SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.114 issue3Laparoscopia y exploración del lado opuesto de la hernia inguinal en el niñoLa medicina basada en evidencia en 1948: visión desde 2005 author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Gaceta Médica de Caracas

Print version ISSN 0367-4762

Gac Méd Caracas vol.114 no.3 Caracas Sept. 2006

 

Consideraciones varias sobre el Libertador*

Dr. César Aure Tulene

Individuo de Número

El 17 de diciembre del año de 1830, es fecha aciaga para los pueblos de América: el ideal del gran hombre se derrumba en la postrimería de su existencia. Pareciera que se habían dado cita todos los diablos del desastre.

En sus proclamas, escritos y discursos, presagiaba el porvenir: "la anarquía reina en todas partes y la disolución será total" (1).

Vamos a analizar algunos de los múltiples hechos que conformaron la vida del Padre de la Patria.

Linaje

La genealogía de los Bolívar, los Palacios y Blanco, así como los descendientes de los hermanos del Libertador, los presentaremos a continuación.

El primer Simón Bolívar de quien nos habla la historia, llega a costa firme a finales del siglo XVI, en el año de 1588, procedente de la puebla de Bolívar Marquina: Vizcaya. Hombre organizador, activo, inteligente y amigo de la política, tuvo la iniciativa de inculcar a los colonos la importancia de la fertilización del suelo, apartando de sus mentes la idea de la búsqueda de oro. Creó la federación de provincias otorgándosele a Caracas la supremacía sobre las demás. Fue nombrado por el ayuntamiento procurador ante la Corte de Felipe II a objeto de obtener beneficios para la colonia: en el orden cultural la fundación de escuelas, en lo político la no dependencia de la Audiencia de Santo Domingo, en lo administrativo proveerse el ayuntamiento de sus necesidades y en lo económico licencia para enviar navíos con mercadería a la península con reducción de cuota aduanal y derecho de almojarifazgo. Contrae nupcias en 3 oportunidades, y fallece anciano demente y pensionado por el rey (2-6).

En generaciones posteriores encontramos un segundo Simón Bolívar a quien apodaban el mozo. A diferencia del anterior, su inclinación era por la vida mística; a tal punto, que una vez ocurrida su viudez, se hace clérigo siendo el primer Bolívar que participa en la encomienda de los indios de San Mateo.

Hijo del mozo, fue don Antonio de Bolívar y Rojas hombre audaz y ambicioso, cuya madre era hija del fundador de Valencia, Alonzo Díaz Moreno. A diferencia del padre opta por la vida militar llegando al grado de capitán. Es alcalde de la hermandad de Caracas, justicia mayor y corregidor de los Valles de Aragua. Contrae matrimonio con doña Leonor de Rebolledo. El matrimonio procrea un hijo: don Luis de Bolívar y Rebolledo; como el padre, opta por la vida castrense siendo capitán de infantería, justicia mayor y corregidor de los Valles de Aragua, alcalde de Caracas y contribuye de su propio peculio en la fortificación del puerto de la Guaira, la dota de armamento y persigue como jefe de crucero a piratas y contrabandistas, ausentando de nuestras costas las embarcaciones francesas, inglesas y holandesas. Se casa con doña María Villegas de Ladrón y Guevara, enlazando con nueva familia de conquistadores por su parentesco con el fundador de Barquisimeto Juan de Villegas, quien ocupa posteriormente la Capitanía General de la provincia. Esta dama trasmite a la familia la hidalguía de los Ladrón y Guevara y el arrojo de ambas familias.

El matrimonio procrea como hijo a Don Juan de Bolívar y Villegas, con mayor figuración que el padre y los abuelos. En dos oportunidades es encargado de la gobernación de Caracas, dos veces alcalde de la ciudad, defensor del Puerto de La Guaira comandando las milicias de Aragua. Funda en tierra de su propiedad, el pueblo San Luis de Cura, y en segundas nupcias se casa con doña Petronila de Ponte dueña del señorío de Aroa por concesión de la corona a sus abuelos.

