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Educere

versión impresa ISSN 1316-4910

Educere v.12 n.43 Meridad dic. 2008

 

Los difíciles caminos hacia la integración educativa y laboral de los jóvenes en América Latina

Aparicio, Pablo Christian *

Universitat Tubinge Alemania /

Resumen

En América Latina los jóvenes enfrentan el difícil reto de incluirse en contextos sociales cambiantes, plagados de restricciones y supeditados a la urgencia de adaptaciones rápidas y efectivas que demandan correspondientemente el mercado laboral, las nuevas formas de organización socio económica, las tecnologías de comunicación y la vida cultural en términos locales y globales. Después de la intromisión de las reformas estructurales -inspiradas por el neoliberalismo- y del fracaso de muchos de los programas de innovación implementados en el área de formación educativa y capacitación laboral de los jóvenes en muchos países de la región, resulta insoslayable volver a debatir sobre la pertinencia del aporte educativo en el desarrollo individual y colectivo de las nuevas generaciones considerando la pluralidad cultural y la desigualdad social vigentes. Por este motivo, en el presente artículo se reflexionará sobre los mecanismos de integración y formas de participación socio educativa capaces de fortalecer la cohesión social y la ampliación de los procesos de participación social vivenciados por los jóvenes.

Palabras clave: jóvenes, educación, trabajo, integración, América Latin

The hard roads toward educational and labor integration of young people in latin-america

Abstract

In Latin-America young people face the difficult challenge of including themselves in changing social contexts, full of restrictions and subordinated to the urgency of fast and effective adaptations that correspondently the labour market, the new socio-economical organization forms, communication technologies, and cultural life, in global and local terms demand. After the meddling of structural reforms, inspired by neoliberalism, and the failure of many of the innovation programs implemented in the education area and work training of young people in many countries of the region, it seems unavoidable debating again about how pertinent the educational insight is for individual and collective development of new generations considering the cultural plurality and current social inequality. For this reason, the following article will reflect on the integration mechanisms and socio-educational participation ways capable of strengthening social cohesion and widening social participation processes experienced by Young people.

Key words: young people, education, work, integration, Latin Americ

Fecha de recepción: 9 de octubre de 2007   Fecha de revisión: 29 de febrero de 2008   Fecha de aceptación: 22 de agosto de 2008

En América Latina la conclusión más importante que podría extraerse a 15 años de que fueran implementadas las denominadas “reformas estructurales” en los diferentes ámbitos de la vida política y social, aludiría a que todo proyecto de reforma no puede ser impuesto ni forzado, menos aún, si los fines y las dinámicas de dicha transformación no se articulan con las prioridades de la sociedad civil ni tampoco apuestan por una optimización real de los mecanismos institucionales de cohesión social y política a nivel local.

La lógica coercitiva y la inmediatez de los cambios políticos propulsados en este contexto al debilitamiento de los procesos democráticos de concertación, coartando la posibilidad de que muchas nuevas propuestas y programas en todo el espectro de la vida política institucional no fueran percibidas como oportunidades de transformación sino más bien como imposiciones exógenas.

El ámbito educativo publico fue también un epicentro donde se direccionaron transformaciones importantes, en este sentido, recientes estudios elaborados sobre la situación educativa en la región llegan a la conclusión de que las reformas implementadas hasta la fecha no pudieron amedrentar las causas más profundas de la desigualdad social. La baja calidad del servicio público, la débil articulación con las tendencias y expectativas del mercado de trabajo, las demandas laborales y el contexto socio cultural de las personas.

La escasa visualización de la heterogeneidad de las demandas y los contextos educativos así como también la falta de un abordaje sistemático y riguroso de los diferentes escenarios educativos han derivado en una suerte de parcelamiento de la realidad donde los fragmentos no se corresponden con el todo, y el todo pretendido como “unidad en la diversidad” no es más que una categoría sin sustento empírico que niega la desigualdad intrínseca a la estructura social.

A continuación se abordarán sucintamente las restricciones y los desafíos más significativos constreñidos a los procesos de integración educativa y laboral que vivencian los jóvenes en América Latina. Para ello se analizarán algunas tendencias y condiciones estructurales que influyen análogamente en la transición de los jóvenes en el ámbito de la educación, el trabajo y la vida adulta, sin que ello implique desdeñar la inabarcable complejidad inherente a la diversidad de actores, instituciones y políticas que actúan en este campo específico.

1. Acerca de las reformas estructurales: el trasfondo histórico y su actualidad

Las reformas estructurales inauguradas en América Latina en los 90 entendían la estabilidad y el crecimiento económico como pilares fundamentales de todo proceso de desarrollo social. Por lo mismo, se exaltaba la importancia de viabilizar la modernización del Estado y la apertura de la economía a partir de la introducción de políticas de privatización, flexibilización, desregulación y descentralización del aparato público.

