Introducción
La educación financiera en Chile desempeña un papel fundamental en la formación ciudadana de los estudiantes; no obstante, la mayor parte de los jóvenes chilenos carecen de las habilidades básicas para planificar sus gastos, ahorrar de manera efectiva o invertir sabiamente. Además, la falta de acceso a recursos educativos y la desigualdad socioeconómica dificultan aún más el aprendizaje y la implementación equitativa de la educación financiera en el país. No obstante, existe un desequilibrio entre dicho acceso y los niveles de alfabetización financiera, ya que los educandos necesitan adquirir habilidades y conocimientos afines para asumir compromisos que impulsen su bienestar (Villada et al., 2017; Ferrada et al., 2020; Marambio, 2021). El objetivo del ensayo es examinar la importancia de la educación financiera en la formación ciudadana de los estudiantes chilenos y sus respectivos retos en este ámbito.
En el contexto previsto, la realidad económica y social del país demanda de la implementación de una educación financiera de calidad para brindar a los educandos las competencias necesarias no solo para administrar su propio dinero, sino también para comprender los mecanismos económicos, las implicaciones de sus decisiones y su rol como agentes financieros activos y sostenibles en la sociedad.
Dicho desafío está enlazado con los propósitos de la Agenda 2030, pues ha destacado el área como un pilar esencial para el desarrollo sostenible, instando a los sistemas educativos a impartir contenidos financieros a los estudiantes desde temprana edad (Cebrián, 2020; Cebrián et al., 2022). Esta iniciativa busca fomentar una cultura de ahorro y planificación para potenciar la toma de decisiones informadas de los individuos sobre su situación económica particular (Del Brío et al., 2015; De Beckker et al., 2019, Ferrada et al., 2020). Por este motivo, para Kaiser et al., (2022), dicha área ha cobrado un protagonismo cada vez mayor a nivel global, dada la expansión de los mercados y la proliferación de diversas opciones de productos y servicios financieros.
Metodológicamente, este ensayo se sustenta en una revisión de alcance de bibliografía especializada sobre la temática. Para ello, se consultaron esencialmente las bases de datos de Scopus y Scielo, a partir de los siguientes conceptos clave: Educación financiera, formación ciudadana, Chile, profesor, estudiante y curriculum. El trabajo se enmarca bajo el método inductivo y el paradigma humanista, y adopta el enfoque cualitativo, de tipo interpretativo, y el diseño narrativo de tópico, para abordar la temática de forma integral y contextualizada.
Desarrollo
Los desafíos de la educación financiera en la formación ciudadana de los alumnos y alumnas de Chile son diversos y significativos. En primer lugar, la carente presencia del área en el curriculum chileno de educación básica dificulta la adquisición de conocimientos y habilidades de alfabetización financiera para tomar decisiones informadas de largo plazo. En segundo lugar, la falta de capacitación de los docentes entorpece la formación de ciudadanos críticos y responsables. Asimismo, la creciente brecha en la disponibilidad de recursos y acceso a la temática genera desigualdades en el aprendizaje y comprensión de conceptos financieros. Superar tales retos requiere un esfuerzo conjunto de los sectores educativo, gubernamental y privado para proporcionar una educación financiera inclusiva y actualizada a la comunidad educativa.
La Importancia de la Educación Financiera en la Formación Ciudadana
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 2015, presenta una visión ambiciosa y transformadora hacia la sustentabilidad social, económica y ambiental (Organización de las Naciones Unidas, 2018). Entre sus objetivos fundamentales, se encuentra la promoción del desarrollo económico inclusivo y sostenible a nivel global, y para alcanzar esta meta, la educación financiera emerge como una herramienta fundamental.
De acuerdo con lo anterior, es fundamental que los estudiantes chilenos adquieran habilidades financieras desde temprana edad, ya que, como sostiene Herrera et al., (2011), son indispensables para desenvolverse eficientemente en el contexto global actual y enfrentar los desafíos económicos de forma responsable. No se trata únicamente de entender conceptos monetarios, sino también de desarrollar competencias de alfabetización financiera que permitan adoptar compromisos informados y sostenibles en relación con la administración de los recursos.
La educación financiera tiene un rol clave en la planificación económica de los estudiantes porque necesitan aprender a establecer metas realistas, elaborar presupuestos y trazar estrategias para alcanzar sus objetivos. Asimismo, como indica la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (2017), el fomento del ahorro es esencial para garantizar una base financiera sólida, pues los alumnos y alumnas requieren comprender la importancia de ahorrar y adquirir habilidades para promover su capacidad de enfrentar emergencias y concretar propósitos a largo plazo.
El área también aporta a los educandos el conocimiento necesario para entender los principios de la inversión y evaluar diferentes opciones de fuentes de crecimiento económico. Esta ventaja comparativa les permite tomar decisiones sabias sobre las estrategias más efectivas para aumentar su patrimonio y aprovechar oportunidades financieras en un contexto económico dado. Al mismo tiempo, es importante que aprendan el sentido formativo del consumo responsable, pues potencia conductas conscientes respecto al gasto y la sostenibilidad financiera (Jorgensen & Savla, 2010; Kaiser & Menkhoff, 2020; Holm, 2023).