Hijo del matrimonio es don Juan Vicente de Bolívar y Ponte: coronel de regimiento, administrador de la real hacienda, teniente gobernador, procurador y defensor de la Guaira y Puerto Cabello de la escuadra británica del almirante Knowles; y por si fuera poco padre del Libertador. Encontramos por su línea de varón, como hemos visto, generales, coroneles, místicos, capitanes y fundadores de pueblos: benefactores de la humanidad.

Los Palacios proceden de Miranda del Ebro, Castilla la Vieja. Formaron parte de la sociedad de la provincia y algunos de sus miembros como fueron Florencio y Leandro Palacios, participaron en la guerra de la independencia.

Los Blanco son de Flandes y Francia, bien originarios de esas regiones o por haber permanecido en ellas durante mucho tiempo como oficiales al servicio de la Corona. Integraron cabildo y ayuntamientos y fue frecuente el cruce de ambas familias.

Infancia y juventud

El 24 de julio de 1783 en horas después del mediodía y a la edad de 23 años, doña Concepción es madre por cuarta vez. Sus primeros tres hijos fueron: María Antonia, Juana y Juan Vicente. En la citada fecha, se convierte la ciudad de Caracas en la cuna del más ilustre de sus hijos.

Numerosos amigos se encontraban en la residencia de los Bolívar y Palacios, cumplimentando a la familia por el acontecimiento que tenía lugar. Un pariente de la familia, doctor en teología, el presbítero José Félix de Xérez de Aristeguieta va honrar al recién nacido bautizándole, y previa consulta con el progenitor, llevará por nombre Simón José Antonio de la Santísima Trinidad. El sacerdote dona importante vínculo económico al recién nacido, dejando constancia en el documento que sólo hará uso del mismo viviendo en su país natal y no atentar contra ninguna de las dos majestades: ni la divina ni la humana. Señalemos que el niño, a diferencia de la costumbre de la época, no es amamantado por la madre, siendo su primera nodriza una dama amiga descendiente de españoles: doña Luisa Mancebo de Miyares, esposa del coronel Fernando Miyares gobernador de Maracaibo y posteriormente capitán general de la provincia. La señora Miyares cumple este rol hasta tanto dé a luz una negra esclava llamada Hipólita, que se convertirá en la nodriza definitiva (2, 3, 7).

El coronel Juan Vicente de Bolívar y Ponte, nacido en Caracas en 1726, muere a los 60 años, dejando una viuda de 23 años y cuatro huérfanos, el menor con apenas 3 años de edad. La madre tiene que afrontar como de hecho lo hizo, el cuido y administración de los bienes de la familia, así como la atención de los cuatro hijos. El menor, el más díscolo y quien a temprana edad, se advertía lo que le acompañó de por vida: ansioso, nervioso e impaciente, era quien daba más guerra a la madre. El abuelo materno, don Feliciano Palacios y Sojo, hombre piadoso y conservador, será su tutor, y el primer administrador de los bienes del niño.

Doña Concepción, en vista del descontrol de su menor hijo y posiblemente ya presa de la enfermedad que pondría en poco tiempo fin a su vida, opta con el fin de encarrilar al pequeño, ponerle en manos de un amigo de la familia: docto varón, hombre de consejo y pensamiento; nos referimos al licenciado Miguel José Sanz, abogado quien no es proclive al cuido de niño y menos aun tratándose de un extraño. El licenciado es nombrado por la Audiencia de Santo Domingo administrador ad litem de los bienes del niño y actuará como tutor. El pequeño posiblemente pasa parte del tiempo en la casa del licenciado: horas, días y hasta semanas. En las leyendas de Venezuela de don Arístides Rojas, se narran simpáticas anécdotas de la estancia de Simón en la casa del licenciado Sanz (4).

El niño tiene profesores a domicilio: el capuchino Andujar, Andrés Bello, el señor Pelgrón, quienes pretenden enseñarle nociones de matemática, gramática, geografía e historia sagrada.

