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versión impresa ISSN 0378-1844

INCI v.26 n.8 Caracas ago. 2001

 

LAS DIMENSIONES DE LA SOSTENIBILIDAD: FUNDAMENTOS ECOLÓGICOS, MODELOS PARADIGMÁTICOS Y SENDEROS

Johann Kammerbauer

Johann Kammerbauer. Dr. Agr., Universidad Técnica de Munich. Gerente de Proyectos, Fundación para el Desarrollo de la Ecología e Instituto de Ecología en Bolivia. Dirección: Fund-Eco / Instituto de Ecología, Campus Universitario C. 27, Apartado Postal 3-12376 S.M., La Paz, Bolivia. e-mail: kammerbauer@zuper.net

Resumen

Con la crisis ambiental de las últimas décadas surge la imagen directriz del desarrollo sostenible o la sostenibilidad con sus dimensiones ecológica, económica y social. Desde el punto de vista ecológico algunas características y procesos son fundamentales para el análisis: la característica sistémica y la complejidad de los ecosistemas, el mito del equilibrio ecológico estable, las características de resiliencia e irreversibilidad, la sostenibilidad intrínseca de los ecosistemas, y el fenómeno de la concentración y dispersión regional y global de recursos y residuos. El paradigma de la sostenibilidad se puede agrupar en tres modelos de interpretación: (1) bajo una visión analítica, (2) bajo una visión holística y (3) un modelo normativo. El primer acercamiento resulta del principio del manejo racional de los recursos con sus respectivos indicadores de causa-estado-efecto-reacción. La visión holística, por la incertidumbre intrínseca de los ecosistemas, llega al principio de la precaución en el manejo de los recursos, definiendo indicadores como la capacidad de carga del sistema. El modelo normativo trata de definir objetivos e indicadores en una situación compleja a través de un proceso de consenso por parte de los afectados e interesados. Es posible identificar senderos de la insostenibilidad y la sostenibilidad. Las ciencias proveen instrumentos de monitoreo, pero al final, por la normatividad del concepto, la sostenibilidad es un objetivo de políticas y cae dentro de una ética de responsabilidad.

Summary

With the environmental crisis in the last decades appears the directive image of a sustainable development or the sustainability in its ecological, economic and social dimensions. From the ecological perspective some characteristics and processes are fundamental for the analysis: the systemic character and complexity of the ecosystems, the myth of a stable ecological equilibrium, resiliency and irreversibility, the intrinsic sustainability of ecosystems and the phenomena of global and regional concentration and dispersion of resources and wastes. The paradigm of sustainablity can be grouped in three interpretative models: (1) under an analytical vision, (2) a holistic vision and (3) a normative model. The first approach results in the principle of rational resource management with its respective indicators of cause-state-effect-reaction. The holistic vision, considering the intrinsic uncertainty of ecosystems, results in the principle of precaution in resource management and defines indicators like the carrying capacity. Whilst the normative model tries to define objectives and indicators in a complex management situation through a consensus process involving the affected and interested groups. It is possible to identify pathways of unsustainability and sustainability. The environmental sciences provide monitoring instruments, but finally, due to its normative character, sustainability is a policy objective and therefore is part of a responsibility ethic.

