Interciencia
versión impresa ISSN 0378-1844
INCI v.27 n.5 Caracas mayo 2002
POBLACIÓN Y MEDIO AMBIENTE
La población humana ha alcanzado tales proporciones que se teme excederá la capacidad del planeta para sostenerla.
Mucho se ha dicho sobre la necesidad de controlar la población de los países en desarrollo, donde se encuentra cerca del 80% de la población mundial y donde se concentra su crecimiento. Cerca del 90% de los 90 millones anuales de nuevos habitantes del planeta corresponde al mundo en desarrollo. Como consecuencia, las soluciones propuestas se dirigen a controlar la población de los países en desarrollo. El flujo masivo de contraceptivos, esterilización en masa, dislocación cultural, y aun el genocidio, han sido propuestos para alcanzar este fin. Todo en nombre del medio ambiente y del "desarrollo sostenible". Sin embargo, la mayoría de los argumentos y las soluciones propuestas son reflejo de la ignorancia, el racismo y los prejuicios que saturan el debate internacional sobre población y desarrollo.
Algunas medidas efectivas para contrarrestar el crecimiento de la población, tales como mejoras sustanciales en educación, salud y nutrición, la creación de empleos productivos, la diversificación de la actividad económica y la exportación de productos procesados o semi-procesados, en lugar de materias primas, han sido apoyadas retóricamente en negociaciones internacionales. En la práctica, han sido tomadas con una considerable dosis de aprehensión.
Se ha argumentado que tales medidas implicarían un aumento del nivel de vida de las poblaciones afectadas. Ésto a su vez conduciría a un mayor consumo de recursos naturales y una mayor producción de desperdicios y de contaminantes. Se ha utilizado así argumentos ambientalistas para reforzar el ya poderoso interés por evitar modificaciones al orden económico vigente.
El resultado ha sido un dramático colapso de los indicadores de educación, salud y nutrición en América Latina y otras regiones en los últimos 15 años, el aumento masivo del desempleo, mayor dependencia de las exportaciones de materias primas y masas crecientes de seres humanos viviendo en extrema pobreza. Al mismo tiempo, la brecha entre el nivel de vida en países industriales y en desarrollo ha alcanzado proporciones inhumanas.
El principal impacto de la población sobre el medio ambiente se relaciona con dos variables fundamentales: el consumo de recursos y la producción de desperdicios y de contaminantes. En el año 2000 había aproximadamente 6000 millones de personas en el planeta, 21% en países industrializados y el 79% restante en países en desarrollo. Sin embargo, los países industriales eran responsables por cerca del 80% del consumo de recursos naturales a nivel mundial y cerca del 80% de la producción de desperdicios y contaminantes.
Si midiéramos el impacto ambiental de la población con una medida uniforme, tal como la cantidad de recursos que consume una persona promedio en países en desarrollo, o la cantidad de desperdicios y contaminantes que produce esa misma persona, concluiríamos que, mientras en el año 2000 habían 4700 millones de personas en el mundo en desarrollo, el equivalente de los países industrializados sería de 19000 millones de personas.
Cabe preguntar entonces dónde está localizado el problema poblacional desde el punto de vista del impacto ambiental.
Si incorporamos a la discusión la larga historia de esclavitud, explotación y miseria impuesta por siglos a los países en desarrollo por los principales países industrializados, nos encontramos ante una gigantesca deuda ambiental, económica y social, con la que hasta ahora se ha podido escapar una minoría de la población en los países industrializados.
El insostenible crecimiento de la población en los países en desarrollo se encuentra estrechamente vinculado a los extremos niveles de pobreza a que se encuentran sometidos, la que es parcialmente una consecuencia del orden económico internacional, diseñado por los países industriales para fortalecer sus propios intereses, e impuesto al resto del mundo.
La devastación ambiental observada en países en desarrollo se vincula también a las relaciones políticas y económicas internacionales. Estos países deben cumplir con su función de exportadores de cada vez mayores cantidades de materias primas (recursos naturales) a un precio cada vez menor, para mantener la producción industrial y la riqueza de los países del "Norte", internalizando los costos ambientales y sociales, a su vez ignorados por el sistema económico vigente. Gran parte de su población se halla en condiciones extremas de pobreza y marginalidad, mientras la minoría de la población en los países industrializados se enriquece cada vez más.
Cerca del 70% de las emisiones de CO2 acumuladas en los últimos 50 años se deben al consumo excesivo de energía en países industrializados y están entre las principales causas del calentamiento global, amenazando la estabilidad y seguridad de toda la humanidad y de los procesos ecológicos en todo el mundo, particularmente en los países tropicales.
El crecimiento de la población es ciertamente uno de los principales problemas con que se enfrentan los países en desarrollo. Se necesitan acciones decisivas para resolverlo, tomando en consideración el respeto que merecen las características culturales, éticas y religiosas de los diferentes sectores de la humanidad.
La falta de sistemas efectivamente democráticos de gobierno y la profunda iniquidad social, evidentes en la mayor parte de los países en desarrollo, se encuentran en la gama de aspectos donde cambios fundamentales son necesarios.