Los esfuerzos son vanos debido a la falta de interés del pequeño y el desagrado de estar en un ambiente diferente al de su casa, habida cuenta que en la casa del licenciado Sanz el orden, disciplina, silencio y ausencia de otros niños, mal humoraba al discípulo siendo negativo su rendimiento. El licenciado reportaba a la madre que se trata de un niño díscolo, respondón, mordaz en las respuestas; en resumidas cuentas en opinión del licenciado, se trata de un niño nulo y si pretenden sacar algo de él, hay que sentarle la mano como decía el abuelo materno, quien no obstante trataba de consolar a la hija diciéndole que aún era muy pequeño y había la esperanza de obtener algo bueno de él.

A los 7 años de edad y bajo la tutoría del abuelo materno y desconcierto de la madre, le entregan para educarle a un joven pedagogo recién llegado de Europa, a quien poco conocían, y desconocían su forma de pensar. Este personaje calificado como un hereje tan malo como cualquier otro de la metrópoli, era Simón Rodríguez, amante de la enseñanza de Rouseau. Toma al niño y lo primero que hace es cerrarle los libros de texto y aportarle lo que hasta entonces no tenía: correr, cabalgar, dar largas caminatas, nadar y persuadirle vivir la naturaleza y no depender de ella. A medida que se adentra Rodríguez en los sentimientos del niño, empieza a trasmitirle oralmente todo lo que es capaz de entender y asimilar, creándose una verdadera simbiosis que permanecerá siempre presente; pudiéndose afirmar que fue Bolívar el hijo del espíritu de Rodríguez, y apartando padres y hermanos, a quien más quiso el futuro Libertador, fue precisamente a Simón Rodríguez, hombre de genialidades con un código personal de la vida. Inculca al alumno la importancia de la lectura, y así vemos cuando Bolívar viaja por vez primera a España, le acompañan libros que enaltecen el espíritu: "Los varones" de Plutarco.

A la edad de 9 años es huérfano de madre y poco tiempo después muere el abuelo materno; es confirmado por su tío materno don Esteban Palacios a los 10 años de edad, y ya a los once años insiste para que le envíen a España al lado de su padrino de confirmación, habida cuenta que del hogar de los Bolívar y Palacios no queda rastro por los matrimonios precoces de sus hermanas y posteriormente, la muerte en accidente marítimo de su hermano Juan Vicente.

A los 16 años, logra su objetivo y el 19 de enero de 1799, se embarca a España desde el puerto de La Guaira, en el San Ildefonso, barco que por razones de orden táctico hace escala en Veracruz, lo cual le permite conocer México, dejando grata impresión que mantendrá en el curso de su vida. Conoce a la marquesa de Uluapa y la corte del virrey Asanza. En cierta oportunidad personas adultas y amigas del virrey conversan sobre la situación que vive Europa y particularmente sobre los acontecimientos que ocurren con motivo de los sucesos de Francia. El joven de apenas 16 años emite su opinión, fiel a su característica de entrometerse en las conversaciones de los adultos y lo hace favorable a los acontecimientos de la revolución; opinión que produce gran malestar en la corte, habida cuenta que por hechos menores el castigo era prisión y hasta la muerte. Este hecho precipita el que se acelere su marcha a España (llama la atención el hecho que su buena coherencia oral para expresar su punto de vista choca con la mala redacción y ortografía que se plasma en carta que envía a uno de sus tíos desde Veracruz) (4).

Para el mes de mayo del año de 1799, llega a España debiendo atracar la embarcación en Santoña; pasa luego a Bilbao y posteriormente se reúne con su tío Esteban en Madrid. don Esteban, persona adicta a la monarquía, recibe los beneficios de esta por su estrecha amistad con don Manuel Mallo, colombiano nacido en Popayán, quien vivió en Caracas, y para esa fecha disfrutaba los beneficios de la corte por ser el favorito amante de la reina María Luisa de Parma, esposa del rey Carlos IV. Tal circunstancia le permite a don Esteban obtener las charreteras de capitán para su hermano mayor Carlos, la de teniente para su hermano Pedro y el sobrino Juan Vicente y de alférez para Simoncito, como le llamaban los tíos.

