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Revista de Investigación

versión impresa ISSN 1010-2914

Revista de Investigación vol.35 no.72 Caracas abr. 2011

 

El Docente de Aula: perspectivas y demandas en tiempos de reformas educativas

 

Keila Parra

 

 Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Instituto Pedagógico de Caracas. keilaparra@gmail.com

 RESUMEN

 El objetivo fue mostrar una perspectiva sobre el docente de aula en su rol de orientador, que de acuerdo a las demandas sociales, pueda responder en su función de orientador, enmarcado en una visión holística que le permita ser un ente vinculante entre las necesidades individuales de los educandos y las necesidades globales de la sociedad. El docente en su rol de orientador establecido de acuerdo a las políticas educativas venezolanas debe proporcionar a los estudiantes una relación de ayuda con base en estrategias, métodos, técnicas y recursos asertivos que le permitan lograr el objetivo fundamental de su acción educativa.

Palabras clave: Docente; rol; orientación

 The docent of classroom: perspectives and demands in times of educative reforms

ABSTRACT

 This objective or was has show a perspective on the classroom teachers in their role of guiding that according to social demands can respond in their role of guiding. It is framed within a holistic vision that allows an entity to be binding upon Individuals needs of learners and the overall needs of society. The teacher in his role as counselor, established according to Venezuelan educational policies, should provide students a helping relationship based on strategies, methods, techniques and assertive resources enable it to achieve the fundamental objective of its educational activities.

 Key words: Teacher; role; orientation

INTRODUCCIÓN

 El artículo, deriva de un trabajo de grado sobre un programa de orientación para la mediación de los procesos de enseñanza y aprendizaje I y II Etapa de Educación Básica. Se apoyó en el contexto de la psicología y la orientación educativa. Constituye una revisión teórica y análisis sobre el docente como orientador, con la finalidad de presentar una visión prospectiva de éste como profesional de ayuda, y resaltar el papel protagónico del docente en el entorno educativo, debido a que no limita su relación de ayuda sólo al aspecto académico, sino que debe abordar al estudiante de manera integral y responder a las demandas educativas.

MÉTODO

 El trabajo constituye el producto de una investigación documental, la cual según UPEL (2008), se define como “el estudio de problemas con el propósito de ampliar y profundizar el conocimiento de su naturaleza, con apoyo, principalmente, en trabajos previos, información y datos divulgados por medios impresos, audiovisuales o electrónicos” (p. 20). Se enfatiza en la revisión teórica y el análisis crítico del papel que juega el docente como orientador en su entorno educativo.

El arqueo de antecedentes estuvo representado por la presencia de elementos vinculados a los procesos de enseñanza y aprendizaje, así como el papel que juega el docente cuando promueve estrategias de mediación para abordar dichos procesos. Se consultó libros, separatas, revistas, publicaciones periódicas, documentos.

Como criterios de selección se utilizan referencias documentales, tesis de grado, documentos oficiales y bases legales. El  procedimiento  para  la  ejecución,  contempló  siete  (7)  etapas:  (I). Diseño,  elaboración,  validación  y  confiabilidad  del  instrumento,  (II). Aplicación de la encuesta, (III) Tabulación y organización de la información, (IV) Redacción del capítulo (Resultados), (V) Diagnóstico de necesidades, (VI) Viabilidad de Programa de Orientación para la Mediación de los procesos de Enseñanza y Aprendizaje y Conclusiones y recomendaciones.

 RESULTADOS

 A partir del diagnóstico de necesidades, pareciera que el docente (orientador) utiliza diversas formas en la aplicación de los procesos de enseñanza y aprendizaje pero de manera empírica, y no fundamentado en el dominio del conocimiento conceptual declarativo que deben poseer todo profesional de la docencia. Además, demuestran un dominio parcial de las funciones preventivas de orientación educativa, éstas expresadas en atención a los objetivos del Nivel de Educación Básica.

 La investigación, permitió demostrar las relaciones de tipo profesional entre el docente y el orientador, docente y estudiante, en la relación de ayuda, llamada relación de orientación.

