Descripción breve del tema y la importancia de su abordaje

El ser humano posee la característica innata de expresar diversas emociones que se dan de forma espontánea de acuerdo con los estímulos recibidos, tiene la habilidad de desarrollar su capacidad cognitiva, es decir acciones relacionadas con el razonamiento y la inteligencia, todo ello dado a través de la motivación. Todas estas conceptualizaciones forman parte del compendio de aspectos que debe desarrollar y potenciar la educación actual, lo que implica que el educador conozca estrategias adecuadas en estas áreas, a fin de poder desarrollar y potenciar las competencias pertinentes en el ámbito educativo.

Pensar en establecer una jerarquía de importancia entre aspectos como la inteligencia emocional, la motivación y el desarrollo cognitivo, sería un poco complicado, ya que cada uno se complementa entre sí. Hablar de la inteligencia emocional es hablar de la gestión y manejo de aquello que representa lo humano, de esas respuestas naturales ante un estímulo, el cual puede ser positivo y negativo, reconocer las emociones que se experimentan y las razones por las cuales aparecen es una tarea tediosa en los primeros años de vida, saber definirlas para manejarlas adecuadamente no solo en sí mismo sino también en los demás, lo es aún más.

Entonces, que el educador pueda enseñar a gestionar eficientemente las emociones es una labor de gran envergadura. Ahora, cuando la tarea es emprender el camino hacia el desarrollo cognitivo del estudiante, entonces se debe reconocer que implica el uso de diversas técnicas de motivación en cada momento del acto educativo, en cada proceso de enseñanza y aprendizaje, no solo al planear los procesos, sino también en su ejecución, considerando siempre las necesidades del estudiante.

Un docente proactivo hace uso de la motivación para generar el estímulo de sus estudiantes a sumergirse en el aprendizaje, creando espacios atractivos, coherentes y razonables que permitan instruir cada habilidad y cada talento de sus estudiantes; motivándolo hacia el cumplimiento de sus tareas hacia el logro de sus metas y objetivos académicos, permitiéndole explorar sus habilidades a través de la interacción con su contexto, siendo la base de su formación cognitiva para desarrollar destrezas para la vida y así convertirse a futuro en un ser humano integral reflexivo de su propio aprendizaje, donde pueda consolidar esos conocimientos previos incorporando los nuevos conjuntamente ir construyendo su conociendo de forma consciente sus saberes.

La importancia de poder fomentar en la práctica estos aspectos de los estudiantes se considera un reto fundamental en la labor docente en esta era cambiante y tecnológica; donde pareciera que las emociones y sus afecciones dominan el mundo, donde la información está al alcance de todos, pero, aun así, no asegura el discernimiento ni el entendimiento de las cosas. A razón de lo planteado surge la interrogante ¿Cuáles son las implicaciones de la inteligencia emocional, la motivación y el desarrollo cognitivo en el proceso educativo? Por consiguiente, se desarrolla este articulo con el objetivo de describir las implicaciones básicas de la inteligencia emocional, la motivación y el desarrollo cognitivo en el proceso educativo.

Inteligencia emocional

La inteligencia emocional se define como la capacidad el individuo de gestionar inteligentemente sus emociones. Esta se puede considerar una de las habilidades psicológicas a consolidar desde el ámbito educativo. Que el individuo pueda comprender y manejar adecuadamente sus emociones debe ser una de las competencias a desarrollar entendiendo que no se trata de reprimirse, sino, por el contrario, que pueda expresarlas de forma coherente y consiente.

Con respecto a las emociones, se tiene que la Universidad de Alicante, en su instructivo de la Catedra de Introducción a la Psicología, expone que la emoción:

Para ^{Alonso (2012)}, la emoción es un constructo psicológico, que se utiliza para describir cuatro ámbitos de la experiencia. En tal sentido: la experiencia fisiológica, son respuestas que se ponen en marcha ante determinados estímulos externos, adaptando el organismo al ambiente; la experiencia afectiva-subjetiva, pues, posibilita el sentir de un modo determinado; la experiencia expresiva, permite la comunicación de sentimientos a través de gestos y posturas (faciales y corporales); y la experiencia funcional, puesto que responden a los motivos o intereses del individuo.

