Introducción
Un tema de gran relevancia es la educación a distancia, ya que ha revolucionado, cambiado y transformado el proceso educativo a nivel mundial. Ha generado retos y exigencias para el sistema educativo, que desafían a cada estudiante a ajustarse a su nuevo modelo de educación. La pandemia por COVID-19 tuvo como consecuencia un confinamiento en la mayoría de los países del mundo, donde las escuelas y universidades descartaron abandonar su ciclo de estudio, implementando la educación a distancia y alternativa. Esto ha aumentado a nivel universitario, arrastrando una serie de ventajas y desventajas que merecen ser estudiadas.
A comienzos de 2020, en el desarrollo del coronavirus (COVID-19), donde alcanzó puntos significativos de casos confirmados y fallecimientos, la población tuvo que enfrentar desafíos psicológicos, como ansiedad, depresión y estrés (Liu et al., 2020). Como respuesta a la aparición de esta pandemia, las autoridades gubernamentales implementaron el cierre de instituciones educativas para evitar la propagación de la infección (Tuite et al., 2020). La interrupción ocasionada generó respuestas improvisadas en el nivel educacional, algunas de las cuales resultan ser poco convencionales y otras más ingeniosas. La adopción de la educación a distancia repercutió ser más una respuesta impulsiva ante la crisis que el resultado de una planificación premeditada (Abreu, 2020).
La situación del sistema educativo previa a la pandemia se caracteriza por la existencia de problemas en la formación de la inteligencia emocional (en adelante IE) de las futuras maestras que presentan un rendimiento académico notablemente mejorable, dificultades a nivel socioafectivo (timidez e inseguridad, inquietud y conflicto interpersonal) y ausencia de habilidades emocionales. Las reglas implementadas por cada universidad para la definición del formato IPLD han perturbado el progreso del actual alumnado de Magisterio sobre las competencias de tipo emocional que el estudiantado debe adquirir durante la carrera. Se considera que la intervención sobre la IE resulta un factor fundamental puesto que, a la vista del alumnado, se centra en la solución de conflictos y no en prevenirlos, lo que crea en el alumnado el sentimiento de confirmar la necesidad de adquirir dichas habilidades a partir de que se desencadene un problema y no de manera preventiva (Álvarez y López, 2023).
El paro obliga a los estudiantes a la educación a distancia en casa como una solución rápida al surgimiento del coronavirus. Diferentes estudios han identificado la dificultad que implica la transición a una metodología virtual. Se cuestiona la exitosa adaptación de las universidades en cuanto a la medición de la capacidad intelectual y la creación de estrategias para promover la autonomía de cada estudiante para el acceso adecuado a la naturaleza del contenido de diferentes materias. Exámenes virtuales y presenciales, pruebas escritas o prácticas, en general, se realizan con base en la reserva en la que el estudiante vio el contenido, contribuyendo a la formación de una comunidad segura sobre la solidez del contenido y su capacidad para acceder y asimilar rápidamente con el texto y la orientación facilitadora para iniciar sus actividades en la misma reserva pudiendo tomar saberes adquiridos de otra comunidad espacio sin problema en ser utilizados en el otro (Vivar et al., 2021) .
Los estudios han demostrado, que los impactos psicológicos de la pandemia pueden variar desde moderados hasta severos (Wang et al., 2020). Las respuestas emocionales a las medidas de cuarentena han abarcado una amplia gama de sentimientos negativos, siendo la impaciencia y la ira destacados entre ellos (Somma et al., 2020).
La pandemia ha generado reflexiones de diversa índole, con implicaciones significativas en la vida humana (Cuba, 2021). En este contexto, la IE ha sido objeto de estudio y se ha observado que está asociada con una mayor reactividad ante estímulos tanto positivos como negativos (Fernández-Berrocal y Extremera, 2006). La IE se refiere a la capacidad de reconocer, comprender y manejar adecuadamente las emociones propias y de los demás.
La importancia prospectiva de la IE se ha evidenciado en diversas investigaciones, mostrando una correlación significativa y positiva con el estado de ánimo, la perspectiva de vida y el bienestar general (Extremera et al., 2011). Esto sugiere que las personas con un mayor nivel de IE tienden a experimentar emociones más positivas, tener una visión más optimista de la vida y disfrutar de un mayor bienestar emocional en general.
