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Tiempo y Espacio

versión impresa ISSN 1315-9496

Tiempo y Espacio v.21 n.55 Caracas jun. 2011

 

Gestión política y desarrollo social en Mérida durante el Trienio Democrático 1945-1948

Yuleida Artigas D.

Universidad de los Andes yuleida2artigas@hotmail.com

Resumen

El conocimiento en las regiones venezolanas del devenir de los tres años denominados por la historiografía venezolana como “democráticos” o “trienio adeco”, será el objeto del presenteestudio, específicamente para el caso del Estado Mérida, donde las pugnas por el control del poder de las organizaciones políticas y la intervención de la Iglesia Católica de la entidad andina, le dieron un matiz muy particular al período.

Palabras clave: Mérida, trienio democrático, gobernabilidad, desarrollo social.

Political administration and social development in the State of Merida during the triennial period 1945-1948

Summary

This article deals with the period of three years in the Venezuelan regions, best known by the Venezuelan historiography as the Democratic Action's triennial period. This analysis specifically focuses on the case of the State of Merida, which was characterized by struggles. These struggles had an aim: the control of the power of political organizations. This period of time was also distinguished by the intervention of the Catholic Church.

Key words: Mérida, democratic triennial period, governance, social development.

Recibido 10/05/2011 Aprobado 14/06/2011

I. Introducción

El periodo que se inicia en Venezuela el 18 de octubre de 1945 y se extiende hasta el 28 de noviembre de 1948, constituye una de las primeras experiencias políticas de carácter eminentemente democrática en nuestro país1. Con ella se da inicio a un conjunto de acontecimientos que significarían para la historia política venezolana de profundas novedades, y en otros casos simples reacomodos de procedimientos existentes en los regímenes anteriores. El derrocamiento, por vía de la fuerza, del Presidente de la República, general Isaías Medina Angarita, permitiría la instauración de la denominada “Junta Revolucionaria de Gobierno”, de conformación cívico-militar, dando inicio a lo que tanto civiles como militares que la integraban llamaron la “Revolución de Octubre”2. Dicha revolución o Junta de Gobierno estuvo integrada por cinco civiles y dos militares. Entre los primeros, quien la presidía, Rómulo Betancourt; además de Gonzalo Barrios, Luís Beltrán Prieto Figueroa, Raúl Leoni, dirigentes del partido Acción Democrática; y Edmundo Fernández, contacto independiente entre civiles y militares. Los oficiales del ejército que la componían eran Carlos Delgado Chalbaud y Mario Ricardo Vargas.

Entre los principales objetivos de la Junta Revolucionaria de Gobierno, reiteradamente difundidos y expuestos como bandera revolucionaria, estaban los de devolver o “reintegrar al pueblo su soberanía”, es decir; convocar de inmediato a elecciones por sufragio secreto, directo y universal, a una Constituyente que redactara la nueva Carta Magna. Dicho objetivo se cumplió en los siguientes tres años. Se convocaron a elecciones para la elección de una Asamblea Nacional Constituyente el 27 de octubre de 1946, luego; a casi un año de dicho proceso, el 14 de diciembre de 1947, se realizan comicios para la elección del Presidente de la República, Senadores, Diputados y representantes a las Asambleas Legislativas de los estados del país. Sin duda, los procesos electorales permitieron una nueva experiencia política en el conglomerado venezolano, innovaciones en la realización de campañas electorales con la participación de los distintos y nuevos partidos políticos que se constituyeron, legalizaron o continuaron funcionando durante el periodo. Esas organizaciones políticas actuaron a lo largo y ancho del territorio nacional, con sus particularidades y en defensa de los intereses regionales o locales; tal es el caso del Táchira o Mérida, donde se pudo apreciar la más férrea y contundente oposición al partido en ejercicio del gobierno durante el Trienio, a través de la Junta Revolucionaria Nacional, Acción Democrática3.

Durante el periodo del Trienio democrático se implementaron medidas políticas,educativas, económicas y sociales que tuvieron profundas repercusiones nacional y regionalmente. No cabe duda que la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, representó la primigenia oportunidad de la provincia venezolana en la Historia política del país, de ver íntegramente representados sus intereses ante un cuerpo legislativo nacional. No obstante, las conveniencias del partido mayoritario en dicha Constituyente, Acción Democrática, terminaron boicoteando la posibilidad de lograr en la Carta Magna por ella redactada, de una verdadera descentralización, en beneficio de los Estados del país4. Otrosdecretos y disposiciones de la Junta Revolucionaria de Gobierno durante el Trienio también levantaron opinión, aprobación o rechazo en el interior del país: el “Decreto 321” en materiaeducativa; los juicios contra el peculado a los funcionarios de los regímenes anteriores, ejecutados por el Jurado de Responsabilidad Civil y Administrativa; las disposiciones en materia de fomento y obras publicas; el carácter permisivo del gobierno “revolucionario”frente a las manifestaciones comunistas; y su posición marcadamente laica en distintosaspectos de su actuación política, entre otros, repercutieron directamente en el devenir político de la provincia venezolana en general, y merideña en particular, configurando un ambiente agitado y en algunos casos de violencia electoral y social en la entidad.

Afortunadamente las fuentes de este periodo para Mérida se localizan sin ninguna contrariedad, resultando las de mayor importancia para conocer la gestión administrativa, las Memorias de gobierno; y para la cuestión política y su discurso oficial, sin duda alguna los Mensajes Presidenciales. De igual manera, se investigó en la prensa de la época la versión oficial y de la oposición al gobierno de la Junta Revolucionaria en Mérida, prestando especial interés al desarrollo y actuación de esas organizaciones o partidos políticos opositores que, para el caso merideño, significó una de las más exitosas electoralmente en el país, tal como se refleja en los resultados de los distintos comicios que se desarrollaron durante el trienio democrático en Venezuela.

II. Gestión Política en Mérida. 1945-1948

1.- Preferiblemente “Blancos”. Sectarismo Adeco

El 23 de octubre de 1945, el Dr. Luís Alberto Carnevali Rangel, asume como Presidente del Estado Mérida, designado por la Junta Revolucionaria Nacional. Carnevali era oriundo del páramo merideño, pues nació en Mucurubá, el 28 de septiembre de 1914; político reconocido en su entidad natal, perteneciente a las filas de Acción Democrática. Fue recibido por la prensa regional con “normal” beneplácito, fundamentalmente por el que se constituiría en el principal medio de opinión opositor a su gobierno, el diario El Vigilante5, el cual, inexplicablemente, no reseñó entre sus páginas del 19 de octubre, el golpe cívico-militar del día anterior6, guardando silencio hasta el 25 de aquel mes, cuando en nota editorial de primera página tituló “La Revolución Venezolana”, señalando: “… la celeridad sorprendente como había sido derrocado el Presidente de la República, General Medina y todo su gobierno…”7. Ese mismo día, el diario informó en columna más pequeña que “… cuando entre nosotros se supo que el partido Acción Democrática colaboraba con la juventud del ejército en este desconcertante plan revolucionario, todos pensamos que si triunfaba la revolución, Alberto Carnevali sería el Presidente de los merideños. El es uno de los más fuertes pilares del partido y una de las figuras más valiosas de la juventud de Mérida…”8. No obstante, tan cálidos conceptos sobre el nuevo magistrado regional, se irían congelando con el correr de los meses, siendo fuertemente atacada su gestión a través de dicho diario, sobre todo contra lo que sus editores y colaboradores consideraron uno de sus peores procedimientos, el “sectarismo”, fiel réplica de lo que ejecutaba el partido Acción Democrática en todo el territorio nacional.

A finales de octubre de 1945, el Presidente del Estado Mérida aseguró enfáticamente “…que no se impondría un modo de pensar a los ciudadanos…”, e hizo suya la consigna de la Junta Revolucionaria de Gobierno, según la cual “…todos los partidos y los ciudadanos, gozarán no sólo de la más absoluta e imperturbable libertad, sino de participación en los cargos del gobierno para los que tengan reconocida capacidad…”9. Incluso, en la Gaceta Oficial del Estado Mérida, Carnevali hizo publicar en noviembre de 1945, información sobre unas charlas consultivas que el gobierno del Estado sostenía con algunos funcionarios, con la finalidad de ratificar que “… el gobierno revolucionario separa perfectamente el empleado político del empleado técnico”, e incluso señaló que “…AD canceló por un tiempo las inscripciones de nuevos miembros, para evitar malos entendidos, es decir; para que todos se den cuenta de que no es necesario pertenecer a AD para poder desempeñar un cargo público”10.