La educación financiera no solo tiene un impacto individual en la vida de los alumnos y alumnas, sino que también contribuye a fortalecer la economía del país en su conjunto. En este contexto, los profesores, al empoderar a los estudiantes con habilidades financieras, aportan a la formación de personas capaces de participar de manera responsable y ética en la toma de determinaciones relacionadas con la reducción de la pobreza, la creación de empleos, el aumento de la inversión y la disminución de la deuda no esencial (Villada et al., 2017; Kiyosaki, 2017; Marambio, 2021).
Cobertura de la Educación Financiera en el Curriculum Chileno
En Chile se modificó la Ley General de Educación (LGE) a través de la Ley 21.092/mayo 2018 para incorporar la educación financiera en la enseñanza media; por lo que el tratamiento de esta materia en educación básica es prácticamente escaso, pues únicamente puede ser intencionado de forma implícita en unidades curriculares asociadas al desarrollo sostenible, las cuales son sucintas en las áreas de ciencias sociales y naturales.
En el curriculum de enseñanza media, cuyo ciclo abarca desde 1º a 4º medio, se evidencia que la educación financiera se aborda de manera transversal en contenidos y objetivos de aprendizaje insertos en las asignaturas de Historia, Geografía y Ciencias Sociales, Matemática, Educación Ciudadana y en el Electivo de Economía y Sociedad. El detalle respectivo por materia escolar se puede apreciar en la Tabla 1:
Nota. Esta tabla fue elaborada en base a información extraída del Marco Curricular de Educación Media vigente en Chile.
De acuerdo con la Tabla 1, es importante notar que los contenidos financieros declarados en el curriculum chileno permiten a los estudiantes explorar conceptos como el presupuesto personal, el funcionamiento del mercado, la planificación, el crédito responsable y el estudio de diferentes productos financieros. Sin embargo, no hace énfasis en el mundo de las inversiones, ni en la importancia de evaluar el riesgo y la rentabilidad asociada a distintas alternativas de negocio como acciones, divisas, bonos y bienes inmobiliarios.
La presencia de la temática en el currículo chileno también pretende fomentar el desarrollo de habilidades afines, como el pensamiento crítico, la gestión de la deuda, el análisis del mercado y la toma de decisiones informadas, ya que los estudiantes pueden aprender a examinar diferentes opciones de crecimiento económico, analizar sus contras y beneficios, y liderar estrategias de ahorro basadas en información objetiva.
Los Retos de la Educación Financiera en Chile
A pesar de la relevancia indiscutible de la educación financiera, su desarrollo en Chile enfrenta desafíos significativos que obstruyen su alcance y efectividad. Uno de los principales retos es la ausencia del área en el curriculum de educación básica porque, tal como se evidenció, actualmente solo tiene cobertura en el marco curricular de enseñanza media. Esta omisión, en la educación básica, impide que los estudiantes adquieran una base financiera sólida y niega la oportunidad de familiarizarse con conceptos económicos claves desde una etapa cognitiva temprana. Lo anterior, constituye un grave perjuicio educativo, pues, durante la formación primaria, los niños y adolescentes están más receptivos para aprender y asimilar conocimientos financieros que pueden moldear sus actitudes y comportamientos en el futuro.
Por consiguiente, la falta de educación financiera en la enseñanza básica deja a los estudiantes sin las herramientas necesarias para comprender conceptos fundamentales, como ahorro, presupuesto, inversión y endeudamiento responsable; por esta razón, es probable que la mayoría de los jóvenes enfrenten dificultades financieras en su vida adulta. De este modo, como argumentan Marshall & Kaufmann (2013), los individuos pueden desarrollar una mentalidad consumista porque la carencia de conocimiento financiero puede generar el endeudamiento excesivo por adquirir bienes y servicios innecesarios, lo que, a su vez, afectaría negativamente la sostenibilidad económica del país.
Sumado a lo anterior, la falta de capacitación adecuada de los docentes constituye un obstáculo significativo para instaurar una educación financiera de calidad. En concreto, según Muñoz et al., (2020), el 69,6% de los profesores no recibió formación en el área durante su pregrado y el 74,2% no ha participado en alguna especialización relacionada. Frente a esta situación, para Portilla et al., (2021), es crucial que los profesores se capaciten de forma continua para impartir de manera integral los conceptos asociados y fomentar el desarrollo de habilidades de planificación económica en los estudiantes.
La educación financiera no solo requiere un sólido dominio conceptual, sino también exige la adquisición de competencias pedagógicas específicas para enseñar esta temática de forma cercana y significativa (Denegri et al, 2011; Hill & Dalton, 2013). Los educadores deben saber cómo adaptar la información a las diferentes edades y niveles educativos, utilizando métodos y recursos didácticos innovadores que capten la atención de los estudiantes y faciliten su comprensión. Asimismo, esta área es un campo en constante evolución debido a los cambios en la economía y en las nuevas tecnologías que afectan los modos de gestión del dinero; por tanto, resulta esencial que los profesores se mantengan actualizados con las últimas tendencias del ámbito financiero para brindar una formación relevante y pertinente a sus educandos.