En el contexto de la pandemia, el desarrollo de la IE puede desempeñar un papel crucial en la forma en que las personas manejan y se adaptan a los desafíos emocionales que surgen. La capacidad para reconocer y regular las propias emociones, así como comprender y responder empáticamente a las emociones de los demás, puede ayudar a las personas a lidiar de manera más efectiva con el estrés, la incertidumbre y las dificultades emocionales asociadas con la pandemia.
Las personas que logran un rendimiento destacado, alcanzan el éxito y experimentan bienestar emocional suelen poseer un elevado nivel de IE (Bar-On y Parker, 2018). La IE nos encamina hacia el éxito académico al permitir gestionar el estrés y cambios en la motivación (Moreno-Fernández et al., 2020). Asimismo, identificar las emociones, el entendimiento profundo de uno mismo, el desarrollo del potencial personal y la búsqueda de una vida equilibrada y feliz (Bar-On, 1997). Además, permite monitorear la sensibilidad, para orientarlo en acciones y pensamientos (Salovey y Mayer, 1990).
Por otra parte, la IE permite utilizar eficazmente las emociones enriqueciendo el pensamiento, el razonamiento, lo que facilita un procesamiento más efectivo del razonamiento (Mayer, 2004), Asimismo, implica el grado en que un individuo es consciente, comprende y gestiona su estado emocional (Izzarelli, 2022). También, comprende un conjunto de competencias fundamentales para el procesamiento, facilitación, comprensión y gestión de las emociones (Salovey y Sluyter, 1999). Este concepto es fundamentalmente estudiado en el campo de la psicología, donde se lo considera un constructo psicológico complejo que puede evaluarse según su grado de desarrollo (Zaldívar Sansuán, 2024). Asimismo, puede fomentar el bienestar a través del respaldo social y las perspectivas afectivas (Kong et al., 2019).
Los individuos con alta IE no solo destacan, sino que también muestran habilidades para aplicar estas capacidades en la comprensión de las emociones de los demás (Fernández-Berrocal y Ruiz Aranda, 2008). Una IE alta se correlaciona positivamente con la disminución del estrés, el agotamiento y otros factores adversos; por ende, se sugiere integrar la IE de manera explícita en la educación y la formación profesional (Sharp et al., 2020).
Como justificación se resalta la influencia de las emociones que afectan el aspecto racional, los aspectos sociales, laborales y personales; un análisis a profundidad nos revelará su impacto y nos proporcionará las herramientas en base a las experiencias y toma de decisiones; es en ese sentido que se convierte en un recurso vital durante la pandemia Covid 19. Dentro del panorama antes señalado se plantea como objetivo realizar una exploración sistemática de la literatura académica, la IE de estudiantes en un escenario de post pandemia; esta pesquisa es importante porque pretende dar un alcance de los estudios realizados después de la emergencia sanitaria con respecto a las emociones.
Definición de Inteligencia Emocional
La inteligencia emocional no es una alternativa a la racionalidad o al pensamiento abstracto o conceptual, sino un ampliador de nuestro pensamiento, con detalles nuevos y más sutileza, siempre que creamos en la idea de que las emociones son un conjunto de informaciones distintas y valiosas sobre el mundo. Esta aproximación a las emociones como fuente que provee al proceso cognitivo es lo que diferencia, a juicio del autor, los postulados de la teoría del procesamiento de la información emocional del mero racionalismo emocional (Chávez et al., 2023)
En opinión de Salovey y Sluyter (1990), la IE tiene que ver con la habilidad para llevar a cabo razonamientos sobre las emociones y usar esas habilidades para mejorar el pensamiento y la acción. Es un tipo específico de inteligencia, sostenían los autores, pero no necesariamente una forma de ser, o una persona sensata, equilibrada y con sentido común. No implica el abandono de la actividad conjunta según reglas lógicas, simplemente ofrece un plus sobre eso, acerca de nuestras competencias sobre el mundo, un medio de ensanchamiento cognitivo, emanado del núcleo esencial del cerebro que también alberga la racionalidad (Tituaña, 2022).