El padrino le pone profesores de matemática, danza, esgrima, equitación, y algo de idiomas vivos. La educación que empieza a recibir es más de exterioridades que de una culturización en el mejor sentido de la palabra. Don Esteban pretende con este barniz prepararlo para una vida de salón y cortesana.

Al poco tiempo de llegar Simón a Madrid, lo hace el hermano menor de don Esteban, y considera la familia que ello constituía abusar de la hospitalidad de Mallo, razón por lo cual deciden mudarse con sus criados, sin ello significar el no continuar compartiendo la mesa del benefactor de don Esteban.

Al cabo de algunos meses se separa Simón de los tíos y se muda a la casa del marqués de Ustáriz; hombre de pensamiento e ideas emancipadoras, culto y del mismo apellido familiar de los que integraban la aristocracia de la colonia.

En Venezuela fue don Simón Rodríguez, y ahora en España va a redondear con el marqués, la verdadera y disciplinada enseñanza, a diferencia de lo vivido con el tío: severos profesores de idiomas, literatura, filosofía, historia, matemática, oratoria, lectura de clásicos antiguos y de la época, hábito este que permanecerá en aquel joven a través de su vida. Conoció por la lectura a Cicerón, Plutarco, Rouseau, Voltaire, Diderot y muchos otros. Podemos decir que fue un autodidacta, con las ventajas y desventajas que ello significa, pero lo que si es cierto fue su gran capacidad para asimilar e instruirse. Con el marqués, se orienta la educación en un medio muy diferente, tanto para el aprendizaje como para la vida social.

Conoce en ese medio a quien sería cierto tiempo después su esposa: María Teresa Rodríguez del Toro y Alayza, viviendo los días de mayor felicidad. Decide contraer matrimonio, y escribe a su tío Pedro Palacios con la finalidad de hacer solicitud formal de la prometida; no escribe a su padrino por estar preso en la cárcel de Montserrat como consecuencia de la venganza emprendida por el favorito inicial de la reina llamado Godoy, quien emprende ataque a la persona de Manuel Mallo y quienes fueron sus allegados, como de hecho lo fue don Esteban. Incluso al propio Simón se le vio obstaculizado al comienzo el matrimonio por tener prohibida la entrada a Madrid, lo cual le llevó a pensar contraer matrimonio por poder (estaba en París y luego en Bilbao). Cuando logra su entrada a Madrid, se corren las amonestaciones y obtenido el permiso de la Corona, se lleva a efecto el matrimonio en el mes de mayo de 1802, y al poco tiempo regresan a Venezuela los jóvenes esposos.

La fatalidad se hace de nuevo presente en la vida del joven Bolívar; dijimos que perdió a su padre a los tres años de edad, la madre a los nueve y poco tiempo después al abuelo. Las hermanas se casan muy jóvenes y prácticamente del hogar de los Bolívar y Palacios no queda rastro; y para colmo cuando pensaba tener el calor de hogar antes de cumplir un año de casado, muere la esposa.

Simón es presa de profunda nostalgia y depresión. A inicio de 1803, decide volver a España a visitar a los padres de la esposa y llevar sus pertenencias. Esta vez los recuerdos y la nostalgia se apoderan de su espíritu y decide marchar a París, y dentro de una estadía signada por la nostalgia y depresión, el tiempo, doctor de los grandes males, inicia una vida disipada y de placer.

Conoce a Fanny Duvillar de Derviu, esposa de un general francés; mujer de mundo y vida social quien para entonces contaba aproximadamente 28 años de edad; se inicia un romance con esta dama de la sociedad quien le introduce en su mundo y comparte a su lado el romance y la vida de la sociedad (Fanny le llama primo y el la llama Teresa, rememorando a la esposa muerta). Piensa que Fanny entiende su pesar y se constituye en su gran consuelo.