Comenzaba la gestión de Carnevali y estaba su ánimo cargado de buenas intenciones; no obstante, ya se denunciaba en la prensa regional las posiciones sectarias de Acción Democrática en la política central. Es así como, ante la entrega a la Junta Revolucionaria de Gobierno por la “Comisión Redactora del Anteproyecto de Estatuto Electoral”, en febrero de 1946, se señalaba en El Vigilante que “… quisiera Dios que el Estatuto refleje en verdad la opinión del pueblo venezolano honrado y leal y no la opinión de un determinado grupo sectario”11. Un mes más tarde, dicho diario publicó, haciéndose eco de esos planteamientos, un artículo del periódico Acción, en el cual se exponía el peligro que representaba la supresión total o parcial de garantías constitucionales, para que no terminaran siendo motivo “…que se le aproveche a favor de caprichos o conveniencias partidistas…”12. El sectarismo de Acción Democrática fue atacado constantemente en la prensa merideña e incluso a través de ella se llamó la atención de las Fuerzas Armadas para que no se prestaran a tan funestos procedimientos, recordándoles que ellas “…no pueden, sin mengua de la dignidad nacional, servir de apoyo exclusivista a facciones partidarias, ayunas de convivencia y ennegrecidas en el goce de la fuerza…”.13

El partido político más importante del Estado Mérida, tal como quedaría demostrado electoralmente en las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente de octubre de 1946, la “Unión Federal Republicana”, dirigió un remitido en mayo de ese año, a la Unión Militar Patriótica, solicitándole la constitución de un gobierno imparcial, ya que “… la proximidad de las elecciones exige que el gobierno se estructure sobre las bases de imparcialidad absoluta como prenda del libre ejercicio del derecho de sufragio. La hegemonía exclusivista que ha asumido Acción Democrática en el poder, nos inspira serios temores, no sólo en lo concerniente a la pureza electoral, sino en lo tocante al normal desenvolvimiento de dicho proceso”14. El Presidente del Estado Mérida, Alberto Carnevali, en defensa de su envestidura y partido político, días antes de las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente, y en virtud de que la principal bandera de la oposición política de su entidad era el sectarismo de su organización, señaló en Mensaje que dirigió al pueblo merideño, con motivo del primer aniversario de la “Revolución” el 19 de octubre de 1946, que “… en Mérida como en toda la República, hay empleados administrativos de todos los partidos. En Mérida sólo un miembro del poder judicial superior pertenece a Acción Democrática, los demás pertenecen casi todos a partidos adversarios y algunos son candidatos”15.

No sólo durante el gobierno de Alberto Carnevali su partido recibió fuertes críticas contra el sectarismo que practicaba sin reservas de ningún tipo, pues, su sucesor en la presidencia del Estado, el Dr. Antonio Parra León, fue acérrimamente señalado en la prensa regional, por sus prácticas a la hora de asignar empleos en las obras públicas de la entidad, ya que se suponía que “…para trabajar en las obras publicas estadales, [a los obreros] les precisa pertenecer al partido de gobierno…”, según lo refería el editorial de El Vigilante del 24 de noviembre de 1947, y además que “… si la cosa es verdad, significa que el gobierno del Estado Mérida desea transitar por el mismo camino que condujo al Dr. Alberto Carnevali al más rotundo fracaso…”16, aludiendo sin duda alguna, a la derrota de Acción Democrática en el Estado Mérida en las elecciones para elegir representantes a la Asamblea Nacional Constituyente. Días más tarde, en otro editorial titulado “El sectarismo del gobierno”, el diario denuncia una nueva ola de represalias desencadenadas en Mérida por el partido Acción Democrática, y señala que “Parece ser que regresamos a los tiempos anteriores al 27 de octubre de 1946, cuando se creyó ganar las elecciones destituyendo jueces, maestros, empleados de diversa categoría y hasta a obreros de las obras públicas. Nosotros llegamos a creer que el gobierno del Dr. Parra León iniciaría una era de convivencia y concordia, que llevaría la tranquilidad permanente a la familia merideña”17. Fue el sectarismo, sin duda alguna, una de las peores taras políticas de Acción Democrática, y una de las causas de su fracaso electoral en Mérida.

2.- La violencia verbal y física Adeca contra sus opositores

La oposición política al gobierno que ejercía Acción Democrática a través de la Junta Revolucionaria se manifestó constantemente, como ya hemos señalado, a través de la prensa, fundamentalmente reprobando los procedimientos sectarios de dicho partido, y sus actitudes de violencia verbal y física frente a sus oponentes políticos. La conformación inicial de la Junta Revolucionaria de Gobierno por actores militares y civiles, adecos e independientes, así como de otros personajes que ocuparon cargos de relevancia nacional, produjo un clima de confianza ante las actividades que realizaba la Junta en sus primeros meses de gestión. Uno de esos funcionarios fue el Dr. Rafael Caldera, quien ocupó la Procuraduría General de la República hasta el 13 de abril de 1946, cuando renunció porque vivió muy de cerca la violencia de “… un grupito irresponsable dirigido por elementos de Acción Democrática que había insultado y apedreado a una Comisión de estudiantes y damas de COPEI en la población de La Grita”18; y es que el dirigente copeyano se encontraba en San Cristóbal, Estado Táchira, cuando ocurrieron esos eventos violentos en tan cercana localidad, e inclusive se disponía a realizar un mitin en la capital tachirense, y un día antes del acto “… circuló hoja anónima instando aquí a repetir atentado, fracasando totalmente”19. Los actos de violencia conllevaron al líder socialcristiano a presentar ante la Junta Revolucionaria de Gobierno su renuncia irrevocable, pues consideraba que “… no puedo colaborar en cargo público con un partido que usa tales atentatorios métodos…”20. La renuncia de Caldera se hizo circular a través de una hoja suelta en la que también se difundió la opinión de su partido, COPEI, ante tales actos, señalando dicha organización que los atropellos contra ellos cometidos eran constantes, los cuales creaban un ambiente de descrédito y “… rechazo contra los postulados teóricos de la Revolución…”21; y fijando su oposición a los argumentos de que el gobierno y Acción Democrática fuesen dos cosas distintas, pues consideraban que “… en el interior del país Acción Democrática actúa ejecutivamente en función de gobierno, en forma sectaria, arbitraria y egoísta”22, pues era preciso saber que “En los ejecutivos estadales, la preponderancia de Acción Democrática es evidente. Y es necesario no conocer a la Provincia, para olvidar el influjo agobiador que el gobierno ejerce sobre movimientos de los ciudadanos”23.

El mismo día que se suscitaron los sucesos en San Cristóbal, 13 de abril de 1946, el Ministro de Relaciones Interiores, Mayor Mario Vargas C., dirigió una circular a los gobiernos regionales, con especial al del Estado Anzoátegui, para que girara instrucciones “…a las autoridades subalternas de su jurisdicción, a fin de que se imponga un clima de libertad y de respeto por las distintas corrientes políticas; que se den facilidades para la constitución de agrupaciones de tal índole…”24. Eso lo requería pues ya conocía su despacho distintas protestas por causa de la violencia de los partidarios acción democratistas, y no sólo a él, sino que “… a la Junta de Gobierno llegan protestas de partidos políticos que han sido atropellados en el interior de la República, de las cuales algunas son infundadas y otras verdaderas”25.

En editorial del diario El Vigilante se publicó con el título “¿En Mérida también?”, unas reflexiones sobre la posibilidad de que los distintos actos de “salvajismo” político que se habían suscitado hasta entonces en todo el territorio nacional, se escenificaran en territorio merideño, procedimientos que consideraban “… hechos vergonzosos para el partido AD y que lo desprestigia por culpa de algunos dirigentes que, tal vez egresados de regímenes anteriores e incorporados al nuevo movimiento, han tomado tan sólo un ligero baño exterior democrático, conservando todas las viejas mañas, herencia de sus antepasados políticos”26. La pregunta quedó en el aire, pero a escasos dos meses después, parece que se encontró respuesta, pues se publicó en el mismo diario, editorial en el cual lamentaban unas palabras pronunciadas por el Presidente del estado Mérida, Alberto Carnevali, quien en la plaza Bolívar de la capital de esa entidad “…despojado de su mesura y en arrebato de pasión y de violencia, se expresara de manera irrespetuosa, para decir lo menos, contra los partidos políticos locales, en cuyas filas militan jóvenes honestos e incorruptibles, calificándolos de .gomecistas', .cobardes', .mentirosos' y otros epítetos”27. Los señalamientos sobre la violencia no fue sólo en momentos de campaña electoral, sobre todo en Mérida donde la mayoría de los votantes favoreció a organizaciones opuestas al partido Acción Democrática, ganándoles todas las disputas electorales desarrolladas durante el trienio, salvo las presidenciales. La organización triunfante siempre fue la “Unión Federal Republicana” la cual, incluso después del último proceso electoral se vio amenazada por dicha violencia, cuando se hizo circular un Comunicado de Acción Democrática, donde se incitaba “…abierta y descaradamente a las masas para que ejecuten actos de violencia, en supuesta represalia contra familia y pueblo merideño, que en jornada cívica del 10 de mayo dio el triunfo electoral a nuestro partido .UFR.”28, razón por la cual emplazaban al gobierno del Estado para que resguardara “…la paz y la seguridad a la que tiene derecho el pueblo merideño, mayoritariamente representado en UFR”29.

La oposición al partido Acción Democrática y la opinión pública merideña no percibieron el deslinde entre las actuaciones de dicha organización y las funciones de la Junta Revolucionaria de Gobierno. Se consideró que muchas de ellas estaban moldeadas por un marcado sectarismo y ventajismo frente a las distintas corrientes y organizaciones políticas opositoras, por la actitud permisible y cómplice de los funcionarios del gobierno, frente a los actos de violencia verbal y física que a lo largo del territorio nacional y merideño en particular, debieron enfrentar líderes y partidarios de organizaciones opositoras a Acción Democrática. No obstante, cabe destacar que los señalamientos sobre el sectarismo y la violencia adeca, en buena medida, fue un efecto de la propaganda política de quienes le adversaban, pues no localizamos evidencia documental contundente que la constatara.