Según Goleman (2018), la literatura en inteligencia emocional sufre de una diversidad conceptual agravada. Para este autor, una definición minimalista de la inteligencia emocional es "la habilidad para expresar, controlar y entender las propias emociones, e interpretar y responder a las emociones de los demás". En la educación básica que se viene desarrollando habitualmente, se estudia tan solo esta parte, prestando poca o ninguna importancia a la regulación de las emociones, al conocimiento y a la gestión de emociones ajenas.
Importancia de la Inteligencia Emocional en el Ámbito Educativo
La idea de tener un clima y un liderazgo positivo surge gracias a las investigaciones de campo de Kurt Lewin y a sus discípulos, por mencionar a una corriente: Organización Tavistock. Lewin manifiesta que tanto líderes como liderados integran el sistema y pretenden la satisfacción de sus propias necesidades individuales. Si hubiera desacuerdo entre ambos, las normas del grupo originarían un conflicto cerebral y originarían poca cohesión entre los lugartenientes de la organización.
Con lo que, la inteligencia emocional en el contexto de la intervención en el ámbito académico y educativo inició a fines de la década de los 80 producto de esfuerzos realizados por los psicólogos para redefinir y operacionalizar el constructo de personalidad en términos de dimensiones de contenido específico que caracterizara las diferencias individuales. Daniel Goleman publicó en la revista Time un estudio sobre los 100 especialistas mejor pagados en los Estados Unidos, que mostraban en sus puestos de trabajo menos del 25 por ciento el coeficiente intelectual podía predecir su éxito laboral (Lucas et al., 2021).
El término "Inteligencia Emocional" es utilizado para hacer referencia tanto a la inteligencia intrapersonal y a lo que hemos denominado la inteligencia interpersonal. Al hablar de la inteligencia intrapersonal, nos referimos a una comprensión de la información interna que proviene tanto del cuerpo funcional como de los sentimientos y reflexiones. En cambio, si hacemos referencia a la inteligencia interpersonal, nos referimos a la aptitud para entender a los demás, captar los sentimientos, necesidades, motivaciones e intereses de los demás, ser hábil en manejar las relaciones con los demás y ejercer de manera eficiente el liderazgo.
De acuerdo con los estudios realizados por John Mayer y Peter Salovey, si bien la cognición y el conocimiento son herramientas básicas para el razonamiento humano, este también participa a partir de las emociones en el empleo de la información y en las habilidades prácticas (Arciniegas Paspuel et al., 2021)
Metodología
Toma en cuenta una metodología de investigación documental, según Hernández et al., (2014), la investigación documental, es esencial porque permite identificar y seleccionar fuentes documentales que sean relevantes y adecuadas para el tema en cuestión. Los datos deben ser recolectados de manera sistemática a partir de los documentos elegidos. Posteriormente, es necesario realizar un análisis crítico y una interpretación exhaustiva de los datos obtenidos para obtener conclusiones precisas y significativas.
Con tal propósito, se ubicaron trabajos publicados en español y en inglés, en bases en Scopus, en Web Of Science, en PubMed, Dialnet, Redalyc y SciELO, Se focalizó en el concepto central de inteligencia emocional, utilizando el término “Inteligencia emocional” y "emotional intelligence". Además, se consideró el contexto de la pandemia por Covid-19, utilizando términos como “Pandemia”, "covid-19" y "pandemic". Asimismo, se tuvo en cuenta la población de interés, que son los estudiantes, utilizando términos como “estudiantes”, "students", “niños” y "children". Los artículos científicos obtenidos se detallan en la Tabla 1.
Base de datos | Artículos encontrados | Artículos seleccionados |
---|---|---|
Scopus | 154 | 2 |
Web of Science | 132 | 1 |
PubMed | 35 | 6 |
Dialnet | 22 | 3 |
Redalyc | 25 | 1 |
SciELO | 8 | 2 |
Google Scholar | 51 | 9 |
Total | 427 | 24 |
Para llevar a cabo la clasificación final, se aplicaron ciertos criterios y directrices establecidos por el procedimiento Prisma. Este enfoque permitió sistematizar y evaluar los artículos encontrados, con el objetivo de reducirlos a una cantidad manejable y pertinente para el estudio. Inicialmente, se obtuvieron 427 artículos. Posteriormente, se realizó un análisis exhaustivo de cada uno de ellos para determinar su relevancia en esta investigación. Este proceso se llevó a cabo siguiendo un protocolo de identificación, selección e inclusión, tal como se ilustra en la Tabla 2.
