Interciencia
versión impresa ISSN 0378-1844
INCI v.29 n.3 Caracas mar. 2004
ESPEJO Y CEGUERA: SIGNOS METAFÓRICOS DEL CONOCIMIENTO
Signo es algo que está en el lugar del objeto y es capaz de transmitir su sentido o mensaje a un organismo o instrumento intérprete. La representación por signos puede asumir diversos aspectos, dependiendo de la relación entre signo y objeto representado, pudiendo ser un ícono (semejanzas en la forma), indicador (causa y efecto) o símbolo (convención arbitraria). Las palabras son símbolos o memes culturales producidos y reproducidos en la mente y son los elementos básicos del lenguaje y del pensamiento.
Excepto expresiones verbales y onomatopéyicas, las palabras normalmente no tienen significado preciso cuando se las utiliza aisladamente. Una misma palabra puede tener diversos sentidos y para tener y dar sentido a las cosas concretas y abstractas, ellas deben funcionar en conjunto. Las palabras "espejo" y "ceguera", por ejemplo, no nos dicen mucho cuando están aisladas, pero presentadas en un contexto, formando frases y oraciones, pasan a representar no uno o dos, sino un mundo de signos. Tomo por ello esas dos palabras para reflexionar sobre su significado en el lenguaje y como metáfora del conocimiento humano.
Espejo es una superficie regular, pulida, con fondo metalizado, capaz de reflejar la imagen de los objetos. La superficie especular nos posibilita una experiencia reveladora y única: nuestra imagen reflejada es percibida como si fuésemos "otro" que nos observa y juzga. Pero el "otro" no es ningún otro (es imagen nuestra) ni nosotros mismos (cómo podemos ocupar dos lugares al mismo tiempo?).
La imagen especular puede ser comparada a un reflejo de la realidad del mundo en nuestra experiencia de vida, o al reflejo de nuestra experiencia de vida en la realidad del mundo. Sea cual fuese la alternativa para esa provocadora dualidad, una manera de expresar esa realidad es la metáfora de un río caudaloso y perenne en el que nuestras experiencias personales confluyen, como pequeños manantiales, para interconectar la gran vertiente de la historia y desembocar en el inmenso océano de la vida. Las imágenes de lo real y lo imaginario se entrelazan y se funden, formando una realidad única.
La imagen especular también puede asociarse al conjunto de los conocimientos adquiridos que, por más sólidos que parezcan, carecen de solidez incluso en las ciencias exactas o duras: son fluidos a semejanza de una niebla fugaz e itinerante y su regla es el cambio permanente. Los conocimientos de ayer se transforman en la ignorancia de hoy y mañana todo pasa a ser diferente. La propia ciencia hace del cambio y alternabilidad de saberes su objetivo operacional; su misión, o mejor, su propia naturaleza consiste en pruebas interminables para refutar las verdades que pregona.
La imagen metafórica del conocimiento en constante mutación puede ser castigo para ciertos intelectuales que se juzgan poseedores de sólidos conocimientos o parte de una élite, por sus títulos y condecoraciones, o hasta superiores a los hombres comunes. Eso no se sustenta, ya que la ignorancia aumenta en la misma proporción en que aumentan los conocimientos; mientras más se aprende hay más por aprender. Eso es válido para el generalista que tiende a saber poco de todo y, sobre todo, para el especialista que tiende a saber todo de poco.
El signo "ceguera" puede ser invocado como referencia al mito de Cosmo ordenado y ordenador, surgido de Caos, brumas oscuras denunciadoras de la falta de luz y donde los espejos no sirven para nada. La ceguera puede ser asociada al mito platónico de la caverna, indicadora de la ignorancia oscura, repetidora de viejas opiniones o "doxa" y luego redimida por el brillo de la razón, el raciocinio y la lógica.
La ceguera denota la incapacidad de los seres vivos de captar visualmente las imágenes proyectadas de los objetos circundantes. Literalmente es signo de incapacidad visual, pero de un punto de vista ontológico y humano puede ser señal distintiva de la capacidad que ciertas criaturas tienen de interactuar con el mundo de manera diferente, admirable y tal vez más creativa que aquellos poseedores de visión. Ejemplos son el legendario Homero, John Milton y Jorge Luis Borges, además de tantos otros que utilizaron su propia ceguera como inspiración para obras grandiosas.
Si la ceguera puede o no existir, dependiendo del ángulo en que se analiza, cómo atribuirle un signo definitivo? En ese, como en todos los casos, los signos solo funcionan en conjunto y son tan cambiantes como las propias cosas que representan. Espejo y ceguera son signos ilusorios, indicativos de que la realidad que representan también lo es.
Considerando que vivimos mental, social y culturalmente sumergidos en un universo de signos que operan desde hace millares de años, y considerando también que el conocimiento, el lenguaje y la cultura son conquistas colectivas y vinculadas tanto al pasado como al futuro y al presente, es forzoso admitir que todos los signos se complementan y que el hombre evoluciona con base en los cambios de los signos que crea y recrea, en un proceso incesante e interminable.
Geraldo Mendes dos Santos, Instituto Nacional de Pesquisas da Amazônia (INPA), Brasil