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Tiempo y Espacio

versión impresa ISSN 1315-9496

Tiempo y Espacio vol.24 no.62 Caracas dic. 2014

 

Gramática y Prosodia: la proposición política de Andrés Bello*

Grammar and Prosody: Political Proposition from Andrés Bello**

Sol Serrano Pérez

Licenciada en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUCC), Master of Art por Universidad de Yale (EEUU), y Doctora en Historia por la PUCC. Investigadora visitante y miembro asociada en El Colegio de México, Universidad de Oxford, Universidad de Notre Dame, Universidad de La Sobornne, Universidad de Harvard. Profesora e Investigadora del Instituto de Historia de la PUCC.

Recibido: 15/04/2014.

Andrés Bello tuvo la posibilidad en Chile de implementar el propuesto gramatical que había ido formulando desde su estadía en Londres y que estaba directamente relacionada con la Emancipación de América Latina, como lo demuestran los estudios de Iván Jaksic1. Esta ponencia trata sobre la implementación de la reforma gramatical como un problema fundamentalmente político pues revela la tensión entre una cultura intelectual ilustrada y por ello universal, con una cultura local con fuertes componente orales. Revela la tensión clásica entre la construcción del estado liberal que pretende uniformar a la sociedad en pos de la formación de una nueva comunidad política compuesta por individuos, y las identidades y practicas particulares. Es una tensión que no puede resolverse historiográficamente solo con señalar que hubo vencedores y vencidos; disciplinadores y disciplinados que se resisten. Más bien, es una tensión heterogénea social y territorialmente y produce nuevas tensiones y cambios, es decir, que no hay “resultados” sino a lo más algunos procesos disimiles.

Las dos primera memorias de Andrés Bello como rector de la Universidad de Chile, que comprenden el periodo 1844-1849 y 1854-1958, revelan sus preocupaciones intelectuales de siempre, con la diferencia que ahora debía situarlas en el contexto de un proyecto de construcción institucional2. Debía hacerse cargo ya no solo de sus recomendaciones sino también de resultados, limitaciones, frustraciones, logros.

Quisiera tomar tres problemas que atañen al tema que hoy nos reúne y situarlos en el contexto en que escribe, habla y observa Bello. Los tres forman parte del programa político nacido de la Independencia. El primero es la dificultad de extender la educación primaria; el segundo es el uso incorrecto y vulgar del castellano en Chile y el tercero, su corolario, la enseñanza del idioma y específicamente de la gramática.

En la primera Memoria, Bello se refiere a un problema estructural de la expansión educacional:

…de todos los países que gozan una civilización más o menos adelantada, ninguno presenta para la difusión de la enseñanza primaria, las dificultades que Chile. En muchos de nuestros campos, la población no forma vecindarios compactos de tal cual importancia, como las aldeas y pueblos menores de Europa y de otros países de América; el viajero busca muchas veces en vano la apariencia de esos grupos de familias; y donde espera encontrar uno de ellos, lo que se ofrece a la vista es un espacio extenso en que se levantan a largos trechos esparcidas habitaciones, que apenas comunican entre sí3.

En efecto, diez años después, el primer censo simultaneo mostro, con la imperfección de esa medición, aquello que la experiencia sabía pero que no había podido medir: la geografía humana parecía difícil de vencer en un territorio enorme, lleno de accidentes naturales que impedían las comunicaciones humanas, y que vivía escasamente aglomerada. El censor quiso por primera vez medir la población urbana y rural pero no pudo porque no se sabía bien que era uno y que era lo otro. “Nuestras villas no tienen murallas” decía la Introducción, es decir, no tenían límites. El cálculo grueso fue que tres cuartos de la población eran rurales y que vivía diseminada. El 13% de la población fue considerada alfabeta, calidad definida solo por la firma.4

Hacia mediados de siglo había 561 escuelas y 23.136 alumnos. La población era de un millón y medio. Bello trato de recoger la mayor estadística posible en forma desagregada para clarificar el diagnostico5. ¿Porque Chiloé tenía más alfabetos y escuelas? Sus cifras le indicaban que al ritmo existente, la población crecería más rápido que la cobertura educacional. A la larga en el siglo se logró revertir. Pero la preocupación de Bello era más que justificada.