Resumo

Com a crise ambiental das últimas décadas surge a imagem diretriz do desenvolvimento sustentabilidade ou a sustentabilidade com suas dimensões ecológica, econômica e social. Desde o ponto de vista ecológico algumas características e processos são fundamentais para a análise: a característica sistêmica e a complexidade dos ecossistemas, o mito do equilíbrio ecológico estável, as características de resiliência e irreversibilidade, a sustentabilidade intrínseca dos ecossistemas, e o fenômeno da concentração e dispersão regional e global de recursos e resíduos. O paradigma da sustentabilidade se pode agrupar em três modelos de interpretação: (1) baixo uma visão analítica, (2) baixo uma visão holística y (3) um modelo normativo. A primeira aproximação resulta do principio do manejo racional dos recursos com seus respectivos indicadores de causa-estado-efeito-reação. A visão holística, pela incerteza intrínseca dos ecossistemas, chega ao princípio da precaução no manejo dos recursos, definindo indicadores como a capacidade de carga do sistema. O modelo normativo trata de definir objetivos e indicadores em uma situação complexa através de um processo de consenso por parte dos afetados e interessados. É possível identificar sendeiros da insustentabilidade e a sustentabilidade. As ciências provém instrumentos de monitoramento , mas ao final, pela normatividade do conceito, a sustentabilidade é um objetivo de políticas e cai dentro de uma ética de responsabilidade.

PALABRAS CLAVE / Sostenibilidad / Modelos Analíticos, Holísticos, Normativos / Políticas de Desarrollo / Ética de Responsabilidad /

Recibido: 09/05/2001. Aceptado: 04/07/2001

El desarrollo agrícola e industrial de los países que tienen como objetivo un crecimiento económico continuo, y el uso de la biosfera y sus recursos, causan un impacto en los procesos ambientales de la tierra. El progreso tecnológico tiene como meta mejorar las condiciones socio-económicas del ser humano, pero se intenta llegar a un consenso sobre el uso de los recursos naturales y ambientales en el sentido que estamos caminando en una dirección que no es duradera, que nuestra sociedad no es sostenible. Un sinnúmero de estudios científicos, conferencias y declaraciones hechas en las últimas décadas nos muestran las limitaciones ambientales en los niveles locales, regionales y global, simbolizado por la perspectiva espacial de la tierra como una aldea global. Asuntos como la biodiversidad, el incremento del dióxido de carbono y la degradación del suelo son solamente unos pocos ejemplos en la lista. La visión planetaria y el desarrollo de modelos de simulación, por pioneros como el Club de Roma en 1972, evidenciaron las múltiples interrelaciones de la ecología global con el desarrollo de la sociedad humana (Meadows et al., 1972).

La "sociedad de riesgo" (Beck, 1986) desafía por primera vez en su historia su propio bienestar y por último su propia existencia por la dimensión de los impactos de las actividades humanas. Como respuesta a esta situación surge la demanda por una nueva definición del desarrollo. La respuesta, de repente, es una visión integral de un desarrollo sostenible, que toma en cuenta tanto las necesidades de las presentes generaciones como las opciones de las futuras. El informe Brundtland en 1987, la Declaración sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo y la Agenda 21 de la Conferencia en Río de Janeiro en 1992 muestran en sus discursos políticos un consenso global en esta dirección (Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo, 1987; Consejo de la Tierra/IICA, 1993). Pero en la práctica, en la implementación local, nacional y regional se muestran las dificultades de operacionalizar este axioma. Obviamente existen fuertes discrepancias entre el concepto de un desarrollo sostenible en su visión global y su interpretación y aplicación por los grupos sociales en sus perspectivas locales. El objetivo de este ensayo es presentar algunos principios de la sostenibilidad ecológica, las implicaciones de los diferentes acercamientos paradigmáticos al concepto de la sostenibilidad y unas conclusiones resultantes.

Fundamentos de la Sostenibilidad

El desarrollo de una sociedad en general puede ser conceptualizado como un proceso en el cual el conjunto de las opciones u oportunidades se incrementan para los individuos y la colectividad. El desarrollo sostenible busca, en el nombre de futuras generaciones, la compatibilidad ambiental y el desarrollo equitativo ante los procesos económicos globales. La tecnología es el medio de intervención del ser humano en los sistemas naturales y ambientales. El ser humano define los recursos en el proceso productivo y transforma con éste el paisaje. Los paisajes, en general agro-paisajes, reflejan la intervención humana en el pasado, tal como las actuales intervenciones van a reflejarse en el paisaje del futuro. Las intervenciones se ven influenciadas por la percepción cultural, ideas y preferencias de los actores actuales, quienes interactúan en estructuras sociales y las implementan afectando y transformando las condiciones ecológicas de un paisaje.

