Interciencia
versión impresa ISSN 0378-1844
INCI v.32 n.6 Caracas jun. 2007
LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EN EL COOPERATIVISMO DE CRÉDITO. EL FONDO DE EDUCACIÓN Y PROMOCIÓN COMO INDICADOR PARA SU EVALUACIÓN. ESTUDIO EMPÍRICO PARA EL CASO ESPAÑOL
Ricardo J. Server Izquierdo e Inmaculada Villalonga Grañana
Ricardo J. Server Izquierdo
. Dr. Ingeniero Agrónomo, Universidad Politécnica de Valencia (UPV), España. Catedrático, UPV, España. Dirección: Facultad de Administración y Dirección de Empresas (edificio 7-J) Camino de Vera s/n 46022 Valencia, España. e-mail: rjserver@esp.upv.esInmaculada Villalonga Grañana. Doctora Ingeniero Agrónomo, UPV, España. Secretaria Técnica del Centro de Especialización en Gestión de Empresas Agroalimentarias (CEGEA),UPV, España. e-mail: ivillalonga@ideas.upv.es
RESUMEN
El fenómeno de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) está adquiriendo cada vez una mayor importancia en los procesos de gestión de la empresa, debido en gran parte a su creciente demanda social. Su implantación, de manera voluntaria, conduce a un nuevo modelo de empresa que amplía su preocupación hacia una nueva dimensión empresarial, que se puede sintetizar en el concepto de "sostenibilidad", que abarca a un mismo nivel aspectos económicos, sociales y medioambientales. En el presente trabajo se pone de manifiesto que el Fondo de Educación y Promoción (FEP), partida singular y característica de las sociedades cooperativas, es un indicador válido para evaluar la RSE en el cooperativismo de crédito, ya que en su aplicación se recogen los aspectos más relevantes atribuidos a un comportamiento "socialmente responsable". Mediante un estudio empírico sobre el FEP, para el caso español, se demuestra que los principales destinos del FEP están en consonancia con los postulados preconizados por la RSE.
SOCIAL RESPONSIBILITY IN CREDIT COOPERATIVENESS. THE EDUCATION AND PROMOTION FUND AS AN INDICATOR FOR ITS EVALUATION. EMPIRICAL STUDY OF THE SPANISH CASE
SUMMARY
The phenomenon of Social Responsibility of Enterprises (SER) is acquiring an ever increasing importance in enterprise management processes, due to a large extent to its increasing social demand. Its voluntary implementation leads to a new enterprise model that extends its concern towards a new dimension that can be synthesized in the concept of "sustainability", which comprises at the same level economic, social and environmental aspects. In the present paper it is made evident that the Fund for Education and Promotion (FEP), a single and characteristic part of the credit cooperativeness, since in its application are included the most relevant aspects attributable to a "socially responsible" conduct. Through an empirical study on the FEP for the Spanish case, it is shown that the main destinies of FEP are in consonance with the postulates of SER.
A RESPONSABILIDADE SOCIAL NO COOPERATIVISMO DE CRÉDITO. O FUNDO DE EDUCAÇÃO E PROMOÇÃO COMO INDICADOR PARA SUA AVALIAÇÃO. ESTUDO EMPÍRICO PARA O CASO ESPANHOL
RESUMO
O fenômeno da Responsabilidade Social Empresarial (RSE) está adquirindo cada vez uma maior importância nos processos de gestão da empresa, devido em grande parte a sua crescente demanda social. Sua implantação, de maneira voluntária, conduz a um novo modelo de empresa que amplia sua preocupação para uma nova dimensão empresarial, que se pode sintetizar no conceito de "sustentabilidade", que abrange a um mesmo nível aspectos econômicos, sociais e meio ambientais. No presente trabalho se põe em evidência que o Fundo de Educação e Promoção (FEP), partida orçamentária singular e característica das sociedades cooperativas, são um indicador válido para avaliar a RSE no cooperativismo de crédito, já que na sua aplicação se recolhem os aspectos mais relevantes atribuídos a um comportamento "socialmente responsável". Mediante um estudo empírico sobre o FEP, para o caso espanhol, se demonstra que os principais destinos do FEP estão em consonância com os postulados preconizados pela RSE.
PALABRAS CLAVE / Cooperativismo / Educación y Promoción / Responsabilidad Social /
Recibido: 12/09/2006. Modificado: 24/04/2007. Aceptado: 25/04/2007.