A la preocupación por los niños que no iban a la escuela había que agregar la preocupación de lo que aprendían los que ahí estaban. Bello había visitado escuelas en Inglaterra, aunque no en Chile, pero sabía perfectamente la dimensión de su precariedad. Con ella lidio principalmente Domingo Faustino Sarmiento como director de la Escuela Normal de Preceptores fundada en 1842. Bello, como rector de la Universidad de Chile, se preocupó activamente del aspecto pedagógico. Desde allí surgió la célebre polémica sobre la ortografía y su interés de que su obra Gramática de la Lengua Castellana tuviera una versión ―el Compendio― destinada a los preceptores de las escuelas para que su enseñanza fuera más práctica, más sencilla, que obviara el aprendizaje de reglas de memoria y que corrigiera la pronunciación y los defectos del idioma.6

A mi juicio, Bello no creyó que efectivamente podía llegar a las escuelas dado que estas difícilmente lograban alfabetizar. “Ignoro si se practica este método en los establecimientos que han adoptado mi compendio, y si sus ventajas practicas han correspondido a mi esperanza” A reglón seguido vuelve sobre su verdadero objetivo: formar a la clase educada.7

Bello quedo verdaderamente sorprendido por el mal uso de la lengua castellana en Chile. Desde su artículo en El Araucano en 1832 “Sobre el uso de la lengua castellana dirigida a los padres de familia, profesores de los colegios i maestros de escuela” hasta las memorias de la Universidad de Chile, pasando por el prólogo a su Compendio, no dejo de mencionar los vulgarismos e incorrecciones de “las clases educadas, aun en las clases profesionales, aun en escritores distinguidos” lo cual atribuía a su ignorancia de los clásicos y critico asimismo una pronunciación y una entonación rusticas y vulgares. Tanto así que en el propio Compendio pide disculpas por señalar que no es solo para niños sino que bien le vendría a estas clases educadas.8

A mi juicio, aquello se debía a la profundidad de la cultura oral en Chile también entre los educados, cuya vida urbana y rural tampoco tenía murallas. La oralidad rural era en parte también la urbana. Y al contrario de la sociedad que comenzaba a construirse, aquella estructura social profundamente jerárquica convivía con los sectores populares. El lenguaje oral posiblemente se asemejaba, cuestión que precisamente la escritura comenzó a diferenciar. A esto hay que agregar que en el Chile hispano no hubo dialectos y se castellanizo tempranamente en el XVIII.

Había letrados que escribían correctamente. Si se revisan las primeras actas del Congreso, nos parece una gramática al menos razonable. Pero seguramente el propio Juan Egaña, por ejemplo, escribía de una manera y hablaba de otra muy distinta en su vida diaria. Bello diría que los hombres educados antes de la década del 40 se jactaban de hablar un lenguaje popular, de hablarles “en su mismo idioma”. Pero creo que también estaban más cerca unos de otros, en parte compartían ese idioma.

La pregunta es si escribían como hablaban o hablaban como escribían. Y es un periodo de transición.

La prensa, que fuera de El Araucano y más tarde El Ferrocarril, era ocasional y coyuntural y de una violencia en el lenguaje que nos deja a nosotros espantados. Prácticamente no había análisis sino confrontación descalificatoria. Es posible que fuera un residuo agonístico propio de la oralidad. Los ejemplos son muchos: un diputado y piadoso católico activo en la caridad y de carácter regalista contrario al arzobispo escribió un diario en su contra en la cual le dice tal y cual que es un maricon. Esto en 1845. Es una escritura pasional y que puede verse todavía en la burocracia, donde el magisterio de Bello se impuso muy rápidamente.

Los vulgarismos denunciados por Bello (“haigan”, naiden, mesmo, mira, anda; virtuz, sentaos, yo forzó, yo suerbo, yo dentre, mesmo, y tantas mas) se encuentran en la correspondencia privada y en la pública de sectores menos ilustrados. Las críticas de Bello apuntaban a la gramática y a la prosodia.

Quisiera mostrar dos ejemplos que podría asemejarse a esos vulgarismos, a la clara falta de conocimiento del idioma. En estos dos ejemplos, es claro que se escribe como se habla. Más aun, la mejor forma de leerlo es en voz alta.