Antes de discutir las implicaciones de los distintos modelos de acercamiento a la sostenibilidad, sería necesario formular algunas ideas principales acerca de las leyes y procesos fundamentales que rigen los ecosistemas. Consideraremos el carácter sistémico del ambiente ecológico incluyendo las formas de vida como el ambiente físico. La teoría de sistema y de jerarquía permite un análisis más estructurado y la definición de algunos parámetros y reglas de sostenibilidad, que serán discutidas más adelante.

El carácter sistémico y sus limitaciones

Ya en el siglo IV a.C. Aristóteles estableció que el todo es mayor que la suma de sus partes. Esta visión holística ha ganado más seguidores, y fue formalizada en el ambiente científico bajo el concepto de la teoría general de sistemas en la década de 1950 (Cunningham y Saigo, 1997). La teoría ecológica trata de explicar la complejidad como la característica principal de los ecosistemas o paisajes a través de la teoría de sistemas, de escalas de organización jerárquicas, estrategias de regulación y control, y aspectos evolutivos para los componentes vivos y no vivos del ambiente, incluyendo al ser humano. Los paisajes se componen de ecosistemas y sus respectivos subsistemas, los cuales intercambian energía, materia e información. Los ecosistemas ejecutan múltiples funciones y forman parte del sistema de soporte de la vida. Los flujos de energía, los ciclos de la materia (agua, nutrientes, carbono, etc.) y la diversidad de vida entran en una red de interconexión e interacciones a través del tiempo.

Existe una controversia teórica entre los que ven la ecología como una ciencia, con el objetivo de producir amplias generalizaciones sobre la naturaleza independientemente del contexto, y otros que consideran más que todo su contribución en la historia natural, específicamente en tiempo y espacio (Harte, 1995). La diversidad y complejidad de los ecosistemas es un desafío para las ciencias ecológicas, así como para los que manejan los recursos naturales. Los que toman decisiones finales sobre el manejo de los recursos, como los agricultores, los forestales, administradores, planificadores y muchos otros, actúan dentro de una organización jerárquica alta, en dimensiones espaciales e históricas específicas y enredados en problemas sociales como aquellos de la distribución y uso de los bienes comunes.

El mito del equilibrio ecológico estable

Una reflexión importante para la discusión de la sostenibilidad ecológica es la del mito del equilibrio ecológico estable. La complejidad de los ecosistemas no permite generalizaciones y conclusiones sobre un punto de equilibrio estable (Kay, 1991). La visión de un equilibrio estable es esencialmente estático y no tiene repuesta para explicar los sistemas no perturbados que están continuamente en transición. La visión de la estabilidad como propiedad de los ecosistemas, u homeostasis, representa la habilidad de un sistema para retornar al estado de equilibrio después de los cambios o perturbaciones temporarias; mientras más rápido retorne a la situación de equilibrio, más estable es el sistema (Holling, 1973). Ese estado de equilibrio, sin embargo, variará según factores externos e internos impredecibles. Las poblaciones, comunidades y ecosistemas tienen más de un estado de equilibrio, y las transiciones pueden variar en la escala del tiempo. Entonces, la dificultad reside en definir cuál es el estado de equilibrio y qué parámetros nos indican qué es equilibrio y qué no lo es.

¿Cuántas áreas de bosque son necesarias en una cuenca para mantener la diversidad biológica, los flujos de agua y la circulación de los nutrientes? Esto se puede simbolizar por el nivel de agua en una bañera, con ingreso y salida abierta (la característica de un ecosistema), donde un nivel de agua alto nos da una sensación muy cómoda y, por otro lado, un nivel menor de agua también cumple con su función de poder bañarnos y puede ser estable si no cambian los flujos; sin embargo si este nivel es demasiado bajo porque sale más agua de la que entra ya no cumplirá su función y nos llevará a una situación catastrófica de sequía. Tenemos muchos ejemplos de situaciones de manejo de recursos naturales de este tipo, especialmente en ecosistemas frágiles (por ejemplo en laderas, en zonas semiáridas y áridas, y zonas húmedo-tropicales).

