantil, como el programa de Multihogares de Cuidado Diario (MCD) para asistir sobre todo a madres que trabajan fuera del hogar.

Los MCD son guarderías infantiles que atienden a niños menores de 6 años de escasos recursos socioeconómicos. Funcionan de lunes a viernes, aproximadamente ocho horas diarias. Para la creación de un Multihogar, se selecciona un local de la comunidad y se organiza para que funcione como una guardería que presta atención integral infantil a niños de familias que habitan la zona. Los MCD forman parte de la agenda social gubernamental desde 1974 y opera con fondos gubernamentales. Existen también Hogares de Cuidado Diario, cuya única diferencia es la capacidad: en el MCD atienden hasta 30 niños, mientras que el hogar de cuidado funciona con un máximo de 8 niños. La meta nutricional del programa es cubrir 85% del requerimiento de calorías, con el suministro de dos comidas principales y dos meriendas diarias (Piñango, 1998; Ministerio de la Familia y otros, 1996). Este programa cobra mayor importancia debido al elevado número de mujeres que cada día deben insertarse en el mercado laboral para aumentar los ingresos del hogar, como consecuencia del deterioro en la economía venezolana. El programa tiene como población objetivo niños con elevada vulnerabilidad, reflejada en altas tasas de desnutrición actual y global que presentan los niños entre 2 y 6 años (Valera et al., 1999).

El cuidado infantil, junto con el acceso alimentario y los servicios de salud, son determinantes críticos de una adecuada nutrición, fundamental para el logro del bienestar. Las prácticas de cuidado infantil están determinadas en parte por la habilidad del cuidador en acceder a fuentes económicas, humanas y organizacionales, necesarias para proveer a los niños de cuidado y alimentos complementarios adecuados (WHO et al., 1998).

Debido a la complejidad del problema nutricional y los factores que afectan la alimentación del niño, es idónea la aplicación de programas de atención integrales. El modelo conceptual sobre las causas de la malnutrición adoptado por UNICEF, señala que la ingestión de nutrientes es uno de los determinantes directos de la sobrevivencia, crecimiento y desarrollo del niño. Este factor está influenciado por causas asociadas, como la seguridad alimentaria en el hogar y las prácticas en el cuidado infantil. Según la Asociación Dietética Americana (ADA), los programas de cuidado infantil deben cumplir con las recomendaciones nutricionales para niños y educar en el área nutricional, en un ambiente seguro, sanitario, de soporte que promueva la adquisición de hábitos alimentarios saludables para prevenir enfermedades y lograr un adecuado crecimiento y desarrollo infantil. La ADA recomienda que los niños que transcurran ocho horas o más en programas de cuidado; deben recibir entre 50% y 75% de las recomendaciones nutricionales diarias (ADA, 1999).

Una manera de evaluar si el programa cubre la población más necesitada de manera eficaz es mediante el estudio de las características socioeconómicas y alimentarias de los hogares de niños y madres cuidadoras y el cumplimiento de la meta nutricional establecida por el programa. Estudios descriptivos desarrollados en centros de cuidado diario infantil de Estados Unidos, reportan suministros de energía bajos, que escasamente cumplen 70% de las recomendaciones de energía diaria (Stanek y Abbott, 1990; Drake, 1991; Briley et al., 1994; 1999). Un estudio descriptivo del componente nutricional de los MCD en ocho estados venezolanos arroja los resultados siguientes: 68% de adecuación de la disponibilidad energética y 111% de adecuación proteínica en niños mayores de 3 años, 115% de adecuación energética y 148% de adecuación proteínica en menores de 3 años (Ministerio de Familia y SENIFA, 1998). La información no se dispone regularmente y no existen datos en algunos años y/o regiones.

Con el propósito de contribuir a incrementar los conocimientos sobre la adecuación del servicio de alimentación de los multihogares, el presente estudio busca caracterizar el perfil socioeconómico y alimentario de los hogares de niños y madres cuidadoras de una zona pobre urbana de Caracas. Se compara la disponibilidad alimentaria de los hogares y MCD estudiados y otros estudios.