El docente de aula: perspectivas y demandas en tiempos de reformas educativas

 El docente en su función de orientador, centra su interés en la personalidad del individuo, asimismo, hace énfasis en el área personal-social, con una visión holística y desde un abordaje biopsicosocial. En este sentido, el docente orientador es un elemento vinculante entre las necesidades individuales de los educandos y las necesidades globales de la sociedad. Actualmente, aunque la escuela conforma el centro de la educación dirigida, la familia sigue ejerciendo la educación espontánea que reciben el niño, adolescente y adulto por parte de los diferentes grupos sociales. Por lo tanto, el docente orientador no debe considerar sólo el aspecto personal sino abarcar también el contexto social y atender esa relación individuo-sociedad, debido a que existen factores de orden extrínsecos o intrínsecos que pueden interferir en un determinado momento en el ser humano. De esta manera, cobra fuerza las competencias que debe desarrollar el docente en su rol de orientador.

El docente, de acuerdo a lo contemplado en la Resolución N.1 (1996), señala que debe estar consciente el profesional de la docencia de las responsabilidades en el análisis y solución de los problemas que afecten el funcionamiento de la institución y la comunidad donde prestan sus servicios, así como también estimular la participación de sus alumnos como integrar la comunidad y la escuela.

 Según Mendoza (1999), la escuela debe generar espacios de intercambio con la familia del estudiante, por ser la escuela la institución que permite integrar a la orientación y a la educación entrelazándose hasta formar una unidad sistémica de ayuda.

 En este sentido, Mendoza (ob.cit.) sostiene que la “orientación y la educación son procesos de ayuda que se entrelazan, al punto que la orientación no es otra cosa que la parte personalizada de la educación” (p. 46).

 Para Miller (1971), la orientación es el proceso en el cual se ayuda a los individuos a lograr la auto-comprensión y la auto-dirección para conseguir el máximo ajuste a la escuela, al hogar y a la comunidad.

 El autor antes citado, señala siete principios que regulan la acción orientadora, desde el marco contextual, estimulador del desarrollo y del aprendizaje del alumno, estos son:

 1. Es para todos los estudiantes.

 2. Ha de definirse a los estudiantes en todas las edades.

 3. Ha de aplicarse a todas las áreas del desarrollo del estudiante.

 4. Estimula el descubrimiento y desarrollo del ser humano.

 5. Ha de ser una tarea cooperativa en la que se comprometen el estudiante, los padres, los docentes en su rol de orientador, los docentes especialistas, el director y el orientador.

 6. Ha de considerarse como parte principal del proceso total de la educación.

 7. Ha de ser responsable ante el individuo y sociedad.

Sanz Oro (2001), concibe al orientador del futuro como un docente-orientador más integrado al equipo de profesionales. Ello es posible, si la perspectiva de orientación asumida concibe al docente de aula como un profesional con responsabilidades académicas, psico-social y socio-comunitario; además de la atención de los estudiantes en las dimensiones de lo personal y social en tiempos de cambios.

Según afirma Sanz Oro (ob.cit.) se trata de una posición en la cual se decanta la visión tradicional de la orientación y se perfila la misma, por la función instructiva frente a la formativa. Es por ello, que el autor define a la orientación como el campo responsable de… “estructurar de la manera más personalizada e integral posible el proceso de enseñanza – aprendizaje para favorecer el adecuado desarrollo y la socialización de los alumnos” (p. 16).

El aula es el espacio del aprendizaje que le brinda la oportunidad a cada estudiante de incorporar nuevos conocimientos y experiencias.

 Además, es un espacio de interacción para la función socializadora. El alumno aprende en la medida que el docente de aula, en su rol de orientador, promueve el aprendizaje signifi cativo, a partir de experiencias de reflexión y aplicación de estrategias que le permitan la construcción del conocimiento y el profesor orientador atenderá la calidad y diversidad de las experiencias sociales.

 En el marco de la educación formal se encuentran como protagonistas el alumno, el docente orientador y la familia. El alumno generalmente entendido como un ser activo, propositivo y capaz, dispuesto a construir sus conocimientos y experiencias.

 El docente en su rol de orientador, debe partir de la idea de un alumno activo que aprende de manera significativa que aprende a aprender y a pensar. Cabe destacar, que la interacción que se desarrolla en el aula es un proceso en movimiento.