Introducción
La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) conduce a un modelo de empresa no basada exclusivamente en satisfacer la rentabilidad de sus socios o accionistas, sino que adopta otros compromisos relacionados con la sociedad entendida como "conjunto de personas que comparten fines, preocupaciones, costumbres y que están relacionadas entre sí y con su entorno, teniendo como finalidad el encontrar un equilibrio estable que satisfaga las aspiraciones de las distintas partes interesadas (stakeholders), tanto las que intervienen como aquellas que son afectadas por la actuación de la empresa" (Server, 2005).
En este sentido, la RSE amplía su preocupación hacia una nueva dimensión empresarial que podemos sintetizar en el concepto de sostenibilidad, que abarca a un mismo nivel los aspectos económicos, sociales y medioambientales.
La adopción por parte de las empresas en general, y de las cooperativas de crédito en particular, de los postulados que preconiza la RSE, puede traducirse en una ventaja competitiva frente a aquellas entidades que no los asuman, de aquí la importancia de evaluar el grado de cumplimiento de los mismos.
En este contexto, las cooperativas de crédito cuentan con los denominados principios y valores cooperativos enunciados en 1995 por la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) que marcan las pautas sobre la organización y funcionamiento de las mismas, constituyendo un código de conducta cuya puesta en práctica supone el germen para desarrollar una gestión integrada de la RSE.
En el ámbito de las cooperativas de crédito españolas, requieren especial mención las denominadas cajas rurales o cooperativas de crédito agrario, ya que suponen alrededor del 94% del total de esta clase de cooperativas, que si bien solo representan aproximadamente un 5% de la actividad crediticia de las entidades financieras, destaca por su importante contribución a la financiación del endeudamiento del sector agrario, que ascendió al 28,1% en 2003 (MAPA, 2004), lo que indica su carácter de entidad especializada y su relevancia en la financiación del medio rural.
Simultáneamente las cooperativas de crédito españolas tienen la obligación de dotar por ley una partida singular, característica de este tipo de sociedades: el Fondo de Educación y Promoción (FEP). Las principales aplicaciones de este fondo, entre otras, se centran en promover la formación de socios y trabajadores, difundir y promocionar el cooperativismo, fomentar las relaciones inter-cooperativas y realizar acciones encaminadas a la conservación de su entorno económico-social y medioambiental, existiendo un paralelismo entre las aplicaciones descritas del FEP con los conceptos generales de la RSE, situándose las cooperativas en la vanguardia de las innovaciones sociales cuya aplicación conlleva a un comportamiento acorde con los planteamientos de la RSE.
Bajo estas premisas el objetivo de esta investigación, tiene como finalidad evidenciar la bondad del FEP como instrumento para la evaluación de la RSE en el cooperativismo de crédito, ya que el mismo compendia los elementos básicos de ésta, por lo que su análisis deparará el grado de cumplimiento de los elementos relativos a un comportamiento socialmente responsable. Así mismo se realiza un análisis empírico del cooperativismo de crédito español, que corrobora que el FEP es un adecuado indicador de su responsabilidad social.
Responsabilidad Social Empresarial
De entre las diferentes definiciones existentes del concepto de Responsabilidad Social en la bibliografía, nos parece adecuado destacar la propuesta en el Marco Conceptual de la Responsabilidad Social Corporativa elaborado por la Asociación Española de Contabilidad y Administración de Empresas (AECA), donde se define la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) como "el compromiso voluntario de las empresas con el desarrollo de la sociedad y la preservación del medioambiente, desde su composición social y un comportamiento responsable hacia las personas y grupos sociales con quien se interactúa" (AECA, 2004).
Simultáneamente, dentro de los elementos conceptuales se entiende por corporación "aquella entidad de interés público, comúnmente asociada a un proyecto económico en particular la empresa". No obstante la acepción más común en la terminología económica de corporación hace referencia a "empresas de grandes dimensiones y singularmente si una empresa agrupa a otras de menor tamaño" (AECA, 2004).
Es por esta razón por la que se considera más adecuada la denominación de Responsabilidad Social de la Empresa (RSE), sin que ello signifique que no pueda quedar bien establecida la asociación de ideas que se derivan de la expresión Responsabilidad Social Corporativa. La denominación RSE incluiría a todo proyecto económico relacionado con la unidad económica de producción, es decir, la empresa, cualquiera que sea su forma jurídica y dimensión (Server y Villalonga, 2006).
En el año 2001 la Comisión Europea, siguiendo el mandato realizado por el Consejo de Europa celebrado en Lisboa en marzo del 2000, publicó el Libro Verde "Fomentar un marco europeo para la responsabilidad social de las empresas" (Libro Verde, 2001) que tenía por objeto, como en él textualmente se cita, iniciar un amplio debate sobre cómo podría fomentar la Unión Europea la responsabilidad social de las empresas a nivel europeo e internacional, mediante el intercambio de experiencias y buenas prácticas entre las empresas y entre los Estados miembros, y anunciando la creación de una Alianza Europea para la RSE (COM, 2006).