El objetivo de las reformas perseguía primordialmente articular el modelo de desarrollo local con las nuevas reglas hegemónicas del libre mercado, la reorientación política del Estado desde una perspectiva post social y la mayor intervención del sector privado en la administración de bienes y servicios sociales.

En esta perspectiva se implementaron estrategias y programas –en concordancia con las recomendaciones de entidades financieras internacionales– destinadas al mejoramiento de la producción y la administración pública, la consolidación de las tasas bajas de inflación, el elevamiento de la competitividad, la estabilidad del sistema financiero, la disciplina fiscal y una mayor captación de las inversiones externas (Iglesias, 2006).

La nueva identidad del Estado posreforma se caracterizó por ser minimalista y prescindente, basado en un diagnóstico que haría eje primordialmente en la inoperancia e irregularidad de su función administradora, en la deficitaria prestación de servicios y en el bajo impacto de sus políticas sociales. Estos hechos hacían inexorable la viabilización inminente de una reforma estructural (Sottoli, 1999).

Empero a la introducción del programa de reforma estructural y pese a la profundidad de las políticas implementadas, la realidad de América Latina demuestra que para la consolidación de sociedades equitativas y cohesionadas no basta con garantizar una mayor estabilidad de las finanzas fiscales y un crecimiento sostenido a nivel macroeconómico para poder atemperar la desigualdad socio económica, la exclusión laboral y la vulnerabilidad institucional que sufren muchos sectores sociales desmedrados.

Si bien se puede observar en la región una tendencia al incremento de la competitividad y a la apertura comercial, a la solidez de la política monetaria, al progresivo incremento de la capacidad de innovación y a la estabilidad financiera –que se ha traducido contextualmente en mayor confiabilidad a nivel internacional–, en los hechos, no ha habido un efecto automático y directo de estos avances en el replanteo de los criterios de distribución de los beneficios sociales, la compensación de los desaventajamientos socio económicos y la redistribución de la riqueza (Machinea y Hopenhayn, 2005).

La constricción del empleo y el deterioro de las vías de participación en el ingreso se han visto potenciados por la progresiva perdida de “responsabilidad social” del Estado, y la regencia –casi monopólica– de los intereses del mercado. La disolución de los mecanismos legales e institucionales de cohesión social ha coadyuvado a una aceleración de los procesos de desintegración y segmentación social.

En esta perspectiva se podría aseverar que no es posible garantizar una distribución equitativa de la riqueza ni la superación de la exclusión social cuando imperan condiciones socio históricas que favorecen la reproducción de la desigualdad y la injusticia social (Kliksberg, 2006).

Las nuevas generaciones de niños y jóvenes son las que más padecen la falta de mecanismos institucionales y políticos que apoyen sus procesos de socialización tanto en el ámbito familiar y educativo, así como en el mercado laboral y la sociedad en general. El rigor de las acciones de reforma política inaugurada en el marco de las reformas estructurales en América Latina recaló en el desmantelamiento, anarquización y deterioro aún mayor de la calidad de la educación pública.

La ausencia o la presencia de programas políticos educativos destinados puntualmente a los jóvenes dan cuenta del modo en cómo el Estado y la sociedad ponderan la vida de estos actores, vale decir, cómo piensan los procesos de inclusión y participación social de los jóvenes y cómo pretenden objetivar un proyecto histórico determinado.

2. Los jóvenes y la cada vez más restrictiva participación en el mercado laboral

El rol del trabajo como mecanismo de integración y reproducción social constituyó en la modernidad un axioma neurálgico para el desarrollo y la integración social de las personas, lo que a su vez dentro del sistema capitalista, pasó a ocupar un rol determinante en la dinámica del mismo.

De este modo, el trabajo se instaura como mecanismo de participación, identificación y progreso social que aseguraba la reproducción de las condiciones materiales y sociales de vida y promovía la realización (en términos de objetivación) de la existencia de los hombres a nivel individual y social.

En el actual contexto económico global las nuevas tendencias productivas propician la circulación a gran escala de capital financiero, la producción y desplazamiento vertiginoso de productos (materiales y simbólicos), la conquista de mayores grados de especialización correspondientes a las actividades productivas, la implementación de nuevas tecnologías; y la expansión / diversificación / movilidad de las actividades laborales y los centros productivos. Estos cánones a su vez, se amalgaman a una constante tasa de desempleo, al avance sostenido de la precariedad en las condiciones de trabajo, a la vulnerabilidad socioeconómica de los sectores trabajadores, al riesgo y la incertidumbre en el desempeño laboral, etc., aspectos que reseñan el carácter paradójico del actual modelo económico (Giroux, 2005).