3.- Oposición política ¿A la Junta Revolucionaria de Gobierno o a Acción Democrática?

3.1 Organizaciones políticas en Mérida durante el Trienio democrático

Uno de los elementos representativos del Trienio democrático en Venezuela es que propició la conformación de un moderno sistema de partidos, como consecuencia clara del vacío organizacional que el país experimentó tras la muerte de Juan Vicente Gómez y por la necesidad de sistematizar políticamente los diversos factores de la vida social. Una vez instaurada la Junta Revolucionaria de Gobierno en Caracas, en Mérida comienza la legalización de una serie de partidos políticos, emanaciones de organizaciones de carácter nacional y en otros casos, eminentemente regionales; así como la disolución de las agrupaciones políticas que apoyaban las candidaturas de Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita, es decir “La agrupación pro-candidatura presidencial” y el “Partido Democrático Venezolano”30, claros enemigos del nuevo gobierno. Un total de siete agrupaciones políticas fueron legalizadas entre octubre de 1945 y diciembre de 1947, estas son: La Organización Democrática Electoral, ODE; el Partido Socialista Venezolano, PSV; la Unión Independiente Electoral, UIE; el Comité de Organización Política Electoral, COPEI; el Frente Independiente Democrático Electoral, FIDE; la Unión Republicana Democrática, URD; y la Unión Federal Republicana, UFR31. Este último sin duda alguna, llegó a contar con una amplia base popular y decidido apoyo de la Iglesia Católica, que dieron sus frutos en importantes triunfos electorales durante el trienio democrático.

La definición ideológica de la UFR como partido político es de derecha, y entre sus principios genésicos estaba la consecución del “engrandecimiento de la patria, de la familia y de la religión”32, los cuales sin duda alguna le valieron el apoyo irrestricto de la Iglesia Católica, fundamental en una región fielmente devota a sus preceptos. Esta agrupación política nace en Mérida el 18 de mayo de 1946, cuando se legaliza por decreto del Ejecutivo del Estado, por solicitud de los ciudadanos: José R. Febres Cordero, Dr. Humberto Ruiz Fonseca, Dr. A. González Puccini, Dr. Homero Sánchez Berti, Dr. Carlos Quintero Delgado, Br. José R. Barrios Mora y Ramón Gómez Castro33. Dos semanas después, comenzaron a difundir por la prensa de la entidad, la apertura de sus Oficinas de Inscripción y el horario de atención al público en la ciudad34. Sus actividades continuaron con el propósito de lograr un primer objetivo, la participación mayoritaria de la organización en la Asamblea Nacional Constituyente en octubre de 1946. El 29 de septiembre de 1946 difundieron a la opinión pública el listado de sus candidatos, entre quienes se encontraban dos sacerdotes católicos: el Presbítero Dr. José Rafael Pulido Méndez y el Presbítero Octavio Rincón Santos35. El triunfo de la UFR en las elecciones de octubre fue contundente, obtuvo la preferencia de la mayoría del electorado frente a su más cercano contendor, Acción Democrática. Los representantes electos por la UFR fueron: Pbro. Dr. José Rafael Pulido Méndez, Br. José Ramón Barrios Mora, Dr. José Desiderio Gómez Mora, y el Dr. Carlos Quintero Delgado y los de AD el Dr. Rigoberto Henríquez Vera, el Br. Domingo Alberto Rangel y el Lic. Antonio Pinto Salinas36. El número de inscritos por Mérida para participar en dicho proceso fue de 80.902 y participaron 67.972 electores, con una abstención de 12.930; de esos votantes la UFR obtuvo 38.306 votos frente a 24.474 de AD, es decir; el 56,46%37.

El apoyo mutuo de la Iglesia Católica merideña y la UFR se manifestó en su igualdad de posiciones frente a diversos aspectos que afectaban los dogmas de aquella y los principios doctrinarios de éstos. La disposición de implementar el Decreto-Ley Nº 321, que discriminaba en materia educativa a las instituciones privadas, mayoritariamente dirigidas por la Iglesia Católica, fue duramente criticado por los dirigentes de la UFR. El 07 de junio de 1946 publicaron en la prensa un comunicado en el cual tildaban al mencionado precepto legal de anti-constitucional, pues “… contiene una negación del principio constitucional de la igualdad y es un atentado contra la libertad de enseñanza”38, contraviniendo los postulados programáticos de la UFR de “… fomentar y proteger la enseñanza privada, que el aludido decreto sitúa en un plano de inferioridad manifiesta…”39. Luego del triunfo de la UFR para elegir representantes a la Asamblea Nacional Constituyente, un nuevo reto electoral se le presentó a dicha organización, las de elección de Presidente de la República, Senadores, Diputados y representantes a las Asambleas Legislativas, en diciembre de 1947. El éxito electoral los acompañó nuevamente, pues ocuparon las dos senadurías del Estado, a través de los doctores José Desiderio Gómez Mora y José Rafael Febres Cordero; y también mayoría en la cámara de Diputados con tres representantes: Br. José Ramón Barrios Mora, Br. Edecio La Riva Araujo y Dr. Carlos Febres Pobeda; frente a los dos representantes por Acción Democrática, Br. Domingo Alberto Rangel y Dr. Rigoberto Henríquez Vera40. La suerte de su candidato a la presidencia de la República, Dr. Rafael Caldera, postulado por COPEI, no fue la misma, pues salió derrotado por Rómulo Gallegos, de AD; algo lógico, tomando en cuenta que UFR era una agrupación regional.

La próxima contienda electoral que afrontó la UFR en Mérida fue la convocada para elegir los representantes de los Concejos Municipales en mayo de 1948, cuando obtiene 24 concejales frente a 18 de Acción Democrática, triunfando en 5 de los 8 Distritos que se disputaban estos cargos en el Estado41. Su participación fue exitosa, fundamentalmente en el Distrito más importante del Estado, El Libertador, para el cual se postuló y ganó el presbítero José Manuel Maggiorani42, Director del diario El Vigilante hasta finales de 1947; como reflejo de que la Iglesia Católica y la UFR conformaron una unión sólida frente al partido Acción Democrática en Mérida, sin poderse deslindar cuándo éste órgano informativo de “intereses generales” actuó como instrumento de opinión de la institución religiosa o de dicha organización política. Esa alianza tácita prácticamente controló la oposición política en la entidad andina frente a las distintas medidas del gobierno nacional, a través de la Junta Revolucionaria Central y del Ejecutivo del Estado, enarbolando las mismas banderas contra el sectarismo y la violencia de acción democratistas y los desaciertos del gobierno del trienio.

3.2 Algo más que la palabra de Dios. La Iglesia Católica en Mérida. Actuación política. 1945-1948

3.2.1 El Anti-Comunismo

La participación decidida de la Iglesia Católica en apoyo al partido Unión Federal Republicana y en oposición a Acción Democrática, fue determinante para que aquella organización alcanzara el triunfo electoral en todas las contiendas que se desarrollaron en el país y el Estado Mérida durante el trienio democrático. Entre las planchas de la UFR se encontraban tres sacerdotes, los presbíteros Dr. José Rafael Pulido Méndez, Octavio Rincón Santos y José Manuel Maggiorani, éste último quien redactara o diera el visto bueno, como Director del diario El Vigilante, medio impreso de mayor oposición al gobierno de la Junta Revolucionaria y de Acción Democrática, de todos los editoriales y artículos difundidos con dicho fin. La Iglesia Católica constantemente atacó todas las medidas ejecutadas por el gobierno que pudieran soslayar sus principios o dogmas, así como sus intereses constitucionales y en algunos casos los personales. Frente al Comunismo desarrolló una acérrima oposición, por considerarlo anti-clerical y peligroso para las libertades individuales y colectivas, pero fundamentalmente por ateo. Si bien en los primeros meses del trienio democrático no señalaron directamente como comunistas o pro-comunistas los procedimientos de la Junta Revolucionaria de Gobierno, con la cercanía de los procesos electorales sus señalamientos se hicieron más directos. Aunque no podríamos tildar algunas de las medidas ejecutivas del gobierno de ese periodo como de tendencia pro-marxista, pero si de izquierda43, con un profundo sentido laico, aunque no anti-clerical; pero que indudablemente terminaban confrontando a los preceptos de la doctrina católica.

En El Vigilante se publicaron innumerables artículos contra el comunismo, en espacios principales y secundarios. Incluso, como ya lo señalamos, el 19 de octubre de 1945, su editorial de primera plana fue titulado “Algunos errores fundamentales del Marxismo”44, sin ningún espacio dedicado a informar los importantes sucesos del día anterior. Se alertaba constantemente a la población católica sobre el peligro para los fieles, que conllevaba los gobiernos comunistas, pues señalaban como “… afirmar después de 26 años de historia comunista, que el comunismo no persigue a la Religión, es como decir que el diablo o Lenin rezaban todos los días el yo pecador…”45. Días más tarde la Iglesia Católica a través de ese diario, alertaba como “… un grupito de comunistas que pulula en esta ciudad, sabiendo que nuestro pueblo es eminentemente católico, se ha dado a la tarea de propagar que el comunismo no es enemigo de la Religión, con el deliberado propósito de atraer prosélitos a su minúsculo partido…”46, así como que el comunismo era un sistema que no podría atraer a la clase trabajadora, porque ésta lucha “… por adquirir una independencia económica y bajo la férrea dictadura comunista el trabajador es un esclavo del Estado…”47. A tal llegó el rechazo de la Iglesia católica merideña por el comunismo que proponía una medida anti-democrática y discriminatoria, sugiriéndole al “… gobierno averigüe la filiación política de todos los empleados públicos y pongan en cesantía inmediata a aquellos que pertenezcan al partido Comunista, pues los empleados públicos comunistas constituyen un grandísimo peligro para el Estado y para los ciudadanos....”48. Con lo cual se advierte que desde la Iglesia se era más sectario y violento que desde el propio partido de gobierno.