En medio de una vida signada por fases depresivas, nostalgia y placeres, decide separarse de aquel romance y coincide con su encuentro en ese año de 1805 con su maestro de infancia don Simón Rodríguez, quien además de los consejos para sacarle del estado en el cual se encontraba, le invita dar un paseo a pie por algunos países de Europa, llegando finalmente a Roma.

Juramento del Monte Sacro

El día 15 de agosto de 1805, estaba Bolívar en compañía de Simón Rodríguez en una de las siete colinas de Roma: el Monte Sacro. Señala el historiador que mucho discurría en esa oportunidad aquel joven de apenas 22 años de edad; era algo más del mediodía, cuando de pronto se plantea como hablando consigo mismo preguntas y da respuestas. Dijo entonces el histórico juramento al cual consagró su existencia:

"¿Con que este es el pueblo de Rómulo y de Numa, de los Gracos y los Horacios, de Augusto y de Nerón, de César y de Bruto, de Trajano y de Tiberio? Aquí todas las grandezas han tenido su punto y todas las miserias han tenido su cuna. Octavio, se disfraza con el manto de la piedad pública para ocultar su carácter suspicaz y sus arrebatos sanguinarios. Bruto hunde el puñal en el corazón de su protector para remplazar la tiranía de César por la suya. Antonio, renuncia al derecho de la gloria para embarcarse en las galeras de una meretriz sin proyectos y reformas. Sila, degüella a sus compatriotas. Tiberio, sombrío como la noche y pervertido como el crimen divide su tiempo entre lo conspicuo y las matanzas. Por un Cincinato hubo cien Caracallas, por un Trajano hubo cien Calígulas y por un Vespeciano hubo cien Claudios.

Este pueblo ha dado para todo: severidad para los viejos tiempos, austeridad para la República, depravación para los emperadores, catacumbas para los cristianos, mujeres para que las ruedas sacrílegas de sus carruajes pasen por el tronco despedazado de sus padres, valor para conquistar el mundo, ambición para transformar los estados de la tierra en arrabales tributarios, poetas que seducen con su canto como Virgilio, satíricos como Juvenal y Lucrecio, oradores que convencen como Cicerón, filósofos débiles como Séneca y ciudadanos enteros como Catón. Ha dado para todo, menos para la causa de la humanidad: Mesalinas corrompidas, Agripinas sin entrañas, procónsules voraces, sibaritas desenfrenados, historiadores insignes, ciudadanos de aquilatadas virtudes y crímenes groseros y cobarde. La civilización del Oriente ha soplado aquí en todas sus fases y ha mostrado sus diversos elementos; pero ha quedado poco para no decir nada para la emancipación del espíritu, la extirpación de las preocupaciones y el hombre en libertad. El despeje de esta incógnita habrá de verificarse en el nuevo mundo". Mirando al maestro dijo: "Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor y juro por la Patria, que no daré descanso a mi brazo y tranquilidad a mi espíritu, hasta que no haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del yugo español" (8-11).

Después de este hecho histórico, permanece cierto tiempo en Italia; visita otras ciudades como Alemania, Holanda y Estados Unidos (Boston). Para el año de 1807, está de regreso al país natal y se ocupa de sus asuntos personales y declara haber abierto una casa de comercio.

Las ideas emancipadoras gravitan en su mente y para el año de 1810, ocurre en Europa y específicamente en Francia un hecho de significativa importancia, cuando obliga Bonaparte a Carlos IV y al príncipe heredero Fernando, renunciar a la corona de España, siendo su objetivo colocarla en la frente de su hermano José Bonaparte. Este hecho produjo profundo malestar en el pueblo español y se crea la junta de regencia de Madrid cuya finalidad era el reconocimiento de su propia monarquía. La junta de Madrid, da paso a las de Cádiz y León, que envía emisarios a las colonias con la finalidad de reconocer fidelidad a Fernando VII, como rey de España. Con la excepción de las provincias de Coro y de Guayana, no acatan tal pedido alegando que si España se proporciona su propio gobierno, las colonias tenían el derecho de proporcionarse el suyo. Ocurren los hechos del 19 de abril, la renuncia de Emparan, declaración de la independencia y luego los sucesos del 5 de julio de 1811.