La combinación planteada entre la rentabilidad de las inversiones, la especialización de las competencias laborales y el incremento de la desigualdad, la privación del trabajo y de sus beneficios de un amplio grupo de personas redimensionan el rol del trabajo como mecanismo de socialización.

Si bien el trabajo continúa presentándose como una fuente de objetivación de las competencias, intereses y capacidades de las personas, contiguamente se registran en las economías latinoamericanas una tendencia creciente a la informalización de los trabajos y la concentración meritocrática de las posibilidades de empleo por los grupos mejores formados (Tokman, 2003; OIT, 2007).

Diversos estudios evidencian –empero al gran volumen y velocidad de la transacción del capital financiero, el potencial de productividad detentado por empresas multinacionales, el alto poder de diversificación de los medios de producción, la fuerte innovación tecnológica, la versatilidad de sus productos y servicios económicos– que pese a estas tendencias que aluden al dinamismo y flexibilidad del capital, el desempleo resulta un “telón de fondo” inherente a los actuales paradigmas de desarrollo económico y laboral en la región latinoamericana.

En este sentido, la falta de participación en el mercado de trabajo implica una amplia gama de privaciones y limitaciones que impactan en la dimensión subjetiva de las personas, la determinación histórica material de la vida y las posibilidades de cristalización de los proyectos biográficos de vida dentro del entorno social.a

En América Latina el desempleo constante entre los jóvenesb se condice con la mayor propensión de estos a adquirir trabajos informales, a desarrollar actividades improductivas, a vivenciar una versatilidad extrema que exacerba la indefensión y apunta a una baja expectativa en torno al futuro. En este contexto, son los jóvenes procedentes de familias cadenciadas, pertenecientes a minorías étnico-culturales y sociales, quienes especialmente están más expuestos a caer en situaciones de desmedro social y económico (Bello, 2004; Hopenhayn, Bello y Miranda, 2006).

Este desajuste planteado entre las oportunidades de participación social efectivas de los jóvenes, las posibilidades concretas de inclusión que brinda el mercado de trabajo, y la sustentabilidad de los proyectos de vida personales (biográfica y colectivamente) revisten un carácter estructural, lo que lleva a interpelar:

a. la efectividad de los procesos de formación para capacitar efectivamente a las personas frente a los requerimientos del mercado de trabajo,c

b. las fuerzas objetivas de inclusión que posee efectivamente el mercado de trabajo para absorber a la masa de jóvenes que postulan el ingreso,

c. el tipo de acompañamiento que ofrecen las políticas sociales para favorecer la transición de las nuevas generaciones desde los centros educativos hacia el mundo laboral, y

d. la congruencia y retroalimentación entre las ofertas educativas y las ofertas laborales que parecen convivir en mundos paralelos y escindidos, donde la plausibilidad de un punto de intersección entre ambas sigue presentándose como uno de los principales dilemas a resolver (CEPAL y otros, 2007).

El avance vertiginoso del mercado de trabajo informal en todas sus combinatorias y lógicas de reproducción no puede seguir siendo visto como un efecto colateral y pasajero del actual modelo económico y productivo en un corto y mediano plazo, y que casi por inercia logrará autocorregirse (Gorz, 2000). Al contrario, se requiere asumir la carencia de trabajo genuino, la ausencia de mecanismos alternativos de participación laboral y la privación de la obtención de las remuneraciones en términos estructurales, para poder brindar soluciones significativas que garanticen su superación de modo sustentable y efectivo.d

En esta expresión global de la economía, el desempleo parece asumir un carácter “obvio y natural” y que por lo mismo sería importante repensar, desde la juventud y otros sectores en los espacios de discusión y decisión política.

A nuestro juicio, en América Latina se precisa superar la pasividad en cómo el problema del desempleo y la carencia de perspectivas futuras de las generaciones más jóvenes se perciben desde las estructuras del poder político y económico. Un abordaje más exhaustivo de las dinámicas y de los procesos de participación laboral imperantes nos facilitará reorientar de modo más efectivo las propuestas y los programas políticos destinados a acompañar las transiciones de las nuevas generaciones desde los centros educativos hacia el mercado de trabajo y la vida social. Si bien se pueden observar algunos esfuerzos –cristalizados en programas, proyectos, cooperaciones, etc.– encauzados por actores privados, como ONG, sindicatos, clubes deportivos, asociaciones civiles, centros vecinales y el Estado, estos emprendimientos continúan adoleciendo de baja coordinación técnica, sistematización de contenidos e instancias de articulación entre sí, problemas que resultan recurrentes en numerosos países de la región por causa de la ausencia de propuestas integradoras y articuladoras de esfuerzos erigidos desde un proyecto político de desarrollo socio-cultural, educativo e histórico específicamente destinado a la juventud.

