Interciencia
versão impressa ISSN 0378-1844
INCI v.27 n.2 Caracas fev. 2002
0378-1844/02/02/071-02
Recibido: 02/10/2001. Aceptado: 15/01/2002
EL PÚBLICO, LA CIENCIA Y EL SUPERMERCADO (O EL 10%)
Julián Betancourt M.
PALABRAS CLAVE / Ciencia y Tecnología / Valores / Ciudadano /
Julián Betancourt M. Físico y Ms.C., Universidad Nacional de Colombia (UNC). Director Museo de la Ciencia y el Juego, UNC. Secretario Ejecutivo, Red de Popularización de la Ciencia y la Tecnología en América Latina (Red-POP). Dirección: Museo de la Ciencia y el Juego, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. Apartado Aéreo 59541 de Bogotá, Colombia. e-mail: mludus1@interred.net.co
Resumen
La apropiación pública de la ciencia debe tener como horizonte, por lo menos en nuestros países, la formación del ciudadano para la vida democrática del siglo XXI. Los valores de la ciencia y sus variadas formas de pensamiento son importantes en esta formación. Este ensayo presenta algunas ideas al respecto.
Summary
Public appropriation of science is to have as a goal, at least in our countries, the training of citizens for democratic life in the 21st century. The values of science and its many forms of thought are important in such training. This essay presents some ideas in this respect.
Resumo
A apropriação pública da ciência deve ter como horizonte, pelo menos em nossos países, a formação do cidadão para a vida democrática do século XXI. Os valores da ciência e suas variadas formas de pensamento são importantes nesta formação. Esta experiência apresenta algumas idéias ao respeito.
La apropiación pública de la ciencia fue un término que puso en boga la National Science Fundation en la década de los 70. Me parece que las nociones del público y de lo público han cambiado en estas ultimas décadas e igualmente puede pensarse de la ciencia. Uno de los ejes de la modernidad fue la ciencia convertida en metarrelato del proceso moderno. Sin embargo la postmodernidad se ha caracterizado por la quiebra de los metarrelatos de la modernidad y ante esto uno se pregunta cómo entender la apropiación pública de la ciencia.
Los públicos de la ciencia han cambiado a través de la historia (Feher, 1990) y la noción de lo público también. La globalización con su esquema de centro dominante y periferia dependiente ha contribuido a acelerar el cambio de muchas nociones ligadas al público y a lo público. La aldea global de Macluhan ha hecho más veraz el aforismo popular "el mundo es un pañuelo" y el desarrollo de las tecnologías de la comunicación ha puesto en evidencia que la escuela ya no tiene el monopolio de la educación (Barbero, 1996) y por supuesto de la educación en ciencia.
Las diferentes encuestas realizadas en Estados Unidos y otros países sobre alfabetización científica de la población han dado por resultado que un porcentaje menor del 10% es letrado en ciencia. Lo anterior indica de algún modo el fracaso de la escuela en este menester pero también las limitaciones de los diferentes procesos que desde la época de los años 70 se han llevado a cabo en el mundo occidental.
También es válido pensar que en ese tránsito de metarrelato de la modernidad a sistema experto de la postmodernidad, la apropiación pública de la ciencia se da en un porcentaje tal (no mayor del 10%) que permite los flujos de capital, información e imágenes y de personas que garantizan el manejo global por parte del centro y su dominio sobre el mercado y que con esta fracción pequeña, basta.
Por otro lado, Richard Feynman en una conferencia de 1962 titulada "El valor de la ciencia" citada por Betancourt (1998), anota que los científicos de esta época han tenido que imaginar toda clase de cosas infinitamente más maravillosas que las imaginadas por los poetas y soñadores del pasado. Sin embargo, los poetas no escriben acerca de ello; los artistas no intentan retratar o plasmar esta cosa notable. Se pregunta ¿Nadie se ha inspirado en nuestra actual imagen del universo?, y anota que el valor de la ciencia permanece no cantado por los cantantes, de tal forma que se está limitado a escuchar, no una canción o un poema acerca de ella, sino una conferencia nocturna. Esta no es una época científica, concluye el conferencista.
El mismo Feynman (1999) en un libro titulado en su versión en español "Qué significa todo eso. Reflexiones de un científico-ciudadano" y que recoge tres conferencias dictadas en 1963 en la Universidad de Washington en el marco del evento "Conferencias John Danz", en la tercera conferencia denominada "Esta era acientífica" anota que:
"Por supuesto, si ustedes entienden por científica la aplicación de la tecnología, no hay duda de que esta es una era científica. No hay ninguna duda de que hoy tenemos todo tipo de aplicaciones científicas que están provocándonos todo tipo de molestias además de proporcionarnos todo tipo de ventajas. De modo que en ese sentido esta es ciertamente una era científica. Si ustedes entienden por una era científica una era en la que la ciencia se está desarrollando rápidamente y avanzando a la mayor velocidad posible, entonces esta es definitivamente una era científica.
...Pero si al decir que ésta es una era de ciencia se quiere decir que la ciencia desempeña un papel destacado en el arte, en la literatura y en las actitudes y los conocimientos de la gente, no pienso que esta sea una era científica en absoluto. Si ustedes toman, por ejemplo, la edad heroica de los griegos, había entonces poemas sobre los héroes militares. En el periodo religioso de la Edad Media, el arte estaba relacionado directamente con la religión, y las actitudes vitales de la gente estaban muy estrechamente ligadas a los puntos de vista religiosos. Era una edad religiosa. Desde ese punto de vista, esta no es una era científica." (Feynman, 1999).