Considerando lo planteado, es necesario indicar que, según Goleman, citado por ^{Bello (2021)}, la inteligencia emocional es la capacidad de reconocer las emociones, tanto propias como ajenas, y de gestionar la respuesta ante ellas. Cabe destacar que, la inteligencia emocional es conocida también como el conjunto de destrezas que posibilitan la adaptación de la persona ante las situaciones imprevistas. Los autores afirman que tiene que ver con la confianza y seguridad en sí mismo, el manejo emocional y la automotivación para lograr objetivos. Entender los sentimientos de los otros, tratar las relaciones y tener el poder de influir en ello es sin duda tarea primordial para conseguir cambios positivos en el entorno en que se vive.

Al respecto, Mayer, Salovey y Caruso (2000), referenciados por ^{Bisquerra (2003)}, conciben la inteligencia emocional como un entramado de cuatro elementos interconectados: la percepción emocional, pues estas se captan y se expresan; la integración emocional: ya que interactúan con el sistema cognitivo influenciándolo, se da la integración emoción-cognición; la comprensión emocional, involucra el entendimiento y razonamiento de las señales emocionales en el proceso de interrelación, y sus implicaciones para la misma relación; la regulación emocional, donde los pensamientos coadyuvan al crecimiento emocional, intelectual y personal

^{Goleman (1998)}, siendo el autor más representativo, expresa que existen cinco componentes en la inteligencia emocional las cuales se constituyen en competencias que determinan el modo en que el ser humano se relaciona consigo mismo y con los demás: autoconciencia, autorregulación, automotivación, empatía y habilidad social (p.37). Por lo que, en ese orden, si el individuo se conoce mejor entendiendo sus debilidades y fortalezas, regula sus reacciones a los estímulos y mantiene la calma, se motiva poniendo en práctica la resiliencia para lograr sus metas, expresa asertividad por el otro entendiendo sus sentimientos y potencia sus habilidades personales a socializar siendo empático en sus opiniones, entonces tiene la posibilidad de destacarse en su inteligencia emocional.

Lo planteado, conlleva a pensar que, en el contexto educativo, tanto para el educando como para el docente, expresar con libertad las emociones implica ser empático y saber escuchar dando la atención necesaria a cada caso. Entender que muchas veces las cosas no saldrán como se quiere, sin embargo, es menester vivir la emoción y entenderla, practicar el autocontrol y la regulación de estas. No obstante, la pregunta es ¿Cómo fomentar didácticamente la inteligencia emocional desde los espacios de aula? En tal sentido, considerando a ^{Vives (2021)} y ^{Educrea (s/f)}, se proponen diversas estrategias que se pueden aplicar didácticamente para trabajar lo emocional en el aula. En tal sentido, se plantea:

Para cerrar este apartado, se debe discernir como y cuando aplicar estas estrategias, a fin de que los estudiantes se adapten lo mejor posible, y aplicarlas de acuerdo a las necesidades del aula para desarrollar el potencial de la inteligencia emocional y que puedan tener las herramientas adecuadas para su vida.

Motivación

La motivación en el aula es un aspecto fundamental para que se consolide el aprendizaje. Por ello, el educador debe valerse de múltiples estrategias que le permitan estimular el aprendizaje de sus educandos. Según Pairó y Prieto (2002), citado por ^{Manjarrez, Boza y Mendoza (2020)}, “la motivación es un proceso psicológico que se relaciona con el impulso (amplitud), dirección y persistencia de la conducta” (p.360).

En relación a lo anterior, ^{Gómez (2013)}, afirma lo siguiente:

La motivación es un estado interno que activa, dirige y mantiene la conducta de la persona hacia metas o fines determinados; es el impulso que mueve a la persona a realizar determinadas acciones y persistir en ellas para su culminación. La motivación es lo que le da energía y dirección a la conducta, es la causa del comportamiento.