El equilibrio de los sistemas es un equilibrio dinámico de flujo y una función del contexto. Los analistas ambientales y al final los diseñadores de políticas deben, más que todo, estar conscientes de controlar los procesos de los sistemas ambientales en su respectivo contexto, el rango histórico de las perturbaciones del sistema, los límites evolutivos y fisiológicos de los componentes del sistema, y la caracterización e impactos por la intervención humana de corto y largo plazo (Pickett et al., 1992).

Resiliencia e irreversibilidad de los ecosistemas

La resiliencia es la propiedad de los ecosistemas que se refiere a la persistencia de las relaciones en un sistema, y es la capacidad de estos sistemas de absorber los cambios y persistir en el tiempo (Holling, 1973). No se mantienen necesariamente todos los eslabones y componentes, sino que permanecen las características y funciones básicas. Existen sin embargo, límites en el grado de alteraciones que un sistema es capaz de absorber. Cuando se superan esos límites o umbrales (que generalmente son difíciles de determinar, como por ejemplo la población mínima viable), los procesos se vuelven irreversibles y el sistema ya no es capaz de reponer la estructura y/o funciones alteradas. La extinción de especies y la degradación del suelo son dos ejemplos clásicos. Muchas de las especies actualmente en peligro van a estar extinguidas en el próximo siglo (Pimm et al., 1995) y una gran parte de la degradación del suelo va ser irreversible, si no se toman medidas drásticas e inmediatas de rehabilitación (Daily, 1995).

Sostenibilidad intrínseca de los ecosistemas

El ser humano desarrolla preferencias por diferentes tipos de ecosistemas con mayor o menor grado de intervención, formando diferentes patrones en un paisaje cultural. El uso de los recursos naturales y ambientales transforma el paisaje natural en un agro-paisaje o un paisaje cultural. El patrón básico consiste en un conjunto de ecosistemas naturales, ecosistemas semi-naturales (como por ejemplo pastos bajo árboles, vegetación secundaria de arbustos), agro-ecosistemas y finalmente sistemas urbanos altamente intervenidos. Si analizamos este patrón básico bajo el principio de una sostenibilidad intrínseca del sistema es obvio que los agro-ecosistemas y los sistemas urbanos no poseen una sostenibilidad intrínseca y necesitan ser mantenidos (subsidiados) por fuentes de materia y energía de otros lugares (por ejemplo agua, alimentos, trabajo, insumos) y por la disposición final de desechos y residuos. Existen fuertes dependencias entre los sistemas naturales y artificiales, manteniéndose estos últimos solamente por ser parte de una unidad de espacio mayor de una región.

Concentración y dispersión global de recursos y residuos

Una red intensa de trafico por tierra, agua y aire interconecta los continentes y resulta en un transporte de grandes cantidades de materiales y bienes naturales. Una consecuencia del comercio internacional es la acumulación de materiales en los países industrializados con los respectivos problemas ambientales y un empobrecimiento de recursos en los países de origen, que en muchos casos son idénticos a los países en desarrollo. Además, las políticas actuales de la liberalización de los mercados y del comercio fomentan este proceso a nivel global. El síntoma de este desequilibrio es el turismo de desechos entre los países. El petróleo, un recurso no renovable y limitado, mantiene el mecanismo del comercio internacional, lo que implica un fuerte desperdicio de energía y un aumento de la entropía de gran magnitud. Desde el punto de vista ecológico esta dinámica no es sostenible a largo plazo. Un desarrollo sostenible tiene que considerar estos principios fundamentales de la naturaleza.