Métodos

Dentro del paradigma positivista, el estudio es transversal, de tipo descriptivo-comparativo y que forma parte de una investigación más amplia que desarrolló y validó escalas que miden la satisfacción alimentaria-nutricional en representantes y madres cuidadoras de MCD (Bernal y Lorenzana, 1999). De un universo de 21 MCD, con cobertura de 588 niños, se entrevistó a 93 representantes de niños usuarios y a 25 madres cuidadoras en 9 MCD de la parroquia Antímano, una zona urbana pobre localizada en Caracas. La muestra se seleccionó según la disposición de los entrevistados, clasificándose como no probabilística intencional (Hurtado y Toro, 1997). Los representantes son aquellos padres, tíos (as) o abuelos (as) encargados del niño ante el MCD. La madre cuidadora es la persona responsable del cuidado del niño en el Multihogar, usualmente es miembro de la comunidad y contratado por la asociación civil. Se excluyó a madres cuidadoras y representantes de niños con menos de 2 semanas de permanencia en el programa.

La recolección de datos se realizó durante 1998, a través de entrevistas individuales estructuradas para obtener la información sobre el perfil socioeconómico y la adquisición de alimentos (tipo, variedad, cantidad, marca comercial y costo de alimentos adquiridos) en tres tipos de poblaciones: el hogar de los niños, el hogar de las madres cuidadoras y en los MCD.

Para la valoración del nivel social se utilizó el método Graffár, modificado para Venezuela (Méndez, 1990), el cual considera variables estructurales como la profesión del jefe de la familia, la fuente de ingreso, el nivel de instrucción de la madre y las condiciones de alojamiento. El estrato III agrupa a las familias del nivel intermedio no pobre, el estrato IV se refiere al nivel social de pobreza relativa y el estrato V con el estado de pobreza crítica, el cual implica la privación absoluta o la deficiencia de medios para alcanzar un mínimo de salud y desarrollo físico.

El Ingreso Nominal Mensual (INM) se estimó mediante la suma total de fuentes económicas, sea dinero o bienes procedentes de diferentes fuentes, que ingresaron al hogar el mes previo a la recolección de datos (Lorenzana, 1997). Para el cálculo del porcentaje del INM del hogar que es destinado a la alimentación, se utilizó los datos del INM y el costo total de la adquisición de alimentos la última semana o quincena previa a la entrevista, dependiendo de la periodicidad usual de compra en los hogares. Para valorar la capacidad adquisitiva de los hogares se consideró el salario mínimo vigente para el momento de la recolección de datos (bolívares 100000,00), el costo de la Canasta Alimentaria Normativa (OCEI, 1998), el costo de una Canasta Alimentaria reportada por el CANIA (CANIA, 1998), y el costo de 2200 Kcal, como el requerimiento energético para el habitante promedio de Venezuela (INN y Fundación Cavendes, 1993).

La disponibilidad de alimentos es un concepto complejo que tiene diversas maneras de abordaje. También se denomina consumo aparente de alimentos. La disponibilidad para consumo humano es la cantidad de un alimento particular, de energía alimentaria o de algún nutriente específico que está disponible para consumo de una persona o una determinada población, por unidad de tiempo (Abreu y Ablán, 1996). Para efectos de este estudio se considera a la disponibilidad como la totalidad de alimentos adquiridos, comprados, obsequiados o producidos en el hogar durante un periodo específico (Burk y Pao, 1976). Para conocer los alimentos disponibles en los hogares de niños, cuidadoras y MCD, se utilizó el método de registro de alimentos descrito por Burk y Pao en 1976 (Gibson, 1990). Se registró la cantidad, precio y marca comercial de cada alimento que ingresó al hogar durante la semana o quincena anterior a la entrevista. Las frutas y hortalizas se estandarizaron como porciones pequeñas, medianas y grandes. La disponibilidad reportada en este estudio no consideró las pérdidas del alimento en el hogar, debido a la cocción o falta de consumo, ni consideró la distribución intra-familiar de los alimentos, factores que podrían ocasionar que el consumo sea diferente al valor de disponibilidad alimentaria que aquí se reporta. Durante la investigación se visitó el mercado popular local para seleccionar al azar muestras de alimentos por triplicado, pesarlas y usar los promedios netos. No se tomó en cuenta alimentos consumidos fuera del hogar o los MCD; no se incluyó alimentos desechados, dañados o para mascotas. Se calculó la disponibilidad de alimentos per capita para los hogares de los niños, cuidadoras y MCD. Se calculó y estructuró los aportes de energía y proteína correspondientes a las disponibilidades de alimentos, expresados en peso neto, utilizando los valores reportados en la Tabla de Composición de Alimentos de Venezuela (INN, 1994). La adecuación de energía y proteínas se calculó considerando los Requerimientos de Energía y Nutrientes (INN y Fundación Cavendes, 1993).