Las acusaciones sobre las filiaciones o simpatías de los acción democratistas que componían la Junta Revolucionaria de Gobierno y del partido AD en general, se hicieron más directas después de mediados de 1946. En El Vigilante se publica editorial titulado “Responsabilidad máxima”, un claro llamado a los fieles católicos sobre cómo debía ser su intención del voto en las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente, señalándoles que “… no podemos votar por materialistas disfrazados, como no lo podemos hacer por marxistas abiertos. No podemos votar por impíos, ateos o dictadores educacionales. El laicismo ha sido la enorme gangrena de nuestra educación y hoy, cuando felinamente quiere apoderarse de los resortes del Estado para acogotar a los católicos por la fuerza, deprimir la enseñanza religiosa…”49, en clara alusión a los comunistas, a los adecos y en contra del señalado decreto 321.

En el año 1947 siguieron generándose opiniones en torno a las discusiones de la Asamblea Nacional Constituyente. Se expresaba el temor de que la mayoría adeca en ese Cuerpo terminara favoreciendo la conformación de un Estado Totalitario Marxista, “…preocupación harto justificada. Hechos palpables… decisiones peligrosas de la Asamblea Nacional Constituyente y manifestaciones inequívocas, aunque furtivas, de hombres representativos del partido gubernamental, comprueban la existencia del peligro con impresionante elocuencia.”50. Posteriormente se resaltaba los estrechos vínculos que siempre habían existido entre los partidos Acción Democrática y Comunista de Venezuela, llegando al punto tal que en sesiones de febrero del año 1948, el Senador por Acción Democrática, Pérez Salinas señaló que “… no está interesado el gobierno actual en decretar una campaña anti-comunista”51.

3.2.2 Entre sermones y mítines: Actuación política del clero merideño

En un pueblo tradicional y profundamente religioso como el merideño, donde históricamente desde el período colonial, la Iglesia católica local había tenido una gran influencia en los individuos, cualquier actitud en su contra era vista como anti-clerical y perniciosa. A su vez, la participación de los ministros de esa Iglesia en la política, era atacada con pugnacidad por sus opositores, generando una clara polarización. Este fue el escenario en el cual se desarrolló la gestión política en el trienio democrático. Los señalamientos hechos por Alberto Carnevali, Presidente del Estado, en su Mensaje Presidencial de octubre de 194652, son muy elocuentes, pues afirmaba que había un aspecto del agitado momento político de entonces “… que no es posible silenciar: la intervención de los sacerdotes en la actividad política. A nadie puede extrañar esta intervención porque también son ciudadanos con derechos políticos… lo censurable es que algunos se lancen a la ofensiva política con el desenfado de cualquier ciudadano y luego pretendan erigirse intocables como sacerdotes a la hora de la réplica…”53. También señalaba en esa intervención como algunos sembraban en la población la irracional e injuriosa angustia “… ante la falsa amenaza de que elementos revolucionarios arrebaten de los hogares imágenes y cuadros religiosos y los quemen en pira espectacular…”54, en clara alusión a los rumores que hacían correr los representantes de la Iglesia Católica entre la feligresía merideña.

Frente a los argumentos del gobierno sobre la perniciosa participación de clérigos en la política, respondieron afirmando que si ellos se prestaran para “inscribirse en el partido del gobierno, hablar en público en sus mítines haciéndole propaganda al mismo…”, entonces no estaría mal su intervención política y que por el contrario, consideraban que meterse en política era “… ser neutral, sin parcialidades, decir qué gentes de malas ideas o programas no pueden ser favorecidos por el voto de los católicos…”55. Esos señalamientos del gobierno y AD contra la participación de sacerdotes católicos en la política, fue nacional. En junio de 1946 el Presidente de ese partido, Rómulo Gallegos, declaraba claros temores acerca del peligro que constituía el voto de la mujer venezolana, por la sencilla razón de que ellas eran más impresionables con los consejos que pudieran recibir en los confesionarios. La reacción en Mérida no se hizo esperar y el clero la consideró una imputación grave, pues constantemente habían respetado y hecho respetar su sagrado ministerio56. En un artículo tomado del periódico capitalino La Religión, El Vigilante intentó explicar cómo comunistas y acción democratistas criticaban fuertemente la participación activa de algunos sacerdotes católicos en actividades de organizaciones como COPEI y UFR, sin mencionar que en las planchas adecas existían dos o tres clérigos como candidatos a la Asamblea Constituyente, y peor aún, no argüían los mismos pretextos para atacar a los clérigos que conformaban las planchas de AD; sino por el contrario, pretendían hacerlo pasar como un “argumento irrefutable y una clara manifestación de que el mencionado partido está de acuerdo y en nada pugna con las directrices y el sentir de la Iglesia”57.

La publicación de una Carta Pastoral donde se señalaba expresamente cómo debían votar los católicos, fue tomada por el partido Acción Democrática como una clara injerencia de la Iglesia en asuntos estrictamente políticos, en perjuicio de sus aspiraciones electorales en una región profundamente religiosa. En el capítulo VIII de dicho documento eclesiástico señalaban expresamente los señores Arzobispos y Obispos, a quienes no podían favorecer con el voto los católicos, por considerarse negadores de principios históricamente defendidos por la Iglesia:

No pueden votar los católicos por aquellos que propugnan la enseñanza laica y sin Dios, por los que quieren suprimir los colegios católicos; por los que desean quitar el nombre de Dios de nuestras leyes; por los defensores y propugnadores del divorcio; por los que abogan por la supresión de lo religioso o lo sobrenatural en los actos públicos; por los perseguidores de las comunidades religiosas y del clero; por los que predican las doctrinas del socialismo y comunismo ateos y las luchas de razas…58

No podían votar los católicos, según esta Pastoral, ni por adecos ni comunistas, si por ueferristas y copeyanos. El documento eclesiástico resumía claramente cómo eran atacados sus dogmas e intereses. Uno de ellos fue sin duda alguna la promulgación del decreto 32159 a finales de mayo de 1946, acerca de las calificaciones, promociones y exámenes en educación primaria, secundaria y normal, cuyo fin fundamental era que el Estado alcanzara un mayor control en materia educativa, pero que sin duda alguna afectaba directamente a los colegios privados, mayoritariamente religiosos. En Mérida no tardó en manifestarse el rechazo de la opinión pública al mencionado decreto, fundamentalmente fijó posición la Iglesia en su contra. El primer artículo de prensa que logramos localizar al respecto, refería que el mencionado decreto era una forma solapada e inteligente de persecución religiosa, pues “terminado con los colegios privados, únicos en que se imparten en los grados superiores la instrucción religiosa, se termina por lo mismo con toda formación espiritual y entonces ¿qué nos queda?”60. Días después, respondiendo a declaraciones del Presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno, Rómulo Betancourt, sobre la intención del gobierno con el decreto 321, de que no era la de hacer daño a los Colegios Privados, le refutaron diciendo que “…pretender que el Estado sea el único que dirija, encauce y vigile la enseñanza, tal pretensión totalitaria, es diametralmente opuesta a la doctrina católica”61. Las manifestaciones en desacuerdo al decreto 321 continuaron en el tiempo y para julio de 1947 se realizó una huelga de colegios privados en casi todo el territorio nacional, a la que se sumó Mérida, aun cuando no se consideró “…suficiente para hacer caer las vendas del sectarismo que oscurecen los ojos de los empedernidos enemigos de la educación privada en nuestro país”62, según editorial de El Vigilante. Otro acontecimiento de la vida política nacional tocó las fibras más sensibles de la Iglesia Católica y su feligresía. En las discusiones de la Asamblea se debatía la eliminación de la fórmula de invocar a Dios en los párrafos iniciales de la Carta Magna, causando una herida cultural para los habitantes andinos y conllevando de alguna manera a confirmar la prédica constante de la Iglesia merideña, sobre la presunta persecución religiosa llevada a cabo por los gobernantes acción democratistas. Fue llamada con ironía como una “Nueva genialidad” al pretender “… la supresión del Santo Nombre de Dios en el proyecto de Constitución, nombre que tradicionalmente ha figurado al principio de todos nuestros estatutos fundamentales”63.

Es innegable el papel protagónico que jugó la Iglesia Católica en el devenir político merideño durante el trienio democrático, no sólo como defensor de principios y valores cristianos, que sintieron amenazados por algunas medidas del gobierno nacional y regional, sino como actor de la oposición política a esa gestión, y a Acción Democrática como partido mayoritario en la Junta Revolucionaria de Gobierno. No obstante, esos ataques no eran realmente contra valores y principios religiosos, sino sobre aspectos anacrónicos y antidemocráticos sostenidos por la Iglesia. Por ello, ésta institución apoyó a las organizaciones más ortodoxas, que se presentaron como defensoras de los valores esenciales de la sociedad, desconociendo los avances importantes de los postulados adecos. Su rol significó un factor fundamental para el éxito electoral del partido UFR en los distintos comicios que se realizaron en el trienio, toda vez que dicha organización no sólo contó con su apoyo mediático, sino que entre sus filas militaban importantes presbíteros merideños. Resulta realmente elocuente un aviso publicado en el diario El Vigilante dos días antes de las elecciones de diciembre de 1947, donde se informaba a los fieles de la ciudad que el día de los comicios se celebrarían las misas a las 5 de la madrugada64, quizá para aprovechar la última ocasión de dar sus consejos electorales.