Ejemplos de Reglas de la Sostenibilidad Ecológica

Las consideraciones arriba mencionadas permiten deducir unos mandamientos simples de conducta para la dimensión ambiental de la sosteniblidad. Por ejemplo:

- Minimizar el uso de recursos naturales no renovables y buscar fuentes y tecnologías de sustitución.

- La tasa de cosecha de recursos naturales renovables debe ser igual o menor a la tasa de recuperación.

- La producción de residuos debe ser menor que la capacidad de asimilación natural en su función de descomposición y reciclaje.

- Los flujos de materiales y energía a nivel regional y global deben ser simétricos y el balance energético de la producción agrícola positivo.

- El contenido de la información genética y la diversidad de los ecosistemas debe ser mantenido.

- Las intervenciones humanas en el espacio no deben sobrepasar la resiliencia de los sistemas ambientales y la capacidad de carga de la tierra.

Sin embargo es preciso enmarcar la sostenibilidad ecológica en el conjunto de las dimensiones económicas y sociales. Para facilitar el análisis se empleó un marco lógico a través de una agrupación de los modelos de acercamientos para operacionalizar la visión de la sostenibilidad.

Los Modelos Paradigmáticos de la Sostenibilidad

El debate científico sobre la sostenibilidad muestra tres grandes rasgos del pensamiento científico. Por un lado está la tradición analítica científica que proviene del paradigma de las ciencias naturales; por otro lado se puede identificar un modelo sistémico de una "ciencia post-normal" (Funtowicz y Ravetz, 1991), que trata de lidiar con el fenómeno de la incertidumbre, y finalmente una aproximación práctica orientada a objetivos en un proceso de consenso. La Tabla I resume los acercamientos al paradigma de la sostenibilidad.

Modelos analíticos

El sistema ambiental provee los recursos naturales para los procesos de producción y asimila los desechos de la producción y del consumo. El paradigma que rige esta interacción es el uso racional de los recursos naturales. Este modelo nos indica, por ejemplo, la cosecha máxima sostenible en el manejo de los recursos naturales renovables. Los forestales conocen muy bien el máximo a extraer del bosque, que es la tasa de recuperación para los recursos naturales renovables. Pero falla en indicar qué reserva de recursos es óptima en términos ecológicos, por ejemplo, cuánta área forestal es necesaria en una región definida. Por otro lado, para los recursos no renovables ni siquiera se puede indicar algo sobre su uso sostenible. Los indicadores ecológicos permiten monitorear los cambios en estructura y función de ecosistemas.

En términos de los desechos y la contaminación, los parámetros que nos guían son los impactos ambientales. La ecotoxicología estudia los impactos a nivel de organismos, especies (incluyendo el ser humano) y ecosistemas bajo ciertos impactos ambientales (por ejemplo, concentraciones de pesticidas, metales pesados y organoquímicos) en los diferentes medios (agua, suelo, plantas, animales). La limitación de este acercamiento son los fenómenos como el cometabolismo y la complejidad de las redes de interacción de los organismos y ecosistemas, las redes alimentarias y los flujos de materia y energía.

La operacionalización de la sostenibilidad consiste en la aplicación del modelo de estrés estímulo-estado-reacción. Bajo este concepto se diseña un menú de cadenas de causa-efecto-remedio del sistema ecológico (ejemplos: Winograd, 1995; De Camino y Müller, 1993; OECD, 1994; Comisión del Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, 1996; además existen experiencias sectoriales como la ITTO en el sector forestal). Estos indicadores ambientales permiten un monitoreo y evaluación del proceso, es decir en qué dirección cambian la estructura y función de un ecosistema. Lamentablemente no hay criterios científicos-ecológicos que nos pueden indicar claramente los valores de los umbrales.