Para calcular el aporte energético de los alimentos adquiridos en los hogares de niños, madres cuidadoras y MCD, se utilizó el programa Microsoft EXCEL versión 97. Para realizar los cálculos de la estadística descriptiva, bivariada, pruebas t de student para la comparación de las medias y Chi cuadrado para comparar las frecuencias de los grupos estudiados, se utilizó el programa SYSTAT para Windows, versión 5 (Wilkinson, 1992).

Resultados y Discusión

Los resultados se presentan desglosados según los grupos estudiados: hogares de niños, hogares de madres cuidadoras y Multihogares. Los datos de los hogares de niños fueron obtenidos de las entrevistas realizadas a los representantes seleccionados en los MCD. Los datos de los hogares de las madres cuidadoras y de la MCD se obtuvieron de las entrevistas realizadas a las responsables del cuidado de los niños y la administración de la comida en los multihogares.

Características de la muestra

Como era de esperar, 99% de la muestra estuvo representada por mujeres, con edades comprendidas entre 16 y 56 años. La edad promedio de los representantes (n=93) fue de 28,4 ±7,2 años, muy similar a la edad de las madres cuidadoras (n=25) de 29 ±7,2 años. Se trata de una población femenina joven, económicamente activa. El promedio de edad de los niños era de 3,3 ±1,3 años, con rango entre 6 meses y 10 años. El tamaño promedio de los hogares estudiados fué de 6 miembros por hogar.

En la Tabla I se presenta el perfil socio-alimentario de los hogares estudiados. La mayoría de los hogares de cada grupo, se encuentran en el estrato socioeconómico IV, correspondiente al estado de pobreza relativa. En este estrato social el jefe de familia usualmente tiene una ocupación de obrero especializado, y el ama de casa tiene estudios de sexto grado de primaria. Ninguno de los hogares de las cuidadoras pertenece al estrato V comparado con el 13% de los hogares de los niños aunque esta diferencia no resultó estadísticamente significativa. Lo anterior indica que en esta comunidad las madres cuidadoras tienen, al menos, educación primaria completa. Se observa que el programa asiste más a los hogares de pobreza relativa comparado con hogares de pobreza crítica. En la misma Tabla se observa que los hogares de los niños destinaron 40% del ingreso nominal mensual (INM) para la adquisición de alimentos. En los hogares de las madres cuidadoras, ésta variable representó 45% del INM sin que la diferencia sea significativa (p = 0,86).

Otra investigación que midió el nivel de seguridad alimentaria en un total de 297 hogares representativos de dos sectores de la población de Antímano durante el año 2000 (la misma comunidad donde se desarrolló esta investigación), reportó que lo gastado en alimentación representó 46,6% y 44,9% del ingreso total (Pláceres et al., 2000), valores muy cercanos a los reportados en el presente estudio. En un estudio (Lorenzana, 1997) sobre seguridad alimentaria, realizado en otra comunidad peri-urbana de bajos recursos en Caracas, se reportó que en promedio, los hogares gastaban 60% de sus ingresos en comida. Otra investigación (Mercado y Lorenzana, 2000) realizada en El Petróleo, una comunidad de bajos recursos ubicada en Caracas, reportó que 53% del ingreso se destinaba a la adquisición de comida en el año 1997, valor que sube a 55% para el año 1998. Todos estos estudios utilizaron la misma metodología, por lo que son comparables. Estos resultados parecen indicar que aunque todas estas comunidades son de bajos recursos, la situación económica de las familias de Antímano parece ser mejor. No obstante, al observar estudios realizados en países industrializados, se observan diferencias importantes. Scott et al. (1994) señalaron que en promedio, hogares que reportaban situaciones de hambre en Estados Unidos gastaban la tercera parte de sus ingresos en comida. Cifras reportadas por familias canadienses indican que en promedio gastan cerca de 36% de su ingreso en comida, vestido y vivienda; ellos consideran que los hogares que gastan más de 56% del ingreso en estos tres rubros, están por debajo del nivel de pobreza (Mankiw et al., 1999). Los estadounidenses en promedio gastan cerca de 11% del ingreso en alimentación; al tener más elevados ingresos se adquieren alimentos de elevada calidad, consumen alimentos con mayor valor agregado y comen frecuentemente fuera del hogar (Putnam y Allshouse, 1997).