Según se indica en dicho Libro Verde, se trata éste de un concepto con arreglo al cual las empresas deciden voluntariamente contribuir al logro de una sociedad mejor y de un medio ambiente más limpio, y se define como "la integración voluntaria por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con sus interlocutores" (Libro Verde, 2001).
Es posible por tanto afirmar que el concepto de RSE está relacionado con la parte de la actividad de las empresas relativa a la mejora de la sociedad a la que pertenecen y a la preocupación por el medio ambiente que las rodea.
En el concepto de Responsabilidad Social de las empresas, según se subraya en el Libro Verde de la Comisión, se debe distinguir una dimensión interna y otra externa. Dentro de la empresa, en el ámbito interno, las prácticas responsables en lo social afectan en primer lugar a los trabajadores y se refieren a cuestiones como la inversión en recursos humanos, la salud y la seguridad, y la gestión del cambio, mientras que las prácticas respetuosas con el medio ambiente tienen que ver sobre todo con la gestión de los recursos naturales utilizados en la producción.
Como prácticas responsables de dimensión interna, pueden citarse como ejemplo aquellas relacionadas con la gestión de Recursos Humanos, salud y seguridad en el lugar de trabajo, adaptación al cambio o gestión del impacto ambiental y de los recursos humanos, los siguientes (Server y Villalonga, 2005):
Gestión de Recursos Humanos. Las prácticas responsables de contratación de personal, en particular las no discriminatorias. En relación al aprendizaje, las empresas deben contribuir a definir mejor las necesidades de formación mediante una asociación estrecha con los agentes locales que diseñan los programas de educación y formación.
Salud y seguridad en el lugar de trabajo. A medida que aumentan los esfuerzos por mejorar la salud y la seguridad en el lugar de trabajo y la calidad de los productos y servicios ofrecidos, se multiplican las presiones para que en el material promocional de la empresa se mida, documente y comunique dicha calidad.
Adaptación al cambio. La amplia reestructuración que tiene lugar en Europa suscita preocupación entre los trabajadores y otros interesados porque el cierre de una fábrica o los recortes importantes de mano de obra pueden provocar una crisis económica, social o política grave en las comunidades.
Gestión del impacto ambiental y de los recursos naturales. En general, la disminución del consumo de recursos o de los deshechos y las emisiones contaminantes pueden reducir el impacto sobre el medio ambiente, pudiendo también resultar ventajosa para la empresa al reducir sus gastos energéticos y de eliminación de residuos y disminuir los insumos y los gastos de descontaminación.
Respecto a la dimensión externa de la Responsabilidad Social, ésta se extiende hasta las comunidades locales incluyendo, además de trabajadores y accionistas, a otros interlocutores tales como socios comerciales y proveedores, consumidores, autoridades públicas y organizaciones no gubernamentales (ONGs) defensoras de los intereses de las comunidades locales y el medio ambiente. De esta manera, la RSE se extiende a:
Comunidades locales. La responsabilidad social de las empresas abarca la integración de las empresas en su entorno local, ya sea a nivel europeo o mundial. Las empresas contribuyen al desarrollo de las comunidades en que se insertan, proporcionando puestos de trabajo, salarios, prestaciones e ingresos fiscales.
Socios comerciales, proveedores y consumidores. Al colaborar estrechamente con sus socios comerciales, las empresas pueden reducir la complejidad y los costes y aumentar la calidad. Las empresas deben ser conscientes de que sus resultados sociales pueden verse afectados por las prácticas de sus socios y proveedores a lo largo de toda la cadena de producción.
Problemas ecológicos mundiales. Debido al efecto transfronterizo de muchos problemas medioambientales relacionados con las empresas y a su consumo de recursos en el mundo entero, son también actores en el medioambiente mundial. Las empresas deben tratar de obrar con arreglo a su responsabilidad social tanto a nivel europeo como internacional.
Tal y como se recoge en los puntos del Libro Verde relativos a la gestión integrada de la RSE, en un primer momento las empresas tienden a adoptar una declaración de principios, un código de conducta o un manifiesto donde señalar sus objetivos y valores fundamentales, así como sus responsabilidades hacia sus interlocutores. Estos valores deben traducirse en medidas en toda la empresa, desde las decisiones estratégicas a las cotidianas. Esto las obliga a añadir una dimensión social o ecológica a los planes y presupuestos, evaluando los resultados en los distintos ámbitos, creando comités consultivos locales, realizando auditorías sociales o medioambientales y estableciendo programas de formación continua.