En esta línea de trabajo se sigue padeciendo la ausencia del liderazgo estratégico del Estado como agente indicado para consensuar los intereses del sector privado y de la sociedad civil, que resulta clave para el diseño de programas y acciones de capacitación y formación compenetrados con las expectativas y demandas de las comunidades locales (Weller, 2006).

La visión cortoplacista y focal que dominó la elaboración de programas en el ámbito de juventud en América Latina durante gran parte de la década del 90 socavó, en lugar de potenciar, la participación civil, la capacitación de las administraciones locales, la inclusión de propuestas y programas provenientes de la comunidad, los canales institucionales de toma de decisión y la autogestión de recursos económicos y técnicos requeridos para la continuidad de los proyectos implementados en el área educativa y laboral.e Por este motivo se torna inexorable debatir sobre ¿cómo promover y encauzar los procesos de participación laboral de las nuevas generaciones dentro de un modelo económico edificado sobre valores ligados a la eliminación de los mecanismos de regulación públicos, la intervención del mercado como única vía para la gestión eficiente de servicios sociales y programas sociales, y la intermitente coacción del Estado en materia de programación sistemática y a largo plazo de estrategias de empleo orientadas a los jóvenes?

3. Los jóvenes: ¿víctimas o culpables del desempleo? Más allá de los estigmas y las presunciones

Entre los modos de percepción del desempleo juvenil más institucionalizados en el mundo adulto aparecen recurrentemente dos visiones: por un lado se tiende a victimizar a los jóvenes que padecen la situación de desempleo, y por lo mismo, se visualiza a estos actores como personas carentes y damnificadas, víctimas de las restricciones regentes e imposibilitados de vivir exitosamente la transición hacia la vida adulta.

Por otro lado, se tiende a culpar a los jóvenes de la imposibilidad de participar activamente en el mercado laboral y aunque se reconoce relativamente el peso que tiene la inadecuación de las ofertas de empleo y las demandas de los nuevos buscadores de empleo, no se visualiza como una disfunción o contradicción inherente del sistema económico y productivo.

Bajo esta óptica, las causas del desempleo se atribuyen primordialmente a los déficits de tipo personal como, por ejemplo, la falta de motivación, desinterés y el conformismo de los jóvenes. Por ende, estos sectores devienen en sujetos responsables y cómplices de la discriminación que ellos mismos padecen en el mercado laboral. La adjudicación individual de la culpa o responsabilidad de los problemas sociales se sustenta en la idea de que el origen de dichos problemas reside en la naturaleza misma de los jóvenes, vale decir, se establece “en razón de su constitución, de sus rasgos de carácter o de sus variedades patológicas”.f

La exacerbación del individualismo en una suerte de asunción taxativa y simplificadora de las dimensiones de la vida del hombre, propende a que el éxito o el fracaso se visualicen como resultantes de los atributos personales (talentos, competencias, disposiciones, conocimientos, etc.) (Bauman, 2001). El mercado de empleo al no ofrecer trabajos dignos para muchos sectores sociales, ahonda el desamparo de los jóvenes en sus procesos de transición y prolonga la dependencia económica con los hogares paternos (Levaggi, 2006).

La pretensión por parte de la sociedad y el Estado de que los jóvenes desde la educación superen con éxito los escollos inherentes a los procesos de transición hacia el mundo productivo (abandonen su condición juvenil) resulta perverso e ilusorio.g

Este imaginario y representación en torno a los jóvenes y a sus procesos de participación social se basan en una lectura poco crítica de los conflictos, las potencialidades, las restricciones y la incertidumbre, y propende a legitimar la transferencia de la responsabilidad de los fracasos sociales a los individuos, reificando el contenido histórico social de estos problemas.h

Las percepciones ideológicas simplificadoras (victimización y culpabilización) refuerzan la marginalidad de los jóvenes y la falta de consideración de los problemas que los atraviesan, lo que inexorablemente tiende a reproducir estigmatizaciones referentes a la condición social y real de los jóvenes y así también promueve en estos actores la introyección de una forma de percibir el mundo poco crítica, endeble y dependiente. Al respecto, Pierre Bourdieu (1991) en referencia a los mecanismos de ordenamiento y segregación social que penetran y luego pasan a formar parte del modo de percepción del mundo correspondiente a los sujetos sociales, asevera que:

para apreciar el valor de su posición y de sus propiedades, un sistema de esquemas de percepción y apreciación que no es otra cosa que la incorporación de las leyes objetivas según las cuales se constituye objetivamente su valor, los dominados tienden de entrada a atribuirse lo que la distribución les atribuye, rechazando lo que les es negado (“eso no es para nosotros”), contentándose con lo que les otorga, midiendo sus esperanzas por sus posibilidades, definiéndose como los define el orden establecido, reproduciendo en el veredicto que hacen sobre sí mismos el veredicto que sobre ellos hace la economía, destinándose, en una palabra, a lo que en todo caso les pertenece [...], aceptando ser lo que tienen que ser...i