III. Desarrollo Social en Mérida durante el Trienio Democrático. ¿Cambios relevantes o más del pasado?

En discurso pronunciado por uno de los líderes civiles de la “Revolución de Octubre”, Rómulo Betancourt, en la ciudad de San Cristóbal el 14 de diciembre de 1945, explicó cuáles serían las líneas maestras del nuevo gobierno en lo económico-administrativo. Señaló el interés fundamental de “…humanizar la gestión de la cosa pública, la de preocuparnos más de la gente que de los animales y de las cosas. Educar, sanear, alimentar y domiciliar al pueblo, este es nuestro objetivo fundamental”65. Esas eran las pretensiones de la “Revolución octubrista”, atender en buena parte los deseos de todos los venezolanos, y particularmente las esperanzas de la provincia. La revisión documental nos permitió constatar el cumplimiento real de éste objetivo en Mérida, y las distintas variantes que se presentaron para su consecución a lo largo de los tres años de experimento democrático y revolucionario. El hombre encargado para lograrlo fue un merideño de reconocido talante democrático, quien desde temprana juventud había tenido protagonismo público en la sociedad merideña por su constante preocupación y actividad en pro de la región, Alberto Carnevali, a quien además lo acompañaba un relevante prestigio en el seno del partido Acción Democrática, dominante en la Junta Revolucionaria de Gobierno. Su labor sólo duró poco más de un año, la situación política y electoral del Estado, pero sobre todo el interés de su partido por designarlo su Secretario General a partir de 1947, obligó a su separación de la primera magistratura de la entidad merideña. Posteriormente se encargaría de la labor el Dr. Ramón Parra León.

1.- Vías de Comunicación

En un Estado mayoritariamente rural, agrícola por excelencia, la construcción y mejoramiento de la vías de comunicación era uno de los objetivos fundamentales para la consecución de mejores condiciones de vida para sus habitantes, toda vez que permitiría el transporte seguro y rápido de los rubros que se producían en la entidad, abaratando costos y generando ganancias para los productores, por la colocación oportuna de las cosechas en los destinos de comercialización. Esa era la mayor preocupación de los habitantes merideños, junto con la construcción del aeródromo que pusiera fin, por lo menos para las clases pudientes, a los tortuosos cuatro días de viaje terrestre para trasladarse a la capital de la Republica. Carnevali asumió la construcción de esa obra como uno de los principales objetivos de su gobierno. En declaraciones ofrecidas a la corresponsal del diario El Revolucionario, Clara Vivas Briceño, en diciembre de 1945 señalaba que existían “…grandes posibilidades de que el Estado cuente dentro de poco con uno o dos campos de aterrizaje”66, pues ya había iniciado gestiones ante el Ministerio de Obras Públicas, que le daban certeza del hecho. Carnevali cumplió su palabra pues el 16 de octubre de 1946, a escasos dos días de cumplirse el primer aniversario de la “Revolución de Octubre”, se inauguró el Aeródromo con el primer vuelo de prueba67. La prensa opositora celebró la culminación de la obra pero trató de minimizar su importancia señalando que la misma no era “…el triunfo de un partido, es el triunfo de Mérida entera. No es la victoria de unos cuantos, es la victoria de los merideños, es el cumplimiento de antiquísimos anhelos…”68, reacción natural, a escasos días de las elecciones para elegir los representantes por el Estado para la Asamblea Nacional Constituyente.

El otro aspecto fundamental de las vías de comunicación, como ya señalamos, eran sus caminos y carreteras. En interesante editorial publicado en El Vigilante, en noviembre de 1945, se resumía con gran precisión la realidad de los caminos y carreteras merideñas:

De los seis mil kilómetros de carretera transitable durante el año con que cuenta la República, corresponden a Mérida aproximadamente 320 Kms., de los cuales 271 son de trasandina, de vía que atraviesa el Estado en una gran extensión pero que no es carretera de penetración, de las que está urgida la provincia. Los kilómetros restantes son ramales que llegan perezosa y desanidadamente a algunos pueblos nuestros como Mesa Bolívar o El Vigía. Y si hemos de referirnos a la comunicación por vía férrea y por agua, citaremos los pocos kilómetros que nos corresponden en el ferrocarril de El Vigía a Santa Bárbara, al fin y al cabo una de las arterias más útiles para la economía de Los Andes, y la misma comunicación fluvial que desde Santa Bárbara se hace con el Estado Zulia69.

La construcción de carreteras y caminos era urgente. Era notoria y lógica la marcada influencia del Zulia en los pueblos andinos, pues antes de la construcción del aeródromo la comunicación más expedita con otra región allende a Los Andes, era con la zuliana; y por supuesto, la carretera Trasandina, que desde el periodo gomecista había permitido por comunicación terrestre, la salida al centro del país. Por ello, Alberto Carnevali tenía muy clara la importancia de desarrollar dos proyectos, que finalmente no logró concretar en su gestión, al respecto señaló: “La carretera de Mérida a Palmarito para ponerse en comunicación con el Lago de Maracaibo y la carretera que una a Torondoy-San Cristóbal y Santa Apolonia con Palmarito y con Mérida”70, toda vez que sostenía que “La capital económica del occidente de la Republica es Maracaibo. A ella enviamos todo nuestro café de paso para el extranjero y de allí traemos la casi totalidad de las mercaderías, inclusive, las que proceden del exterior71. Sin duda alguna eran elementos de comprensión de esa región histórica. El otro proyecto era la construcción de la carretera San Cristóbal, Torondoy y Santa Apolonia para comunicarse con Palmarito. Pero sobre ellos, lo máximo que alcanzó Carnevali fue que los incorporaran en un anteproyecto de la Comisión Nacional de Vialidad72.

Desafortunadamente, estos proyectos no se ejecutaron durante el trienio democrático y en materia de vialidad, para el segundo aniversario de la “Revolución”, apenas estaban en servicio cuatro obras de mediana envergadura: la carretera de Estánquez a Chiguará, la de Ejido a La Azulita, el tramo comprendido entre Las Cruces y la Carbonera, de unos 14 kilómetros y las carreteras de penetración agrícola La Punta-Los Curos y Mérida-Chama-La Fría73.

2.- Educación

Educar al pueblo fue uno de los lemas de la “Revolución de Octubre”, y en Mérida se procuró combatir el alto índice de analfabetismo de unos 80.000 mil merideños que no sabían leer ni escribir, casi un 42 % de su población; cifra recogida de un censo que levantó el gobierno del Estado para proceder a su alfabetización por enseñanza directa, y que para principios de 1948 se sumarían 651 nuevos alfabetizados por ésa vía; por Juntas Alfabetizadoras 167; por Legiones 107; por escuelas nocturnas 460; por Centros colectivos 549; para un total de 1934 personas alfabetizadas, una cifra muy baja para el total de analfabetas merideños. En materia de escuelas, en poco más de dos años se crearon 71 escuelas diurnas, 25 nocturnas y cuatro escuelas de corte y costura74. Además, como un incentivo al mejoramiento de la calidad educativa, se incrementaron los sueldos de los maestros estadales de las escuelas diurnas en casi un 100%, de 120 Bs. mensuales a 230 Bs.; y el de las escuelas nocturnas de 80 Bs. A 150 Bs. Mensuales75.

3.- Asistencia Social

La sanidad y asistencia social era otro de los objetivos a lograr por el nuevo gobierno democrático, la salud de los merideños dependía, en buena parte, por la pobreza de la mayoría de sus habitantes, de la gestión del Estado. Salvo el Hospital Los Andes, construido por los gobiernos gomecistas en Mérida, no existía en la entidad, un recinto asistencial de envergadura. Un total de 24 localidades se beneficiaron con la construcción de dispensarios rurales y urbanos, de 23 anexos a medicaturas rurales y 24 bajo la dirección de practicantes, además, con la creación de Juntas Asistenciales se ofrecieron en beneficio de la población más pobre, 117.00 consultas, 147.000 ampolletas, 21.000 vermífugos, 128.000 fórmulas despachadas y un total de 200.062,55 Bs. en medicinas entregadas de forma gratuita. No obstante, a pesar de estas cifras tan alentadoras, un problema en materia asistencial aquejaba con gran fuerza a los merideños, la carencia de un Hospital Clínico Central, en el que se atendiera a los numerosos enfermos que requerían de atención médica más intensiva. Incluso, esa fue una solicitud de un diputado de la oposición merideña en la Asamblea Nacional Constituyente, que se incluyera una partida del gobierno central para la construcción de dicha obra, pero el diputado por Acción Democrática, Dr. Rigoberto Henríquez Vera, manifestó que en su nombre y en el de los otros asambleístas adecos por Mérida, le negaban el voto a dicha proposición76.