Una vez que la responsabilidad social va formando parte de la planificación estratégica de las empresas, los directivos y los trabajadores deben adoptar sus decisiones basándose en criterios que se añaden a los que tradicionalmente tenían ya en cuenta. Es necesario que la responsabilidad social se incluya en la formación tanto de los directivos como los trabajadores, para que realmente llegue a formar parte de la planificación social de las empresas.
Por tanto, el objetivo principal perseguido por la gestión integrada de la RSE consiste básicamente en la redacción de un código de conducta por parte de las empresas, que marque las pautas a seguir tanto por directivos como por trabajadores frente a temas de índole social y medioambiental.
Dentro del mundo cooperativo hay que destacar como experiencia importante, el llamado Proyecto Balance Social Cooperativo (www.aciamericas.coop/spip/article.php3?id_article=465) impulsado por la Alianza Cooperativa Internacional, sede Américas, siendo su objetivo el establecer un modelo y unas pautas comunes a todas las cooperativas.
El punto de partida para la elaboración del Balance Social lo constituyen los Principios Cooperativos comunes a todas las cooperativas, enunciados por la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) en 1995, y que siguen vigentes en la actualidad. Estos principios, recogidos en la
Tabla I, han de constituir la columna vertebral del Balance Cooperativo, al ser comunes a todas las cooperativas, cumpliéndose así uno de los objetivos principales que se pretendían conseguir con el modelo en estudio: la inter evaluación cooperativa, es decir la comparación de datos ofrecidos por diferentes cooperativas.
La ACI conjuga la doble naturaleza de la sociedad cooperativa, por un lado como una asociación de personas, y por otro lado como una empresa de propiedad conjunta y gestión democrática, declaración que recalca la exigencia de un control democrático por parte de los socios y la evidente naturaleza empresarial de la cooperativa.
Para la elaboración de los Balances Sociales, los instrumentos a utilizar son los indicadores sociales, parámetros que al asignárseles unos valores determinados, permiten a las cooperativas ser capaces de evaluar su comportamiento frente a la Responsabilidad Social. Algunos de estos indicadores son comunes para todas las cooperativas, siendo otros específicos para cada clase de cooperativa.
Estos indicadores sociales se elaboran a partir de los principios cooperativos enunciados por la ACI, constituyendo por tanto una medida del grado de cumplimiento de dichos principios. Pero los principios cooperativos no se pueden medir sin más, sino que han de experimentar un proceso de operacionalización, en el que según Lazarsfeld (1973) se deben seguir cuatro fases para la traducción de conceptos abstractos en variables empíricas:
1- Establecimiento de la representación literaria del concepto a medir.
2- Delimitación y análisis de las dimensiones o aspectos comprendidos en cada uno de los principios, definiéndose la dimensión como aquella categoría genérica que identifica algún aspecto teórico relevante del principio.
3- Selección de los indicadores de las dimensiones anteriormente citadas.
4- Síntesis de toda la información a través de índices globales.
A modo de ejemplo, en la
Tabla II se reflejan algunos de los indicadores propuestos para la valoración del grado de cumplimento del quinto principio de la ACI: "proporcionar educación y formación a los socios, a los representantes elegidos, a los directivos y a los empleados para que puedan contribuir de forma eficaz al desarrollo de sus cooperativas", por parte de las sociedades cooperativas.
Una cuestión importante a destacar en el fomento de la RSE, es el reconocimiento por parte de las empresas de la naturaleza voluntaria de la misma. Es en este aspecto, así como en las medidas que las entidades deben tomar para adoptar la gestión integrada de la responsabilidad social, donde las Sociedades Cooperativas van un paso por delante por el hecho de aplicar convenientemente los principios y valores cooperativos.
Analizando los ya citados principios cooperativos, se observa que la voluntariedad de la adopción de medidas para el fomento de la responsabilidad social parece diluirse en la obligación por Ley de dotar un fondo obligatorio, como es el Fondo de Educación y Promoción, utilizado para el desarrollo de actividades de educación y formación tal y como se indica en el quinto principio cooperativo.
Otra de las utilidades de este fondo son, tanto el fomento de la cooperación entre cooperativas tal y como recoge el sexto principio cooperativo, "las cooperativas sirven a sus socios lo más eficazmente posible y fortalecen el movimiento cooperativo trabajando conjuntamente mediante estructuras locales, nacionales, regionales e internacionales", como el fomento del interés por la comunidad, recogido en el séptimo principio cooperativo, "las cooperativas trabajan para conseguir el desarrollo sostenible de sus comunidades mediante políticas aprobadas por sus socios".