Criterios de inclusión | Criterios de exclusión |
---|---|
La literatura que contemplen “Inteligencia emocional” o “emotional “intelligence” y “Pandemia”, "covid-19" o "pandemic" y “estudiantes”, "students", “niños” o "children". | Estudios que no consideran “Inteligencia emocional” o “emotional “intelligence” y “Pandemia”, "covid-19" o "pandemic" y “estudiantes”, "students", “niños” o "children". |
Publicaciones a partir del año 2020 | Publicaciones anteriores al año 2020 |
Sean open Access | No sean open Access. |
Redactados en español o inglés | En idioma distinto al español o inglés |
Población de estudio, estudiantes de nivel básico (primaria y secundaria) | Población de estudio, estudiantes de nivel superior (técnico o universitario) |
La recolección se realizó completamente en español y en inglés, del cual se obtuvo en total 427 artículos; a partir de ellos se eliminaron 12 estudios duplicados, luego, se determinó la eliminación de 391 artículos por no cumplir los parámetros propuestos.
Discusión y resultados
La pandemia COVID-19 transformó numerosas situaciones cotidianas, afectando tanto lo físico como lo emocional de las personas, y alterando nuestras formas de actuar, pensar y percibir. Es crucial comprender cómo ha impactado la IE en los estudiantes, especialmente en la educación básica regular. Esto es esencial para diseñar políticas y estrategias educativas que fortalezcan las emociones de niños y jóvenes. La revisión de 24 artículos confirma que la educación básica regular ha sido una de las actividades más afectadas, especialmente por la falta de preparación e infraestructura para una educación virtual eficaz. Las investigaciones revisadas muestran tanto impactos negativos como positivos y ofrecen recomendaciones relacionadas con la IE de los estudiantes.
Las medidas restrictivas impuestas como resultado de la pandemia han llevado a los estudiantes a adaptar sus hábitos y rutinas de manera significativa (Rodríguez-Monge et al., 2023). Sin embargo, este cambio ha generado una serie de desafíos que pueden afectar la salud emocional de los niños. Factores como el género, las condiciones de salud previas, la presencia de casos de COVID-19 en el hogar, los problemas para conciliar el sueño y las desigualdades sociodemográficas y económicas han aumentado el riesgo de problemas de salud emocional en los niños (Monnier et al., 2021).
Durante el período de confinamiento, se ha observado que los niños han experimentado dificultades significativas para adaptarse a situaciones nuevas y desafiantes (Mujica-Stach et al., 2021). Estos hallazgos indican que el confinamiento ha tenido un impacto negativo en su capacidad de adaptación.
El aislamiento social al que se han visto sometidos los niños durante este tiempo ha dejado impresiones negativas en su bienestar y desarrollo (Tume Chunga, 2024). La falta de interacción social, el distanciamiento de amigos y seres queridos, así como la limitación de actividades recreativas y educativas, han contribuido a esta dificultad. Como resultado, muchos niños han experimentado una disminución en su resiliencia, es decir, su capacidad de hacer frente y recuperarse de situaciones estresantes.
El desarrollo de la resiliencia es esencial para que los niños puedan superar los desafíos y adversidades de la vida. Sin embargo, el aislamiento social impuesto por la pandemia ha obstaculizado la promoción de la resiliencia en los niños (Diaz Bhraunxs de Dávila et al., 2023). La falta de oportunidades para enfrentar y superar obstáculos, así como la limitación de interacciones sociales en las que puedan aprender habilidades de afrontamiento, ha generado un impacto negativo en su capacidad para hacer frente a las dificultades emocionales y adaptarse a los cambios.
Por ello, es importante tener en cuenta estos efectos negativos del confinamiento y el aislamiento social en los niños y tomar medidas para apoyar su bienestar emocional y promover su resiliencia. Esto puede incluir la implementación de programas que fomenten la adaptación, el manejo del estrés y el desarrollo de habilidades de afrontamiento.