Entendiendo las acepciones planteadas se puede enunciar que la motivación es algo que nace internamente en el individuo. Es un aspecto que es intrínseco a él, que lo impulsa a realizar alguna actividad o a seguir alguna tarea con cierto nivel de persistencia y relacionadas con sus necesidades y deseos; es por ello que, se consolida como un aspecto que mueve al individuo hacia un propósito determinado y la consecución de logros.

Ahora bien, existen diversas teorías que exponen como este elemento de nuestro día a día nos mueve según el propósito a ejecutar. Una de estas teorías es la planteada por David McClellan (1989), “quien indica que la motivación se rige por los impulsos de sobresalir, lograr metas y esforzarse por tener éxitos” (^{Morán y Menezes, 2016}; p.16), lo que genera entonces las ganas de innovar para hacer las cosas de manera diferente y con la distinción de ser eficaces en la consecución de los objetivos trazados. En consideración, es pertinente resaltar que, en la educación formal, la motivación juega un papel imprescindible, ya que es lo que da apertura a que la experiencia pedagógica sea significativa; sin ella, el acto educativo no se daría eficazmente. De allí que:

Los docentes, como parte primordial del proceso de enseñanza aprendizaje, necesitan conocer el nivel de motivación de sus estudiantes, cualquiera que sea la disciplina que imparten. Así podrán intervenir de manera efectiva en la formación intelectual y afectiva de los educandos y en la creación de valores profesionales, morales indispensables para el desarrollo de su profesión y para convertirse en ciudadanos integrales.

Queda claro, entonces, que la motivación puede sembrar en el docente facilitador la efectividad dirigida a despertar el interés de sus educandos, llevándolos a la reflexión y toma de consciencia hacia lo que desean aprender y lo que su necesidad les impulse a lograr. Por ello, el educador debe valerse de múltiples actividades para despertar la motivación de sus estudiantes.

Estrategias de motivación en la educación

La motivación es esa esa pizca de magia que induce a que los estudiantes realicen, de manera armónica la actividad planteada, pudiendo consolidar el trabajo hacia su aprendizaje. Un estudiante motivado dará mejores resultados en términos de rendimiento y entendimiento en cuanto a los saberes impartidos en él. Entonces, para que los educandos se motiven, inicialmente el docente debe conocer a su estudiante, sus necesidades y las limitaciones que tiene a la hora de aprender algún contenido teórico o practico en el aula, además debe conocer que lo motiva, cuáles son sus gustos e inquietudes, sobre todo al respecto de lo que les impartirá. Con toda esa información de referencia, tendrá una idea de la motivación que tienen, a fin de mantenerla y mejorarla, sea cual fuera su nivel.

Algunos estudiosos han considerado sugerir a los docentes ciertos aspectos para fomentar la motivación de los estudiantes. En este caso, ^{Londoño (2018)}, indica cinco pautas clave como estrategias para generar motivación en los estudiantes:

Con los aportes mencionados anteriormente, se puede coadyuvar a la construcción de una actividad de aula motivada y dispuesta para el desarrollo de una experiencia de aprendizaje significativo. Por tanto, el docente debe mantenerse actualizado y tener a la mano una diversidad de estrategias que le permitan generar ese nivel de motivación, donde el aprendizaje fluye y se consolida, haciendo de su estudiante un sujeto realmente motivado hacia ello. Estrategias que, a su vez, posibilitan la expresión inteligente de sus emociones, mediante su sentir, lo cual lo va desarrollando como un ser integral.

Desarrollo cognitivo

Cuando se habla de percepción, lenguaje, pensamiento razonamiento, capacidad de análisis, entendimiento, memoria, entre otras competencias, se habla de habilidades cognitivas y/o del pensamiento que le permiten al individuo resolver problemas abstractos y complejos, las mismas que se desarrollan a lo largo de la vida académica.