Pero, tal y como se muestra en el primer principio cooperativo, la adhesión a las cooperativas es un acto voluntario y libre, y es por esto que podemos considerar la adopción de manera voluntaria de todas estas medidas relacionadas con el fomento de la RSE, al ser libre la decisión para adherirse a una cooperativa.
Cooperativismo de Crédito: Naturaleza, Origen y Aplicación del Fondo de Educación y Promoción
Bajo la denominación de entidades de crédito se incluyen las de depósito, constituidas por Bancos, Cajas de Ahorro y Cooperativas de Crédito. Estas empresas tienen como actividad típica y habitual recibir fondos del público en forma de depósito, préstamo, cesión temporal de activos financieros u otras análogas que lleven aparejada la obligación de su restitución, aplicándolos por cuenta propia a la concesión de créditos u otras operaciones de similar naturaleza.
Las entidades de depósito pueden captar fondos del público mediante depósitos reembolsables, estando todas ellas legalmente equiparadas desde el punto de vista operativo, y autorizadas a realizar las mismas actividades dentro del marco de banca universal.
Los tres grupos de empresas que constituyen las entidades de depósito difieren entre sí únicamente en su forma jurídica y en las peculiaridades que ello supone. De entre las características definitorias de las cooperativas de crédito frente a las de bancos y cajas de ahorro, se pueden destacar:
- La obligación de atender de forma preferente las necesidades financieras de sus socios, por lo que las operaciones activas con terceros no podrán superar un porcentaje determinado de los recursos totales.
- El capital social mínimo necesario para su creación se establece en función del ámbito territorial de actuación (local, provincial, regional o nacional) y del total de habitantes de derecho de los municipios comprendidos en dicho ámbito.
A nivel mundial, el total de activos canalizados por las cooperativas de crédito asciende a USD 5589 billones, lo que representa el 17,3% del total de activos dispuestos por las 1000 primeras entidades bancarias del mundo en 1996 (Vezina y Côté, 2000). Su componente social alcanza una gran dimensión, con un total de 300 millones de socios a nivel mundial. En cuanto a su distribución geográfica, más de la mitad se concentran en Asia, casi una tercera parte en América y una sexta parte en Europa (Azzi, 2002).
Las cooperativas de crédito, debido a su actividad y a su naturaleza cooperativa, presentan un carácter dual, comportándose como entidades cooperativas y bancarias a la vez, tal y como se indica en la
Figura 1, estando reguladas tanto por la normativa relativa a las sociedades cooperativas, como la aplicable a las entidades bancarias.
El quinto principio cooperativo de la ACI establece, y la citada legislación (BOE, 1989, 1993, 1999) ordena, tanto la dotación como el destino de, como se señaló anteriormente, una de las partidas más singulares, genuinas y características de las sociedades cooperativas, cualquiera que sea su clase, que es el Fondo de Educación y Promoción (FEP).
El FEP se dota a partir de un porcentaje de excedente neto (mínimo del 10%), incrementado con las donaciones, subvenciones y cualquier tipo de ayuda recibida para el cumplimiento de sus fines, así como por los rendimientos de los bienes y derechos afectos al propio fondo, junto al importe de sanciones económicas a sus socios por infracciones disciplinarias.
Los posibles destinos del FEP son formación y educación de socios y trabajadores; difusión y promoción del cooperativismo; promoción cultural, profesional y asistencial, el desarrollo de la comunidad y acciones medioambientales; gastos de personal afecto al fondo y destinado a la gestión del mismo; e inversión en bienes inmuebles, muebles, u otro inmovilizado financiero necesario para el cumplimiento de sus fines.
Metodología Aplicada
La investigación documental realizada, comienza con la elaboración y posterior difusión de una encuesta entre las cooperativas de crédito españolas agrupadas en la Unión Nacional de Cooperativas de Crédito (UNACC), acerca de la dotación y utilización del FEP, durante los años 1999 y 2003.
Los datos recopilados, en primer lugar conducen a la ordenación de las cooperativas de crédito participantes atendiendo al origen de este fondo, para realizar seguidamente un análisis de los grupos constituidos, atendiendo a los posibles destinos dados al mismo.
De un total de 83 miembros de la UNACC, 64 entidades ofrecieron datos acerca de las partidas utilizadas para financiar el FEP, una participación en la encuesta del 77%, cifra que indica que los datos recopilados permitirán obtener resultados significativos y extrapolables a todas las cooperativas de crédito.