4.- Alimentación y abastecimiento

La situación del abastecimiento de los productos básicos para la alimentación de la población era muy crítica para el año 1945; problema no sólo de carácter nacional y regional, sino internacional, una vez finalizada la segunda guerra mundial. Muchos productos de la dieta básica, o no se encontraban o se vendían a precios muy elevados. El gobierno nacional a través de la Comisión Nacional de Abastecimiento, intentó aplicar medidas para controlar la situación. En Mérida se creó la Gerencia de los Detales Controles, dependiente de aquella, con un capital inicial de 100.000 Bs., para adquirir y expender a precios regulados los artículos de primera necesidad. Siete Detales Controles se pusieron en funcionamiento, dos en Tovar y uno en Timotes, Mucuchíes, Ejido, Laguillas, Santa Cruz y El Vigía; incrementándose la cifra inicial a 327.730, 95 Bs. para la venta al público de un total de 622.735 kilogramos de alimentos, con la posibilidad e intención de crear dichos detales en todas las poblaciones del territorio merideño77.

A pesar de éstas medidas, la población no encontraba algunos artículos como el azúcar, la carne y la leche, sin duda fundamentales para la dieta diaria. En abril de 1947 se reseñaba en la prensa como sufría “… la población de Mérida una grave crisis de azúcar y de carne…”78, se quejaban de cómo la aparente bonanza que vociferaron algunos políticos era una burda estrategia electorera, y sin embargo, era palpable “la escasez de leche…, la carne sube de precio y la panela está súper cara…”79. Esa era la situación, que se intentó paliar con las medidas antes señaladas.

5.- Fomento y Obras Públicas

Una de las medidas más plausibles implementadas en el trienio democrático fue la creación en mayo de 1946, de la Corporación Venezolana de Fomento80, con el objetivo fundamental de impulsar la producción en el país. En Mérida era relevante el desarrollo y fomento de la agricultura, la cría, la artesanía y la industria; para ello, como complemento de aquella política nacional se creó la Caja de Crédito del Estado, a través de la cual se otorgaron un total de 1.577 créditos por un monto de 347.000 Bs., desde octubre de 1945 hasta finales de 1947, distribuidos en 1.477 créditos agrícolas por un monto de 207.875 Bs.; 81 créditos industriales por un valor de 121.540 Bs. y 17.645 Bs., para 49 créditos artesanales81. La medida fue aplaudida por la opinión pública, pero se alertaba ante la posibilidad “…de que una medida tan necesaria y bien concebida de si, degenere en truco político. Las cosas claras, estamos en víspera de elecciones…”82, muestra clara del profundo radicalismo político-eclesiástico, institución que antes de la experiencia democrática del Trienio, poco interés mostró por estos asuntos. En materia de obras, además de las vías de comunicación concluidas y puestas al servicio público, ya señaladas, se construyeron en todo el territorio del Estado un total de 12 puentes por un monto de 215.746, 30 Bs.; 5 mataderos por Bs. 30.032, 97; aceras por la suma de 200.000 Bs.; y se llevó a cabo una política de pavimentación de calles y avenidas por 332.404, 29 Bs.83

Un aspecto que no atendió ni solventó con premura el gobierno revolucionario de Mérida entre 1945 y 1948, fue el de la vivienda, a pesar de haber sido uno de los objetivos iniciales planteados por la Junta Revolucionaria de Gobierno: “domiciliar más y mejor al pueblo”. Apenas en abril del año 1948 se abrió una licitación para la construcción de 50 viviendas en la ciudad de Mérida, con el financiamiento del Banco Obrero, es decir; no les dio tiempo a los revolucionarios para concluir dicha obra y entregarla a los obreros merideños como resultado de su gobierno84. Sin embargo, antes no se había proyectado ni realizado nada parecido, demostrándose además de un pensamiento más progresista, claras evidencias del desarrollo social que comenzaba a instaurarse en la entidad andina.

La gestión gubernativa en pro del desarrollo social merideño cumplió dos etapas durante el trienio democrático, en correspondencia con los dos Presidentes que tuvo la entidad durante el periodo. En primer lugar le correspondió a Alberto Carnevali desde octubre de 1945 hasta diciembre de 1946 tomar y aplicar medidas para iniciar y organizar el marco general de la acción política en las materias abordadas. La oposición a su gestión por parte de organizaciones políticas adversas a su partido Acción Democrática fue frontal, se tildó de poco exitosa para el desarrollo del Estado Mérida. En una nota de prensa del 03 de enero de 1947, días después de abandonar Carnevali la primera magistratura de la entidad, se señalaba en la prensa que “… el gobierno de Alberto Carnevali no pudo ser menos favorable. En materia administrativa más de siete millones gastados sin plan, sin beneficios positivos, sin finalidades practicas…”85.

A Carnevali lo sustituye desde principios de 1947 en el gobierno regional, el médico Antonio Parra León, quien en los primeros momentos contó con la simpatía del pueblo merideño, mayoritariamente opositor a la Junta de Gobierno y al partido AD, quizá más por a quien sustituía, que por sus reconocimientos personales, destacando inclusive su “…loable acción progresista en el campo de las obras públicas…”86. Cometarios que cambiaron con el tiempo, pues en abril de 1948 se suscitó una situación política difícil entre la Asamblea Legislativa del Estado Mérida, mayoritariamente opositora, y el primer magistrado regional, Dr. Parra León, ya que dicho cuerpo no aprobó la Memoria y Cuenta que éste presentó sobre su gestión, toda vez que esa Asamblea había sido disuelta con la Revolución de octubre, y vuelta a constituir luego de las elecciones para elegir a Presidente de la República, Senadores, Diputados y Representantes de las Legislaturas Regionales en diciembre de 1947, ganadas en Mérida por la mayoría de los candidatos de la organización política Unión Federal Republicana. La Memoria no fue aprobada con el voto salvado de la minoría adeca87. Al parecer no cuadraban las cuentas, la relación entre gastos y obras; señalándose la inversión de grandes sumas de dinero en la construcción y reparación de caminos, calles y avenidas inexistentes88.

IV. Consideraciones Finales

Para un análisis suficiente y satisfactorio de la historia política que se desarrolló en Venezuela entre 1945 y 1948, sin duda se debe tener en cuenta la perspectiva regional, que permita determinar las particularidades y diversidad social, económica, cultural y política del país. El análisis de la gestión política y el desarrollo social en Mérida durante el Trienio democrático, permite confirmar esta idea. Cuando se instaura la Junta Revolucionaria de Gobierno, entre sus principales objetivos se encontraba devolverle a la población venezolana el ejercicio pleno de su soberanía, permitiendo la participación de todos los ciudadanos, sin distingo de ningún tipo. Ello conllevaba una posibilidad implícita, de que todas y cada una de las regiones del país se vieran representadas en una Asamblea Nacional Constituyente que lo plasmaría en la Carta Magna de la República. Desafortunadamente privó el interés de la organización política mayoritariamente representada en la Asamblea, Acción Democrática, quedando truncadas las propuestas descentralizadoras de otras corrientes políticas.

Esa mayoría opositora al partido AD y a la Junta Revolucionaria de Gobierno en Mérida no tuvo parangón con ninguna otra entidad del país, salvo el caso tachirense, tal como se evidencia en los resultados de los procesos electorales desarrollados durante el Trienio, y estuvo representada fundamentalmente a través del partido “Unión Federal Republicana”, con claro respaldo incondicional de la Iglesia Católica, lo cual le mereció el triunfo electoral en todos los comicios que se desarrollaron en Venezuela y la región durante esos tres años de experiencia democrática. Sin duda alguna, la gestión del gobierno revolucionario en territorio merideño, ante la situación política reinante, fue atacada desconsideradamente, muy a pesar de los grandes esfuerzos que pudieran realizarse para mejorar las condiciones generales de su población. En algunos aspectos como salud, educación y abastecimiento, los Presidentes del Estado implementaron una serie de medidas tendentes a solventar problemas tan graves como el analfabetismo, la deserción escolar y la alimentación y salud del pueblo. En el impulso o desarrollo de obras públicas, además de la construcción del Aeropuerto, se registraron otras de menor envergadura para el fomento y progreso de la producción agrícola, pecuaria e industrial de Mérida; pero sin duda alguna, se refleja en las medidas gubernamentales ejecutadas un mayor pensamiento social y democrático y preocupación por las necesidades más ingentes de la población. Constituye la experiencia merideña una interesante perspectiva para observar con otro lente el desarrollo del intermitente proceso democrático que vivió Venezuela entre 1945 y 1948.

Notas

1 Al respecto existe una extensa historiografía, entre las que destacan las de A. Álvarez. (ed.): El sistema político venezolano: crisis y transformaciones. Caracas, UCV, 1996; Luís Castro Leiva: El dilema octubrista. Caracas, Cuadernos Lagoven 1988; Simón A. Consalvi: Auge y caída de Rómulo Gallegos. Caracas, Monte Ávila Editores, 1991; Luís Ricardo Dávila: El imaginario político venezolano: ensayo sobre el trienio octubrista, 1945-1948. Caracas, Alfadil, 1992; M. A. Pérez: La verdad inédita: Historia de la Revolución de octubre. Caracas, E. Armitano, 1975; E. Ramírez: El 18 de octubre de 1945 y la problemática venezolana actual. Caracas, Editarte, 1981; L. A. Ramírez Méndez: “El clientelismo en Trienio Adeco. 1945-1948”, en Boletín de la Academia Nacional de la Historia, 304 (Caracas, octubre-diciembre de 1995); pp. 89-101. En obra publicada en 2006, señala el historiador Naudy Suárez F. (Est. Prel.): Rómulo Betancourt. Antología política. Caracas Fundación Rómulo Betancourt/UPEL, 2006; V. IV. (1945-1948), p. 19; que la Revolución de octubre de 1945 es la “…primera experiencia política venezolana de signo esencialmente democrático…”.