Blanco (1998), señala… “cuanto más interacciones se comunique el profesor (docente de aula) con sus alumnos, mayor información obtendrá del proceso que siguen los mismos para aprender” (p. 356).

 El papel que debe cumplir el docente como orientador se centra en la organización, planificación de experiencias didácticas, logro de propósitos, manejo adecuado de estrategias de aprendizaje, evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje, diálogo con el estudiante, entre otras; aplicando cada uno de estos procesos, si guía a los estudiantes puede fortalecer los aprendizajes significativos.

El docente de acuerdo a lo contemplado en la Resolución N.1 (1996), debe estar consciente que es profesional de la docencia con las responsabilidades para el análisis, interpretación y solución de los problemas que afecten el funcionamiento de la institución y la comunidad donde prestan sus servicios, así como también estimular la participación de sus alumnos para integrar las comunidades de “semejantes” socio-educativas.

El ámbito de la orientación educativa representa un campo amplio por la variedad de aportes suministrados por otras disciplinas y ciencias, entre ellas se destacan la medicina, el trabajo social, la psicología y la antropología social, más recientemente los aportes derivados de la teoría crítica en sus últimas generaciones.

Razón justificada que, ya exponía Tyler en (1972), al ubicar a la orientación en el campo de las ciencias sociales. Una definición de la orientación responde en algún momento a su propio proceso de desarrollo y a las demandas históricas. Al mismo tiempo, es necesario delimitar el campo de acción como las funciones, éstas deben estar acordes a los tiempos y los profesionales de la orientación deben responder a las nuevas exigencias en cuanto paradigmas y teorías se refieren. Además, señala la autora, que el desarrollo histórico de la orientación se colocó en una relación muy próxima con los movimientos de salud mental, lo cual influyó (durante los años 40 y 50) cuando las funciones de la orientación

fueron de tipo preventivo, remedial y desarrollo, las cuales se fueron poco a poco perfilando como tales.

 En el presente se denota la urgencia en los términos de la “inclusión social” que no es otra acción que atender al niño y al adolescente en condiciones de igualdad social para la atención y desarrollo de sus potencialidades.

 Tyler (ob.cit.) pionera de la orientación en Estados Unidos durante los años 50 y 60 presenta un conjunto de definiciones de la orientación.

 La autora citada se apoya en autores clásicos y contemporáneos como

 Shertzer y Stone, Patterson y Demos y Grant, para señalar que la orientación es un proceso de ayuda a un individuo para comprenderse; o una relación demarcada por el proceso de aprendizaje (se refiere a Jones), ambas definiciones se caracterizan por determinar propósitos, el más conocido es asistir al educando o bien para sí mismo, tener conocimiento del medio y tomar decisiones.

 Para Hough (1996), la orientación es “entendida como actividad de ayuda ha ganado en popularidad y se ha puesto al alcance de todo el mundo” (p. 13).

 Lo anterior, pone de manifiesto que la orientación no es solamente para las personas que tienen problemas, sino que también, se dirige a todos los individuos y las personas pueden necesitarla en cualquier momento de su desarrollo.

El Programa Nacional de Orientación Educativa (1993), concibe la orientación como:

 Un proceso dinámico, continúo y sistemático, dirigido a personalizar y humanizar la educación que se inicia en el Nivel de Educación Preescolar y culmina con el Nivel de Educación Superior, mediante el cual el orientador asiste al educando con el propósito de facilitarle el conocimiento de sí mismo, sus potencialidades y limitaciones; el desarrollo personal social que le permite establecer relaciones interpersonales adecuadas en el medio escolar y social (p. 16).

 La orientación es también definida por la Asociación Británica de Orientación (citado por Hough 1996) y considera al orientador como un profesional de ayuda que puede mostrarle a los orientados diferentes opciones que les permita examinar la situación problemática o comportamiento para llegar a posibles soluciones de cambio.

 Para Mendoza (1999), la orientación es:

 Una relación de ayuda a partir de un encuentro interactuante y diagonal, es por ello mismo un proceso de aprendizaje, puesto que el fin último de la relación de ayuda supone el crecimiento del otro, su mejoramiento, un cambio sea que se conciba como cambio en la conducta, explícita o implícita, modificación de conducta, de las potencialidades, reprogramación de los mapas mentales o reestructuración de las conductas cognitivas (p. 45).