Para el tratamiento estadístico de los datos se ha utilizado un tipo de análisis multivariante, el Análisis Cluster jerárquico, del programa informático SSPS (Statistical Package for the Social Sciencies; Pérez López, 2001), ya que este método transforma y presenta de una forma novedosa los numerosos datos iniciales de los que se dispone, además de reducirlos mediante la formación de bloques o grupos de características homogéneas, sin perder demasiada información inicial.
El análisis jerárquico de los datos obtenidos a través de la encuesta realizada permite la formación de bloques constituidos por cooperativas de crédito que presentan valores lo más homogéneos posibles de la variable utilizada para realizar la agrupación. Siendo la constitución de estos bloques, el primer paso realizado para la evaluación y estudio de los datos disponibles.
En el análisis efectuado, la variable relevante utilizada para identificar cada grupo, ha sido la media de los porcentajes de excedente neto destinados a dotar el FEP en los cinco años de estudio, por ser la principal partida de origen de dicho fondo, como se aprecia en la
Tabla III. Al comparar, para cada una de las cooperativas de crédito, la media de los porcentajes de los cinco años en conjunto, con los porcentajes que se presentan para cada año, se puede concluir que no existen diferencias significativas entre dichos datos. Es por esto que, se utiliza únicamente la media de los porcentajes de los cinco años en estudio.
El método de conglomeración seguido para agrupar a los individuos, ha sido el Método de Ward y respecto a la distancia empleada en la conglomeración, se ha utilizado la distancia euclídea al cuadrado.
En la
Figura 2 se representa el dendograma obtenido tras la aplicación de la metodología estadística considerada. Se observan las agrupaciones realizadas, los ocho bloques inicialmente formados que se utilizaron para el estudio de los diferentes destinos que las cooperativas de crédito le dan al FEP.
Resultados
Tras la aplicación de la metodología cluster a la información disponible a través de la encuesta, se puede concluir que los ocho bloques creados, a pesar de estar constituidos por un número variable de cooperativas de crédito, presentan un valor similar de la variable considerada.
Se advierte la existencia de una agrupación, que recibe el nombre de bloque VII, constituida por veintidós cooperativas de crédito, que destina el mínimo porcentaje de excedente neto obligado por Ley, para la dotación del FEP. Otros dos grupos, los bloques I y II, constituidos por 11 y 7 entidades respectivamente, dedican entre el 12,35 y 15% del excedente neto. Esto indica que 28% de las cooperativas de crédito fijan un porcentaje de excedente neto al FEP ligeramente superior que el requerido por ley. Los bloques IV, VI y V, constituidos por 7, 4 y 4 entidades respectivamente, es decir un 25% de las entidades participantes en la encuesta, dotan entre 20 y 30% del excedente neto, lo que supone unos porcentajes mayores de lo indicado por la legislación. Finalmente el bloque VIII, constituido únicamente por dos entidades, destina alrededor del 76% de su excedente neto a dotar al FEP, porcentaje siete veces mayor de lo demandado por ley.
Este último bloque se trata de un grupo muy particular, tanto por el elevado porcentaje de excedente neto que destina a dotar al FEP, como por el bajo número de entidades que lo constituyen. Como se pudo apreciar en el análisis posterior de las partidas a las que se destina el FEP, apenas ofrece diferencias en los datos presentados respecto a los demás grupos constituidos.
En relación a dichas partidas de destino del FEP, en la
Figura 3 se reflejan las cantidades correspondientes a las principales partidas a las que las cooperativas de crédito dedicaron al mismo, en los cinco años. Se evidencia que las principales partidas de destino del FEP son la difusión y promoción del cooperativismo en los años 1999, 2000 y 2001, y la promoción cultural, el desarrollo de la comunidad y las acciones medioambientales en 2002 y 2003. Como tercer empleo principal, se sitúa la formación y educación de socios y trabajadores.
Es por ello que la investigación documental realizada se centró en el estudio en profundidad de estas tres partidas, no solo por ser los principales destinos del FEP, sino también por la importancia que presentan a la hora de evaluar el comportamiento responsable de las cooperativas de crédito respecto a temas sociales y medioambientales.
Desglosando los datos obtenidos para cada uno de los años, por bloques, se observa que las cooperativas que dedican el porcentaje de excedente neto para dotar el FEP exigido por ley, es decir las que constituyen el bloque VII, tienen como destino principal la difusión y promoción del cooperativismo y en segundo lugar la promoción cultural, el desarrollo de la comunidad y las acciones medioambientales. Igual situación que presentan las entidades del bloque VIII, aquellas que dotan un porcentaje más elevado de excedente neto al FEP, para los años 2001, 2002 y 2003.