Además, es fundamental proporcionar un entorno de apoyo que incluya la participación de padres, cuidadores y educadores, quienes pueden desempeñar un papel clave en la promoción de la resiliencia y el bienestar emocional de los niños durante estos tiempos desafiantes (Martín-Requejo y Santiago-Ramajo, 2021).
De esta manera, es primordial tener en cuenta estos factores y desafíos para poder abordar adecuadamente la salud emocional de los niños durante este período. Se deben implementar medidas que fomenten la adaptación y promuevan la resiliencia, teniendo en cuenta las circunstancias individuales de cada niño. Esto puede incluir el acceso a recursos de apoyo emocional, la promoción de la conexión social a través de medios digitales, el fortalecimiento de habilidades de afrontamiento y la colaboración entre las instituciones educativas, los profesionales de la salud y las familias para brindar un entorno de apoyo integral.
Los confinamientos prolongados, las interacciones limitadas con compañeros y el uso obligatorio de mascarillas impactaron negativamente en la capacidad de los estudiantes para desarrollar las habilidades socioemocionales. El cierre de las escuelas, las adversidades económicas y los desafíos educativos emergentes han contribuido al aumento de problemas de atención en los estudiantes. Además, se han observado problemas de angustia e incertidumbre. Se destaca la falta de reconocimiento del impacto negativo en los esfuerzos académicos de los estudiantes y el daño a su salud mental en general. Es probable que los alumnos experimenten ansiedad, inseguridad tanto escolar como interpersonal, y corran el riesgo de tener un bajo rendimiento y dificultades para enfrentar los desafíos académicos que esto implica.
El aislamiento social y la incertidumbre se consideraron necesarios para hacer frente a la terrible amenaza y al alto número de casos del virus. Sin embargo, en este contexto, el distanciamiento, la soledad y el confinamiento pueden ser peligrosos y afectar el día a día en ese lugar (Rodríguez-Monge et al., 2023; Jiao et al., 2020; Martín-Requejo y Santiago-Ramajo, 2021).
La pandemia de COVID-19 y el consiguiente periodo de confinamiento y distanciamiento social ante la potencial amenaza de contagio e infección han generado sentimientos negativos generalizados en la población, incluyendo a los alumnos y alumnas, así como un impacto psicológico negativo en su vida académica. Además, deben lidiar con la incertidumbre y el estrés que pueden surgir de la pandemia y el aislamiento (Moulin et al., 2023; Monnier et al., 2021).
Se reportan bajos niveles de felicidad, altas tasas de insomnio e insatisfacción, desnutrición y conflictos familiares, así como aumentos en los niveles de tristeza, angustia y ansiedad, especialmente en el ámbito cognitivo-académico. Se describe un impacto en los patrones del sueño, cambios en los hábitos alimenticios y disminución de la satisfacción, aumento de la angustia frente a situaciones amenazantes, preocupación, tensión y sensación desagradable, así como sentimientos de soledad y desesperanza. Además, se señalan aspectos relacionados con la incertidumbre y el estrés, como trastornos emocionales, disminución de la motivación, del interés, de la atención y peores resultados académicos (Pacheco-Lavado y Huaire-Inacio, 2022).
Las preocupaciones, la incertidumbre y la sensación de aislamiento, tanto físico como social, que experimentaron los niños han dado lugar a problemas psicoemocionales comunes, entre los que se encuentran un apego excesivo, dificultades de concentración, irritabilidad y miedo (Jiao et al., 2020). Además, desinterés y desanimo (Erades y Morales, 2020). En los desafíos que la pandemia ha generado para las familias y su impacto en el bienestar emocional de los niños, se destaca que una actitud más rígida por parte de los padres está vinculada con la falta de sensibilidad emocional. En contraste, los niveles más bajos de afecto parental están relacionados con un incremento en los rasgos de insensibilidad emocional (Waller et al., 2021).
La educación a distancia, la separación social y las dificultades de acceso a recursos informáticos han planteado desafíos significativos para los estudiantes, teniendo un impacto negativo en su bienestar emocional y comportamiento. Investigaciones recientes, como las realizadas por Edge et al., (2023), han identificado niveles más altos de ansiedad en los estudiantes como resultado de estos cambios en el método de aprendizaje.