Para finales del año de 1812, Bolívar inicia una campaña de liberación de los pueblos del occidente y llega de triunfo en triunfo a Caracas, el ayuntamiento presidido por don Cristóbal Mendoza, le confiere el título de Libertador. Esta campaña es conocida en los anales de la historia como la Campaña Admirable. A inicio de 1813, sin conocimiento personal de Bolívar con Santiago Mariño, este último con los hermanos José Francisco y Bernardo Bermúdez, Valdez, Piar y el entonces joven oficial Antonio José de Sucre, realizan desde el islote de Chacachacare la liberación de los pueblos de oriente. Campaña esta conocida en los anales de la historia como la de los Libertadores de Oriente.

Bolívar amante de la gloria

Le correspondió conocer y admirar la gesta de Bonaparte, conoció los hechos de la independencia de Estados Unidos y admiró a Washington; podemos decir, que Simón Bolívar se diferenció de ellos por ser su máximo objetivo la gloria. Bolívar como enseñan varios historiadores fue predestinado por Dios para la gloria (4,12,13).

Bonaparte arengaba a sus tropas diciéndoles: "Venid soldados, la Lombardía os dará lo que nunca antes habéis tenido". Washington les decía a sus solados: "…acompañadme y así os haréis merecedores de vuestra recompensa".

Para Bolívar como hemos señalado la mayor recompensa era la gloria, como veremos en los siguientes ejemplos:

En el año de 1813, tramontaba los Andes al grito de "Soldados de Cartagena y la Unión, la América toda espera de vosotros su libertad y salvación, y así os haréis merecedores del sublime título de libertadores".

En el año de 1821 antes de la batalla de Carabobo, se encontraba enfermo el general Rafael Urdaneta; y en carta que le envía el Libertador, escribe: "Triste debe sentirse usted General al no podernos acompañar en la batalla que vamos a emprender, y así cubrirse de gloria".

En el año de 1825 en carta al general Sucre: "Usted créame general, nadie ama la gloria tanto como yo. Jamás ningún jefe ha tributado más gloria a un subalterno. Rechazo todo lo que no me parece bien, al mismo tiempo admiro lo sublime".

Al propio mariscal Sucre, le escribe en otra oportunidad: "El único tesoro que poseo es la gloria, la cuido como un avaro".

En el año de 1830, sometido a profundos sufrimientos físicos y morales, se consuela al decirle a su médico el doctor Alejandro Próspero Réverend: "estos imbéciles mientras más me persiguen, más incrementan mi gloria".

Cierto autor ha escrito que la gloria de Bolívar, asciende perpendicularmente hasta Dios.

Dos cartas y su última alocución en el Congreso de 1830 (14-17).

En esta primera carta, se aprecia el recuerdo por la patria y la familia, lo cual permanece en los sentimientos del hombre que ya con 42 años y los sacrificios de la guerra, no han mermado la añoranza y la nostalgia por el pasado.

Era 9 de julio de 1825, y se encontraba el Libertador en el Cuzco imperio de los Incas. La tarde de ese día revisa su correspondencia, y una de ellas le conmueve profundamente: era de su padrino de confirmación el tío don Esteban Palacios, que estaba de regreso a la patria.

Al día siguiente y contrario a su costumbre de dictarle al secretario, toma la pluma y escribe:

El Cuzco 10 de julio de 1825

"Mí querido tío Esteban y buen padrino:

Con cuánto gozo resucitó usted ayer para mí. Ayer supe que usted vivía, y que vivía en nuestra querida patria. Cuántos recuerdos se aglomeraron en un instante sobre mi mente. Mi madre, mi buena madre tan parecida a usted, resucitó de la tumba y se ofreció a mi imagen, la tierna infancia, la confirmación y mi padrino, se reunieron en un punto para decirme que usted era mi segundo padre.