El resto de cooperativas de crédito agrupadas en sus correspondientes bloques presentan como primer destino del FEP la promoción cultural y en segundo lugar la difusión y promoción del cooperativismo, al igual que ocurre con los datos totales, recogidos en la
Figura 2.Se puede deducir que las tres principales partidas a las que se dedica el FEP son la promoción cultural, la difusión y promoción del cooperativismo y la formación y educación. Para el análisis más detallado de las mismas, fueron considerados los fondos que se utilizan para el fomento de dichos destinos, distinguiéndose: 1) fondos de índole social, aquellos destinados a la formación y educación de socios o de trabajadores, los destinados a la promoción cultural, profesional y asistencial, y los fondos para el desarrollo de la comunidad, y 2) fondos de índole medioambiental, aquellos destinados a la realización de acciones medioambientales.
Fondos destinados a la formación y educación
Un examen en profundidad de la partida destinada a la formación y educación permite la recopilación de datos acerca de los porcentajes destinados a la formación de socios y trabajadores, y acerca de los tipos de formación que se ofrece a los mismos por parte de las cooperativas de crédito. A la vista de la información obtenida, se puede afirmar que las cooperativas de crédito dedican un porcentaje bastante mayor a la formación de sus trabajadores que a la de sus socios, sin distinción entre los bloques constituidos.
El estudio de los diferentes tipos de formación financiada, nos indica que los principales son la formación económica (contabilidad, gestión financiera, etc.), la formación técnico-profesional, la formación empresarial (dirección, gestión de empresas, etc.) y la formación en los principios y valores cooperativos. De estos tipos de formación el principal es, con diferencia y en todos los años, la formación técnico-profesional, seguida de la relativa a temas económicos.
Al analizar por bloques se extrae la misma conclusión que para los datos totales, excepto en el año 2001 para las entidades del bloque V, en las que se advierte que es la formación económica la partida de destino que se sitúa en primer lugar.
Fondos destinados a la difusión y promoción del cooperativismo
Otra de las partidas a las que se aplica el FEP es la dedicada a la difusión y promoción del cooperativismo, a través de la cual se pretende dar a conocer a la comunidad los principios y las señas de identidad de las cooperativas. Los fondos destinados a este fin pueden ser desglosados en dos partidas diferenciadas: la difusión del cooperativismo y las relaciones intercooperativas.
Difusión del cooperativismo. Esta actividad incluye la realización de conferencias, exposiciones, jornadas y seminarios, así como estudios y publicaciones. La herramienta más utilizada por las cooperativas de crédito para la difusión y promoción del cooperativismo, sea cual sea el bloque en el que se ubiquen y el año en estudio, es la realización de conferencias, exposiciones, jornadas y seminarios.
Relaciones intercooperativas. En el ámbito del fomento de las relaciones intercooperativas, se estudiaron los porcentajes destinados a gastos originados por constitución e incorporación a cooperativas de segundo grado u otras formas de integración, y aportaciones a otras entidades (federaciones, cuotas de asociación, etc.).
Se trata éste, de un destino del FEP al cual no siempre las cooperativas de crédito van a dotar fondos, ya que no todos los años va a ser necesario dedicar una parte del mismo a la fusión o incorporación a cooperativas de segundo grado.
Atendiendo a los porcentajes presentados, se observa que estos fondos se dedican al pago de cuotas por pertenencia a federaciones u otras asociaciones. El bajo porcentaje destinado a la constitución de cooperativas de segundo grado o a fusiones es debido a que esta operación se realiza una sola vez en la vida de la cooperativa y es una partida que no hay que dotar todos los años.
Fondos destinados a la promoción cultural, profesional y asistencial, el desarrollo de la comunidad y acciones medioambientales
Estos fondos fueron desglosados en tres partidas, a saber: la promoción cultural, profesional y asistencial del entorno local, el desarrollo de la comunidad, y las acciones medioambientales.
Promoción cultural, profesional y asistencial del entorno local. La información recogida en la encuesta, relativa a estos aspectos, permite afirmar que tras la partida genérica "otros", destaca la destinada a la organización de eventos de promoción económica, comercial o empresarial, y profesionales. Los resultados varían para cada año y bloque sin seguir ninguna pauta concreta.
Esta tendencia se mantiene para el desglose por año y bloque de los datos, y alcanza el grado máximo para las cooperativas que constituyen el bloque VIII, que asignan prácticamente el 100% de estos fondos, a la promoción cultural, profesional y asistencial del entorno local mediante herramientas diferentes a las requeridas en la encuesta.
