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Revista de Obstetricia y Ginecología de Venezuela

versión impresa ISSN 0048-7732

Rev Obstet Ginecol Venez v.66 n.2 Caracas jun. 2006

 

Dr. Armando Márquez Reverón (1921-2006)

Dr. Oscar Agüero

 

Ha muerto un gran cirujano venezolano: Dr. Armando Márquez Reverón (1921-2006). A los 83 años de edad falleció en Caracas, el 9 de junio Armando Márquez Reverón. No soy yo el indicado para escribir un adecuado recuento de su actividad y habilidad quirúrgicas. Ya lo harán sus colegas cirujanos, especialmente los oncólogos quienes encontrarán valiosa información en la “Semblanza” escrita por el Dr. Leopoldo Moreno Brandt en julio de 2005 en la sesión inaugural de la Jornada de la Sociedad Venezolana de Cirugía realizada en Puerto La Cruz, estado Anzoátegui y publicada con el título: “Doctor Armando Márquez Reverón: un ejemplo a seguir” (Rev Venez Cir 2005; 58 (2): 87-93). Después de su muerte, en la prensa diaria han aparecido notas de condolencia y comentarios relativos a su destacada personalidad y notable desempeño, emanadas de la Academia Nacional de Medicina, Sociedades de Obstetricia y Ginecología, de Oncología, Centro Médico de Caracas y su Sociedad Médica, Departamento de Anestesia y Colegio Universitario de Enfermería, la Asociación Venezolana de Laringectomizados, así como resúmenes de su trayectoria médica. No obstante, el largo trayecto comprendido entre mayo de 1965 y diciembre de 2000 (fechas de mi ingreso y retiro, respectivamente, de la actividad profesional en el Centro Médico de Caracas, me dieron la oportunidad de valorar y admirar sus elevadas cualidades médicas y personales. De su actitud como extraordinario cirujano solo mencionaré una experiencia anecdótica vivida conjuntamente con una embarazada de 24 semanas con antecedente de cesárea, que me fue referida por un cuadro abdominal agudo. Al examinarla ambos pensamos en desunión de la cicatriz uterina. La laparotomía inmediata mostró la brecha en dicha cicatriz y la salida abundante de sangre a presión. Después de una rápida histerectomía, comenzó un sangrado profuso por múltiples sitios de la cavidad pélvica que no cedía a la hemostasia, ni a la compresión. Durante más de 9 horas, estuvo Armando Márquez luchando contra una severa coagulación intravascular diseminada que además de las maniobras quirúrgicas, requirió transfusiones que agotaron las reservas de los bancos de sangre del Centro Médico y Municipal del Distrito Federal. El Gobernador de Caracas, Diego Arria, llamado desde el hospital, envió a policías para que donaran sangre. Admiré profundamente en Armando Márquez su temple de cirujano; no lo vi alterarse, elevar la voz, regañar. Solamente en un determinado momento, con las manos metidas en la pelvis, dijo: “Ya no podemos hacer más”. La paciente sobrevivió. Seguramente, en su extenso recorrido quirúrgico tuvo muchos casos como éste. Con la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Venezuela, de la que fue Miembro Asociado, colaboró ampliamente desde 1958, con su participación en conferencias y mesas redondas en reuniones y congresos, en los que enfocaba temas en los cuales era experto, como histerectomía y cáncer genital y del seno. Fue particularmente brillante su intervención en el 10º Congreso Nacional de Obstetricia y Ginecología, realizado en Barquisimeto en 1986: Allí, la asistencia a su conferencia sobre “Cáncer del ovario”, sobrepasó la capacidad de los grandes salones del Hotel Hilton. Hay que mencionar el hecho de que sus presentaciones y publicaciones, en su mayoría, estuvieron basadas en datos y cifras de su archivo personal, hecho raro entre nosotros. Además, en la citada Sociedad, formó parte, durante un lapso, de la Sección de Cáncer Ginecológico. Su personalidad fue excepcional. Físicamente, era alto, delgado, fuerte, cuidadosamente vestido en todo momento (su nombre apareció con gran frecuencia en las listas de los hombres más elegantes de Caracas). Su trato era amable, cordial, fino. Ameno conversador, aderezaba sus charlas con anécdotas, chistes, cuentos. Este don también lo poseía su hermano mayor, Victorino Márquez Reverón, igualmente, como él, destacado médico otorrinolaringólogo, probablemente heredado de la madre de ambos, doña Margarita Reverón de Márquez. En la sala de estar del área de quirófanos del Centro Médico de Caracas, en el pre y el inter operatorio, Armando Márquez era un primer actor. Este mismo trato afable y cariñoso lo disfrutaron sus pacientes, quienes lo respetaban y admiraban. En mi consultorio vi llorar a señoras cuya atención compartíamos, cuando se enteraron de su decisión de viajar a Londres, en compañía de su gran amigo, el notable gastroenterólogo y hepatólogo, Simón Beker y, por supuesto, su distinguida, abnegada e inseparable esposa, Sra. Helena Arismendi de Márquez, para una consulta y estudio con un superespecialista inglés, por presentar una severa afección hepática, de la cual se recuperó luego. Me hizo el honor de elegirme para el control de los embarazos de sus hijas, nuera, sobrinas y otros familiares, además, intervino quirúrgicamente a parientes míos muy cercanos. De allí, surgió nuestro acercamiento profesional y el incremento de mi afecto y admiración hacia un personaje excepcional, trabajador incansable en su quehacer diario en quirófanos, consulta externa y ayuda inmediata a colegas cuando era llamado en situaciones de emergencia a cualquier hora del día o noche. Todo esto lo cumplió sin descuidar su intensa vida social, ni sus aficiones por la música clásica, los viajes, el golf, la buena mesa y los buenos vinos. La enfermedad que le produjo la muerte cursó con periodos de remisiones y recaídas que no mermaron su deseo de viajar a Chicago en mayo del presente año para recibir, personalmente, el diploma de Miembro Honorario que le fue otorgado por el Colegio Americano de Cirujanos, deseo que no pudo satisfacer. Armando Márquez Reverón fue un caballero que dominó el arte quirúrgico con una elegancia y maestría difíciles de igualar.

 Dr. Armando Márquez Reverón

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