Para lograr tales propósitos, la capacitación docente en educación financiera debe integrar ejercicios prácticos y actividades simuladas que permitan a los formadores adquirir competencias disciplinares y pedagógicas que ayuden a sus estudiantes a aplicar los conocimientos teóricos en situaciones reales. De esta manera, los alumnos pueden desarrollar habilidades prácticas, como la elaboración de presupuestos, el análisis del mercado y la adopción de determinaciones conscientes en escenarios de crisis o auge económico.
Un tercer desafío, siguiendo a Goldenberg (2020), es la existencia de barreras socioeconómicas y culturales que inciden negativamente en el acceso equitativo a una educación financiera de excelencia en el país. Como señalan Montaña & Ferrada (2020), los estudiantes provenientes de entornos desfavorecidos enfrentan mayores dificultades para acceder a los recursos educativos, programas de capacitación y experiencias prácticas que promueven una formación sólida y atingente a su nivel educativo. Lo anterior, ocurre porque, en hogares con recursos limitados, las familias suelen priorizar necesidades básicas como alimentación, vivienda y atención médica, por sobre la inversión en el área. Además, la falta de acceso a servicios bancarios, seguros y otros productos afines también limita las oportunidades para que los educandos adquieran una comprensión holística del sistema financiero y desarrollen habilidades prácticas para manejar sus recursos de manera efectiva.
Asimismo, las diferencias culturales y las percepciones sobre el dinero igualmente tienen un impacto significativo en la adhesión a la educación financiera, ya que, en algunos entornos culturales, los temas económicos pueden ser considerados tabú o privados dentro del contexto familiar y social. Dicha tendencia se puede materializar en el desinterés del estudiantado por aprender la temática. A su vez, la ausencia de referentes en comunidades vulnerables también puede influir en la creencia sobre la utilidad del área para la vida cotidiana. Si los estudiantes no tienen ejemplos positivos de personas que hayan alcanzado una estabilidad económica o manejado sus recursos de manera responsable, es probable que les falte motivación y confianza para aprender contenidos financieros que vayan más allá de los ofertados por la escuela.
Es fundamental abordar estos desafíos para superar las brechas que impiden una materialización favorable de la educación financiera. Se requiere un mayor reconocimiento y valorización del área en el curriculum de educación básica para asegurar su integración transversal en todas las asignaturas y niveles educativos. Del mismo modo, se deben destinar recursos adecuados para mejorar la formación del profesorado a fin de que pueda desarrollar aprendizajes financieros significativos y contextualizados en el alumnado. Para ello, resulta esencial implementar políticas públicas que promuevan la equidad en el acceso a la educación financiera, cuya iniciativa puede incluir la creación de programas específicos dirigidos a sectores desfavorecidos, el desarrollo de alianzas con organizaciones de la sociedad civil y el sector privado, así como la promoción de proyectos colaborativos que fomenten la inclusión financiera.
Conclusión
La educación financiera tiene un papel fundamental en la formación ciudadana de los estudiantes chilenos. A pesar de los desafíos existentes, como la ausencia del área en el curriculum de educación básica, la falta de capacitación de los docentes y el predominio de las barreras socioeconómicas y culturales es relevante reconocer la importancia del área en la sociedad y emprender medidas concretas para fortalecer su rol formativo en el sistema educativo chileno.
Superar los retos requiere una acción conjunta de los gobiernos, las instituciones educativas, el sector privado y la comunidad en general. Los gobiernos deben establecer marcos regulatorios que fomenten la inclusión de la educación financiera en el curriculum y asignar los recursos necesarios para su ejecución. Asimismo, las instituciones educativas tienen la responsabilidad de actualizar los programas de estudio y brindar capacitación adecuada a los docentes para que puedan enseñar la temática de forma holística y significativa. El sector privado también desempeña un rol indispensable, ya que puede colaborar con las entidades educativas y los gobiernos para ofrecer recursos y programas formativos. Las empresas pueden proporcionar patrocinio, mentoría y oportunidades de aprendizaje práctico, lo que enriquece la experiencia educativa de los estudiantes al permitirles aplicar los conocimientos teóricos en la vida real.
Por último, resulta esencial fomentar la participación activa de la sociedad en la promoción de la educación financiera. Las organizaciones no gubernamentales, las asociaciones comunitarias y los grupos de la sociedad civil pueden asumir un papel clave en la difusión de la importancia del área y la creación de programas complementarios que tengan como destinarios a estudiantes que se encuentren en situaciones de vulnerabilidad o tengan dificultades de acceso. De este modo, se puede asegurar un futuro próspero para las generaciones venideras, pues, al fortalecer la educación financiera, se forma a estudiantes con las habilidades necesarias para liderar estrategias responsables de planificación económica.