El manejo racional de los recursos naturales no se basa en una ciencia exacta, ya que aún con todas las herramientas disponibles se puede morir el paciente sin entender el por qué. Muchas decisiones sobre el uso sostenible de los recursos se ha basado en una ecuación logística, utilizada para definir cuotas de extracción. Se supone que las poblaciones se pueden recuperar de las disminuciones naturales y que las causas de declinación se deben a factores humanos o a factores internos de mecanismos denso-dependientes. Sin embargo muchas poblaciones explotadas pueden estar controladas por mecanismos externos físicos y biológicos azarosos (como catástrofes o inmigraciones), difíciles de predecir (Mangel et al., 1993). Otra limitación de esta ecuación es que no permite tener una noción de las relaciones de una especie con el resto del ambiente; la explotación de una especie puede tener profundos efectos en la diversidad del ecosistema, las especies o a nivel genético. Lo mismo puede pasar en el manejo de una microcuenca, donde de repente se enfrenta un estado de crisis de agua sin entender totalmente las interacciones de las causas y consecuencias. Este fenómeno se encuentra especialmente en situaciones complejas como la degradación del suelo, el calentamiento de la tierra o la extinción de una especie.

Modelos sistémicos

En respuesta a las limitaciones del modelo causa-efecto se reconceptualiza la interacción humano-naturaleza. El sistema económico-social es parte del ecosistema y las reglas ecológicas determinan las reglas económicas y sociales. El ser humano prácticamente no puede trascender sus limitaciones físicas, biológicas y ecológicas, y las leyes de la termodinámica y el aspecto de la co-evolución con la naturaleza son las limitaciones inherentes. Solamente por un tiempo corto unas pocas generaciones podrían, tal vez, burlarlas, pero a la larga la entropía las alcanzaría.

En este sentido estos modelos buscan aplicar los principios generales de la termodinámica y los flujos de materia, energía e información. El supuesto es que la complejidad ambiental no permite entender el funcionamiento de los sistemas en su totalidad. Se reconoce la inexistencia de suficientes conocimientos científicos sobre estos sistemas abiertos, cuyos procesos de evolución, por ser inciertos, dinámicos y en parte irreversibles están fuera del alcance del razonamiento humano. Esta ignorancia y la incertidumbre llevan a dar prioridad a las "reglas de dedo" (O’Connor, 1994). En vez de tener mediciones analíticas exactas se busca identificar principios generales, pero de carácter fundamental, sobre los sistemas y los respectivos impactos humanos. El resultado de este razonamiento son indicadores sintéticos como el espacio ambiental de uso por servicio, la intensidad del uso de recursos, la huella ecológica, mochilas ecológicas, índices de impacto ambiental y capacidad de carga (ejemplos: índice de impacto ambiental por Ehrlich y Holdren, 1971; huella ecológica por Wackernagel y Rees, 1996; balances energéticas por Schroll, 1994).

Modelos normativos

El concepto de la sostenibilidad postula un acercamiento multidimensional considerando los aspectos ecológicos, económicos y sociales en niveles equivalentes. La opción de integrar los distintos aspectos es una aproximación normativa para definir objetivos o metas de sostenibilidad en los sectores económicos o casos específicos. Este acercamiento se basa en un proceso de consensuación entre las partes afectadas e interesados ("stakeholders") para definir los objetivos, arreglos de indicadores, estrategias de evaluación y consecuentemente en la implementación de estrategias. Las estrategias de implementación resultan en recomendaciones para el manejo de recursos y su distribución. Los indicadores se derivan tanto de relaciones causa-efecto como de un análisis sistémico.