En la Tabla II se compara el INM de los hogares de niños y de madres cuidadoras con el salario mínimo, el costo de la Canasta Alimentaria Normativa definida por la OCEI (1998) y el gasto de la Canasta Alimentaria definida por CANIA (1998). Del total de los hogares de los niños, 6,5% tiene un INM por debajo del salario mínimo decretado por el Gobierno, de Bs. 100000 (US$ 177), mientras que 8% de los hogares de las madres cuidadoras se encuentran en esta misma situación. Es de destacar que el salario mensual de las cuidadoras, para ese momento, era de Bs. 42000, menos de la mitad del salario mínimo, y en muchos casos aquel representa la principal remuneración de esos hogares. Estas mujeres trabajan 50 horas por semana, es decir que ganan aproximadamente Bs. 210 (US$ 0,37) por hora trabajada. Estas mujeres reciben alimentación en el MCD, por lo que, considerando los bajos ingresos que perciben, éste contribuye a realzar su nivel de seguridad alimentaria e indirectamente el de sus hogares.

Se encontró que 15% de los hogares de los niños tienen un INM menor que el costo de la Canasta OCEI (1998), mientras que en el caso de los hogares de las madres cuidadoras, esta situación se presentó en 12% de la muestra. Desde otra perspectiva se tiene que 80% de los hogares de los niños y 64% de los hogares de las madres cuidadoras destinan menos del costo de la Canasta OCEI para la adquisición de alimentos. La situación es similar si se utiliza la canasta del CANIA (1998). Todo lo anterior parece indicar que en los hogares anteriormente señalados, el servicio de alimentación recibido en los multihogares puede contribuir a incrementar el nivel de seguridad alimentaria de los hogares.

En la Tabla III se presenta la disponibilidad energética y proteínica de alimentos per cápita en los hogares y MCD estudiados. La disponibilidad alimentaria energética promedio de las familias de niños usuarios fue 1962 ±495 Kcal/persona/día, con 89% de adecuación, la de hogares de madres cuidadoras es 2161±642 Kcal/persona/día, con 98% de adecuación (p=0,92). Ambas resultan insuficientes por ubicarse por debajo del 100% recomendado por los valores de Referencia de energía y nutrientes para Venezuela (INN y Fundación Cavendes, 2000). Aunque los valores de disponibilidad permiten tener una aproximación del consumo, se debe considerar que no considera las pérdidas físicas del alimento in situ o por cocción, ni su distribución entre los miembros del hogar. En el estudio realizado en la comunidad El Petróleo, la disponibilidad energética per cápita en una muestra representativa de 155 hogares, fue de 2175±686 Kcal/persona/día para 1997, y de 2200 ±692 Kcal/persona/día en 1998 (Mercado y Lorenzana, 2000), el mismo año en que se realizó el presente estudio. La metodología utilizada para estimar la disponibilidad alimentaria en ambas comunidades fue la misma.

La disponibilidad energética de los MCD es 832,02±175,21 Kcal/persona/día. Para determinar si la disponibilidad energética y proteica es adecuada para los niños y madres cuidadoras del MCD se estimó sus requerimientos y se calculó el 85% de energía que debían aportar los alimentos en el centro de cuidado según la meta establecida por el programa. Así, en cada MCD estudiado deben estar disponibles 1020 Kcal y 19,5g de proteínas por niño/día, para las madres cuidadoras deben ser 1870 Kcal y 42,5g proteína/persona/día. Tomando en consideración lo anterior, la disponibilidad energética calculada cubre 69% del requerimiento energético de los niños y 38% de las cuidadoras. La adecuación energética de este estudio es similar a la reportada en otra investigación descriptiva de 8 estados venezolanos (Ministerio de Familia y otros, 1998) en el que señalan valores de 68% de adecuación energética en niños mayores de 3 años y 115% en menores de 3 años. Aunque los alimentos se encuentran en cantidad suficiente para abastecer las necesidades de los menores de 3 años, al aumentar la edad del niño o al tomar en cuenta que 4 cuidadoras se alimentan en el MCD, aparentemente no se satisface la meta nutricional del programa. Sin embargo, sólo estimando el consumo individual de los niños y madres cuidadoras se puede llegar a apreciaciones más contundentes.