Sin embargo, el dilema poblacional no debe aislarse del contexto económico y político en el que se ha gestado. La percepción del crecimiento demográfico en países en desarrollo como responsable de la debacle ambiental mundial es una falacia que debe ser erradicada. Sin embargo, está profundamente arraigada en la política internacional de la mayoría de los países industriales, como parte de su determinación por mantener el orden internacional existente, independientemente de cuán profundamente injusto sea para la mayor parte de la humanidad.
Julio César Centeno
Universidad de Los Andes
Mérida, Venezuela
POPULATION AND the ENVIRONMENT
The human population has reached such proportions it is feared it will surpass the planets capacity to sustain it.
Much has been said about the need to control population growth in developing countries, where close to 80% of the world population is found and where most of the growth takes place. About 90% of the 90 million new yearly inhabitants of the planet are localized in the developing world. As a consequence, the proposed solutions aim to control population in developing countries. The massive flow of contraceptives, mass sterilization, cultural dislocation, and even genocide, have been proposed to this end. All this on behalf of the environment and "sustainable development". Nevertheless, most arguments and proposed solutions are a reflection of the ignorance, racism and prejudice that saturate the international debate about population and development.
Some effective measures to overcome population growth, such as substantial improvements in education, health and nutrition, the creation of productive jobs, the diversification of economic output and exports of processed or semi-processed products, instead of raw materials, have been rhetorically supported in international negotiations. In practice, they have been taken with a considerable dose of apprehension.
It has been argued that such measures would imply an improvement in living standards of the affected populations. In turn, this will lead to higher consumption of natural resources and higher production of waste and pollutants. In this manner, environmental arguments have been used to reinforce the strong interests to avoid modifications in the prevailing economic order.
The result has been a dramatic collapse of education, health and nutrition indicators in Latin America and other regions over the last 15 years, the massive increase of unemployment, larger dependence on exports of raw materials and growing masses of human beings living in extreme poverty. At the same time, the gap between living standards in industrialized and developing countries has reached inhuman proportions.
The main impact of population on environment is related to two fundamental variables: the consumption of resources and the production of waste and pollutants. In the year 2000 there were approximately 6000 million people on the planet, 21% in industrialized countries and the remaining 79% in developing countries. However, industrialized countries were responsible for about 80% of the worldwide natural resources consumption and about 80% of waste and pollutants produced.
If we would measure the environmental impact of the population with a uniform measure, such as the amount of resources consumed by an average person in developing countries, or the amount of waste and pollutants that such person produces, we would conclude that, while in the year 2000 there were 4700 million people in the developing world, the equivalent for industrialized countries would be 19000 million people.
Thus, from the point of view of environmental impact, where is the population problem localized?
If we bring into the discussion the long history of slavery, exploitation and misery imposed for centuries on developing countries by the principal industrialized countries, we would find ourselves facing a gigantic environmental, economic and social debt with which a minority of the population, located in Northern countries, has gotten away with.
The unsustainable population growth in developing countries is closely related to the extreme levels of poverty in which they are immersed, partly as consequence of the international economic order, designed by industrial countries to strengthen their own interests, and imposed on the rest of the world.
The environmental devastation found in developing countries is also related to international political and economic relations. These countries must comply with their role as exporters of ever increasing amounts of raw materials (natural resources) at an ever decreasing price, to maintain the industrial production and wealth of the countries in the "North", internalizing the environmental and social costs, which are in turn ignored by the prevailing economic system. Large part of the developing countries population lives in extreme poverty, while the minority of the population in industrialized countries becomes richer each day.
About 70% of the CO2 emissions accumulated in the last 50 years are due to the excessive energy consumption in industrialized countries and are among the main causes of global warming, threatening the stability of humanity and ecological processes all over the world, particularly in tropical countries.
Population growth is certainly one of the most important problems facing developing countries. Decisive and effective actions are necessary to address it, with due respect for the cultural, ethical and religious differences between diverse sectors of humanity.
The lack of effectively democratic systems of governance and the profound social inequity, evident in the majority of developing countries, are in the spectrum of aspects where fundamental changes are necessary.
However, the population dilemma should not be isolated from the political and economic context in which it has thrived. The perception of population growth in developing countries as the culprit of worldwide environmental damage is a fallacy that deserves to be eradicated. It is, nevertheless, at the very botton of foreign policies in most industrial nations, as part of the overall attempt to maintain the existing international order, regardless of how profoundly unfair it may me to the majority of the human race.
Julio César Centeno
University of Los Andes
Mérida, Venezuela
POPULAÇÃO E MEIO AMBIENTE
A população humana alcançou tais proporções que se teme exceder a capacidade do planeta para sustentá-la.