En la actualidad en América Latina la pluralización de los estilos de vida y la individualización de las decisiones personales vinculadas a como las personas gestionan sus decisiones e itinerarios académicos, profesionales y laborales combinadas a la desigualdad socio económica imperante, han propendido a pronunciar las diferencias entre los jóvenes, lo que refuta la visión homogénea que aún existe en torno a la condición juvenil como si la misma se tratara de una instancia universal, análoga y generalizable (Chillán, 2001; Krauskopf, 2000).

4. El nuevo posicionamiento de la educación frente a las demandas de los jóvenes

La mayoría de los jóvenes procedentes de hogares socio económicamente más desfavorecidos en América Latina se hallan desprovistos de capitales y de herramientas cognitivas, sociales y culturales adecuadas para poder integrarse a los actuales procesos económicos, laborales y tecnológicos cada vez más sofisticados y exigentes. Esta situación problemática compromete no sólo el destino de una sociedad sino principalmente la sustentabilidad del modelo de desarrollo vigente (Tedesco y López, 2004). En esta perspectiva los esfuerzos invertidos por el Estado en torno a refrendar los déficit del sistema educativo y la diversificación de los programas de asistencia y capacitación laboral implementados en la región, no han podido contrarrestar del todo la desfasada calidad de la oferta educativa pública, la superposición de los programas de formación laboral, el desgranamiento de los contenidos impartidos, la desigualdad de las condiciones en cómo se lleva adelante el trabajo socio educativo en las diferentes regiones, jurisdicciones e instituciones con matices culturales, étnicos, geográficos y sociales propios, y el fracaso y deserción escolar que afecta primordialmente a los sectores más desprotegidos y vulnerables.

El incremento de la tasa de matriculación de las personas en los niveles educativos primario y secundario, si bien indica un cambio positivo y esperanzador, este dato tomado desde un análisis parcial, puede llegar a tergiversar la realidad que se desea presentar. La tasa de matriculación por sí misma no explica de manera exhaustiva todos los componentes involucrados y derivados de la participación educativa, como por ejemplo:

a. si la participación educativa contribuye o no en el mejoramiento de las posibilidades objetivas de inclusión de las personas en la vida social,

b. si la calidad de los conocimientos, de los métodos de enseñanza y la mediación docente han sido satisfactorios en razón al estándar de calidad vigente a nivel nacional e internacional,

c. si la dotación de recursos infraestructural, tecnológico y profesional involucrados con los procesos de enseñanza y aprendizaje son realmente idóneos para promover aprendizajes significativos,

d. si el mejoramiento del capital cultural y social adquirido influye positivamente en una mejor organización de los proyectos de vida personales y las trayectorias laborales,

e. si la obtención de un mejor nivel educativo tiene algún tipo de impacto en el elevamiento del bienestar socio económico de las personas y su entorno familiar y social,

f. si la adquisición de las herramientas cognitivas contribuye a una organización más efectiva de las demandas e intereses ciudadanos de las personas, frente a las autoridades y las instituciones de representación política e institucional.

Partiendo de este razonamiento la evaluación del acceso a la educación es imprescindible para poder exponer rigurosamente si el capital educativo modifica –potenciando y desarrollando– las competencias sociales e individuales de las personas. A propósito, en un reciente informe de Naciones Unidas se constató que:

no solo la cobertura de la educación secundaria en la región sigue siendo muy baja, sino que quienes acceden a ella, con frecuencia la abandonan antes de completarla, debido a la necesidad de generar ingresos, aunque sean precarios, desde una edad temprana. El alto nivel de deserción en el nivel secundario [...] acarrea pérdidas sociales y privadas. Según estimaciones de comienzos de la década, en los países de América Latina que han alcanzado tasas relativamente altas de matrícula secundaria (superiores al 65%), la conclusión de ese nivel se traduce en incrementos salariales del orden del 30% en la vida laboral.j

Inmersos en un escenario caracterizado por la generación insuficiente de trabajo digno, la ausencia de mecanismos de contención, políticas orientadas a compensar a largo plazo las desigualdades socio económicas, la desorientación de los jóvenes frente a la incertidumbre laboral y la vulnerabilidad imperante en la vida social, tornan letal la falta de reciprocidad existente entre las credenciales educativas, las posibilidades concretas de integración en el mercado de trabajo y las chances de participación social (PROSUR, 2005; Rodríguez, 2005).