En la misma Tabla III se presentan las disponibilidades proteicas de 77±31 g/persona/día (adecuación 154%) en los hogares de niños, 80±27 g/persona/día (adecuación 160%) en el hogar de las cuidadoras, 33±9 gramos/persona/día (adecuación 142% en los niños y 65% en madres cuidadoras) en los MCD. En este caso, se observa una tendencia al sobreabastecimiento proteico, consistente con otros estudios realizados anteriormente en el país.

En estudios descriptivos realizados en países desarrollados no se reportan datos de disponibilidad, sino de consumo de alimentos, aunque los resultados de deficiencia energética coinciden con este estudio. Drake (1991) realizó una comparación del consumo de nutrientes en la guardería y el hogar de 124 niños en los EEUU y utilizó la pesada de alimentos para reportar 53% y 55% de adecuación en los niños de 1 a 3 años y los de 4 a 6 años, respectivamente. Briley et al. (1999) estudiaron el consumo alimentario de 51 niños en centros de cuidado infantil en EEUU a través de la observación, recordatorio y comparación entre las raciones consumidas y las recomendadas; encontrándose que muchos niños no consumían suficientes alimentos para cubrir ni siquiera 50% del requerimiento energético diario.

En Venezuela, desde 1993 las Hojas de Balance de Alimentos (HBA) estiman una adecuación insuficiente de la disponibilidad energética, ubicada por debajo del 100% recomendado. Desde 1972 la adecuación proteínica se mantiene plena o satisfactoria, por encima del 110% del requerimiento proteico venezolano (Abreu y Ablán, 1996). En 1998, las HBA reportan 86,6% de adecuación energética y 90,3% de la proteínica (INN y ULA, 2000). La disponibilidad energética continúa siendo crítica, con tendencia al descenso, mientras que la proteica, que había permanecido en rangos aceptables comenzó a ser insuficiente. Estas cifras reflejan los cambios en los valores de referencia para energía y nutrientes (INN y Fundación Cavendes, 2000). Cabe destacar que en el año 1999, el 47% de las proteínas fueron importadas (INN y ULA, 2000).

En la Figura 1 se presenta el aporte porcentual de energía de cada grupo de alimentos reportados en la muestra estudiada. En todos los grupos estudiados se observa una tendencia similar: más de 40% de la disponibilidad energética proviene del rubro de cereales y derivados, entre los que destaca la harina de maíz precocida, el arroz, y la pasta. Las carnes, pescados y huevos poseen un rango entre 10% y 12,5%, siendo mayor en los hogares de los niños y menor en los MCD. La leche, derivados lácteos, azucares, leguminosas, tubérculos y hortalizas se encuentran más disponibles en los MCD que en los hogares de niños y cuidadoras. Las frutas se encuentran ligeramente más disponibles en los hogares que en los MCD. Se nota una mayor disponibilidad de las grasas visibles en los hogares con respecto a los MCD. Al comparar la disponibilidad energética con valores reportados por Lorenzana para 1995, coincide el orden de los grupos de alimentos de cereales, azúcares, carnes y pescados. En el estudio de Lorenzana aparecen las grasas y aceites en segundo lugar, mientras que en el presente estudio este lugar es ocupado por la leche y derivados. Una posible explicación es que en estos centros la población es infantil, la cual requiere más lácteos para fomentar el crecimiento y desarrollo infantil, mientras que en el estudio de Lorenzana se excluye a los hogares con embarazadas o lactantes (Lorenzana, 1997).

Figura 1. Aporte de energía de cada grupo de alimentos reportados en la muestra estudiada (porcentaje de la disponibilidad energética global promedio/persona/día)