Ahora bien, para entender el desarrollo cognitivo o de las capacidades cognitivas, es imperante entender que es la teoría cognitiva y hacer una aproximación a algunos supuestos teóricos sobre la cognición. En tal sentido, la teoría cognitiva se encarga de estudiar las formas en las cuales un individuo adquiere las habilidades de orden superior que le permiten comunicarse y comprender el mundo que le rodea, dar respuesta a los desafíos problemáticos que se le presentan. Este compendio de habilidades se desarrolla progresivamente a lo largo de la vida, según sus teóricos no es algo que ocurre de forma inmediata por el contrario se da por etapas.

Los autores más representativos del cognitivismo son Jean Piaget y Lev Vygotsky. Este último, sostiene que el desarrollo cognitivo se da mediante la socialización a través de la interacción y el lenguaje, siendo así pilares fundamentales del aprendizaje. Al respecto, ^{Linares (2007)}, en su escrito sobre las teorías cognitivas expone que:

De acuerdo con Vygotsky, el niño nace con habilidades mentales elementales, entre ellas la percepción, la atención y la memoria. Gracias a la interacción con compañeros y adultos más conocedores, estas habilidades “innatas” se transforman en funciones mentales superiores. Más concretamente, Vygotsky pensaba que el desarrollo cognoscitivo consiste en internalizar funciones que ocurren antes en lo que él llamó plano social (s/p).

Tomando en consideración el aporte anterior se entiende que Vygotsky concedía un mayor peso a la interacción social a la hora del desarrollo de las habilidades cognitivas, discurría entonces que el aprendizaje se daba en el exterior mediante las relaciones interpersonales con pares o adultos expertos y luego se internalizaba asimilando posteriormente el conocimiento.

Por su parte, el psicólogo Jean Piaget estudió la forma en que se da el desarrollo del pensamiento; en tal sentido, indica que el desarrollo cognitivo es un proceso evolutivo que implica como se desarrolla el conocimiento en la medida de que el ser humano se va desarrollando y alcanza habilidades que le ayudan a asimilar y acomodar los nuevos conocimientos. A razón de su teoría, Piaget plantea las etapas del desarrollo cognitivo que se muestran en el cuadro 1.

Con cada una de las etapas previstas en esta teoría el autor muestra como de forma progresiva el individuo puede ir alcanzando nuevas habilidades asimilando sus nuevos saberes y adaptándose a estos para continuar su progreso. Cabe destacar, que el proceso global de desarrollo cognitivo se puede diferenciar a través de las áreas de desarrollo social, afectivo, motor, lenguaje, pensamiento. Claro está, se distinguen de esta manera a fin de entenderlas, más no se piensan de forma independiente si no complementadas entre sí; pues, unas influyen en otras, posibilitando el desarrollo integral (^{Instituto Europeo de Educación, 2019}; s/p).

Es por esa razón que el desarrollo cognitivo es muy importante para la evolución académica del estudiante. Por tanto, el docente debe diseñar y usar diversas estrategias enmarcadas el desarrollo de las habilidades cognitivas integrando tanto la inteligencia emocional como la motivación en el acto educativo.

Estrategias para fomentar el desarrollo cognitivo de los estudiantes.

Son variadas las actividades que se pueden desarrollar en el aula para fomentar el desarrollo cognitivo, desde implementar la resolución de problemas matemáticos, como incentivar a escribir historias que nacen de la imaginación creando personajes irreales o míticos, usar nemotécnicas, analizar textos, diseño de organizadores gráficos entre otros. En este tenor ^{Gutiérrez (s/f)}, sugiere una serie de estrategias para ejecutar y conseguir desarrollar habilidades cognitivas. Estas se mencionan a continuación:

Para cerrar, es preciso recalcar que el docente debe valerse de la multiplicidad de estrategias y técnicas que existen, las cuales mejoran y consolidad el desarrollo cognitivo, la motivación y la inteligencia emocional a fin de egresar de las aulas individuos capaces e integrales.