La pérdida de protagonismo del discurso y la política educativa dentro de la agenda política de los gobiernos, explica sustancialmente la escasa relevancia con que se han asumido las demandas, los problemas y las deudas específicas del sector al momento de plantear las reformas que hagan eje en cuestiones fundamentales.

La percepción y la atención de las demandas, los proyectos de vida (pensados y realizables), las frustraciones, las incertidumbres y las potencialidades representan un requerimiento insoslayable para asumir junto con los jóvenes los desafíos infringidos por los actuales procesos de transformación de la vida social. En virtud de la significativa diferenciación de los estilos de vida juveniles, la CEPAL y OIJ (2004) destacan que:

en Iberoamérica el acceso equitativo a los recursos societales y las oportunidades presenta un alto grado de desigualdad entre sus habitantes. De allí que sea frecuente que el nivel promedio alcanzado en un país, en relación con el acceso que tiene la juventud a recursos como educación, salud, empleo estable y vivienda, oculte contrastes agudos entre distintos grupos de jóvenes. Por una parte, se encuentra un grupo reducido de la población que ha alcanzado niveles de vida –oportunidades y bienestar– propios de un país industrializado, en contraste con otros grupos numerosos de jóvenes cuya situación se asemeja bastante más a las de los países más pobres. Los contrastes se hacen más evidentes cuando la información se desagrega por sexo, edad, nivel socioeconómico de los jóvenes, área de residencia (urbano-rural), pueblos originarios y etnias.k

En esta perspectiva, la variabilidad y pluralidad que se constata en las trayectorias educativas, laborales y biográficas de los jóvenes están fundamentalmente constreñidas a la pertenencia étnica cultural, el género, la condición socio económica y el área geográfica de residencia.

La transformación paradigmática de la condición juvenil como un dado homólogo, universal y atemporal, parece haber reforzado la crisis de los dispositivos institucionales y políticos tradicionales de socialización y formación educativa.

Todo esto mina las formas más jerárquicas y homogenizantes de transmitir conocimientos, y cuestiona al sistema educativo precisamente en aquellos referentes históricos que lo rigieron por muchas décadas: la misma educación para todos, programas decididos centralmente y de larga vigencia, concepto universal y clásico de la cultura que se debe transmitir, y unificación cultural a través de la educación formal.l

La conformación de nuevas identidades, realidades y prácticas de organización correspondientes a los jóvenes reclama una nueva toma de posición por parte de la sociedad, el Estado y sus instituciones de socialización como, por ejemplo, el sistema educativo que supedita los requerimientos y expectativas de las nuevas generaciones a las prioridades y axiomas del mundo adulto.

5. Conclusión

La definición de los procesos y los puentes de integración educativa y laboral de los jóvenes continúan inscribiéndose como una pregunta abierta que requiere inexorablemente de los propios actores juveniles para poder ensayar posibles respuestas frente a la hegemonía de una ideología “adultocéntrica” impregnada en las instituciones, políticas y actores burocráticos, que antepone los objetivos y la cosmovisión del adulto a los requerimientos e intereses del colectivo juvenil.

Establecer qué precisan los jóvenes para poder participar plenamente en la vida social, es un interrogante que se halla en constante apertura y reclama, por lo mismo, un verdadero diálogo intergeneracional que pueda orientar los procesos de integración laboral y educativa, evitando los antagonismos y la negación recíproca entre jóvenes y adultos.

En el ámbito político y social la aceptación de la desigualdad, la injusticia y la exclusión como un dado inmodificable atentan contra toda propuesta y acción educativa transformadora. La desigualdad social prevaleciente en América Latina restringe el aporte democratizador del sistema educativo y compromete las posibilidades de participación en la vida social de las nuevas generaciones.

Por esta razón, la transformación de la propuesta educativa debería hacer eje no sólo en los objetivos políticos y contenidos teóricos y curriculares, sino también en los criterios de organización institucional y profesional, que favorezcan el relevamiento de la experiencia local y del bagaje de experiencias acumuladas.

En este sentido, se torna necesario reconciliar el concierto de propuestas educativas con a) las demandas de las comunidades locales de referencia a nivel municipal y regional, b) la pluralidad de contextos sociales y culturales, c) los requerimientos de los niños y jóvenes, como partícipes directos de los procesos de aprendizaje y d) la iniciativa del sector privado y la sociedad civil. Circunscribir socio históricamente las propuestas educativas y las estrategias de formación laboral implica, por un lado, conocer el escenario real donde se sitúan e interactúan los jóvenes, articulando su comunidad, su barrio, su ciudad, sus referencias sociales y, por otro lado, esto también exige aproximarse a la mirada del joven (cosmovisión) para entender como estos se perciben y representan.