En la Figura 2 se presenta el aporte de proteínas de cada grupo de alimentos reportados en la muestra estudiada, en términos de porcentaje de la disponibilidad proteica promedio. La principal fuente de proteínas son las carnes, pescados y huevos con rangos entre 34% y 40%, siendo mayor en los hogares de los niños y menor en los MCD. El segundo grupo de alimentos aportador de proteínas son los cereales, los cuales poseen una mínima variación intergrupal, sin embargo, la mayor disponibilidad la presentan los hogares de las madres cuidadoras (29,93%). Las leguminosas, leche y derivados, hortalizas y tubérculos proveen una mayor disponibilidad proteínica en los MCD que en los hogares estudiados. En el estudio de Briley et al. (1999) antes citados se encontró un consumo abundante de carnes, aves, pescados, granos, huevos, semillas, leche, yogurt, queso, frutas y jugos de frutas en el centro infantil y fuera del mismo. En el presente estudio, muchos niños no consumen suficientes vegetales y casi ninguno consume suficiente pan, cereales, pasta, y arroz, especialmente cuando están en el centro de cuidado. Estas diferencias entre el estudio actual y el estudio realizado en los EEUU (Briley et al., 1999) pueden reflejar diferencias en los hábitos de consumo, en el poder adquisitivo o en las disponibilidades alimentarias entre otras posibles razones.

Figura 2. Aporte de proteínas de cada grupo de alimentos reportados en la muestra estudiada (porcentaje de la disponibilidad proteínica global promedio/persona/día).

En la Tabla IV se presentan los alimentos que en conjunto contribuyen con 80% de la disponibilidad energética de los hogares de niños, madres cuidadoras, MCD comparados con la comunidad El Petróleo, para el año 1998. Cabe destacar que los alimentos presentados predicen el consumo de energía, según metodología adaptada y desarrollada por Lorenzana (Mercado y Lorenzana, 2000).

El número total de alimentos reportados responsables de cubrir 80% de la disponibilidad energética en los hogares de niños y madres cuidadoras fue de 15 y 14 alimentos respectivamente, en los MCD 16 alimentos y en el Petróleo 12 alimentos, lo cual refleja una mayor diversidad de alimentos en el MCD con respecto al resto de los hogares estudiados. En total se determinó que, en promedio, 19 alimentos contribuyen a la disponibilidad energética de los hogares de niños y madres cuidadoras, mientras que en los MCD son 24 alimentos.

La harina de maíz precocida ocupa el primer lugar en los hogares estudiados, mientras que el arroz es el alimento con mayor disponibilidad en los MCD. Lo anterior se puede atribuir a la costumbre de muchos venezolanos de desayunar y cenar arepa u otras preparaciones hechas con harina de maíz precocida, situación que incrementa la disponibilidad y consumo de este alimento, mientras que en el caso del arroz resulta más frecuente su consumo al mediodía. Otros alimentos como la pasta, aceite, azúcar, caraotas negras y trigo coinciden en los distintos grupos y, junto con la harina de maíz y el arroz, son responsables de más de la mitad de la disponibilidad energética. Esta situación refleja una elevada dependencia energética por estos alimentos, lo que puede ocasionar que cualquier desabastecimiento en la oferta desequilibre la seguridad alimentaria de los hogares. Por otra parte se observa que alimentos como el huevo, fuente de proteína de alto valor biológico, se encuentra disponible en los MCD, aunque no está presente en el resto de los hogares.

En cada MCD existe un menú recomendado por instituciones gubernamentales, difícil de cumplir debido a la escasez y falta de continuidad en la asignación de fondos (Bernal y Lorenzana, 1999). Sin embargo, se encuentra una mayor variedad de alimentos en los MCD, al compararse con los hogares de niños y cuidadoras, como consecuencia de la influencia positiva de los menús sugeridos sobre la variedad de la alimentación en estos centros de cuidado infantil. La variedad de la dieta puede ser un medio para mejorar la cantidad y calidad del consumo total. De hecho, se ha postulado que la monotonía de la dieta en países menos desarrollados puede explicar, en algún grado, los bajos niveles de consumo de energía observados (WHO et al., 1998).