Mis tíos, mis hermanos, mi abuelo, los juegos infantiles, los regalos que usted me daba cuándo yo era inocente; todo vino en tropel a excitar mis primeras emociones, efusión de una sensibilidad deliciosa. Todo cuánto tengo de humano, revivió ayer en mí. Llamo humano lo que está más en la naturaleza; lo que está más cerca de las primitivas emociones, Usted querido tío, me ha dado la más pura satisfacción al haberse vuelto a su hogar, a su familia, a su sobrino y a su patria.

Usted dejó una hermosa y dilatada familia segada por una hoz sanguinaria. Usted dejó una patria que desenvolvía los primeros gérmenes de la civilización, los primeros elementos de una sociedad; hoy sólo encuentra escombros, todo es memoria.

Los vivientes no existen, las obras de los hombres, las casas de Dios y los campos, han sufrido el formidable estrago del estremecimiento de la naturaleza. Usted preguntará: dónde están mis padres, dónde mis hermanos, dónde mis sobrinos; los más afortunados, encontraron sepultura en el asilo de las mansiones domésticas. Los más desgraciados, sembraron los campos de Venezuela con sus huesos después de haberlos regado con su sangre, por el solo delito de amar la justicia.

Nuestros campos regados con el sudor de trescientos años, han sufrido la fatal combinación de meteoros y crímenes. Usted se preguntará dónde está Caracas; Caracas no existe, pero sus cenizas y la tierra que la tuvo, están resplandeciendo de libertad e impregnada por la gloria del martirio".

Esta hermosa y sentida carta del Libertador, es conocida como la elegía del Cuzco.

Carta a José Joaquín Olmedo

A diferencia de la carta anterior, en esta vemos a plenitud el producto de la lectura y la ubicación que dentro de la mitología da a los participantes en la batalla de Junín; a propósito de las loas del político y poeta ecuatoriano José Joaquín Olmedo. En esta oportunidad, observamos al Libertador agudo y de sutil ironía en la respuesta. Le escribe:

"Querido amigo:

Hace pocos días recibí en el camino dos cartas de usted y un poema. Las cartas son de un político y un poeta; pero el poema es de un Apolo. Todo el calor de la zona tórrida, todo el fuego de Junín y de Ayacucho, todos los rayos del Padre de Manco Capac, jamás han producido inflamación tan intensa en la mente de un mortal. Usted dispara donde no hubo un solo disparo, usted abraza la tierra con las ascuas y el eje de un carro de Aquiles que jamás rodó en Junín. Usted se hace dueño de todos los personajes: de mi hace un Júpiter, de Sucre un Marte, de Lamar un Agamenón y Menelao, de Cordova un Aquiles, de Necochea un Patroclo y un Ajax, de Miller un Diómedes y de Lara un Ulises. A todos nos acompaña una sombra divina y heroica que nos cubre con un manto de protección como ángeles guardianes. Pero continuando en el país de la fantasía, la fábula y ficción, usted con su deidad mentirosa nos eleva como el águila de Júpiter levantó al cielo a la tortuga para dejarla caer sobre una roca que rompiese sus miembros rastreros. Usted nos ha sublimado tanto, que nos ha precipitado al abismo de la nada, cubriendo con una inmensidad de luces el pálido resplandor que opaca nuestras escasas virtudes. Usted amigo mío, nos ha pulverizado con los rayos de su Júpiter, la espada de su Marte, el cetro de Agamenón y la sabiduría de Ulises. Si yo no fuera tan bueno y usted no fuera tan poeta, yo diría que usted ha querido hacer una parodia de la Ilíada con los héroes de nuestra pobre farsa; pero no lo creo, porque usted es poeta y sabe como yo que de lo heroico a lo ridículo no hay más que un paso. Sabe usted que Manolo y el Cid eran hermanos aunque hijos de padre distinto. Un americano leerá su poema como un canto de Homero y un español lo leerá como un canto al facistol de Boileau".