Carta de Mateo Araya a Miguel Gallo Goyenechea Santiago, 26 de octubre de 1855.9

Mimui Señor mio, despues de saludarlo austeconel mayor respeto que corresponde pasoanicomodar su atension por hallarme enunnassirgunstanciaquellanotengoprendaqe.empeñar para la mantension y tres meces decasa considere uste,Señor no teniendo masdentrada que la demi trabajo y con familia Señor notengo otro amparo masquel de la casa isubeninnoorazon que espero me favocorescaimesaquedestaaflision de suplime con tres onzas no tengo

Mateo Araya

Carta de Candelaria Goyenechea de Gallo a Miguel Gallo Goyenechea, Copiapo, 10 de junio 186110

My hijo,

Mi ultima carta que te escribi sin deberte contestación no me las has contestado pero yo no puedo caresermas tiempo de no saber de tu salud y de las niñitas y niños que aunque están tan lejos para mi están muy cerca y no dejo de resarte una salve pa tu salud pa bien de tus hijos tambien te participo como Serrano y Simon están en exercicios y por milagro de la virgen de la concesión según confecion de Simon cuando se bino a despedirse de mi, me dijo qe. a el ya Serrano la virgen del oratorio les habia tocado en el corazon, yo me quede muy complacida….

Candelaria Goyenechea

Bello fue más crítico de los sectores letrados que de los populares cuyo lenguaje sencillo, decía, podía ser correcto.

No es fácil saber cómo era la relación del habla popular y de su escritura en quienes eran alfabetos. En primer lugar, en la enseñanza de la lectura y de la escritura, la caligrafía jugo un papel principal.

La caligrafía era todavía entendida como un arte gráfico desprendida de su contenido (ver lámina 1 en la página siguiente).

Esta plana fue enviada por un preceptor de Rancagua para demostrar el aprovechamiento de sus alumnos. Como puede apreciarse, es gráfica y también ortográfica. Pero la ortografía no formaba parte de la primera enseñanza de la escritura sino que se estudiaba junto a la gramática.

El asunto es que con suerte comprendían lo que escribían. Los visitadores de escuelas relatan que no era posible enseñar la gramática, que los preceptores debían enseñarla “a su modo”, pocas reglas, mucha escritura en la pizarra, conjurar verbos y sobretodo corregir las faltas en el lenguaje. “Estoy convencido, decía el visitador en Chiloé en 1853, de que nada sirve que el niño se vacie en la cabeza toda una gramática si va a seguir diciendo golpie, Austin beni paca y escribir aun peor”. El método de enseñanza fue el dictado. “La escritura al dictado, decía el Monitor, da a la mano cierta facilidad… quita a la escritura el carácter de plana…acostumbra al niño a pensar en lo que hace, a aplicar las reglas ortográficas…reuniendo así las dos condiciones que deben adornar al buen escribiente: el buen carácter de la letra i la parte ortográfica”11.

Los niños leían sus dictados en voz alta. Decodificaban el signo, pero leían “como una máquina que produce sonidos huecos” por la pronunciación, porque no sabían distinguir los tiempos, la puntuación etc. El método que le siguió consistía en que el preceptor leyera en voz alta lo que antes les había dictado. Según el visitador, pronunciaban como los peones gañanes “paire, naire, pieira, afeuto, preceutor” y su crítica al tono de lectura algo nos dice de su entonación: “Los alumnos deben leer despacio, con una voz natural, sin alteración, sin sonsonete y sin esos gritos o vocinglería que los perturba, fatiga y molesta aun al vecindario”.12

El magisterio de Bello efectivamente se impuso y se impuso al unísono y de la mano de la incorporación de la gramática como asignatura en la enseñanza escolar. Hacia mediados de siglo se aprendía gramática castellana con el texto de Bello en el Instituto Nacional, en los liceos provinciales, en las dos Escuelas Normales, en la Escuela de Artes y Oficios, el Seminario y la Academia de Guerra. En el IN en 1852 se estudiaba una hora y media diaria los cinco días de la semana en los tres primeros años de humanidades y en la Normal se estudiaban cinco horas semanales en los dos primeros años. Todos estos cursos usaban el texto de Bello.

Bello consideraba que la generación formada en esos años en la secundaria había cambiado notablemente. Lo atestiguaba así la prensa y los escritos literarios. “Se conoce y se habla mejor y más generalmente la lengua patria. Aquella mezcla impura de vulgarismos, aquella irrupción de neologismos y sobre todo de galicismos, que lo enturbia todo, van desapareciendo hasta de la conversación familiar y si alguna vez nos choca es en el lenguaje de los hombres de otra generación…”13.