La depresión, por su parte, es un trastorno mental caracterizado por una tristeza prolongada o anormal, acompañada de una serie de síntomas que afectan considerablemente la vida de una persona. En el contexto de la educación a distancia, se ha observado que esta modalidad puede contribuir al desarrollo de la depresión en los estudiantes debido a diversos factores. Entre ellos, se incluyen la ausencia de interacción social, la separación de los compañeros de clase y la adaptación a un entorno de aprendizaje nuevo y diferente.
Es importante reconocer estos desafíos y buscar formas de abordarlos para mitigar los impactos negativos en la salud emocional de los estudiantes. Para ello, es fundamental proporcionar apoyo emocional y psicológico, fomentar la interacción social a través de medios digitales, mejorar el acceso a recursos tecnológicos, adaptar las estrategias de enseñanza y promover el autocuidado y la actividad física.
Los estudios realizados por Jiao et al., (2020), Troncoso Araya (2022), Paricio del Castillo y Pando Velazco (2020), han encontrado una asociación entre la educación a distancia y la depresión en los estudiantes. Esto puede estar relacionado con el hecho de que la educación en línea o a distancia implica una separación física y temporal entre maestros y alumnos, lo que puede generar sentimientos de aislamiento y falta de apoyo emocional.
Además, la depresión puede estar influenciada por factores individuales y sociales, así como por experiencias previas de adversidades académicas o personales. El aislamiento y la falta de interacción social pueden dificultar la liberación de la ansiedad asociada a estas adversidades, lo que a su vez contribuye al aumento de la depresión en el contexto actual.
Es importante tener en cuenta que la depresión es una enfermedad compleja y multifactorial. No todos los estudiantes experimentarán depresión como resultado de la educación a distancia, y es crucial abordarla de manera integral, con enfoques que incluyan el apoyo emocional, el acceso a recursos de salud mental y la promoción de estrategias de afrontamiento efectivas.
De igual forma, el estrés también ha sido un factor relevante en el contexto de la educación a distancia. Varios estudios, como los realizados por Ormart et al., (2021), Rosero-Morales et al., (2021), Jácome et al., (2023) y Diaz et al., (2023), han demostrado un aumento en los niveles de estrés entre los estudiantes como resultado de la transición al aprendizaje en línea y la falta de interacción social con sus compañeros.
Este incremento en los niveles de estrés ha tenido un impacto significativo en las emociones de los estudiantes. Como resultado, se han observado problemas de comportamiento en muchos casos, como han señalado investigaciones como las de Rodríguez-Monge et al., (2023), Edge et al., (2023) y Diaz et al., (2023), argumentando que la falta de interacción social, la adaptación a un nuevo entorno de aprendizaje y las dificultades tecnológicas pueden generar estrés adicional en los estudiantes. La ausencia de apoyo emocional y la sensación de aislamiento pueden contribuir a la manifestación de problemas de comportamiento, como la irritabilidad, la apatía o la falta de motivación.
De tal manera, que es fundamental abordar el estrés en el contexto de la educación a distancia y proporcionar a los estudiantes estrategias efectivas para manejarlo. Esto puede incluir la implementación de programas de apoyo emocional, el fomento de la comunicación y la interacción social, así como la promoción de técnicas de manejo del estrés, como la respiración profunda, la relajación y el ejercicio físico.
Además, es importante que los educadores estén atentos a los signos de estrés y problemas de comportamiento en los estudiantes, para poder brindarles el apoyo adecuado y dirigirlos hacia los recursos necesarios, como servicios de consejería o salud mental. Por ello, la transición al aprendizaje en línea y la falta de interacción social han contribuido al aumento de los niveles de estrés entre los estudiantes, lo que a su vez ha afectado su bienestar emocional y ha llevado a problemas de comportamiento. Es esencial tomar medidas para abordar el estrés y proporcionar el apoyo necesario a los estudiantes durante este período desafiante.