Congreso de 1830.

En esta oportunidad año de la muerte del Libertador, en su alocución al congreso calificado por él como Congreso Admirable, deja ver en sus palabras el sentimiento que le invade; recuerda lo hecho hasta la fecha, y en nuestra opinión, el pobre agradecimiento por tanto sacrificio. Dijo:

"Veinte años ha, que os he servido en calidad de soldado y de magistrado. Hemos liberado repúblicas y conjurado guerras civiles. En cuatro oportunidades he devuelto al pueblo su omnipotencia convocando cuatro congresos constituyentes. Horrible era la situación de la patria y más horrible era la mía. Se atentó contra mi vida; se encendió la guerra civil que sirvió con otros ejemplos de modelo al gobierno del Perú, para invadir nuestros departamentos del sur con miras a la conquista y usurpación. Mucho ha sufrido la patria con estos sacudimientos que recordaremos siempre con dolor.

Me ruborizo al deciros, que el único bien que hemos obtenido es la independencia a costa de todos los demás; no obstante, ella nos abrirá las puertas con el auspicio de vosotros, para volver a reconquistarlos con todo el esplendor de la gloria y libertad".

REFERENCIAS

1. Homenaje de la UCV, ha muerto El Libertador. Ediciones del Rectorado, en el sesquicentenario de su muerte, Caracas, Venezuela, 1980.        [ Links ]

2. Blanco FR. Bolívar. Tomo I. Caracas: Ediciones la Gran Pulpería del Libro Venezolano; 1984.        [ Links ]

3. Rumazo GA. Bolívar. 6ª edición. Madrid, España: Editorial Mediterráneo; 1975.        [ Links ]

4. Blanco FR. Mocedades del Libertador. Caracas: Monte Ávila Editores; 1945.        [ Links ]

5. Aguirre IL. Bolívar, edición actualizada. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República; 1988.        [ Links ]

6. De Mosquera TC. Bolívar. 4ª edición. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República; 1983.        [ Links ]

7. Uslar Pietri A. Historia política de Venezuela. Madrid, España: Editorial Mediterráneo; 1975.        [ Links ]

8. Díaz GJ. Juramento profético de Bolívar en el Monte Sacro. 3ª edición. Roma: Políglota Vaticana; 1984.        [ Links ]

9. Grases P, Pérez VM. Itinerario documental de Simón Bolívar: escritos selectos. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República; 1970.        [ Links ]

10. Salcedo BJ. Simón Bolívar la esperanza del Universo. Francia: Imprimiere Manutention Mayenne; 1983. UNESCO.        [ Links ]

11. Masur G. Simón Bolívar. Biblioteca Bolivariana para el tercer milenio. Colombia: Armonía Impresores; 1999.        [ Links ]

12. Simón Bolívar, el hombre. http://www.simon-bolivar.org/        [ Links ]

13. Simón Bolívar en la biblioteca. http://www.analitica.com/biblioteca/bolivar/default.asp        [ Links ]

14. Blanco FR. Bolívar. Tomo III. Caracas: Ediciones La Gran Pulpería del Libro Venezolano; 1984.        [ Links ]

15. Arze JR. Simón Bolívar, páginas selectas. Madrid, España: Colección Crisol, Aguilar S A Ediciones; 1975.        [ Links ]

16. Petzold PH. Bolívar y la ordenanza de los poderes públicos. Editado por Fundación Premio Internacional Pensamiento de Simón Bolívar. Caracas: Fotoprint C.A.; 1985.        [ Links ]

17. Carrera DG. Bolívar fundamental II. Caracas: Monte Avila Editores; 1992.         [ Links ]

Nota

*Trabajo presentado en la Academia Nacional de Medicinaen la sesión del día 22 de julio de 2004.