 En una acepción actualizada sobre la orientación, la Dirección General de Desarrollo Educativo adscrita al entonces, Ministerio de Educación y Deportes (2004), diseñó el Programa Integral de Protección Estudiantil, que se caracteriza por atender en forma integral a niños, niñas y adolescentes, así como a los demás actores sociales; considerando las problemáticas que inciden en el hecho educativo. Tiene como finalidad impulsar las políticas de protección y desarrollo estudiantil con el objeto de favorecer la prosecución, rendimiento escolar, la organización y participación estudiantil, involucrando a la familia, comunidad educativa y local. Además, se encuentra estructurado en cinco componentes, que son:

 (a) promoción y difusión; (b) organización y participación; (c) investigación;

 (d) formación y capacitación y; (e) atención y prevención integral, los cuales se desarrollarán a través de las áreas programáticas.

 De acuerdo a las prescripciones del Programa Integral de Protección y Desarrollo Estudiantil (2004), en lo concerniente al área y orientación académica, psicología y social, se refiere a:

Procurar el desarrollo integral del estudiante implica darle permanente atención y orientación sobre aquellos aspectos que pueden afectar su desarrollo personal social, su rendimiento o su prosecución escolar. De allí que deban ser atendidos mediante acciones asistenciales o de corte preventivo para debilitar, minimizar los factores que atenten contra sus posibilidades de éxito, reforzando aquellos factores positivos o de protección, y apoyando el trabajo con la familia, comunidad educativa y local (p. 5).

 Así mismo, este programa se hace operativo en la Coordinación de Protección y Desarrollo Estudiantiles en planteles (antes denominados servicios de Orientación y Bienestar Estudiantil); conformados por funcionarios de las áreas sociales y salud (médicos, psicólogos, sociólogos, odontólogos, trabajadores sociales y orientadores).

 Estos profesionales se deben vincular con los colectivos escolares y actores del hecho educativo (docentes, estudiantes, personal administrativo, obreros, padres y representantes), se resalta que todos los profesionales tendrán igual nivel de responsabilidad, funcionarán como un solo equipo, que planifica y ejecuta acciones de manera integral en función de las políticas socio-educativas y del programa integral de Protección y Desarrollo Estudiantil.

 Si se comparan los cambios del Programa de Orientación en Venezuela en los lapsos 1993 hasta el 2004, se puede afirmar que asume una perspectiva actualizada.

 Como puede observarse, las definiciones de orientación de los autores antes citados, consideran los elementos: relación de ayuda, atención a los procesos de enseñanza y aprendizaje y los componentes que la definen como proceso.

 Sin  embargo,  más  recientemente  y  en  el  contexto  de  las  reformas educativas en el mundo, se retoman a los autores clásicos y se definen enfoques o perspectivas más globales como también se conservan las relaciones entre orientación y educación; tal como lo afirman Martín y Tirado (1997), la orientación puede entenderse en función de la concepción educativa global en la que se fundamenta.

 La relación de ayuda como proceso es decisivo en la orientación suministrada por el docente, está representada a todos los esfuerzos de la interacción con otras personas; debido a que permite contribuir al mejoramiento y facilitar el desarrollo máximo de la personalidad de los seres humanos.

 El docente que es el orientador nato del aula, ha sido objeto de la asunción del rol de orientador en los documentos emanados del Ministerio de Educación en Venezuela. Se trata de la Política de Formación Docente, ha sido publicada, una en 1983 y la más reciente en 1996.

 De acuerdo al rol de orientador establecido en las políticas antes señalas, debe proporcionar a los alumnos atención como persona, tomar en cuenta sus características, necesidades e intereses que contribuyan en la formación de ciudadano y los ayude en la exploración y orientación vocacional.

 La Resolución Nº 12 (1983), de acuerdo a la política establecida para la formación del profesional de la docencia, define el concepto de rol con competencias y señala que el docente debe capacitarse para el desempeño de cada rol. Dichos roles se presentan en el Gráfico Nº 1 y son: administrador, evaluador, facilitador, orientador, promotor social, planificador e investigador.