Pero precisamente ¿No tiene la apropiación pública de la ciencia como objetivo influir en las actitudes y los conocimientos de las personas? ¿Significa eso que el horizonte de la apropiación pública de la ciencia sea una era científica en la última acepción que señala Feynman? o ¿No se tiene ya tal pretensión, puesto que los grandes relatos que le dieron sentido a la modernidad ya no funcionan como tales?
Si miramos nuestros países periféricos ¿Tendrá la apropiación pública de la ciencia horizontes más cercanos que el de una mítica era científica? De la ciencia lo que más se publicita son sus resultados, mucho menos sus diversos métodos y menos aún sus variadas formas de pensamiento y sus valores.
Jacob Bronowski (1968) en su libro "Ciencia y Valores Humanos" discute los valores que a partir del Renacimiento ha ido construyendo el quehacer científico, en tanto actividad humana, y que son realmente valores que han contribuido a la cimentación de la vida democrática. Entre ellos están la libertad, la independencia de criterio y la tolerancia.
Para Bronowski la sociedad de los científicos debe ser democrática:
"Únicamente podrá pervivir y desarrollarse gracias a la constante tensión entre el disentimiento y el respeto, entre la independencia con respecto a las opiniones ajenas y la tolerancia hacia ellas. El nudo del problema ético se haya en la fusión de las necesidades privadas y las necesidades públicas. La tolerancia, sola, no basta...Y la independencia, sola, tampoco es suficiente..." (Bronowski, 1968).
La tolerancia entre los científicos no puede basarse en la indiferencia, sino en el respeto y en el reconocimiento público cuando en justicia sea necesario. Libertad, independencia de criterio, tolerancia y respeto son valores humanos con los cuales la ciencia ha contribuido a la vida democrática. En nuestros países esos valores no están tan arraigados en nuestras aún incipientes democracias y deberán ser parte sustantiva de los programas de apropiación pública de la ciencia. En este caso el horizonte sería de índole democrático.
Existe otro valor, que podemos denominarlo el gozo por explorar, o simplemente la aventura del conocer. Este unido a los anteriores valores son los pilares en que descansa la empresa científica como empresa humana y que de alguna manera deben formar al ciudadano.
En el horizonte democrático los esfuerzos en los programas de apropiación pública de la ciencia perseguirían que el ciudadano tuviera cuadros racionales que le permitan optar ante varias alternativas Por supuesto que esto no garantiza el éxito en la decisión, fuere cual fuera, sólo garantiza que lo haga de una manera reflexiva, libre y, si es el caso, respetuosa del que piensa diferente.
Esta es una era tecnológica, ella crea hábitos y visiones del mundo. Se habla del tecnoarte y hasta del tecnoporno. La vida cotidiana está mediada en buena parte por una parafernalia de aparatos y objetos tecnológicos que obligan a apropiar códigos de manejo que a su vez corresponden a lógicas de interacción. Sin embargo, la ciencia permanece invisible para grandes masas de la población, o dicho de otra manera, visible sólo para una fracción menor del 10%.
Recordamos a Jean Baudrillard (1995) quien en uno de sus libros dice más o menos lo siguiente (las inexactitudes son de mi cosecha. Quizá, simplemente lo esté parafraseando): ¿Qué es lo racional en una licuadora? El autor mismo responde: la teoría electromagnética. ¿Qué es lo irracional? El color, la forma, el deseo...
Podemos suponer que la apropiación pública de la ciencia es para mantener ese 10%, es decir que podemos hacer un esfuerzo gigantesco y no sacamos sino el 10% como eficiencia máxima del proceso. Si bajamos el esfuerzo, quizá esa eficiencia disminuya. O quizá hemos equivocado la estrategia y con un esfuerzo menor podemos aproximarnos al 10% y este valor no cambiaría si comprometemos mayores energías en la empresa.
Estoy simplemente especulando en un terreno que es elusivo. Volvamos a nuestros valores, que de una u otra forma configuraban lo que arriba denominé el horizonte democrático. Ya he dicho que la apropiación pública de la ciencia debe permitir al ciudadano optar entre varias situaciones, en distintos momentos y en diferentes espacios. También comenté que las decisiones que tome no están exentas de errores. Pero lo hará de una manera más reflexiva, incluso más responsable hacia si mismo y los demás así sea para decidir entre dos productos ¡en el supermercado!.
REFERENCIAS
Barbero J (1996) Heredando el Futuro. Pensar la Educación desde la Comunicación. Nómadas. No 5. Universidad Central. Bogotá. pp. 10-22.
Baudrillard J (1995) El Sistema de los Objetos. Siglo XXI Editores. Madrid. 229 pp.
Betancourt J (1998) Hacia una racionalidad multicultural y polifónica. Museolúdica 1(1). Museo de la Ciencia y el Juego. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. pp. 52-58.
Bronowski J (1968) Ciencia y Valores Humanos. Editorial Lumen. Barcelona. 188 pp.
Feher M (1990) Acerca del papel asignado al público por los filósofos. En Ordóñez EA (Comp) La Ciencia y su Público: Perspectivas Históricas. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid. pp. 421-443. [ Links ]
Feynman R (1999) Qué Significa todo eso. Reflexiones de un Científico Ciudadano. Drakontos. Barcelona. 147 pp.











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