Por ello, es importante tener en cuenta que estos efectos negativos en la salud emocional y el comportamiento de los estudiantes no son uniformes y pueden variar según las circunstancias individuales y los recursos disponibles. Sin embargo, es innegable que la transición forzada al aprendizaje en línea y la falta de interacción presencial han tenido un impacto significativo en la vida de los estudiantes, generando un conjunto de desafíos que deben ser abordados de manera integral.
Es fundamental que los sistemas educativos y las instituciones escolares tomen en consideración estos aspectos y se enfoquen en implementar estrategias de apoyo emocional, promoción de la salud mental y desarrollo de habilidades socioemocionales durante y después de la pandemia. Además, se deben buscar soluciones para garantizar el acceso equitativo a recursos tecnológicos y apoyar a los estudiantes en la adaptación a los nuevos entornos de aprendizaje, fomentando la participación activa y la interacción social, incluso a través de plataformas virtuales.
La transición a la educación virtual y el retorno a las clases presenciales han dificultado la adaptación de los educandos, afectando negativamente las capacidades socioemocionales. Esto se ha manifestado en problemas para resolver conflictos, dificultades que se presentan en las aulas (Troncoso Araya, 2022). El regreso a la educación presencial ha puesto de manifiesto los obstáculos que los estudiantes enfrentan al expresar sus emociones (Hinojosa Carreño et al., 2023). Los Programas psicoeducativos facilitaron la detección de niños con déficits en IE (Bautista-González y Chávez-Soto, 2022).
La pandemia afectó la capacidad de empatía de los adolescentes (Yang et al., 2023; Troncoso Araya, 2022). Los niños contagiados con COVID-19 experimentaron temores más intensos relacionados con el contagio y la propagación, lo que se reflejó en un deterioro de su bienestar emocional (Chávez Juanito, 2020). Los niños cuyas familias no podían proporcionarles atenciones básicas y apoyo educativo en el hogar parecen enfrentar mayores desafíos en su ajuste socioemocional, manifestando niveles más altos de angustia (Busch et al., 2023). Los problemas emocionales generados por la pandemia son especialmente críticos para los adolescentes, dado que la interacción con sus pares es fundamental en esta etapa de desarrollo (Ormart et al., 2021). Los infantes representan un sector vulnerable ante los trastornos emocionales durante la pandemia (Rosero-Morales et al., 2021).
Por otra parte, durante la pandemia, se evidenció una tendencia hacia niveles altos en cuanto a la inteligencia interpersonal, lo que indica que los niños se desenvuelven eficazmente en situaciones complejas (Mujica-Stach et al., 2021). Asimismo, se evidenció una tendencia hacia niveles altos en cuanto a la inteligencia interpersonal, lo que indica que los niños se desenvuelven eficazmente en situaciones complejas.
Por otro lado, algunos estudios no han detectado un incremento de la depresión y ansiedad según referencias anteriores a la pandemia. Esto sugiere que los niños han enfrentado la crisis sin experimentar cambios significativos en su salud emocional, evaluada en términos de ansiedad, depresión, sentimientos de inutilidad e irritabilidad (Quero et al., 2021).
Durante las clausuras de las escuelas, los niños de las comunidades con bajos ingresos hayan experimentado una adaptación socioemocional más positiva en comparación con la población general (Busch et al., 2023). Después de volver a las clases presenciales, los estudiantes muestran una postura emocional, regulan sus emociones y muestran un alto grado de autoconciencia al identificar cuando experimentan sentimientos como enojo, tristeza o alegría, y hacen esfuerzos por controlar estas emociones (Hinojosa Carreño et al., 2023).
Se resalta que, se han dado oportunidades educativas potencialmente valiosas, como la digitalización del proceso educativo, un incremento en la implicación de los padres y una mayor atención hacia las necesidades emocionales de los estudiantes (Edge et al., 2023). La crisis causada por la pandemia ha motivado a los educadores a crear tácticas para atender las necesidades emocionales durante la educación virtual, reduciendo así el impacto negativo en su IE (Jácome Machado et al., 2023). Se prevé que las situaciones generadas por el COVID, tendrán un impacto significativo en su futuro (Pacheco- Lavado y Huaire-Inacio, 2022).