De la síntesis de estos diferentes componentes antes expuestos, podría esgrimirse una propuesta educativa con posibilidades de acompañar los procesos de socialización, orientar las transiciones desde los centros educativos hacia el mercado de trabajo, y favorecer la organización de las trayectorias biográficas y laborales de los jóvenes.

La ausencia o la presencia de políticas y programas educativos pertinentes destinados específicamente a los jóvenes en el área socio educativa, así como también la eficiencia o la ineficiencia de las instituciones que tienen por misión acompasar las transiciones de los jóvenes desde los sistemas educativos hacia el mercado de trabajo como, por ejemplo, Institutos, Secretarías y Subsecretarías de Juventud y demás Oficinas y Departamentos de Juventud que dependen de Ministerios de Educación, Salud, Vivienda, Urbanismo, Medio Ambiente, Defensa, Justicia, pueden interpretarse como indicios concretos en cómo la sociedad asume y proyecta la integración de las nuevas generaciones.m

La complejidad de los escenarios adonde se circunscriben y referencian las decisiones y opciones de vida de los jóvenes así como sus necesidades y las expectativas subjetivas tendría que ponderarse también como referencia de las ofertas educativas.

Pensar estrategias resolutivas frente a las transformaciones de la vida de los jóvenes será determinante para la orientación de los procesos de participación social de las nuevas generaciones, máxime cuando la privación a la educación de calidad se condice posteriormente con débiles posibilidades de participar en el mercado de trabajo.

Aunque el acceso a la educación hoy no pueda más garantizar para todos la inclusión social plena y el bienestar socio económico, este sigue resultando una vía efectiva para elevar las probabilidades de alcanzar los objetivos referidos a la igualdad, la cohesión y la autonomía. Por todo lo expuesto se podría sentenciar que una propuesta política educativa democrática y democratizadora está obligada a ampliar los mecanismos, espacios y prácticas de formación e inclusión en un mundo donde diferentes mundos son posibles y creables.

6. Anexos

Gráfico 1. Mapa laboral de jóvenes en América Latina y el Caribe

Cuadro 1. América Latina (8 países): Calidad del empleo de los ocupa-dos indígenas, de afrodescendientes y de otros grupos étnicos, 2006ª (en porcentajes de los ocupados)

Fuente: OIT, 2007 Panorama Laboral 2007, OIT, Lima, p. 45.

Cuadro 2. Iberoamérica (21 países): formas institucionales y estructura gubernamental de los organismos oficiales de juventud.

País

 

Organismo vigente encargado de la juventud

 

Área de la que depende

Argentina

 

Dirección Nacional de Juventud

 

Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente

Bolivia

 

Viceministerio de la Juventud, Niñez y Tercera Edad

 

Ministerio de Desarrollo Sostenible y Planificación

Brasil

 

Secretaría de Alfabetización

 

Ministerio de Educación

Colombia

 

Colombia Joven

 

Presidencia de la República

Costa Rica

 

Viceministerio de Juventud

 

Ministerio de Cultura, Juventud y Deporte

Cuba

 

Unión de Jóvenes Comunistas (UJC)

 

Partido Comunista

Chile

 

Instituto Nacional de la Juventud

 

Ministerio de Planificación y Cooperación

Ecuador

 

Dirección Nacional de la Juventud

 

Ministerio de Bienestar Social

El Salvador

 

Secretaría de Estado de la Juventud

 

Presidencia de la República

España

 

Instituto de la Juventud (INJUVE)

 

Ministerio del Trabajo y Asuntos Sociales

Guatemala

 

Consejo Nacional de la Juventud

 

Presidencia de la República

Honduras

 

Comisión Ordinaria de Juventud

 

Congreso Nacional

Panamá

 

Ministerio de la Juventud, la Mujer, la Niñez y la Familia

 

Presidencia de la República

Paraguay

 

Viceministerio de Juventud

 

Ministerio de Educación y Culto

Perú

 

Comisión Nacional de la Juventud

 

Presidencia de la República

Portugal

 

Secretaría de Juventud

 

 

República

Dominicana

 

Secretaría de Estado de la Juventud

 

Presidencia de la República

Uruguay

 

Instituto Nacional de la Juventud (INJU)

 

Ministerio de Deportes y Juventud

Venezuela

 

Instituto Nacional de la Juventud

 

Ministerio de Educación

Fuente: Chillán, Yuri (2001). La institucionalidad pública de la juventud en Iberoamérica: análisis y perspectivas. Madrid: Instituto Universitario José Ortega y Gasset.