Por otra parte, los alumnos que cursaban la asignatura de gramática en las escuelas primarias fueron en claro aumento. En 1852 un 98% asistía a lectura, un 72 % a escritura y un 4,3 % a gramática. Esa cifra llego a 78 % en 1880. Un 8% de los textos impresos por el gobierno entre 1854 y 1862 fueron de gramática y subió al 13,5 entre 1869 y 1878. Todos eran de Bello, aunque no sepamos cuantos fueron la Gramática y cuantos el compendio14.

De todas formas, no se trata en absoluto de un proceso lineal de incorporación de la gramática ni menos de asimilación del lenguaje escrito al oral. Por el contrario, cada época, generación, sector social cambia esta relación. De hecho, lingüistas chilenos de comienzos del siglo XX mistraron cuantos de los vulgarismos señalados por Bello habían sido abandonados por los sectores altos15, es porque también estamos en presencia de un tipo de segregación social nueva, así como lo era también el tipo de homogeneidad que produjo la gramática. Una homogeneidad que está en la escritura pero no necesariamente en la oralidad donde los sectores sociales se diferenciaron cada vez más.

Y esta es finalmente la gran paradoja del proyecto político y gramatical de Bello, una nueva unidad y unas nuevas segregaciones.

Notas

* Conferencia dictada en el I Simposio de la Cátedra Andrés Bello, “Bello: lenguaje y cultura de la Emancipación”, con ocasión del Aniversario de la Universidad de Chile y de su Natalicio, el 29 de noviembre. Archivo Central Andrés Bello, Santiago de Chile, 29 de Noviembre de 2013. “Grammar and Prosody: Political Proposition from Andrés Bello”. Lecture at the I Symposium Chair Andrés Bello, Bello: Language and Culture of Emancipation, to mark the Anniversary of the University of Chile and his Birth, November 29. Archivo Central Andrés Bello, Santiago de Chile, November 29, 2013.

** Traducción libre de la Revista Tiempo y Espacio.

1 Iván Jaksic, “La gramática de la Emancipación” en Germán Carrera (ed.), Historia General de América Latina, vol. V., Paris, Ediciones Unesco/Editorial, pp. 507-521.

2 Andrés Bello, “Memoria correspondiente al curso de la Instrucción Pública en el quinquenio 1844-1848” y “Memoria correspondiente al curso de la Instrucción Pública durante el quinquenio 1854-1858” en Obras Completas de Andrés Bello, Fundación de la Casa de Bello, Caracas, 1982, T.XXI, pp.28 y ss.; pp.152 y ss.

3 Ob. Cit. p.30.

4 Censo General de la República de Chile: levantado en abril de 1854, Oficina Central de Estadísticas. Santiago, Sociedad de Imprenta y Litografía Universo, 1908.

5 Sol Serrano et. al., Historia de la Educación en Chile (1810-2010), Ed. Taurus, Santiago, 2012, T.I, p. 152.

6 Nota 2, Memoria 1844-1848, p.60.

7 Nota 2, Memoria 1954-1958, p.180.

8 Andrés Bello, “Compendio de Gramática Castellana escrito para el uso de las Escuelas Primarias, en Obras Completas de Don Andrés Bello, Santiago de Chile, Impreso por Pedro G. Ramírez, 1884, Vol. V, p. 305

9 Reproducida en Pilar Álamos Concha (comp.), Epistolario de Miguel Gallo Goyenechea, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, DIBAM, Santiago, 2007, p.125. Miguel Gallo era un rico minero en Copiapó.

10 Ibíd., p .434. Candelaria Goyenechea era viuda del descubridor de las minas de plata de Chanarcillo y una de las mujeres más ricas de Chile.

11 Citado en Rodrigo Mayorga, “Un nuevo camino de la A a la Z. Enseñanza y aprendizaje de la lectoescritura en la escuela primaria chilena” Tesis para optar al Grado de Magister en Historia, P. Universidad Católica de Chile, Santiago, 2011, p.113.

12 Ibíd.

13 Nota 2, Memoria 1854-1858, p.180.

14 Sol Serrano, op.cit., p. 272.

15 Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana, El Español en Chile, Buenos Aires, p. 45.