Desarrollo de la comunidad. La parte del FEP que se emplea para el desarrollo de la comunidad a la que pertenecen las cooperativas de crédito, que se realiza a través de mejora de poblaciones, ayudas a asociaciones locales, y otras actividades relacionadas con el desarrollo de las comunidades locales.
A la vista de los datos, se puede establecer que la utilización principal de estos fondos son las ayudas a asociaciones, para todos los años y bloques, exceptuando el bloque III, que presenta como destino principal la mejora de poblaciones, durante los cinco años analizados.
Acciones medioambientales. Las cifras referidas a las acciones de índole medioambiental llevadas a cabo, proceden de las únicas once cooperativas de crédito que han respondido a las cuestiones concernientes a este aspecto, y se refieren a acciones de protección medioambiental, y a realización de estudios, informes o investigaciones medioambientales.
Del bajo número de entidades que han ofrecido información relacionada con las acciones medioambientales practicadas se desprende la conclusión de que, actualmente, las entidades de crédito aún no han tomado conciencia de la importancia que suponen las acciones de este tipo, tanto para la mejora de la visión que los consumidores tienen de ellas, como la de las comunidades en las que desarrollan su actividad.
Conclusiones
La Responsabilidad Social de la Empresa (RSE) conduce a un nuevo modelo de empresa en el que las cooperativas, en atención a su regulación, asumen de forma voluntaria los postulados contenidos en los principios y valores cooperativos, que tienen un nivel de equivalencia a los elementos sustanciales que las distintas instituciones preconizan como componentes de la responsabilidad social, situándose por tanto en este sentido en la vanguardia de las innovaciones sociales.
El quinto principio cooperativo sobre la educación, formación e información que las cooperativas deben proporcionar tanto a sus socios como al entorno en que se asienta su actividad, nos permite afirmar que el Fondo de Educación y Promoción (FEP) puede ser un indicador válido para evaluar la RSE de las cooperativas en general y las de crédito en particular.
El cooperativismo de crédito ocupa un lugar relevante a nivel mundial, con una cuota de mercado que alcanza la sexta parte de los activos dispuestos por las más importantes entidades bancarias, por lo que el análisis del comportamiento socialmente responsable de estas entidades alcanza una dimensión que, desde el punto de vista de la financiación a algunos sectores empresariales puede ser determinante.
En España, las cajas rurales constituyen el componente fundamental del cooperativismo de crédito, ya que representan el 94% de esta forma societaria, con una tendencia de banca especializada y referida al medio rural. A pesar de disponer de una baja cuota de actividad crediticia (~5%) en comparación con el resto de entidades de depósito, su peso en cuanto a la financiación del endeudamiento del sector agrario es del 28,1%.
El estudio empírico realizado para el caso de España se ha estructurado en la organización de bloques o agrupaciones atendiendo al porcentaje de excedente neto que las cooperativas de crédito asignan a la dotación del FEP, por ser esta la partida cuantitativamente más significativa de entre todos los orígenes del mismo, y el posterior estudio de sus destinos atendiendo a los bloques constituidos.
El análisis desarrollado muestra que el 34% de las cooperativas de crédito participantes en el estudio emplean el mínimo porcentaje de excedente neto, obligado por Ley, para la dotación del FEP, superando el 66% de entidades restantes el porcentaje indicado, lo que da una medida del grado de implicación que estas entidades poseen sobre los elementos básicos de RSE.
Los resultados del tratamiento estadístico de la información recabada a partir de la encuesta efectuada sobre toda la población de cooperativas de crédito españolas ponen de manifiesto que las principales partidas de destino del FEP son la difusión y promoción del cooperativismo (conferencias, exposiciones, jornadas, seminarios, realización de estudios y publicaciones, y el fomento de las relaciones intercooperativas) en los tres primeros años en estudio.
La promoción cultural, el desarrollo de la comunidad (mejora de poblaciones y ayudas a asociaciones) y las acciones medioambientales (acciones de protección medioambiental, realización de estudios, informes o investigaciones medioambientales) ocupan un lugar destacado en los dos últimos años, aunque en este último caso se observa la necesidad de que estas entidades se impliquen en mayor medida en este tipo de acciones, por ser uno de los componentes básicos de la RSE.
En consecuencia se ratifica que el cooperativismo de crédito, bien de forma inducida o voluntaria, está adoptando y aplicando aquellos elementos que determinan un comportamiento socialmente responsable, y se evidencia que el FEP es un indicador adecuado para evaluar el mayor o menor grado de compromiso de las cooperativas de crédito.
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