Wirén-Lehr (2001) revisa estos conceptos de sostenibilidad orientados a objetivos y llega a la conclusion que todavía hay una discrepancia en la práctica de la valoración de las dimensiones de sostenibilidad y que faltan líneas guías para la formulación de estrategias. Al mismo tiempo sugiere la aplicación de un marco lógico de matemática según Mitchell y McDonald (1995) para desarrollar los indicadores. El modelo normativo sigue los pasos de una planificación orientados a objetivos. La ventaja de este procedimiento es su aspecto participativo que permite el intercambio de información entre los actores involucrados incluyendo los especialistas científicos. Estudios de casos muestran las experiencias como por ejemplo en el desarrollo rural comunal (Kammerbauer et al., 2001) o en la planificación regional (Bosshard, 2000). Un mayor desafío consiste en la sistematización del procedimiento y en la institucionalización de los procesos de planificación, desde los niveles locales hasta el nivel nacional.

Senderos de la Sosteniblidad e Implicaciones para las Políticas de Desarrollo

El concepto de la sostenibilidad es consecuentemente de carácter político-normativo. Básicamente incorpora una preocupación ética sobre la necesidad de mantener una infraestructura ecológica para las generaciones futuras. El desarrollo "no es un estado de armonía fijo, sino un proceso de cambio por el que la explotación de los recursos, la dirección de las inversiones, la orientación de los procesos tecnológicos y la modificación de las instituciones concuerdan con las necesidades de las generaciones tanto presentes como futuras" (Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo, 1987). El desafío para este milenio va ser el desarrollo de nuevos modelos de bienestar. El progreso tecnológico debe orientarse a los principios ecológicos. Los ecosistemas globales no son capaces de soportar el estilo de vida de los países industrializados para toda la población mundial. Los nuevos modelos de desarrollo tienen que incluir tanto los países del norte como los del sur. Crecimiento significa un incremento material, mientras que desarrollo es un cambio cualitativo, y ambos siguen diferentes leyes. Nuestra economía es solamente un subsistema de una tierra limitada. Existen límites del crecimiento material pero no necesariamente límites del desarrollo. La pregunta es cuáles son los factores que nos llevan al sendero de la insostenibilidad y cuáles son los caminos hacia un desarrollo sostenible.

En los últimos años se han hecho muchos esfuerzos en describir y cuantificar los senderos de la insostenibilidad ambiental. Los grandes temas globales son la degradación de la tierra, la pérdida de la biodiversidad, el incremento del dióxido de carbono, la transformación de grandes áreas forestales, la acumulación de desechos y residuos químicos, la explotación de recursos fósiles y minerales, y otros. Los factores propulsores son el crecimiento poblacional, el paradigma del crecimiento económico, el intercambio comercial y mayor competencia entre los mercados, y la homogeneización cultural. A nivel local el espacio rural se enfrenta, por ejemplo, con problemas de la calidad y cantidad de agua por la interferencia humana en los ciclos hidrológicos, la reducción de la poblaciones de especies de animales y plantas silvestres, la reducción en la variedad de especies domesticadas, el predominio de especies de plagas para cultivos, la pérdida de la fertilidad del suelo, y otros. La tragedia de los bienes comunes de libre acceso es evidente. Los bienes comunes y los intereses de futuras generaciones no tienen, o tienen poca representatividad en los gremios de las decisiones públicas y privadas. Nuestra mente no está programada para ver efectos a mediano y largo plazo. Nuestra perspectiva es un ciclo de producción anual hasta el máximo de una generación humana.

Según Costanza (1992) sostenibilidad ecológica implica la habilidad del sistema de mantener su estructura y función en el tiempo en respuesta al estrés externo. Si se revisa la literatura y se usa la experiencia adquirida para buscar ejemplos de senderos de sostenibilidad ecológica se encuentra que hay bastante experiencias, pero puntuales. Los posibles senderos se pueden agrupar bajo los siguientes aspectos: modelos de regulación de flujos de energía y materia, innovación tecnológica, nuevos sistemas de manejo y gerencia, y el cambio en la estructura del pensamiento y la valorización (Tabla II). Para algunos autores tiene que ser un cambio profundo y radical. Von Weizsäcker (1989) exige un nuevo camino a una "política de la tierra", que incluye una revolución de eficiencia en el lado de la producción engranado con una revolución de suficiencia en el lado del consumo. Un uso más eficiente de los recursos naturales con un menor insumo de energía se debe combinar con un nuevo patrón de consumo en dirección a una desmaterialización de la economía. Las comunidades y las organizaciones de base jugarán un nuevo rol en una economía local.