Conclusiones y Recomendaciones

El perfil socioeconómico y alimentario de los hogares de niños usuarios de los MCD estudiados indica una población de bajos recursos y de elevada vulnerabilidad alimentaria-nutricional. El programa se vincula principalmente a hogares del estrato social IV o pobres y, en menor grado, del estrato social V o muy pobre. En este sentido, se puede mejorar su focalización a través de la inserción de hogares en estado de pobreza crítica. La disponibilidad energética de los hogares y MCD estudiados es deficitaria. El programa de MCD representa un apoyo para los hogares en condiciones de pobreza; sin embargo, es necesario estudiar la factibilidad del cumplimiento de la cobertura de 85% del requerimiento de energía en los MCD, ya que aparentemente el programa contribuye a realzar el nivel de seguridad alimentaria de los usuarios, tanto niños como madres cuidadoras, e indirectamente de sus hogares. Por otra parte, se observa una mayor variedad de alimentos reportados en los MCD, lo cual es un rasgo positivo que permite complementar la alimentación de las familias y realza la calidad alimentaria de los individuos vinculados al programa. Otras alternativas para incrementar la oferta y el consumo de energía en los MCD, podrían ser a través de la formación de alianzas estratégicas con otras instituciones gubernamentales, no gubernamentales y la empresa privada. Con respecto a la disponibilidad proteica, no se observa subadecuación en la disponibilidad, con base a los valores de referencia recomendados en el año 1993 (INN y Fundación Cavendes, 1993), pero la situación podría modificarse con los recientes valores de referencia aprobados (INN y Fundación Cavendes, 2000), por lo que se recomienda su vigilancia.

Se debe prestar atención a los hogares más vulnerables, como por ejemplo aquellos que no ganan el salario mínimo o no cubren el costo de la Canasta Alimentaria Normativa, debido a que en éstos se pueden presentar situaciones de inseguridad alimentaria y experiencias de hambre.

Este estudio respalda evidencias señaladas por otros autores (Lorenzana, 1997; Mercado y Lorenzana, 2000) sobre el elevado aporte energético de un reducido número de alimentos, los cuales son estratégicos, particularmente en poblaciones -como la de Antímano- de bajos recursos socioeconómicos, en las que se destina una elevada proporción del ingreso a la alimentación. Alzas bruscas en los precios o disminuciones en la oferta de dichos alimentos pueden afectar la seguridad alimentaria de estos hogares de manera más importante que en el resto de la población. Aunque el componente alimentario del programa de MCD no cubre la meta de lograr el 85% de la energía, proporciona una cantidad apreciable de energía y proteínas necesarias para los niños usuarios. Finalmente, el programa contribuye a realzar la seguridad alimentaria de los hogares estudiados vinculados a los MCD, aunque éste no es un objetivo explícito del programa. El estudio sobre alternativas en el ámbito nacional para la maximización de los recursos asignados a la alimentación en los MCD, debe ser un área prioritaria y un factor clave para el logro de las metas del programa.

Este estudio constituye el punto de partida para investigaciones más profundas del componente alimentario-nutricional de los MCD y al conocimiento del perfil de los individuos vinculados a este programa.

AGRADECIMIENTOS

A los niños, niñas, representantes y madres cuidadoras de los Multihogares de Cuidado Diario de Antímano, y al personal técnico y animadoras comunitarias del Centro de Atención Nutricional Infantil de Antímano (CANIA).

REFERENCIAS

1. Abreu E, Ablán E (1996) 25 años de cambios alimentarios en Venezuela, 1970-1994. Ediciones Fundación Polar. Caracas.         [ Links ]

2. ADA (1999) Position of the American Dietetic Association: Nutrition standards for child-care programs. JADA 99: 981-988.        [ Links ]

3. Bernal J, Lorenzana P (1999) Escalas que miden la satisfacción alimentaria-nutricional en Multihogares de Cuidado Diario. Tesis, Universidad Simón Bolívar. 335 pp.        [ Links ]

4. Briley ME, Roberts-Gray C, Simpson D (1994) Identification of factors that influence the menu at child care centers: A grounded theory approach. JADA 94: 276-281.        [ Links ]

5. Briley ME, Jastrow S, Vickers J, Roberts-Gray C. (1999) Dietary intake at child-care centers and away: Are parents and care providers working as partners or at cross-purposes?. JADA 99: 950-954.        [ Links ]

6. Burk M, Pao E (1976) Methodology for large-scale surveys of household and individual diets. Home economics research report N° 40. Agriculture Research Service. USDA. Washington DC.        [ Links ]

7. CANIA (1998) Boletín de nutrición infantil Centro de Atención Nutricional Infantil de Antímano. Caracas.        [ Links ]

8. Drake MA (1991) Anthropometry. Biochemical iron indexes, and energy and nutrient intake of preschool children: comparison of intake at day care center and at home. JADA 91: 1587-1588.        [ Links ]