 La Resolución Nº 12 (1983), de acuerdo a la política establecida para la formación del profesional de la docencia, establece los objetivos que orientarán dicha formación, señalando que el docente debe poseer características y aptitudes personales que le permitan interpretar y desempeñarse a cabalidad en la comunidad, ser modelo y ejemplo para la sociedad. Que esté capacitado para investigar y comprender los procesos de enseñanza y de aprendizaje, de tal manera que seleccione y utilice las estrategias, métodos, técnicas y recursos más adecuados para el desarrollo de éstos procesos y lograr el objetivo fundamental de su acción educativa; además, debe estar preparado para el dominio y manejo de conocimientos generales y específicos del nivel, modalidad o área de especialización.

 Cabe resaltar que la Resolución Nº 12 (1983), fue derogada por la Resolución Nº 1 en (1996) modificándose los términos Roles y Competencias que orientan en la actualidad la acción profesional del docente, las cuales si se toma en cuenta lo establecido en la Resolución Nº 12, sobre el rol del orientador; en consecuencia, el docente puede y debe fortalecer el desempeño del rol de orientador, lo cual ocurrió durante el lapso 1983-1996; es decir, durante trece años los roles y las competencias fueron decisivas para la permanente actualización de los docentes en Venezuela.

 En definitiva se resalta, las concepciones de los siguientes autores sobre la orientación:

 •Miller (1971) considera la orientación como el proceso en el cual se ayuda a los individuos a lograr la auto-comprensión y la auto-dirección para conseguir el máximo ajuste a la escuela, al hogar y a la comunidad.

 •Tyler en (1972), ubica a la orientación en el campo de las ciencias sociales. Una definición de la orientación responde en algún momento a su propio proceso de desarrollo y a las demandas históricas.

 •Hough (1996), señala que la orientación “entendida como actividad de ayuda ha ganado en popularidad y se ha puesto al alcance de todo el mundo” (p.13).

 •Martín y Tirado (1997), expresan que la orientación puede entenderse en función de la concepción educativa global en la que se fundamenta.

 •Mendoza (1999), sostiene que la “orientación y la educación son procesos de ayuda que se entrelazan, al punto que la orientación no es otra cosa que la parte personalizada de la educación” (p.46)

•Bisquerra y Álvarez (1998), y Sanz Oro (2001), señalan que la orientación asume una visión psicopedagógica, que parte de la misma orientación evolutiva; la cual trata de un enfoque que integra orientación y educación como procesos; para formar a los niños, jóvenes y adultos.

 CONCLUSIONES

 El docente en su rol de orientador se desenvuelve en un ámbito específico asociado a la educación y a los procesos de enseñanza y aprendizaje. Igualmente, deberá establecer un engranaje de intercambio de ayudas, e información por medio de la orientación con las personas significantes vinculadas con el estudiante, entre las cuales se destaca a la familia, con el objeto de buscar soluciones en pro de una mejor relación personal- social y escolar, enriqueciendo así al educando. Sin embargo, el orientador en el aula y el profesor- orientador deberán abocarse a una actualización que permita responder a las demandas de las reformas educativas.

Enriquecer el proceso educativo, exige una actitud positiva de parte de todos los entes involucrados en el hecho educativo, entre los cuales se encuentran la escuela, la familia y la comunidad. Además, el protagonista de éste proceso es el estudiante, si bien el aprender es responsabilidad de él, la promoción del aprendizaje corresponde en gran medida al docente en su rol orientador.

REFERENCIAS

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2.Bisquerra, R. y Álvarez, M. (1998). Los Modelos de Orientación. En Bisquerra, (Coord). Modelos de Orientación e Intervención Psicopedagógica (pp.55-64).Barcelona: Praxis Universidad        [ Links ]

3.Hough, M. (1996). Técnicas de Orientación Psicológica. Madrid: Nancea, S.A        [ Links ]

4.Martí, E. y Tirado, V. (1997). La Orientación Académica y Profesional. Procedimientos e Instrumentos. Barcelona: Universidad de Barcelona        [ Links ]

5.Mendoza, V. (1999). La Verdadera Farsa Educativa o Necesidades de una Educación Orientadora. Caracas: FEDUPEL        [ Links ]

6.Miller, F. (1971). Principios y Servicios de Orientación Escolar. Madrid:Magisterio Español        [ Links ]

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