En muchos países en desarrollo, la pobreza está estrechamente vinculada al espacio rural y se nota una relación directa entre pobreza y destrucción de los recursos naturales y ambientales. Como ejemplo está la dinámica de la ocupación de tierras marginales en América Latina. La ocupación de las tierras más fértiles por medianas y grandes empresas, y la intensificación tecnológica con el uso de máquinas, fertilizantes y pesticidas libera una gran cantidad de mano de obra rural. Los trabajadores rurales y pequeños productores agrícolas en busca de nuevas oportunidades emigran a las laderas, pequeños valles y ocupan tierras frágiles en los trópicos. Las áreas frágiles de vocación forestal y no aptas para una producción agrícola sostenible pierden rápidamente su productividad, lo que conlleva a un proceso de degradación y finalmente de abandono. En ciertas circunstancias repercuten en el ciclo hidrológico, provocan mayores procesos de erosión y de sedimentación aguas abajo. Esta dinámica ejemplifica la interrelaciones de los factores ambientales, económicos y político-sociales en el desarrollo rural.

Las políticas de desarrollo sostenible deben incrementar las opciones y oportunidades disponibles para una comunidad o una sociedad. Las políticas, programas y proyectos de desarrollo tienen que identificar estrategias para la inclusión de las tres dimensiones de la sostenibilidad: la ecológica, de mantener la base productiva de los recursos naturales y el sistema de soporte de la vida; la económica, en el sentido de mantener un flujo de beneficios para satisfacer las necesidades humanas; y la social, en el sentido de una equidad distributiva y respetando los valores culturales y de la sociedad. Hemos discutido algunas piedras angulares de la sostenibilidad ecológica, deducido unas reglas de cómo manejar la complejidad de los ecosistemas y tratado de identificar rasgos de senderos insostenibles y sostenibles. Al final queremos dejar abierto si el potencial del desarrollo sostenible está en la diversidad de las mismas dimensiones del desarrollo sostenible. La diversidad ecológica (genética, de especies, de ecosistemas, etc.), económica (tecnologías, mercados, etc.) y social (culturas, actores, participación) pueden abrir opciones presentes y futuras para mejorar la calidad de vida humana. Un papel fundamental lo juegan los arreglos institucionales para la educación, investigación, la transferencia tecnológica, la primacía de la política sobre la economía y las políticas como tales, y la consolidación de los valores éticos hacia la vida y del proceso de desarrollo genuino humano.

En conclusión, la crisis ambiental en escala global puede ser vista como un desafío para el desarrollo de la sociedad humana en su conjunto. Las reglas de la interacción internacional deben considerar las ventajas comparativas de los países en desarrollo, especialmente en los trópicos y subtrópicos. La Amazonía y el Corredor Biológico Mesoamericano son ejemplos clásicos de ventajas comparativas en América Latina, en cuestiones de la biodiversidad y la regulación de gases de invernadero. Se trata de identificar las opciones de este tipo de ecodesarrollo y diseñar nuevos sistemas de interacción en nivel global. Las decisiones sobre objetivos de un desarrollo son de índole ética y política. Las ciencias ecológicas pueden dar los instrumentos de monitoreo mediante la formulación de indicadores precisos y "de dedo" sobre los procesos y son principalmente de carácter instrumental. En la historia humana la naturaleza ha dominado al hombre. Es la primera vez que el hombre domina la naturaleza requiriendo una nueva "ética de responsabilidad".

AGRADECIMIENTOS

El autor agradece a Silvia Chalukian, de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable, Salta, Argentina, y a Mikl Lee de la Universidad de California, EEUU, por sus valiosas sugerencias y comentarios.

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