9. Gibson R (1990) Principles of Nutritional Assessment. Oxford University Press. pp.21-33.        [ Links ]

10. Hurtado L, Toro G (1997) Paradigmas y métodos de investigación en tiempos de cambio. Episteme Consultores Asociados. Carabobo.        [ Links ]

11. INN y Fundación Cavendes (1993) Necesidades de energía y nutrientes para la población venezolana. Ediciones Instituto Nacional de Nutrición. Serie Cuadernos Azules. N° 48. Caracas. 48 pp.        [ Links ]

12. INN (1994) Tabla de Composición de Alimentos de Venezuela. Ediciones Instituto Nacional de Nutrición. Caracas. 71 pp.        [ Links ]

13. INN y ULA (2000) Hoja de Balance de Alimentos 1998/1999. Ediciones Universidad de los Andes. Mérida. 227 pp.        [ Links ]

14. INN y Fundación Cavendes (2000) Valores de referencia de energía y nutrientes para la población venezolana, versión preliminar. Ediciones Instituto Nacional de Nutrición. Caracas.         [ Links ]

15. Lorenzana P (1997) Determination of household food security in Venezuela: a methodological focus Tesis, Cornell University. USA. 303 pp.        [ Links ]

16. Mankiw N, Kneebone R, McKenzie K, Rowe N (1999) Principles of Microeconomics. Dryden Editions. Toronto. 493 pp.        [ Links ]

17. Méndez MC (1990) Perfiles sociales, culturales y económicos del venezolano. Ediciones Fundacredesa. Caracas.        [ Links ]

18. Mercado C, Lorenzana P (2000) Acceso y Disponibilidad de Alimentos: validación de instrumentos para su medición. Fundación Polar. Caracas. 214 pp.        [ Links ]

19. Ministerio de la Familia, SENIFA y Fundación Cavendes (1996) Guías de Alimentación para Venezuela del niño menor de 6 años. Manual para hogares y multihogares de cuidado diario. Ediciones Cavendes. Caracas. 132 pp.        [ Links ]

20. Ministerio de la Familia y SENIFA (1998) Sistema de Seguimiento de evaluación de Impacto. Resultados de los estados Apure, Cojedes, Falcón, Guárico, Táchira, Carabobo, Trujillo y Zulia. Informe técnico del Ministerio de la Familia. Caracas.        [ Links ]

21. OCEI (1998) Costo de la Canasta de Alimentos Normativa, Area Metropolitana de Caracas. Oficina Central de Informática. Caracas.        [ Links ]

22. Piñango N (1998) 24 años de Historia, los Hogares y Multihogares de Cuidado Diario 1974-98. Ediciones Ministerio de la Familia-SENIFA. Caracas. 115 pp.        [ Links ]

23. Pláceres O, Alarcón Z, Lorenzana P, Azuaje A (2000) Niveles de inseguridad alimentaria en los hogares de dos zonas de una comunidad urbana marginal. Resúmenes IV Congreso de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria. Bilbao. 203 pp.        [ Links ]

24. Putnam J, Allshouse J (1997) Food consumption prices and expenditures, 1970-1995. USDA. Washington, DC. En Blaylock J, Smallowood D, Kassel K, Variyam J, Aldrich L (1999) Economics, food choices, and nutrition. Food Policy 24: 269-286.        [ Links ]

25. Scott RI, Wehler CA, Enderson JJ (1994) Measurement of coping behaviors as an aspect of food insecurity. USDA/Food Nutrition Service. Food Security Measurement and Research Conference. Washington, DC.        [ Links ]

26. Stanek K, Abbott D (1990) Diet quality and the eating environment of preschool children. JADA 90: 1582-1584.        [ Links ]

27. UNICEF (1990) Estrategia para mejorar la nutrición de niños y mujeres en países en vías de desarrollo. Washington, DC.        [ Links ]

28. Wilkinson L, Hill M, Welna J (1992) SYSTAT for Windows: Statistics, versión 5. Evanston., Illinois.        [ Links ]

29. WHO, UNICEF, University of California, Institüt Français de Recherche Scientifique pour le Developpement en Cooperation (1998) Complementary feeding of young children in developing countries: a review of current scientific knowledge. World Health Organization. Geneva. 228 pp.        [ Links ]

30. Valera Y, Rivas S (1999) Perfil Nutricional de Venezuela. Instituto Nacional de Nutrición y Fundación Cavendes. Caracas.        [ Links ]