* Doctor en Ciencias de la Educación, profesor del Departamento de Pedagogía Social del Instituto de Ciencias de la Educación de la Eberhard-Karls Univesität Tübingen (Alemania). Investigador del Centro de Investigaciones Sociales y Educativas del Norte Argentino (Salta / Argentina)

Notas

a “El desempleo, como producto de las crisis económicas, del incremento de la oferta de mano de obra y la disminución de la demanda, y como consecuencia de la creciente desarticulación entre el sistema educativo y el mercado laboral, representa uno de los principales obstáculos para la integración social de la juventud en Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá, Perú y Uruguay. En España la temática del empleo también aparece como un problema central. Esta tendencia parece ser tan aguda, que en varios otros países la desocupación surge como otro elemento por resolver (Argentina, Bolivia, Chile, Costa Rica, Portugal).” CEPAL y OIJ, 2004 Op. cit. p. 292.

b Ver Gráfico 1, donde se podrá apreciar como está constituido el mapa laboral dentro del colectivo juvenil en América Lartina.

c En un reciente informe elaborado por las Naciones Unidas (2005) se expone que “el bajo nivel educativo del amplios sectores de la población, sobre todo en los países más pobres, constituye un importante mecanismo de transmisión intergeneracional de la pobreza. Actualmente, solo alrededor del 20% de los jóvenes cuyos padres no completaron la educación primaria logran terminar la educación secundaria; en cambio, ese porcentaje supera el 60% en el caso de padres que cursaron 10 o más años de estudios. Esto se traduce en un alto grado de rigidez de la estructura social, que tiende a perpetuar las desigualdades en materia de acceso al bienestar. El escaso nivel de educación de los jóvenes de los estratos más pobres bloquea su principal canal de movilidad e inclusión social.” Op. Cit. pp. 95-96.

d Ver Cuadro 1, en donde se pueden visualizar las diferentes formas de partipación en el mercado de trabajo tomando como referencia la procedencia étnica cultural de los diferentes grupos.

e “En este sentido la participación social de los actores ha sido casi siempre suplantada a través de instancias estrechas y restringidas de acción contempladas por los programas de formación profesional, adonde las jurisdicciones, las instituciones y los actores educativos y sociales en general se remitieron a acompañar la implementación de programas desde afuera hacia adentro y desde el centro a la periferia (métodos, contenidos, competencias, tecnologías). Estas estrategias normalmente predefinidas “al margen” de la realidad histórica, social, laboral y educativa de los jóvenes en un campo ajeno y neutral captaron con mucha dificultad la adhesión e identificación de estos actores.

A modo de ejemplificación se pueden mencionar los proyectos de capacitación ejecutados en el marco de algunos programas juveniles durante la década del 90 y principios del 2000 como por ejemplo Chile Joven (Chile), Proyecto Joven (Argentina), Opción Joven y luego Projoven (Uruguay), Plan de Empleo Juvenil (Venezuela), Programa de Capacitación Laboral para Jóvenes (Colombia), los programas de formación y capacitación laboral implementados en Perú, Paraguay y Brasil cuyos objetivos se concentraban en la superación.” Aparicio, 2007 Op.cit. pp. 18.

f Foucault, 1993. Op. cit. pág. 262.

g “La dualidad constatable entre la inclusión y la exclusión en el sistema educativo; entre la posesión y no posesión del capital educativo y social requerible para la participación social plena, parecen afianzarse –paradójicamente– en un contexto cundido por las “ventajas” de la flexibilidad, la versatilidad y pluralismo cultural. En otros términos, la escasa apertura de las puertas de la integración social y educativa para muchos jóvenes, no es más que una consecuencia directa del refuerzo de las diferencias de los puntos de partida sociales y económicos y el impacto individual y colectivo de los desmembramientos sociales e institucionales.” Aparicio, 2006c, Op. cit. p. 45.

h Al respecto Pérez Gómez (1999) expone que “la reificación de las formas actuales de la existencia individual y social se convierte en otra característica de la cultura social que obstaculiza el desarrollo de la compresión. Amparada en las exigencias de la economía del libre mercado como fórmula definitiva, la poderosa y tácita ideología dominante induce la idea de que las manifestaciones concretas de la realidad contemporánea en sus dimensiones económica, social, política e incluso cultural, no sólo son las más adecuadas, sino que se convierten en inevitables e insustituibles.” Op. cit. pp. 49-50.

i Op. cit., p. 82.

j Naciones Unidas, 2005, Op. cit., p. 105.

k Op. cit., p. 323.

l CEPAL y OIJ, 2004, Op. cit. p. 200.

m Ver Anexo Cuadro 2, allí se presenta un paneo general a nivel regional donde están expuestas las instituciones por país que operan actualmente en el ámbito de juventud.

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