2 Reiteradamente en discursos, alocuciones, mensajes o declaraciones a la prensa, los integrantes de la Junta Revolucionaria de Gobierno y demás funcionarios nacionales y regionales se referían del suceso del 18 de octubre como una “Revolución”. En el primer Comunicado de la Junta Revolucionaria de Gobierno a la Nación el 19 de octubre de 1945, señalaban que su conformación era producto de la “Revolución de octubre”, en Naudy Suárez F. (Est. Prel.): Rómulo Betancourt…, p. 101.

3 Sobre estudios referentes al devenir político y los procesos electorales durante ese periodo en Mérida y Táchira, pueden consultarse los del historiador Alfredo Angulo Rivas: “La Unión Federal Republicana: política, autonomía y religión en Mérida” en Boletín de la Academia Nacional de la Historia, 310 (Caracas, abril-mayojunio de 1995); pp. 95-110; Mérida y Táchira en el Trienio, 1945-1948: un estudio de Historia Política. Mérida, Universidad de Los Andes, 1989. Inédito, (Trabajo de Ascenso); Igualmente se han elaborado memorias de grado de la Escuela de Historia que abordan la temática, tales como las de Isabel Araque Moncada y Carmen E. Torres Araque: Conflicto educativo en Mérida durante el Trienio Adeco, 1945-1948. Mérida, Universidad de Los Andes, 1994. Inédito, (Memoria de Grado); Nancy Torres: El Trienio de Acción Democrática en Mérida. Hechos y consecuencias del 18 de octubre de 1945. Mérida, Universidad de Los Andes, 2004. Inédito, (Memoria de Grado); y de María Josefina Zerpa y Omaira Dávila Peña: La Revolución de Octubre en el Estado Mérida. Mérida, Universidad de Los Andes, 1991. Inédito, (Memoria de Grado).

4 El historiador Naudy Suárez F. sostiene que una de las causas que hicieron del Trienio adeco un “¿fracaso con futuro?”, fue porque la Constitución redactada por los constituyentistas de 1946, como las anteriores y a pesar de las expectativas, no tuvo “pleno consenso nacional”, en Naudy Suárez F. (Est. Prel.): Rómulo Betancourt…, p. 84.

5 Este diario fue fundado por la Iglesia Católica merideña en 1924, en el devenir del régimen gomecista. Se subtituló como católico de intereses generales. Durante el periodo del Trienio democrático fue dirigido por los sacerdotes J. M. Magioranni, y quien lo sustituyera, Eccio Rojo Paredes.

6 El 19 de octubre de 1945 este medio impreso dedicó su editorial titulado “Algunos errores fundamentales del Marxismo”. Los días siguientes y hasta el 25 de ese mes no se reseñó en sus páginas información alguna sobre los sucesos del 18. En Archivo General del Estado Mérida, en adelante AGEM. Prensa Histórica. El Vigilante. Mérida, 19 de octubre de 1945, Año XXII, Nº 3.267, p. 1.

7 Ibíd., “La Revolución venezolana”. Mérida, 25 de octubre de 1945, Año XXII, Nº 3.269, p.1.

8 Ibíd., “Notas efímeras: Alberto Carnevali”. Mérida, 25 de octubre de 1945, Año XXII, Nº 3.269, p.1. Negritas nuestras.

9 Ibíd., “Habla el Presidente del Estado”. Mérida, 31 de octubre de 1945, Año XXII, Nº 3.274, p.1.

10 Ibíd., Fondo Gobernación. Gaceta Oficial del Estado Mérida. Mérida, 08 de noviembre de 1945, Año I, Nº 12, p.1.

11 Ibíd., Prensa Histórica. El Vigilante. “Estatuto Electoral y ampliación de garantías”. Mérida, 09 de febrero de 1946, Año XXII, Nº 3.332, p.1.

12 Ibíd., “Partidismo”. Mérida, 18 de mayo de 1946, Año XXII, Nº 3.360, p.1.

13 Ibíd., “Actualidad Política”. Mérida, 28 de mayo de 1946, Año XXIII, Nº 3.410, p.1.

14 Ibíd., “Remitido. Unión Federal Republicana se pronuncia por la constitución de un gobierno imparcial”. Mérida, 09 de febrero de 1946, Año XXIII, Nº 3.410, p.3.

15 Ibíd., Fondo Gobernación. Mensajes Presidenciales. “Mensaje que el Presidente del Estado Mérida, Doctor Alberto Carnevali, dirige a los pueblos merideños con motivo del primer aniversario de la Revolución de Octubre”. Mérida, Imprenta Oficial, 1946; p.28.

16 Ibíd., Prensa Histórica. El Vigilante. “De nuevo las represalias”. Mérida, 24 de septiembre de 1947, Año XXIV, Nº 4.621, p.1.

17 Ibíd., “El Sectarismo del Gobierno”. Mérida, 27 de septiembre de 1947, Año XXIV, Nº 4.624, p.1.

18 Ibíd., Hojas Sueltas. “Renuncia del Dr. Caldera”. Caracas, 14 de abril de 1946.

19 Ídem.

20 Ídem.

21 Ídem.

22 Ídem.

23 Ídem.

24 Ibíd., Prensa Histórica. El Vigilante. “Circular del Ministro de Relaciones Interiores a los gobiernos regionales”. Mérida, 13 de abril de 1946, Año XXII, Nº 3.380, p.1.

25 Ídem.

26 Ibíd., “¿En Mérida también?”. Mérida, 25 de abril de 1946, Año XXII, Nº 3.386, p.1.

27 Ibíd., “Consideraciones y comentarios”. Mérida, 29 de mayo de 1946, Año XXIII, Nº 3.411, p.1.

28 Ibíd., “Dolorosa Actitud”. Mérida, 29 de abril de 1948, Año XXIV, Nº 4.723, p.1.

29 Ídem.

30 Ibíd., Fondo Gobernación. “Memoria y Cuenta que el Gobernador del Estado Mérida presenta a la Asamblea Legislativa en sus sesiones extraordinarias de 1948, de la gestión administrativa en el lapso comprendido entre el 18 de octubre de 1945 al 15 de diciembre de 1947”. Mérida, Imprenta Oficial, 1947; pp.46 y 47.

31 Ibíd., pp. 105-302. Para una mayor comprensión de la actuación de ésta agrupación política, véase los estudios de Alfredo Angulo Rivas: “El moderno Sistema de Partidos en Venezuela”, en Tierra Firme, 38 (Caracas, abril-junio de 1992); pp. 191-205 y “La Unión Federal Republicana…”; pp. 95-110.

32 Ibíd., Prensa Histórica. El Vigilante. “La UFR”. Mérida, 16 de mayo de 1946, Año XXII, Nº 3.400, p.1.

33 Ibíd., Fondo Gobernación. “Memoria y Cuenta que el Gobernador del Estado Mérida presenta a la Asamblea Legislativa en sus sesiones extraordinarias de 1948, de la gestión administrativa en el lapso comprendido entre el 18 de octubre de 1945 al 15 de diciembre de 1947”. Mérida, Imprenta Oficial, 1947; p. 121.

34 Ibíd., Prensa Histórica. El Vigilante. “La Unión Federal Republicana”. Mérida, 05 de junio de 1946, Año XXIII, Nº 3.415, p.4.

35 Además de los señalados presbíteros, componían la plancha de la UFR el bachiller José Ramón Barrios Mora, Dr. Carlos Quintero Delgado, Br. Edecio La Riva, Dr. José Desiderio Gómez Mora, Sr. Rafael Mora Márquez, Dr. José Gilberto Cárdenas, Sr. José Dávila Uzcátegui, Sra.Teresa Santaromita de Quiñónez, Sr. Miguel Delgado Febres, Br. Antonio de J. Manrique Serrano, Sr. Luís F. Zambrano, Sr. Livio Mazzey G., Sr. Juan J. Albornoz y el Sr. Rubén Avendaño Monzón. La preferencia de los simpatizantes de la UFR fue mayoritaria por la candidatura del Pbro. Dr. José Rafael Pulido Méndez, frente a la mayoría de postulantes sin filiación clerical, pues, sin duda alguna pesó su investidura eclesiástica en el ánimo de la población merideña, profundamente católica. Ibíd., “Candidatos de la Unión Federal Republicana a la Asamblea Nacional Constituyente”. Mérida, 29 de septiembre de 1946, Año XXIII, Nº 4.383, p.1.

36 Ibíd., Fondo Gobernación. Publicaciones Oficiales. “Memoria y Cuenta del Ministerio de Relaciones Interiores, 1946”. Caracas, Imprenta Nacional, 1946; p. 121.

37 Ídem.

38 Ibíd., Prensa Histórica. El Vigilante. “El partido político Unión Federal Republicana”. Mérida, 07 de junio de 1946, Año XXIII, Nº 3.417, p.1.

39 Ídem.

40 Ibíd., Fondo Gobernación. Publicaciones Oficiales. “Memoria y Cuenta del Ministerio de Relaciones Interiores, 1948”. Caracas, Imprenta Nacional, 1946; pp. 20-30.