La evidencia disponible subraya la importancia vital de los programas de IE, ya que contribuyen a mitigar los impactos adversos en los niños (Rodríguez-Monge et al., 2023). Además, se resalta la eficacia de las acciones tutoriales para este fin (Tume Chunga, 2024). Se aconsejan medidas preventivas en el hogar, como fortalecer la interacción, incentivar prácticas saludables y optimizar las prácticas parentales (Paricio del Castillo y Pando Velazco, 2020). Las autoridades educativas y los docentes deben dar prioridad al intelecto emocional para diseñar estrategias metodológicas que orienten el proceso de formación en las aulas (Rodriguez-Monge et al., 2023).
Es fundamental reconocer que la educación debe ir más allá de los aspectos académicos o cognitivos y abordar también el desarrollo emocional de los estudiantes. En este sentido, es esencial incorporar programas en el ámbito escolar que fomenten la comprensión y mejoren las habilidades emocionales de los niños (Bautista-González y Chávez-Soto, 2022).
Además, es importante diseñar estrategias efectivas para abordar los desafíos emocionales que enfrentan los estudiantes durante este período. Mejorar la comunicación con los niños y brindarles un espacio seguro para discutir sus temores y ansiedades puede ser de gran ayuda. La participación en actividades colaborativas puede contrarrestar la sensación de soledad y promover un sentido de conexión y pertenencia. Asimismo, fomentar ciertas actividades físicas puede contribuir a reducir la preocupación, el miedo y el estrés. La musicoterapia también puede ser considerada como un medio efectivo para aliviar las emociones negativas y mejorar el bienestar emocional de los estudiantes (Jiao et al., 2020).
Por ello, es importante que los educadores y profesionales en el ámbito escolar estén capacitados para identificar y abordar las necesidades emocionales de los estudiantes. Esto implica brindarles apoyo emocional, enseñarles estrategias de manejo del estrés y promover un entorno de apoyo y comprensión.
Finalmente, los docentes juegan un papel fundamental en el fomento de la inteligencia emocional en los estudiantes, ya que son los mediadores entre el alumnado y el contenido impartido en el aula. Por ello, los educadores destacan ante todo por sus habilidades emocionales, siendo un modelo a seguir y enseñando sobre la importancia y beneficios de conocer, entender y regular las emociones.
Por tanto, el personal docente debe reconocer las emociones y su influencia en el rendimiento escolar, estableciendo un ambiente libre de amenazas, permitiendo que los estudiantes hablen de sus emociones y sean escuchados, brindándoles su apoyo en el aprendizaje y estableciendo conexiones significativas con los demás para que éstos desarrollen empatía.
Conclusiones
A pesar de que son pocos los años de evolución de la IE, la tendencia hacia su inserción en la formación ha sido creciente. La educación de la IE es, principalmente, un asunto que compete al ámbito escolar, en tres niveles: familiar, docente y del alumnado. Aunque el papel de las familias y del entorno del aprendente resulta determinante, este papel está en su mayor parte indirectamente influenciado por el profesorado, salvo en el caso de centros de la educación especial.
Por consiguiente, se dirigen las presentes líneas de actuación a docentes de enseñanzas no universitarias, dado que las líneas curriculares de la educación superior se establecen mediante otras regulaciones como las Ordenanzas de la Evaluación de las vías y enseñanzas en el sistema universitario. Por tanto, la educación de la IE se produce dentro de los contenidos de las distintas materias o áreas de cada vía, en un caso, y como objeto de los programas específicos de Intervención educativa, en otro.
La investigación sobre la inteligencia emocional de los estudiantes post pandemia revelan cambios significativos en las competencias emocionales de esta población. Los estudios revisados indican que factores como el confinamiento, la educación a distancia, las dificultades económicas, la convivencia familiar y la incertidumbre generalizada han tenido un impacto profundo en la IE de los estudiantes.
A pesar de esto, los docentes están haciendo grandes esfuerzos, a menudo sin conocimientos profundos sobre el tema, para comprender y apoyar a los estudiantes con problemas emocionales. Esto subraya la importancia de la IE como una competencia en tiempos de crisis. Por ello, el estado, a través del Ministerio de Educación, debería diseñar políticas y estrategias educativas que promuevan el desarrollo de la IE tanto en estudiantes como en docentes.