Foi muito discutida a necessidade de controlar a população dos países em desenvolvimento, onde se encontra aproximadamente o 80% da população mundial e onde se concentra seu crescimento. Aproximadamente o 90% dos 90 milhões anuais de novos habitantes do planeta corresponde ao mundo em desenvolvimento. Como conseqüência, as soluções propostas se dirigem a controlar a população dos países em desenvolvimento. O fluxo em massa de contraceptivos, esterilização em massa, deslocação cultural, e ainda o genocídio, têm sido propostos para alcançar este fim. Tudo em nome do meio ambiente e do "desenvolvimento sustentado". Porém, a maioria dos argumentos e as soluções propostas são reflexo da ignorância, o racismo e os prejuízos que saturam o debate internacional sobre população e desenvolvimento.
Algumas medidas efetivas para balancear o crescimento da população, tais como melhoras substanciais em educação, saúde e nutrição, a criação de empregos produtivos, a diversificação da atividade econômica e a exportação de produtos processados ou semi-processados, em lugar de matérias primas, essas iniciativas foram apoiadas de forma retórica em negociações internacionais. Na prática, são consideradas com uma considerável dose de apreensão.
Foram argumentados que tais medidas implicariam um aumento do nível de vida das populações afetadas. Isso a sua vez conduziria a um maior consumo de recursos naturais e uma maior produção de desperdícios e de contaminantes. Foi utilizado assim argumentos ambientalistas para reforçar o já poderoso interesse por evitar modificações à ordem econômica vigente.
O resultado tem sido um dramático colapso dos indicadores de educação, saúde e nutrição na América Latina e outras regiões nos últimos 15 anos, o aumento em massa do desemprego, maior dependência das exportações de matérias primas e massas crescentes de seres humanos vivendo em extrema pobreza. Ao mesmo tempo, a brecha entre o nível de vida em países industriais e em desenvolvimento tem alcançado proporções sobre humanas.
O principal impacto da população sobre o meio ambiente se relaciona com duas variáveis fundamentais: o consumo de recursos e a produção de desperdícios e de contaminantes. No ano 2000 havia aproximadamente 6000 milhões de pessoas no planeta, 21% em países industrializados e 79% restante em países em desenvolvimento. Porém, os países industriais eram responsáveis por cerca de 80% do consumo de recursos naturais a nível mundial e aproximadamente do 80% da produção de desperdícios e contaminantes.
Quantificando os recursos que consome uma pessoa media em países em desenvolvimento, ou a quantidade de desperdícios e contaminantes que produz essa mesma pessoa, se medíssemos o impacto ambiental da população, concluiríamos que, no ano 2000 haviam 4700 milhões de pessoas no mundo em desenvolvimento, enquanto que o equivalente nos países industrializados seria de 19000 milhões de pessoas.
Cabe perguntar então onde está localizado o problema populacional desde o ponto de vista do impacto ambiental.
Se incorporamos à discussão a larga história de escravidão, exploração e miséria imposta por séculos aos países em desenvolvimento pelos principais países industrializados, nos encontramos diante a uma gigantesca dívida ambiental, econômica e social, com a que até agora se pôde escapar uma minoria da população nos países industrializados.
O insustentado crescimento da população nos países em desenvolvimento se encontra estreitamente vinculado aos extremos níveis de pobreza em que se encontram, a que é parcialmente uma conseqüência da ordem econômica internacional, desenhado pelos países industriais para fortalecer seus próprios interesses, e imposto ao resto do mundo.
A devastação ambiental observada nos países em desenvolvimento se vincula também às relações políticas e econômicas internacionais. Estes países devem cumprir com sua função de exportadores de cada vez maiores quantidades de matérias primas (recursos naturais) a um preço cada vez menor, para manter a produção industrial e a riqueza dos países do "Norte", internalizando os custos ambientais e sociais, a sua vez ignorados pelo sistema econômico vigente. Grande parte de sua população se encontra em condições extremas de pobreza e marginalidade, enquanto a minoria da população nos países industrializados se enriquece cada vez mais.
Cerca de 70% das emissões de CO2 acumuladas nos últimos 50 anos se devem ao consumo excessivo de energia nos países industrializados e estão entre as principais causas do aquecimento global, ameaçando a estabilidade e segurança de toda a humanidade e dos processos ecológicos em todo o mundo, particularmente nos países tropicais.
O crescimento da população é certamente um dos principais problemas com o qual se enfrentam os países em desenvolvimento. Se necessitam ações decisivas para resolvê-lo, levando em consideração o respeito que merecem as características culturais, éticas e religiosas dos diferentes setores da humanidade.
A falta de sistemas efetivamente democráticos de governo e a profunda iniqüidade social, evidentes na maior parte dos países em desenvolvimento, se encontram na gama de aspectos onde mudanças fundamentais são necessárias.
Sem embargo, o dilema populacional não deve isolar-se do contexto econômico e político no que foi concebido. A percepção do crescimento demográfico nos países em desenvolvimento como responsável da debate ambiental mundial é uma falácia que deve ser erradicada. Porém, está profundamente arraigada na política internacional da maioria dos países industriais, como parte de sua determinação por manter a ordem internacional existente, independentemente de quanto profundamente injusto seja para a maior parte da humanidade.
Julio César Centeno
Universidade de Los Andes
Mérida, Venezuela