41 Alfredo Angulo Rivas: “La Unión Federal Republicana…”; p. 101.

42 Ibíd., Prensa Histórica. El Vigilante. “Candidatos al Concejo Municipal del Distrito Libertador, que presenta el partido UFR”. Mérida, 05 de mayo de 1948, Año XXIV, Nº 4.726, p.1.

43 Steve Ellner: “La izquierda no comunista en el poder. 1945-1948”, en Tierra Firme, 38 (Caracas, abriljunio de 1992); pp. 158-190.

44 AGEM, Prensa Histórica. El Vigilante. “Algunos errores fundamentales del Marxismo”. Mérida, 19 de octubre de 1945, Año XXII, Nº 3.267, p.1.

45 Ibíd., “Bomba Atómica”. Mérida, 03 de abril de 1946, Año XXII, Nº 3.372, p.1.

46 Ibíd., “Esos Comunistas”. Mérida, 05 de abril de 1946, Año XXII, Nº 3.374, p.1.

47 Ibíd., “Comunismo. Mentira vil”. Mérida, 06 de abril de 1946, Año XXII, Nº 3.375, p.1.

48 Ibíd., “El empleado público comunista es un peligro para el Estado y para los ciudadanos”. Mérida, 30 de abril de 1946, Año XXII, Nº 3.390, p.1.

49 Ibíd., “Responsabilidad máxima”. Mérida, 11 de junio de 1946, Año XXII, Nº 3.420, p.1.

50 Ibíd., “República democrática o Estado Marxista”. Mérida, 23 de julio de 1947, Año XXIV, Nº 4.581, p.1.

51 Ibíd., “Donde se confirma lo dicho”. Mérida, 26 de febrero de 1948, Año XXIV, Nº 4.688, p.1.

52 Ibíd., Fondo Gobernación. Mensajes Presidenciales. “Mensaje que el Presidente del Estado Mérida, Dr. Alberto Carnevali, dirige a los pueblos merideños con motivo del primer aniversario de la Revolución de Octubre”. Mérida, Imprenta Oficial, 1946; p. 28.

53 Ídem.

54 Ídem.

55 Ibíd., Prensa Histórica. El Vigilante. “El Clero y la política”. Mérida, 21 de mayo de 1946, Año XXIII, Nº 3.404, p.1.

56 Ibíd., “Una declaración de don Rómulo Gallegos”. Mérida, 03 de junio de 1946, Año XXIV, Nº 3414, p.1.

57 Ibíd., “Sacerdotes en las planchas para la Constituyente”. Mérida, 18 de agosto de 1946, Año XXIII, Nº 4.354, p.1.

58 Ibíd., “El ejercicio del voto para los católicos”. Mérida, 20 de febrero de 1946, Año XXII, Nº 3.341, p.1.

59 Para consultar en extenso ese decreto, véase la obra Naudy Suárez F. (Est. Prel.): Rómulo Betancourt. Antología…, pp. 128-210.

60 AGEM, Prensa Histórica. El Vigilante. “El Decreto-Ley del Ministerio de Educación”. Mérida, 05 de junio de 1946, Año XXIII, Nº 3.415, p.1.

61 Ibíd., “El discurso de Rómulo Betancourt”. Mérida, 13 de junio de 1946, Año XXIII, Nº 3.422, p.1.

62 Ibíd., “Colegios Privados en huelga”. Mérida, 10 de julio de 1947, Año XXIV, Nº 4.573, p.1.

63 Ibíd., “Nueva genialidad”. Mérida, 15 de julio de 1946, Año XXIII, Nº 4.338, p.1.

64 Ibíd., “Aviso importante”. Mérida, 12 de diciembre de 1947, Año XXIV, Nº 4.670, p.3.

65 Naudy Suárez F. (Est. Prel.): Rómulo Betancourt. Antología…, p. 131.

66 AGEM, Prensa Histórica. El Revolucionario. Órgano del partido Acción Democrática. “Sobre el Estado Mérida hace breves declaraciones Alberto Carnevali”. Mérida, 11 de diciembre de 1945, Año I, Nº 2, p.1.

67 Ibíd., Fondo Gobernación. Mensajes Presidenciales. “Mensaje que el Presidente del Estado Mérida, Dr. Alberto Carnevali, dirige a los pueblos merideños con motivo del primer aniversario de la Revolución de Octubre”. Mérida, Imprenta Oficial, 1946; p. 22.

68 AGEM, Prensa Histórica. El Vigilante. “El Decreto-Ley del Ministerio de Educación”. Mérida, 05 de junio de 1946, Año XXIII, Nº 3.415, p.1.

69 Ibíd., “Vías de Comunicación para Mérida”. Mérida, 22 de noviembre de 1945, Año XXII, Nº 3.287, p.1

70 Ibíd., Fondo Gobernación. Mensajes Presidenciales. “Mensaje que el Presidente del Estado Mérida, Dr. Alberto Carnevali, dirige a los pueblos merideños con motivo del primer aniversario de la Revolución de Octubre”. Mérida, Imprenta Oficial, 1946; pp.18- 22.

71 Ídem.

72 Ídem.

73 Ibíd., Fondo Gobernación. “Memoria y Cuenta que el Gobernador del Estado Mérida presenta a la Asamblea Legislativa en sus sesiones extraordinarias de 1948, de la gestión administrativa en el lapso comprendido entre el 18 de octubre de 1945 al 15 de diciembre de 1947”. Mérida, Imprenta Oficial, 1947; p. 309.

74 Ibíd., Mensajes Presidenciales. “Mensaje que el Gobernador del Estado, Dr. Antonio Parra León dirige a la colectividad merideña con motivo del segundo aniversario de la Revolución de octubre”. Mérida, Imprenta Oficial, 1947; p. 12.

75 Ibíd., “Mensaje que el Presidente del Estado Mérida, Dr. Alberto Carnevali, dirige a los pueblos merideños con motivo del primer aniversario de la Revolución de Octubre”. Mérida, Imprenta Oficial, 1946; p. 22.

76 Ibíd., Prensa Histórica. El Vigilante. “El Hospital Los Andes”. Mérida, 15 de octubre de 1947, Año XXIV, Nº 4.634, p.1.

77 Ibíd., Fondo Gobernación. Mensajes Presidenciales. “Mensaje que el Gobernador del Estado, Dr. Antonio Parra León dirige a la colectividad merideña con motivo del segundo aniversario de la Revolución de octubre”. Mérida, Imprenta Oficial, 1947; p. 8.

78 Ibíd., Prensa Histórica. El Vigilante. “Azúcar y carne necesita el pueblo de Mérida”. Mérida, 29 de abril de 1947, Año XXIV, Nº 4.528, pp.1 y 4.

79 Ibíd., Prensa Histórica. El Vigilante. “Azúcar y carne necesita el pueblo de Mérida”. Mérida, 29 de abril de 1947, Año XXIV, Nº 4.528, pp.1 y 4.

80 Al parecer, la efectividad de esta Corporación no tuvo los alcances nacionales deseados. En febrero de 1947 se reseñaba en la presa merideña que “Muchos millones de capital tiene la Corporación Venezolana de Fomento, sin embargo, hasta el momento, nadie conoce sus planes con respecto al Estado Mérida… los planes se hacen allá en Caracas… pero acá no nos llega ni el más leve rumor de lo que piensan respecto a nosotros. Tal vez no piensan nada.” Ibíd., “Marginales”. Mérida, 15 de febrero de 1947, Año XXIII, Nº 4.476, p.1.

81 Ibíd., Fondo Gobernación. Mensajes Presidenciales. “Mensaje que el Gobernador del Estado, Dr. Antonio Parra León dirige a la colectividad merideña con motivo del segundo aniversario de la Revolución de octubre”. Mérida, Imprenta Oficial, 1947; pp. 13 y 14.

82 Ibíd., Prensa Histórica. El Vigilante. “Créditos a la mano”. Mérida, 08 de mayo de 1946, Año XXIII, Nº 3.394, pp.1 y 2.

83 Ibíd., Fondo Gobernación. Mensajes Presidenciales. “Mensaje que el Gobernador del Estado, Dr. Antonio Parra León dirige a la colectividad merideña con motivo del segundo aniversario de la Revolución de octubre”. Mérida, Imprenta Oficial, 1947; pp. 18-20.

84 Ibíd., Prensa Histórica. El Vigilante. “Banco Obrero”. Mérida, 14 de abril de 1948, Año XXIV, Nº 4.716, p. 3.

85 Ibíd., “Balance de una administración”. Mérida, 03 de enero de 1947, Año XXIII, Nº 4.445, p. 1.

86 Ibíd., “Solucionado el incidente Parra León- Acción Democrática”. Mérida, 09 de mayo de 1947, Año XXIII, Nº 4.494, p.1.

87 Ibíd., Fondo Gobernación. Mensajes Presidenciales. “Mensaje que el Gobernador del Estado, Dr. Antonio Parra León presenta a la colectividad merideña, en relación con el Informe de la Comisión Fiscal de la Asamblea Legislativa sobre la Memoria y Cuenta presentada el 10 de enero de 1948”. Mérida, Imprenta Oficial, 1948.

88 Ibíd., Prensa Histórica. El Vigilante. “Lo que dicen los números”. Mérida, 03 de abril de 1948, Año XXIV, Nº 4.709, p. 1.